miércoles, 16 de noviembre de 2005

Me ausento del Abismo

Bueno, amigos del Abismo. Me voy.
Me desplazo a Madrid a presenciar el estreno del gran y esperado cortometraje ‘McGuffin’, del inefablemente entrañable Juanma Pachón, con guión de Mikel Alvariño. Mañana, a las 22:30, en el cine Capitol.
Allí estaré hasta el viernes, donde también asistiré a la fiesta de presentación de la 17ª edición del Festival de cine de Peñiscola, que dirige el gran Borja Crespo.
Como veis, me espera mucho estrés debido a esta ardua y extraña afición al buen vivir, la jarana, la actividad social y dipsomaníaca que se dan cita en este tipo de eventos.
Nos vemos el próximo viernes por aquí.
Recordad, hasta entonces, sed felices.

martes, 15 de noviembre de 2005

Regreso a Palahniuk

Alejado de la lectura y saturado de permanecer sumido en el ostracismo informático que me oprime cada día más debido a tanto ordenador, que estoy empachado, decidí pasarme por la Biblioteca Pública, ese ilustrativo dominio de gnosis educativa inagotable y gratuita (ya que soy un paupérrimo desempleado que no tengo ni para comprarme libros), para volver a sentir un ejemplar literario en mis manos. Que ya iba siendo hora.
No sabía muy bien qué encontrar allí. Iba sin idea preconcebida. Algo clásico, tal vez algo de prosa, igual un poco de filosofía intrascendente, autobiografía, ensayo o libro de carácter cinematográfico… Sin esperarlo, ajeno a mi búsqueda, había un libro que reposaba escondido, disponible, esperándome. En una estantería reposaba recién depositado: ‘Error Humano’, de Chuck Palahniuk. Llegué a casa y lo primero que hice fue empezar a leerlo. Y ha sido introducirme en el destemplado universo de este polémico autor, para captarme como pocos autores lo consiguen actualmente.
Algo tienen los libros de Palahniuk (no hace falta reincidir en que es el autor de ‘El club de la lucha’) que encandilan, tal vez la ácida visceralidad con la que aborda cada tema, la forma en que acomete sus objetivos, con una inclemencia que roza la crueldad, con un verismo descriptivo fuera de lo común, sin espacio para la complacencia del lector, desplegando una ironía cínica y corrosiva. Su propensión al párrafo corto y la proliferación episódica hacia lo conciso aportan a su estilo un dinamismo frenético, donde la intención por simplificar no inhibe sus propósitos narrativos, sino que los potencia con una inmediatez asombrosa.
Indagador del lado más oscuro de la mediocridad con su constante purga ilustrativa del ‘white-trash’ americano, detallando sus derivaciones finiseculares y apoyándose en una característica autodestrucción nihilista, observación minuciosa del materialismo que nos rodea, Palahniuk sigue inmutable en su intención de hacernos sentir la brutalidad y el desahucio emocional que ha traído consigo la asumida pérdida del caduco Sueño Americano. Políticamente incorrecto, somete a examen a diversos estratos de la cada vez más hipócrita sociedad americana influenciado y a la vez distanciado de autores como Thomas Bernhard, Tom Wolfe, Don DeLillo, Gordon Lish, Amy Hempel y en menor medida, Breat Easton Ellis.
Y ahí estoy, inmerso en ‘Error Humano’, un libro de veraz y poderosa impronta que va destacando el iniciático detallismo de testosterona que se ofrece en ese Festival del Testículo de Rock Creek Lodge o la inquisición de la América Profunda procurada en los campos de de maíz de Lind (Washington) con el esperpéntico combate de cosechadoras. Una recopilación de artículos que ya visitó en su momento Guillermo Zapata en 'Casiopea' y que, aunque con retraso (como siempre), también ha tenido su hueco en este espacio desordenado llamado ‘Un Mundo desde el Abismo’, que es, como el mismo Palahniuk señala; comedia, tragedia, luz y oscuridad.

lunes, 14 de noviembre de 2005

Absurda suma de parecidos (IV)

A la izquierda el logo de la weblog Anedonia.net, a la derecha el ya célebre de CUATROº.
¿Coincidencia, semejanza…? Juzgad vosotros mismos.

