martes, 11 de octubre de 2005

Sitges desde el Abismo (II)

Podría escribir unas breves líneas de ‘Seven Swords’, la solemne y épica nueva cinta de Tsui Hark, de su aparatosidad, de su lirismo visual, de sus escenas de acción impecables. Pero no puedo. Todo se resume en una palabra: sueño. Me quedé dormido en el pase de la noche y en los pequeños e intermitentes lapsos iba extraviándome en la trama, hasta que decidí irme a dormir. Antes, pudimos asistir en primicia a los dos últimos cortos de Bill Plympton, que recibió el premio Máquina del Tiempo de manos del director de todo esto Ángel Sala (al que caricaturizó en un minuto), dando paso a estos trabajos que exceden los hábitos propensos a su privativo humor socarrón, donde la violencia extrema se asume como un síncope de diversión sin fin.
Hoy llueve. Mucho. Demasiado. Y con el agua en los huesos hemos asistido a ‘Frágiles’, la última de Jaume Balagueró, considerado uno de los grandes estrenos de este festival. Desconcierta comprobar cómo el realizador catalán ha manofacturado un facsímil de sus anteriores trabajos, sobre todo si se compara con ‘Darkness’, su obra más inactiva y falta de fascinación, ajada en su trasfondo argumental y perfecta en su composición formal. En su última película, Balagueró ofrece más de lo mismo; una fotografía de inquietante de absoluta pompa visual, que potencia la atmósfera insalubre en su narración sobre una enfermera (con la tópica traba de un pasado oscuro y negligente) que acude a realizar una sustitución a un hospital infantil de Mercy Falls a punto de ser desalojado. Tras una noche en el siniestro centro médico, al en enfermera percibe, como los niños, una extraña presencia a la que alguno de ellos llaman “la chica mecánica”. Una obra irreprochable en este terreno, captando la inquietud, con la ideal y maléfica tonalidad de luz optimizada para el género. Balagueró es un director de estética, enflaquecido en las demás áreas, pero preponderante de un ámbito visual que domina a la perfección.
‘Frágiles’ no aporta ninguna novedad al género, ni asusta con su efectismo, ni tributa alguna estimulación narrativa en su desarrollo digno de destacar. Todo es fugaz, estático y previsible. Lo más acertado sería señalar este nuevo filme como una reiteración olvidable, de una praxis involutiva que desmerece a Balagueró en su metórica carrera, deslustrando su desarrollo como cineasta en su extraña e inusual progreso fílmico. Ya no nos creemos sus historias, porque nos las sabemos. Por supuesto, sigue dejando claro que su estilo genérico mefítico puede resultar vigoroso, pero lamentablemente es algo que ya conocemos. Balagueró está contando con ‘Frágiles’ la misma historia de fantasmas que todos conocemos, con un estilo que todos conocemos y un final contagiado con sus propios defectos.
Estamos, de nuevo, una película derivativa, que no llega en ningún momento a entusiasmar, perdiendo casi todo su interés cuando el director nos descubre en seguida sus cartas, sin cumplir siquiera el propósito de mantener expectante observando cómo Calista Flosckhart hace lo posible por sacar adelante a su personaje y patentizando que Elena Anaya es tan mala actriz en una lengua extranjera como lo es en la suya propia.
Ha resultado curioso, además, que ‘Shutter’, de Parkpoom Wongpoom y Banjong Pisanthanakun, trate el mismo tema que la película de Balagueró con su reflexivo discurso de fantasmal objetivo en el cual los espectros perpetúan su presencia por lazos afectivos de oscura naturalidad en su propuesta; la historia de una pareja que tras atropellar a una joven y darse a la fuga (nada que ver con Farruquito), descubre que se trataba de un fantasma del pasado del chico, que aparece para expiar sus errores en forma de venganza.
Las otras dos películas las comento por encima y en tres líneas, ya que he venido a rehuir del estrés y llevo mucho aquí en la sala de mini-prensa –donde parece que van enmendando errores y han ampliado alguna preeminencia a la prensa que no es la que a ellos le interesa, fundamentalmente, porque se han dado cuenta de que el Auditori no se llena y muchos son los que se quedan fuera-).
‘Citizen Dog’, de Wisit Sasanatieng, una grotesca comedia a medio camino entre ‘Ameliè’ (filme del que extrae su estructura interna y narración en ‘off’ impersonal) y una fastuosa producción musical 'made in Bollywood' que, con algún ‘gag’ gracioso, se pierde en su insustancialidad con simpatía, sin trascender utilzando un colorido excesivo y chillón con números musicales, amores surreales y deficiencias varias. Una chorrada, vamos.
Y ‘The Jacket’, de John Maybury, ‘thriller’ de itinerario temporal y viajes en el tiempo tan artificiales e insólitos como que un hombre acusado de un asesinato que no ha cometido aparezca encerrado en un psiquiátrico con pérdida de memoria y la vaya recuperando a partir de unos viajes en el tiempo a través de su descolocada memoria. A priori tiene gracia, pero la resolución de su estrafalario mecanismo discursivo termina poniendo en ridículo cualquier atisbo de atracción. Eso sí, Keira Knightley está de muy buen ver con su cambio de ‘look’, Adrien Brody se mete en el personaje poniendo cara de no enterarse de nada, preponderando unos secundarios tan eficientes como los son Kris Kristofferson y Jennifer Jason Leigh. Producción de George Clooney y Steven Soderbergh tenía que ser.
En otros terrenos, entrevista estrella con afamado director (de próxima aparición en el Abismo), majestuosas comidas, benignidad conyugal y la progresiva acomodación a lo que aquí se ofrece.

