jueves, 23 de enero de 2014

Un surreal universo de imaginativas caras

El mes pasado me detuve en ese fenómeno visual llamado pareidolia, una tipología de ilusión óptica y psicológica por la cual distinguimos formas concretas o rostros en objetos donde en realidad no existen. Victor Nunes fuerza este concepto y lo lleva a un nivel más de expresión en su Facebook ‘Victor Nunes faces’, donde juega con diversos objetos a los que añade dibujos en los que adapta esas caras inexistentes o creándolas a través de objetos; desde palomitas, tijeras, palitos de snacks, espuma de cerveza, bollos perforados, queso fundido, chocolate, harina, plátanos, café… Un mundo imaginativo de caras que se despliegan con una morfología casi surreal.
Podéis contemplar su extravangante obra en su página FB. Y los que no tengáis cuenta en la red social de Zuckerberg, hacen un singular compendio en Blazenfluff.

martes, 21 de enero de 2014

Robert Chew y sus drones para la defensa animal

¿Recordáis la simpática caída del Rey por la que le tuvieron que operar al precipitarse al suelo mientras cazaba elefantes en Botswana? Todos tenemos en la retina aquella instantánea junto a un fulano rubio en pantalón corto orgulloso de haber sacrificado a un enorme paquidermo que yacía sin vida detrás de ellos. Bonita estampa para un monarca acostumbrado a que le rían las gracias por aquello de que es “muy campechano”. Sin embargo, el tema de fondo va más allá y es mucho más grace. Lo de cazar elefantes es un tema que empieza a amenazar la especie. Los cazadores asesinaron en los dos últimos años unos 40.000 elefantes. Según la supervisión de la caza ilegal en la sabana africana, se calcula que sólo a manos de furtivos cayeron unos 30.000 ejemplares. Pese a que el precio del marfil está bajando, la muerte de elefantes aumenta sin retracción. Otro dato; a medida que la demanda por los cuernos de rinoceronte aumenta en China y Vietnam, por ejemplo, los animales sacrificados únicamente por su “cuerno de oro” alcanzó la escalofriante cifra de 1.004 rinocerontes en 2013. También los leones de las llanuras del Africa han perdido hasta el 75 % de su hábitat natural en las últimas décadas.
La evolución humana parece pretender, de forma consciente o involuntaria, la paulatina aniquilación de todo aquello que le rodea si eso beneficia a unos cuantos. Desde el flanco contrario, aparecen propuestas que utilizan la sofisticación tecnológica que conlleva ese progreso de los nuevos modelos de inteligencias artificiales y robóticas varias para contrarrestar este efecto monstruoso y sádico tan característico del ser humano. Los esfuerzos de la IAPF, organización que aúna sus esfuerzos en campañas de preservación de estas especies, incluye un programa para utilizar aviones no tripulados (los tan de moda llamados ‘drones’) con el fin de lograr desmantelar y combatir a las redes de cazadores furtivos que tanto daño están haciendo a las animales autóctonos que ven peligrar la prosecución de su especie.
Inspirado en la lucha contra esta lacra que azota a la naturaleza africana, el artista Robert Chew ha ideado, basándose cinco de las razas de animales más amenazados de esta estepa, una serie de estos ‘drones’ camuflados generando una serie de ciborgs denominada ‘Big Five’, que tendrían espacio en una hipotética lucha en un universo de fantasía futurista. El rinoceronte, el búfalo del Cabo, elefante, el león y el leopardo son los modelos visionarios que incorporarían avanzadas técnicas de reconocimiento y exploración, complejas y pesadas armaduras, sistemas ópticos, transmisores de última generación, plataformas de patrulla nocturna, pequeños pájaros espías Oxpeckers, sistemas ofensivos y de defensa de las manadas. Por un momento, imaginar estos bocetos llevados a cabo para eliminar a los furtivos provoca, no sólo la inmediata creación de un guión con este argumento, sino el reconocimiento del talento y conjetura tan capaz de adaptar el arte al dinamismo de los avances de la técnica. Parece ciencia ficción o la ensoñación de un artista dotado con un talento fuera de lo común, pero lo cierto es que crazyasian1 (como se hace llamar Chew en Deviantart), ha donado de forma altruista el importe íntegro de la venta de estas fantásticas ilustraciones a la organización para que siga protegiendo a estos animales de la amenaza humana.
He aquí esta portentosa galería de diseño de drones.

