jueves, 22 de enero de 2009

Los Oscar '08 son sólo de Pe

Era inevitable. Los Oscar tendrán un nombre y se acabó; Pe, o Pene o Penélope Cruz es el único titular que ha acaparado los medios de comunicación con el conocimiento de las candidaturas a las 81ª edición de los premios de la Academy of Motion Picture Arts and Sciences. Que ‘Revolutionary Road’ se haya quedado fuera de la carrera como mejor película o que la que se asume (sobre el papel) como una de las películas más flojas de David Fincher en los últimos años, ‘El curioso caso de Benjamin Button’, haya sido recompensada con 13 nominaciones son dos notas indiferentes.
Lo importante es que Pe ha sido nominada otra vez, como secundaria esta (la otra fue como protagonista por ‘Volver’). También queda en la sombra el hecho de que ‘Slumdog Millionaire’, dirigida por Danny Boyle, con 11 candidaturas, sea la gran favorita y filme revelación de este año que comienza. También que ‘WALL•E’ opte a mejor película de animación, guión, mejor banda sonora (Thomas Newman) y canción, que en éste último apartado haya quedado fuera Bruce Springsteen por su tema en ‘The Wrestler’, que Brad Pitt haya sido nominado por primera vez en su vida como actor protagonista, que ‘Mi nombre es Harvey Milk’ tenga 8 candidaturas o que, como era de esperar, Heath Ledger pueda ganar un Oscar póstumo (si no lo gana con más merecimiento
Robert Downey Jr. por ‘Tropic Thunder’) tiene importancia.
¿Para qué incidir en todo esto? Si Pe está nominada. Esa es la noticia que tendremos que sobrellevar siempre que se aluda, de aquí hasta el 22 de febrero, a la dorada estatuilla y su gala, que este año se prevé como una de las más sosas y previsibles de los últimos tiempos. Esperemos que Mickey Rourke y un milagro salven esta afirmación.

