sábado, 19 de enero de 2008

Review 'The Darjeeling Limited'

La belleza de lo sutil y lo espontáneo
Anderson corrobora su marcada personalidad con otra tragicomedia familiar que reivindica la transformación lógica de su muy personal modo de narración.
Esta película empieza mucho antes de que comience ‘Viaje a Darjeeling’. Y lo hace en una pieza a modo de cortometraje introductorio titulado ‘Hotel Chevalier’, dirigido también por Wes Anderson. Son diez minutos en los que dos personajes a los que dan vida Natalie Portman y Jason Schwartzman se reencuentran en una ‘suite’ parisina intentando arreglar sus discrepancias y solucionar un problema que les ha distanciado como pareja. El protocolo de preparación, una maleta, un palillo en la boca, un perfume, un diálogo de diferencias, amor y desamor en una velada donde el sexo determina el final o la prosecución de una relación tambaleante, determinan los elementos de una historia mínima que servirá como punto de referencia dentro de su posterior narración.
Sustentado en su concisa brevedad de la expresión, en el sarcasmo y con grandes dosis de nostalgia desencantada, Anderson da la pauta de lo que será ‘Viaje a Darjeeling’. En esta nueva aventura cinematográfica, este dinamitador de clichés, vuelve a dar cuenta de una asombrosa demostración de dimensión narrativa e inspiración, de admirable extrañeza estética y belleza poética, imprudente y anárquica. Anderson persiste en la esencia bizarra, pero atendiendo a la cuidada visualidad, aportando aquí una exótica atmósfera en la que se intrinca lo banal y lo trascendente, lo surreal y lo espontáneo.
Para su quinto largometraje, el cineasta de Texas se adentra en un entorno arquetípico como es la India, para narrar, a modo de tragicomedia familiar, la historia de tres hermanos con ciertas diferencias, interpretados con soltura por Owen Wilson, Adrien Brody y el mencionado Schwartzman, los cuales, tras la muerte de su padre, deciden lanzarse a la búsqueda de la espiritualidad para encontrar el vínculo del pasado que les une: su madre (a la que da vida Angelica Huston). Se trata de nuevo de un drama familiar ataviado con significantes toques de comedia, en el que vuelven a congregarse la amargura interna, dulcificada con un perspicaz y sutil sentido del humor, y la reflexión sentimental, que radica, en esta ocasión, en la idea de perder a sus personajes en un mundo ajeno a su hábitat, para, una vez extraviados geográficamente en ese extraño espacio, ir desgranando sus miedos, sus pequeñas miserias, desubicados en diversos contextos como el afectuoso y el familiar.
Los tres hermanos, malheridos de diversos modos, representan el modelo de rol que tanto ha dibujado Anderson; pequeños ‘loosers’ emocionales y contradictorios que caminan a ciegas en un desierto de incertidumbre, llenos de fortuitas vacilaciones y desalentados, pero que no pierden su ánimo por recobrar, aunque sea de forma fingida, un ejemplo de afinidad familiar. Al igual que en sus anteriores filmes, el cineasta se nutre de subyacentes deliberaciones existencialistas sobre el sentido de la vida, los vínculos o las necesidades, inscritas en una ‘road movia’ ferroviaria.
En ‘Viaje a Darjeeling’ no faltan las insólitas situaciones que rodean la tragedia y el ánimo a partes iguales, despertando éstas la búsqueda de respuestas al desaliento de los vulnerables hermanos para, una vez superadas, descubrir una nueva etapa más esperanzadora de la vida, el reencuentro consigo mismos. Como todos y cada de los referenciales protagonistas de sus anteriores cintas, cada uno a su manera, los hermanos Whitman son incapaces de afrontar sus problemas al colisionar con un mundo que no les entiende, pero que en su final asumen su madurez y recelan de lo insustancial, dando prioridad a cosas vitales más significativas. La desunión familiar, la falta de afecto y necesidad de lazos comunes rotos por la distancia y la incomunicación siguen perviviendo en la superficie de esta historia. Anderson incide, por tanto, en esas coordenadas reconocibles de otro peculiar viaje introspectivo, sin ánimo itinerante más que el de escapar a los problemas en un fingido proceso espiritual que obrará sus frutos con una desgracia real que ensamble sus lamentos.
Con ello, Anderson logra asumir que su cine es la aseveración de un excepcional progreso cinematográfico vinculado a una transformación lógica de un modo de narrar muy personal, que no duda en recurrir a la autoafirmación si el resultado es la consecución de un reconocible estilo, de un cine donde identidad y discurso juegan con la disfuncionalidad para hacer de la tragedia una comedia y viceversa, donde no faltan cámaras lenta, canciones ‘pop’ y una estructura episódica que responde a los rasgos de un director que rompe elegantemente la narración convencional. Sin embargo, la cámara mira directamente al rostro de sus personajes, en primeros planos, con los que los roles transmiten su esencia alejándose de filigranas conceptuales, de virguerías de planificación; el cine de Anderson es sencillo y directo. Anderson corrobora con ‘Viaje a Darjeeling’ que es uno de los cineastas con más personalidad del cine actual.
Dentro de paisajes desérticos y calurosos de la India, representado desde la metempsicosis, con sus ritos, sus gentes, sus reacciones e idiosincrasia, siempre desde el respeto y la fascinación, el filme entra directamente en el proceso de imaginería personal de un creador que, mediante la confrontación del espectador ante unos caracteres de ralea inmadura, permite llegar, a través del significado de sus discursos, absurdos tratos de hermanos y palabras perdidas, a las realidades trascendentales o ideas de ese mundo alejado de toda civilización que sirven como superación del trauma de la pérdida paterna, último acontecimiento que les reunió y a la vez les separó.
Un extravagante poema dialéctico sobre el egoísmo inocente de aquellos que emprenden trayectos espirituales para comprender al compañero de viaje y que aprovechan para echarse un vistazo a las entrañas, pese a llevar un pesado lastre como son unas maletas de Louis Vuitton diseñadas por Marc Jacobs, como legado del recuerdo patricarcal, metáfora de ese lastre vital del que han de desprenderse para poder ser felices. Es el cine y la personalidad de Wes Anderson, capaz de hacer perder a un tren en sus propias vías en el perdido paraje de Jodhpur, en el límite del desierto de Thar.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2008

