martes, 14 de noviembre de 2006

Telegrama Abismal

Amigos del Abismo. Stop.
Debido a una inconsolable y temporal ausencia, me retiro durante un par de días de la actividad del blog. Un año y medio es mucho tiempo. Stop. En 48 horas el blog recuperará su normal dinamismo diario. Stop. Pero necesito un breve espacio para tratar de adaptarme a esta dura y constante añoranza. Stop.
Te quiero Myri.

jueves, 9 de noviembre de 2006

Se celebra un CUMPLEAÑOS, y estamos todos invitados

Hoy estamos de preestreno.
Después de pasar por este Abismo en varias ocasiones con toda noticia acerca de esta opera prima de Eugenio Mira, ‘The Birthday’, por un necesario milagro del cine, se estrena en Madrid y Barcelona tras dos años pugnando por ver la luz pública. Dos años desde que se estrenara internacionalmente en el Festival de Sitges de 2004 (llevándose, de paso, el Premio a la Mejor Dirección Artística), pasando por el Festival de Cine Fantástico de Calle 13 y algunos importantes certámenes de todo el mundo por los que ha ido cosechando algún que otro premio como el Melies d'Argent a la Mejor Interpretación Masculina para el mítico Corey Feldman en el Festival de Cine de Luxemburgo.
Desde hace tiempo la eterna pregunta ha sido “¿cuándo se estrena ‘The Birthday’?”. Surgieron constantes rumores y fechas: cada año, cada mes… Parecía que nunca llegaría. Pero el estreno definitivo está aquí. Los que han visto esta la cinta de Eugenio Mira se bifurcan en dos bandos de opinión; los acérrimos defensores que la consideran una ‘cult movie’ en toda regla y aquellos a los que se le indigestó la película el día que la vieron. Es así. No deja indiferente a nadie. Una película narrada a tiempo real que salpica con su insolencia y honestidad, con su homenaje al cine de los 80, alejándose de la sumisión a cualquier pauta. ‘The Birthday’ adopta una temible actitud ecléctica y desenfadada, no apta para todos los gustos, lo que la convierte en una fuerza rebelde que da la espalda a toda concesión o sinapismo dentro del cine actual. Eugenio Mira y Mikel Alvariño escribieron una película inclasificable que el primero se ha encargado de llevar hasta sus últimas consecuencias. Una obra imprescindible.
Y después de un largo trance de inacción, la recompensa llega con el esperado desenlace como un ‘happy end’ en forma de estreno comercial. Ha llegado el momento de que el público disfrute de ella. Aunque sea un estreno minoritario (amparado en una valiente autodistribución), aunque pase discretamente por taquilla, aunque haya otras opciones en cartelera, no os podéis perder esta oportunidad absolutamente única e inmejorable de acercaros a ver ‘The Birthday’ allí donde se estrene. Primero en Barcelona y Madrid… Después, ya se verá.
De momento, apuntad esta fecha:
- Jueves 9, 22:00 (Cines Luchana). Madrid.
Si os acercáis y decís a los máximos responsables (Eugenio, M.Á Faura, Mikel, Javi o Jorge Alvariño) que vais de parte de “REFO” y que sois amigos del Abismo, os entregarán una invitación exclusiva para el preestreno que tendrá lugar esta misma noche. Así de fácil, hasta que se agoten la invitaciones del aforo de 500 localidades.
Este evento contará con la presencia del protagonista principal del filme. Sí, amigos. Nada más y nada menos que Corey Feldman estará por allí para presentar junto a Eugenio, Mikel y el resto del equipo esta película que parecía destinada a ser tildada de ‘maldita’, pero que ha encontrado en su estreno el premio a un trabajo lleno de esfuerzo y riesgo que lucirá, en esta ocasión, una nueva versión de 95 minutos.
¿Que no podéis ir? No pasa nada. Durante la semana del 10 al 16 de Noviembre, esta maravillosa pieza de culto se proyectará en los Multicines La Dehesa de Chamartín (c/ Agustín de Foxá s/n, Plaza Estación de Chamartín) y en los mismos Cines Luchana (c/ Luchana 38). En Barcelona, ‘The Birthday’ será exhibida en los cines Casablanca-Gracia (Calle Girona 173-175).
Si no veis ‘The Birthday’ es porque no queréis.
Para refrescaros la memoria aquí os dejo la extensa ‘review’ de la película y un pequeño reportaje escrito sobre el filme cuando la esperanza de estreno estaba fijada a principios de 2005. Por suerte, ya está en circulación una de las grandes películas del cine español de los últimos años.
- Reportaje 'The Birthday'.
- Extensa Review Abismal de 'The Birthday'.

martes, 7 de noviembre de 2006

Review 'The Departed'