Servidor maldito

Durante el día de ayer y parte de hoy, los problemas con mi servidor han sido constantes, una incesante pesadilla que me ha tenido en vilo por sus molestas consecuencias.
A causa de ello, muchas veces el Abismo ha presentado (y seguro que presentará) un aspecto algo lamentable, sin formato, despojado de su habitual semblante gráfico que se sustituye por un arcaico blanco y desestructura debido a que no carga la hoja de estilos definida para esta Versión 3-0, así como algunas de las cajas creadas en flash allí alojadas. Es lo que tiene hacer que tu página ya no dependa casi de Blogger habiéndola emancipado de su poderoso emporio.
Por eso, pido disculpas por las molestias que ello pueda ocasionar. La tecnología e Internet juegan este tipo de malas pasadas.

domingo, 13 de noviembre de 2005

La calle es mía

Carmen Sevilla, Manolo Escobar, Rocío Jurado, Antonio Banderas, Antonio Burgos, Joey Ramone, los AC/DC… Todos tienen una calle con su nombre.
¿Por qué nosotros no?

sábado, 12 de noviembre de 2005

Review 'The Devil's Rejects'

Displicente ‘cocktel’ sangriento
Rob Zombie reincide en su temática ‘gore’ para volver a narrar las desventuras de la familia Firefly en una suerte de secuela de ‘La casa de los 1.000 cadáveres’.
El rockero de metal industrial Rob Zombie dejó a un lado su faceta más siniestra en el mundo de la música para probar suerte dentro del mundo del cine sin abandonar esa estética lóbrega y terrorífica que ha caracterizado a este músico. Ya como guionista y director consiguió un inesperado taquillazo con su debut en el género del terror con ‘La casa de los 1000 cadáveres’. Este filme, ahora considerado una película de culto, presentaba a una excéntrica familia, los Firefly, un grupo de reaccionarios psicópatas despiadadamente brutales que se pasaban los días disfrutando del asesinato sistemático y del caos. Zombie fue fiel en esa inspiradora codificación radical que supone el beneplácito de los aficionados a este peculiar tipo de cine pringoso y hemoglobínico. Este reverencial homenaje a los pioneros del gore, Hershell Gordon Lewis y David Friedman, en su propagación del ‘softcore’ e ineluctable ridiculización del ‘redneck’ sureño yanqui y su superioridad frente al ‘hippismo’ de una escarnecida época de estupidez sociocultural amparada en el descubrimiento de nuevas sensaciones, el amor libre y la autonomía intelectual se hizo evidente con esta desequilibrada galería de absurdos personajes que poblaron esta enfermiza visión del patetismo de la América Profunda (incluidos padres, policías y ladrones).
Los Firefly retoman sus andanzas en ‘The Devil’s Rejected’ presentada como una especie de secuela de aquélla, una prolongación de las andanzas de la siniestra familia del ‘psycho-clown’ Spaulding, esta vez con algunos de los miembros supervivientes de la sádica prole; Baby y Otis, el hermano subnormal y la madre que los parió a todos. La trama comienza cuando los Firefly se despiertan una mañana a ritmo de los disparos del Sheriff Wydell (William Forsythe) y un equipo de hombres armados que han rodeado su casa, pero sólo Otis (Bill Moseley) y su hermana, Baby (Sheri Moon Zombie), consiguen escapar ilesos del tiroteo. Escondidos en un motel de mala muerte, los dos hermanos esperan a su padre, el ambulante Capitán Spaulding (Sid Haig), acabando con la vida de cualquiera que se interponga en su camino. Según crece el número de víctimas, el Sheriff Wydell decide tomarse la ley por su cuenta encaminándose hacia un depravado duelo final.
Cierto es que la cinta de Zombie es excesiva (que es lo que se espera de la función por parte de los insaciables ‘gorehounds’) y que ofrece momentos de sadismo en una suerte de reconversión maniquea de posturas encontradas en el género (los buenos son aquí los asesinos sin piedad –personificados todos en el sheriff Wydell- y los malos se descubren de la misma manera en que lo hicieran los ‘Bonnie & Clyde’, de Arthur Penn. Lo cierto es que pese a no dejar indiferente a nadie, el discurso de maldad sangrienta de este rockero metido a cineasta se acaba en seguida. Con largas pausas y vacíos en los que todo es previsible y desvarío sin freno (con momentos brillantes pero en su totalidad tediosos y sin gracia), la acción no parece arrancar nunca, Zombie parece más preocupado de enfocar bien el culo de su señora (la incapaz y lamentable actriz Sherri Moon Zombie) y en buscar planos sofisticados de grúa que en contar una historia que se agota a pesar de su más que interesante subtexto.
Lo que podría haber sido una hábil mezcla de terror a la antigua usanza, humor macabro y suspense, se queda en una sensación de “quiero y no puedo”, de ramplonería fílmica y de olvidable producto de rápido consumo. Sin embargo, lo que sí hay que agradecer a Zombie es que, ya alejado del sentimiento ‘camp’ y surrealista desplegado en su primera película como director, propaga aquí su insolente ímpetu degenerado y pérfido con que se recrea en la ferocidad de sus asesinatos, de su bien llevada atmósfera de demencia criminal y de una resolución cismática en la que el género es recompuesto por su director. ‘The Devil’s Reject’ es un espeluznante retrato de la violencia que no conoce ley, creado por uno de los directores de terror más singulares de nuestros tiempos.
Miguel Á. Refoyo © 2005