jueves, 17 de enero de 2008

Divorcio Express

Visto y no visto.
Dos semanas después de casarse en una ceremonia sin validez legal en Bora Bora, siguiendo un rito similar al que llevaron a cabo hace años Lauren Postigo y Yolanda Mora, o… tal vez no, el actor Eddie Murphy, al que le duran los amoríos menos que regüeldo de sobremesa, y su compañera sentimental, el pibón Tracey Edmonds, se han separado, según la edición digital de People.
Esto, que a cualquier hijo de vecino puede parecer una incoherencia nupcial, en Hollywood es algo que está a la orden del día. El récord lo tuvo muchos años la actriz Drew Barrymore con su primer marido, Jeremy Thomas, con el que pasó por la vicaría y 19 días después dejarían de ser marido y mujer. Repetiría experiencia con el cómico Tom Green, casándose con él en julio del 2001 y en separando sus vidas en diciembre del mismo años. Pero sería superada por ese jumento llamado Britney Spears que, 48 horas después de contraer matrimonio bajo los efectos del alcohol, las drogas y la anormal imbecilidad de la ex Reina del pop, abandonó a su marido, Jason Allen Alexander, y se divorció. Y eso que vamos a obviar los tiempos de Liz Taylor y su colección de bodas.
Hollywood y el mundo de la farándula son así.

