miércoles, 8 de marzo de 2006

Un gran clásico de culto: '1997: Rescate en Nueva York' (I)

Cuando en 1981 el maestro John Carpenter lanzó ‘1997: Rescate en Nueva York (Escape from New York)’ estaba en un momento de cierto privilegio, en la senda adecuada para hacer lo que más quería, seguir realizando cine desde una aventajada posición de libertad e independencia. ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’, ‘Halloween’, la teleserie ‘Elvis’ y ‘La Niebla’ le habían conferido un cierto estatus y experiencia sin ningún tipo de condicionante que agriara su óptica cinematográfica. Así, dispuesto a dar lo mejor de sí mismo y a demostrar su invariable manumisión fílmica a la hora de llevar historias personales al cine, el cineasta regresó a la gran pantalla con una más que agradable sorpresa, este inolvidable clásico ‘1997: Rescate en Nueva York’, una de sus obras más admiradas y una de los más representativos orígenes, para muchos conocedores del género, de la Ciencia-Ficción contemporánea.
La fuerza de este áspero y dinámico prototipo de cine de género (o subgénero, según cómo se analice) se vierte en la intención de Carpenter por presentar un futuro oscurantista, tenebroso, realzando la acción con una fuerza visual incomparable basada en el estilo que deviene en noveno arte, del mejor cómic, en la forma narrativa y argumental de Harry Harrison y su visión del mundo futuro. Y es que una de las cosas que hizo que esta memorable película haya sido, casi desde su estreno, una irrevocable obra de culto, ha sido esa condición de sedición formal y estética, de trasgresión con lo instituido, de la sublevación con las propias significaciones dentro de todos los subgéneros en la que pueda llegar a englobarse; ya sea cine fantástico, de ciencia-ficción, apocalíptico o carcelario.
Para esa sobria y electrizante estética de la aventura en un cosmos que implica por definición el exterminio y la devastación, Carpenter recurrió al sublime y riguroso diseño de producción de Joe Alves, autor del diseño de ‘Tiburón’ y ‘Encuentros en la Tercera Fase’, ambas de Steven Spielberg, con la intención de mostrar un gran espacio (en este caso una isla de Manhattan totalmente asfixiante y cerrada) como un presidio mortal, confluente en el peso subversivo de la trama. Todo ello consecuencia de la parábola milenaria que constituye todo el filme. En esta finalidad de trasgresión y rebeldía en cuanto a la grafía genérica, influye de forma indispensable la fotografía delineada por su inseparable Dean Cundey en una oscura composición de ‘scope’ anamórfico que dieron la lobreguez necesaria para una historia nocturna y opresiva.
‘1997: Rescate en Nueva York’ es una extraña e inquietante fábula donde la individualidad está coartada por un gobierno autoritario norteamericano que juega con la vida de la humanidad, crítica feroz de un Carpenter, temerario, lleno de vitalidad y furia, que se mantiene actual debido al retroceso social que está viviendo el mundo moderno. Esta obra de culto se mantiene fresca porque lo que cuenta muy bien podría suceder el un futuro próximo. De ahí que no haya envejecido su mensaje final. La cinta empieza con los créditos de abertura que dejan escuchar una voz femenina digitalizada que comunica que en 1988 el porcentaje de criminalidad en los E.E.U.U. ha aumentado en un 400%. Por ésa razón, se ha creadazo una prisión nacional situada en la Isla de Manhattan, donde se ha levantado una enorme muralla de seguridad que ha terminado por aislar a los presos que viven allí con sus propias leyes y a su libre y anárquico albedrío. Sólo existe una regla: una vez que alguien entra, nunca jamás vuelve a salir.