viernes, 11 de noviembre de 2005

No importa que llegue el invierno

Porque han llegado los calcetines de seis metros con la posibilidad de alargarlos y recogerlos según convenga.
La gran incógnita es porqué la chica que hace las veces de modelo se sube a un árbol para lucir estos peculiares escarpines.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Review 'Broken Flowers'

El existencial viaje de un Don Juan caduco
Jim Jarmusch ofrece su mejor trabajo en años con una intimista introspección en la verdad de un aburrido y viejo seductor enfrentado a su pasado.
El cine de Jim Jarmusch, desasido pero a su vez dentro de la esencia independiente del cine contemporáneo, ha tenido siempre como finalidad (buscada o no) un discurso autorreflexivo y cogitabundo que se dilata más allá de la historia que esté contando. Jarmusch está acostumbrado a disertaciones aparentemente vaporosas, pero en realidad cargada de profusa mordacidad y austero sentido consecuente con sus historias. En ‘Broken Flowers’, el cineasta norteamericano se sumerge en un terreno que responde a sus expectativas fílmicas, ya que a pesar de tratarse comedia agridulce, es ideal para desplegar su característica estructura narrativa que procede de una elaboración estética reconocible y constante, apoyada en todo momento en un determinismo minimalista que utiliza, a su vez, los espacios, las miradas cruzadas y los largos silencios como contrafuerte medular de un filme que, más allá de su trama argumental, en este caso, se descubre como poético y amargo.
La desconcertante y seductora ‘Broken Flowers’ narra la vida de Don Johnston, un circunspecto mujeriego entrado ya en los cincuenta, propenso a la depresión y al estoicismo ante la vida y sus conflictos (su joven novia acaba de dejarle) que un buen día recibe una misteriosa misiva de color rosa sin remitente notificándole la existencia de un hijo desconocido concebido hace más de dos décadas. Debido a la persistente insistencia de un vecino aficionado a la resolución de casos criminales, Don es obligado a repasar su vida a través de su currículum sentimental, de las mujeres con las que compartió su vida casi veinte años atrás. Un reencuentro con el pasado formulado como sardónica visión de una temática cultural americana tan enraizada a la tradición cinéfila como es el género de ‘road movies’, un viaje de búsqueda (también iniciático, en un plano moral) que tiene como soterrado objetivo el hallazgo de la verdadera identidad existencial del sujeto que lo realiza.
Antes de encaminarse a la gran aventura de conocer la verdad sobre su posible hijo, empujado por su vecino y por las circunstancias, Don es un hombre que pulula por su casa en chándal, que ve películas antiguas hasta altas horas de la mañana y puede estar en silencio escuchando un réquiem de Gabriel Fauré mientras bebe una botella de champán, ensimismado en su propia apatía frente a la soltería y a la aversión que siente hacia el compromiso, percibiendo que su misantropía es lo que conoce como verdadero hogar. La perplejidad de la existencia es la clave que Jarmusch ofrece al espectador como punto de partida de una travesía nostálgica y agraviante por el pasado de un individuo al que le han colgado la etiqueta de Don Juan (muy enfatizada en su inicio) y que ha acabado por creérselo, pero que aún así permanece escéptico ante el devenir de los acontecimientos. Cansado de su vida y atormentado por la inconsistencia de sus amores pretéritos y actuales, aburrido por la rutina que le abate diariamente, decide emprender ese esperpéntico escrutinio a su pasado sentimental, esperando encontrar una respuesta al sentido