Adrenalítico juego de dobles identidades
Scorsese reafirma su condición de gran genio clásico, pero también de imprevisible cineasta, con esta prodigiosa historia de pesimismo y traición desbordada de genialidades.
El éxito de taquilla obtenido por ‘The Departed (Infiltrados)’ ha situado el último estreno de Martin Scorsese a la cabeza de las películas que ya aspiran a ser nominadas al Oscar de la edición del próximo año. Desde 1991, cuando estrenara ‘El Cabo del Miedo’, el director italoamericano no había conseguido dar en la diana de la taquilla con tanto acierto. Pero la carrera de Scorsese nunca ha fijado su interés ni en las cifras del ‘box-office’ ni en la obstinación, como se viene diciendo, de obtener esa preciada estatuilla que persistentemente le niega la Academia de Hollywood. Más allá de estos superficiales ejes cinematográficos, su filmografía, apuntalada con férrea disciplina en la concepción y ejecución de cada una de sus películas, establece un mundo creativo donde pugnan su personalidad y su arrolladora narrativa, la responsabilidad de un cineasta considerado como uno de los grandes genios del cine contemporáneo, pero cuyas películas no suelen triunfar de cara al gran público y que, últimamente (sobre todo con ‘The Departed’), ha fraccionado sin precedentes a la crítica internacional.
Se dice que Scorsese, desde hace más de una década, divaga en la constancia de una incierta maestría mal enfocada, hacia un camino indescifrable, acarreando depurados ejercicios de estilo y absoluta pericia, deambulando entre el clasicismo, el riesgo y la modernidad, sin establecer una línea que oriente su filmografía hacia una dirección concreta. Lo que puede parecer un desacierto, es un hecho fehaciente, que le convierte en uno de los directores más imprevisibles del cine moderno ante sus siempre anunciados puntos de inflexión en una filmografía trufada de importantes obras que han ido adquiriendo su trascendencia a través de los años, incluidas aquellas despreciadas por ciertos sectores críticos, que han menospreciado cintas como ‘Al Límite’, ‘Gangs of New York’ o ‘El Aviador’.
‘The Departed’ vuelve a poner en tela de juicio la destreza del maestro, evidenciando que la supuesta incertidumbre que puede ratificar su constante alteración dentro de su carrera no es más que la reinvención de una mirada enérgica, de la búsqueda de un ejercicio formalmente ajustado a sus singulares tragedias de poder y culpa. Scorsese vuelve a permutar la frenética aptitud de sus grandes obras en un ejercicio formalmente ajustado al texto (que esta vez, viene de encargo) y a la épica de una cinta donde prepondera una perfección de relojería inusitada dentro del actual cine de Hollywood, tanto si es contemplada como un fascinante logro de artesanía imperceptible o, simplemente, como un trabajo menor que formula un gran espectáculo de entretenimiento. Porque si por algo aúna criterios esta última fábula del maestro es por la constante lección, de ejemplar capacidad para dilatar la cadencia de un filme hasta el paroxismo, con una planificación y dirección de actores apabullante en la que no importa tanto esa citada épica del director como su simplicidad, su directa inmediatez, la sensación constante de disposición con la que el público se reubica en las continuas rotaciones de una narración espontánea y perceptiva.
Scorsese regresa con ‘The Departed’ a los submundos obsesivos que han marcado parte de su carrera; al universo hermético y sombrío de la mafia, al sentimiento de culpa, a las raíces, a los credos personales (más allá de la religión), a las exangües fronteras que existen entre el bien y el mal, donde elementos como la lealtad, la soledad y la traición recuperan a un Scorsese que no deja pasar la oportunidad de contribuir con una nueva visión al realismo urbano que pone de manifiesto las consecuencias de la violencia a través de una espiral de mentiras y ambigüedades en un entorno hostil. Epopeya narrativa forjada bajo la mirada del maestro en un enclave conocido, las trágicas historias de redención y derrota, esta película es muchas cosas a la vez; cine diletante y a veces delirante, cine de acción, de suspense, cine policiaco, un drama existencialista, en definitiva, cine en estado puro que explora esa delimitada ‘zona cero’ emocional y ética que transige a la epopeya metafísica. Un desconcertante ejercicio de estilo que renuncia a muchas bases del cine ‘scorsesiano’, pero que, sin embargo, no deja de lado su afán por reflejar a víctimas de la sociedad a la que ellos mismos contagian y maltratan, prosiguiendo su particular genealogía atestada de oscuros abismos personales, de roles enfrentados a un ciclo en el que se suceden confianza, sumisión y traición. Un mecanismo perverso de dualidad moral que no podía faltar en el escapismo vivificador de esta ponderativa y genial obra que no es maestra, pero casi.
‘The Departed’ tiene un enemigo capital que ha salido a relucir por sus detractores más acérrimos. Y es que parte de un material ajeno, descrito como funcional ‘remake’ de ‘Wu Jiao Dao’, de Wai Keung Lau y Sin Fai Mak, en Occidente titulada ‘Infernal Affairs (Juego Sucio)’. Un lastre que apoya malintencionadas teorías de agotamiento en la filmografía de Scorsese, pero que soporta a la perfección cualquier tipo de cotejo, fundamentalmente, porque estamos ante una libre adaptación del filme asiático y no un ‘remake’, como se viene diciendo. Ambientada el South Boston, donde la policía estatal está en guerra con el crimen organizado, Billy Costigan (Leonardo DiCaprio) es un joven policía cuyos orígenes hacen de él un postulante idóneo para convertirse en un topo dentro de la mafia, un infiltrado sin ningún contacto ni reconocimiento oficial y obligado a arriesgar su vida en el seno de la organización más peligrosa de Massachussets dirigida por Frank Costello (Jack Nicholson). La misma organización criminal que, curiosamente, ha sido capaz de preparar a otro joven, Colin Sullivan (Matt Damon), para que repita el mismo juego, infiltrándose como uno de los máximos agentes policiales de la ciudad. Un cruce imposible, de dobles juegos, de traidores denominados ‘ratas’ en una coyuntura donde no hay tiempo para descubrir la identidad del adversario.
La gran diferencia entre ‘Infernal Affairs (Juego Sucio)’ y ‘The Departed’ es que Scorsese se centra en desarrollar la parte más retórica y ficcional del libreto de William Monahan, sometiendo los resortes de la narración a su impetuosa y elegante disposición visual, sabiendo llevar al espectador por un carrusel de convulsiones argumentales, de poderosa emoción, de encrucijadas repletas de matices que se deslizan entre lo exagerado y lo imposible, pero que no afecta a la credibilidad de un espectador situado en todo momento en una posición de atención constante ante el absorbente control de un Scorsese apoteósico, que sabe llevar al público con agilidad, astucia e invisible precisión hacia un juego psicológico de unos personajes muy físicos, enfrentados a un grado máximo de pesimismo y traición.