No interesa, como es signo congénito de la temática futurista, la civilización del momento. No hay rastro de fascinación por saber cómo es el futuro que se muestra en las clases sociales privilegiadas, ni siquiera en las de clase media. No se refiere al modo de vida que llegará, ni a la idiosincrasia tecnológica que revolucionará la forma de vida humana. Nada de eso. Para Carpenter la trascendencia se centra, precisamente, en el ámbito contrario, en el reverso de la moneda, en la vida paralela que viven los convictos. Pero no estamos en el lado oscuro de la sociedad, ya que estos son los únicos que, de forma heterogénea, viven en una paradójica libertad imponiendo sus propias leyes, donde la autonomía es total, haciendo una infrecuente visión de un universo desordenado y enloquecido. Un trasfondo político que, si bien no es nuevo (recuerda mucho a las deducciones finales de dos obras claves como son ‘Blade Runner’, de Ridley Scott o del genuino Terry Gilliam en la esplendorosa ‘Brazil’) sí imponían una nueva visión del filme futurista al que el espectador estaba acostumbrado a ver en una sala de cine. En ese paisaje típicamente ‘orwelliano’ se desarrolla una de las más arriesgadas y apocalípticas visiones de un futuro desarrollo en una singular cárcel, símbolo de una supuesta sociedad llena de hipocresía y contenidos para el análisis.
Los habitantes de la prisión son la clase de gente que se opone a los ideales fascistas del hombre moderno, que vive en una libertad que les somete, pero a su vez, perciben que deben formar parte de un sistema gubernamental organizado para sobrevivir. La gasolina es controlada completamente por los grupos subterráneos y cuando el alimento es escaso, los criminales no dudan en recurrir al canibalismo. Por otra parte, no es tolerable ningún tipo de régimen, pero paradójicamente ven en “El Duque”, un hombre de color armado hasta los dientes, al mandatario que dicta sus destinos dentro de un mundo de caos y violencia. Estas indagaciones sociales son los aspectos más interesantes de la película, pero que no son explorados por Carpenter en profundidad por la sencilla razón de que lo que verdaderamente interesa en la trama argumental es una misión. La misión de un hombre que, con el paso de los años, se ha convertido en un icono cinematográfico de irrefutable carisma. La misión de un hombre llamado Jake “Snake” Plissken.
Para dar vida a “Snake” se buscó un actor que en pantalla resultara inclemente, un modelo de actor en el que la reciedumbre del rostro marcara una abrupta actitud y la férrea personalidad de un personaje tan frío como Plissken. Los candidatos que sonaron para encarnar el rol fueron Clint Eastwood, Tommy Lee Jones y Charles Bronson. Eastwood se negó. Bronson, por su parte, tanteó la situación. Sin embargo, aunque a Carpenter no le hubiera importado que ‘El justiciero de la noche’ hubiera dado vida a su antihéroe, creía que era demasiado viejo para el papel. En cuanto a Tommy Lee Jones, fue rechazado por el propio director porque el cineasta prefería al que se convertiría en su mejor amigo, en el actor fetiche de sus mejores obras; el eficaz y carismático Kurt Russell.
Ése arcano delincuente de imperecedero nombre, "Snake" Plissken, es un insólito arquetipo de héroe misántropo y antisocial que pertenece ya a la retina de los amantes del cine de género.
En ‘1997: Rescate en Nueva York’, “Snake” es de los soldados de élite con una última oportunidad para saldar su cuenta pendiente con la ley, adentrándose en un particular mundo de delincuencia que sobrepasa a los propios dirigentes de un hipotético futuro, haciéndoles partícipes del juego. Plissken cree únicamente en él mismo, sabiendo que los verdaderos héroes están muertos y que él no es más que un superviviente que sólo actúa a favor del gobierno cuando éste le coarta para lograr sus fines: rescatar a un ridículo y asustadizo presidente (que podría muy bien representar a George W. Bush) de los USA, caído en la prisión de Manhattan por el abatimiento del Air Force One y recuperar una grabación que constituye la salvaguardia de la humanidad. Para ello, tiene 22 horas en las que deberá obtener el objetivo impuesto en una ardua e imposible misión. Si no lo consigue, morirá por un veneno mortal que le ha sido inyectado por los altos mandos gubernamentales y del ejército. Así de simple.
Como se ha matizado, Manhattan es un mundo de caos y de violencia. Pero a su vez jerarquizado, con el poder en manos de ese “Duque” (espléndido Isaac Hayes), que se convertirá en el gran enemigo del antihéroe de la película…
Y mañana, mucho más...

