jueves, 17 de febrero de 2011

17 de febrero: Mi segunda mayoría de edad

El año pasado, el día de mi cumpleaños, me hacía la misma pregunta: ¿Y ahora qué? 365 días después, la incógnita sigue siendo la misma ¿Me preocupo? No. Desde esta foto de arriba en la que poso sonriente como un chaval risueño y con rostro de pardillo que iba fundando sus ilusiones y sueños ha pasado la mitad de mi vida hasta este instante. Entonces tenía dieciocho. La mayoría de edad. Una edad cojonuda, todo sea dicho. Hoy soporto justo el doble. Lo positivo es que desde entonces sólo han pasado años. Casi dos décadas. No se ha perdido nada más. Se han ganado algunos kilos, se ha poblado la barba y se ha perdido algo de pelo. Vamos, lo normal. Sin embargo, si uno conserva la misma intensidad con la que se quieren las cosas, la esperanza tiene que seguir intacta.
Según dicta la experiencia, no hay que sucumbir al paso del tiempo, ni dejarse consumir por él, ni que nos consuma. Pienso en aquellos tiempos proyectados en el presente y soy capaz de determinar varias analogías con las que vivo en estos procelosos tiempos de incertidumbre. Se añoran personas y periodos irremplazables, pero hay un mundo entero por descubrir. Es la ventaja de desconocer qué pasará con tu vida a corto plazo. Sigo siendo una pequeña historia particular y errática dentro de una zozobra endémica, llena de obstáculos por superar. Lo reconfortante y sugestivo es participar en este emocionante juego con las mismas ganas que se tenía a los dieciocho. Y más si ello comporta un desconocimiento total del porvenir ¿Qué me deparará el destino? ¿Qué pasará mañana? ¿Cambiará algo el mes que viene? ¿Qué haré dentro de cinco años? Era la pregunta de entonces y la de hoy. Y hay que hacerlo sin perder las inagotables ganas de diversión y descojone. Nunca hay perder la sensación de jugar como un niño, como un adolescente, con las mismas ganas. Si no, los años acaban por acabar con todo eso. Por eso, en este preciso instante voy a seguir la tradición anual de disfrutar de una buena cerveza fría para celebrarlo. Y luego otra por aquel chaval de la foto…. Y otra más de nuevo por mí y por mi familia y amigos. Y después otra…
Os invito a que hagáis lo mismo y brindéis por mí.
UPDATE
Otro año más las dádivas han sido de nuevo un colofón a un cumpleaños más. Sin embargo, este hecho prosaico y material no es nada comparado al cariño de tus amigos, de la gente que está ahí, a todos los comparten parte de mi vida. Ése es mi mejor regalo cada año.
La lista de este año se compone de los siguientes presentes.
1.- Reloj de cocina Shirt Gigoló para Ale-Hop ‘El Chéf Vive!’.
2.- Bandera oficial del Athletic Club de Bilbao.
3.- ‘Bang! The Bullet!’, juego de mesa, de Emiliano Sciarra. Edición especial.
4.- Cult Classics: ‘Terminator 2’ Series 3 7" T-800 Battle Across Time. De Neca.
5.- Reproductor multimedia y TDT HD Siemens Gigaset HD600 T.
6.- ‘Wilson’, de Daniel Clowes. Reservoir Books Mondadori.
7.- T-Shirt ‘Amanece que no es poco’.
8.- Elástica oficial tercera equitación Athletic Club de Bilbao (Totalmente personalizada para darle caña a la animación a mi equipo del alma).
9.- ‘Mi diccionario de cine’, de Fernando Trueba, Galaxia Gutenberg.
10.- ‘¡Harpo habla!’, de Harpo Marx. Seix Barral.
11.- Una petaca de cuero para darle al ‘drinking’ de forma sofisticada y como los ricos.
12.- ‘Enciclopedia de la gastronomía francesa’, de Vincent Boué, Hubert Delorme con fotos de Clay Mclahan. Blume.
13.- ‘Maquina para hacer pasta’ de CASA.
14.- No se percibe, pero es ‘Canino’, de Yorgos Lanthimos. Avalon.
15.- ‘El guión’, de Robert Mckee. Alba Minus.
* Falta un dvd de 'La red social', de David Fincher. Sony Pictures, que sale el próximo día 15 de marzo.