martes, 20 de enero de 2009

'Los Fabulosos Baker Boys': veinte años de la película de mi vida

Jack Baker está cansado, fuma compulsivamente y observa la vida con cinismo y recelo. A pesar de su talento innato, de su lucidez musical a las teclas de un piano, Jack odia al mundo, su trabajo y, en último término, se odia a sí mismo. Vive en un ático descuidado con su perro labrador Eddie y recibe las eventuales visitas de Nina, la vecina adolescente que no soporta cómo su madre intenta construir una familia acostándose con extraños en busca de un padre para ella. Ha llegado un punto en la existencia de Jack en que todo se ha vuelto insoportablemente monótono. Cada noche toca con su hermano Frank el mismo ‘show’ en hoteles y clubes de mala muerte donde apenas se aprecia la música de aquel dúo fraternal que otrora brillaran con cierto renombre en el pequeño circuito musical de Seattle, el contrapunto a la esencia del jazz americano. Lentamente, la estrella de los Fabulosos Baker Boys se ha ido apagando con los años. El bueno de Frank comienza presentando, 88 teclas más allá, a un Jack cada vez más arisco e irascible, contando la misma anécdota, la del gato de la familia Cecil que soportaba sus ensayos juveniles y al que quitaron alguna que otra vida. Han pasado 34 años desde entonces.
Jack no soporta aceptar la idea de lo que representa y lo que es. Sabe que es un fracasado que ha renunciado a su sueño de tocar jazz y que asume que su talento está desperdiciado. La única y miserable subsistencia económica depende de esas funciones noctívagas ante un público que hace caso omiso a sus números de piano. Se ha vuelto tan despreciativo y altanero que mira por encima a su propio hermano, creyéndose superior a él, menospreciando su labor como alma y administrador del dúo, responsable de su vida económica.
Jack comienza a asumir el hecho de que es un perdedor y está encerrado en una triste realidad que le da de comer. Es el reflejo de muchas vidas donde prima la supervivencia sobre un talento que, lamentablemente, deja de ser importante. Es lo que a Jack le ha convertido en un desertor de sus propias ambiciones personales, consumido por el mal humor.
Ha llegado un momento en la vida de Los Fabulosos Baker Boys en que el cambio se hace necesario. Mientras Frank intenta pensar en la forma de salvar la relación con su hermano y el futuro del dúo musical, Jack bebe whisky en Henry’s, un pequeño antro que reúne a jóvenes promesas del jazz, observándoles y recordando aquello por lo que un día suspiró y nunca ha podido llegar a ser. Los Baker Boys son un concepto carcomido y caduco. Ante esta deprimente situación, la redención llega en forma de vocalista que dé un soplo de aire nuevo, una voz que auxilie su decadencia y renueve el interés por el inconfundible mano a mano al piano. Susie Diamond es una joven aspirante a cantante que, dentro de su gremio, tampoco ha llegado a triunfar.
A pesar de sus dotes como cantante, de su atractivo innegable, su ‘glamour’ desaliñado y su dulzura no ha hecho más que unos pocos anuncios radiofónicos. Ello no es impedimento para que los Baker Boys vean en ella a la transitoria salvadora de la sociedad musical. De inmediato, junto a su nueva estrella, comienzan a remontar el vuelo. Ahora, los encargados del Sheraton y del Ambassador no tienen problemas de agenda para hacerles hueco. Es el momento del efímero éxito a baja escala. La coyuntura perfecta para recordar lo que una vez fue una ilusión, agotada en los últimos tiempos por la realidad que les rodea.
Sin embargo, lo que parece una pequeña garantía de comodidad, otra merecida época de crédito y actuaciones seguras, se va al traste cuando Jack se enamora de Susie. Esto, unido a un accidente de bicicleta del hijo pequeño de Frank en pleno bolo navideño cuando actuaban en uno de los hoteles más lujosos del estado supone no sólo el desencadenante del final de los Baker Boys, también el único resquicio que abre los ojos a Jack para enfrentarse a sus fantasmas y a él mismo. Un par de noches de pasión, música y sexo marcarán el paso ineludible para el término de una era. No sólo por la imposibilidad de una relación sin porvenir, sino por ése magistral enfrentamiento a Susie, que le hace ver hasta dónde ha llegado la miseria humana de un hombre extenuado por su autodestrucción. Hay dos instantes dentro del filme, cohercitivos y reprobativos, que tienen lugar en sendos callejones que dan como consecuencia el enfrentamiento con la cruel verdad del fracaso en toda su dimensión dramática.
Susie responde a las palabras de un Jack encolerizado. Para él, de nuevo engañándose, lo que ha pasado no es más una noche de sexo más con otra de las mujeres que pasan por su cama habitualmente. “Hemos jodido dos veces. Eso es todo. Cuando se seque el sudor seguirás sin saber una mierda de mí”, le argumenta. Pero su lamentable situación es tan evidente que a Susie no es muy difícil rebatirle. “Me pareciste un perdedor la primera vez que te vi. Pero eres peor. Eres un cobarde”. Ella sabe ver que Jack personifica una farsa, que su talento se ha vendido demasiado barato y que está tan vacío que no sabe ver que la vida se le está yendo de las manos. Además, mientras su hermano ha formado una familia y tiene una responsabilidad y una dignidad que sobrellevar en casa y sobre los escenarios, Jack no tiene nada. Frank también le recrimina su creciente adicción al alcohol como una única salida y el desprecio hacia los demás. Frank admira a Jack, pero no es suficiente para evitar que los Fabulosos Baker Boys lleguen a su triste final. Ha llegado la hora de asumir que los tiempos de estos dos hermanos forman parte del pasado.
‘Los fabulosos Baker Boys’ supone un hallazgo que va más allá del descubrimiento de una sensacional pequeña pieza de orfebrería cinematográfica. Ya desde su estreno, en 1989, la película de Steve Kloves (que contaba por entonces con 29 años) podía asumirse como lo que es hoy en día, una obra maestra cuyas divinidades se reactualizan en cada visionado. Una película de personajes taciturnos y miserables que malviven en un patético escenario de decepciones y sueños rotos. Noctámbulos buscando una evasiva. Una tragedia disfrazada de comedia, que se va tornando tan agridulce en sus reacciones, en sus movimientos sobre la soledad y el fracaso, que el romanticismo y causticidad se proponen como clásicas, con el fundamento de las grandes películas de los fastos del cine.
Es imposible olvidar a Michelle Pfeiffer cantar el ‘Makin’ Whoopee’, que en los años 20 popularizara Eddie Cantor, subida en el piano de cola de una sala de fiestas repleta de ricachones celebrando la Nochevieja. Imposible no caer rendido a sus sinuosas y frágiles formas, vestida de rojo carmesí, contoneándose y jugando con Jeff Bridges en uno de los números musicales más memorables y mejor rodados (en ‘travelling’ circular apoyado con certeros cenitales) de todos los tiempos. Nunca Jeff Bridges sonó tan melancólico en sus ácidas palabras, en su gesto cínico, de maltrato emocional y necesidades afectivas. Ni su hermano Beau Bridges a una altura tan inalcanzable como la ternura que desprende su personaje. Michelle Pfeiffer bordó el papel de su vida, uno de los roles destinados a marcar una carrera, asumido con riesgo a la hora de cantar y con una contundencia interpretativa que pocas veces se han vuelto a ver en una pantalla de cine.
Acompaña a esta historia de pequeñas miserias la música de un Dave Grusin en estado de gracia acompañado de Ernie Watts al saxo y Brian Boomberg al contrabajo o la selección musical donde prolifera el espíritu de Duke Ellington y la entidad de Benny Goodman. Nunca el optimista y alegre ‘You’re Sixteen’, de Robert y Richard Sherman sonó tan triste que en ese final ubicado en el garage de Frank, cuando Jack asegura que deja los Baker Boys porque está cansado de vivir una mentira. Es hora de reconocer los errores, pedir perdón y comenzar la partida como viejo zorro en sesiones nocturnas los martes y los jueves en Henry's. Mientras, Frank se ganará la vida dando clases a los niños pijos del barrio. Finalmente, Susie se reencuentra con Jack en un final que embarga con la triste mirada de azul de la Pfeiffer aludiendo a la imposibilidad de las segundas oportunidades.
Personalmente, cuando alguien me pregunta cuál es mi película favorita, entremezclada con los grandes clásicos intocables, siempre viene a la memoria esta pequeña joya de Steve Kloves producida por Sydney Pollack. ‘Los fabulosos Baker Boys’ es una de las películas que marcaron mi adolescencia, me insinuaron de cómo y de qué manera funciona la vida. Veinte años después de su estreno se ha convertido, sin perder un ápice de fascinación y magia, en una cinta imprescindible en mi estantería.

sábado, 17 de enero de 2009

Logos en tiempos de crisis

Estamos en tiempo de crisis. Lo dicen constamente en las noticias. La gente ha puesto de moda esta palabra en sus más agoreras frases. Hay crisis inmobiliaria, crisis de materias primas y crisis financiera, lo que está causando una limitación del crédito. Estamos en esa fase que muchos dan en llamar desaceleración económica, provocada, en gran medida por esa palabra que cada día es más familiar: el ‘subprime’, que no es más que un préstamo, hipoteca o inversión de alto riesgo. Muchos lo equiparan a la crisis de ajuste del 1929. Otros hablan del colapso del sistema capitalista. Unos pocos apocalípticos ven en este trance la oportunidad perfecta de las grandes corporaciones para controlar el mundo.
Sea como fuere, en tiempos de crisis, lo mejor es tomárselo con humor y ejemplificar este difícil momento internacional con un rediseño adecuado a la crisis de los logos de algunas de las más importantes empresas del mundo, como propuso hace tiempo Business Pundit en esta parodia de actualización de imágenes corporativas.

jueves, 15 de enero de 2009

miércoles, 14 de enero de 2009

Review 'Australia (Australia)'