lunes, 6 de marzo de 2006

78ª edición de los Oscar

La noche de los ‘cowboys’ desterrados
El rostro de Jack Nicholson reveló por un instante que algo fuera de normal había sucedido. Cuando su imponente voz pronunció la ganadora de esta 78ª edición de los Oscar de Hollywood, todo el mundo palideció. Nadie parecía creer muy bien qué es lo había pasado. La gran favorita ‘Brokeback Mountain’ había sido repudiada de lo alto del palmarés en favor de ‘Crash’, la ‘opera prima’ de Paul Haggis. Gran sorpresa y decepción porque, vaya por delante, el Oscar al mejor filme de 2005 se lo ha llevado la película más floja y con menos calidad de todas las finalistas. Ni siquiera el Oscar al mejor guión adaptado, el de música original o ese premio de consolación que los académicos parecen haber regalado por obligación a Ang Lee pueden paliar la decepción no sólo de los miembros del equipo de ‘Brokeback Mountain’, sino de aquellos que, con coherencia, pensaban que este año el Oscar iría a parar a una película que se ha ganado la admiración y el respeto tanto de la crítica como del público.
La imprecisa y achacosa obra de Haggis había derrotado sin sentido a la bella historia de amor de Ennis del Mar y Jack Twist. Suena a incoherencia, pero el despropósito corrobora que estos premios obedecen más al capricho inconsecuente y aleatorio que al verdadero mérito de las películas que participan y a muchas otras que quedan fuera injustamente de esta suntuosa celebración de limitada trascendencia. La ecuanimidad y la justicia han desaparecido en el último momento y ha dejado la duda de una hipotética intransigencia excesivamente pudorosa (por no decir homófoba y poco comprometida) dentro de los Oscar.
¿’Crash’ reúne las suficientes virtudes para obtener este tipo de galardón? Pues las mismas que en su día ‘Shakespeare in love’, ‘American Beauty’, ‘Gladiator’ o ‘Una mente maravillosa’. Cintas de anodina mediocridad que obtuvieron un Oscar a la mejor película, única proeza por las que hoy en día son recordadas, más allá de cualquier hallazgo cinematográfico. Un poco como le pasará a la cinta de Haggis, vencedora de la asexuada estatuilla.
A esta inesperada e irritante sorpresa, se unió el premio a la mejor película extranjera. Ya que cuando todas las quinielas apuntaban a ‘Paradise Now’, de Hany Abu-Assad, como la gran vencedora del año, fue la desconocida sudafricana ‘Tsotsi’, de Gavin Hood, la gran destacada en este apartado. Por lo demás, los resultados finales eran bastante previsibles en todas las cábalas anuales que han dejado unos Oscar bastante repartidos. También era previsible el improcedente ninguneo que han sufrido las dos películas más controvertidas y arriesgadas de estos 78 Oscar; ‘Munich’ y ‘Good night & good luck’, películas que transgreden los preceptos bienquistos de la Academia por su riesgo político se han ido de vacío. Parecer ser que el posicionamiento ideológico no gusta e incomoda dentro de Hollywood.
