viernes, 30 de septiembre de 2005

Review 'Obaba'

“Quiero decir que…”
Montxo Armendáriz adapta la premiada novela de Atxaga ‘Obabakoak’ con la sensibilidad y languidez necesaria, pero sin el espíritu necesario de sus designios.
La noticia del día del día en cuanto al panorama cinematográfico se refiere ha sido, al menos en el entorno nacional, la selección de ‘Obaba’, de Montxo Armendáriz, para representar a España en el proceso de selección para la candidatura a la mejor película de habla no inglesa a los próximos Oscar 2005. Después de verla ayer (me duele no poder decir que en el festival de Donosti), tiene uno la sensación de que han hecho lo correcto, al menos con las otras dos rivales; ‘Princesas’, de Fernando León de Aranoa y ‘Ninette’, de José Luis Garci.
Es ‘Obaba’ otra extraña composición habitual en el último cine de Armendáriz, una fábula rural y atávica, de recuerdos infantiles y juveniles, de intrahistoria con regusto a nostalgia, de mitología tan fascinante como deliciosamente caduca que, sin embargo, tropieza con un desequilibrio no esperado, ésta vez anclado en el juego de tiempos que ha elegido el cineasta navarro para adaptar una novela como ‘Obabakoak’, de Bernardo Atxaga. Y es que esa mirada pretendidamente diáfana del presente, incorporada en una actriz tan poco creíble como Bárbara Lennie (y su odiosa muletilla verbal que titula la crítica) dando vida la estudiante de cine Lurdes que vive los misterios de Obaba a través de su cámara acapara los peores momentos de un filme descompensado, con infranqueables trabas en el acercamiento a las historias a las que nos acerca Armendáriz creadas anteriormente por Atxaga. En cambio, y en contigüidad temática y perceptiva de películas como ‘Tasio’, ‘Secretos del corazón’ (filme que le sirvió al director para representar a España en los Oscar de 1997) o 'Silencio Roto', Armendáriz sabe extraer los matices y la fragilidad de la memoria perdida y la creación de un universo dotado de la magia recogida directamente del espectro humano inherente a la obra de Atxaga. La mirada personal de ambos autores es pareja en la belleza de sus creaciones, de corte pausado e intimista, más que coral unificadora de un sentimiento de aproximación vital entre sus personajes.
Atxaga es un poeta obsesionado por el placer de las palabras, su selección de vocabulario es asombrosa por la afectividad con las que las maneja. Desde la cuidada anotación de términos de la naturaleza, unido al contraste de este vocabulario casi rural con un vocabulario topificado por el uso en las grandes ciudades, Montxo Armendáriz ha aprovechado ese clima poético de especiales características, el de los valores sensoriales, para volver a recrear un filme que bucea en la tradición rural y humilde, arraigada a los cantos metafóricos de una colectividad donde cada componente tiene voz propia, silenciosa e introspectiva, dejando ver una negativa oscilación entre el conformismo y carente de la fascinación necesaria en la propuesta de un extraño viajante a un hábitat tan especial, donde los personajes desprenden tanta tropelía hermosa alrededor de sus personalidades, pero que no se fragua en su acercamiento a lo desconocido, exceptuando en la entrañable maestra interpretada por Pilar López de Ayala que contiene tanto las lágrimas por su soledad como su apasionada sexualidad. De hecho, la mejor adaptación de la obra de Atxaga.
Viaje entre lo real y lo onírico, donde relumbran su sigilo, su realista misterio en torno a la fabulación con respecto a los lagartos, sus sentimientos apolillados por el tiempo que anhela una emoción muchas veces estéril, pero embellecida por aquello de lo que se habla y, sobre todo, de cómo se refleja en pantalla, ‘Obaba’ es un espacio imaginario que simboliza la pequeña aldea ficticia con una universalización del ser humano, llena de sinecuras rítmicas, falta de fuerza emotiva en su conjunto, pero a la vez con ése entrañable y personal estilo que Armendáriz propugna con su vinculación a la mirada intimista y rural que consuma cuando indaga en la sima de unos personajes que, bajo su mirada sentimental y quejumbrosa, esconcen una historia que merece ser contada y que esta última película suya muestra tan sólo a medias.
Miguel Á. Refoyo © 2005

jueves, 29 de septiembre de 2005

Películas legendarias: 'ROSEMARY'S BABY'