Dentro de este juego de dobles identidades, existe un arma de doble filo. Por una parte, en el análisis de los componentes de la intriga que, como en toda ficción, esgrime improbables casualidades, ardides y argucias de ilusionista, como los fortuitos encuentros entre personajes, vertiginosas afiliaciones, cartas olvidadas en una mesa, teléfonos móviles pinchados o ese as guardado en la manga de un desenlace que roza el surrealismo, pero que desborda con una inesperada traca final. Casualidades solventadas con la coherencia con la que todos los elementos y personajes están construidos para no caer en lo grotesco. Por la otra, en un material que se inicia con inflexibles elipsis dentro de un guión dinámico, con bruscos giros perfectamente ensamblados, Scorsese opta por salvaguardar su ilación argumental y visual, polarizando sus obsesiones, su elegancia y clasicismo donde el relato se cimienta en el arrollador y brillante despliegue de acontecimientos y sobresalientes diálogos que sitúan el retrato simétrico de dos personalidades destinadas a encontrarse en un panegírico de precisa narración, ajustada a un ritmo salvaje e infatigable. ‘The Departed’ es, en su fondo y en su forma, una espiral de mentiras, de simulación orquestada hacia la superposición de apariencias que se van retroalimentando con una fuerza narrativa apasionante en la que infiere el ritmo cómplice que sabe dar a la función la excepcional Thelma Schoonmaker.
‘The Departed’ es también una constante pugna de contrastes y ambivalencias, de enfrentamientos dialécticos, de forzadas imposturas situadas en los débiles términos de lo verdadero y lo falso, aquellos que pueden romperse por un mínimo desliz o una mirada insegura. Existen dualidades a lo largo de todo el metraje; de las dobles identidades de ambos infiltrados, en la doble relación con la psicóloga interpretada por la dulce y sugerente Vera Farmiga, doblegada por el romanticismo de un Sullivan artificioso y, por contra, pasional y salvaje en su furtivo encuentro con Costigan, translúcido en sus sentimientos con el único soporte que encuentra en su tormento de soledad. Pero también, en la divergencia de tonalidades que utiliza un inspirado Michael Ballhaus para fotografiar el oscuro South Boston, las tarbernas irlandesas donde se fermenta el crimen o en la luminosidad de una comisaría que se vuelve nocturna y lóbrega a medida que avanza la acción. Luces y sombras de mundos paralelos hermanados en la corrupción y la conjetura como signo de un artero espectáculo de mafia y orden, vinculados por la ambigüedad y disueltos finalmente por la verdad y la muerte.
Scorsese engloba ese espíritu irlandés, alejado de Beacon Hill, del ‘smell the coffin’ que subraya el contexto de paranoia, confidentes, encerronas y baños de sangre de la mafia regida por Costello, para reincidir en su inconfundible devoción por los bajos fondos que tanta importancia han tenido en la obra del cineasta, bien sea en Nueva York o, ahora, en Boston, donde transcurre la historia de estos antagonistas de orígenes similares que eligen opciones morales opuestas, variantes trágicas de un análogo determinismo. Pero existe una salvedad fundamental en esta película con respecto al resto de la filmografía el cine de Scorsese, ya que, en términos morales, ésta es la historia con menor implicación personal del director. Si antes, el catolicismo era el símbolo metafórico de exoneración moral, ahora lo es la representación del mal, encarnada en el sugestivo Costello y su glorificación de poderoso atractivo.
En el cine de Scorsese algo ha cambiado. La familia sigue siendo la clave que mueve el mundo, pero disgregándose paulatinamente, viendo a su vez cómo se desintegran las creencias en un mundo oscurecido y sin Dios, reflejado en esa provocación con fondo de reproche a la Iglesia Católica en boca del personaje interpretado por Nicholson. En un orbe de hipocresía y mentira, nadie se salva de la sátira acusatoria. Es otro de los elementos que patentizan la renovación de Scorsese, la abolición de esos planteamientos clásicos que muchos de sus acólitos echan de menos, esperando el regreso de un cine que, en la actualidad, el cineasta ha modernizado, confiándose, en esta ocasión, a realizar un ejercicio de ficción y suspense sin prejuicios, con una dirección violenta y amparada en la solidez de una arquitectura narrativa sin concesiones a la gratuidad de unas imágenes nacidas (y homenajeadas) de la literatura de ‘El hombre que era jueves’, de G. K. Chesterton o en la cinefilia de ‘El delator’, de John Ford, más que en su precedente oriental.
Tal vez sea cierto que todo el tinglado sea una profusión de estilo, de planificación creada para y por el lucimiento, no obstante, esta afirmación queda disipada por el remanso que ofrece su objetividad estética. Tal vez también sea cierto que la maquinación argumental de Monahan pretenda encauzar la película a un final sorprendente y hemoglobínico, pero teniendo en cuenta en todo instante que tiene el lógico desarrollo que impone una conclusión poco previsible. Ni siquiera las licencias de algunos personajes como el de Costello y sus incoherencias hacen que se rompa la conexión emocional que ofrece el convulsivo ritmo que Scorsese propugna sin indulgencia hacia la reflexión y que va más allá sobre lo que se percibe en pantalla. Todo es una encomiable consecución orientada al cine de acción. Lo que hace que ‘The Departed’ sea una inolvidable muestra de empirismo que no deja lugar a la indiferencia.
Apoyado en un portentoso reparto, el pulso adiestrador de Scorsese marca las fantásticas interpretaciones de dos jóvenes llamados a ilustrar lo mejor del cine actual; la persistente demostración de talento de un actor en pleno auge como Leonardo DiCaprio, que consolida su posición con madurez y solvencia en un torturado rol plagado de matices, y la versatilidad de un Matt Damon capaz de ofrecer los diversos rostros de ese infiltrado que sucumbe a sus propios errores y dudas. Ante el delicioso histrionismo del siempre fantástico Jack Nicholson no queda más que disfrutar con esa (aquí comedida) genialidad intimidatoria que traspasa la pantalla. E incluso sería un error no destacar la aportación de secundarios como Martin Sheen, Ray Winstone, Alec Baldwin y la inesperada inmensidad con la que Mark Wahlberg enfatiza su estupendo acento bostoniano de clase baja con la estupenda interpretación del malhablado Dignam.
Inconformista, controvertido, honesto con su obra y dispuesto a crear historias sin límites bajo la inspiración de un complejo lirismo de lo salvaje, ‘The Departed’ es una película que busca, hoy en día, su condición de inclasificable, capaz de llenar de excesos y probidades las pantalla, pero con factor común en el cine del maestro; su persistente estudio de la personalidad humana a lo largo de su impronta antropológica, casi minimalista, respondiendo a la nada arbitraria voluntad de un estilo formal y narrativo que se ajuste a un enfoque lo más intrínseco y subjetivo posible para cada una de sus películas.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2006

