miércoles, 29 de marzo de 2006

No sabemos dormir

“Las guerras que se han perpetrado en España han sido provocadas porque aquí no se sabe dormir. Estamos mal dormidos”.
Cita de Fernando Sánchez-Dragó en el programa ‘El loco de la colina’, lamentando haber nacido en España.

martes, 28 de marzo de 2006

El adiós de Richard Fleischer

1916 - 2006
La triste noticia de la muerte de Richard Fleischer impone la lógica de dedicarle unas líneas. También lo imponía la muerte de Rocío Dúrcal el pasado sábado (una de las más grandes y dignas artistas que había en España –algo poco común dentro del circo mediático que se ha levantado en torno a algunas congéneres de Marieta-), pero desconozco la vida y obra, salvo alguna excepción artística de esta folclórica, actriz y cantante de rancheras tan querida en este país. Una gran pérdida, sin duda alguna.
También lo ha sido la de Richard Fleischer, uno de los grandes del Hollywood más clásico al que, incomprensiblemente, se ha subestimado a lo largo de los años. Uno de los pioneros de la revolución técnica; ahí quedan sus hazañas fílmicas de elaboración colosal como en ‘Veinte mil leguas de viaje submarino’, ‘Viaje alucinante’ o ‘Tora, Tora, Tora’, películas en las que demostraría la calidad de un estilo propio, de una inventiva sin límites y de una eficacia comercial inaudita en un hombre que empezó como actor, montador y que debutara con melodramas (‘Child of Divorce’, ‘Desing for Death’…) o instructivos documentales (‘Make Mine Laughs’) hasta su ascenso a superproducciones que marcaron el análisis de la realidad americana con una facilidad para concentrar temáticamente la fantasía de lo imaginario y la angustia de un terror provocado por la soledad.
Trabajó con Orson Welles en los guiones de ‘Impulso Crimenal’ y ‘Crack in the Mirror’, pero no tuvo éxito. Desde el ‘western’ (‘Duelo en el barro’) hasta el ‘thriller’ (‘The Narrow Margin’ y ‘Sábado trágico’), Flesicher se mantuvo fiel a un modelo propio e ilustrativo de entender los géneros, con gran habilidad para componer personalidades angustiosas y difíciles; perdedores, asesinos en serie (‘El estrangulador de Boston’ y ‘El estrangulador de Rillington Place’) e incluso misántropos con mentes escindidas. Todo ello, con un dominio del ‘scope’ abrumante, dándole un especial valor expresivo al color y una planificación formal única. Porque la gran virtud de Fleischer fue la de saber adaptar el ritmo a cada secuencia, bien fuera dramática, de diálogo o de acción.
Desde ‘Los diablos del Pacífico’ (cínica crítica contra la gloria militar), pasando por ‘La muchacha del trapecio rojo’ hasta llegar a esa obra de culto ‘Soylent Green’, Fleischer potenció su apego por historias con un punto en común en el desencanto centradas en la incomunicación o la censura con un trasfondo de violencia que siempre delimitó la concesión a la espectacularidad de muchos de sus trabajos. Sobre todo, en su gran obra maestra, ‘Los Vikingos’, donde aporta una visión trágica y épica del salvajismo concerniente a la mitología nórdica, sin evitar la rudeza de la sangre, el erotismo, las ‘drakkars’, ni siquiera ese trasfondo de rivalidad y odio de Einar y Eric por el amor de Morgana (interpretados, respectivamente por Kirk Douglas, Tony Curtis y Janet Leight). Tampoco se puede olvidar la imponente voz del gran Welles en Off, como narrador o la inmensa fotografía de Jack Cardiff.
Aunque en el ocaso de su carrera su cine no sea tan preciado ni tenga el interés que su etapa floreciente (‘Una grieta en el espejo’, ‘Terror ciego’, ‘Mandingo’, ‘Mister Majestyk’, ‘El Príncipe y el mendigo’, ‘El pozo del inferno’, la secuela de ‘Conan’ o ‘Pasta Gansa’) Fleischer quedará como un clásico irreemplazable dentro del mejor Hollywood que uno pueda recordar.
Y un recordatorio, a modo de funesto e incesante obituario, a la memoria de Stanislaw Lem (creador de ‘Solaris’, ‘Ciberiada’, ‘Los atronautas’ o ‘Qatar’, entre muchas otras) y que ha fallecido hoy mismo en Cracovia a los 84 años de edad. Lem tuvo como tema capital el lugar del hombre en el mundo, la tecnología, la incomunicación y la comprensión-con otras formas de vida.
D.E.P. todos ellos.