La oscura leyenda del bebé de Rosemary
La obra maestra de Polanski se estrenó dejando una macabra y difícil leyenda negra que marcaría para siempre el Hollywood más conservador.
En los tiempos que corren, el cine de terror, como género moderno, se podría considerar como un mero pretexto para implantar desarrollados efectos especiales o tratar de dar sustos efectistas por medio de malversados sobresaltos sonoros o visuales camuflados en ostentosos maquillajes sangrantes antes que dirigirse hacia una evolución formal basada en las buenas historias. Los actuales productos prefabricados reinciden en argumentos y estética en busca de un público que fagocita este tipo de productos es incapaz de satisfacer sus ansias de miedo. El cine de terror ‘mainstream’ ha llegado a su fin, entre otras cosas, porque se ha eliminado el rigor de lo filmado y la verdad de lo contado.
Una retahíla de naturalismo y nula adjetivación visual que mantenía los necesarios puntos de vista emocionales y sus flexiones temporales fueron la clave del éxito de una película clásica, de una cinta de terror que cambió la forma de ver el género en el año 1968. ‘Rosemary’s Baby’ puede y debe considerarse como una de las películas más carismáticas e influyentes ya no sólo del género de terror, sino también del cine desde su perspectiva histórica, que hace añorar más que nunca los planteamientos de historias como esta ‘cult movie’ del pequeño director polaco Roman Polanski. El hecho de que la ambigüedad subversiva de la cinta de Polanski desde su inicio hasta su desenlace se pierda sólo con su título españolizado, ‘La semilla del diablo', constituye una muestra paradigmática de la ineptitud de muchos de los distribuidores españoles de la época a la hora de traducir los títulos originales y que en este caso trivializó de forma indiscriminada este gran trabajo de exquisita factura. Aún así, en nuestro país tuvo un reconocido éxito y supuso el trabajo con más renombre de la tambaleante carrera del director europeo con tendencias otrora desorientadamente pedófilas. Por ello este clásico merece (como tantos otros) una conmemoración por todo lo alto después de más tres décadas consolidada como una de las obras de terror más ejemplares que haya ofrecido el cine.
Los comienzos de una epopeya aterradora
Marcado en gran medida por una macabra leyenda que se gestó antes, durante y después de un áspero rodaje gracias al cual surgió una obra maestra del séptimo arte. Un exhaustivo trabajo lleno de piedras en el camino que acabó consumándose como la precursora de todo el llamado ‘cine satánico’ y el desatado fervor a una temática que incluso hoy parece estar de moda. Una obstinación que en nuestros días constituye un género propio. ‘Rosemary´s baby’ dejó para la historia una leyenda plagada de anécdotas, tensiones y subfábulas (reales o capciosas) valederas para alimentar una enferma necesidad de morbo diabólico en el mundo de Hollywood hasta la llegada, diez años después de la que es otro de los títulos fundamentales del cine de terror; ‘El exorcista’ (película a la que el Abismo ya dedicó uno de sus mejores especiales –dividido en cuatro partes – I, II, III y IV-), de William Friedkin.
‘Rosemary’s baby’ llegó en un momento, llamémoslo histórico, en el que toda clase de sectas, espiritismo, parapsicología y ocultismo estaban de moda. Una tenebrosa simpatía por el Diablo que se mezclaba, además, con todo tipo de drogas alucinógenas en un periodo en el que magia, vudú y satanismo veían la luz al amparo de la libertad de la época y como celebración prematura de una ‘Nueva Era’, que trajo consigo a los liberales ‘hippies’, las nuevas creencias y el culto por lo sobrenatural. Todo este jaleo peliculero comenzó cuando Bob Evans, en aquella época el jefazo de la Paramount, ofreció al joven Polanski, afincado por entonces en Estados Unidos, dos proyectos para dirigir. Uno narraba una historia de unos esquiadores de altas cumbres (con mucha nieve, por supuesto), el otro, una de terror inusual y arriesgada bajo el título ‘Rosemary’s baby’, cuyos derechos estaban en manos del mítico genio del ‘grand guignol’ cinematográfico William Castle, productor que ha pasado a la historia por ser uno de los reyes del cine de terror de serie B de todos los tiempos por la utilizazación de sus célebres ‘gimnicks’ (estrategias comerciales para asustar al espectador dentro de las salas). En realidad, la historia estaba basada en una novela de Ira Levin, conocido novelista neoyorquino de origen judío por la que Polanski se sintió atraído desde un primer momento, fundamentalmente porque trataba el tema luciferino desde una perspectiva cercana a la visión de Nietszche sobre la religión llevada a una percepción puramente mesiánica. En el fondo una ácida y espléndida crítica social y religiosa.