de su vida. Para ello, Jarmusch no traiciona sus hábitos fílmicos, dotando a la imagen de un mutismo que prepondera por encima de lo que se está contando, conformando la acción de esta deliciosa película en sutiles planos que realzan la contemplación de cada viaje (gravitando sobre las notas de una portentosa selección de canciones), deteniéndose en las seductoras mujeres que quisieron en algún momento de su vida al protagonista, respondiendo o eludiendo la recurrente cuestión capital de la cinta, aceptando un ramo de flores y reviviendo todas ellas, por instantes, el amor transformado en recuerdo, lástima u odio que sintieron o sienten por Don.
La gran baza de ‘Broken Flowers’, en su ilusoria trama detectivesca, es que no se aportan indicios o pistas que lleven una verdad que incluso puede ser incierta, ni subrepticias explicaciones que aporten la certeza al espectador de que lo que contiene esa carta rosa es cierto. Jarmusch prefiere reconstruir el largo trayecto de Don como una silenciosa travesía hacia su devenir, a la aceptación de su fracaso como persona, de la negligencia vital que ha perpetuado a lo largo de veinte de años reflejada, de diversas formas, en esas flores rotas que simbolizan las mujeres que ha ido dejando y a la semilla perdida que supuestamente dejó diseminada en alguna de ellas. Un efecto que derivará en melancolía, devenida en añoranza, cuando Don visite a una amante ya fallecida que, sin ningún tipo de prosopopeya, deja ver que era a la mujer que más amó (justo después de visitar a la única que le guarda rencor) o, tal vez, en el momento en que asume que su vida no ha sido más que un espejismo de lo que el consideró como ideal, elevado a eterno amante, como el Don Juan incapaz de reconocerse en una madurez aburrida y cotidiana. Es entonces cuando Jarmusch identifica a su personaje con el desengaño de reconocer que todas esas mujeres significaron bien poco para su protagonista y que éstas, en cierto modo, también viven engañadas en esa misma espiral de ostracismo.
Para que todo esto resulte eficaz, no sólo basta con el virtuosismo de su director para dotar de credibilidad un guión que, en su estructura, es bastante sucinto y sobrio, sino que Jarmusch halla en sus intérpretes el elucidario para que todo funcione a la perfección en su intimista visión de la madurez, empezando por un Bill Murray (que aunque recuerde a su Bob Harris de ‘Lost in Translation’) esconde bajo ese hieratismo y gravedad de todo, una imperceptible expresividad que palpita vehemencia emocional, con un dominio del gesto adusto, aparentemente perdido, para obtener un hilarante resultado de regusto melancólico, así como el elogio colectivo que merecen las cuatro flores rotas: Sharon Stone, Frances Conroy, Jessica Lange y Tilda Swinton, que hacen de sus breves apariciones excelentes composiciones interpretativas.
‘Broken Flowers’ es, en consecuencia, una hermosa fábula de un antihéroe que recibe el triste encontronazo con el abatimiento que provoca la incertidumbre y la soledad que acarrea la madurez en un final dotado de filosofía existencial nada gratuita y sí muy reflexiva, donde Don se ampara en la posibilidad de una verdad que ya no existe, en un fantasma sin rostro que puede ser cualquier joven que transite por su perdido pueblo, a un muchacho que tal vez busque un padre que podría ser él mismo, que Jarmusch dibuja en un travelling circular de poderoso sentido cinematográfico. Una historia suficientemente escéptica como para aguantar con lucidez y perplejidad ese desarreglo emocional al que somete al espectador el mejor Jarmusch de los últimos años.
Miguel Á. Refoyo © 2005