"Me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo... ¿En un DeLorean?"

El regalo de Myrian por nuestro segundo aniversario fue como una sorpresa de consternación y ‘shock’ acojonante.
La frase “¿Carreteras? A donde vamos no hay carreteras…” escrita en inglés en una caja con una fuente de letra familiar y colores extraídos directamente de 1985 hizo que una lagrimilla de felicidad y nostalgia asomara por mi párpado inferior.
Allí delante, como un viaje al pasado infantil, tenía el legendario DeLorean, la única y genuina máquina del tiempo del Dr. Emmet “Doc” Browm en una reproducción que alcanza cotas de imposible perfección. En mis manos, como una entelequia recuperada después de más de dos décadas, como en un viaje mental al pasado disfruté por momentos de mi sueño hecho realidad ante la mirada de satisfacción de Myrian que ha logrado sorprenderme más que nunca.
En su interior todo aquello que conocía tan bien estaba allí; los botones, las luces, el cuadro de mandos, un pequeño volante, cinturones de seguridad, circuitos de tiempo, visores de destino temporal, el condensador de fluzo e incluso el dispositivo Mr. Fusion de la segunda parte de la saga de Robert Zemeckis.
Tan sólo falta un perro Einstein en miniatura con un pequeño reloj que marcase la 1:19 AM .
El coche es una fantasía en miniatura a escala 1:18 de la marca ‘Sun Star Toys’. Una auténtica maravilla para mitómanos que, desde ayer, tiene una posición de privilegio en mi saturada habitación.
Como decían Huey Lewis & the News en su canción “That’s power of love…”.

lunes, 27 de marzo de 2006

'Watchmen' ¿Otra vez en marcha?

Una noticia de trascendencia se ha cristalizado en esas posibles negociaciones de la Warner con Zack Snyder para que lleve a buen puerto una adaptación maldita de la obra maestra del Noveno Arte ‘Watchmen’ de Alan Moore y Dave Gibbons. Harry Kwnoles ha lanzando ese tipo de rumor con la suficiente enjundia y credibilidad como para estar ante la consolidación de un nuevo intento por hacer celuloide un cómic de trascendencia histórica.
Un proyecto que hace menos de un año tuvieron que cancelar Chris Kenny y Nic Korda, productores británicos de la Paramount, presagiando desde el principio el posible infortunio de la película que iba a dirigir por entonces Paul Greengrass, que vio cómo se cancelaba finalmente su trabajo más ambicioso por lo elevado del presupuesto.
La complejidad de la novela gráfica, plagada de subtextos y líneas narrativas, la ardua grafía simbólica y el procedimiento con que se analiza y critica sin piedad la sociedad occidental contemporánea, e incluso el sistema político-social en el que se circunscribe, son los elementos que preponderan en un cómic titánico que impone una película que se antoja inalcanzable para el Hollywood actual.
Ahora queda especular sobre si veremos algún día en pantalla grande esa apocalíptica y pesimista América que ganó la Guerra de Vietnam poblada de personajes que viven en nuestra memoria colectiva; El Comediante, Rorschard, el Dr. Manhattan, Búho Nocturno, Laurel Juspeczyk o el infame Ozymandias.
Veremos en qué queda todo esto.