miércoles, 16 de enero de 2008

La triste leyenda de Vampira

Hace unos días fallecía uno de los iconos del cine de Serie Z de todos los tiempos, la actriz Maila Nurmi, conocida por todos como Vampira, que pasó ser una de las musas de culto por su intervención en ‘Plan 9 from Outer Space’. La actriz, que obtuvo cierta popularidad en los años 50 al ser descubierta por el director Howard Hawks, quien le hablaría de ella a Michael Todd para incorporarla a su programa televisivo 'Spook Scandals’, un producto catódico de medianoche dedicado al Grand Guignol. Su papel en el que es considerado “peor película de la historia” de Ed Wood ensombreció de tal modo su carrera que la encasillaría definitivamente con aquélla lúgubre imagen que ella misma aseguraba haber sustraído de la esencia malévola y sexy del personaje de Morticia Adams. Sus posteriores trabajos, también de culto (‘The Beat Generation’ o ‘Sex Kittens Go to College’), quedaron relegados a una filmografía de escasa repercusión.
Hay ciertas anécdotas que se han pasado por alto a la hora de recordar su vida y obra tras su muerte, con 86 años, el pasado 10 de enero. Se sabe que trabajó como ‘stripper’ en el célebre club de Lili St. Cyr. o que Mae West la despidió en 1944 de su obra de Broadway ‘Catherine Was Great’. Sin embargo, nadie recuerda esa siniestra fábula con grandes dosis de realidad que recorre la Historia Negra de la ciudad de las estrellas, aquella que tan bien supo vincular al morbo Kenneth Anger en su libro ‘Hollywood Babilonia’. Cuentan que Nurmi conoció a James Dean y se enamoró de él, entre otras cosas por su insubordinación, insolencia y ambigüedad. Por supuesto, Dean no aceptó ninguna de las propuestas de Vampira, pese a salir un par de veces juntos. Como la prensa de la época se hizo eco de aquellas citas, el rebelde sin causa salió al paso negando cualquier tipo de relación, incluso llegó a burlarse públicamente de la obsesión macabra de Nurmi y su inquietante identificación por su personaje televisivo. La actriz, lejos de sentirse molesta, llegó a un extremo de encandilamiento y ridículo, que se cortó su larga y azabache melena por su amado James Dean. Éste se desvincularía en seguida de esta polémica que hoy sería pasto incesante de basuras sensacionalistas como ‘Aquí hay Tomate’, en versión yanqui. Sin saber parar a tiempo, Vampira acrecentó su locura haciendo pública una imagen suya sobre un nicho en el que se podía leer el epitafio “Cariño, ven y únete a mí”, en siniestro mensaje de amor hacia el niño bonito de la Industria.
Lo más oscuro de todo fue que los círculos más cercanos a Vampira, vinculada a ciertos ritos de magia negra y aficiones oscuras, llegaron a asegurar que la actriz hizo vudú con muñecos para obtener aquel amor desdeñado. Poco después, James Dean moriría en un fatídico accidente de coche. Muchas malas lenguas atribuyeron el siniestro a las malas vibraciones vertidas por la actriz que, en vez de alejarse de la controversia, quiso seguir con la triste pantomima, asegurando que cada noche sufría apariciones de Dean en inexistentes contactos ectoplásmicos. Fue el detonante que acabó para siempre con la carrera y reputación de Nurmi, ya que los grandes directivos cinematográficos y televisivos hicieron lo posible por que jamás volviera a resurgir. El tema tabú de la prematura muerte del actor con más futuro de Hollywood y el extenuación del tema por parte de la prensa del corazón dejaron a Maila Nurmi con un personaje perpetuo que sería un clásico de culto algunas décadas después.

Brad Renfro muere con 25 años

Otra víctima de Hollywood.
Así podríamos definir la inesperada muerte del joven actor Brad Renfro, que alcanzó cierta repercusión cuando protagonizó la adaptación cinematográfica de John Grisham ‘El Cliente’, dirigida por Joel Schumacher y protagonizada por Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. Desde aquella notable debut con sólo diez años, la carrera de Renfro pasó desapercibida, aunque en su filmografía destacan títulos de renombre e interpretaciones de solvencia como ‘Sleepers’, de Barry Levinson, ‘Apt Pupil (Verano de corrupción)’, de Bryan Singer, ‘Bully’, de Larry Clark, ‘Ghost World’, de Terry Zwigoff o ‘The Jacket’, de John Maybury. Actualmente estaba inmerso en el rodaje de ‘The Informers’, otra adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Breat Easton Ellis que dirige Gregor Jordan y que protagonizan Winona Ryder, Mickey Rourke, Brandon Routh, Billy Bob Thornton y Kim Bassinger.
Con 25 años ha sido hallado muerto en su casa de Los Ángeles con la incógnita de la causa de su muerte aún sin esclarecer. En 1998, recibió cargos por posesión de cocaína y marihuana y fue encarcelado durante diez días. Tal vez eso pueda dar una pista.