Mala noticia: se retrasa el estreno de 'The Backwoods'

El gran Koldo Serra ha enviado esta madrugada una pequeña nota informativa de desventurado contenido que trunca las expectativas de aquellos que aguardaban con impaciencia el estreno que supondrá el lanzamiento público de una de las mejores películas españolas de este año.
“Amig@s, compañeros y demás fauna variopinta...
Tengo el poco gustoso placer de informarles de que el inminente estreno de ‘The Backwoods / Bosque de sombras’, se retrasa. Parece ser que en vez del 1 de Diciembre, lo más probable es que la fecha del estreno sea el viernes 16 de Febrero.
El motivo de semejante p*tada es que al parecer casi el 100% del elenco tiene imposible asisitir al estreno y cumplir con sus labores promocionales durante la semana previa. Todo sea por conseguir mayor promoción mediática en febrero.
En fin... Los que no la hayan visto en Donosti o Sitges, tendrán que esperar hasta Febrero. Lo siento.”
Habrá que esperar un poco más para descubrir el talento de un director que ha creado una ópera prima que, una vez disfrutada, va acrecentado sus bondades en el recuerdo de aquellos que ya hemos tenido el privilegio de poder asistir a esta muestra de cine irrepetible, cita obligada para el próximo febrero.
Desde el Abismo, un abrazo de ánimo, amigo Koldo.