lunes, 10 de octubre de 2005

Sitges desde el Abismo (I)

Pues como he comentado esta mañana, la cosa empezó de la siguiente manera: dos acreditaciones para un medio, una entrada por medio para casi todas las sesiones. Hasta ahí, dentro de la usura encubierta en comerciales atenciones de este certamen, es lógico. Todos los que hemos venido aquí alguna vez, conocemos la actitud petulante y despectiva hacia los medios y acreditados que no son “importantes”. Lo que ya no es tan explicable es la arrogancia que se respira en un desorganizado ‘set’ de prensa que cuenta con cinco ordenadores (el primer día sin sillas), un caos en el reparto de entradas y, sobre todo, una anarquía digna de un festival de tercera. Pero es lo que hay. Nada nos sorprende. El festival funciona bien para el público, que es lo importante. Punto y final. Resignación y no quejarse, porque al menos vemos cine por la filosa. De todos modos, la superabundancia y raudal de cine hace que uno no se pueda organizar para asistir a tanto cine, un poco como lo que les pasa a los organizadores.
En otro orden de cosas, ya metidos en pleno festival hasta el momento no he podido ver más que tres cintas esta mañana. Hemos empezado pronto, con un sofocante calor que aquí perciben como frigidez ambiental. Cosas de la geografía. Casi cuando los gallos se ponen los calzoncillos, hemos asistido a ‘Devil’s Rejected’, de Rob Zombie, presentada como una especie de secuela de ‘La casa de los 1.000 cadáveres’, prolongación de las andanzas de la siniestra familia del ‘psycho-clown’ Spaulding (nada que ver con nuestro Spaulding –un derroche de simpatía habiéndole conocido personalmente, también al gran Absense, simplemente excepcional ser humano-), esta vez con algunos de los miembros supervivientes, Baby y Otis, el hermano subnormal y la madre que los parió a todos. La cinta de Zombie cierto que es excesiva, que ofrece momentos de sadismo en una suerte de reconversión maniquea de posturas encontradas en el género (los buenos son aquí los asesinos sin piedad –personificados todos en el sheriff Wydell- y los malos se descubren de la misma manera en que lo hicieran los ‘Bonnie & Clyde’, de Arthur Penn.
Lo cierto es que pese a no dejar indiferente a nadie, el discurso de maldad sangrienta de este rockero metido a cineasta se acaba en seguida. Con largas pausas y vacíos en los que todo es previsible y desvaría sin freno (a algunos les hará gracia, a mí no), la acción no parece arrancar nunca, Zombie parece más preocupado de enfocar bien el culo de su señora (la incapaz actriz Sherri Moon Zombie) y en buscar planos sofisticados de grúa que en contar una historia que se agota a pesar de su más que interesante subtexto. Uno sale con la sensación de haber asistido a un “quiero y no puedo”, pero lo que sí hay que agradecer a Zombie es el insolente ímpetu degenerado y pérfido con que se recrea en el ferocidad de sus asesinatos, de su bien llevada atmósfera de demencia criminal y de una resolución cismática en la que el género es recompuesto por su director.
Por otra parte, ‘Mirrormask’ no es más que una confitada visión del estético mundo de Dave McKean, como si sus personales ilustraciones adquirieran un inusitado movimiento en una historia de viaje iniciático y onírico de una niña hacia su madurez cuando debe enfrentarse a la enfermedad de su madre. Un icónico universo de color y luz, que no pierde esa visión conceptual que combina de manera excelsa la fotografía, el dibujo y sus célebres 'collages', un brebaje visual enaltecido con un tratamiento digital que representa a la perfección el cosmos cromático del artista multimedia. Dulcificado por la fábula lírica y pretenciosamente existencial de una historia de Neil Gaiman y un acabado artístico único hacen de ‘Mirrormask’ una interesantísima propuesta.
Por último, hemos visto ‘Trouble’, una coproducción franco-belga de Harry Cleven, que actúa en un plano psíquico como terrorífico documento sobre los hermanos gemelos, llevando hasta el extremo un trauma que reaparece en forma de pesadilla consanguínea de proporciones psicológicas algo presuntuosas, pero que logra enganchar al espectador gracias al gran trabajo reconstructivo interpretativo con el gran Benoît Magimel compartiendo pantalla consigo mismo.
De momento, esto es todo. Seguiremos al pie del cañón, si es que nos dejan y no siguen otorgando privilegios y regalías distintivas, ilógicas en un certamen que ambicionando ser (y siendo, porqué no) uno de los más importantes del mundo carece de una humildad y organización interna que, a veces, brilla por su ausencia. Y esto, lamentablemente, le resta muchos puntos. Pero bueno, que a disfrutar hemos venido. Y eso vamos a hacer. En ello estamos.