Rachel Weisz superó a Michelle Williams como mejor actriz de reparto, George Clooney se llevó como premio de consuelo el de mejor actor de reparto por ‘Syriana’ y Phillip Seymour Hoffman ratificó la mejor interpretación del año con su magistral ‘Capote’. La pena fue que Felicity Huffman no hiciera lo mismo con su bordada composición como transexual en ‘Transamerica’, yendo a parar este honor a una Reese Whiterspoon por 'Walk the line' que, en su edulcorado discurso, ha demostrado lo irritante de su voz y lo melindroso de una actriz que, con este premio, se situará en lo más alto de Hollywood sin merecerlo lo suficiente. Tampoco sorprende que la Academia haya resaltado en el palmarés una golosina visual tan pomposa y a la vez vacua como ‘Memorias de una geisha’ o los tres premios técnicos de ‘King Kong’, de Peter Jackson.
Pero lo verdaderamente interesante de la velada ha estado en la gala en sí. Y es que el programa de la pasada madrugada ha sido, con toda certeza, la más cómica y más divertida de los últimos años. La incógnita sobre la presentación de Jon Stewart quedó descubierta en su vídeo de presentación, donde los anteriores presentadores pasaban el testigo a este ‘showman’ resolutivo y de inagotable carisma (irrepetibles el momento ‘Brokeback’ de Billy Cristal y Chris Rock saliendo de la tienda de campaña de los ‘cowboys’ de Ang Lee o Mel Gibson con sus guerreros mayas) que finalizaba con un sueño de ambivalencia sexual con la colaboración de Halle Berry y un distinguido Clooney, siempre dispuesto a demostrar su buen humor.
La noche ha sido una sucesión de ‘sketchs’ de atinado acierto cómico a cargo de este presentador dotado con la apostura necesaria para aguantar la gala en un nivel muy por encima de sus predecesores, haciendo olvidar por momentos al mejor presentador de este impecable show televisivo en ediciones precedentes, Billy Cristal, con sus ácidas sátiras contra el extraño accidente de caza del vicepresidente Cheney utilizando a Björk como reclamo, el paralelismo entre Russell Crowe y James Braddock, su personaje de ‘Cinderella Man’ y su comodín con ese estratosférico Oscar a la mejor canción de ‘Hustle & Flow’ para Three 6 Mafia por su tema ‘hip-hopero’ ‘It's Hard Out Here for a Pimp (Es difícil la vida de un chulo)’ que han hecho que, por instantes, los Oscar fueran más que nunca los Grammie o los MTV Adwards. Stewart, con todos los honores, ha estado a la altura de los grandes.
La carcajada ha sido la protagonista de una ceremonia que, por tradición (que se lo digan a Bill Murray), nunca han comulgado con este género. Desde el brillante número de Ben Stiller embutido en un traje tipo ‘green-screen’, el soberbio montaje de momentos ‘gay’ del ‘western’ más clásico y heterosexual, el ‘sketch’ sobre el tiempo de agradecimientos de Tom Hanks (alejado hace años de la comedia), el desorbitado maquillaje de Will Ferrell y Steve Carell, los vídeos de presentación de montaje de sonido y fotografía. Incluso divertidos instantes espontáneos, como la genial improvisación de Lilly Tomlin y Meryl Streep para presentar al incombustible Robert Altman, el patinazo de Jennifer Garner, el falso pelo pintado de John Travolta (que parecía Leonardo Dantés) y la recogida de premios de Nick Park y Steve Box por ‘Wallace y Gromit’ y sus pajaritas o el equipo del documental ‘El viaje del emperador’ y sus pingüinos de peluche.