Dos años

Tal día como hoy hace dos años, 730 días, conocí a la mujer que iba a cambiar mi vida para siempre. Ella, la luz que, progresivamente y de forma constante, ha ido iluminando la esperanza en todos y cada uno de los frentes que se han presentado. Desde los inicios de una relación algo turbulenta y titubeante hasta la solidificación de un sentimiento común trabajado en la confianza, la amistad, la admiración, el respeto y el amor mutuo, Ella me ha enseñado la verdadera naturaleza de lo esencial, la belleza de esa emoción que es el amor. Una emoción que está al borde del vértigo, que te sumerge y que a la vez inventa un alma.
En una dimensión humana, ha pasado a significar todo para mí, porque acoge el tipo de cualidades que no se encuentran fácilmente, aquéllas que desmontan teorías y mitigan el miedo a amar. Ella es como un amplificador de virtudes que se hacen extensibles a los que la rodean. Una mujer fascinante a la que he descubierto de una forma especial, sin concesiones para la mentira ni las apariencias, en un lapso de tiempo donde la sinceridad y la pureza se han transformado en elementos clave para una perfecta relación de amistad y amor. En una idílica relación de conexiones y antagonismos análogos. Es decir, que mucho de lo que nos separa, nos une con más intensidad.
730 días en los que Ella me ha demostrado hasta dónde se puede querer, dejando claro la grandeza de su espíritu, del inabordable núcleo que hay dentro de sí misma, de su carácter divertido y abierto, de su inteligencia y capacidad de esfuerzo, de su lealtad con lo que cree y con lo que quiere. Ella ha conseguido que entierre todos los nombres del pasado por el suyo, haciéndome vivir un hermoso y sempiterno sueño para vivir junto a ella en los pronombres; en el tú y en el yo. En la dualidad que supone el amor meditado y madurado, superando todos los obstáculos a los que nos hemos enfrentado juntos. Ella ha conseguido que el pesimismo emocional se haya transformado en un irrefrenable deseo de estar con una persona cada minuto, cada segundo. Me ha enseñado, en definitiva, a ver a través de sus ojos, a sentir su respiración aunque no esté a mi lado.
Por eso, cuando haya conseguido que mis sueños se hagan realidad, como en un final feliz o como en una tragedia creada por mí mismo, cuando lo consiga, cuando todo el mundo crea en mí y cuando sea la persona que todo el mundo espera que sea. Cuando eso suceda y se haga realidad, lo habré hecho por Ella y le devolveré así todo lo que me está dando.
Hoy quería escribir sobre ti, sobre Ella, sobre Myrian. Expresar a los ojos de todo el mundo lo mucho que te quiero. Y escribir, por primera vez en mi vida, que nunca había sido tan feliz como lo soy a tu lado.

viernes, 24 de marzo de 2006

El Capitán Trueno cumple 50 años

Se cumplen cinco décadas del nacimiento del Capitán Trueno junto Goliath, Crispín y Sigrid. Medio siglo después, el valiente cruzado creado por el artista gráfico Ambrós y el guionista Víctor Mora sigue cabalgando por la historia más próspera de nuestro cómic.

¿Botellón?

Botellazo.
A veces el deporte no se corresponde ni con la concordia, ni con la competición, ni con el respeto por el rival.
A veces el deporte es, simplemente, una excusa para afianzar violentas batallas que nada tienen que ver con la afición, en este caso, al fútbol.
A veces el fútbol en sí es bastante vergonzoso.

Muere Eloy de la Iglesia, uno de los padres del subgénero 'quinqui'