Avance

La cosa es que ha empezado. Stop.
Sólo he visto una película y la carencia de organización, la plétora de ineptitud y la arrogancia en la disposición y el trato para con la prensa (evidente no con los grandes medios) es lamentable. Stop.
Tan sólo he visto ‘Devil’s rejected’, de Rob Zombie y ahora voy al ‘Mirrormask’, de Dave McKean. Stop.
Esta tarde ampliaré estos y otros temas en la que será la primera crónica desde Sitges. Stop.
Corto y cierro.

sábado, 8 de octubre de 2005

¡Me voy de festival!

Bueno, queridos amigos y amigas del Abismo.
Ha llegado el momento de finiquitar la indolencia del funesto automatismo diario, de relegar el ostracismo y darle la bienvenida a la algazara visual, a la ociosidad sin límite. Es la hora de recibir con los brazos abiertos un festival de cine importante, con solera, con una ostentación y un señorío que en esta edición no tiene parangón. Por supuesto, me refiero a ese evento indispensable de la población del Garraf, al Festival Internacional de Cine de Sitges.
Allí estaré, expectante, sin perder detalle de cada película, de cada rueda de prensa, disfrutando de un lugar que, sin bien personalmente no despierta en mí gran fascinación, si lo hace el sortilegio del séptimo arte que allí se da cita anualmente. Si a eso le añadimos el glamour que ha brillado por su ausencia en otro gran festival como es el de san Sebastián (evento al que no he ido este año, rompiendo un periplo de ocho años asistiendo a la capital donostiarra) que dejarán la solera de estrellas como Quentin Tarantino, Jodie Foster, David Cronenberg, Viggo Mortensen, Álex de la Iglesia, Bill Plympton… los homenajes a las tres décadas del clásico ‘Tiburón’, de Spielberg o ese más que apetecible retrospectiva a un entrañable personaje de la talla de Jim Henson.
Todo está dispuesto para que mi estancia allí sea inolvidable; un certamen que augura convertirse en uno de los más rememorados, la mejor compañía posible (voy con Myrian), un hotel –acostumbrado a pensiones, estoy como unas castañuelas-, la consiguiente acreditación de prensa y lo mejor de todo, muchas ganas de divertirme y pasármelo bien. Como nunca, diría yo. Procuraré escribir lo suficiente para no dejar desértico este renovado Abismo, pero también deleitándome en el relax, cuanto pueda, sin verme forzado a relatar todo lo que allí suceda. Voy a Sitges a sosegarme, a reposar descansando sin preocupaciones de ningún tipo, gravitando en el sosiego, aprovechando mis únicas vacaciones con el narcótico más adictivo que existe en este mundo: el cine.
Por supuesto, ni que decir tengo que espero veros por allí. Me consta que muchos de los que os pasáis por aquí habitualmente por este demencial entorno abismal sois de Barcelona y sus alrededores, por lo que os insto, cordialmente, a que si advertís mi presencia (supongo que seré fácil de reconocer), no dudéis en asaltarme para estrecharme la mano y cruzar algunas palabras sobre el festival o cualquier otro tema. Soy afable, gordo y entrañable. Eso, por descontado.
Así que por mi parte (y qué ganas tenía de escribir esto): “¡Nos vemos en Sitges!”.