martes, 15 de enero de 2008

Premios AVN 2008, cita anual con el cine X

Una de las citas anuales del Abismo, más allá de Globos de Oro, Goyas, Oscars y demás galardones cinematográficos, son los Premios AVN, esos máximos reconocimientos de la industria del cine X que, al contrario que en Hollywood y las contrariedades que están suponiendo la huelga de guionistas para llevar a cabo este tipo de eventos, han celebrado su cuarto de siglo repartiendo sus máximos premios entre los más destacados miembros de un género perjurado por la hipocresía social y cultural, pero que genera, solo en los EEUU, ventas por valor de 10.000 millones de dólares anuales. De ellos, cerca de 6.000 millones corresponden a la venta de películas en DVDs y cintas de video. La solicitación popular por la pornografía no es cosa de unos pocos. Todos lo sabemos. Por ello, las grandes corporaciones como AT&T, General Motors y las cadenas de hoteles Marriot forman parte de las mayores distribuidoras de este tipo de cine sicalíptico.
El cine para adultos celebró el pasado día 12 su multitudinaria gala en el Mandalay Bay Events Center de Las Vegas (Nevada), presentada por la contundente Tera Patrick, donde AVN Media Network eligió a los vencedores de 2008 en un reparto de premios en el que la reincidencia de laureles ha sido la tónica de una industria con dos nombres llamados a ser intocables; Paul Thomas y el sello Vivid han vuelto a convertirse en los ganadores absolutos en la vigésimo quinta edición de estas distinciones. En el apartado interpretativo Tom Byron por el filme ‘Coming Home’ (Wicked Pictures) y Penny Flame (foto) por ‘Layout’ (la triunfal cinta de la noche de Vivid Entertainment Group) fueron galardonados como Mejor Actor y Mejor Actriz, respectivamente. ‘Layout’ además, recibió un total de ocho premios (entre ellos, el de mejor escena de pareja, mejor director para Thomas, mejor escena oral por parte de Kylie Ireland -también premio a la actriz secundaria- o mejor guión).
El apartado vídeo la producción de Sex Z Pictures ‘Upload’ recogió el mismo número de premios (destacando a la mejor actriz de la categoría para Eva Angelina). Además, otro monstruo sagrado en el terreno videográfico como John Stagliano (con premio por al mejor director por ‘Fashionistes Safado, Berlín’) ha conseguido, a través de su empresa Evil Angel, la friolera de dieciocho premios en total. Andrew Blake, logró el de mejor montaje, Alessandro del Mar fue considerado mejor director extranjero por ‘Dangerous Sex’ y Frank Perry y Monica Mattos han sido destacados en los apartados de Mejor Actor y Mejor Actriz extranjeros. Jenna Haze (actriz que, personalmente, me vuelve loco), Belladonna, Gina Lynn, Manuel Ferrara, Brandon Iron, Monique Alexander, Evan Stone subieron al escenario a por algún premio menor así como las actrices que participaron en escenas en grupo premiadas; Sophia Santi, Alektra Blue, Sammie Rhodes, Angie Savage, Lexxi Tyler, Faith Leon, Monique Alexander y Stefani Morgan.
Sí, amigos, Jenna Jameson, estuvo. Y sí, exacto, mucho dista la Jenna que ganó hace sólo dos años de la actual y demacrada sombra de aquella ninfa sexual. Su etapa de clásico indiscutible en el género ha pasado a mejor vida. Las nuevas divas y potronas, las recién estrenadas ‘starlettes’ han empezado su carrera por ser la nueva Reina del Porno.

lunes, 14 de enero de 2008

Los anodinos Globos de Oro '07

Sin galas, en la sobriedad de una mísera rueda de prensa, como en los parsimoniosos y anodinos acontecimientos en los que se da un comunicado, Philip Berk, presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood, vio cómo la espectacular gala prevista hace unos meses para desplegar el glamour y el desfile de estrellas que iba a retransmitir la NBC (que, por cierto, ha perdido los derechos de retransmisión del evento) era sustituida por un escenario donde un grupo de periodistas, como en la anunciación de los premios de cualquier festival a los medios de comunicación, daban el nombre y los títulos de los premiados en el hotel Hilton de Beverly Hills, bajo el frío aplauso de periodistas y ejecutivos de la industria que intentaban crear ambiente. La Huelga de Guionistas ha hecho mella en esta ineludible gala que es, ya como letanía descriptiva que acompaña a los premios, la antesala de los Oscars. Unos premios, ahora amenazados con seguir los mismos pasos de sus esféricos y dorados hermanos.
En cualquier caso, todos los premiados, en la página oficial de los Golden Globes; ‘Expiación’, gran ganadora como película dramática, ‘Sweeney Todd’, como mejor musical o comedia, Julie Christie, por ‘Away From Her’, Marion Cotillard por ‘La Vie En Rose’, Daniel Day-Lewis, en ‘There Will Be Blood’ y Johnny Depp con ‘Sweeney Todd’, mejores intérpretes protagonistas en sus respectivas categorías. Como secundarios Javier Bardem por ‘No Country For Old Men’ y el enésimo reconocimiento a Cate Blanchett por ‘I'm Not There’ han sido los triunfadores. Además, Julian Schnabel se ha llevado el galardón a mejor director por su película en francés ‘The Diving Bell And The Butterfly’, también reconocida como Mejor Película de Habla No Inglesa.