Autocomplacencia épica
Han pasado ya siete años desde que el cineasta Baz Luhrmann triunfara en todo el mundo gracias a su película estrella, ‘Moulin Rouge’, ejercicio visual de fastuosos propósitos a medio camino entre el pastiche posmoderno y el carácter antirealista de un cine musical carente de teatralidad y mucha pompa estética. ‘Australia’ supone el golpe de efecto del director australiano para su regreso triunfal al cine épico con grafía de descarada superproducción.
En este caso, Luhrmann es consciente de que su finalidad es una ostentosa ofrenda a los hitos cinematográficos del pasado, al cine clásico y espectacular de cineastas como David Lean. Y lo hace con una consabida historia ambientada en los albores de la II Guerra Mundial, la de una señorita refinada inglesa que hereda una enorme propiedad en el norte de Australia, donde vive una historia de amos junto a un rudo conductor de ganado que le prestará su ayuda más allá de los confines del mundo. Pese a que contiene toda la parafenalia fílmica y la megalomanía típica del cineasta y la falta de interés dentro de un guión lineal y sin sorpresas, el pulso narrativo y el sentido del espectáculo de Lurhmann hacen que ‘Australia’ avance a lo largo de sus casi tres horas con un ritmo diligente, aunque acuda con frecuencia al montaje y a la música para conseguir esa pretendido ceremonia ‘bigger than life’.
Al cineasta y sus tres coguionistas poco le importa el contenido político o histórico entre británicos y nativos o y su mística aborigen, puesto que lo único que parece satisfacerle es la plétora de cine manierista, modernizado por lo artificial de muchas de sus secuencias románticas, embellecidas por la postproducción o por la impostura en la que cae cuando en vez de cine con alma se tiende a la exhibición cinematográfica. ‘Australia’ está atiborrada de falsa grandiosidad escénica, en la que sobreabunda el melodrama, la autocomplacencia conceptual y la artificiosidad de un guión con falta de composición algo más profunda que la que pretende aportar el filme.
Ni siquiera la apagada voluntad de Nicole Kidman y Hugh Jackman hacen que la historia se asuma con seriedad y se intuya claramente como lo que es: como un capricho de su director, que está más ensimismado en llevar a cabo un personal ‘Lo que el viento se llevó’ patrio que un producto con algo de brillantez y honestidad, por mucha excentricidad y magnificencia que impere en el total de esta fallida cinta.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009

lunes, 12 de enero de 2009

66ª edición de los Globos de Oro

Existe cierto desprejuicio a la hora escribir acerca del posible Oscar al que puede optar la actriz española Penélope Cruz por su papel en ‘Vicky Cristina Barcelona’. Ayer, estaba nominada. Sin embargo, no ganó. Se ha venido dando una generalización de la prensa española especializada hacia la euforia. Se dejan llevar por el patriotismo exacerbado. Que el año pasado Javier Bardem se llevará el Premio de la Academia al mejor actor de reparto por ‘No es un país para viejos’ parece que da vía libre para pensar que Pe vaya a hacer lo mismo este año. Lo cierto es que Penélope está muy bien en la cinta de Woody Allen, pero un Oscar sería exagerar méritos. Eso sí, parece ser que Kate Winslet, la gran vencedora de los Globos de Oro al llevarse el de mejor actriz por ‘Revolutionary Road’ y como secundaria por ‘The reader’ (en la misma categoría que Pe), le ha arrebatado la condición de favorita a los Oscar a nuestra actriz más internacional. Es la enemiga. No es la mejor actriz del año ni se destaca el hecho de un doble triunfo en la noche de ayer. Es la antipática rival a batir de cara al próximo febrero. Así funciona la parcialidad pasional y la alegría.
Más allá de simplezas periodísticas, los Globos de Oro han dejado una sensación de cierto escepticismo de cara a los Oscar, puesto que sólo ha habido una película, ‘Slumdog Millionaire’, de Danny Boyle, que hay salido como gran triunfadora de estos premios denominados insistentemente por la prensa como “antesala de los Oscar”. Por lo demás, el Globo de Oro póstumo al mejor secundario de Heath Ledger por ‘El Caballero Oscuro’ hace presagiar el mismo signo laudatorio la noche del próximo 22 de febrero. También Mickey Rourke se ha llevado su reconocimiento por ‘The Wrestler’ dejando sin globito a Sean Penn por esa película creada para su lucimiento por Gus Van Sant ‘Milk’. En el apartado de televisión ‘Mad Men’ y ‘30 Rock’ han sido las triunfadoras.

jueves, 8 de enero de 2009

Review 'El Intercambio (The Changeling)'