viernes, 7 de octubre de 2005

Absurdos logros en la red

Educar a un hijo, plantar un árbol, escribir un libro, comer sin engordar, participar un trío sexual con hermosas damas de distintas etnias, vivir en un chalet con mi propia sala de cine, conocer a Steven Spielberg, tener un mapache, dirigir un largometraje, comprarme un ‘pin-ball’, ser el dueño de una tienda de antigüedades, viajar a Tokio y a México, amaestrar una pulga, hacer malabares, orinar desde un rascacielos, tener mi propia ficha en IMDB…
Son algunas de las cosas que me encantaría tener bajo mi posesión o consumar en esta inverosímil vida que me ha tocado vivir. Pequeños anhelos nada factibles, algunos de ellos por una cuestión de lógica, otros viables en un futuro, los demás, auténticas incoherencias producto de un delirio transitorio.
De todas estas estrambóticas ínfulas existenciales ya he alcanzado una de ellas. Una legendaria conquista de ridículas proporciones como es tener una ficha en la Biblia Oficial del Cine por antonomasia, tener un minúsculo huequecillo en Imdb.com, la descomunal base de datos que confiere una simulada (al menos en mi caso) identidad dentro de la profesión cinematográfica.
Desde hace muy poco, tanto ‘El límite’ (con casi todo su equipo) como yo mismo estamos incluidos en el enorme registro que únicamente proporciona un nuevo tipo de baladronada para con los demás. Sin embargo y a pesar de ello, estas cosas hacen bastante ilusión, oigan.

jueves, 6 de octubre de 2005

Retractación

Quiero retractarme de mis torpes e inconscientes declaraciones hechas en tono irónico y jocoso dentro de la presentación del VCD que se entregaba con la revista CINEMANIA por su décimo aniversario. A saber: "El cine en el cine, como decía CINECITO, aquella mierda de mascota horrible que no se de dónde salió y que gracias a Dios no ha vuelto a aparecer en ningún lado".
Pues como todo el mundo sabe esa gran mascota, CINECITO, desde su nacimiento en 1993 sólo ha hecho cosas buenas para el cine español.
Santiago Segura.

miércoles, 5 de octubre de 2005

¿Las 10 mejores películas de animación de la historia?

Existe gente en el ámbito cinematográfico (y en tantos otros) que emplea su tiempo en la maravillosa tarea de confeccionar ‘rankings’. El poder de la relativizarlo todo a la mínima expresión mediante unos extraños criterios subjetivos que definen aquello que es mejor y es peor. Los temidos e insignificantes ‘tops’, los ‘diez mejores’, ‘lo más de…’ son un consabido recurso periodístico en su rama de ocio para llenar espacios cuando no se tiene nada que decir.
Cuando el estiaje de ideas o noticias impera, uno se inventa una lista en la que se asegura que varios de los mejores críticos del mundo han votado por lo más destacado de una categoría bien pertenezca a un año, a una década o, si nos ponemos megalómanos, de la historia de cualquier disciplina.
Son encuestas que nadie evalúa y que vienen muy bien para matar el aburrimiento y el vacío. Un poco como este post que me dispongo a referir en el Abismo y que no es más, que la lista de filmes animados más importantes de la historia del cine aparecida en varias revistas internautas.
1 - 'The Lion King' (1994), de Roger Allers y Rob Minkoff.
2 - 'Toy Story 2' (1999), de John Lasseter.
3 - 'Beauty and the Beast' (1991), de Gary Trousdale y Kirk Wise.
4 - 'Iron Giant' (1999), de Brad Bird.
5 - 'The Incredibles' (2004), de Brad Bird.
6 - 'Toy Story' (1991), de John Lasseter.
7 - 'Shrek 2' (2004), de Andrew Adamson y Kelly Asbury.
8 - 'Charlotte's Web' (1973), de Charles A. Nichols.
9 - 'Monsters, Inc.' (2001), de Pete Docter, David Silverman y Lee Unkrich.
10 – 'Aladdin' (1992), de Ron Clements, John Musker y Roger Allers.
¿Un ejecutivo de la Disney aburrido e intentando evocar la época dorada la factoría del tío Walt? Probablemente.