Review 'American Gangster'

Exceso de épica adulterada
Con voluntad y empeño, Ridley Scott filma su mejor película desde hace mucho tiempo con una historia que carece de originalidad, pero no de ritmo ni de esa operística fastuosa que tanto promulga su director.
‘American Gangster’ se une a películas como ‘Zodiac’, ‘El buen pastor’, ‘Michael Clayton’ o ‘We Own The Night’ en la lista de filmes con ese proyectado halo de restitución del género policiaco que tan buenos resultados generó en los años 70, en su intención de recuperar matices, temática (por la proximidad que existe con el actual panorama estadounidense), estilos y argumentos que rompieran el concepto de clasicismo dentro del orbe visual y argumental asentado en una mirada crítica a la época, a su pesimismo social, de apogeo y declive del crimen organizado, de la violencia, de la indocilidad en diversas categorías sociales, con la psicología pesadillesca de la Guerra de Vietnam de fondo. Aquí esos preceptos son cortados por el patrón de un director en franca decadencia, Ridley Scott, que utiliza un guión de Steven Zaillian, para procurar levantar el vuelo con un filme que adopte esta materia prima y así unirse a la moda de reactualizar los cánones policiacos y épicos tomando una historia que, pese a su gran empaque, nota en exceso la épica de sus antecesores, las fuentes de las que bebe Scott para su enérgico ‘thriller’ gangsteril.
La historia narra el auge y caída de Frank Lucas (Denzel Washington, corroborando por enésima vez que es uno de los mejores intérpretes de los últimos veinte años), un pequeño peón dentro de la mafia de Harlem que trabaja como chofer para un gran capo venerado por la comunidad negra. Con la muerte de éste, Lucas pasa a ser una respetable e intuitiva autoridad de poder y prestigio dentro de Nueva York, moviendo fichas y monopolizando el mercado de la heroína en el mercado para pasar a ser, en el silencio de su humildad, uno de los mayores traficantes de droga de la historia. Su antagonista será el agente Richie Roberts, un policía marginado a causa de su integridad y ética. Es la representación de la autoridad policial metida de lleno en la corrupción y la carcoma moral. Es el encargado de capturarle.
La diatriba del guión de Zaillian se centra en la consecución del sueño americano por parte de Lucas, en lo que se denomina el ‘made himself’ del villano, tratando al personaje como un hombre recto, cívico y sugestivo para el público en detrimento del policía interpretado sin mucho esfuerzo por Russell Crowe (ambos son muy varoniles, mujeriegos y sudorosos). La trama se bifurca así en las dos representaciones paralelas que irá progresando en función del prorrogado encuentro final, que se dilata hasta el último cuarto de hora. Desde esas dos perspectivas heroicas de ambos relatos, la película fluye con ritmo, sirviéndose de estos vasos comunicantes que nutren la divergencia argumental con dos tramas destinadas a encontrarse, dos bandos de la ley que representan ideas opuestas en sus respectivas vidas profesionales y personales; mientras el policía es un hombre de ley íntegro y honesto que no sabe cuidar de su familia como es debido y termina perdiéndola, el gangster, por el contrario, obtiene un rápido ascenso para acercar a los suyos, humildes campesinos que aprenden el oficio desde el anonimato y la salvaguardia del cabeza de la familia, pese a que los dos compartan un estricto código ético parecido.
Si bien son personajes que no logran desasirse del tópico, no se le puede reprochar a Scott su voluntad y empeño, en el discurso deductivo de un mafioso que proclama que sus maniobras criminales, su monopolio, no son más que un ‘modus operandi’ para llegara a conseguir ese ideal capitalista que apremia en América, en un mundo en el que el patriotismo es otra forma de hacer dinero y la corrupción la única vía de escape para alcanzar el Sueño Americano, utilizando el cambio y la modernización dentro unos cánones arcaicos cambiados de lleno por una mentalidad innovadora que conmuta las ilusiones personales en realidad y ésta en una pesadilla.
Sin embargo, ‘American Gangster’ sale perjudicada por su épica adulterada, que persevera en la búsqueda de la estela de otros nombres ilustres y clásicos dentro del subgénero, teniendo en cuenta todos los preceptos de ejecución de los grandes maestros, pero sin saber congregar el talento necesario para moldear con consecuencia todo el afectado armatoste mafioso. Es un producto que carece de originalidad por todos sus flancos, que se tambalea al amparo de las directrices de un guión resuelto con cierta capacidad por Steven Zaillian (muy apreciable el regreso de los soldados con la droga en los féretros de los militares muertos y la controversia que desata la investigación), pero que no consigue sacar lo mejor del mismo.
Se trata de una operística visual demasiado fastuosa, como si de amplificada y lujosa epopeya se tratara, dándole una importancia excesiva a todo lo que desfila por la pantalla, a sus subtramas, a la profundidad y peso de las acciones, cuando no son más que efectos cutáneos del capricho de una historia prevaricada en la sofisticafión y el autoembebecimiento de un director que, eso sí, no duda en convidar a un sesión de innegable elegancia y saber hacer. Hay algunos momentos de puro cine de género, como el asalto paralelo al centro de operaciones y la mansión del narcotraficante, desdoblando la sagacidad de los policías a ambos lados de la ley en contra de un mismo enemigo, que alarga la sombra de Tony Scott por la composición estética, de montaje y frenética acción inhabitual en su hermano Ridley, pero que recompone la visión personal en el desenlace de colisión entre sus protagonistas.
No obstante, ‘American Gangster’ no es una mala película, como se viene diciendo. El filme de Ridley Scott es una obra funcional, de ejecución perfecta (la fotografía envidiable a cargo de Harris Savides –también director de fotografía de ‘Zodiac’-), que opera con destreza en varios fragmentos de su metraje, sabiendo reflejar una maravillosa puesta en escena de alto calibre en su fastuosa reconstrucción histórica, construyendo la convulsa época que se vive, la derrota en la Guerra de Vietnam y la decadencia social coinciden con la caída de un gangster llevado a los altares por su humildad criminal que se derrumba en el mismo instante en que se traiciona a sí mismo por lucir un escandaloso abrigo de pieles regalado por el desabrido búcaro que representa su querida y guapa esposa lucido en un importante combate de boxeo.
Es, con toda contundencia, la mejor película de Ridley Scott en mucho tiempo, incluso se percibe una admirable moderación su enfático desequilibrio entre el ámbito estético y narrativo. Le falta cierto punto de riesgo para haber transgredido más en su odisea de enfrentamiento criminal y policiaca, pero se agradece su comedimiento y su fuerte apuesta por el dinamismo del montaje, algo parecido a lo que viene representando su hermano Tony desde hace muchos años. Y todo ello, echando un vistazo a la reciente filmografía de Ridley Scott, abre una puerta a la esperanza.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2008