La historia arrancaba con un joven matrimonio feliz recién casado (Guy y Rosemary Woodhouse) instalándose en su nuevo apartamento, en el que acabarán haciendo amistad con dos vecinos vejestorios y petardos (Minnie y Roman Castevet). Pero bajo su amable aspecto, éstos resultan ser apóstoles del Maligno en busca de una muchacha fértil que sirva como vientre de alquiler para el mismísimo Anticristo. El proyecto cautivó tanto al Polanski, que pidió escribir él mismo el guión prometiendo respetar en todo momento el espíritu y la dureza de una novela, que antes de transformarse en celuloide era ya un éxito de ventas. El elegido fue Polanski, en gran medida por tratarse de un director europeo con cierto prestigio en círculos reducidos gracias a películas como ‘El cuchillo en el agua’ o la posterior gamberrada cómico-terrorífica ‘El baile de los vampiros’.
El hecho de que Polanski fuera europeo, agnóstico y un tanto liberal suponía que pudiese manejar la historia de Rosemary sin tantos prejuicios como un cineasta norteamericano, o al menos así lo vio Bob Evans, que manifestó “sólo hay que ver qué gran trabajo ha hecho Roman con ‘Repulsión’ para comprobar que es el director idóneo para dirigir esta revolucionaria cinta de terror”. No hay que olvidar la adhesión que ha tenido (y tiene) el pequeño cineasta polaco por historias casi siempre encaminadas hacia temas tan abruptos como el asesinato (‘El cuchillo bajo el agua’), la obsesión (‘Repulsión’), el sexo (‘Lunas de hiel’, con ese bombón de mujer que tiene, Emmanuelle Segnier), la venganza o la muerte (‘La muerte y la doncella’) y en, último término, sus fantasmas más personales (‘El Pianista’).
Con un presupuesto inicial cercano a los dos millones de dólares, la película se rodó casi por completo en los estudios de la Paramount en Hollywood, donde el diseñador de producción Richard Sylbert (con ayuda del decorador Joel Schiller) reprodujo el apartamento de la joven pareja, los siniestros corredores interiores o el macabro recinto donde se realiza la bacanal del aquelarre. Además de algunos planos exteriores como los del edificio Dakota, la arriesgada secuencia de Rosemary por la Quinta Avenida o el supuesto suicidio de Terry, la hija adoptiva de los Castevet. Con un equipo técnico al gusto de Polanski, sólo faltaba la elección de los actores. Una labor mucho más dificultosa de lo que en un principio se creyó. Cuando todos esperaban que fuera la preciosa esposa de Polanski Sharon Tate la que protagonizara ‘La semilla del diablo’, el director europeo contrató a Mia Farrow para el papel de Rosemary. Por aquel entonces, Mia era ya una prometedora actriz gracias al conocido culebrón televisivo pre-Dinastía ‘Peyton Place’.
Desde un primer momento la actriz contó con el total apoyo de Polanski, encantado con la frágil mujer de rostro aniñado. Menos fácil lo tuvo con el actor encargado de dar vida a Guy Woodhouse. Aunque se pensó en el ‘dandy’ Warren Beatty, Jack Nicholson o Robert Redford (la elección principal del director y que estuvo a punto de protagonizarla, pero al final ambos no se pusieron de acuerdo), el afortunado que se llevó el gato al agua fue el actor John Cassavetes, conocido en pequeños circuitos por ser director de culto de películas independientes que hoy en día suponen un paradigma de la independencia fílmica. Tras largos y tortuosos meses de rodaje y rebasando el presupuesto previsto hasta llegar hasta los casi tres millones de dólares, ‘Rosemary’s baby’ se estrenaría el 12 de junio de 1968, obteniendo un inesperado éxito de público y crítica que pilló por sorpresa hasta sus mismos productores. Una película de culto que lanzó a la fama a Polanski y a los componentes del equipo artístico (la espléndida secundaria Ruth Gordon –como la cotilla Minnie Castevet- ganó el Oscar de la Academia).
La leyenda negra
Hasta aquí es la frecuente historia de cualquier producción hollywoodiense, la que muchos de los analistas de cine habitúan a narrar. Como la de cualquier producción ‘made in Hollywood’. Pero la cinta de Polanski no fue una producción nada habitual. La película estaba destinada a ser una tortura para todos, incluso años después de rodarse. Durante el rodaje las relaciones entre Cassavetes y Polanski fueron un calvario para los todo el equipo, con continuas peleas y enfrentamientos verbales debido fundamentalmente a la distinta visión que tenían ambos sobre la historia de Ira Levin. Cualquier declaración era buena para atacarse e insultarse. Polanski, detractor del cine de Cassavetes manifestó “lo mejor que sabe hacer es interpretarse a sí mismo y lo bueno de eso es que hace a su personaje demasiado antipático, como es él en la vida real”. Por su parte, Cassavetes definía a Polanski como “un cineasta genial pero una persona detestable”. El adalid del cine independiente también definía la historia como “la película sin violencia más violenta de la historia del cine. Algo aberrante”.