lunes, 14 de febrero de 2011

XXV Premios Goya: Un discurso inolvidable y una gala interminable

La noche de ayer era especial. Nunca unos Premios Goya habían despertado el morbo entre dos colectivos enfrentados; por una parte aquéllos que están de parte y personifican las estatistas pautas de Ángeles González Sinde y su polémica y controvertida Ley. Por otra, Álex de la Iglesia y su imprevisible actitud con aires de cambio e insubordinación abierto hacia el cambio que supone el modelo de mercado que simboliza Internet. En el exterior, el colectivo Anonymous clamaba contra la ley Sinde desde primera hora de la tarde en protestando contra la ministra de cultura. Obviamente, la retransmisión televisiva obvió en todo instante este movimiento. Las dudas se despejaron sobre el escenario, donde (en breve) el Ex Presidente de la Academia y director de ‘Balada triste de trompeta’ lanzó uno de los discursos más preclaros y categóricos sobre la realidad de una necesaria transformación de la industria audiovisual para adaptarse al presente que supone Internet. La sutilidad con la que lanzó su manifiesto no desmerece lo contundente de su fondo, la cabal reflexión sobre medidas reales, de adaptación y no de censura y temor convierten sus palabras en un ejemplo de elocuencia convencida y convincente.
El discurso de De la Iglesia dejaba en anecdótico esa amable fotografía a la entrada, con Sinde posando con su brazo aferrada al de su antagonista en la controvertida ley en un gesto de decoro por parte de ambos. El gesto adusto y destemplado de Álex en el momento de posar con todos los ministros hacía prever que su alocución podía ser incendiaria y rebelde. “Las reglas del juego han cambiado, Internet es la salvación de nuestro cine” expresaba con contundencia ante la mirada de falsa serenidad de una Sinde que se reconcomía por dentro. La realización de TVE estuvo ahí a la altura, dejando ver la acción y la reacción. Fue el momento más destacado de la gala, lo más destacado y reseñable.
Andreu Buenafuente también sacó partido de la polémica con otra hacha lanzada desde la platea. Descendido desde las alturas su primera frase fue “esto sí es una descarga legal”. Aparte de esta polémica, la XXV edición de los Goya pasará como una de las más largas e inacabables de los últimos años. El reparto de premios se alargó hasta las tres horas teniendo en cuenta que la publicidad no entra en el total del programa ¡Tres horas! No empezó mal la noche, que si un vídeo con ‘gags’ de Andreu Buenafuente integrado en películas españolas, algo extenso, pero eficaz… o… no. Eso sí, mejor que el monólogo de presentación carente de gracia, con humor nacarado por la corrección política, en las antípodas de cualquier intención por reverdecer algún ingenio que diera innovación al presentar a los supuestos protagonistas de la noche, aludiendo a sus trabajos e intentando hacer gracias que no cuajaron por su esencia descafeinada. Mal.
Karra Elejalde fue el primer premiado de la noche por su trabajo en ‘También la lluvia’. Fue el primer escollo hacia lo inesperadamente prolongado de la noche. Un discurso desorientado en el que el actor agradeció su Goya hasta al gato de su hija. El contrapunto de lo que simbolizó el evento el año pasado. Después llegaría un número musical en el que Luis Tosar arrancaría a cantar sobre la importancia de ganar un Goya, uniéndose Asier Etxeandía, Hugo Silva, Paco León y Fernando Guillén Cuervo, que hacía lo que podía para estar a la altura de las excelentes voces del resto de sus ‘partenaires’. Inma Cuesta y Laura Pamplona (¡qué piernas, por favor!) pusieron el toque femenino de un número sorprendente, divertido y bien llevado. El problema: que se dilató mucho. Lo siguiente fue el premio a la mejor canción original. Jorge Drexler ganó, le comió los morros a la Watling y subió al escenario a hacer el ridículo, como siempre que sube a recoger un premio. Cantando con su habitual tono ‘putapénico’ reprochó a los enemigos de Anonymous que tiraran huevos a la entrada del Palacio Real, desprovisto de humor, entrando de lleno en el patetismo y provocando uno de los muchos WTF’s de la noche. Alberto Iglesias volvió a ganar el Goya a la mejor partitura, como siempre que está nominado. Da igual que haya trabajos mejores que el suyo. Si el está entre los cinco candidatos tiene un 100% de posibilidades de ganar. Esto queda muy bien para las porras y apuestas, que es un acierto seguro, sin embargo ya cansa.
Este año se optó por hacer montajes distorsionados de las películas nominadas convirtiéndolas en trailers de otros géneros. El primero fue “Que pasaría si ‘También la lluvia’ fuera un dramón romántico”. De las cuatro nominadas ninguno estaría a la altura, como si el guión hubiera sido confeccionado entre birras, cigarros de la risa y paridas metidas con calzador y casi siempre sin gracia (“Con canciones de Elton John, Isabel Pantoja y Ricky Martin”). En fin. De esa guisa fueron los demás vídeos. Todo iba lento y, por momentos, sin mucho acierto. Lo siguiente no sería mejor. Por si fuera poco, se optó por copiar (por no decir otra cosa) modelos ajenos de otras galas más glamorosas y Buenafuente sacó un micrófono tuneado que distorsionaba la voz con el que jugó un largo rato. Tomó como cómplice a Antonio de la Torre e hizo un número con el perro Pancho, que acudió por segundo año consecutivo a la gran gala del cine español. Ladraba mucho, probablemente porque otra vez el ‘gag’ se prorrogó más de lo debido y la brillantez no fue excesiva.
Otro retazo grotesco fue la ‘sobre-emoción’ de la que hizo gala María Reyes Arias que protagoniza el momento “lo he perfao” de la noche. Jadeando hace que no puede hablar, sobrepasada por el momento. Lo dedicó a su madre, a su padre, a su abuelo… y acto seguido lanzó unos gorgoritos en plan canción terruñera que no entiende ni Cristo hasta que abandona el atril porque no puede contener la emoción. Van dos ridículos en lo que va de noche y se han dado pocos Goyas cuando el reloj sigue su curso. Iban llegando los momentos emotivos de la noche. Hay una gran ovación para Pacual Maragall y su mujer Diana Garrigosa al recoger el galardón al mejor filme documental ‘Bicicleta, cuchara, manzana’, de Carles Bosch. Sin embargo, también se convierte en un momento de cierta comedia, con el móvil del expresidente de la Generalitat sonando con los mensajes de apoyo.
El primer Goya a ‘Balada triste de trompeta’ va para mejor maquillaje y peluquería. Sería uno de los dos únicos que se llevaría. Más emotividad incapaz de emocionar. Marina Comas, de nueve años, agradece su Goya a la mejor actriz revelación entre lágrimas y balbuceando el nombre del Agustí, de la Nuria y del Walter. No se sabe si por la turbación o porque no está muy acostumbrada a hablar en castellano, casi no se le entiende.
Cuando salió a la palestra Álex de la Iglesia la cosa estaba tan fría que sus palabras reivindicativas, su respuesta a la Ley Sinde y su seriedad trufada de sinceridad convirtieron, por su forma como por su contenido, el discurso en el instante más memorable de la noche. “Internet no es el futuro sino el presente”, “Sólo ganaremos al futuro si somos nosotros los que cambiamos, los que innovamos, adelantándonos con propuestas imaginativas, creativas, aportando un nuevo modelo de mercado que tenga en cuenta a todos los implicados: autores, productores, distribuidores, exhibidores, páginas web, servidores y usuarios”. Álex de la Iglesia se retiró ante el rostro brillante y de villana de película infantil de una González Sinde que no recibió de buen agrado el discurso del presidente. Aunque no fue la única, la enorme papada de Leire Pajín y el gesto adusto de Gerardo Herrero e Icíar Bollaín también se dejó ver en la retransmisión televisiva.
Todavía quedada una eternidad para que acabase la gala. Un vídeo paupérrimo para hacerle un homenaje a Luis García Berlanga tampoco es digno de una pérdida tan importante en nuestro cine. Pero lo insertan como pueden, para no olvidar su pérdida en noviembre de 2010. Algo que tampoco ayudaría a agilizar y mejorar la noche fue un despliegue de luces de colores y estrellas con un dialogo sin gracias entre Buenafuente y Maribel Verdú que acaba aludiendo a Scarlett Johansson en una anacronía de humor que no consiguió ni una sonrisa real. El punto de belleza lo pusieron sobre el escenario María Valverde y Adriana Ugarte. Laia Marull se llevó su tercer Goya a casa, esta vez como secundaria. El Goya a la mejor dirección artística comienza a enfocar que ‘Pa negre’ va a ser la gran triunfadora de la noche sobre ‘Buried’, que se llevó el mejor guión original para el americano Chris Sparling ante las frías palabras de Cortés agradeciendo el premio por su guionista. La presentación de los guiones por parte de Loles León y Carlos Areces mejor no comentarla. David Pinillos por ‘Bon appétit’ se llevaría la dirección novel en otro momento entrañable pero cómico. La novia de éste desde el patio de butacas graba la concesión del premio a su chorbo con una cámara para ‘El País’. La emoción y los nervios hacen que su grabación tiemble y se mueva como si fuera una película de Greengrass.
La realización del vídeo del ‘In memorian’ en recuerdo de la gente del cine fallecida durante el pasado año es desastrosa. De hecho, no se ven la mitad de los nombres. Lo que le faltaba a la gala. Lo siguiente no es mejor. Si no habían tenido suficiente con plagiar en ‘gag’ de los Emmy, la presentación del Goya a mejor actor imita con descaro precisamente a uno de los errores más importantes de los últimos años en los Oscar. Seleccionar actrices que encomien el trabajo de los nominados, que incluye una pérdida de tiempo y algo de absurdo por impostura y afectación. Pilar López de Ayala, Mercedes Sampietro, Ariadna Gil y Lola Dueñas fueron las encargadas de linsojear a los nominados. Antes de que el ganador subiera a su premio, un imbécil habituado a joder todo tipo de saraos tuvo su minuto de gloria, sospechosamente ante la pasividad de todo el mundo. Javier Bardem agradeció con corrección el galardón que le empieza a colocar en número imposibles de Goyas, el quinto que recibe desde que recibiera el de ‘Días contados’. Un vídeo de animación a la española y Santiago Segura de blanco y promocionando ‘Torrente 4’ parecía que enfilaba la recta final de la noche. Ni de coña. Aún quedaba mucho más. Fernando Trueba dejó que Mariscal hiciera un rancio discurso sobre el cine en pantalla grande, con Dolby y palomitas en una sala, como alguien ajeno a la industria que ha sido teledirigido con un discurso absurdo. Por si fuera poco, Carmen Machi y Jose Corbacho hacen acto de presencia para dilatar aún más el sofocante retraso que se lleva sobre el tiempo previsto. Nada. La gracia tampoco se hizo la aliada en su vínculo de (no) humor con Buenafuente. Sin sentido, después de las aplastantes palabras de De la Iglesia.
Al Goya de Honor, Mario Camus, lo presentaron como Federico Luppi. Y el director de ‘Los Santos Inocentes’ hizo otro discurso memorable (aunque interminable), abogando por la cantera, por el cine joven, por la oportunidad de los que empiezan. González Sinde en vez de atender a las sabias palabras del maestro, lee un folleto y pasa con arrogancia de lo que sucede a su alrededor con una evidente falta de respeto. Después Federico Luppi, que no Mario Camus, habla sin venir a cuento de fútbol, de Leo Messi y su balón de oro y del Mundial de fútbol ante un Leonardo Sbaraglia con ese rictus de alucinado que muestra en muchas ocasiones. A partir de ese momento, el aburrimiento se había instalado definitivamente abanderado por las constantes miradas al reloj. Cuando se presenta el Goya a la mejor actriz, con Alberto San Juan, Juan Luis Galiardo, Eduard Fernández y Andrés Pajares, éste último deja otro instante caricaturesco. El de un fulano con la jeta de botox hasta las cejas diciéndole a Belén Rueda, otra operada pero no tanto: “Mírame a los ojos”. Nora Navas deja claro como mejor actriz por ‘Pa negre’ que la noche, además de larga y mortecina, ha dictado lo previsible de lo poco que queda, por mucho que Rodrigo Cortés ganara el Goya como mejor montaje por ‘Buried’. Rosa María Sardá y Juanjo Puigcorbe están un poco más acertados con su complicidad humorística al presentar al mejor director: Agustín Villaronga es el ganador de la noche cuya estela de éxito se extiende con el premio gordo para ‘Pa negre’, que se ha llevado nueve cabezones de los catorce a los que optaba.
Las grandes derrotadas han sido ‘Buried’ y, sobre todo, ‘Balada triste de trompeta’. Pero a nadie le importa. Después de tres horazas todo acaba como empezó, con Buenafuente subiendo a los cielos y dejando la que ha sido una de las galas más extensas que se recuerden que, si bien no ha sido de las peores, no logró el beneplácito de la audiencia por mucho que batiera récords de espectadores. Veremos qué sucede el año que viene, con la que está a punto de caer, con un presidente en funciones que ha dado un golpe encima de la mesa y el cine español, quieran o no, en una fase en la que tienen que asumir cambios si quieren salir de esta crisis eterna que lo envuelve. De momento, Almodóvar y Segura tienen película por estrenar. Siempre se puede poner de excusa que su abultada rentabilidad hará subir la cuota de pantalla que se ha conseguido este año.
LO MEJOR
- El discurso de Álex de la Iglesia.
- La tercera retransmisión On-Line de Chico Santamano en ‘Bloguionistas’. Imprescindible.
- El número musical y coreografías iniciales, que hacían prever algo diferente y bien llevado.
Pero no.
- Emma Suarez y Aitana Sánchez-Gijón que no desmerecen al lado de las jóvenes maría Valverde y Adriana Ugarte, los auténticos “pibones” de la noche.
- Mario Camus, pese a que se le fue la mano con el tiempo y la extensión de su discurso. Sus palabras deberían ser el acicate para pensar en profundidad sobre los problemas de nuestro cine.
- Que la realización de TVE dejara en primer plano la papada a lo Jabba the Hutt de Leire Pajín. Impresionante y terrorífica imagen de la noche.
- La escenografía y el Teatro Real, inmenso recinto que da vistosidad a la gala, aunque ésta no le correspondiera con la calidad que se esperaba.
- Que se acabara la gala.
LO PEOR
- El peinado loco y con tupé de Pilar López de Ayala.
- El guión de la gala con evidente falta de humor e ironía.
- La falta de inspiración de Buenafuente. Muy bien en el vídeo de prólogo, pero se fue apagando demasiado pronto. Una lástima.
- Como siempre, Ángeles González Sinde.
- Que no apareciera Jose Luis Garci, un reto que se le escapa a De la Iglesia.
- La falta de ‘glamour’ y emoción. Así como la carencia de anécdotas y algo de gracia en los agradecimientos y en el tono general de la velada.
- Jorge Drexler, el hombre sin gracia, el hombre que dormía profundamente a las cabras.
- Las abundantes operaciones de cirugía estética en nuestras estrellas de cine español no se corresponden con las de Hollywood. Desde Belén Rueda, a Lydia Bosh hasta llegar a Juan Luis Galiardo y Andrés Pajares. Spain is different.