viernes, 17 de enero de 2014

Review 'A propósito de Llewyn Davis (Inside Llewyn Davis)’, de Joel y Ethan Coen

La Odisea a ninguna parte
Los Coen regresan a su particular cine de perdedores para reflejar la escena neoyorquina de principios de los años 60 del West Village donde floreció la música folk para fundamentar otra fábula de semiótica ilimitada sobre el fracaso.
Con ‘A propósito de Llewyn Davis’, Joel y Ethan Coen regresan, tras reformular el western con ‘Valor de ley’ en un voluntarioso ejercicio de espíritu deudor de los grandes clásicos, a ese universo personal que hace un uso interpretativo de la realidad llevada a su ámbito más sardónico, dotado de cierto grado de abstracción a la hora de derivar sus historias hacia un contexto más hermético que tanto define la particular iconografía de los Coen. Responde así a ese sello distintivo, a ese matiz privativo denominado con el adjetivo ‘coeniano’. Siguiendo los pasos de anteriores obras suyas, como ‘Barton Fink’, ‘Oh brother!’, ‘El hombre que nunca estuvo allí’, ‘Quemar antes de leer’ o ‘Un tipo serio’, como ejemplos identificativos de la orientación de su nuevo filme, los cineastas regresan a ese submundo donde la perversidad de un destino y las consecuencias que trae consigo azotan a unos personajes dotados de cierta antipatía que se ven envueltos en un debacle de la voluntad ante los estrambóticos y adversos acontecimientos. Es, por tanto, un cine de ‘losers’, de individuos a merced de la disposición de otras personas, pugnando contra su mala suerte en un universo hostil que les corroe bajo la sombra de su propia estupidez o provocada por las malas decisiones.
La película comienza con el clásico ‘Hang Me, Oh Hang Me’, cantado por un joven cantante de folk cuyo nombre da título al filme y que está inspirado en su autor original, Dave Van Ronk. Con ello, los Coen sitúan su historia en la escena neoyorquina de principios de los años 60 que supusiera el territorio germinal de la música folk, en el West Village, con clubes como el Gerde’s Folk City o ese Gaslight Cafe donde Llewyn Davis (estupendísimo Oscar Isaac) toca en cuanto tiene oportunidad. Un personaje que se integra a la perfección en el catálogo de personajes sin destino que abunda en la filmografía de los cineastas, luchando contra su propio talento y cohibido por su condición de perdedor. Llewyn no tiene casa, su manager pasa de promocionarle ni de enviar su disco en solitario, ocupa sofás de amigos y conocidos, afronta el frío de la Gran Manzana sin un abrigo decente y por si fuera poco la novia de uno de sus socios musicales está embarazada sin saber si él es el padre.
Se trata de un nómada que sustenta su patética vida en la ilusión de la fama, arrastrando el trauma que haber perdido a su compañero del dúo 'Timlin y Davis', con el que había llegado a repercutir en el cosmos musical y que se suicidó lanzándose desde el puente George Washington. Pululando entre Upper West Side hasta Queens con el gato fugado de los Gorfeins, Llewyn Davis emprende un viaje metafísico donde verá envuelto en una pugna no admitida con su propia negligencia y misantropía. Los Coen componen otro mosaico de situaciones cotidianas en el que dejan entrever ese juego de trasfondo ideológico para, con su sutil crueldad, redefinir su humor negro de simulacro e infectar de ironía toda esta biliosa fábula como coda antisocial en la vida de un artista (anti)carismático.
‘A propósito de Llewyn Davis’ no es más que otra vuelta de tuerca a ese tratado filosófico retrospectivo que alude a la esencia de su cine, a la exploración de la angustia existencial de un hombre desubicado a través de las tristes cuerdas de una guitarra acústica, lazando a la intemperie y al frío de una ciudad incómoda y que a pesar de intentarlo contra viento y marea, acabará por fracasar. Los Coen siguen sin atender a cualquier conversión hacia una metodología manierista, situados en un contexto autoral que redefine esa tendencia en un eclecticismo capaz de descolocar al espectador y transportarlo al nivel de implicación que buscan. De ahí, que ese lirismo kafkiano, de pasillos imposibles y situaciones estrambóticas, de desarrollo argumental sobre el nacimiento de la escena folk neoyorquina o el apoyo musical que prepondera a lo largo del filme no sea más que ‘macguffin’ en sí mismo para fundamentar otro legado de semiótica ilimitada, donde la exégesis e interpretación insuflan el verdadero significado a un relato en apariencia vacío y ejemplificado en una frase rotulada en la pared de un wáter y que advierte sobre el sentido del todo en el mismo instante en que el protagonista se dispone a defecar.
Y en el camino, los creadores de ‘El gran Lebowski’ entregan un nuevo tratado estético caracterizado por la declinación de cualquier jerarquía catalizadora y lograr así que su complejo universo multirreferencial sea reconocible. Una mirada escéptica sobre la mitología del sueño americano y del éxito que trasforma esa época mitificada bajo los tintes de un drama existencial tan subterráneo como prodigioso, que pertenece al infierno de los perdedores que acumulan las copias de los vinilos sin vender en una caja debajo de una mesa. Es la forma de presentar la antiépica historia de un hombre consumido por su infortunio que emprende un sucinto periplo donde no logra ni consolidar su carácter ni superar la prueba de determinación a la que es sometido. Es decir, la antítesis paródica del postulado del viaje del ‘Ulises’ de Homero o en los paradigmas del monomito de Joseph Campbell. Un tipo egoísta capaz de renunciar a los ‘royalties’ de un auténtico ‘hit’ millonario al que todo le sale mal. “Eres como el hermano imbécil del rey Midas” le dice en un instante de la película Jean (Carey Mulligan). Pero lo cierto, es que pese a sus defectos y que su talento se vea abocado a una vida a la deriva de una rutina que no desea, quiere triunfar en el mundo de la música sin saber cómo, consciente de su honestidad respecto a su estilo y convicciones, consciente de su identidad y de su integridad como artista y músico.
La carretera circular
Uno de los elementos a los que los Coen suelen recurrir en muchos instantes de sus películas es a esa carretera entendida como un símbolo de monotonía existencial, de la amarga deriva a la que se refería Kerouac, aunque visualizada con un filtro de parodia y sarcasmo. En esa huida de Llewyn Davis que le lleva a intentar cumplir un sueño y regresar sin haberlo conseguido, fructifican las secuencias más escatológicas y surreales del filme, la vía libre para escrutar lo grotesco dentro la aparente ortodoxia que ha ido desarrollando el drama de este cantante. Es entonces cuando entra en juego Roland Turner, personaje inspirado en Doc Pomus, artista de rhythm and blues (y al que da vida John Goodman) acompañado por un poeta ‘beatnik’ silencioso y traumatizado llamado Johnny Five (Garrett Hedlund), lo que clarifica ese itinerario absurdo hacia una fama que le dará la espalda. “¿Cantante de folk? Creí que me habías dicho que te dedicas a la música”, le dice Turner. Más adelante, ya en Chicago, Bud Grossman (F. Murray Abraham), el propietario de una gran discográfica de Chicago, tras escuchar una sentida canción le espeta "No veo dinero en eso".
En ella, el cantante expresa mucho más de lo que se canta; su nulidad para encontrar el amor de su vida, como la imposibilidad de aceptar responsabilidades de ningún tipo. Un guiño que patentizará poco después, cuando deja pasar con cierta displicencia la posibilidad de visitar a una antigua amante que ha tenido un hijo suyo. Él es la personificación del fracaso constante, sin asimilar en absoluto su experiencia, con la esperanza de que algún día algo podría cambiar, aprovechándose de la buena voluntad de los demás, huyendo de sí mismo. Esta huida se cristaliza en una vuelta desprovista de épica, dispuesta por los Coen desde una perspectiva nihilista sobre aquellos desamparados y solitarios que están predestinados a la confusión y el fracaso propagado por culpa de los errores. Como esa exposición de naufragio egocéntrico final en el Gaslight, cuando insulta a una pobre mujer de Arkansas que debuta en la sala y representa a la América Profunda de vertiente más rural.
Propone a su vez un intencionado laberinto ético al que contribuyen un par de gatos que se transforman en dos visiones distintas del protagonista, una análoga, la real, la de ese felino llevado por la providencia de un lado a otro al que el propio Llewyn abandona en la carretera. Vendría a ser él mismo, consciente de su mala suerte y que si es atropellado tendrá que levantarse y procurar sobrevivir. El otro gato, el de los Gorfeins, vendría a ser lo que el cantante nunca tendrá; un techo, gente que le quiere y que encima sabe volver a casa. Y para colmo, se llama precisamente Ulises. Para los Coen esta duplicidad se ajusta perfectamente a ese viaje circular a ninguna parte, sin imponer una reflexión moral ni un objetivo motivacional que despierte una melancolía compasiva por un personaje que está sentenciado a repetir de un modo inmutable una y otra vez este itinerario como si de un estribillo de una canción folk se tratara.
‘A propósito de Llewyn Davis’ dibuja con puntual acierto el sustrato de la desolación, el ámbito de los sueños que se rompen en un mundo de negativas y desengaños con la fantasmal perversidad de unos creadores que no olvidan transferir cierto sentido nostálgico y sentimental a su discurso; cuando su protagonista, mira a los ojos a su padre, otrora marino mercante, al que dedica una canción de tristeza crepuscular sobre los arenques y el paso del tiempo, que identifica el talento perdido de un trabajo destinado a destruir al artista y a hacer crecer al hombre.
Una cinta cuya atmósfera gélida y desapacible, creada por el francés Bruno Delbonnel, derivada hacia una imagen sutilmente decolorada (influencia estética de ‘The Freewheelin’, segundo álbum de Bob Dylan) ilustra a la perfección la importancia que le dan los Coen a la música respecto a la narración (y donde tiene especial importancia T-Bone Burnett), con ese género folclórico y expresivo, de condición umbroso y con letras llenas de desesperanza, dolor de la pérdida y constante despedida, desesperación y fracaso, que es realmente de donde nace la más genuina esencia de la música folk a través de su naturaleza emocional.
Estamos ante uno de los mejores trabajos en la filmografía de los hermanos Coen, que devuelven su obra las fronteras de un cine independiente en su condición de relato intrahistórico, esta vez a ese lapso despreciado por breve, pero fundamental para la música y que sirvió como vaso conductor necesario para que el mencionado Dylan y congéneres terminaran cambiando todo el espectro musical de una época que marcaría el desarrollo cultural norteamericano. Otros sin embargo, se quedaron en el camino, frustrados en otro oficio y alejados de sus ilusiones. Porque si hay algo que vertebra esta cinta (y que se extiende en la filmografía de los Coen) es que la leyenda que impone un final feliz a la persecución de los sueños, el sacrificio, la persistencia y el talento innato para algo es tan falsa como crudamente real. Y lo peor de todo, es que esa Ítaca homérica no es más que una ensoñación inalcanzable.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2014