Con Mia Farrow hubo una historia más armónica. En este caso, el problema estribó en el divorcio a medio rodaje de la hija de Maureen O’Sullivan y John Farrow y el medio ‘mafioso-cantante’ conocido como “La voz” Frank Sinatra. Éste amenazó en varias ocasiones a la pobre Farrow, ya que llegaba tarde a casa todos los días por culpa de las largas jornadas de rodaje. Según cuentan, Sinatra se presentaba en el ‘set’ para llevarse a casa a su cónyuge, donde le proporcionaría varias de sus habituales palizas maritales. Todo se calmó cuando una feliz Mia Farrow firmó los papeles de su ruptura matrimonial días después.
En cuanto a Polanski, la maldición llegó ulteriormente. Al estreno de ‘Rosemary’s baby’ asistió Anton Szandor LaVey, amigo personal del cineasta polaco y conocido en los círculos más esotéricos hollywoodienses como "El Papa Negro" y célebre dirigente de la secta denominada ‘Hijos de Satán’. Una congregación que popularizó las historias más macabras y soterradas de muertes de superestrellas del Hollywood de los 60 y 70. LaVey supervisó todas las escenas de satanismo e hizo de consejero a Polanski. Incluso se le puede ver brevemente haciendo un ‘cameo’ en la pesadilla en la que el Diablo copula con Rosemary para engendrar a su hijo, rodeados de una multitud maléfica.
Mucho se ha hablado de la relación de Polanski con sectas y grupos de este ámbito. Pues bien, tan sólo un año después del estreno la hermosa actriz y esposa de Polanski Sharon Tate fue asesinada junto a unos amigos en su casa de Cielo Drive en California de la forma más cruel, despiadada y violenta que recuerda la historia negra de Hollywood (tema central del que fue el ‘post del verano’ en el Abismo). La orgía de sangre fue obra de Charlie “Tex” Watson, acompañado de Patricia Krenwinkel, Leslie Van Houten y Susan Atkins bajo las órdenes del líder Charles Manson (conocidos desde entonces como ‘The family’), unos desequilibrados satánicos que marcaron la trágica leyenda de Polanski. Para colmo de mal, el director sería acusado poco después de abuso sexual de una menor. Acto que le ha mantenido apartado de los Estados Unidos hasta la fecha (ni siquiera pudo recoger su Oscar como mejor director por ‘El Pianista’).
La maldición no quedó ahí. El excelente y prometedor compositor de la aterradora música de la obra de culto (¿quién no recuerda la nana de cuna que abre y cierra el filme?), Kryzstof Komeda, moriría depués de tener un extraño accidente cuando esquiaba, tan sólo cinco meses después de estrenarse la película. Además, el Edificio Bramford donde transcurre la acción no es otro que el célebre Dakota, popular inmueble por ser escenario de insólitos y tétricos sucesos tras sus paredes (más de una decena de personas se suicidaron en sus habitáculos). Artistas de vida tumultuosa como Judy Garland, Boris Karloff, Leonard Bernstein o Lauren Bacall también sufrieron la inestabilidad cuando vivían en este edificio del que se dice que es uno de los vórtices de fuerzas maléficas reconocidos en todo el mundo. Si todo esto no fuera poco, el Dakota pasaría a la posteridad por ser la residencia de John Lennon, a cuyas puertas fue asesinado por Mark Chapman, un desequilibrado ‘fan’ queriendo un poco de protagonismo.
A pesar de todo esto ‘Rosemary’ baby’ continúa siendo una estremecedora película de terror psicológico que se ha hecho un hueco muy importante en el cine de terror y en los anales de la historia del séptimo arte. Una gesta imborrable sobre nuestros miedos, sobre la sociedad, la religión y sobre el horror más interno y psíquico que uno pueda imaginar. La fascinación de esta inolvidable película reside, por tanto, en ese poder de hipnotismo oculto en la sugerencia constante. Un filme con una oscura leyenda delante y detrás de las cámaras que quedará en la retina colectiva por su excelente calidad. ‘Rosemary’s baby’ es un filme cuyo elegante e intachable ambigüedad sigue siendo el mayor de sus aciertos, ya que la película jamás acaba de definir si efectivamente la protagonista se encuentra en lo cierto, o si estamos ante un caso de paranoia y obsesión provocada por la soledad de quien se siente desatendido, pues todo lo que vemos lo hacemos desde el punto de vista de la maravillosa y dulce Rosemary Housewood.

