martes, 10 de enero de 2006

'Hostel', de Eli Roth, fenómeno taquillero

Sigo impactado por el logro taquillero que ha cosechado ‘Hostel’, la segunda película de Eli Roth tras la más que interesante ‘Cabin Fever’, apadrinado esta vez por Quentin Tarantino. La película de marras (que se pudo ver en el pasado festival de Sitges) resulta que ha recaudado 20,1 millones de dólares, desplazando a la epopeya fantástica ‘Las Crónicas de Narnia’ y al gigantesco simio de Peter Jackson ‘King Kong’.
‘Hostel’ ha cuadruplicado en tres días el dinero que ha costado una producción que, por si fuera poco, cuenta con el inconveniente de haber obtenido (por su excesiva sanguinolencia) el temido ‘R-rated’, que constituye una sensible traba a la hora de recaudar tal cantidad de dinero como lo ha hecho este salvaje ‘slasher’ de Roth. ‘Hostel’ es la historia unos universitarios estadounidenses que viajan con la mochila en el hombro y ganas de divertirse por Europa. Tentados por el sexo fácil que, por un malévolo consejo, podrán encontrar en Eslovaquia, los jóvenes tropiezan con todo lo incontable en este país del Este; desde sexo fácil hasta una cruel y atroz pesadilla.
La exaltación del fenómeno ‘fan-freak’ es parte fundamental del éxito de una película que ha sucumbido a la curiosidad de los espectadores, atraídos en todo momento por las prometidas dosis de sangre, amputaciones y vísceras que se ofrenda a los más ‘gore-hounds’. Pero lo cierto, y ahí es donde entra una subjetividad muy poco compartida por casi todo el mundo, es que ‘Hostel’ es, rotundamente, una auténtica inmundicia cinematográfica que puede resultar divertida, sustentada en dos partes delimitadas en los instintos primarios del género: ración de tetas, borracheras míticas y algo de sexo, en su primera parte y una abusiva violencia extrema y explícita, mostrada con humor negro y con la suciedad mugrienta que la cinta necesita, en su segundo tramo.
Puede parecer divertido, pero exceptuando un par de ‘gags’, la frenética historia de tres adolescentes en su periplo de aspiraciones sexuales es una extraña composición que no acaba de cuajar, pretendidamente gamberra, con aspiraciones de incorrección política y un halo de inmoralidad que, sin embargo, esconde un exangüe guión aburrido y reiterativo con un consejo subversivo para los yanquis: viajar por Europa para follar y beber, en la actualidad, se ha convertido en un peligro.
Esperemos que ese gamberrismo que Tarantino ha vendido como anticipo de su ‘Death Proof’, uno de los dos segmentos de 'Grind House' (filme de género que codirigirá con Robert Rodríguez), no siga los mismos pasos que esta más que irregular película que, incomprensiblemente, tanto gustó en Sitges debido, en gran parte, al fanatismo que despertó el director de ‘Pulp Fiction’.
Por supuesto, todo es cuestión de gustos.
Y por si fuera poco, nos hemos enterado de que habrá secuela. Cómo no.

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