jueves, 16 de enero de 2014

La vida explicada en un vídeo de baloncesto infantil


Pongámoslo así, vas 41-41 y el contrario te enchufa un triple. Quedan unos pocos segundos para intentar, por lo menos, que un triple haga disponer de una prórroga. Tu equipo ejecuta una jugada rápida, un compañero lanza y… falla. Sin embargo, otro atrapa un rebote imposible y en cuestión de segundos mueven el balón en una jugada colectiva perfecta, buscando con inteligencia a otro colega que logra zafarse de la presión del contrario para colocar el balón en el aro en una canasta de ensueño, cuando quedan apenas dos segundos. La gesta se ha ejecutado como sólo en los sueños se puede imaginar. El rostro del niño lo dice todo. Ningún rival ni compañero va a quitarle la heroicidad de esa tarde de baloncesto. Aunque… ¡un momento! Nadie contaba con que en la vida, todo puede cambiar en un segundo.
Este vídeo simboliza a la perfección ese mínimo trance en el que parece que la providencia te reserva las mieles del júbilo, la celebración y la gloria, pero… en un instante, un mísero segundo, todo se desmorona devolviéndole el momento mítico a otra persona. Es la vida impartiendo otra de esas lecciones que profieren dolor. Pero es lo que hay.

Nominaciones Oscar 2013 (86th Academy Awards)

Como cada, las nominaciones a los Oscars convocan la atención de los medios para ofrecer su particular aspaviento escénico para seguir con su inmutable previsibilidad a la hora de apostar por sus candidatos. Que hace cinco años ya ampliaran el número de nominados en la disciplina de mejor película tampoco parece haber abierto la posibilidad a otras alternativas que no sea lo esperado. Tampoco ha pillado por sorpresa que ‘Gravity’ y ‘La gran estafa americana’ hayan sido señaladas como las favoritas para la gala que se celebrará el próximo 2 de marzo. Como que ’12 años de esclavitud’ o ‘El lobo de Wall Street’ también acaparen candidaturas. Si bien es cierto que Leonardo DiCaprio y Cate Blanchett lideran todas las apuestas para convertirse en los protagonistas de la noche, otros como Oscar Isaac, Tom Hanks, Joaquin Phoenix, Forest Whitaker o Robert Redford han quedado fuera de los nominados tras un año de reconocimientos y premios. Y sobre todo que una maravilla como 'Inside Llewyn Davis' que, a pesar de arrasar en los premios de National Society Of Film Critics de Estados Unidos, se tiene que conformar con dos únicas nominaciones (mezcla de sonido y fotografía). También que ‘La vida de Adèle’ se haya caído de la categoría de mejor película de habla no inglesa. Aunque era de esperar debido a la hipocresía y conservadurismo que corroe a Hollywood cuando se trata de temas sexualmente arriesgados. Por otros motivos más comerciales y económicos, sorprende que no esté ‘El mayordomo', aunque si atendemos a su entereza artística es hasta lógico.
Por lo demás, poco destacable en la lista de candidatos. Eso sí, ‘Aquel no era yo’, del realizador madrileño Esteban Crespo estará compitiendo con el que podría ser el primer cortometraje nacional distinguido con esta estatuilla después de que Juan Carlos Fresnadillo, Nacho Vigalondo, Borja Cobeaga y Javier Fesser se vinieran de vacío. Una gala que traerá más de lo mismo bajo la batuta este año de Ellen DeGeneres (que repite después de su descafeinada presentación en 2007) en el Teatro Dolby de Hollywood. Oropel, desfile de vanidades en la alfombra, espectáculo, algún que otro gag que marque la noche y otras de esas noches para disfrutar como si fuera un menú de ‘fast food’. Este año parece que como el año pasado David O. Russell se quedó sin golosina en forma de Oscar por ‘El lado bueno de las cosas’ parece que será el gran indemnizado… O no. Quién sabe.
La lista íntegra de nominados, aquí.

miércoles, 15 de enero de 2014

Iconos de la infancia, al estilo ‘Badass’

‘Badass’ es un sugerente término que define de modo impertinente una agresiva y tremenda exaltación de lo que podríamos llamar (con tono agreste) “hijoputismo”. Viene a enunciar esa vertiente macarra del más puro ‘slang’, representativa de esos héroes broncos inmersos en situaciones desorbitadas cuyas raíces tienen origen en el ‘fandom’ y que implica la superación de situaciones poco menos que indescriptibles y rocambolescas. Cinematográficamente tuvo un foco de atención importante en diversos géneros ‘exploit’ de los 70, como el que acompañó a la cúspide del cine acción exclusivamente afroamericano denominado ‘blaxploitation’.
Aunque dejando eso a un lado y volviendo a la esencia del término sobre la bestialidad y la heroicidad realista, tiene lugar en las monumentales ilustraciones de la francesa Sylvain Sarrailh (a.k.a. TOHAD), que ha creado una galería desmitificando la inocencia de una serie de iconos infantiles y adoptando esa predilección por lo puramente ‘Badass’; una Alicia en el País de las Maravillas puesta hasta arriba de porros, Tom Sawyer y Huckleberry Finn recreados desde una perspectiva ‘redncek’, un feroz oso Winnie The Pooh que ha despedazado de forma brutal a Christopher Robin, Ryu and Ken sustituyendo las luchas callejeras por alegres paseos amanerados por el campo, Tintin y el Capitán Hadock de tintes terroristas y contestatarios, un Ronald McDonald psicópata… y muchos otros ejemplos de cómo proferir a la candidez de esos mitos animados un estilo más ‘destroyer’.
Podéis ver esta galería de Sarrailh en deviantART y una muestra de su trabajo en su página web.

