viernes, 1 de julio de 2005

Finaliza 'Friends'

Amigos para siempre
Hoy ha sido un día triste.
Canal + ha emitido en abierto el episodio 18 de la décima temporada de ‘Friends’, lo que significa que el show se ha acabado en España para siempre. Ya lo hizo el pasado 5 de marzo para todos los abonados al canal de pago, pero hoy ha consumado su agridulce final.
Echando la vista atrás y sabiendo que desde su estreno hasta el día hoy hay una diferencia de casi diez años parece mentira cómo y de qué manera ha pasado el tiempo. Hay que reconocer la importancia que para alguno de nosotros ha tenido esta estimada serie, con sus altibajos, mejores y peores episodios. Lo valioso es que hemos vivido de cerca los encuentros y desencuentros de Chandler, Rachel, Mónica, Phoebe, Joey y Ross, célebres personajes que han ido adicionando a sus espectadores de forma creciente, compartiendo junto a ellos sus vidas mediante su progresión evolutiva y vital dentro de la serie. Hasta hoy, participando con su masivo público en un innumerable catálogo de experiencias televisivas que serán imposible de superar.
Nadie imaginaba allá por 1994, cuando la NBC encargó a Kevin S. Bright, Marta Kauffman y David Crane que crearan una ‘sitcom’ diferente sobre unos veinteañeros en Nueva York, que el ambicioso proyecto desbordaría cualquiera de sus más optimistas expectativas. ‘Friends Like Us’, ‘Insomnia Cofee’ o ‘Six of One’ fueron algunos de los títulos que se manejaron para la que sería serie de culto en todo el mundo. Su emisión junto a la antológica ‘Seinfield’ y ‘Urgencias’ dejó un dato para la historia: ‘Friends’ se había convertido en menos de un año en la serie más vista por todos los estadounidenses después de la insuperable ‘La hora de Bill Cosby’.
La diversidad de unos caracteres a los que han dado vida un brillante casting compuesto por Courteney Cox, David Schwimmer, Jennifer Aniston, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc y Matthew Perry y esa insólita apuesta por la calidad de unos guiones que son la referencia de estudio para todos los que alguna vez hemos querido ser guionistas han sido la lapidaria aleación de tan colosal éxito. La gran capacidad de sorpresa, el humor siempre inteligente, lograr esquivar la temida depauperación de sus tramas y un inagotable catálogo de giros, personajes y diálogos han hecho que la serie haya estado arropada tanto por crítica como por el público durante tanto tiempo.
Una década de popularidad catódica. Un lapso de tiempo en el hemos disfrutado alrededor de esta pandilla de inolvidables amigos divertida e inclasificable a los que hemos visto madurar, crecer y alcanzar todos los sueños que cualquier hijo de vecino va pretendiendo a medida que pasan los años. ‘Friends’ nos han hecho reír, llorar, entristecernos y atraparnos con sus romances, chistes, fiestas, viajes, bodas, partos, canciones de Phoebe, incoherencia de Joey... Siempre, y ahí la gran virtud de la serie, siendo enemiga de la ranciedad y la corrección política, aunque muchas veces haya zigzagueado en torno a ello. La serie ha recibido 55 nominaciones a los Premios Emmy, incluidas seis para la mejor serie de comedia, premio que ganó en el año 2002 y 13 a los Globos de Oro la encumbran además a una de las más reconocidas de todos los tiempos.
Y hoy todo eso se acabó. Ya no habrá esa espera por que emitan en abierto ningún episodio nuevo. Los seis amigos de Nueva York han dicho adiós en un último capítulo muy emotivo y bastante agridulce, con un final que no supone el típico ‘happy end’, que suscita muchas preguntas alrededor de unos amigos destinados a separarse, a que nada sea lo mismo, incluso cuando la felicidad termina llegando a todos y cada uno de ellos. Hoy en mi casa, en mi soledad frente a la televisión, reconozco que ha habido lágrimas a un lado y al otro de la pequeña pantalla, fundamentalmente porque me he dado cuenta que el inexorable paso del tiempo cercena muchas de las ilusiones que se tenían cuando en noviembre de 1997 Canal + comenzó a emitir la serie, pero también por haber tenido la suerte de haber pertenecido a la generación que vivió ‘in situ’ el fenómeno ‘Friends’.
Es reconfortante, no obstante, evocar la letra de la cabecera de esta ‘sitcom’, tararear el ya clásico tema de The Rembrandts ‘I’ll Be There for You’ para saber precisamente eso: que ‘Friends’ siempre estará ahí para nosotros, en un DVD, en un viejo VHS, en la típica conversación perdida con algún antiguo seguidor de la serie, en alguna reposición que emita alguna cadena a altas horas de la noche.
Siempre habrá nostálgicos momentos para reunirnos con esta parte de nosotros que se queda para siempre en el Central Perk. Entristecido por este final sólo se puede decir “Hasta siempre, amigos”.