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Lo barato sale caro

Estoy bastante indignado.
Los de Adsense, al observar cómo mis beneficios obtenidos por todos los que habéis pinchado en su publicidad (que ascendía ya a más de 40$), han decidido quedarse con todo lo acumulado por el Abismo. Así, como suena, con mi consiguiente cara de gilipollas ante el desgraciado escamoteo.
Me han mandado el siguiente mail, que leído y releído con estupefacción:
“Hemos detectado que se han producido clics no válidos en los anuncios Google de sus páginas web. Por consiguiente, hemos inhabilitado su cuenta de AdSense de Google. Por favor, comprenda que esta medida se ha tomado con el fin de proteger los intereses de los anunciantes de AdWords.
El sitio de un editor no puede tener clics no válidos en ninguno de sus anuncios, incluidos, entre otros, los clics generados por:
- un editor en sus propias páginas web
- un editor incitando a terceros a hacer clics en sus anuncios
- programas que generan clics automáticamente o cualquier otro software engañoso
- un editor que modifica cualquier parte del código de anuncios o altera la disposición, funcionamiento, orientación, o publicación de los anuncios por cualquier razón.
Los editores con cuentas inhabilitadas por clics no válidos no pueden volver a participar en el programa, ni reciben más pagos de AdSense. Los ingresos de su cuenta serán debidamente devueltos a los anunciantes afectados.
Atentamente, El equipo AdSense de Google”.
No sé si ha sido por este post o por un incauto y desafortunado mail comunitario emplazando a mis amigos a echar un vistazo a los anuncios que aparecen en la página. Tampoco he utilizado ningún programa generador de clicks, ni dado a la publicidad más de la cuenta en mis propios posts. Tan sólo cuando quería saber qué edictos publicitarios se daban cita en esta página (también tengo derecho a saber lo que se divulga entre mis contenidos –entre ellos, el blog de una puta, nada menos o la venta de armas de defensa explícitamente prohibidas por las Fuerzas de Orden Público-). Tampoco tengo la culpa de que algún lector cliqueé varias veces con inocentes intenciones benévolas hacia mi persona y me haya perjudicado.
La verdad es que su política está clara y supongo que habré infringido sus normas de alguna manera. Hay que asumir esta perorata legal y aceptar los cánones impuestos que ellos saben manejar tan eficientemente (que para eso es una de las potencias económicas mundiales –ahora sabemos cuál es una de sus fuentes de ingreso, el robo-). Igual les ha parecido que tenían que soltar más de la cuenta y que ellos no se quedaban lo suficiente, por lo que me han decidido inhabilitarme en esta fórmula publicitaria. Sea como fuere, todo esto es positivo, amigos. No os dejéis engañar. Ya sabéis que este tipo de traspiés conllevan consigo una moraleja final: “Venderse barato, sale caro”. He aquí en mí, un claro ejemplo. Este tipo de cosas te hacen persona (como diría el Neng), te curten, como me han dicho siempre. Yo llevo más de una década curtiéndome y recibiendo palos. Que os sirva de ejemplo a vosotros que estáis a tiempo.
Ya sabéis, si queréis desagraviaros en forma de venganza venial con alguien que os caiga mal y sepáis de la utilización de este tipo de publicidad en su página, sólo tenéis que entrar en su web y pinchar varias veces al día para que el Equipo de Adsense le sustraiga lo acumulado.