lunes, 13 de enero de 2014

71th Golden Globes: Sin pistas para los Oscar

Eso de que los Globos de Oro son la antesala de los Oscars empieza a dejar de ser una realidad para pasar a convertirse en una frase hecha. La velada organizada por la prensa extranjera para destacar lo mejor del año y en donde todos los invitados se ponen finos a Moët & Chandon siguió el patrón de los últimos años repartió sus premios dejando serias dudas sobre dónde enfocar los favoritismos de cara a los próximos Oscar del próximo marzo. La gran cantidad de candidaturas (siete en total) que había acumulado el drama racial ’12 años de esclavitud’, de Steve McQueen, se alzó con el galardón a la mejor película dramática. Pero eso fue todo, ahí se quedó su acopio de premios. Se esperaban más, muchos más. Sin embargo, ‘La gran estafa americana’, salió victoriosa de esta 71ª edición de los premios. Pese a que David O. Russell se fue de vacío, su cinta obtuvo el Globo de Oro a mejor comedia o musical, con otros dos galardones a sus actrices principales, Jennifer Lawrence y Amy Adams. En cuanto a dirección, imperó la cordura y Alfonso Cuarón fue recompensado con un premio que reconoce la labor artística de un cineasta revolucionario por su impecable trabajo en ‘Gravity’.
También fue la noche en que Matthew McConaughey fue distinguido por su papel en ‘Dallas Buyers Club’ como el gran actor que siempre ha sido. Y esto, a Chiwetel Ejiofor, que partía como el favorito en todas las quinielas, no pareció hacerle mucha gracia. Incluso Spike Jonze subió a recoger el Globo a mejor guión por ‘Her’. La lástima es que otras dos cintas merecedoras de algún reconocimiento, como ‘Nebraska’, de Alexander Payne o ‘A propósito de Llewyn Davis’, de los hermanos Coen, acabaron con el casillero de premios a cero. No así ‘El lobo de Wall Street’, de Martin Scorsese, que pese a dos únicas candidaturas, pudo apuntarse uno para Leonardo DiCaprio. Cate Blanchett, por su parte, despejó cualquier duda respecto a lo premiable de su trabajo en ‘Blue Jasmine’, de Woody Allen, que prefirió enviar a Diane Keaton a recoger su premio honorífico Cecil B. DeMille que ir a recogerlo en persona. Vamos, un clásico. Como que la hija de Mia Farrow incendiara las redes sociales con un tweet tan atroz como controvertido: “¿Han puesto la parte donde una mujer confirma públicamente que abusó de ella cuando tenía 7 años antes o después de ‘Annie Hall’?".
Tina Fey y Amy Poehler (que se llevó el Globo de Oro como mejor actriz televisiva de comedia por ‘Parks and Recreation’) operaron como maestras de ceremonia siguiendo los habilidosos parámetros que ya exhibieron en la pasada edición; con sencillez y brillante eficacia, sin abarcar protagonismo y soltando algunos comentarios memorables como el referido a George Clooney a propósito de su trabajo en ‘Gravity’; “es la historia de cómo George Clooney se perdería en el espacio antes que pasar un minuto más con una mujer de su edad”. Otros de los instantes de la noche fueron los discursos de una “achispada” Jacqueline Bisset, que desordenó sus palabras hasta límites de puro surrealismo (“como mi solía decir mi madre solía: “Váyanse al infierno y no vuelvan”), la “cobra” que le hizo Bono a Sean John Comb o el corolario del equipo de ‘Breaking Bad’ cuando ganó el premio a la mejor serie dramática de televisión, que acabó en boca de Aaron Paul con la sintética frase “Yes, bitches thanks (Sí, gracias putas)”. La serie protagonizada por Bryan Cranston (que ganó en su disciplina) fue la gran triunfadora en el apartado catódico, donde no hubo rastro de una ‘Homeland’ desaparecida en las nominaciones y que había sido la serie ganadora de las dos últimas ediciones.
Sofia Vergara se volvió a casa después de cuatro nominaciones sin el galardón en detrimento de Bisset. Tampoco ‘Modern Family’ pudo perpetuar el romance que mantenía con estos galardones y fue ‘Brooklyn 9-9’ la distinguida como mejor comedia televisiva del año, que también el rascó el de mejor actor de comedia para Andy Samberg, despojando a Jim Parsons de la posibilidad de ganar el premio por tercer año consecutivo, con lo que ‘Big Bang Theory’ tampoco se llevó nada. Michael Douglas y ‘Behind the Candelabra’, de Steven Sodernergh, se hicieron con los galardones de mejor intérprete en una miniserie o filme para televisión y el Globo a la mejor producción en ésta categoría. A todo esto, Alex Ebert, el compositor ganador del premio a la mejor banda sonora con ‘Cuando todo está perdido’, debe seguir celebrándolo a raíz de lo visto anoche.
Próxima parada en este universo de oropel: el próximo jueves 16 de enero, cuando se den a conocer los nominados a los Oscar, que este año se entregarán el próximo domingo 2 de marzo, en una ceremonia que se realizará en el teatro Dolby de Hollywood y que cumple su 86ª edición. A partir de entonces, podremos ir especulando con los posibles ganadores.

martes, 7 de enero de 2014

Palabra de Von Stroheim

“Sabía que todo se podía hacer dentro del cine, el único medio con el que se podría recrear la vida tal y como era. También sabía que si se trataba de un entretenimiento que reflejaba la vida sería más entretenido incorporar con él una distorsión. El cielo era el límite. Todo lo que un hombre puede soñar iba a poder plasmarlo en mis películas. Tenía la oportunidad de metamorfosear el arte en historias, mezclando todas las artes. Y me dije: ¡Lucha por ello! Y muere en el intento si es necesario. Yo lo hice. Y casi lo consigo”.

lunes, 6 de enero de 2014

Reyes Magos 2014

Hubo un tiempo, hace muchos años, en que estas líneas y tal día como hoy se alimentaban de la tradición de compartir con los lectores abismales las dádivas en forma de presentes que nos traían los Reyes Magos. Incluso pusimos de moda acumular los presentes debajo del árbol enumerando la bondad de SS.MM. Sin embargo, desde hace otros, aquellas risas compartidas fingiendo esta fábula infantil extendida para complacer a nuestro niño interior que camufla, de forma subyacente, el adictivo fomento hacia el consumismo desaforado, se ha ido apagando lentamente con el devenir de los acontecimientos.
La imagen del árbol desierto de este 2014 establece la realidad que nos rodea, la depauperación que enarbola el significado de ese precipicio que se insinúa bajo nuestros pies. Los magos de aquel Oriente de tradición mesopotámica arreglada a diversos mitos atávicos parece que este año se han olvidado de nosotros. O lo que es lo mismo, ya nos hemos acostumbrado a rechazar esa entelequia comercial que ajusta la calidad de vida por seguir una tradición religiosa. Algo que, en el fondo, fortalece la resignación y ayuda a fomentar una perspectiva mucho más sintomática hacia ese proceso de admisión de una situación que perpetúa el cambio. No hay regalos de reyes, tampoco hijos a los que transmitir este hábito mundano. Es una pena, pero no importa. Siempre nos queda un año para lograr cosas más importantes.
Va a ser que la ilusión sí es cosa de niños y que nos ha tocado perder la inocencia y madurar a base de palos, hostias y miserias diversas. Pero hagámoslo con firmeza y constancia. Es lo que se viene llamando vida.
Felices Reyes 2014 a todos.