La muerte de Eloy de la Iglesia, de 63 años, ha impactado al cine español de golpe. De forma imprevista. Con contundencia. La misma que dejó su obra cinematográfica. Adalid y representante de un cine marginal reflejo de la realidad social, de los sectores marginados y de la delincuencia juvenil que tuvo su esplendor a principios de los 80, De la Iglesia hizo de la trasgresión, del cine contestatario e ideológicamente posicionado su peculiaridad más recordada en un cine de corte popular y sin miedo al ridículo, pese a lo chabacano de muchas de sus propuestas.
Sin embargo, su obra siempre ha estado envenenada con un subfondo de denuncia hacia la represión y la censura. Obras como 'El techo de cristal' o 'La semana del asesino' procuraron un cine efectista, émulo de corrientes terroríficas europeas intentando insertar erotismo y sanguinolencia en dosis que desafiaran la mentalidad represora y puritana de la época o posteriores películas de la talla de ‘La criatura’, ‘El sacerdote’ o ‘El diputado’, que aprovecharon la muerte de Franco y el inicio de la transición para exponer de un modo burdo y sucio las miserias de una sociedad en pleno proceso democrático, destapando tendenciosamente con humillación y desagravio los círculos derechistas, ultraconservadores y eclesiásticos.
A pesar de no poder llevar a cabo su ambicioso proyecto sobre la historia de amor en Euskadi entre un abertzale y un guardia civil, que finalmente no se materializó, Eloy de la Iglesia, con el inicio de los 80, hizo que su obra se decantara hacia el conflicto generacional de una juventud perdida en una época de oportunidades que se cristalizó con ‘El Pico’ y ‘El Pico II’, ‘Navajeros’ y ‘Colegas’ (todas con su actor fetiche José Luis Manzano), parábolas callejeras sobre la drogadicción, la homosexualidad, la delincuencia, el sexo barriobajero ‘a pelo’ y la abulia juvenil entre chutas de caballo y gamberrismo en un orbe de marginados que marcarían el principio de aquella década.
Un subgénero cinematográfico ‘quinqui’, que Eloy de la Iglesia encabezaría junto a José Antonio De la Loma (y sirvan estas líneas como recuerdo ofrendístico), autor de esa trilogía imprescindible que supuso ‘Yo, el Vaquilla’, ‘Perros callejeros’ y ‘Los últimos golpes del Torete’, su particular acercamiento a los compulsivos barrios bajos de Barcelona, a la drogadicción, la delincuencia, la rebeldía. Un género de bajos fondos habitualmente vilipendiado, centrado, en el caso de La Loma, en la figura de Juan José Moreno Cuenca, “El Vaquilla”, símbolo generacional, prototipo de una juventud marginal sin rumbo que creció entre droga y atracos, a golpe de pistola y navaja, de persecuciones en coches robados con banda sonora de la rumba gitana de Los Chichos y Los Chunguitos, mundo tan arraigado también a la figura de De la Iglesia.
Eloy de la Iglesia dejaría de lado el cine de droga y ‘trapis’ para centrar su carrera en un cine más comercial y ajustado a aspiraciones artísticas tan desatendidas a lo largo de anterior filmografía; ‘Otra vuelta de tuerca’, basada en la obra de Henry James y ‘La estanquera de Vallecas’, con guión del propio De la Iglesia, su habitual Gonzalo Goicoecha y Alonso de Santos, basado en la homónima obra teatral de éste último con esa la historia de albañil y un delincuente que asaltan un estanco y secuestran a la dueña y su sobrina como rehenes son sus últimas grandes películas con un poso de crítica social menos marcado que en su época de subgénero.
Su última cinta fue ‘Los novios búlgaros’, que pretendió, sin éxito, recuperar su fuerza cinematográfica provocadora y reprobativa aludiendo a la marginación y al cine homosexual. Una forma de contar historias caduca pero reivindicable en el desolado panorama del cine español actual.

jueves, 23 de marzo de 2006

La surreal y colorista ironía de Mark Bryan

“Estoy asombrado del mundo en el que vivo. Un lugar ilimitado, misterioso, maravilloso y peligroso. Un lugar donde se pueden dar todo tipo de posibilidades”.
(Mark Bryan).
La paradoja del ser humano, del mundo actual, de la estupidez que nos corroe se contrapone por el colorido muralista de sus dibujos. La obra de Mark Bryan está llena de causticidad y crítica lanzada en forma de dardos icónicos contra la torpeza mental humana, pero que encuentra a su vez su fascinación en la belleza de un mundo que, pese a su entorno caótico, despierta una visión de atractiva y divertida ironía.
Con cierto halo de misterio, Bryan se centra a menudo en lo religioso y en lo político, sin atisbo de moralina, pero sí con mucha sátira. Con la comicidad como arma, el artista californiano utiliza la caricatura exagerada, el ‘cartoon’ y una profusión de elementos reconocibles que invitan al público a reflexionar sobre la extraña comunión del hombre y la naturaleza, sobre la actualidad y el absurdo, sobre la iconografía rayana en el surrealismo. Pero, sobre todo, en la incógnita natural que convierte a los hombres en auténticos gilipollas.