miércoles, 9 de enero de 2008

El reivindicativo 'Pencils Down' de Hollywood

Por primera vez en mucho tiempo los guionistas son los protagonistas, los que deciden, los que empuñan el cetro de la industria. Por primera vez, ni los productores ni los actores esgrimen voluntades que designen el devenir de Hollywood. En esta titánica partida, éstos carecen de armas para supeditar el cine a sus deseos. El Sindicato de Guionistas (WGA), más de 12.000 miembros que generan las historias con las que el Cine norteamericano ilumina sus quimeras cinematográficas, está ganando poco a poco su lucha; por un lado, han obligado a la cancelación de la emisión de la tradicional entrega de los premios Globo de Oro, con las pérdidas que va a generar en el sector audiovisual y la coerción insostenible a la que están sometiendo a todo Hollywood que, lejos de mostrarse en contra, apoya esta huelga. Por otra, acaban de alcanzar un acuerdo con United Artists que llevará a los escritores de vuelta al trabajo, hecho que ha provocado que los Weinstein y Lionsgate Entertainment estén considerando acuerdos equivalentes. Ni siquiera se ha estudiado una exención especial que hubiera permitido a los organizadores de los Globos de Oro contratar a guionistas sindicalizados, como sí ocurrió con los premios Critics Choices. La lucha es dura y tiene un camino de largo tránsito.
Los guionistas están forzando fuerte a los negociadores de las grandes productoras, a las que han llegado a pedir que acepten como parte de su sindicato a los guionistas de ‘realities’, formato en el que se sustenta la actual televisión americana como consecuencia de la huelga ¿La razón? Si esto ocurriera, las grandes cadenas de televisión tendrían que echar el cierre. Unos, reivindican una parte de los ingresos, como una porción de una gran tarta por las explotación de sus obras. Otros, los señores de corbata de la Alliance of Motion Picture and Television Producers (AMPTP), no ceden. Los guionistas además, tienen el respaldo y el apoyo de otros gremios de Hollywood, como la Screen Actors Guild (SAG) o el Directors Guild, nada menos.
La finalización de este parón que está empezando a detener grandes proyectos cinematográficos y televisivos para este año en curso parece delicada por el momento. La factoría del entretenimiento audiovisual se muestra, una vez más, como un ejemplo de industria global y ello nos coloca ante un estado de reflexión sobre el mundo en que vivimos, en el que hay que valorar cada posición como se merece.