martes, 31 de diciembre de 2013

Resumen Abismal del 2013 Cinematográfico

TOP TEN 2013
10. 'Gravity (Gravity)', de Alfonso Cuarón.
Los trece minutos del plano secuencia que abren ‘Gravity’ transgreden todas las leyes lógicas de la fluidez y el movimiento cinematográfico de una cámara que circula con una perfección geométrica, describiendo un contexto conocido pero ajeno como es el espacio exterior. Alfonso Cuarón emerge como un visionario que capta a un nivel superior esa sensación de levedad, deslizándose por el infinito, siendo capaz de girar 180 grados para introducirse en el punto de vista subjetivo de uno de sus personajes y mirar a través de sus ojos. Con un dominio asombroso del dinamismo y la coreografía, introduce sin respiro al espectador en la desorientación de un ámbito silente, pero a la vez tan inquietante y absoluto que provoca una amenaza de terribles consecuencias. En esta exposición inicial, se va produciendo la progresiva tensión que acumula una sensación de desazón que no se abandonará en todo el metraje.
Cuarón opta por un ejercicio de realismo fantástico antes que por la ciencia ficción como tal, creando una escala de emociones galácticas establecidas en la continuidad visual que provocan la tensión y el miedo a la Nada, descrita con una autenticidad fuera de toda regla. La verosimilitud es tal que llega a ser totalmente incómoda para el espectador, sumergido en la acción y compartiendo en todo momento el reto de sobrevivir en el espacio, voluble ante esos fragmentos meteóricos amenazantes.
9. ‘Searching for Sugar Man (Searching for Sugar Man)‘, de Malik Bendjelloul.
Conformado como un extraordinario enigma, este documental aborda a modo de pesquisa investigativa la institución de un mito desconocido, Sixto Rodríguez, un cantante cuyos dos únicos discos, a pesar de su calidad y de su poesía beligerante, fueron un fracaso en Estados Unidos. Pero no en Sudáfrica, donde se transformó en un fenómeno de masas y en la voz del movimiento antiapartheid. El documental de Bendjelloul es un bello periplo hacia el desentierro de ese icono desaparecido, recolocando experiencias, documentos gráficos y narraciones que van completando el puzzle de esa mitificación musical sin que el espectador sepa si todo es puro artificio o la historia es real. Mientras aquel hombre de la guitarra continuaba con dignidad alejado de los escenarios con un duro trabajo rutinario, sus discos vendieron millones de copias sin que él supiera se había convertido en un emblema para una toda generación.
‘Searching for Sugar Man’ va dosificando la información y jugando entre cruces de caminos donde las leyendas urbanas y la realidad de un ídolo fantasmal cuya música se tradujo en el milagro para la unión de un movimiento de libertad que devolvió a este músico callejero de Detroit al sitio que le corresponde. Un asombroso documental sobre un héroe anónimo que, lejos de ser glorificado, reivindica la necesidad de recuperar la importancia y el talento de aquellas canciones empapadas de una sugerente magia.
8. 'Django Desencadenado (Django Unchained)', de Quentin Tarantino.
‘Django desencadenado’ vuelve a ser una mezcla heterogénea de ingredientes derivados, otra demostración de filtrado dialógico y cinéfilo donde Tarantino encuentra un discurso propio, que no expone un homenaje manifiesto más allá de algunos lujos de perversión visual a modo de ofrenda como son esos ‘crash-zooms’ o pequeños retazos referenciales, sino que impone una renovación dentro de las fronteras de los módulos y paradigmas del ‘western’. De hecho, incluye el aliento de otro tipo de filmes ajenos al cine europeo como ‘Mandingo’, de Richard Fleischer, ‘Sillas de montar calientes’, de Mel Brooks, cintas contributivas del ‘blaxploitation’ de Fred Williamson, uno de los grandes pioneros dentro de este tipo de ‘afrowesterns’ como ‘Boss Niger’ o el ‘Thomasine and Bushrod’, de Gordon Parks Jr.. Y ello no parece afectar a su singularidad más allá de sus correlaciones.
‘Django desencadenado’ es una cinta provocadora, que nada en aguas de ambigüedad moral muy turbia, con momentos de comedia negra salpicada de hilaridad desconcertante, como el improbable nacimiento del Ku Klux Klan a modo de ‘gag’ y que no es más que otra consecución cinematográfica por parte de Tarantino a la hora de justificar su condición de autor capaz de crear cine de entretenimiento sin dimitir en su empeño de alternar ese cúmulo de referencias culturales y debates morales que, como ya ocurría en ‘Malditos bastardos’, altera la Historia para paliar la depravación y la injusticia por medio de la venganza de un esclavo como metáfora de una justicia histórica merecida pero nunca llevada a cabo, orientando su fábula hacia esa magistral conexión de estereotipos genéricos con la impronta de clasicismo que se ciñe a un lenguaje formal modélico, que es ya un distintivo de uno de los grandes revolucionarios de este arte.
7. ‘The Act of Killing (The Act of Killing)’, de Joshua Oppenheimer.
‘The act of killing’ propone una narrativa deliberada por Joshua Oppenheimer que utiliza un método poco ortodoxo en su énfasis a la hora de analizar la realidad del horror en su expresión más diáfana. Se trata de plantear a los antiguos verdugos causantes del genocidio anticomunista de Indonesia de los 60, que contó con la confabulación del régimen militar y que contribuyó tan decisivamente a erigirla como nación, la recreación de forma ficticia aquellos acontecimientos a través de una película que no es otra cosa que una inteligente argucia sobre el objetivo que confluye en los pilares de este sorprendente trabajo: el de mostrar a uno tipos que ejercen casi de demiurgos orgullosos, mostrando una evidente falta de conciencia, sin contemplar en sus testimonios ningún grado de culpa o arrepentimiento. Sus personajes van sugiriendo esa recreación de sus atroces crímenes delante de una cámara, interpretando todo tipo de personajes, abordando una doble perspectiva donde la realidad y la ficción se aúnan en un discurso donde ambos términos se confunden.
Se sustenta en un oscuro proceder que busca no sólo incomodar, si no hacer reflexionar acerca de los límites de la violencia y el Mal real que impera en el ser humano, allá donde la ética ha desaparecido, poniendo en duda la validación de la memoria histórica como necesaria catarsis que evite los errores del pasado para dejar un efecto de vacío moral provocado por aquellos hechos terribles auto justificados. Y es en ese instante en el que el gánster anciano Anwar Congo se viene abajo al verse interpretar a una víctima comunista el que abre la incógnita sobre las intenciones complejamente ambiguas de este rotundo trabajo, donde la moralidad se difumina ante lo atroz del mensaje y la duda de si la contrición forma parte de una postura simulada o de la autenticidad que se expresa a varios niveles dentro de este valioso y lúcido documental.
6. 'Amor (Amour)', de Michael Haneke.