martes, 4 de octubre de 2005

Next coming: 'My name is Earl'

De los productores de 'Family Guy', 'Yes, dear' y 'Scrubs' llega a la NBC la serie que está rompiendo esquemas en la nueva temporada televisiva estadounidense, anticipo de lo que en el resto del mundo también será un éxito. Su título: 'My name is Earl' se centra en la fauna denominada genéricamente 'white trash', pobres perdedores sin futuro inmersos en la más denostada ignorancia de la América profunda.
Al igual que en 'Seinfeld', los temas importantes que aquí tienen lugar son aquellos que no tienen ninguna trascendencia, irrisorios eventos que rozan lo esperpéntico y donde hilaridad se sirve con grandes dosis de ironía ensañándose con unos personajes absurdos e incompetente. Earl (Jason Lee), es un pobre paleto de aspecto desaliñado y enorme mostacho que se dedica a robar piezas de los coches que aparcan en un Seven Eleven, perdiendo el tiempo en The Crab Shack, un bar-restaurante que hace las veces de centro neurálgico del enloquecido pueblo. Earl tiene una ex-mujer, la seductora Joy (Jaime Pressly), con la cual se casó en Las Vegas en una noche de borrachera para descubrir, en la mañana de resaca, que estaba embarazada de seis meses y, para colmo, tiene que aguantar a su hermano, un gordo inútil sin futuro llamado Randy (Ethan Suplee).
Pero de repente, la vida de Earl cambia por completo cuando le tocan 100.000 dólares al ser premiado en la lotería. Tras el colapso mental que ello le supone, una grotesca alucinación en un 'late night' tiene lugar en su vida, otorgando a su nueva vida un destino que le dicta su nuevo profeta (el ilusionista presentador del programa Carson Daly) basando su cinética en el Karma. Earl se autoimpone un cometido vital para ser feliz, que no es otra cosa que enmendar sus errores pretéritos con todas aquellas personas a las que ha damnificado a lo largo de su vida. Su primera parada: Kenny (Gregg Binkley), un antiguo compañero de clase al que Earl puteó cuando era joven. Y qué mejor que expiar sus infracciones pasadas ayudándole a encontrar a una mujer.
Y es que Earl no es un rol descriptivo en las 'sitcoms' actuales, ya que se trata de un personaje enloquecido, ignorante, aficionado a la cerveza en cantidades industriales y sin ambición que resulta entrañable en el rostro de un actor cómico de la talla del espléndido Jason Lee que narra las desventuras de Earl con una lacónica voz en off. El éxito de 'My name is Earl' radica en que, a diferencia de otras producciones de corte cómico como 'Friends', 'Cheers', 'Frasier' o 'Will & Grace' (por poner algún ejemplo), aquí los personajes son primarios y atávicos, dejándose llevar en todo momento por los instintos y soltando lo primero que les viene a la cabeza. Son imperfectos, políticamente incorrectos, casi imbéciles (en el fondo deudores de Chris Peterson o Al Bundy), paradigma de la idiotez autoasumida y complaciente, el bienestar de la ignorancia como doctrina al afrontar cualquier problema.
Una serie que promete risas y calidad y cuyos primeros episodios (el piloto es sencillamente delirante) testimonia que la salud de las 'sitcom' americanas ¿La gran duda? Saber ver cuánto tarda en llegar a estos lares y cómo la trata la parrilla española.
Por cierto, y aprovechando la figura de Jason Lee para concluir con otra noticia. Kevin Smith ha quedado fuera del proyecto de 'Fletch' que llevaba preparando tiempo. Las desavenencias entre cineasta y productores han acabado con las esperanzas de un 'remake' de la célebre película protagonizada por Chevy Chase y que iba a contar con Lee como protagonista, aunque el estudio cinematográfico quisiera imponer a Zach Braff.