miércoles, 28 de septiembre de 2005

El adiós del Superagente 86: "Jefe ¿Podría creer que...?"

Cuando Mel Brooks proyectó el episodio piloto de ‘Get Smart (Superagente 86)' a los mandamases de la NBC, éstos no dudaron ni un instante en declinarla. Los exánimes argumentos que notificaron fueron que la serie era un reducto de ‘antiamericanismo’ degradante. Sin embargo, Brooks, en colaboración con Buck Henry, lograron que la serie viera la luz, convenciendo de sus posibilidades cómicas. No se equivocaron.
Maxwell Smart (Don Adams) estaba en las antípodas de los superagentes secretos como James Bond o Napoleón Solo. Su faceta entrañable, de tipo corriente, torpe, despistado y algo roñoso. No estaba lejos de esa torpeza la institución para la que trabajaba, Control (la única organización secreta de la que nadie había oído hablar), en constante lucha contra el terrorismo provocado por Kaos, frustrada por la anulación de sus objetivos por parte de un Smart que, obviamente, salía triunfante de sus misiones con desmedida fortuna.
Por supuesto, crecí en la generación de la reposición, pero con el melancólico recuerdo de aquella espantosa versión sudamericana, que hacían que los diálogos sonaron aún más absurdos en la parodia televisiva más célebre del género de espías. La alta tecnología, ostentosa y modernizada de Bond se reducía a la máxima expresión de la caricatura con el inolvidable ‘zapatófono’, que sonaba en los momentos menos oportunos. Tampoco es fácil olvidar al más estúpido de los compañeros de Smart, como el singular Larabee, capaz de salvar a los miembros de la organización cuando salía inmune de un gas que afectaba al cerebro. O el robot Hymie, o el siempre escondido en los lugares más insospechados Agente 13 y, sobre todo, 99, el amor eterno del peculiar agente que llegó a ser su esposa. Una serie arriesgada y eficaz que encontró su efímero éxito en la recreación de las aventuras de un perfecto idiota a medio camino entre Closseau y el Inspector Gadget (que tuvo en Adams a su voz televisiva).
Este post es el mejor recordatorio que puedo ofrendar a un actor como Don Adams. Un actor que nos dejó el pasado domingo a la edad de 82 años. Un hombre destacable por su honestidad a la hora de recordar del único papel importante de su vida. Adams afirmó en varias ocasiones sentirse orgulloso de este pretérito encasillamiento, argumentando que se sentía feliz por haber sido cómico, por hacer reír al público. Todo un gesto que le honra en esta pérdida catódica que entristece por la nostalgia que despierta el recuerdo de una sintonía y del familiar rostro de Maxwell Mart caminando a través de un pasillo por el que se iban cerrando una puerta mecánica tras otra.

lunes, 26 de septiembre de 2005

Queda inaugurada la revolucionaria VERSIÓN 3.0

Mi indispensable ninfa personal, la mujer que ilumina mi camino existencial y creativo, Myrian, la musa que hace posible mis sueños, ha creado lo impensable: un imponderable ecosistema binario para el desarrollo de ‘Un mundo desde el Abismo’.
Tanto ella como un servidor (trabajando unidos bajo la denominación Overlook Studio) estamos anonadados ante el evento. Orgullosos como pocas veces lo habíamos estado, todavía no nos podemos creer cómo han quedado las cosas, conscientes de que en el mundo bloguero hemos logrado algo que pocos elegidos han llegado a alcanzar: lograr una weblog muy distinta a las demás. Tras más de dos meses de durísimo trabajo y aprendizaje en un campo que nos era ajeno, hemos alcanzado una meta que, en el momento de plantearla, parecía una quimera quijotesca.
La estructura abismal poco ha cambiado de disposición de lectura. El bloque básico (el que concierne a los posts) tan sólo ha variado de color, perdiendo ese bruno fondo que tanto me criticaron algunos en su origen, para pasar a suavizarlo con un gris más adecuado a la comodidad de lectura del texto. El estilo se ha transformado. Era la intención fundamental. Había que cambiar. La pretensión primordial era la sofisticación novedosa y alacanzar un contexto multimedia. Pero siempre desde la reciprocidad entre la sutileza, novedad y armonía. Una composición que diera como consecuencia la accesibilidad de una página que aspira a seguir creciendo en todos sus ámbitos.
Queríamos un hábitat personal y heterogéneo, que no desnaturalizara mucho la anterior versión del Abismo. Sin embargo, ya no era cuestión de introducir algún que otro cambio cromático, ni de modificar los marcos de texto, ni siquiera de la variación en la disposición estructural. Todo eso se había conseguido en la Versión 2.0. Era la hora de transgredir los límites, de adoptar un ímpetu audaz y reformista con lo preestablecido.
La versión 3.0 tenía que ser avanzada, original, moderna… Desconozco si el tan temido Macromedia Flash forma parte distributiva de alguno de los weblogs que se conocen en el mundo hispano. Hasta el momento, no lo he visto. Tampoco si hay alguien que utilice el eficaz mecanismo del XML para la actualización de los enlaces. El designio de este nuevo modelo era una mayor docilidad en su organización. Había que procurar que todas estas novedades no fueran ornamentales, ni mucho menos un tipo de ostentación exhibicionista. La finalidad simplemente residía en permitir un mejor acceso a todo lo que se estaba acumulando en esta weblog.
Por eso, la gran novedad se asienta en la columna lateral izquierda, donde destaca la primera ventana, la correspondiente a la principal de enlaces, distribuidos en carpetas dinámicas para el más rápido acceso de los contenidos. También ha cambiado la portada, creada en una vivaz animación que ha recogido el entrañable y mítico Refotoon creado por Paco Cavero, un fondo que se va estableciendo paulatinamente, cortesía de Dave McKean y la tipografía, esta vez otro homenaje a ‘Cristal Oscuro’, una de mis películas más recordadas de mi infancia debida al magnánimo Jim Henson.
Ahora todo es más sencillo.
No nos consideramos pioneros de ningún estilo, ni hemos creado virguerías en la rama de diseño para envanecernos de nada, sino que todos los cambios responden a las ganas de mejorarlo todo. El logro, a un nivel personal, es absoluto. Podréis encontrar nuevos enlaces, nuevas secciones (entre las que se encuentran dos de próximo advenimiento –como mi página personal RefoWorld y el fotolog ‘Enfoque negativo’-), además del habitual 'Fondo del Abismo', que pronto acopiará la misma línea modificada que esta versión 3.0. En cuanto a contenido, lo demás sigue su curso; las críticas (en un menú también dinámico), los dossieres, los enlaces (todos laboriosamente actualizados), los posts pretéritos y los destacados… Todo sigue igual, pero desde una perspectiva distinta.
Espero que os guste esta novedosa actualización. Porque, a pesar de los cambios, hay algo que sigue siendo cardinal en toda esta renovación. Y es, como en cada post, como en cada historia, como en cada cambio, poder satisfacer la comodidad de todo visitante del Abismo. Todo esto es por vosotros, amigos. Así que os invito a que os familiaricéis con este nuevo entorno y disfrutéis del contenido de una manera diferente. Un contenido que, ya iba siendo hora, volverá al frenesí de redacción de antaño.