‘Amor’ continúa esa constante de Haneke por diseccionar desde un objetivo endoscópico el género humano, con una escrupulosidad que llega a ser insostenible, lanzando al público a una diáfana realidad de circunstancias y contextos sin filtros que la suavicen. Se trata de mirar de cerca a eso a lo que nadie quiere enfrentarse o no quiere pensar. El amor, en este filme, está definido a la perfección con la complejidad que el propio término simboliza. A lo largo de este triste periplo que vivimos junto a la marchita pareja se reivindica un sentimiento que resulta menos romántico y enternecedor como brutalmente perturbador y atroz, pero que convoca tal cantidad de emociones que es imposible no sentir la devastadora convulsión con esa derrota contra el tiempo, ese toque de atención por la vulnerabilidad ante la que se enfrenta el ser humano cuando la vejez golpea de forma cruel a su naturaleza.
‘Amor’, estremece y remueve las entrañas. Estamos ante una obra maravillosa y profunda, estoicamente amarga que inspira el verdadero sentido del amor más allá de su concepto y explicación, incurriendo en terrenos como la compasión y la lealtad, símbolos de su naturaleza agotadora. Haneke sigue expresando con su cine que continúa ajeno al ámbito demostrativo, que prefiere atribuir e invitar su propósito a la reflexión del que siente este cine imposible de esquivar. Su lapidaria última obra es una lección de vida de antiséptico y cruel realismo que perdurará en la memoria hasta que ésta aguante.
5. ‘Bestias del Sur Salvaje (Beasts of the Southern Wild)’, de Benh Zeitlin.
La revelación del cine independiente americano supone un cuento de hadas deformado por la oscura realidad, construyendo una ficción desde la perspectiva de la pequeña Hushpyppy, integrante de una comunidad bayou que vive en La Bañera, una isla rodeada por agua creciente amenazada por el deshielo que está provocando el cambio climático y que ha destrozado la vida de muchas personas con carencias económicas. Sin embargo, lejos de rendirse, encuentran las ganas de seguir viviendo en colectividad y con un indestructible sentido de pertenencia casi atávico a su entorno. El filme está plagado de imágenes que atesoran una fuerza poética e iconográfica prodigiosa, de realismo mágico devenido en la ilustración de una niña que teme a la soledad por la enfermedad de un padre que se empeña en que su hija aprenda a sobrevivir.
A través de los ojos de la pequeña, el debutante Zeitlin muestra un universo que confronta la dureza dramática de la pobreza con la imaginación de simbolismo lírico, desde la civilización depauperada que ahoga los espíritus libres y les obliga a formar parte de ella impositivamente hasta esas bestias antediluvianas llamadas uros. Con un trasfondo de amor a la naturaleza donde un viaje iniciático enfrenta la inocencia ante un paisaje devastado bajo una cámara invisible e inquieta que ofrece una mirada tribal capaz de transportar al espectador a diversos estados emocionales. ‘Bestias del Sur Salvaje’ es un hermoso y evocador canto a la supervivencia tan triste como esperanzador, tan épico como milagroso.
4. ‘Mud (Mud)’, de Jeff Nichols.
Después de su fantástica ‘Take Shelther’, Jeff Nichols sintetiza la voluntad literaria de transmitir en imágenes ese legado de Mark Twain como fuente de inspiración que pervive en cada fotograma de ‘Mud’. De esta manera, jugando con el ‘thriller’ y el drama, se explora un cuento sobre el despertar a las dudas que genera una etapa tan compleja como es la adolescencia, en un mundo adulto hostil que devuelve las respuestas en forma de violencia y decepción. Una familia que se deshace ante la mirada inspiradora de un niño que quiere creer en el amor en un entorno donde éste parece haberse agotado, se traduce un juego de espejos cuyos personajes cuyas actitudes se contraponen y se equiparan con un tono de romanticismo casi mitológico; desde esos chavales que conviven de forma rutinaria y desprendida de prejuicios con la pobreza alimentando su experiencia con aventuras de cierto escapismo a orillas del Mississippi, pasando por el fugitivo que se gana su confianza y les encomienda la misión de hacer posible el reencuentro con el amor de su vida, un matrimonio a punto de acabar hasta llegar a ese deteriorado hombre que percibe que el aprendizaje de todos ellos serán tan abrupto como catártico.
Nichols consigue crear una atmósfera natural tan bella como enigmática, un ecosistema de contrastes convertido en un personaje más, delimitando ese espacio a que el espectador se implique hacia la profundidad de un relato que retrata un mundo infantil obligado a crecer sin piedad hacia la madurez, describiendo un mundo real incorporado a esa América Profunda poblada por la genealogía ancestral del ‘white trash’ determinada con una narrativa clásica en la que abundan lecturas metafóricas alejadas de moralismos o convencionalismos gratuitos. ‘Mud’ conceptualiza temas inmortales como el miedo, el amor, la maldad bajo la batuta de una calmada y lírica ambigüedad.
3. 'Antes del anochecer (Before midnight)', de Richard Linklater.
Linklater sigue asumiendo con ‘Antes del anochecer’ que la naturaleza que encauza el significado de estas tres películas se estructura en su totalidad en dos actores, en dos rostros que iluminan cada plano a través de unas actuaciones de una fuerza ineludible, contribuyendo asimismo, con la coescritura de sus historias, a una fluidez y complicidad totalmente estimulantes, donde la improvisación se ciñe a unos límites que por estructurados no restan la libertad necesaria para ahondar en el alma de los personajes. Hawke y Delpy empujan al espectador a su historia, con destacables matices de confabulación, con miradas y reacciones de escalofriante franqueza. Ellos dos representan la grandeza de toda la saga. De hecho, aquí ya no existen bellos itinerarios por ciudades de postal como Viena y París, remarcados con detalles en la conclusión final o en el comienzo de las anteriores entregas, respectivamente. Aquí Grecia es una excusa para retroceder en la memoria para evaluar el paso del tiempo, admitiendo con ello la relectura de sus anteriores encuentros.
‘Antes del anochecer’ conlleva a una conclusión bastante evidente: encontrar el amor ideal y vivir un romance perfecto y eventual es relativamente sencillo. Lo complicado y problemático es mantener una relación a lo largo de los años. Eso es lo difícil. El hecho de que Jesse, tras la discusión en el frío e impersonal hotel, recurra a su faceta de escritor para crear una historia de fantasía para intentar levantar una sonrisa en Celine, responde a ese factor de inteligencia e intimidad por la que respira de forma tan frontal toda la trilogía.
2. 'The Master (The Master)', de Paul Thomas Anderson.