lunes, 3 de octubre de 2005

Fasciculismo

Con eclipse de sol incluido, hemos entrado de lleno en el otoño, ésa época deslucida, trigueña e inapetente en la que prolifera la caída de las hojas, la perpetuidad de un trabajo ordinario que no verá tregua vacacional hasta el próximo verano de 2006, la maldita rutina diaria, pero, sobre todo, la inevitable tromba de fascículos coleccionables. Ha llegado la irremediable hora de que las grandes editoriales nos saturen con sus primeros fascículos de colecciones que nadie o casi nadie seguirá. En esta época catódica, con la Kurkova danzando en ralentí, toda mona ella, para El Corte Inglés, una avalancha de ‘spots’ son los que saturan la caja tonta en las pausas publicitarias. Y es que hay que reconocer que hay de todo y para todos.
Desde las célebres novelas ‘best sellers’ (que reposarán en la estantería de nuestra casa como elegante ornamento), maquetas de carros de combate Tiger II o castillos medievales, cursos de pintura, de ganchillo, de aeromodelismo... colecciones de minerales, sellos, muñecas Mariquita Pérez, relojes de todo el mundo (ni más ni menos que el de cuerda Cronos), CD-Roms para cursos de informática, la casa de Heidi, el navío San Felipe y exposiciones de grandes clásicos del arte y la pintura. E incluso podemos ir anticipando la Navidad antes que los grandes centros comerciales (que ya están urdiendo sus campañas navideñas) con la colección estrella de esta temporada: el portal de Belén con la Virgen en su primer fascículo. Totalmente delirante.
Además, no hay que olvidar los vídeos con estúpidas entregas de DVD's; cine español, cine americano, musical, las aventuras de Marco y Heidi (que repite), tipos duros, cine familiar del malo, grandes comedias, cine bélico, series televisivas míticas... Todo esto está muy bien. Te lo compras, lo disfrutas y para colmo (o eso te crees tú), te ha salido tirado de precio. Pero hay una serie de dudas existenciales que llenan de desaliento a todo aquel que la formula; ¿Qué hay después de la primera entrega? ¿Realmente sale alguna más después de la tercera o la cuarta? ¿Existe alguien que siga una colección completa? ¿Por qué hemos tenido 8 de cada 10 ‘spots’ televisivos pertenecientes a una nueva boga que se podría llamar 'fasciculismo'?
(Que conste que me acabo de sentir como la Carrie Bradshaw del análisis televisivo con tanta cuestión retórica).
Es algo verdaderamente extraño ¿Un señuelo cultural o una jugada de marketing para que el receptor siga comprando? Lo cierto es que existen tantas posibilidades que resulta difícil no caer en la tentación de tener encima de la mesilla algún libro de Agatha Christie, echar un vistazo por encima a la opinión de historiadores fascistoides o republicanos sobre la Guerra Civil, tener varias piezas inservibles de un coche teledirigido o de incluir en la dvdteca tres películas ésas tan trepidantes de alguna estrella del cine de acción, adaptaciones del bueno de Stephen King ¡Y qué me decís de aprender a trazar el contorno de un muñeco articulado u observar atónito un palacio de muñecas inacabado!
Y todo al alcance de cualquier bolsillo, la cultura a precio de tiendas de todo a 100. Incluso he estado tentado de comprar varios de estos primeros fascículos. Es lógico. La ley de la publicidad impera. Primeros fascículos que venden cultura a bajo precio. Pero la gran clave está en la siguiente incógnita: ¿Nos hemos molestado en buscar los mismos libros o las mismas películas en otra época del año? Probablemente mucha gente se llevaría una sorpresa.

Había una vez... Un circo...

Los nuevos herederos de los hermanos Tonetti.