viernes, 11 de febrero de 2011

Diez años sin "Adares"

Era parte del paraje cultural de Salamanca, un retazo humano que albergaba la sabiduría de la vida, con un porte nostálgico e ilustre, tan característico de su ciudad como podía serlo la misma Plaza Mayor, la Catedral o ese espacio del que él formaba parte; la plaza del Corrillo. Remigio González, conocido por todos como “Adares”, era un poeta callejero, popular y cercano, amigo de todo el que se paraba a charlar o a comprar sus libros de poesía. Guardó escrupulosa lealtad a su territorio, a su entorno, en los aledaños de la iglesia de San Martín, donde acudía cada día, religiosamente, a ofrecer su arte a cualquiera que se acercaba a su pequeño puesto de versos.
Un hombre contracorriente, cuyo talento progresó al margen del rumbo editorial al uso. Él era así, diferente. Acudía diariamente con su mesa plegable en la que extendía su vida poética en pequeños libros que escondían fragmentos de una vida singular, una perspectiva única. “Adares” fue un poeta del pueblo que necesitaba de él para nutrirse y volcar su visión en sus páginas. Utilizó los soportales de una vía transitada que le representa como aula urbana, para escapar de cualquier categorización literaria y huyendo, paradójicamente, de lo que hoy en día representa para su ciudad: una pequeña leyenda a la que se echa de menos, cuando han pasado diez años después de su fallecimiento.
Arraigado a su tierra, a las palabras terruñeras, la descripción de sus estrofas revelan el afecto que le tenía a Salamanca y a su entorno, así como a sus gentes y al espíritu cultural que él mismo, sin reconocerlo, simbolizaba. Palabras dotadas con un fondo telúrico y excepcional, propio e inconfundible, del mismo modo en que su efigie quedó grabada en la memoria colectiva de esta ciudad que pierde poco a poco las señas de identidad cultural que aquel hombre personificaba. Dejó más de cuarenta libros de asombrosos poemas. Hoy en día, su sombra sigue siendo alargada. Varios miembros destacados del mundo de la cultura salmantina siguen acordándose de la figura señorial de ese artista silencioso de barba cana, gorra visera y pañuelo al cuello. Unos lograron editar un libro recopilatorio con lo más granado de su obra poética, mientras otros, siguen clamando justicia e impotencia ante la no concesión por parte del Ayuntamiento de esta ciudad de una merecida estatua para honrar su memoria en el lugar donde él pasó su vida ofreciendo poesía al que pasaba.
Me apena decir que conseguí más de ocho mil personas para un grupo llamado “Una calle para Vicente del Bosque”. Hoy, el seleccionador no sólo tiene una avenida, también tiene premios de todo tipo, es consejero de Iberdrola y hasta le han concedido un título nobiliario. El grupo de Adares se queda demasiado mermado ante esta cifra. Y no es justo. Remigio González nunca ganó una Copa del Mundo, pero para nuestra ciudad era parte de su corazón, parte de su esencia. Y por eso merece este reconocimiento institucional. Para que todo el mundo, cuando pasen por el Corrillo, recuerde y descubra la figura de un hombre, gran poeta a la vez que humilde, que dejó una huella profunda en la memoria colectiva de una ciudad que añora su legendaria estampa.
Ilustración: Tomás Hijo.