No, sin mi hijo
Aunque ‘El Intercambio’ no sea tan profunda ni tan lóbrega como algunos de sus últimos títulos, Eastwood recupera la magnificencia cinematográfica con otra muestra de clasicismo y cognición
Que Clint Eastwood es uno de los últimos grandes clásicos es un hecho irrefutable conocido desde hace más de década y media, cuando la crítica especializada le encumbró definitivamente con ‘Sin Perdón’, una de sus obras maestras. Ya lo era antes de aquélla, pero a casi la totalidad de los medios especializados en este país les pesaba demasiado la trilogía del dólar, Harry Callahan y demás personajes que interpretó Eastwood en su brillante carrera cinematográfica como para darse cuenta del gbran director que había detrás. ‘El Intercambio’ tiene en común varios factores evidenciados a lo largo de su filmografía y de los que se ha convertido en un maestro. Eastwood radiografía mejor que nadie en este arte la violencia como infección creada por la sociedad para su propia autodestrucción, las hendiduras sociales que provocan la tragedia y la exploración de los defectos y deterioros de un sistema carcomido por la corrupción, bien sea moral como social.
‘El intercambio’ no está, por tanto, muy lejos de ‘Mystic River’, en su reflejo del destrozo de la inocencia infantil, de las secuelas que causan el desafío a unos fantasmas personales imposibles de asumir, desde la soledad y el desamparo. La historia, basada en hechos reales acontecidos en los años 20, se centran en una madre trabajadora Christine Collins que pierde a su hijo mientras que las autoridades le presentan a un niño diferente al suyo y que se enfrenta a un departamento de policía corrupto que prefiere perpetrar infamias antes de asumir sus propios errores. Todo ello no anda muy lejos de la intención ética de muchas de las obra de Eastwood, ya que en casi todas se percibe una intuitiva disertación sobre la naturaleza humana, desabrida y macilenta, que escruta el insondable fondo del comportamiento humano, donde, como en el caso de ‘Mystic River’, las secuelas del abuso infantil y las consecuencias del crimen imponen una visión bastante pesimista del mundo en que vivimos.
Eastwood se apoya en un lineal pero eficaz guión de J. Michael Straczynski para adentrarse de nuevo en un relato de dolor y muerte, de heridas emocionales y sacrificio en ése itinerario de abnegación por parte de una madre coraje que hace frente a la corrupción y al abuso policial, la punta de un iceberg de manipulación, intereses políticos y desigualdad social asentados en una farsa institucionalizada que representa la injusticia asumida por la desprotegida sociedad de la época, pero que se extiende en la historia a cualquier momento histórico, incluida la actual. El dramatismo impregna en todo el momento el relato, y en su pausado desarrollo se establece un maniqueísmo asumido por Eastwood para narrar su historia; es evidente una desproporción en lo que concierne a la hora de esbozar a los buenos, que son excesivamente honestos y a la gente de mala fe, sumidos en corruptelas y depravación moral, que son excesivamente cabrones.
En ‘El Intercambio’ hay un voluntario esquematismo en la descripción de ambas partes. Y es en esa simpleza de conceptos, donde película alcanza la honestidad clásica que busca el veterano cineasta. No en vano, existen personajes que cristalizan una doble vertiente que prescinde de esa ingenuidad; Gustav Briegleb, un pastor Presbiteriano (John Malkovich) que utiliza su púlpito y programa de radio para protestar contra la corrupción y la anarquía de la Policía de Los Ángeles y, por otra parte, el detective Lester Ybarra (Michael Nelly), el único agente dentro del Departamento que asume su oficio con integridad y destapa el caso de un asesino en serie que ha matado a una veintena de niños, lo que revolucionará los procesos que conlleven a la verdad y a cierta optimismo dentro de la tragedia de esa madre en busca de su hijo.
Una de las pocas contrariedades que se le puede atribuir al filme se engloba en el ajustado y obsesivo tono pausado, a veces abiertamente desigual, con el que Eastwood recrea en cada una de las situaciones y planteamientos que se van dando en el dolor de Christine y la profundización de las causas y efectos, llegando a un melodramatismo que llega a jugar en contra del filme. Ejemplo de ello es ése proceso alargado de internamiento psiquiátrico o la parte final con la captura del asesino Gordon Northcott (Jason Butler Harner), que si bien enfoca una culminación al desarrollo de todas los convulsiones de guión, hace que el total se dilate en exceso. Si embargo, tales prolongaciones se contrarrestan con esas efímeras secuencias en las que Christine utiliza sus ratos de descanso para telefonear a los centro de personas desaparecidas de todo el país o la magistral disposición de montaje en los dos juicios paralelos, primero, el multitudinario de los responsables de las negligencias policiales, dentro de un entorno social, segundo, el más íntimo que sentencia los salvajes actos del asesino Northcott, en una esfera personal.
Por supuesto, nadie va a negarle a Eastwood su clasicismo de cámara, su sabiduría cinematográfica a la hora de impregnar de dolor y verdad cada plano. Lo mejor de ‘El Intercambio’ es la elegancia a la hora de llevar a cabo una historia de tanta crueldad e inmoralidad, llena de pequeños matices que se aúnan en el confortable y habitual binomio del que suele hacer gala el cine de Eastwood; una conjunción de emociones sensoriales puestas al servicio de una puesta en escena espectacular a la que contribuye el gran trabajo de diseño de producción y direccción artística de James J. Murakami y Patrick M. Sullivan Jr.
Otro factor que contribuye a la admiración de este trabajo reside en la sutileza con la que Eastwood plasma la terrible maquinación desde el poder contra los intereses del ciudadano y cómo éste se rebela ante la injusticia. No existe énfasis en la imagen truculenta, ya que el abuso y la violencia solo se insinúan, ni procura conmover al espectador con convencionalismos dramáticos ni tristes notas musicales. El mito de Malpaso es un experto en obtener la intensidad de las emociones. Y lo hace a través del dolor, con diálogos llenos de rabia, de fuerza incontrolable y de desesperación que segregan la impotencia ante la ilegalidad de la autoridad en la piel de una Angelina Jolie magnífica, interpretando de forma excelente cada instante de angustia existencial.
‘El Intercamio’ se podría englobar dentro del melodrama, pero con componentes de ‘thriller’ psicológico, cine negro e incluso cine judicial, hecho que manifiesta este filme como el más ambiciosa de los todos los ‘Eastwoods’ de las últimas dos décadas. Tal vez no sea tan lóbrego o acentuado como algunas de sus últimas genialidades (entre las que no se encuentra su duplo bélico junto a Paul Haggis, aunque sí ‘Million Dollar Baby’), pero lo cierto es que dentro de esta cinta se encuentran algunos de los momentos más intensos de toda su carrera. Clint Eastwood es un maestro. Y eso es algo que sabe contagiar a sus películas.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009

miércoles, 7 de enero de 2009

Cargaditos de regalos...