lunes, 7 de enero de 2008

Los Reyes de este año

El árbol se llenó de regalos un año más. Por segunda vez en el hogar compartido con Myrian, la ilusión, la sorpresa, el mágico acto de desenvolver varios paquetes volvieron a repetirse en agradable letanía dentro de las fiestas de la Epifanía que se han terminado otro año más. Los Reyes Magos han sido benévolos en este 2008 recién comenzado.
Según el Evangelio de San Mateo, los tres Reyes de Oriente ofrecieron al Niño oro, incienso y mirra. Hoy en día, la tecnología, los juguetes, las colonias y, en nuestro caso, muchas figurillas de marcado carácter ‘frikie’ y demás dádivas navideñas han sustituido aquellos arcaicos presentes por el afán consumista de agasajos y presentes al que todo el mundo se une.
Y este ha sido el resultado (Ampliar Foto para ver la numeración):
01.- Muñeco McFarlane de Jack Bauer.
02.- Sendos albornoces para Myrian y para mí.
03.- Unos pantalones para Myrian.
04.- Una colonia Pull & Bear para mí.
05.- Figura Serie ‘Cult Classic 1’ de Patrick Bateman.
06.- Una tetera de pirex.
07 y 08.- Camiseta chica ‘Sally’ de ‘Pesadilla…’ y camiseta de rayas para Myrian.
09.- Serie completa ‘Heidi’, 30 aniversario.
10.- ‘Se7en’, de David Fincher (New Line Platinum Series) de importación.
11.- Peluche Chewbacca ‘Star Wars’.
12.- Unos bombones.
13-. Figura Serie ‘Cult Classic 5’ de Hannibal Lecter.
14.- ‘Blade Runner’, de Ridley Scott (Ultimate Collectors Edition 5 dvd’s).
15.- Peluche Musical Gizmo, de ‘Gremlins’.
16.- ‘El libro de los Cuentos Perdidos’ (Vol. 1 y 2), de J.R.R y Charles Tolkien.
17.- ‘Soy Leyenda’, de Richard Matheson (Clásicos Minotauro).
18.- Replica Cadillac Fleetwood Serie 75, de ‘El Padrino’.
19.- Figuras ‘Hellboy’, Set 7 Piezas PVC de Mike Mignola.
20 y 21. Pijamas para Myrian.
22.- Maleta de viaje John Travel.
23.- Cazadora para Myrian.
24.- Bufanda.
25.- Libro 'Más Brain Training'.
UPDATE
Dos últimas dádivas de Reyes:
26.- Sistema 5.1 NGS (lo ideal para no salir de casa en una temporada).
27.- Figura 'Ghostbusters', Slimer danzarín.

jueves, 3 de enero de 2008

Review 'I am a Legend'