martes, 8 de noviembre de 2005

Noche de estrenos televisivos

CUATROº empezó con mucha suntuosidad alrededor, bastante apariencia y contenidos que, a priori, no anuncian nada nuevo que lo ofrendando a la audiencia por las restantes televisiones generalistas. Iñaki Gabilondo apareció rodeado de todos los rostros de la nueva cadena, que sonreían como si alguien les estuviera apuntando con un arma automática. Todo lo contrario que el célebre periodista que, muy serio en todo momento, fue pasando el testigo a Raquel Sánchez-Silva (y su flequillo), Boris Izaquirre o Michael Robinson, entre otros. Todo bastante fingido, producto de los nervios, posiblemente. Eso sí, las cabeceras y los logos de CUATROº siguen siendo tan simples y mohínos que resultan de lo más cutre. Mala imagen de lanzamiento para la pretendida idea innovadora de esta etapa catódica en la televisión nacional.
Gabilondo abrió la programación con su informativo nocturno, demostrando que es hombre de radio, que la tele no es su entorno natural. Permaneció hierático y agarrotado, con excesiva austeridad y exceso de protagonismo, sumido en un plató titánico que empequeñece al periodista, sentado en una descomunal mesa en la que se ubica tras haber ofrecido los contenidos delante de una gran pantalla que proyecta pésima infografía y presentaciones a lo ‘powerpoint’. A esto, se sumaron varias disgregaciones subjetivas por gente especializada (algo que, subjetivamente, siempre he odiado) sobre diversos temas de actualidad, un reportaje de investigación llevado a cabo por el propio Gabilongo ( que se fue a Francia, nada menos) y muchas cuestiones sin resolver lanzadas al espectador con la pretensión de hacerle partícipe del informativo. Fueron las pautas que tuvieron como puntilla, primero, a la Ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, como reportera de campo (con micrófono y desplazada al lugar de los hechos ¡y en directo!) y, después, una entrevista de lo más surreal e inacabada a Pascual Maragall y Esperanza Aguirre.
La posterior gala dejó una desigual interpretación de lo que serán los programas que van a componer la parrilla de la nueva cadena; cutrez disfrazada de ‘glamour’ y esnobismo en el hediondo ‘Channel 4’ de Boris (que con guión está perdido), una irritante Siñeriz y el reiterativo pero brillante Juan Carlos Ortega, el humor improcedente y cogido con pinzas de Carlos Latre en ‘Maracana 5.0’, donde está excluido de las opiniones deportivas de Paco González y Michael Robinson, con imitaciones que no vienen a cuento y que sólo entorpecen el espacio ayer avanzando (aunque si algo sobra es esa mujer con apariencia de madura calentorra llamada Connie Quintero), el augurio de arriesgada variedad por parte de la siempre estimulante Raquel Sánchez-Silva en la noche de los viernes con ‘Noche Cuatro’, una esperpéntica serie que, bajo el título de ‘Suárez y Mariscal, caso cerrado’, aporta una temeraria originalidad en forma de investigación criminal con dos funcionarios de policía en excedencia y algún que otro espacio que deberá divulgar esa frescura y compromiso jovial del que tanto se ha hecho gala en su lanzamiento. Adjetivos que no aportarán ‘Rompecorazones’ (que estoy viendo en estos momentos y deja mucho que desear), conducido por Deboarh Ombres, el imposible remedo de ‘Locos por la tele’ que llevará Nico Abad con ‘Soy el que más sabe de TV. del mundo’ o la manida fórmula de ‘Pack 6’, con varios jóvenes intentando consumar proezas urbanas, como colgar un cartel en pleno centro de Madrid.