Un árbol de Navidad como cónclave anual donde acopiar regalos, ilusión e impaciencia. Cada año, la liturgia sigue las mismas directrices que cuando éramos pequeños; hay que colocar las botas limpias bajo el árbol e impedir cualquier amago de cotilleo acerca de los respectivos regalos. Todo tiene que ser una sorpresa. La cabalgata ha dejado de formar parte de todo esto. Este día especial ha quedado en un entorno más personal, más hogareño. El incienso, el oro y la mirra no tienen cabida. Todo ha cambiado. Pero al mismo tiempo, sigue siendo lo mismo.
Este 2009, a pesar de dejar el primer pequeño contratiempo en la salud, deja unos presentes que simbolizan la esperanza y el deseo de un buen año 2009. Uno de esos regalos, uno en especial, una claqueta de cine profesional, simboliza lo que viene siendo la eterna promesa anual. Este 2009 tienen que pasar muchas cosas. Myrian ha dado el primer paso para sacar la ambición y la inquietud deslustrada a la superficie. Este 2009 es el año.
No me enrollo más; he aquí la lista de todo los regalos que sus SS.MM nos han dejado para desenvolver y sorprendernos.
(Ampliar la foto, para ver de cerca la numeración con su correspondiente regalo).
1.- Camiseta ‘Smile’ de Nirvana (Myrian).
2.- Sudadera capucha (Myrian).
3.- Claqueta/clap profesional (Refo).
4.- Cascos Sony Wireless Mdr-RF800RK (Myrian).
5.- ‘V - Los Visitantes’ (Colección Serie Completa) (Refo).
6.- Cartera de Piel (Refo).
7.- ‘The Authority Prime’, de Christos Gage y Darick Robertson (Refo).
8.- ‘Lo mejor de The Spirit’, de Will Eisner (Refo).
9.- Cabezón Stewie peluche 30 cm. (Myrian).
10.- The Wedge (Refo).
11.- Juego DS ‘The Gravity’ (Myrian).
12.- Libro ‘Terror Cinema’ (Calamar Ediciones), de Juan Andrés Pedrero Santos (Refo).
13.- Pack Figuras de importación de ‘Snorkels’ (Myrian).
14.- Banco abdominales (Refo).
15.- Figura ‘Beetlejuice’, Cult Classic serie 7 (Refo).
16.- Bolsa para portátil multiuso (Myrian).
17.- Figura Regan ‘El Exorcista’ Head Knocker de NECA (Refo).
18.- Peluche Super-deformed Maestro Yoda 15 cms., ‘Star Wars’ (Myrian).
19.- Pollo bailarín Shaky Singer (Refo).
20.- Colección libros Ciencias Naturales con ‘Los Snorkels’ (Myrian).
21.- DVD WALL•E (Edición especial) (Myrian).
22.- Peluche Super-deformed Maestro Yoda 42 cms, ‘Star Wars’ (Refo).
23.- Figura Kurt Cobain, 45 cms. Nirvana con sonido de NECA (Myrian).
24.- Perfume Rock N' Rose Valentino (Myrian).
25.- Juego de café (Myrian y Refo).
26.- Dos mancuernas de 10 kilos cada una (Refo).

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Resumen Abismal del 2008 Cinematográfico