lunes, 6 de noviembre de 2006

Un mes de 'Cult Movies' en Salamanca

Un mes de ‘cult movies’ en el Moderno
El café Moderno organiza un ciclo a lo largo de todo el mes con una heterogénea selección de películas de culto que se proyectaran los lunes y los jueves de este noviembre.
Una ‘cult movie’ o película de culto alude a la terminología aplicada a aquellos filmes que, debido al proceso inverso lógico, van adquiriendo importancia a través del paso del tiempo, revalorizando su sustrato e importancia y convirtiéndose en un modelo a seguir o en un producto absolutamente vigente en la actualidad, independientemente del éxito que tuviera en su día. A veces, una película de culto se define por el apoyo incondicional de cinéfilos, de sectores de la crítica o por la categoría de trascendencia que alcanza una obra cinematográfica injustamente relegada. En una sociedad de consumo, donde el ‘mainstream’ define muchas veces las predisposiciones fílmicas, la síntesis de lo prefabricado viene en ocasiones dada por el lema ‘película de culto’ por las propias productoras a través de sus mastodónticas campañas publicitarias. Pero las auténticas películas de culto son elevadas a esa categoría por los cinéfilos, por el apego a esas cualidades que destacan por encima de valores estéticos considerados clásicos, por encima de la calidad intrínseca de la persona o de la obra. En cualquier caso, los motivos para tal calificación son insondables. El Café Moderno (Gran Vía 73) abre este mes de noviembre un ciclo de películas que han pasado a pertenecer al selecto grupo de ‘cine de culto’ con ocho muestras de diversos géneros e idiosincrasias heterogéneas que marcaron con su valor la historia del cine y que verán su proyección los lunes y los jueves de este mes a las 20:00 h. en la universitaria ciudad de Salamanca. Yo estaré allí casi todos los días.
Lunes 6: ‘Arrebato’, de Iván Zulueta (1980).
El ciclo abre fuego con la obra de culto más importante dentro del cine español en toda su historia. Una incuestionable ‘cult movie’ que supone la más extravagante, sugestiva e hipnótica cinta de su controvertido autor. Cine dentro del cine, prontuario sobre la enfermedad y la obsesión, sobre el frenesí adulterado provocado por las drogas y que expone el axioma de Antonin Artaud: “El cine tiene, sobre todo, la virtud de un veneno directo, una inyección subcutánea de morfina. Por todo esto, el objeto del film no puede ser inferior a su poder de acción, y debe participar de lo maravilloso”. La película de Zulueta supone una experiencia individual tan fuerte que cualquier cosa que se añada sobra.
Jueves 9: ‘Blow Up’, de Michelangelo Antonioni (1966).Una obra maestra del arte y ensayo centrada en la moderna y atractiva vida del Londres de los años 60. Antonioni se inspiró en un relato de Julio Cortazar para abordar la filosofía existencialista, llevando al espectador a un estado de reflexión profundo, en el que cuestionar la existencia y contradecir la naturaleza de la realidad. Antonioni ofrece una trama de suspense cuyos ejes giran en torno a la paradigmática obsesión que se establece entre un fotógrafo y su profesión, en fotos transformadas en perturbadoras abstracciones que logran el expresionismo del color, utilizando un teleobjetivo para eliminar el campo de profundidad de las imágenes y descubrir verdades inéditas.
Lunes 13: ‘The Warriors’, de Walter Hill (1979).
Presentado como un ‘neowestern’ urbano y radical, ‘The Warriors’ reúne todas las características para trascender a través de los años, debido, en gran parte, a que sus personajes son arquetipos carentes de profundas sinecuras y motivaciones con una sola directriz como fin de su violenta conducta; la de sobrevivir. No hay una búsqueda de la causa, porque, pese a que estos antihéroes contienen un variado inventario ético sólo quieren sobrevivir a una batalla de proporciones gigantescas tiene lugar en los bajos fondos de Nueva York, donde los ejércitos de la noche, con más de 100.000 integrantes de guerrillas callejeras, luchan a muerte desde Coney Island a Manhattan.
Jueves 16: ‘Grupo Salvaje’, de Sam Peckinpah (1969).
Magistral western crepuscular sobre una banda de forajidos en plena revolución mexicana. Un grupo de asesinos y ladrones a los que les pesan los años, sumergidos en códigos de honor y lealtad ante las adversidades. ‘Grupo Salvaje’ contiene elementos comunes al cine de Peckinpah; violencia, traición, amistad, perversión, hipocresía y el reflejo de la decadencia de unos antihéroes llenos de dolor, como sórdido retrato de una comunidad sometida a la destrucción. ‘Grupo Salvaje’ es la una de las obras maestras del ‘western’ y la mejor película del maestro Peckinpah, que supo reflejar esa América impúdica y empobrecida donde sólo queda lugar para la desesperanza.