jueves, 10 de febrero de 2011

La Duquesa y los dardos del humor español

A raíz de la noticia de la supuesta inminente boda de Cayetana De Alba con el empresario veinticuatro años menor que ella Alfonso Díez, han surgido todo tipo de rumores y especulaciones. La prensa del corazón, en su perpetuo estado de vigilia y rapacidad ante este tipo de saraos, se ha frotado las manos, relamiéndose y babeando ante un asunto que, en el fondo, resulta tan intrascendente como cualquier otra noticia de sus absurdos sumarios. Ni siquiera es cierto. No habrá boda. Al menos, de momento.
No tendría mayor importancia si no fuera porque, una vez más, el humor español, aquél que se rebela perspicaz y satírico en cuestiones tanto baladíes como trascendentes, que deja de tomarse en serio cualquier disquisición para obtener una gracia falta cierto tacto, llega a ser tan cruel e inesperada que sorprende en su capacidad de catarsis y comedia. La incorrección política no tiene límites. Como se dice “El humor negro es como las piernas: hay quien tiene y hay quien no”, de ahí que un tema del corazón haya sido la diana perfecta para que la red social Twitter convirtiera el asunto en Trending Topic, sin ningún respeto, con mucha burla cabrona, de ésa que no es plato de todos los gustos, pero que ha dejado en #bodaduquesa algunas perlas envenenadas como las siguientes:
- “La frase mas dicha ese día será: No somos nadie”.
- “El 97% de los invitados a la boda todavía no han confirmado su asistencia”.
- “La novia tardará tanto en llegar al altar q la gente creerá que está viviendo un deja vu”.
- “Tim Burton ha anunciado que quiere ir a la boda para grabar la secuela de La novia cadáver”.
- “Del banquete de bodas se encarga Nutribén”.
- “A la salida de la iglesia los invitados no tiraran arroz, tiraran Viagra”.
- “La novia en lugar de velo, llevará sudario”.
- “La banda de música tendrá dos partituras: la marcha nupcial y la marcha fúnebre, por si las moscas”.
- “Los novios ya tienen reservada la UCI nupcial para la primera noche juntos”.
- “El cura dirá ‘-Puede embalsamar a la novia’-”.
- “La gente gritará ‘-¡Que sobrevivan los novios!’-”.
- “Primera boda en que cuando el cura diga ‘puede besar a la novia’, el novio no le levantará el velo, le apartará la mascarilla de oxígeno”.
- “El tiempo que tarde la Duquesa en llegar al altar será utilizado como baremo en la formación de estalactitas y estalagmitas”.
- “Y fueron felices... y se la comieron las lombrices”.
- “En la boda de la Duquesa, al Cristo lo sentarán en la mesa de los jóvenes”.
- “Se rumorea que la duquesa tomará solomillo con clenbuterol para darlo todo en la noche de bodas”.
- “A un lado los familiares del novio, al otro lado la segunda temporada de ‘The Walking Dead’”.
- “En vez de lanzar el ramo de la novia, tirará una corona de flores con una banda”.
- “Mike Newell detenido por incitar a la duquesa a casarse tras ver ‘4 bodas y un funeral’”.
- “Habrá dos curas en la boda. Uno para oficiar la misa y otro para dar la extremaunción al que lo desee”.
- “Se rumorea que utilizarán la mítica Excalibur para cortar la tarta”.
- “¡Oído cocina! 500cc de suero fisiológico y un primperan para la mesa 4!”.
- “Cuando la orquesta diga “A mover el esqueleto”, será literal”.
- “El vídeo de la boda se titulará ‘Paranormal Activity 3’”.
- “El Rey ha declinado con gusto el derecho a pernada”.
- “Van a demandar a la boda por plagio en su título ‘Este muerto está muy vivo’”.
- “Confirmado, Caronte será el chofer de los novios”.
- “El novio ya se ha hecho los análisis de sangre y ella los del carbono 14”.
- “Lo que Dios ha unido que descanse en paz”.
- “Han pedido expresamente que en el banquete no se sirva fiambre por respeto a la novia”.
- “Acompañando al fotógrafo, un equipo de restauradores”.
- “R.I.P., R.I.P., ¡Hurra!”.
- “Ocho de cada diez urólogos tendrán un paciente como invitado en la boda”.
- “El novio ya ha elegido banda de música para el banquete: Tocaran los Vetusta Mola”.
España y su inextinguible forma de hacer humor.

miércoles, 9 de febrero de 2011

'Si o no', el juego antitético del corto del aborto

A simple vista puede parecer cualquier cosa menos lo que es. El cortometraje ‘Sí o no’, de Isabel Poveda Llanos, presentado en la nueva edición del Notodofilmfest.com impone cierto grado de compromiso por parte del espectador. No tanto en el fondo argumental, si no en la metodología con la que se debe percatar su intención, su desmedido mensaje antitético a lo que el espectador presencia. A priori, podríamos pensar en el laxo debate que genera el aborto, en su perorata ‘pro-vida’ que defiende la necesidad de proteger el espíritu humano y salvaguardar la institución de la familia. En un primer vistazo, se podría resumir la línea idealista del corto como un manifiesto ejemplarizante de los derechos humanos del nonato salvaguardado en los postulados ultracatólicos que aluden al aborto eugenésico como atroz amoralidad. Un llamamiento más a la reflexión de padre que intenta inculcar con razonamientos a su hija adolescente para que no lleve a cabo una decisión que parece errónea. Es decir, que podría ser el nuevo corto abanderado por el colectivo antiabortista para su nueva campaña publicitaria concienciadora construido con una estética abaratada y funcional.
En un primer visionado sería lo más lógico. Sin embargo, es maravilloso el juego visual que proclama más bien lo contrario, en una infectada argucia malévola que lanza un mensaje antagónico a la doctrina filocatólica. Analizado con detalle, visto dos o tres veces, estamos ante una destructiva y total transformación del corpus estético e ideológico de la directora con respecto a las alusiones intencionales de su trabajo. Una vez descubierto el juego visual constructivista, que no esconde ni camufla su propósito en un plano final sin ningún tipo de atenuación que desarregla lo que, a priori, hemos visto sin ver, se radicaliza la percepción de lo visto. Te quedas con la boca abierta y lo que “parecía ser” se convierte en otra cosa bien distinta. La información se dosifica afectada por la distancia focal, por el juego de foco de los personajes que, en el movimiento de enfoque de los personajes, da con el elemento clarividente de la perversa intención de la realizadora.
Las claves vienen dadas fundamentalmente por ESTO, pero antes por ESTO y definitivamente por ESTO OTRO. Una pena que este corto juguetón y vanguardista no haya sido considerado como finalista.