TOP TEN 2008
10. 4 MESES, 3 SEMANAS, 2 DÍAS (4 luni, 3 saptamini si 2 zile), de Cristian Mungiu.
El filme es un duro viaje, muy cerca en su metodología y espíritu al docudrama, a uno de los períodos más negros de la historia de Rumanía, mediante la adaptación a la gran pantalla de algunas de las leyendas urbanas más conocidas y difundidas durante los interminables años que se prorrogó el régimen dictatorial comunista de Nicolae Ceaucescu a finales de los 80. Un relato testimonial sobre aquélla época que es mostrada desde la desnudez de dobleces en su parte técnica, rechazando incluso partes de la naturaleza cinematográfica como pueda ser la iluminación, la música, la planificación en busca de un conseguido tono inflexible, donde prevalezca la contundente mirada directa del espectador.
Si bien es cierto que a ratos, ese tono de crudeza insinuante funciona perfectamente, sobre todo, en un primer tramo de brutal coherencia e incómoda aprehensión de los acontecimientos, allí donde las dos chicas, acorraladas, terminan cediendo a la espiral degradación acuciadas por la situación desfavorable, también lo es la tendencia de Mungiu hacia el fácil recurso del morbo cuando, con toda su explicitud, muestra el lastre vital en forma de feto humano sin vida, renunciando a la conceptualización analítica del filme y cediendo, en último término, al impacto y a la búsqueda de significaciones que van más allá de lo mostrado.
9. TROPIC THUNDER (Tropic Thunder), de Ben Stiller.
‘Tropic Thunder’ no pierde la oportunidad de evidenciar las miserias de la gran industria cinematográfica, radiografiando entre risas y cachondeo la estupidez y los intereses que mueven muchas veces el séptimo arte, la esencia del ‘blockbuster’ llevado al absurdo y los entresijos hiperbolizados de los grandes estudios. El filme pone en todo momento en tela de juicio los condicionamientos del ‘star system’ con una amplia gama de ‘gags’ y situaciones que obligan a descifrar su vitriólica condición de provocación a través de un guión funcional, que comprime sus debilidades y multiplica sus virtudes para ofrecer un espectáculo manifiestamente descomunal, exagerado y desquiciado.
Una fantástica comedia que hace un guiño a la confusión entre realidad y ficción, entre la película que han ido a rodar y la cinta que hemos visto. Ambas no difieren en absoluto de los resultados prometidos. Con ello, Stiller también hace una valoración de su propia profesión actoral, dando prioridad a la honestidad por encima del artificio al que conlleva la interpretación. Una ácida crítica a la que aportan el punto necesario de juerga colectiva sus protagonistas.
8. CAMINO (Camino), de Javier Fesser.
‘Camino’ se adentra en los oscuros cauces de una doctrina cuestionada desde la quietud, sin caer en la provocación. Fesser ofrece así una portentosa historia que, más allá de fijar su mirada en el anverso y el reverso del Opus Dei, supone una fábula fantástica sobre la independencia , la bondad humana, el amor y la muerte. Una experiencia vital y emocional irrepetible. Una película intensa, valiente y entregada, que rebasa los límites de lo emocional hasta llegar al paroxismo, que muestra esta agonía con una minuciosidad visual creada a partir del sentimiento.
Estamos ante una obra magna, de esas que huelen y subliman verdad. Ficción creada a partir de realidad, ‘Camino’ radiografía ciertas creencias y maneras de vivir donde cada personaje describe variantes dentro de la referencia social que utiliza, desde la creencia y desde la duda. Javier Fesser ha rodado su mejor película hasta la fecha y uno de los ejemplos más palmarios de grandeza del cine español en mucho tiempo.
7. EL TREN DE LAS 3:10 (3:10 to Yuma), de James Mangold.
La versión actualizada de ‘El tren de las 3:10’ no es un ‘remake’ como tal, sino una reinterpretación del mismo argumento que recoge esa mística de valoración dicotómica que utiliza los estereotipos del ‘western’, a sabiendas del tópico, pero otorgándoles una sobriedad más que apreciable. El filme de James Mangold supone así una inesperada sorpresa que describe todo aquello que debe divulgar un buen filme del Oeste; una fábula donde mito e historia se agrupan en una cohesión donde la moralidad y la epopeya conviven en conflicto bajo los relieves de un paisaje en la que la aventura y la acción proponen diatribas tan salvajes como trascendentes.
La obra de Mangold está desprovista de la lacónica crepuscular de algunos de los ‘westerns’ revisionistas actuales. Preocupa, por encima de la proliferación de panorámicas paisajistas, la descripción de los personajes por encima del horizonte, planteando incertidumbres y reflexiones que tienen su mejor soporte en unos brillantes diálogos acerca de la dialéctica sobre la ética, la vida y la muerte. Todo ello, sin olvidar el cuidado por la acción y la coreografía de la violencia en la que no faltan asaltos a diligencias, tiroteos y la tensión hacia su inesperado final, donde la dicotomía del bien y el mal se ve extrañamente sacudida por el curso de los acontecimientos.
6. LA NIEBLA (Stephen King’s The Mist), de Frank Darabont.
‘The Mist’ parte como un sincero homenaje (en fondo y en forma) a las narraciones de terror de los años 50 que tanto proliferaron en los medios cinematográficos y literarios. Partiendo de esta base, el filme se resguarda en todo momento en ése espíritu de serie B, con cierta nostalgia, donde los subtextos y segundas lecturas quedan dinamitadas por la única idea con la Darabont ha elaborado su película; estamos ante una película de terror al uso, sin ningún tipo de alarde ni ambición.
Darabont opta por el verbalismo de la acción, dando prioridad a la psicosis colectiva y dejando en un segundo plano la ciencia ficción y el terror como maravillosas aportaciones a la identidad del planteamiento genérico. Y lo hace sin renunciar a inquietantes elementos descriptivos y momentos de terror y acción que jalonan la historia y dan sentido a la propuesta. Su película es un rotundo ejercicio de terror en el que el director de ‘La Milla Verde’ utiliza la introversión del discurso terrorífico muy por encima de los mecanismos típicos del género, creando una sobresaliente obra de culto y, de paso, la mejor adaptación de una novela de Stephen King al cine.
5. LA CUESTIÓN HUMANA (La Question Humaine), de Nicholas Klotz.
Considerada, con todo merecimiento, como una de las grandes películas de 2008, ‘La cuestión humana’ aborda una exploración sobre la verdad y la apariencia dentro de un viaje a un pasado tenebroso imposible de olvidar. A medio camino entre el drama, el ‘thriller’ de cine negro y el fantástico realista, Klotz desgrana los mecanismos del funcionamiento interno de una gran empresa para equipararlos a los del nazismo, en una oscuro y siniestro cotejo entre la selección de personal y la “Solución Final”, ya que ambas utilizan un sistema de depuración cruel que posterga al individuo a la última categoría.
La reubicación, la congelación de sueldos, el despido como depuración y la imposición natural del departamento de Recurso Humanos son las herramientas con las que se va embaucando al espectador hasta conducirle por una realidad ignorada. La percepción de la realidad va mutando según transcurre el lento proceder de una apasionante historia que maneja los mecanismos de la dominación y de las apariencias para conseguir un tono asfixiante de locura, de hiperrealidad con la que la percepción de los hechos es transformada por la despótica forma de proceder de estratos de poder.
4. NO ES PAÍS PARA VIEJOS (No country for old men), de Joel y Ethan Coen.
‘No es país para viejos’, es el resurgimiento que devuelve a Ethan y Joel Coen al universo de referencias cinéfilas y siniestras que concentran su estilo hiperreal y abruptamente complejo, a la riqueza compositiva de un ideal de cine que se iba echando de menos. Y lo hacen, nada menos, con la adaptación de la novela homónima de Cormac McCarthy, desarrollada en un contexto de rudeza extemporánea, situando esta áspera fábula en la Norteamérica rural, sucia y fronteriza, que emplea personajes comunes que vulneran la cotidianidad para verse envueltos en una pesadilla de violencia extrema donde el destino tiene la última palabra.
El laconismo parece apoderarse de esta historia sobre el Bien y el Mal, un tema subrayado en varias ocasiones por los Coen, que describen de nuevo personajes que arrastran sus remordimientos y secretos bajo un implacable sol fronterizo. Quizá por ello, la tensión de cualquier movimiento acaba transformándose en una situación extrema que se dirige a lo inevitable; como la trascendental forma en que se amartillan las armas antes de ser disparadas, la recreación insana de Chigurgh con su bombona de aire comprimido antes de ejecutar sus matanzas, la suciedad y el calor que transpira la chabacanería de la iniquidad. Es su particular regeneración de lo clásico, la forma que tienen los Coen de advertir cómo los nuevos tiempos de violencia aplastan los ideales de los héroes en pleno crepúsculo.
3. WALL•E (WALL•E), de Andrew Stanton.
Con casi veinte años de historia, Pixar se ha consolidado como la mejor productora de animación del mundo. ‘WALL•E’ no podía ser alejarse de los conceptos de perfección de la factoría de John Lasseter y vuelve a ejemplarizar la distintiva necesidad expresiva que mueven los proyectos de Pixar, aventajando en este terreno su reconocido exhibicionismo tecnológico. Que un trasto como WALL•E sea el emblema más destacado del lenguaje físico y pantomímico metamorfoseado en la gramática de la articulación de las máquinas sitúa a esta obra de grandeza cinematográfica inexpugnable a otra división dentro de las altas cotas a las que están acostumbrados sus responsables. Esta decisión apela directamente a la expresividad fílmica de los grandes clásicos como Buster Keaton, Charles Chaplin o Jacques Tati, acudiendo a los introductorios elementos humorísticos basados en el ‘gag’ más tradicional, muchas veces cerca del ‘slapstick’, como tributo al cine clásico, al que acude constantemente en intenciones, homenajes y esencia.