Lunes 20: ‘Le samouraï’, de Jean-Pierre Melville (1967).
Alain Delon dio vida al hermético y frío asesino a sueldo Jef Costello, un hombre marcado por el código de honor japonés Bushido, estricta cédula ética por el que se regían los samuráis. Excelente pieza del cine negro francés, donde la calidad de los diálogos y su uso taxativo amparan una cuota de interés magistral. La obra maestra de Melville se ha mantenido como uno de los títulos más importantes del género dentro de la historia del cine y es una película capital a la que le han rendido homenaje cineastas como Godard, Scorsese, Tarantino, Jarmusch o John Woo.
Jueves 23: ‘Taxi Driver’, de Martin Scorsese (1974).
Inextinguible ‘cult movie’ de uno de los grandes clásicos del cine. Scorsese, junto al guionista Paul Schrader, otorgó una historia que transgredió a su época, un drama lleno de angustias y temores, de violencia y redención. ‘Taxi Driver’ supuso un comprometido análisis de la desesperación de Travis Bickle (magistral Robert de Niro), un hombre alienado por la sociedad, solitario ex combatiente, incapaz de integrarse en un universo plagado de prostitución, violencia, intereses e incomprensión donde la paranoia sólo puede ser soslayada por la catarsis.
Lunes 27: ‘El fantasma del Paraíso’, de Brian de Palma (1974).
Inspirándose en los mitos de ‘Fausto’ y ‘El Fantasma de la Ópera’, De Palma creó un extravagante musical de terror muy personal, alejado del género como se entiende habitualmente. Los personajes de Gaston Leroux y Goethe se fusionan bajo la mirada de un singular director en el mundo de la industria musical. Brian de Palma, en uno de sus mejores títulos, desarrolla esta historia con una estética deslumbrante, pletórica de vigor visual, con sus habituales movimientos de cámara, palpitante montaje, valientes angulaciones, cámara subjetiva o split screen. Eclécticos elementos narrativos que dotan a la película de una fascinación superlativa.
Jueves 30: ‘Carretera Perdida’, de David Lynch (1997).
El proyecto de ‘Carretera perdida’ comenzó con la expresión ‘Lost highway’, que menciona uno de los personajes del libro de Barry Gifford ‘Night People’. A partir de esa sugerente frase y de algunos otros pensamientos comunes a ambos autores, Lynch creó uno de los títulos más hipnóticos del cine contemporáneo y una ‘cult movie’ en toda regla por su fascinación e inaccesibilidad. Una película cuyo designio esencial es la incertidumbre, la creación de perturbadoras sensaciones a través de la divergencia entre el sosiego y el sortilegio enfrentado a la paranoia de la locura, la violencia y el sexo. Una obra de imponente fuerza expresiva, con un poder de transmisión portentoso que no dejó indiferente a nadie.

viernes, 3 de noviembre de 2006

PES 6: el motivo de la no-actualización de este weblog

Toda ausencia tiene un fundamento y causa que la provoca.
En este caso, el Abismo no se actualiza desde el pasado martes ¿La razón? Indefectiblemente, el lanzamiento del Pro Evolution Soccer 6 por parte de Konami. Una actitud total de negligencia asumida que compone uno de los pocos actos de lucidez que he tenido en mucho tiempo: superponer el absurdo juego del PES a este blog.
Como breves líneas dedicadas a este juego, que más que una diversión de ocio colectivo se ha convertido en un alcaloide visual que malversa el tiempo libre de los miles de jugadores que están enganchados, hay que apuntar que, pese a sus pocas novedades en el conjunto total, el nuevo PES ha corregido algunos de sus mínimos errores anteriores y ha mejorado algunos movimientos, que ahora son más sutiles y reales en pases y combinaciones, en su mejor texturización, en el control del balón con más realismo en los tiros según posición y velocidad… Pequeñas aportaciones que no aportan visibles novedades pero que mantiene el perfecto equilibrio de juego que tenía su anterior versión.
En cualquier caso, el PES sigue siendo el mejor juego de fútbol del mercado (ya os comenté las ‘maravillas’ del FIFA 07). Se intuye que este PES 6 pueda ser una versión de transición, el final de la saga para Play Station 2 y su impoluta despedida antes de pasar de pleno a la Nueva Generación, a la revolución del fútbol binario.
Tan sólo echo de menos el trabajado parche de los chicos de pesoccerworld.com con los encendidos comentarios del ‘Carrusel Deportivo’, de la SER (¡Dame un purito!). Por ello, hay que soportar la somnífera narración de los monótonos y letárgicos Juan Carlos Rivero e Iñaki Cano. A ver si estos infatigables muchachos nos vuelven a hacer felices de nuevo.
¡Ahí va! ¡Pero si ya es casi fin de semana!
Perdonad que voy un momento a…

martes, 31 de octubre de 2006

Review 'The Black Dahlia'