martes, 8 de febrero de 2011

Review 'Red (Red)', de Robert Schwentke

Jubilados y peligrosos
El alemán Schwentke se desvincula de la severidad del cómic de Warren Ellis hacia un tono cómico mucho más gamberro y frívolo que se beneficia con la solidez de un elenco provisto de complicidad y sentido del humor.
La adaptación del ‘comic-book’ en que se basa el filme de Robert Schwentke ilustra ese punto de partida donde la venganza forma parte de la articulación argumental que se desarrolla en el estilo de un Warren Ellis que siempre está predispuesto a guionizar sus viñetas con un fondo inmoral. ‘Red’, en su versión cinematográfica, se inspira en el trazado del cómic, pero de un modo refinado y dulcificado. De entrada, no adopta todos los preceptos del original, ya que evita trascendentalizar ese poso político de subversiva visión sobre los sucios engranajes de la CIA y la burocracia militar llevada al extremo.
La historia se centra en Frank Moses, un tipo retirado que vive un estilo de vida normal y relajada, que tontea telefónicamente con Sarah Ross, una operadora de la agencia que supervisa su plan de jubilación y con la que comparte una supuesta filia a la lectura de novelas folletinescas. Pronto se deja claro que Moses ha trabajado durante años como agente de sombrías operaciones dentro la CIA y que su vida “normal” no encaja en la aspiración por volver a las andadas. En el instante en que unos asesinos armados invadan su casa para acabar con él, sabremos que, por algún motivo, se quiere eliminar a varios agentes retirados de la CIA y el M16. Es entonces cuando comienza la búsqueda por descubrir quien ha dado la orden, debiendo reunirse de nuevo y regresar al mundo del espionaje que dejaron hace años atrás.
Ya el arranque del filme deja claro que la película en ningún momento se va a tomar en serio así misma. Ni al argumento, ni a sus personajes. Comienza desvinculándose de la severidad y el desafecto del cómic hacia un tono cómico mucho más gamberro y frívolo. No se trata de un ‘thriller’ tanto como de una comedia negra de acción, que es la clave utilizada en la redefinición fílmica del material originario. Estamos así ante una bravata crepuscular que gravita en la ligereza con la que Schwentke narra la acción. ‘Red’ se ordena en dos únicos niveles; la comedia de adaptación a un estilo de vida rutinario incompatible para ex máquinas de matar y otra donde la espectacularidad se alía con las ansias de explosiones para hacer alarde de peleas, armas de fuego y una conclusión tan divertida como licenciosa.
‘Red’ tiene su punto de apoyo en la autoironía con la que Bruce Willis encabeza el reparto, asumiendo el envejecimiento del personaje y el suyo propio, sutil y muy bien llevado, preconizando la estela apagada de aquel héroe de los 80, cine asociativo a la acción que hoy en día puede parecer pasada de moda, pero que reverdece la nostalgia por aquellos tiempos. La generación caduca, aquéllos héroes de la CIA que ejercían con contundencia en la Guerra Fría son hoy juguetes rotos que han sido suplantados por otra quinta mucho más sofisticada y adaptada a los nuevos tiempos. En esa índole de ofrenda, ‘Red’ responde al ejemplo de unos “carrozas” que han traído sus fantasmas personales a la actualidad; la Guerra fría, los viejos recovecos y rencillas o las venganzas y traiciones de entonces. Podría equiparase a ‘Los mercenarios (The Expendables)’, de Sylvester Stallone, en su instauración sobre el esquematismo y el arquetipo intencional. Ambas responden a la concesión de una aventura previsible y violenta, tremendamente festiva, cuya absoluta simplicidad la hacen adictiva y sin dobleces. Sin embargo, aquí no existe la ideología política paródica y desquiciada de aquélla, sin duda mucho más críptica que su discurso, más allá de la metáfora acerca de la implacable posición mundial hegemónica. ‘Red’ se aleja del ‘actioner’ nihilista y se apega más a un discurso melifluo sobre la rebeldía contra la senectud y la cotidianidad en un ámbito singular.
En esta esfera, estaría más cerca de películas como ‘Cowboys del espacio’, de Clint Eastwood o ‘Going in Style’, de Martin Brest que unifican su tentativa de rutina y costumbrismo dinamitados por el espionaje de ‘Mentiras arriesgadas’, de James Cameron o ‘Sr. y Sra. Smith’, de Doug Liman. Uno de los puntos de mayor integridad dentro del cóctel de referencias y querencia hacia lo híbrido, viene dado en esa historia de amor inacabada que da contrapunto cómico el reencuentro, tras varios años, de Ivan Simanov (Brian Cox), que simboliza la Rusia marchita, anclada en el tributo a aquellos tiempos nucleares pasados y Victoria (Helen Mirren), gran dama de la agencia que sigue teniendo el gatillo fácil pero que se ha sofisticado con los años hasta ejercer de francotiradora a la que no le tiembla el pulso cuando hay que disparar contra el enemigo (una de las imágenes más agradecidas del filme, por otra parte).
‘Red’ no cuestiona las reglas, se centra en el sentido de la amistad y la lealtad entre veteranos, con un espíritu añejo, que parece querer funcionar cuanto más se aleja de la gravedad crítica que sustentaban las hojas de Ellis y Cully Hammer. Vale que se echa en falta una mayor coherencia en sus requiebros argumentales, que personajes como los de Rebecca Pidgeon, Richard Dreyfuss o Karl Urban carecen de cierto empaque, pero lo cierto es que el sentido de la acción, que a veces sufre de una habilidad desigual a la hora de enganchar al espectador, no decae en ningún momento.
Para ello, Schwentke, que ejecuta las variables cinematográficas de un modo formalmente impecable, sobre todo en aquellas de acción y explosiones, parece saber que cualquier carencia del guión (en esta caso de la adaptación de los hermanos Jon y Erich Hoeber) se subsana con un reparto espectacular que tiene el sentido del humor y la complicidad como armas para que todo fluya de un modo vertiginoso. Además de Willis, Morgan Freeman ejemplifica la veteranía de un consolidado icono del cine moderno, dejando espacios a John Malkovich, sin duda alguna la paranoica pieza clave de la comedia dentro del armazón del ‘thriller’ y la acción. Incluso evoca la memoria cinéfila con la inclusión del legendario Ernest Borgnine sirven de apoyo para que el conjunto resulte entrañable.
En este terreno es en el que, a pesar de que ‘Red’ no acabe por aprovechar todas sus posibilidades y abuse de sus recursos cómicos, la coyuntura se va solventando gracias a la capacidad de sus intérpretes para ir sorprendiendo. De ahí que cuando todo comienza a tornarse en inconexo, alejado de cualquier planteamiento argumental vinculado hacia la coherencia sintética, llegue Mirren y su pose distinguida para levantar las expectativas. ‘Red’ da lo que uno espera. No defrauda en absoluto. Se trata de una locura con dosis de tensión conspirativa, entretenimiento, intrigas y violencia ‘light’ que fomenta la excentricidad ‘oldster’, sin caer en el falso sentimentalismo ni disquisiciones sobre la edad y el heroísmo. El filme de Schwentke opera a un nivel básico de entretenimiento de gran nivel y muestra, a su vez, todo lo mejor sin dejar apreciar lo peor que puede aportar una superproducción de este calibre.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2011
PRÓXIMA REVIEW: 'El discurso del Rey (The King's Speech)', de Tom Hooper.