La sexta obra de Anderson no pretende profundizar ni exponer los métodos de un dogma o un culto para atraer a sus devotos, ya que cualquier religión nace de la ficción. Por ello, el hecho de que se comparase el argumento con aquellas directrices que dictan la dianética de la iglesia de la cienciología propagada por Ron L. Hubbard, es simple especulación. ‘The Master’ puede verse como una cronología bastarda y fidedigna del nacimiento de actitudes y convicciones que moldearon la América moderna hace décadas, preñada de pequeños detalles que confieren a la película una dimensión casi inalcanzable, llena de símbolos implícitos e imágenes recurrentes como los del test de Roschard, visualizados en los dibujos ininteligibles del oleaje del mar al paso de una embarcación que aparecen en los cambios de actos o las proyecciones, no siempre reales, a las que se enfrenta su protagonista, ofuscado con la libídine, que recurren a Arthur Schnitzler en su referencia a la hegemonía de las pulsiones sexuales sobre las demás costumbres sociales, así como las secuencias que no obtienen sentido más que asimilando el cripticismo de la obra de Anderson, con múltiples lecturas, descontextualizando la propia realidad que se percibe.
El último filme de Anderson es una obra maestra difícil de procesar, un puzzle dialéctico de emociones y situaciones imprevisibles que llevan al espectador hacia un viaje estético y narrativo que debe sentirse como una experiencia cinematográfica casi extática, como una expresión fascinante de ideas de poética visual insertadas en una obra cuyo núcleo es las prodigiosa conciencia del medio fílmico, esculpida con oficio, pleno de madurez, por un cineasta que se puede permitir concluir su nueva epístola romántica al cine.
1. 'La vida de Adèle (La vie d'Adèle)', de Abdellatif Kechiche.
Kechiche despliega el difícil dominio del formato panorámico para captar ese cúmulo de sensaciones, en una poética que tiene mucho de fruición antropológica, integrando un ambiente urbano y contemporáneo de la ciudad de Lille con la voluntad de proponer un acto ‘vouyerista’ con propósitos de implicación fuertemente sujetos hacia la verdad de unos personajes inolvidables. A través de la experiencia vital de Adèle, Kechiche no escatima en retratar con su cámara flotante y cercana, instantes que proponen inquietudes, sufrimientos e inseguridades, aportando con trazo agresivo ese ahondamiento en la veracidad al abrigo de una historia convencional que hurga con desinhibición en un retrato donde los primeros planos de los rostros de estas dos mujeres son más significativos que la sensación deslumbrante de lo físico, de la exploración carnal o la lívida fogosidad inicial para combinar sensaciones descritas con maestría en ambos personajes, como la consumación de su primer encuentro, fagocitando ese despunte enérgico que transmite la esencia del deseo en una relación apasionada.
‘La vida de Adèle’ sintetiza una década constreñida a tres horas de pura narrativa intimista, donde el paso del tiempo define la legitimidad de cualquier amor, igual de sensual e imperecedero como catastrófico y frustrante, a la vez que destructivo, donde la necesidad se transforma en rutina y los errores en penitencias imposibles de aliviar. Cine como elemento transgresor con identidad más allá de lo puramente artístico, de lo humano, como estudio del erotismo y la belleza, de la condición humana, el amor y sus consecuencias. No es la vida de Adéle lo que se narra aquí, es la vida misma como escenario común y reconocible capaz de agitar el alma y corazón.
DIRECTOR 2013
Michael Haneke (‘Amor’).
Fue extraño ver a Michael Haneke recogiendo un Oscar de manos de Arnold Schwarzegger y Sylvester Stallone el pasado marzo. Fue el corolario de un año anterior donde ‘Amor’, la película que recibió la dorada estatuilla, ya había conseguido la Palma de Oro en Cannes. Por ello, nadie pone en duda que este año 2013 ha sido su año, no sólo por semejantes reconocimientos, sino porque también fue galardonado con el Príncipe de Asturias de las Artes, estrenó en el teatro Real la ópera ‘Cosí fan tutte’ y fue objeto del documental ‘Michael H.’, de Yves Montmayeur. Su cine se basa en el acercamiento casi entomológico a la culpabilidad, a la incomprensión, a la soledad y la incomunicación en una sociedad que engendra una forma de violencia contenida que tiene que reventar en algún momento. El objetivo es la confrontación del hombre moderno a su responsabilidad individual dentro de un orden asfixiante y de apariencias, puesto que, de algún modo, cualquier elemento desestabilizador derroca los pilares consolidados de las familias, del individuo como dispositivo de un todo que se viene abajo con gran facilidad.
La sobriedad invisible y la audacia argumental esconden una enfermiza turbiedad imperceptible que desemboca en la catástrofe moral y psicológica de su extraña fauna humana. Haneke ejecuta un cine que cuestiona no sólo los propios límites de la narración convencional, sino la naturaleza y la fiabilidad de sus imágenes, ya sea dietéticas o no. El cine de Michael Haneke se transforma siempre en una experiencia radical que nunca puede dejar indiferente.
ACTRIZ 2013
Jennifer Lawrence (‘El lado bueno de las cosas’, ‘La casa al final de la calle’, ‘Los juegos del hambre: En llamas’).
Si hay una actriz que haya roto los baremos de popularidad y talento en este año esa es Jennifer Lawrence. Es la chica de moda y ha sabido poner su talento al servicio de ese cine de doble vertiente tan difícil de compaginar que es el cine comercial, con ‘blockbusters’ como esa saga de ‘Los juegos del Hambre’ o ‘X-Men: First Class’ con otros trabajos más arriesgados que requieren un carácter y talento interpretativo mayor, como ‘El lado bueno de las cosas’. Con ésta última Lawrence consiguió el Oscar y se encumbró con el aplauso de la crítica como una sólida actriz que tiene un futuro abrumante a sus pies. Hollywood, ese universo de oropel tan dado a crear y destruir mitos, ha visto en ella la nueva reina de la interpretación.
Incluso prestigiosas publicaciones como Variety y Time no han dudado en nombrarla “el personaje más influyente en el mundo del espectáculo este año”. Su intuición, ese instinto natural para componer sus roles desde un estrato de complejidad imperceptible, con una madurez insólita para una joven de veintidós años y una voz de poderoso magnetismo efectúan que este distinguido reconocimiento llegue con el merecimiento de una actriz que seguirá dando que hablar en los próximos años.
ACTOR 2013
Daniel Day-Lewis (‘Lincoln’).
Antes la apuesta por destacar a cualquier actor de moda, este 2013 tuvo en su principio de año una de esas interpretaciones imposibles de pasar por alto. Daniel Day-Lewis en la piel de Abraham Lincoln logró redimensionar a este personaje histórico un asombroso tonelaje interpretativo, con un mimetismo colosal de percepción íntima en todas sus facetas; como presidente, esposo, padre y hombre, realizando otro de esos inalcanzables trabajos que suele regalar. Su poderosa interpretación, obsesiva y metódica, le valió su tercer Oscar y unió su nombre en esta distinción a Meryl Streep, Jack Nicholson, Ingrid Bergman y Walter Brennan (el único en ganarlos como actor principal).