El exceso y la vacuidad del ‘noir’
‘La Dalia Negra’ es una desacertada adaptación de la novela de Ellroy que muestra al peor Brian Del Pama, más preocupado de su exhibicionismo visual que de una confusa trama carente de sentido.
Insurrecto y dinamitador, tan irregular como genial, el realizador nacido en Newark, ha compuesto una de las filmografías más extrañamente apasionantes del cine contemporáneo. Congénere de cineastas tan influyentes como Scorsese, Spielberg, Bogdanovich o Coppola, Brian De Palma representa la capacidad de riesgo que siempre ha caracterizado a aquellos cineastas buscadores de nuevos caminos fílmicos en correlación con una evolución personal y creativa insobornable. De Palma es también un creador acostumbrado a extremos antagónicos, actitud que le ha convertido, en uno de esos directores admirado y odiado a partes iguales, acreditando que con su cine no se admiten términos medios.
Uno de los géneros que más ha visitado el polémico director ha sido el cine negro, pero hasta ahora nunca en su variante más clásica, aunque tampoco exenta del inconfundible universo del hampa poblado de gángsteres donde los contraventores de la sociedad transgreden el orden legal, con personajes subordinados a las tensiones de un entorno corrupto en el que no falta la hermosa ‘femme fatale’, atractiva y seductora, que juega peligrosamente en el límite de la turbiedad. ‘La Dalia Negra’, basada en la genial novela de James Ellroy (adaptado con habilidad en ‘L.A. Confidential’ por Curtis Hanson) era, a priori, la lógica evolución de un cineasta que tiene en cintas como ‘Vestida para Matar’, ‘Doble Cuerpo’, ‘Fascinación’, ‘Impacto’, ‘Scarface’, ‘Los Intocables de Elliot Ness’, ‘Carlito's Way’, ‘Snake Eyes’ y ‘Femme Fatale’ obras que, directa e indirectamente, ya aludían a la vertiente genérica del cine negro, desde una perspectiva manierista y muy personal, circunscribiendo sus bases a un campo privativo y reconocible en el realizador, a sus obsesiones fílmicas más conocidas; la modernidad, la extrema visualidad de cuidado esteticismo, la técnica efectista y su propensión temática el vouyerismo, el sexo, la política y la dualidad humana.
Dentro del cine negro, De Palma ha propulsado su conocida vertiente de manipulador, pues se trata sin duda de un virtuoso del espíritu rupturista y provocador, perceptible en muchos de sus filmes, donde invoca al tan ‘hitchcockiano’ recurso del ‘McGuffin’ para introducir sus ostensibles iconos en la forma y el contenido, mezclando tendencias argumentales y estilos cinematográficos que generan esa diversidad de opiniones que siempre le han acompañado. Sin embargo, ‘La Dalia Negra’ parece aspirar a ser la gran obra dentro del género en el cine de De Palma. Lo tenía todo para provocar encendidas discusiones acerca de su triunvirato formal y estético para adaptar una de las novelas negras más apasionantes de los últimos años creadas por Ellroy, la historia de dos detectives encargados de investigar un doble caso, el de un asesino rural, afincado en la ciudad como peligroso homicida y la muerte de la ambiciosa Betty Ann Short, actriz de películas de serie B conocida como Dalia Negra y cuyo cuerpo propio fue encontrado diseccionado por la mitad, exangüe, sin órganos y abandonado en un descampado de Norton Avenue.
Sin embargo, a pesar de que Brian De Palma, apela a la materia clásica, aludiendo a una perspectiva cinéfila y violentista que pretende (sin conseguirlo) convertir los elementos clásicos en innovadora disposición, se ve truncada por la falta de coherencia del material argumental con el que Josh Friedman ha trenzado un guión laxo de interés para potenciar sus carencias con la artificiosidad de un producto onanístico del director de ‘El fantasma del Paraíso’, que ha abordado su más ambiciosa propuesta con una extraña esterilización de la intensidad narrativa de las novelas de Ellroy.
De Palma sabe contextualizar la ciudad de Los Ángeles de los años 40, de policías corruptos, combates de boxeo amañados, sangrientas reyertas policiales e insociables detectives en un mundo asediado de ambición y traiciones, habitado por personajes turbios y contradictorios, obsesivos y obsesionados por los fantasmas del pasado. Gracias al portentoso diseño de producción de Dante Ferretti, minuciosa recreación del ambiente, escenarios y vestuario de la época y a la excepcional fotografía de Vilmos Zsigmond, fiel a los clásicos de luces y sombras, imbuida de un goticismo cercano de la visión expresionista la película cuenta con la gran virtud de ser un hermoso retablo de un momento histórico concreto. Pero De Palma parece más preocupado en su exhibicionismo visual, en subrayar algunas escenas pletóricas de violencia, donde la exageración es consciente (aunque sin perder el realismo contextual y su estilizada realización), pero que termina por desatender el universo temático de Ellroy. Una actitud que acentúa la falta de ortodoxia de todo el filme.
‘La Dalia Negra’ es un pretencioso y recargado homenaje a los arquetipos y lugares comunes del cine negro que alberga en su interior todos los tópicos detectivescos y ‘femmes fatales’, violencia y suspense, investigación criminal y obsesiones de todo tipo. Un costoso producto sin alma, una historia ‘pulp’ de subtramas retorcidas que caminan vagamente sin rumbo definido, perjudicada con elementos anecdóticos, en la que los personajes se convierten en meras marionetas, distanciados del público e incluso molestos en sus pensamientos e inquietudes con la utilización de ‘offs’, mediante películas confiscadas o en confesiones furtivas en un oscuro motel.
En su radiografía de esa (reiterada en su filmografía) sociedad avariciosa y arrogante, motivada por el éxito y el dinero, donde el poder se simboliza como algo amenazante y violento para un individuo inmerso en un orbe corrupta, De Palma deja a un lado su habitual sentido del delirio con el que plasma su morbosa noción de espectáculo, brindando, eso sí, algunas gotas de genial alarde en puntuales secuencias, con ese estilo pomposo, de ceremonia operística que ha caracterizado al cineasta; como la presentación de la familia Sprague, la vendetta que tiene lugar en un prostíbulo a plena luz del día que arranca con los gritos silenciados de Elizabeth Short o ese crucial asesinato dentro de la trama que mezcla expresionismo, escaleras, vouyerismo, belleza arquitectónica y una caída en ‘ralentí’ a una fuente que se tiñe de rojo. Son las únicas fracciones de interés que prevalecen en la voluntad narrativa de llevar al espectador con consistencia hacia el tópico fílmico y cinéfilo (donde no faltan alusiones al Hollywood clásico con menciones a Sennett, O. Selznick, Paul Leni, Duryea o Alan Ladd y Veronica Lake).
‘La Dalia Negra’ es una amalgama de situaciones desconcertantes y mal hilvanadas, una orgía de excesos que se configura como un decepcionante cinta ‘noir’, incapaz de transmitir cualquier motivación en el espectador con su absurda densidad narrativa, carente de simetría e impropia de un cineasta que parece haber olvidado su inquietud por reinventar perspectivas conceptuales y estudiar formas y estilos, en una película que desperdicia el amplio catálogo de posibilidades de la retórica fílmica y subtramas de poderoso interés, como ese triángulo amoroso desaprovechado en los apagados matices emocionales del filme, de las obsesiones necrófilas y sexuales, de ambivalencia moral, del entorno sórdido y brutal que rodea la acción y que se precipita hacia un ‘flashback’ final que resuelve torpemente (bordeando el ridículo) todos los enigmas y misterios de un filme que quiere ser muchas cosas; una enfática revisitación al cine negro, un resbaladizo relato de obsesiones y fantasmas, de ambición y muerte, de incursión directa a un género con voluntad de trascendencia, pero que, pese a todo, no acaba siendo ninguna de ellas. Demasiado lustre para tan poco fundamento y esencia.
A todo ello se añaden las superficiales interpretaciones de un ‘cast’ descentrado que no logra transmitir en ningún momento la zozobra psíquica que padecen sus personajes. Así, ni un limitado Josh Hartnett cumple como aturdido detective atrapado en la trama policial de dos mujeres que representan la antagónica presencia del ángel y demonio tradicional en el género, ni Aaron Eckhart define su desbaratado rol de enloquecido policía trastornado por el caso de la Dalia, ni Scarlet Johansson, con sus hieráticas poses plagiarias de Lana Turner, consigue resultar creíble en su recreación de doméstica y doliente ‘barbie’ y ni siquiera secundarios como Mia Kirshner logran transmitir cualquier tipo de emoción con su apática recreación de Short. Sólo Hilary Swank, voluntariosa y desbordante de talento, parece dibujar con tino a la ‘femme fatale’ cínica y manipuladora de la función.
Una película, esta adaptación de la novela de Ellroy, que no funciona al esperado nivel de suspense en el escenario policial o en el dramático, en el que prevalecen algunos de sus puntos débiles, de subrayada soflama ético-discursiva, para acabar en una estética construcción de un universo agresivo y clásico, donde no se transmite bajo ningún concepto la determinación de una innegable actitud del cineasta por la persistente repetición de clichés. De Palma se acerca a los equívocos vicios y equivocadas tentativas genéricas de ‘Misión a Marte’ antes que la paradigmática exacerbación de sus propias teorías, enturbiando su reconocido narcisismo de estilo, olvidando incluso, su exhibición más cínica del autoplagio.