lunes, 7 de febrero de 2011

XLV Super Bowl: Los Green Bay Packers se llevaron la final más emocionante de los últimos años

Cuando quedaban siete minutos para la finalización de la XLV Super Bowl, el acontecimiento deportivo nacional por excelencia en Estados Unidos, el partido se puso al rojo vivo. Ben Roethlisberger da un pase maravilloso para que Mike Wallace recepcione y anote un ‘touchdown’ que ponía el marcador 25-28 acercando a los Pittsburgh Steelers al rebufo de unos impresionantes Green Bay Packers, que habían dominado con potestad todo el partido. Los Steelers ajustaban el juego dándole la emoción que se espera a una final de esta índole. Menos de la mitad del último cuarto y ambos conjuntos a tiro de ‘field goal’. La adrenalina se dejaba notar en el terreno de los Cowboys de Dallas. Los Steelers empezaron a presionar y subieron desde la 28 para obtener dos ‘down’ con mucha rapidez. Sin embargo, Roethlisberger, que estaba siendo básico para su equipo, no iba a cuajar su mejor noche.
El dúo Aaron Rodgers y Greg Jennings iba a seguir con su recital, haciendo que los Packers despertaran y estuvieran a punto de lograr un ‘touchdown’ que hubiera dilapidado las opciones de los Steelers. No fue así. A cambio, el omnipresente Rodgers, que terminaría la final completando 24 de 39 pases para 304 yardas, pasa a Nelson y los Packers llegan a la 10. Quedan apenas tres minutos. Si anotan se acaba. La emoción está a niveles de máximo. El público sabe que está ante la que puede haber sido la mejor Super Bowl de los últimos años. Cuando llegan a la 5, los Packers anotan un ‘field goal’. En ese momento álgido, a los Steelers sólo les queda intentar el ‘touchdown’ para llevarse un partido que se les ha puesto muy cuesta arriba.
Comienzan desde la 28 y consiguen dos primer ‘down’ con mucha rapidez. Los espectadores de medio mundo, entendidos y neófitos, no pueden quitar ojo a las pantallas de televisión. Máxime cuando los Steelers se ponen en tercera y el pase de Roethlisberger es malo. Se lo tiene que jugar al límite, in extremis. Sólo restan 56 segundos para que acabe el encuentro. El último pase de Roethlisberger, el mejor de los hombres de Mike Tomlin, no encuentra a nadie y los Green Bay Packers se convierten en los nuevos campeones de esta sensacional Super Bowl con ajustado 25-31.
La noche empezaría con un insólito hecho. La cantante Christina Aguilera, enfundada de negro y muy segura de sí misma, expelió con su enfática voz el ‘Star-Spangled Banner’, el himno de Estados Unidos. Nadie esperaba que se equivocase ante el asombro del millones de personas que la apuntan como reina del ridículo. La ganadora de cinco Grammies salió como pudo del trance. Pero a lo que vamos… Los Packers hicieron suyo el prólogo del partido. Los Steelers no empezaron bien. Los pases de Roethlisberger que no encontraban recepción. Los Packers del ‘Head Coach’ Mike McCarthy, se apuntaron en seguida dos ‘touchdowns’; uno desde tercera, con Rodgers buscando un pase en largo que Jordy Nelson llevó hasta la ‘end zone’ y otro por un error de Roethlisberger que le valió a los Packers una intercepción que acabó dándole otros siete puntos y colocando en el marcador una ventaja de 14-0 en el primer cuarto.
El ‘quaterback’ de Wisconsin Rodgers lanzó un pase de 29 yardas para el ‘touchdown’ de Nelson, un hombre clave en este final de temporada, antes de que el defensa Nick Collins interceptara un pase de Roethlisberger y regresara 37 yardas para anotar. Pittsburgh sumaría sus primeros puntos con un gol de campo en el segundo cuarto de Shaun Suisham. Cuando parecía que los Steelers se recomponían en defensa y en ataque comenzando a atacar desde la yarda 22, Roethlisberger vuelve a fallar cuando buscaba a Wallace. Un pase de Rodgers desde 20 yardas hizo que Jennings recibiera justo en la línea de ‘touchdown’. Las cosas parecían inclinarse hacia Green Bay. Nada más lejos de la realidad. Antes del descanso el ‘quaterback’ Roethlisberger, empezó a lavar su imagen y con un pase de ocho yardas al veterano Hines Ward se llegaría al descanso con el primer ‘touchdown’ de los Steelers y un marcador de 10-21.
Lo de los Black Eyed Peas, los gallos de Fergie, Slash saliendo del suelo para hacer una esperpéntica versión del ‘Sweet hild on mine’ o la bufonesca adaptación del ‘The Time Of My Life’, entre otras, mejor ni mencionarlo. Puro horror para los oídos, por muy bonito que fuera el show amenizado por cientos de personas enfundadas en trajes luminiscentes. Los Steelers salieron con la convicción de poder remontar el encuentro. Rashard Mendenhall sumó ocho yardas y encajó otro importante ‘touchdown’. Por entonces, el marcador estaba 17-21 y abría el partido a la emoción. Sin embargo, la figura de Rodgers fue clave en la victoria de los Packers. Su conexión con Jennings dejó en un espejismo la anotación de Wallace tras pase de 25 yardas de Roethlisberger. Los Packers supieron aguantaron hasta el final con su mínima ventaja, que se selló con el ‘field goal’ de Mason Crosby para coronar a los Green Bay Packers otra vez como campeones de la Super Bowl desde 1997.
Por supuesto, Rodgers se alzó con el MVP de una noche que siguieron alrededor de 150 millones de persona a lo largo y ancho de los 200 países a los que llegó la señal televisiva. Los Packers recogen así el testigo de campeones de los Saints de Nueva Orleáns y rubrican con un impecable partido una de las finales más emocionantes de las últimas ediciones y en el que hubo polémica, ya que algunos cientos de aficionados se quedaron fuera del estadio como prevención debido que las fuertes nevadas invalidaron una zona del estadio. Otros 1.250 aficionados fueron reubicados de lugar antes que diese comienzo el encuentro y la indignación y frustración del partido más importante del año hizo que Jerry Jones, dueño de los Cowboys de Dallas, no lograra superar la marca de asistencia en una Super Bowl. En cualquier caso, con una exhibición de precisión de ataque aéreo, los Packers volvieron a ganar una final después de caer frente a los Denver Broncos 31-24 en San Diego en 1998.
Por su parte, el escaparate comercial que supone la Super Bowl, donde se concentran algunos de los anuncios más costosos y vistos del año, volvió a ser otro reclamo más en una noche donde toneladas de perritos y hamburguesas se cocinan a la barbacoa y millones de litros de cerveza se consumen en el acontecimiento más seguido del año. Cada anuncio puede llegar a costar hasta tres millones de dólares por treinta segundos de duración. Esta XLV Super Bowl trajo de nuevo 63 ‘spots’ de lo más variopinto; desde la estrambótica argamasa conceptual que unió a Justin Bieber y Ozzy Osbourne para la tienda de electrodomésticos ‘Best Buy’ hasta los de Pepsi-Max, Hyundai Elantra: ‘Hypnotize’, el de Kim Kardashian para Shape-ups, los de BMW y Motorola, el del castor y Bridgestone, el de la Fox ‘The American Family’ con una recopilación de shows aludiendo al evento o los habituales de Doritos, Budweiser y Coca-Cola pusieron la cota destacada de calidad y humor dentro de los intervalos sin juego dentro de una noche muy completa en el que se estrenaron los trailers de películas ‘blockbusters’ como ‘Transformers: Dark of the Moon’, ‘Super 8’, ‘Thor’, ‘Captain America: The First Avenger’, ‘Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides’, ‘Rango’, ‘Rio’ y ‘Cowboy and Aliens’. El diario Boston.com tantea las preferencias de este apartado con un termómetro que indica lo más votado por los telespectadores a través de votaciones por Twitter. Aquí tenéis su curioso ‘Brand Bowl’.
Tenéis todos los vídeos promocionales de esta Super Bowl en el Canal Youtube dedicado a este microvento dentro del espectáculo deportivo.