Coming Soon...

Algo trascendental tendrá lugar en este weblog hoy mismo, en esta pantalla.
Sí, amigos abismales. Por fin se inaugurará la más que esperada y anunciada VERSIÓN 3.0 de 'Un Mundo desde el Abismo'.
No perdáis de vista este espacio a lo largo del día. Estad muy atentos, porque hoy, lunes 26 de septiembre de 2005, un nuevo concepto de weblog estará en vuestros monitores. Todo está listo. Así que preparaos para la inauguración, ya que promete algo revolucionario.
Quedan sólo unas horas para que lo descubráis.

'Órale! 'El límite', también en México

Hola, amigos.
Hacía mucho tiempo, tal vez debido a que la haraganería ha venido haciendo mella en mi empeño de distribución como responsable de mi propio cortometraje, que 'El límite' no estaba en ningún festival importante. Durante este año también es cierto que ha funcionado bastante bien en el circuito cortometrajístico. Y más teniendo en cuenta que he descuidado tanto y en intervalos de tiempo imperdonables la difusión de nuestro trabajo por el difícil orbe festivalero.
Reincidiendo en la eterna promesa incumplida, en un breve periodo de tiempo, todo el mundo podrá disfrutar en mi futura página web (en actual y ardua elaboración) de este oscuro e incómodo trabajo que no ha dejado a nadie indiferente y que se centra en un lóbrego tratamiento del asesino en serie como algo en lo que parece haberse convertido con el paso de los años y de múltiples actos truculentos y repugnantes: en un titán, en una temible leyenda. Pues bien, 'El límite' vuelve a traspasar fronteras.
Después de que viera la luz en pleno corazón de Hollywood en el Nosotros Latino Film Festival de Los Ángeles, nuestro pequeño gran trabajo ha sido seleccionado para la sección oficial de cortometrajes del festival internacional Baja California Film Fest que tendrá lugar del 26 al 30 de octubre en México. Me comentaban esta misma tarde desde la organización que tenían un convenio con las embajadas de aquellos países pertenecientes a los participantes que hubiesen sido seleccionados fuera de América para que pudieran estar presentes en la presentación de sus trabajos. La desatención de esta formalidad me ha hecho abandonar mi deseo de hacer uno de mis viajes soñados. Pero, por contra, sí podré disfrutar de esta importante selección. 'El límite' estará en Baja California, dejando el listón español bien alto. O al menos, intentando no hacer ridículo. Algo que, a estas alturas, es un todo un consuelo.
Lo cierto es que, lejos de lamentarme por no poder haber asistido a tierras aztecas, esto supone otro incentivo para recobrar la reciedumbre por obtener algún premio que, desde el principio, me ha importado bien poco. Con este tipo de selecciones foráneas ¿Quién quiere un galardón? Pues sí, coño, yo. Basta de hipocresía.
En cualquier caso, 'El límite' sigue su ascendente camino festivalero. Eso es lo importante.