La esperanza, no obstante, se reserva para algún que otro evento televisivo como ‘Noche Hache’ que, por lo menos ayer, prevaleció en interés sobre sus acólitos programas de emisión. La duda está en saber si Eva Hache, excelente colaboradora y mejor humorista, podrá soportar sobre sus hombros un ‘late night’ con ella como maestra de ceremonia. Esta noche, lo sabremos. También siembra interés la actualidad en manos de un todoterreno del cinismo como es Pablo Carbonell, que estará al frente de ‘1 equipo’, con Antonio Muñoz de Mesa, Antonia Moreno y Maria Julia Oliván y sus cuatro formas de encontrar una noticia.
Todo son especulaciones. Aunque ‘Cuatroesfera’, presentado Manuela Velasco, Víctor Masán, Kira Miró, Frank Blanco y Johann Wald despide un aroma rancio de fárrago bastante pernicioso y chungo, una miscelánea entre ‘Club Megatrix’, ‘Los 40 principales’, ‘Nosolomúsica’… y cualquier programa ya visto dedicado a las series, la música y las nuevas tendencias. De ésos en los que tienes que soportar las chorradas impuestas por sus petulantes protagonistas si quieres ver un espacio medianamente interesante. Ayer prometieron todo lo mítico que ofrendaba CUATROº. La contrariedad se cristaliza en que, para volver a disfrutar de ‘Comando G', ‘La Pantera Rosa’, ‘South Park’, ‘Treinta y tantos’, ‘Más allá del límite’, ‘Los Roper’, ‘Twin Peaks’ o ‘El gran héroe americano’ hay que madrugar a las 7:30 de la mañana y trasnochar hasta las 4:00. Y, por si fuera poco, aguantar a unos presentadores con ganas de hacerse los graciosos y destacar. En cuanto a series en horario “normal”, muchas reposiciones (‘Friends’, ‘Buffy’ o ‘Alias’), alguna novedad llamativa (‘Alerta Cobra’, ‘Anatomía de Grey’ o la comprometida ‘Matrioshki’) y esa ‘Medium’ protagonizada por Patricia Arquette que ya avanzaba Woed como algo destacable.
Habrá que darle tiempo, como a todo.
Mientras tanto, Carolina Ferré, la que fuera novia de Buenafuente, colocada estratégicamente la noche de los lunes para no coincidir con su ex-maromo (que también produce con El Terrat), intentaba solazar al personal como bien podía a la (me temo) poca audiencia que tuvo su estreno de su nuevo ‘Plan C’, que incluyó una alicaída mesa de debate con invitados que, extrañamente, en vez de insultarse y hacer el ridículo, hablaron de actualidad con discreta corrección. Juan Luis Cano (lo mejor, como siempre), Rosario Pardo, Pedro Reyes y la menos trascendental Esther Arroyo fueron los protagonistas. Aún así, sus disquisiciones tampoco fueron nada del otro mundo.
Luego, una entrevista a Miguel Bosé, un clásico dentro de un programa de estreno, en una sección llamada ‘El preguntón’ y a seguir aguantando ‘sketchs’ chabacanos y sin gracia que tuvieron su punto nefastamente álgido en ‘El dossier’, donde una impasible colaboradora sin gracia (de la que ni me molesté en quedarme con su nombre) presentó un reportaje donde se llamó Anticristo al jugador del Barça Eto’o bajo una supuestamente teoría cómica apocalíptica. El programa acabó, con nocturnidad, descubriendo a un famoso ‘tunneado’, en esta ocasión la modelo Martina Klein disfrazada de pirata. Todo muy pobre y sin refulgencia de ningún tipo.
Un deficiente comienzo en su nueva oportunidad televisiva de esta presentadora tan insulsa como postiza.