Es él quien corporeiza la refulgencia humana de una persona admirable, con defectos y virtudes, más allá de ese monstruoso monumento de mármol que preside el National Mall de Washington. Su control de los personajes describe a un talento fuera de lo común y es de recibo considerarle como uno de los actores más importantes ya no sólo de los últimos tiempos, Daniel Day-Lewis merece un reconocimiento mayor, que le equipare a los grandes mitos del celuloide. Por eso, este 2013 ha vuelto a ser su año.
PELÍCULAS DESTACADAS
- ‘Lincoln (Lincoln)’, de Steven Spielberg.(Leer crítica).
- 'Bienvenidos al fin del Mundo (The World's End)', de Edgar Wright.(Leer crítica).
- ‘La caza (Jagten)’, de Thomas Vinterberg.
- ‘La noche más oscura (Zero Dark Thirty)’, de Kathryn Bigelow.
- Una familia de Tokio (Tokyo kazoku)’, de Yôji Yamada.
- ‘La cabaña en el bosque (The Cabin in the Woods)’, de Drew Goddard.
- ’12 años de esclavitud (12 Years a Slave)’, de Steve McQueen.
- ’El impostor (The imposter)’, de Bart Layton.
- ‘El ejercicio del poder (L'exercice de l'État)’, de Pierre Schöller.
- ‘The East (The East)’, de Zal Batmanglij.
- ‘Iron Man 3 (Iron Man 3)’, de Shane Black.(Leer crítica).
- Proyecto Nim (Project Nim)’, de James Marsh.
- ‘Stoker (Stoker)’, de Park Chan-wook.
- ‘Monstruos University (Monsters University)’, de Dan Scanlon.(Leer crítica).
- ‘¡Rompe Ralph! (Wreck-It Ralph)’, de Rich Moore.
- ‘Nameless Gangster (Bumchoiwaui junjaeng), de Yun Jong-bin.
- ‘Star Trek: En la oscuridad (Star Trek Into Darknes)’, de J.J. Abrams.
- ‘Gru 2. Mi villano favorito (Despicable Me 2)’, de Pierre Coffin y Chris Renaud.
- ‘Pacific Rim (Pacific Rim)’, de Guillermo del Toro.
- ‘Después de mayo (Après mai)’, de Olivier Assayas.
- ‘Dolor y dinero (Pain & Gain), de Michael Bay.
- ‘Perder la razón (À perdre la raison)’, de Joachim Lafosse.
- ‘El camino de vuelta (The Way, Way Back)’, de Nat Faxon, Jim Rash.
- ‘Don Jon (Don Jon)’, de Joseph Gordon-Levitt.
- ‘Blue Jasmine (Blue Jasmine), de Woody Allen.
- ‘Camille Claudel 1915 (Camille Claudel 1915)’, de Bruno Dumont.
- ‘Bárbara (Barbara)’, de Christian Petzold.
- ‘The Trip (The Trip)’, de Michael Winterbottom.
- ‘De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni Naru)’, de Hirokazu Kore-eda.
- ‘Prisioneros (Prisioners)’, de Denis Villeneuve.
- ‘El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)’, de David O. Russell.
- ‘The Lords of Salem (The Lords of Salem)’, de Rob Zombie.
DECEPCIONES
- ‘El vuelo (Flight)’, de Robert Zemeckis
- ‘Hitchcock (Hitchcock)’, de Sacha Gervasi.
- ‘Spring Breakers (Spring Breakers)’, de Harmony Korine.
- ‘El mayordomo (Lee Daniels' The Butler)’, de Lee Daniels.
- ‘On the road (En la carretera) (On the road)’, de Walter Sales.
PEORES PELÍCULAS
- ‘After Earth (After Earth)’, de M. Night Shyamalan.
- ‘Oz, un mundo de fantasía (Oz: The Great and Powerful)’, de Sam Raimi.
- ‘Hermosas criaturas (Beautiful Creatures)’, de Richard LaGravenese.
- ‘LOL (Laughing Out Loud)’, de Lisa Azuelos.
- ‘The Host (La huésped)’, de Andrew Niccol.
- ‘La gran boda (The Big Wedding), de Justin Zackham.
- ‘Malavita (The family)’, de Luc Besson.
- ‘Scary movie 5 (Scary movie 5)’, de Malcolm D. Lee.
FUTURAS ‘CULT MOVIES’
- ‘Las ventajas de ser un marginado (The Perks of Being a Wallflower)’, de Stephen Chbosky.
- ‘El atlas de las nubes (Cloud Atlas)’, de Tom Tykwer, Andy Wachowski, Lana Wachowski.(Leer crítica).
- ‘El llanero solitario (The Lone Ranger)’, de Gore Verbinski.
- ‘Juerga hasta el fin (This is the end)’, de Evan Goldberg, Seth Rogen.
- ‘El último desafío (The Last Stand)’, de Kim Jee-woon.
- ‘Siete psicópatas (Seven Psychopaths)’, de Martin McDonagh.
- ‘Fast & Furious 6 (A todo gas 6)’, de Justin Lin.
- ‘Turistas (Sightseers)’, de Ben Wheatley.
CINE ESPAÑOL
- ‘El muerto y ser feliz’, de Javier Rebollo.
- ‘Mapa’, de León Siminiani.
- ‘La herida’, de Fernando Franco.
- ‘Todas las mujeres’, de Mariano Barroso.
- ‘Grand Piano’, de Eugenio Mira.
- ‘Tres bodas de más’, de Javier Ruiz Caldera.
- ‘A puerta fría’, de Xavi Puebla.
- ‘El callejón’, de Antonio Trashorras.
- ‘Los ilusos’, de Jonás Trueba.
- ’15 años y un día’, de Gracia Querejeta.
- ‘Insensibles’, de Juan Carlos Medina.
- ‘La gran familia española’, de Daniel Sánchez Arévalo.
- ‘Retornados’, de Manuel Carballo.
- ‘Stockholm’, de Rodrigo Sorogoyen.
- ‘Ayer no termina nunca’, de Isabel Coixet.
LO MEJOR… DE OTROS AÑOS
- 2004.
- 2005.
- 2006.
- 2007.
- 2008.
- 2009.
- 2010.
- 2011.
- 2012.
No son buenos años para nadie. Salvo para algunos pocos, claro está. En cuanto a este año cinematográfico se ha dado un fuerte contraste en la situación del cine en un país que sigue en caída libre; por un lado la calidad de las propuestas que esgrimen las películas españolas sigue en aumento, ofreciendo una variedad y una calidad muy por encima que la de otros años, con multiplicidad de historias enfocadas desde múltiples géneros. El cine internacional también ha generado una opinión muy positiva. Sin embargo, por otro, y según datos del ICAA, en 2013 se han recaudado 107 millones menos que el año pasado y se han vendido 17 millones menos de entradas. Este descenso viene marcado por dos puntos que están destrozando la viabilidad del sector: ese 21% de IVA impuesto por el tiránico gobierno que se empecina en destrozar la industria (llegando a despreciarla públicamente ¿verdad señor Montoro?) y, por supuesto, la piratería. Son cifras e indicadores bastante poco halagüeños. La situación es bastante preocupante, pues ese descenso del 20% sobre los 94 millones de espectadores que adquirieron su entrada en 2012 pone de manifiesto la caída del cine en España y lo pone a la cola de las grandes potencias europeas en esta esfera. Sólo esperemos que este contrastado incremento en el atractivo de las películas que ha dejado este año que acabe se repita en 2014, acompañado, eso sí, por unos números más esperanzadores.
A título personal, 2013 sólo dejó como único evento destacable el esperado estreno de nuestro cortometraje ‘3665’, del que esperamos buenas noticias en este año que comienza. Por lo demás, una situación laboral y económica que roza lo grotesco y trágico y que genera una desesperanza absoluta de cara a ser optimista a corto plazo. Esto es así.
Aun así, no queda otra que mirar hacia delante, luchar contra cualquier desafío y procurar ser feliz con nada y seguir escribiendo, trabajando en nuevos proyectos y no caer en el abatimiento a la hora de continuar narrando con el objetivo de sacar algo en claro tras varias décadas sacrificando todo con un titánico esfuerzo y trabajo. La ilusión de que algún día todo vaya mejor no podrán quitármela jamás. Al menos hasta el momento.
FELIZ 2014, amig@s del Abismo. Dentro de lo que se pueda y os dejen.