El filme de Andrew Stanton es un memorable y hermoso viaje con una fábula de ciencia ficción y ecología antropológica que se sirve de la gramática de la articulación de las máquinas para obtener una película inolvidable.
2. POZOS DE AMBICIÓN (There Will Be Blood), de Paul Thomas Anderson.
Podría considerarse la obra más arriesgada de Paul Thomas Anderson hasta el momento. Se podría decir que también la más personal. Más allá del drama, de la odisea de megalomanía que esconde el cineasta y su historia sobre los pioneros que forjaron una nación, ‘Pozos de ambición’ es una película de terror que manipula con destreza el desasosiego, los sonidos, sus ecos de tragedia y el olor de la sangre mezclándose con el petróleo, así como el calor asfixiante, las miradas de Plainview y sus maniqueas acciones.
Anderson disecciona la época con un destreza visual y una maestría compositiva que no hacen sino confirmar su talento, su sobresaliente posición en el cine actual, con una personalidad fuera de toda duda, sin economizar la obsesiva meticulosidad con la acomoda los encuadres y los movimientos de cámara que consolidan un virtuosismo formal más equilibrado que en sus obras precedentes. Una película de controvertida lucidez, sobrecogedora e inquietante, cruel y desgarradora, donde no existen cortadas en el mensaje, carece de moralina y de cualquier pretensión de adoctrinar. La exégesis es la simple sucesión de lo que acontece, contado desde un punto de vista hipnótico, con esencia formal de cine clásico que rebosa efluvio de epopeya, donde es absolutamente ineludible destacar el recital interpretativo que aporta la grandiosa, enérgica y desalmada interpretación de Daniel Day-Lewis.
1. ANTES DE QUE EL DIABLO SEPAS QUE HAS MUERTO (Before the Devil Knows You're Dead), de Sydney Lumet.
Cualquiera podría decir que ‘Antes de que el Diablo sepa que has muerto’ fuera una apasionada ‘opera prima’ de un joven cineasta con un talento fuera de lo común. El entusiasmo y la fuerza que anida en esta prodigiosa muestra de talento destilan admirable clarividencia y la fertilidad del atrevimiento. Cine con estigma de cine clásico rodado con una perspectiva de ruptura, modernizando la ya desgastada relectura del ‘thriller’ en su discurso escéptico y dramático, con una historia cruel y despiadada llevada a cabo con la sabiduría del veterano Sidney Lumet.
La gran valía del último filme de Lumet se vertebra a través de unos personajes rigurosamente fascinantes, descritos con la escrupulosidad asombrosa de un maestro, capaz de ofrecer una suntuosa planificación formal a la vez que evidencia un gusto casi minimalista por los detalles, por los pequeños rasgos que perfilan a estos perdedores sin futuro que no saben aceptar las derrotas. Tragedia ética sobre la desintegración humana y familiar, cuyos pilares han sido derribados por el paso del tiempo, ‘Antes de que el Diablo sepa que has muerto’ atesora, bajo su caótica estructura temporal, uno de los manifiestos más escépticos de los últimos años en ese ‘thiller’ melodramático que se alimenta del drama moderno de incomunicación paternofilial, con la feroz crítica a una sociedad americana donde las miserias humanas, salpicadas de secretos inconfesables, se transforman en una cruel amenaza que va más allá de la ambición y del egoísmo.
ACTRIZ 2008
Tilda Swinton (‘Julia’, ‘Las crónicas de Narnia. El Príncipe Caspian’, ‘Quemar después de leer’).
Es una pena que ‘Doubt’ se estrene en 2009 en nuestro país, porque Meryl Streep era una candidata ideal para ser considerada la mejor actriz de este año que se consume. También, por carisma, belleza, talento y versatilidad dramática, Charlize Theron ha tenido un buen año. Pero lo cierto, es que, unido al Oscar como mejor actriz secundaria por ‘Michael Clayton’ y a su portentosa capacidad interpretativa, la elegida ha sido la escocesa Tilda Swinton, sin haber podido echarle un vistazo a ‘The Curious Case of Benjamin Button’, de David Fincher. Su inquietante apariencia andrógina, su tez pálida y algo antipática no entorpecen el brutal talento de una actriz en constante estado de gracia. Su firmeza y discreción hacen que pase desapercibida como una de las grandes reinas de la interpretación actual. Sin embargo, pese a que su actividad se haya encasillado voluntariamente en papeles de reparto, es capaz de robar el protagonismo a las grandes estrellas con una contundencia y una frialdad descomunales. Ni siquiera cuando sus papeles se sostienen en la ausencia de empatía por parte del espectador hacen mella en la dimensión actoral de esta gran dama. Todo lo contrario, es cuando más se engrandece su talento. Es, sin ningún género de duda, una de las mejores actrices que ha adoptado Hollywood en mucho tiempo.
ACTOR 2008
Daniel Day-Lewis (‘Pozos de ambición’).
A falta de ver los trabajos de Sean Penn y Mickey Rourke en ‘Milk’ y ‘The Wrestler’, respectivamente, este 2008 tuvo desde su inicio un claro vencedor en este apartado: Daniel Day-Lewis. El actor británico nacionalizado irlandés ofrece un solemne recital de interpretación, una inconmensurable composición capaz de desclavar los más diversos sentimientos en el espectador; desde la comprensión de su desfogada ambición hasta el odio repulsivo que transmite en su parte final. El personaje Daniel Plainview pasa de la avidez de dinero a la absoluta falta de escrúpulos bajo la mirada impasible de un intérprete en constante reto consigo mismo. El talento de Day-Lewis traspasa la convencionalidad, la gracia de un actor prodigioso hace que los diálogos estén cargados de verdad, que su miserable personaje rebose vida y que dignidad tocada de muerte de su historia llegue al alma. Day-Lewis se prodiga poco en el cine, pero cuando es así, lo hace para instruir al cine con lecciones de pura interpretación.
DIRECTOR 2008
Joel y Ethan Coen (‘No es país para viejos’ y ‘Quemar después de leer’).
Indudablemente si este año pertenece a unos cineastas, esos son los hermanos Ethan y Joel Coen. Nada menos que dos películas en un mismo año ‘No es país para viejos’ y ‘Quemar después de leer’ ha supuesto un agradecido resurgimiento que devuelve a los hermanos al universo de referencias cinéfilas y siniestras que concentran su estilo hiperreal y abruptamente complejo, a la riqueza compositiva de un ideal de cine que se iba echando de menos. Por un lado, adaptando la novela de Cormac McCarthy a un contexto de rudeza extemporánea, situando esta áspera fábula en la Norteamérica rural, sucia y fronteriza, que emplea personajes comunes que vulneran la cotidianidad para verse envueltos en una pesadilla de violencia extrema donde el destino tiene la última palabra. Por otro, devuelve también el mejor cine de estos inquietos consanguíneos a las fronteras de la comedia que les caracteriza. Aquella que se muestra como exposición casi antropológica sobre la imbecilidad que anida en el hombre moderno, haciendo una crítica sardónica sobre la sociedad americana, donde, como viendo siendo habitual, se subraya la ambición, los miedos y la violencia. Los Coen han vuelto por la puerta grande y han hecho de 2008 su año.
PELÍCULAS DESTACADAS
- ‘La noche es nuestra’, de James Gray. (Leer crítica).
- ‘The Darjeeling Limited’, de Wes Anderson. (Leer crítica).
- ‘El intercambio’, de Clint Eastwood.
- ‘Sweeney Todd’, de Tim Burton. (Leer crítica).
- ‘John Rambo’, de Sylvester Stallone. (Leer crítica).
- ‘La escafandra y la mariposa’, de Julian Schnabel.
- ‘Los falsificadores’, de Stefan Ruzowitzky. (Leer crítica).
- ‘En el valle de Elah’, de Paul Haggis.
- ‘Rebobine, por favor’, de Michel Gondry. (Leer crítica).
- ‘Enfrentados’, de David Von Ancken.
- ‘Hacia rutas salvajes’, de Sean Penn.
- ‘La banda nos visita’, de Eran Kolirin.
- ‘Margot y la boda’, de Noah Baumbach.
- ‘Escondidos en Brujas’, de Martin McDonagh. (Leer crítica).
- ‘Mamma mia!’, de Phyllida Lloyd.
- ‘Los extraños’, de Bryan Bertino.
- ‘Gomorra’, de Matteo Garrone.
- ‘JCVD’, de Mabrouk El Mechri.
CINE ESPAÑOL
- ‘Los Cronocrímenes’, de Nacho Vigalondo. (Leer crítica).
- ‘El rey de la montaña’, de Gonzalo López-Gallego.
- ‘3 días’, de F. Javier Gutiérrez.
- ‘Casual Day’, de Max Lemcke.
- ‘Los crímenes de Oxford’, de Álex de la Iglesia. (Leer crítica).
- ‘Amateurs’, de Gabriel Velázquez.
- ‘El menor de los males’, de Antonio Hernández.
PEORES PELÍCULAS
- ‘En el punto de mira’, de Pete Travis. (Leer crítica).
- ‘El último justo’, de Manuel Carballo.
- ‘Las hermanas Bolena’, de Justin Chadwick.
- ‘88 minutos’, de Jon Avnet.
- ‘Speed Racer’, de los Hermanos Wachowsky. (Leer crítica).
FUTURAS CULT MOVIES
- ‘Cloverfield’, de Matt Reeves. (Leer crítica).
- ‘Doomsday’, de Neil Marshall.
- ‘This is England’, de Shane Meadows.
- ‘Lars y una chica de verdad’, de Craig Gillespie.
- ‘Juno’, de Jason Reitman. (Leer comentario).
- ‘Las crónicas de Spiderwick’, de Mark Waters.
- ‘Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante’, de Julien Temple.
Esperemos que 2009 nos traiga mucho mejor calibre en las producciones nacionales e internacionales que se estrenen en este nuevo año a punto de comenzar. 2008 no ha sido un buen año fílmico. En general, 2008 no ha sido un buen año para casi nadie. Por lo menos para mí.
Por eso, deseo que este Año Nuevo sea el año que definitivamente cambie nuestras vidas para bien y MUCHO CINE para todos.
FELIZ 2009 y gracias a todos por seguir el Abismo.