sábado, 24 de septiembre de 2005

He vuelto

Hola, amigos.
Por fin parece que los problemas se han solventado. Ha concluido mi obligado retiro informático. Ahora mismo, estoy sentado plácidamente en mi silla de oficina, frente al ordenador, mirando esta combinación de ceros y unos tan agradables a la vista que me permiten la posibilidad de reencontrarme con la conjunción entre ideas, ojos, dedos y teclado, fusionándose todas ellas en comunión, en busca de un fin que se cristaliza en estos absurdos textos que acostumbro a escribir.
Tras una inesperada ruptura de la resaca madrugadora de los sábados (obligada por el entusiasmo nocturno de una ciudad reunida de nuevo con los enfervorecidos estudiantes con ganas de fiesta), esta mañana he recibido un SMS que ha sonado con inusitada música celestial en mis oídos. Cuando lo he abierto, he descubierto con alegría que se trataba de PcCoste, el establecimiento en el que atentamente solucionan todos mis problemas con una eficacia sin parangón: “Te informamos que ya está disponible tu reserva R-329517 en nuestro centro” rezaba el mensaje telefónico.
Y, satisfactoriamente, parece que podré volver a mi rutina caligráfica en este ordenador, a mi ímpetu abismal por abrir una puerta a mis necedades e inquietudes. Lo iba echando en falta. Pero toda espera tiene su recompensa.
Por lo tanto, ya estoy aquí de nuevo.

jueves, 22 de septiembre de 2005

Review desde la entropía informática: 'George A. Romero's Land of the Dead'.