lunes, 30 de octubre de 2006

La transformación evangélica de "El Hijo de Sam"

Durante 1976 y parte 1977 Nueva York se convulsionó con la aparición de otro de esos ‘pyscho-killers’ que marcaron la crónica negra de una época muy representativa del miedo de una sociedad americana a los demonios de una década en la que la Guerra de Vietnam, la proliferación de libertades y el ‘hippismo’ se unieron a la aparición de perturbadas mentes asesinas que fueron sacudiendo con sus truculentos actos a un país que empezaba a conocer la violencia y la crueldad en forma de asesinos esquizoides que actuaron indiscriminadamente acumulando víctimas anónimas para pasar casi como iconos folclóricos de las páginas de sucesos.
Uno de ellos fue Richard David Falco, más conocido como David Berkowitz y, a su vez, inmortalizado como "El Hijo de Sam". Berkowitz asesinó, a sangre fría y sin ninguna razón aparente, a siete jóvenes que fueron ejecutados con varios disparos en el cráneo y otras diez fueron heridas de gravedad con el Mágnum del calibre 44 que siempre utilizó esta celebridad homicida. Hombre retraído, acomplejado y depresivo, sucumbía a los arrebatos de ira y violencia, saliendo a la calle a cazar nuevas víctimas, creando una inseguridad social que ya reflejó Spike Lee en su estupenda película ‘Summer of Sam’. Su afán de notoriedad llegaría a tal punto, que Berkowitz dejó notas a la policía amenazando con proseguir su matanza, con sed de sangre y ansias de seguir asesinando inocentes. Notas que rezaban “Soy un monstruo. Soy el hijo de Sam... Adoro la caza”. Incluso llegó a enviar una carta de agradecimiento al ‘New York Daily News’, agradeciéndole el interés que mostraban los medios por sus atrocidades.
La calurosa noche del 31 de julio de 1977 cometió su sexto asesinato (esta vez sacrificando a otra joven e hiriendo en la cabeza a su novio), pero sin la suerte de sus anteriores crímenes, ya que varios testigos vieron su Ford Galaxy y reconocieron a Berkowitz ante el creciente caos colectivo en la ciudad de Nueva York. A lo largo del juicio, se declaró culpable de los asesinatos imputados, manifestando que se llamaba "El Hijo de Sam" porque ése era el nombre del perro de su vecino, que era el que ordenó aquellos feroces asaltos. Para Berkowitz su ‘amo’ canino era, nada más y nada menos, que un demonio de 6.000 años, que le enviaba mensajes de destrucción contra una sociedad que le humillaba y no le comprendía, detonante que le obligó a ser miembro de una supuesta ‘Iglesia del Proceso’.
Su condena: 360 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad. Años después, reconoció haber formado parte del culto satánico de Charles Manson y rectificó sus declaraciones para manifestar que no sólo él había sido el asesino de todas las víctimas, si no que hubo más asesinos que utilizaron un Mágnum del 44 en una orgía de sangre pactada. Una revelación que coincide con las sospechas defendidas por el periodista Maury Terry, que investigó el caso y llegó a la conclusión de que Berkowitz no fue más que el chivo expiatorio de una secta satánica compuesta por varias personalidades importantes del Nueva York de la época.
Tras sufrir un agresión por varios reclusos que intentaron degollarle en la cárcel, David Berkowitz formó en cautividad ‘Forgiven for life’, un movimiento donde el recluso se arrepiente de sus actos y fomenta la conversión al cristianismo mediante una página web dedicada a la salvación de su alma. En ella, Berkowitz lanzará su libro ‘Son of Hope’, narrando su transformación humana y evangélica y donando todos los beneficios de la publicación a las familias de sus víctimas. También hay una carta donde, entre otras cosas, culpa a películas como ‘Rosemary’s baby’ de sus atrocidades, habla de sus tendencias suicidas, de la muerte de su madre como detonante de su locura, del arrepentimiento de sus actos pretéritos, de su paso por Attica y de cómo una noche, leyendo el Salmo 34, versículo sexto, leyó "El pobre hombre lloró y el Señor le escuchó y le salvó de su tortura”. La frase que inspiró su redención.
‘Forgiven for life’ es ua extraña página web con vídeos, declaraciones del propio Berkowitz, consejos para adolescentes, cartas de clemencia y un fondo ultracatólico que incluso acojona más que sus actos del pasado.
Y es que la red es basta e imprevisible.

viernes, 27 de octubre de 2006

'Lo que tú quieras oír', pequeña historia de un desengaño

Y el anterior post de autopromoción me lleva a escribir estas líneas que, desde hace tiempo, le debo al citado Guillermo Zapata, un guionista al que no conozco personalmente, pero que sé, a ciencia cierta (y no por el vídeo de Google), que apoya con su habitual lectura a este delirante Abismo. Durante el rodaje de ‘Corrientes Circulares’, esa gran mujer llamada A.D. me comentó que este espacio de precipitada irreflexión tenía un grupo de seguidores dentro del mundo televisivo autodenominados ‘Los Mindundis’. Zapata, es uno de ellos.
Guillermo Zapata es, además del dueño y señor del interesante weblog Casiopea, guionista de la serie ‘Hospital Central’ y ha debutado como cortometrajista con ‘Lo que tú quieras oír’, la historia de Sofía, una joven que, tras llegar a casa y preparar una cena para su novio, descubre un inesperado encontronazo con la orfandad sentimental en forma de mensaje en el contestador telefónico. Como bien explica el propio Zapata “es una historia de amor sobre la relación entre la ficción y la realidad. Siempre nos han dicho que contábamos historias para evadirnos de la realidad, pero no es cierto, contamos historias para transformar la realidad”.
‘Lo que tú quieras oír’ es un trabajo expuesto como drama costumbrista sobre una ruptura telefónica, sobre ese terrible “ya no te quiero” más bronco y egoísta que existe, el del refugio de la distancia, sin dar la cara, escapando al término de una pareja. Zapata se sumerge en el desconcierto emocional que supone la renuncia de un segmento de la relación y la consecuente destrucción de una vida en común para dar paso a la soledad imprevisible. La agonía de la incomunicación y la tristeza del abandonado dan paso a la manipulación de una realidad injusta para convertirla en una hermosa mentira que permita el poder sentir el recuerdo extinguido que nunca volverá y poder contestar a aquello que no se ha podido adecuadamente, con dignidad.
‘Lo que tú quieras oír’ es un pequeño milagro, honesto y sin pretensiones que vayan más allá que las de contar una historia. Un maravilloso cortometraje donde destaca, por encima de cualquier virtud, la actriz Fátima Baeza, que está sensacional como víctima de ese desengaño amoroso, pero sin olvidar la mirada sutil e invisible de un director con futuro.
Por cierto, gracias a la utilización de las licencias Creative Commons, iniciativa totalmente plausible y con gran capacidad de distribución, Zapata ha obtenido, en un breve periodo de tiempo que su corto se haya visto en 400.000 descargas de su corto.
Podéis ver el corto y encontrar información en su página oficial y una entrevista con el autor aquí.

El Abismo, recomendado en la tele

Las recomendaciones de los blog de cine que más le gustan a Guillermo Zapata incluyen este pequeño caos del inframundo bloguero que es este enloquecido espacio.
Expandiendo fronteras y ganando adeptos gracias a otros que ya están considerados veteranos seguidores de 'Un Mundo desde el Abismo'.
Muchas gracias, amigo Guillermo.