viernes, 4 de febrero de 2011

La triste muerte de un recuerdo: La Salle ha sido destruida

Hoy es uno de los días más tristes que recuerdo. No por la pérdida de nadie, que muchas veces este blog parece un obituario. Por eso, no estoy triste por la muerte de Maria Schneider, aunque siempre la recordaré como una actriz maldita que descubrió al mundo aquella escena de la mantequilla y dio vida a la rebeldía del momento en un tempestuoso viaje de retraimiento, tribulación, vacío existencial y autodestrucción junto a Marlon Brando en un París gris y funesto. Bueno, un poco sí, pero no es debido a eso. Hoy es un día particularmente triste por una noticia local, de esas que igual pasan desapercibidas para el resto de salmantinos. Se trata de la demolición del edificio de las Dependencias Municipales de La Salle. Allí fue donde se rodó ‘El Límite’ allá por 2002, donde las imágenes del recuerdo empiezan a diluirse bajo la nostalgia de una época de ilusión y esperanzas que se ha quedado rezagada en el tiempo. Mi vínculo sentimental con este destartalado inmueble, con ese museo de los horrores inmundo y desamparado se ha fortalecido con los años y la nostalgia hipnótica provocada desde el primer momento en que lo vi, cuando Eugenio Mira rodaba allí su cortometraje ‘Fade’.
Desde entonces, no he podido quitármelo de la cabeza y he escrito fábulas y proyectos situados en aquel lugar, específicamente para cerrar mi deuda no sólo con otro rodaje que me hiciera regresar después de nueve años, sino por sentir todas aquéllas sensaciones dentro de una ubicación terrorífica e inquietantemente entrañable. Las telarañas, el silencio sepulcral, la mugre y el éter insano del costado perteneciente a la inhóspita Iglesia, que fue reconvertida en los 70 en Psiquiátrico y más tarde en hura de ‘homeless’, ‘okupas’… para pasar a ser festín de misas negras y demás barbaries, dejó en mí una huella profunda, de extraño apego a las hoy desvencijadas instalaciones llenas de pasillos laberínticos acuciados por una atmósfera terrible y enferma.
Me da lástima y me enfurece porque, además del hecho en sí, del derribo de un edificio que podría haber servido de plató para muchos más rodajes, museo, centro cultural o cualquier otro símbolo relacionado con el ocio, tenía planeado rodar allí dos cortometrajes de los tres proyectos que me traigo entre manos. Dentro del alma más triste y sobrecogedora de la legendaria construcción estaba definido el ambiente de ‘Schmerzlos’, centrado en las peleas ilegales y escrito por Iván Sáinz-Pardo y ‘3665’, fábula futurista sobre los recuerdos. Para ambos habrá que buscar minuciosamente otro lugar en caso de que se lleven a imagen. Sin embargo, sé que no será lo mismo. Algo que me entristece, porque La Salle era como un arquetipo de casa del terror, de muerte y aislamiento, de alienación y soledad, de profético Apocalipsis.
Narré con todo tipo de detalle las sensaciones y experiencias que viví en mi regreso a este edificio en octubre de 2009, en un post titulado ‘Regreso a La Salle’, haciendo un repaso de sus lúgubres historias internas, leyendas silenciadas, descripciones espeluznantes de su esencia, de la realidad de un edificio que, en el aquel momento sentí que pretendía decirme algo y no sé exactamente qué fue. Hoy lo sé. La Salle dejaba ver, por su extraño sonido y calma escalofriante, que quedaba muy poco tiempo para su muerte y me advertía, con una malsana brisa, que nuestro reencuentro no se volvería a producir nunca. La Salle ha muerto y una pequeña parte de mí se va con ella. Hasta siempre.
Galería de fotos de las entrañas de la antigua capilla de La Salle.

jueves, 3 de febrero de 2011

El efecto boomerang del 'Holocausto Vigalondo'

Desde hace unos días la cosa está tensa entre varios sectores de Internet por un comentario un tanto desafortunado de Nacho Vigalondo en su Twitter. Se trata de un fenómeno que se ha extendido como la pólvora encendida. Me refiero a lo que se ha venido en llamar el ‘Holocausto Vigalondo’. Por alguna razón, el director de ‘Los Cronocrímenes’ se alzó con una notoriedad repentina al lanzar un golpe de humor negro con intencionalidad casi esperpéntica el pasado viernes: “Ahora que tengo más de cincuenta mil ‘followers’ y me he tomado cuatro vinos podré decir mi mensaje: ¡El holocausto fue un montaje!”. También hizo otro sobre “la bala mágica que mató a Kennedy” que no ha trascendido y que complementaba la verdadera voluntad del chiste. Obviamente, a mucha gente no le sentó bien. A otros les hizo gracia. Muchos la consideramos un guiño intrascendente que no sorprende si uno ha seguido el ‘Twitter’ de Nacho, trufado de frases con ingenio, otras chorradas baladíes, muchas reflexiones desde el humor y juegos de palabras brillantes.
La hilaridad salvaje es uno de los condicionantes que provocan la atracción hacia la figura de un talento innato. Eso queda fuera de toda duda. Ahora bien ¿Debería haber medido Vigalondo las consecuencias de un acto que, en principio, es totalmente inocuo? Por supuesto ¿Todo el revuelo y la derivación a la que ha llevado esto eran previsibles? Obviamente. No voy a entrar a deliberar sobre las intenciones de fondo de estas palabras, ni del medidor de estupidez e hipocresía que ha demostrado con su inesperada trascendencia, ni del fondo real sarcástico de todo el asunto. Ya lo hace el propio Vigalondo y gente lúcida como Alejandro Pérez y Henrique Lage, entre otros, al comparar este hecho con ese tipo de humor incómodo que no es, por supuesto, ni tan nuevo ni tan polémico como parece.
El problema llega cuando una frase, un ‘twitteo’, se convierte en noticia, entrando en vigencia la manipulación informativa que se filtra a través de los códigos periodísticos y se utiliza como arma arrojadiza y de interés por parte de ciertos sectores mediáticos y que representa, a todas luces, un peligro. Me refiero al hecho de la manipulación falseada que se ha llevado a cabo en la tergiversación de un hecho puntual y desafortunado. De repente, frases en cadena, opiniones sinsentido y una profunda decepción acerca de la comunicación 2.0 se ha adueñado con locura sistémica y estupidez bizarra dentro del cada día más blandeado mundo periodístico. La tromba de titulares, de análisis de cuaderno de primaria y, lo peor, las derivaciones que han acarreado una frase en pleno énfasis noctívago y festivo definen mucho la insensatez del tono crítico que pone en duda la fiabilidad de los periodistas de hoy en día, que son capaces de hacer una noticia ya de por sí ridícula.
Los matices y la tonalidad se han perdido entre el efecto de la colectividad sobre un mensaje que ha regresado como un boomerang siendo otra cosa, con otra forma aterradora, como un señuelo sensacionalista. Era algo con lo que Vigalondo tenía que haber contado. Eso sí, no con el resultado final de la salida de tono. El País, medio en el que Vigalondo ha volcado algunos de los mejores análisis sobre cinematografía y comunicación leídos en mucho tiempo, ha decidido suprimir su blog, poner fin a una de las secciones más independientes y políticamente incorrectas que tenía. Ha censurado (insisto, censurado) una opinión y un personaje, cayendo en las provocaciones de otros medios, haciendo evidente que el efecto bola de nieve ha tenido un desarrollo bastante lamentable y dejando al aire su dudosa tendencia y línea editorial.
Así están las cosas. Vigalondo no debería haber tentado a la suerte sabiendo cómo está el patio. El tiro, en este caso, le ha salido por la culata. Ha sido un error, una metedura de pata. Nadie lo va a negar. Y menos él, un tipo inteligente y cabal. Sin embargo, ha demostrado, tristemente a su costa, en qué paupérrimo nivel se encuentra no sólo el sistema informativo español, sino cómo funciona la red 2.0 en este país, cómo vence la hipocresía y, lo que es peor, deja en paños menores a la decadente democracia intolerante en la que vivimos. Está claro que estamos destinados a matar la ucronía humorística, a entrar de lleno en un universo distópico donde alzar la voz sea suficiente para cortarte el cuello. Vamos hacia atrás, como los cangrejos. La involución está aquí. Orwell y Huxley no se equivocaron. Benditos visionarios ellos que supieron profetizar lo que nos espera ¿Qué será lo próximo? ¿Qué alguien pueda alterar el contexto internauta a su gusto? ¿Alguien duda que esto va a suceder? Como dice David Catalina en su Twitter: “cuando hagáis un chiste no olvidéis poner el emoticono”. A eso hemos llegado.

