Tal día como hoy hace dos años, 730 días, conocí a la mujer que iba a cambiar mi vida para siempre. Ella, la luz que, progresivamente y de forma constante, ha ido iluminando la esperanza en todos y cada uno de los frentes que se han presentado. Desde los inicios de una relación algo turbulenta y titubeante hasta la solidificación de un sentimiento común trabajado en la confianza, la amistad, la admiración, el respeto y el amor mutuo, Ella me ha enseñado la verdadera naturaleza de lo esencial, la belleza de esa emoción que es el amor. Una emoción que está al borde del vértigo, que te sumerge y que a la vez inventa un alma.
En una dimensión humana, ha pasado a significar todo para mí, porque acoge el tipo de cualidades que no se encuentran fácilmente, aquéllas que desmontan teorías y mitigan el miedo a amar. Ella es como un amplificador de virtudes que se hacen extensibles a los que la rodean. Una mujer fascinante a la que he descubierto de una forma especial, sin concesiones para la mentira ni las apariencias, en un lapso de tiempo donde la sinceridad y la pureza se han transformado en elementos clave para una perfecta relación de amistad y amor. En una idílica relación de conexiones y antagonismos análogos. Es decir, que mucho de lo que nos separa, nos une con más intensidad. 
730 días en los que Ella me ha demostrado hasta dónde se puede querer, dejando claro la grandeza de su espíritu, del inabordable núcleo que hay dentro de sí misma, de su carácter divertido y abierto, de su inteligencia y capacidad de esfuerzo, de su lealtad con lo que cree y con lo que quiere. Ella ha conseguido que entierre todos los nombres del pasado por el suyo, haciéndome vivir un hermoso y sempiterno sueño para vivir junto a ella en los pronombres; en el tú y en el yo. En la dualidad que supone el amor meditado y madurado, superando todos los obstáculos a los que nos hemos enfrentado juntos. Ella ha conseguido que el pesimismo emocional se haya transformado en un irrefrenable deseo de estar con una persona cada minuto, cada segundo. Me ha enseñado, en definitiva, a ver a través de sus ojos, a sentir su respiración aunque no esté a mi lado.
Por eso, cuando haya conseguido que mis sueños se hagan realidad, como en un final feliz o como en una tragedia creada por mí mismo, cuando lo consiga, cuando todo el mundo crea en mí y cuando sea la persona que todo el mundo espera que sea. Cuando eso suceda y se haga realidad, lo habré hecho por Ella y le devolveré así todo lo que me está dando.
Hoy quería escribir sobre ti, sobre Ella, sobre Myrian. Expresar a los ojos de todo el mundo lo mucho que te quiero. Y escribir, por primera vez en mi vida, que nunca había sido tan feliz como lo soy a tu lado.
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