Reconstrucción del mito zombie
George A. Romero restaura el subgénero del cine de zombies con una película metafórica sobre el sistema político actual y la diferenciación de clases.
George A. Romero y John A. Russo tomaron como referencia la obra de Richard Matheson ‘Soy leyenda’ y la desconocidísima obra de culto de Sidney Salkow y Ubaldo Ragona ‘The last man on Earth’ para elaborar el clásico ‘La noche de los muertos vivientes’, no sabían que además de desarrollar las fijaciones de las generaciones posteriores del cine de terror, fundarían un subgénero propio denominado, por lógica, ‘cine de zombies’. Si Romero reinventó con numerosos y contundentes matices a los zombies modernos presentándolos como bestias anónimas con sed de carne humana en sus secuelas ‘Zombie’ y ‘El día de los muertos’, persistiendo en ese instinto natural que servía para hostigar a unos protagonistas que ante la amenaza de la masa maléfica se transformaban en seres más egoístas y violentos para mostrar, en último término, la total deshumanización, en ‘La tierra de los muertos vivientes’, el regreso de Romero a la gran pantalla después de muchos años en la misantropía fílmica, se continúa con la acertada soflama sociopolítica que poco o nada ha cambiado desde finales de los 60 hasta el día de hoy, concluyendo que la condición humana acaba por evidenciar lo que para muchos sociólogos y filósofos es un hecho fehaciente: que una sociedad en continua descomposición representa, en varios sentidos, al hombre actual.
En su acertada actualización, el maestro Romero ha dejado a un lado aquella miscelánea que deambulaba entre el expresionismo, el semidocumental y el cine discursivo de corrientes teleologistas, sin olvidar un trasfondo social, para proyectar determinadas situaciones de países actuales oprimidos por sus propias restricciones y por la práctica manipuladora de sus gobernantes y la progresiva querencia por instaurar el miedo social. ‘La tierra de los muertos vivientes’ le sirve a su veterano cineasta para plantear su sempiterna epístola terrorífica sobre zombies y humanos, acomodada esta vez en una aureola de serie B de gran calidad, menestral pero con ambiciones, como si de una obra de John Carpenter (cineasta con el que encuentra varios puntos en común) se tratase, aportando con su genialidad la lucidez de una historia que no necesita de nuevas tecnologías para impactar en su manifestación de irónico ‘gore’ en su eficaz empeño de acreditar que un subgénero tan denostado como el ‘splatter’ sea el idóneo para exponer la diferencia de clases y el envilecimiento de los líderes que gobiernan el mundo.
Romero ataca sin tapujos al neoliberalismo y a los pretextos de la administración Bush Jr. tras el 11-S, urdiendo una descarnada crítica al capitalismo que impera en un mundo occidental que ha vuelto, silenciosamente, a un soterrado feudalismo que en el filme está aludido en una enorme fortaleza llamada Fiddler's Green, donde sólo vive la clase alta que menosprecia a los pobres y teme a los muertos vivientes que incorporan a ese Tercer Mundo que hoy en día no importa a nadie. Un lujoso reducto donde un amo somete todo y a todos, controlando con despotismo y sordidez una precaria sociedad que acabará asolada por sus propios miedos. Aquéllos que, paradójicamente, les devolverá la libertad y la oportunidad de volver a crear una sociedad en igualdad con los zombies.
Y en medio de ellos, unos mercenarios que procuran sobrevivir entre dos mundos marcados por la disparidad de bienes trabajando para que a los ricos no les falte suministros, mientras los más desfavorecidos mueren de hambre. Asesinos materialistas que, como sucedió con los estadounidenses, se vuelven contra aquellos que les adiestraron en sus censurables tareas. Las alegorías, en este sentido, no tienen desperdicio; soldados desmembrados que son silenciados con el mutismo mediático, una ciclópea torre que en su final es asolada por el horror, ciudadanos huyendo presas del pánico, aristocráticos capitalistas devorados por los zombies con ferocidad. En definitiva, cadáveres que son ocultados a los ojos de una colectividad que se pretende perfecta y sin problemas. Nada queda sin crítica en el ojo sarcástico y nihilista de Romero. Así, el indudable poder metafórico de ‘La tierra de los muertos vivientes’ no deja títere con cabeza.
Pero lo más interesante, dentro de toda esta autenticidad del mundo actual, es que los zombies (a los que se llama ‘podridos’), en estado de putrefacción, desorientados y carentes de estímulos, lejos de perpetrar una indolente conducta autómata, además de seguir devorando ávidamente carne humana, recobran aquí su decencia, coordinándose como pueden, aprendiendo a utilizar armas y buscando, finalmente, lo que todo ser humano: un lugar donde poder convivir en extraña y fétida sociedad liderada por un negro capaz de ir progresando en su limitado raciocinio.
No muy lejos de los propósitos del ‘remake’ ‘Amanecer de los muertos’, de Zack Snyder, la mejor representación de la idea ‘romeriana’ del género hasta el momento (para eso era un superlativo sucedáneo de la mejor dramaturgia del maestro), ‘La tierra de los muertos vivientes’ encuentra sus mejores virtudes en esa diversificación ampliada en un mundo visto como acrópolis habituada a vivir bajo la amenaza zombie. Tanto es así, que a lo largo de la cinta asistimos a todo un recital de ridiculización de los no muertos (con los que se tira al blanco, sirven de modelos fotográficos, luchan con apuestas de por medio e incluso aparecen varios cadáveres vivientes disfrazados de payasos), dejando claro que el humor negro pasa a ser parte de este profundo análisis por parte de Romero en la psique colectiva yanqui y, de paso, reconstruir su mito del zombie.
Miguel Á. Refoyo © 2005

domingo, 18 de septiembre de 2005

Otra vez, problemas binarios

Otra vez.
Lamentablemente el ordenador que cada día ampara mis reflexiones y textos me ha desahuciado, dejándome desvalido, sin esa ventana que fusiona ceros y unos abierta a la posibilidad de aumentar conocimientos y perimitir que este weblog siga creciendo en número de posts (por cierto, que alcanza ya la nada despreciable cifra de 668). Así, sin avisar. Sin anticipar el infortunio informático. Desde hace varios días (tantos como los que no he podido actualizar el Abismo) mi sistema está albergado en un establecimiento especializado, en manos de un servicio técnico que espera encontrar una solución a estos malditos e imprevisibles problemas.
Incidencia es la palabra clave. He tenido problemas con la instalación de mi nueva regrabadora de DVD's y desde entonces (junto a mi benefactora binaria, más capacitada que yo para estos eventos) hemos intentado resolver el problema. El módulo de ampliación de memoria parecía, a priori, el causante del siniestro. Pero nada más lejos de la realidad. Tras muchas pruebas y varios intentos, cambios de cables IDE, varias opciones de emplazamiento de jumpers, comprobaciones con mil y una combinaciones, el problema nos derrotó y hemos tenido que llevarlo a que lo reparen.
Necesito escribir sobre la muerte de Robert Wise, tengo una crítica pendiente de 'Land of the Dead', de George A. Romero, sobre la finalización de mi visionado de la cuarta temporada de '24', sobre mi casi segura asistencia al festival de Sitges y, sobre todo, solucionar algún que otra contrariedad que permita inaugurar, como es debido, la revolucionaria y actualizada Versión 3.0 del Abismo.
No sé aún cuándo se solventarán estos inevitables conflictos con el ordenador, pero hasta entonces, seguiré ampliando mi desdicha en esta demora que se me antoja demasiado tediosa.