La ceremonia ha sido en todo momento una demostración de ingenio y de resolución, ágil y diligente en su realización, exhibición de saber hacer televisivo y de puro ‘entertaiment’ que no echó de menos ese poso guerrillero y comprometido de otras ediciones. Nada de crítica. Todo muy blanco y expedito. Destacando, de paso, los inconmensurables vídeos pertenecientes al cine negro (presentado por la mítica Lauren Bacall), la fascinación del cine (con ese final -‘E.T.’ y ‘Lo que el viento se llevó’-), personajes históricos que inspiraron al Séptimo Arte o el perteneciente a las cintas reivindicativas (con un incompresible segmento de ‘Mar Adentro’). Sin olvidar al violinista Itzhak Perlman, que ha embellecido con su maestría y talento todos los acordes de las bandas sonoras nominadas.
En cuanto a la retransmisión ofrecida por Canal +, pues más de lo mismo. La mala traducción simultánea que hace que el intérprete pise frases y deje otras inconclusas, es la tónica anual de la cadena. Por su parte, Angels Barceló, profesional y muy sobria en sus comentarios pretendidamente subjetivos y nada ocurrentes, estuvo muy insípida en su primera experiencia de los Oscar. Jaume Figueras jugó más a sacarle defectos a la organización dentro de la ceremonia (“se han saltado una categoría…”, “ahora no venía esto…”) que a estar atento a la misma.
Todavía hay quién se sigue preguntando qué diablos pintaba Martina Klein en este sarao. Sus comentarios sobre las tendencias ‘pret a pòrter’ de la alfombra roja han sido tan intrascendentes como pueriles, dignos de una persona que como mejor descripción de un traje llega a decir “mu guapa y mu rubia”. Para qué vamos a engañarnos. Se ha notado la falta de Ana García Siñeriz y su ‘show’ cómico alternativo que nos había brindado a lo largo de todos estos años con sus meteduras de pata, deslices e incoherentes comentarios.
LO MEJOR:
- Jon Stewart, genial y determinativo en la comicidad que ha contagiado de risas una gala de inesperado humor.
- George Clooney, que es todo un señor y cae bien a todo el mundo.
- Los ‘clips’ de vídeo de la ceremonia.
- La brevedad de la gala, de nuevo (aunque tres horas y media no sea algo muy escueto).
- Cynthia Garrett, la espectacular presentadora en algunos fragmentos de la ‘red carpet’.
- El emotivo discurso de Ang Lee, que se quedó sin volver a salir.
- La elegancia perenne de actrices como Nicole Kidman, Felicity Huffman, Jennifer Aniston, Hillary Swank, Salma Hayek o Charlize Theron.
- Three 6 Mafia, dedicándole el premio a todo el mundo, incluido a George Clooney.
- Jack Nicholson.
LO PEOR:
- Ese amago de “todos contra la piratería” de Stewart diciendo que se le roba a todo el firmamento hollywoodiense presente en la gala con esta delictiva acción. Como si a alguno de ellos le faltara de comer.
- Dolly Parton, que se ha convertido con el paso de los años en una desagradable ‘barbie’ operada hasta los límites de lo ‘operable’. Y que, con este efecto de falsa juventud, tiene un aire repelente a Letizia Ortiz.
- El Oscar a ‘Crash’ que desluce lo que todo sabíamos: que ‘Brokeback Mountain’ era la película merecedora de la máxima distinción de la noche.
-Que haya tardado tanto en aparecer esta crónica en el Abismo. Os aseguro que ha sido materialmente imposible hacerlo antes.