Series de Internet: Tú antes molabas

Ya se habló hace tiempo en el Abismo del ex reportero ‘CQC’ Antonio Castelo, un humorista con futuro que ahora triunfa dentro del poderoso medio como es Internet con la serie ‘Tú antes molabas’, dirigida por el guionista y director Adolfo Valor. En ella, ambos juegan a la autoparodia dentro del cruel mundo de la tele, utilizando la realidad y la ficción para narrar, desde el punto de vista de Castelo, la vida de un personaje que hace todo lo posible por volver al medio que le dio la fama. Castelo se interpreta a sí mismo con convicción en episodios cuyo eje temático reside en la degradación situacional y el malentendido, que es la guinda humorística de la serie. El presentador televisivo da testimonio de su diversidad como actor y cómico todoterreno, de su capacidad para convertir a un personaje creado a partir de su propia persona en un ser mezquino, torpe y arrogante, pero con un punto entrañablemente inocente.
La estructura bebe de las fuentes de la ‘sitcom’, con un cinismo y unos recursos que han ido en magnífica progresión desde el comienzo de la serie hasta llegar al mejor episodio hasta el momento, el Especial de Navidad (que podéis ver arriba). Con sólo seis episodios, ya es una obra de culto, pionera en un estilo de hacer televisión a través de Internet, de manifestación sobre las posibilidades del metalenguaje. ‘Tú antes molabas’, ciertamente, mola.
Podéis ver todos sus anteriores capítulos en la página web oficial de la serie.