martes, 1 de febrero de 2011

La dimisión de Álex de la Iglesia y el porvenir sin nariz de payaso

Desde diversos flancos se me ha preguntado acerca de mi opinión sobre la dimisión del Presidente de la Academia Álex de la Iglesia y se me ha reprochado la falta de valoración sobre el asunto. Ya expuse en el Abismo mi posición subjetiva sobre una ley muy peligrosa, la “Ley Sinde”, confeccionada desde el miedo y la más absoluta ignorancia sobre el funcionamiento del medio internauta. La misma que quiere eliminar la figura del juez, en definitiva, de la justicia, para poder censurar contenidos de páginas web, ya sean de descargas o no. La figura de Álex en todo este sarao viene dada por su capacidad para la oratoria desde un cariz popular, de cercanía y el buen rollo que despierta. Su actitud beligerante hizo ver que es un tío vehemente, tal vez demasiado, cuando expuso sus testimonios a favor de la ley en su famosa pataleta antes de Navidad, defendiendo los intereses que falsamente encubre lo que podríamos llamar “Despropósito Sinde”.
Sin embargo, la realidad se abre a De la Iglesia a raíz del consenso y el diálogo con los internautas, escuchando sus miedos y requerimientos, aportando un razonamiento al que se llegan a muchos puntos en común. La realidad es que el modelo de negocio se tiene que adaptar a los nuevos tiempos y no viceversa, que es lo que parece se fomenta con los movimientos antidemocráticos de esta polémica ley. Es entonces cuando el director de ‘Balada triste de trompeta’ se da cuenta de cómo y de qué manera funciona la movida, reconociendo su error y dándose cuenta de que igual ha sido sólo una marioneta inmersa en un conflicto de intereses y lo que es peor, que ha errado en su discurso. Su dimisión supone un ejemplo de honestidad y sensatez, sin medir sus consecuencias. El hecho de que después de un debate argumentado haya reconocido su error y modifique su postura reconociendo su equivocación es un ejemplo de honestidad. Su dimisión podría ser un patrón para la política. Hacer pública su alteración en el dictamen sobre el controvertido tema parece que no ha sido bien visto por un sistema endogámico e imperialista. Esta postura es poco menos que inconcebible.
Parece que en determinados círculos se acostumbra a no discurrir y a no escucharse más que a sí mismos. Es más, parece que desde el mundo del cine y de la música Internet es más un enemigo y no un aliado. Cuando un universo tan vasto como es la Red no se aprecia en ningún parámetro, bien sea de un modo técnico, jurídico o cultural, hay que disciplinarla por medio de la represión y de la sanción antes que por la comprensión y la utilización beneficiosa del medio como arma, consciente de una adaptación por la que, parece ser, no están dispuestos a trabajar. No es una novedad esta última apreciación. Esta “ley” impositiva y draconiana supone la alimentación de una aberración que ejerce de dictadura en la sombra, que elimina la democracia y atenta contra los derechos fundamentales del ciudadano a la información y a la expresión. La burguesía inmovilista anula su propia forma de subsistencia. Y es lo que le ha pasado al ‘lobby’ cinematográfico y musical, entre otros muchos ámbitos. Hay que renovarse y aceptar los hechos, el presente y el futuro. Y parece ser que los modelos que dictan el audiovisual siguen queriendo vivir en el pasado.
Da la sensación de que, desde los grupos de poder, se hace más férrea la idea de invalidar la opinión y el deseo del ciudadano por tener lo que se merece. El hecho de la falsa creencia de que con esta malformada ley se legislará adecuadamente contra la piratería en Internet evidencia una falta de acierto no tan peligrosa como el hecho de un acuerdo tácito entre partidos trata de poder manipular y adocenar a las masas. De la Iglesia afirmaba con toda esto que “dialogar con personas que te lleven la contraria es mucho más interesante”. El resultado ha sido la consciencia de un error hecho público. Los gobernantes y la oposición, por mucho antagonismo que hagan ver, por mucho paripé estúpido y cruces de declaraciones, patentizan que, en el fondo, todos persiguen lo mismo: fortificar el lema del despotismo ilustrado. Hay que callar al pueblo, modificando y gravando legislaciones para obtener su salvoconducto a la coacción.
Lo que ha hecho Álex de la Iglesia, desde un puesto significativo como Presidente de la Academia, ha sido exponer con argumentos una evidente voluntad de diálogo, escuchar para entender y buscar soluciones reales a un conflicto que, con la “Ley Sinde”, va a abrir un pozo al abismo, a la catástrofe de una posible marcha de las TIC de España, convirtiendo el modelo de negocio de las empresas digitales en algo insostenible debido a la inconstitucionalidad de esta ley pactada por los dos grandes partidos que rigen nuestro país. Vivimos ante un monstruo de dos cabezas destinado a comerse la esperanza del progreso. De seguir adelante la “Ley Sinde” habrá que darle la bienvenida a una nueva Inquisición que acojona. Y de qué manera. Que Álex de la Iglesia no quiera formar parte de ella, es suficiente argumento como para dignificar su salida del circo antes de transformarse en uno de los payasos de su última película. Todo lo contrario de aquéllos que se han colocado esa nariz roja que representa el apoyo al cineasta vasco. Hablamos de esa otra nociva estirpe que en este momento hablan de progreso, con promesas a una salida de la crisis, que ejecutan sus decisiones sin tener en cuenta a aquellos minúsculos instrumentos manipulados que miran desde abajo cómo el futuro se hace oscuro y tenebroso.