domingo, 5 de marzo de 2006

Las dos caras de la moneda ‘pre-oscar’

Jenny McCarthy fue la gran ganadora de una edición de los Razzies en su edición número 26 que se otorgan a las peores y más funestas películas del año producidas por Hollywood. La ex playmate se convirtió en la gran protagonista de la gala por producir, protagonizar y escribir la infausta comedia ‘Dirty Love’, ganadora en los rubros de peor película, peor actriz y peor guión.
Además ‘Dirty Love’ ha pasado a los fastos de este incómodo premio como una de las más galardonadas en la historia de los Razzies, empatando a ‘Freddy Got Fingered’, protagonizada, escrita y dirigida por Tom Green en el año 2001.
Peor película: ‘Dirty love’ (First look Pictures).
Peor actor: Rob Schneider, por ‘Deuce Bigalow: gígolo europeo’.
Peor actriz: Jenny McCarthy, por ‘Dirty love’.
Peor pareja cinematográfica: Will Ferrell y Nicole Kidman, por ‘Embrujada’.
Peor actor de reparto: Hayden Christensen, por ‘Star Wars. Episodio III: La venganza de los Sith’.
Peor actriz de reparto: Paris Hilton, por ‘House of wax’.
Peor secuela o remake: ‘La máscara 2’.
Peor director: John Asher, por ‘Dirty love’.
Peor guión: Jenny McCarthy, por ‘Dirty love’.
La pareja más coñazo: Tom Cruise y Katie Holmes por sus empalagosas apariciones en ‘Oprah Winfrey's Couch’, esa ridícula pedida de mano bajo la Torre Eiffel y la noticia sobre la maternidad de Holmes.
En el reverso de la moneda, ‘Brokeback Mountain’, de Ang Lee, la gran favorita para arrasar esta madrugada en los Oscar, fue designada como la mejor película del año en la gala de los premios 'Independent Spirit Awards', galardones que se entregaron en la localidad californiana de Santa Mónica en la víspera de la entrega de los Oscar. Con apenas ninguna sorpresa, el propio Lee se llevó el premio de la categoría de mejor director, mientras que, como se esperaba, Philip Seymour Hoffman siguió su laureada trayectoria hacia el Oscar al obtener el galardón que designa al mejor actor protagonista por su magistral composición de ‘Capote’, filme que consiguió el premio al mejor guión de Dan Futterman. Por su parte, Felicity Huffman fue premiada como mejor actriz por su papel en ‘Transamerica’.
Mejor película: ‘Brokeback Mountain’.
Mejor actriz: Felicity Huffman por ‘Transamerica’.
Mejor actor: Philip Seymour Hoffman por ‘Capote’.
Mejor actriz secundaria: Amy Adams por ‘Junebug’.
Mejor actor secundario: Matt Dillon por ‘Crash’.
Mejor director: Ang Lee por ‘Brokeback Mountain’.
Mejor guión: Dan Futterman por ‘Capote’.
Mejor primer guión: Duncan Tucker por ‘Transamerica’.
Mejor fotografía: Robert Elswit por ‘Good Night, and Good Luck’.
Mejor primera película: Paul Haggis por ‘Crash’.
Mejor película extranjera: ‘Paradise Now’, de Hany Abu-Assad.
Mejor documental: ‘Enron: The Smartest Guys in the Room’, de Alex Gibney.
Premio John Cassavetes: ‘Conventioneers’, de Mora Stephens y Joel Viertel.
Y mañana... espero poder escribir una crónica de los Oscar.

Lectores y amigos salmantinos

Ha llegado la hora de hacer aún más público ‘El límite’ en la ciudad donde se originó un corto que ha dado tantas satisfacciones. De difundirse en su propagación visual y protagonizar una pequeña gesta en la ciudad que vio nacer nuestro tercer trabajo.
Por ello, esta semana se harán dos pases públicos que tendrán lugar en el Café Berlín (C/Correhuela), el día 5 de marzo (esta misma noche), a las 21:00 horas y el día 9 de marzo en La Audiencia (C/Caldereros), a la misma hora.
Si vais por allí, nos veremos.

viernes, 3 de marzo de 2006

La semana que viene: Carpenter en el Abismo

Por primera vez en el Abismo se abordará un trascendental tema que ha sido una constante en mi vida: el cine de John Carpenter.
Posiblemente sea el director que más haya influido en mi carácter creativo, en todas sus derivaciones y perspectivas posibles. El gran maestro tendrá cabida en este espacio con un profuso análisis de ‘1997: Rescate en Nueva York’, un filme totémico que puede considerarse como emblemático de un cine inalcanzable e irrepetible.
Desde mi máximo respeto y admiración, el Abismo traspasará los límites de la serie B, para ver de cerca una obra alegórica del hombre, del cineasta que ha logrado mucho más que reputación, gloria, prestigio o dignidad a partir de esfuerzo cimentado en un conocimiento del medio y de sus limitaciones como nadie lo ha entendido jamás en la historia del cine moderno.
La semana que viene Carpenter verá la luz en el Abismo con extracto de un capítulo que dediqué en un libro inconcluso sobre el gran maestro.