Oportunidad desaprovechada
Francis Lawrence y Akiva Goldsman desperdician un interesante punto de partida que rehúsa la mejor parte de la novela de Matheson para centrarse en el vacuo espectáculo
Alejado del romanticismo vampírico de algunos grandes nombres de la literatura de terror como Polidori, Hofmman, Poe, Le Fanu o Bram Stoker, Richard Matheson publicaba en 1954 una de las novelas más importantes de la Historia. En ella, su protagonista, Robert Neville, en apariencia, el único superviviente de un Apocalipsis provocado por una pandemia bacteriológica cuyos síntomas son similares a los del vampirismo, pervive dentro de una sociedad que ha mutado a la anormalidad. Para ‘Soy leyenda’, en esta nueva versión cinematográfica dirigida por Francis Lawrence se sigue ése mismo punto de partida, así como algunos ecos narrativos de la anterior adaptación de la novela, ‘Omega Man’, dirigida por Boris Sagal.
La cinta arranca en el año 2012, con Neville (en este caso, Will Smith que realiza una magnífica interpretación), el último humano en la Tierra y continúa así la presentación del efecto y no la causa, la de un hombre que debe sobrevivir día a día en una gran ciudad vacía, donde el temible atavismo va haciéndose paulatinamente con la existencia un superviviente a punto de perder su propia condición de ser humano, confinado al aislamiento, la monotonía y el terror nocturno de aquéllos vampiros que acosan su casa fortificada de noche.
En los primeros compases del filme, Lawrence sabe dotar con imaginería visual la aventura de Neville, asentada en los sofisticados efectos especiales que se supeditan a la soledad extrema del hombre, mostrando un Nueva York devastado y abandonado, con reconocibles estampas en una visión futurista que recrea una lograda atmósfera para esa deshumanización del héroe, reflejada a su vez con una desacertada actitud de relación social fingida, a través de maniquíes que hacen las veces de personas con las que el solitario pueda entablar ciertas conversaciones estúpidas.
Durante gran parte de la película, el espectador asistirá a la iterativa vida de Neville, a la rutina de las medidas de seguridad de su hogar, de sus vídeos con informativos grabados del pasado, pretendiendo hacer llegar al público esa sensación claustrofóbica del perseguido, tan sólo rota en el diálogo por la relación de necesidad con un pastor alemán que sostiene la película a la perfección en la reciprocidad de afecto que mantiene con el protagonista. Una vez que todo ello es expuesto, ‘Soy Leyenda’ desaprovecha todo esa gigantesca urbe deshabitada e inerte con un par de secuencias de cotidianidad poco fructificadas, apenas algún retazo del día de día del último hombre vivo, una caza de ciervos, la intrusión en un apartamento o la indolencia de una pesca infecunda.
Simplemente, se bosqueja una demoledora atmósfera inquietante y pervertida, llena de recursos no explotados, que desperdiciando sin comedimientos todo aquello que de verdad hubiera importado destacar; los temas profundos, las inquietudes, la locura progresiva, el deseo sexual cohibido, las preguntas sin respuestas, la violencia y los remordimientos y todo tipo reflexiones existenciales que suscita la historia de Matheson. Lo que le interesa a Lawrence y al irregular guionista Akiva Goldsman es urdir el efectismo de agotadas secuencias de terror y sobresaltos sonoros que la verdadera capacidad de haber creado una obra única sobre el desamparo de un hombre aislado de todo signo de humanidad racional.
Si en la original literaria ‘Soy Leyenda’ Neville va abandonando la idea de salvación científica de la Humanidad que él conoce como normal para ir dejando paso al orden natural de la nueva sociedad, aquí, por supuesto, un tecnificado investigador virológico es un personaje cuyos objetivos están puestos en preservar el mundo humano, encontrando el antídoto que neutralice el virus Kipprin. Robert Neville es un superhéroe, un militar científico que obtiene la curación final para salvaguardar a la humanidad, sacrificándose por la causa si es necesario. No hay rastro de un hombre obsesionado por estar olvidando el sonido de su propia voz, sin incidir en el tema de normalidad, del bien y el mal, cuando se enfrenta contra el nuevo orden solo porque no forma parte de él, perdiendo así gran parte de interés de la historia sin reflejar el sufrimiento, el pesar y el nihilismo de la novela.
‘Soy Leyenda’ plantea un guión estructurado en dos segmentos de desigual potencial; en primer lugar, Neville acompañado de su perra Sam, sumido en la cotidianidad de Nueva York cuyos vestigios están siendo carcomidos por el imperturbable avance natural del tiempo, que a la postre es lo más relevante y estimulante de un filme que inicia su andadura con aciertos, como el plano de la puerta de un frigorífico llena de recortes de periódicos, portadas de revistas y fotografías que dice más que todos los innecesarios ‘flashbacks’ que no contribuyen más que a someter el guión a los caprichos de los tópicos del cine ‘blockbuster’ contemporáneo que reposa en la unidad familiar, el orgullo o el patriotismo. Por otra, la muerte de la perra Sam, el asedio vampírico y el encontronazo liberador con una mujer brasileño y su hijo (o su hermano, no queda claro), que impondrá a Neville el cuestionamiento de su unicidad en el mundo. La versión actualizada del clásico de Matheson está dotada de una notable falta de equilibrio en su ritmo narrativo y una descompensación en las interesantes argumentales que propone, puesto que la materia prima es excepcional, pero cuaja debido a la ausencia de sobriedad. A la obra de Lawrence le falta personalidad, empuje que refleje algo de melancolía o el desasosiego necesario, el mito se arruina demasiado pronto.
Una carencia emocional que sobresale en el plano de instrumentalización vampírica, mostrando a unos monstruos digitales desprovistos de cualquier signo de cualidades humanas, dinamitando así el epicentro temático de la obra de Matheson en función del insubstancial espectáculo que ofrecen los vampiros una vez descubiertos al espectador y que inutilizan toda su trascendencia en la narración debido a la vulgar representación moderna de la amenaza de una horda de infectados (ya sean ‘zombies’ como aquí vampiros). El drama terrorífico blandea además con ese final optimista, que alude a la Fe católica y convierte a Neville en un elegido divino, más que una leyenda, con la irrupción de una esperanzadora comunidad a modo de reducto ‘Amish’ como el que mostraba Shyamalan en ‘El Bosque’. De hecho, desde el principio, el juego del Hombre a ser Dios e intentar curar el cáncer es el responsable de esta pandemia, lo que evita esa obstinación de Neville por encontrar la verdad y seguir luchando a pesar de todo.
En ‘Soy Leyenda’ Will Smith se aproxima más al ideal del prototipo ejemplar de norteamericano que representaba hace décadas James Stewart y no a ese enloquecido superviviente inmune que descubrirá que la salvaje violencia que emplea en la tutela de su identidad como ser humano ha hecho de él un monstruo, convirtiéndole en el ser despreciable que para él son los vampiros, en la leyenda a la que alude Matheson en su libro. Y sin todo ello, es imposible concebir esta nueva versión como lo que es: un entretenimiento intrascendente, irregular y medido para que sea un éxito de taquilla sin muchas más pretensiones.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2008