Los 'ciegos' de Emma Watson

Esta semana acaba con una noticia que ha hecho temblar los tabloides británicos.
La pequeña y melindrosa Hermione Granger, la niña de inteligencia y aplicación estudiantil más célebre de Howgarts convertida en pequeña ‘lolita’ gracias a la prometedora Emma Watson (de 15 años), empina el codo y se entorza.
Y de qué manera.
Sí, amigos. Como lo leéis. Emma Watson ha sido el centro de un escándalo relacionado con la bebida adolescente. Cual prematura Massiel, siguiendo los pasos de Drew Barrymore, la jovencísima actriz fue a una fiesta donde púberes e infantes de todas las edades se ponían ciegos a birra. Y no es extraño pensar que a otras sustancias dada la precocidad de la moza.
La pequeña aprendiz de bruja perteneciente a la casa de Gryffindor y que se instruye por Ravenclaw parece que antes que los brebajes mágicos de Howgarts, prefiere los terrenales efluvios de una pócima compuesta por agua, cebada, lúpulo, malta y levadura.
La preocupación de los padres de medio mundo llega dada la trascendencia del poder mediático de Watson, que acabó en casa sin poder vocalizar siquiera la palabra “muggles”.
“Esto es una simple travesura adolescente”, se ha apresurado a explicar la portavoz de la joven actriz.
Lo sorprendente de todo es que no es la primera vez.

jueves, 2 de marzo de 2006

¿Ese picahielo...

...volverá a destrozar las taquilla de todo el mundo con la fogosidad de una Sharon Stone metida en años pero envejeciendo como los buenos vinos? O, por el contrario ¿será un fiasco deplorable de vacuo oportunismo augurando rancio erotismo pasado de moda?
De momento, el tráiler no deja bien claro si queda algo de lo que tanto llamó la atención a David Cronenberg para realizarla.
Habrá que esperar (el 31 se estrena en EE.UU.) para saberlo.

El mito Hasselhoff

Los seguidores de este hombretón de pelo en pecho están de enhorabuena.
David Hasselhoff, el mito, el actor ochentero y televisivo por antonomasia, el icono bisexual, Michael Knight, Mitch Buchannon, el Bertin Osborne yanqui, es el ilustre reclamo de una famosa bebida refrescante (Pepsi, porqué no decirlo) en Australia, donde es toda una celebridad musical desde aquel inolvidable álbum ‘Night rocker’ en 1985. Que vale, sí, fue un batacazo en Estados Unidos, pero todo un descubrimiento de éxito infrenable en el viejo continente y en Australia.
Desde entonces, nunca un ‘Nick Furia’ fue tan especialmente ‘freak’ en la piel de un actor que ha sabido someter a una elaboración muy personal tanto el mundo de la interpretación como el de la música.
Pepsi le dedica, a modo de ofrenda, una sección de fantásticos ‘wallpapers’ que decorarán, a buen seguro, la pantalla de tu ordenador. Y es que hay que reconocer que con un fondo de escritorio de este calibre, la vida se percibe con mucho más optimismo y despreocupación al contemplar el porte de este vigoroso y bien plantado ‘pecholobo’.
Para consumar esta nostálgica invocación al mito catódico, podéis descargaros a Hasselhoff cantando un clásico de la canción americana en uno de los videoclips más apabullantes de la historia. Además, también podéis jugar a depilarle esa frondosidad capilar que siempre ha lucido en su gallardo torso el irrepetible ‘actor-cantante’.
Porque él lo vale.

'Superman' se acerca... con juego incluido

Este verano de 2006 parece que será el verano de ‘Superman’, la nueva versión que ha llevado a cabo Bryan Singer del personaje creado por Joe Shuster y Jerry Siegel.
De momento, además de avances sobre el filme en pequeñas dosis, se puede ver un trailer de lo que será el inevitable videojuego creado por EA Games, Warner y DC, que evidencia una espectacularidad fuera de lo común y que gana enteros con las inolvidables notas de John Williams de fondo para uno de los iconos más indestructibles e imperecederos de la cultura pop.

miércoles, 1 de marzo de 2006

Las mentiras del Photoshop

Todos sabemos que la magia del Photoshop tergiversa la realidad, encubre los defectos, enmascara la mediocridad física y defectuosa de muchas celebridades que exhiben orgullosos su rostro y su cuerpo camuflados en la adulteración falseada de un programa que hace maravillas.
Aquí tenéis algunos interesantes ejemplos interactivos del proceso de restauración de algunos famosillos internacionales. En ‘Fluideffect’ podemos apreciar la carne fláccida de Daryl Hannah, el enorme trasero de Jessica Biel, el depauperado rostro de Denise Richards o lo poco que vale en realidad Eva Longoria.