jueves, 30 de junio de 2005

El inolvidable rodaje de 'Corrientes Circulares', de Mikel Alvariño

Todos los rodajes son duros. Cualquiera que haya tenido la suerte de participar en un cortometraje o una película sabe que tal aserción es cierta. El pasado fin de semana se rodó, como estaba previsto, ‘Corrientes circulares’, el cortometraje bautismal en formato cinematográfico del entrañable y genial Mikel Alvariño, un joven guionista dotado con el asombroso proceder de reconciliar sus historias fantásticas con la realidad que nos rodea, hábil fabulador de emociones y sorpresas, versado conocedor de los mecanismos narrativos capaz para fusionar sin problema, con efectividad y magia, cualquier género.
David Acereto, gran tipo y uno de los mejores operadores de cámara y fotógrafos de cine de este país, definió este trabajo concluida la inexorable pero satisfactoria filmación como “un pequeño milagro”, primorosa conclusión que determina cómo se ha llevado a cabo este cortometraje. Y lo cierto es que tiene razón, porque aunque todos los rodajes son distintos, en el mundo del cine existen eventualidades y analogías indelebles que los equiparan; tiesuras, contrariedades, buenos momentos, risas, tensión, inclemencias y, si todo va bien (como ha sido el caso) las ganas de todo un equipo volcado en el proyecto para el producto final salga bien. Era complicado que todo saliera como ha salido. Pero se ha logrado. Y de qué manera.
Viendo el combo una y otra vez, la disposición de los personajes en las estéticas escaleras del edificio de la Calle Madrazos, 24 (punto frecuente de rodajes), ‘Corrientes Circulares’ parece una suerte de exvoto visual, exquisitez narrativa, de pequeño y esperanzador prodigio cortometrajístico. La historia de unos personajes accesibles e identificables, unidos por el destino de un momento mágico inaprovechado, lo tiene todo para alcanzar unas cumbres que ni siquiera Mikel Alvariño se ha planteado. No es el típico cortometraje con cierta pretensión camuflada en la calidad de sus propuestas. La gran virtud de esta pieza de admirable espíritu de sencillez inscrito en el costumbrismo accidental, es el mágico viaje de los pequeños instantes en los que no se dice aquello que puede cambiar una vida.
Os aseguro que me he sentido embelesado en muchos momentos del rodaje por un proceso de articulación maestra. Sobre todo en el progreso que se deriva del ensayo con los actores hasta verlos en cámara, rodando y brindando todo su talento a un proyecto considerado muy especial por todos los componentes del equipo. Los intérpretes están fabulosos (Carlos Álvarez -Goya al actor revelación por ‘Solas’-, Ana Gracia, Moncho Sánchez, Mikel Losada,Cristina Pons,Olga Rodríguez, Erik Probanza, Sharay Escobar, Luz Valdenebro, Silvia Casanova y los niños Carmela Quijano (acojonante su capacidad profesional con tan corta edad) y David Orejuela. Una envidia de reparto (gracias a Tonucha Vidal), pero, sobre todo, una envidia de de rodaje.
Sin duda, el resultado de esta expeditiva destreza ha reposado sobre el trabajo de un equipo impresionante, fundamentado en el duro trabajo colectivo, procurando el buen ambiente que ha reinado a lo largo de dos días inolvidables. A excepción de algún que otro imprevisto, lógico si tenemos en cuenta el apremio con que se rueda un corto en cine, el funcionamiento ha sido absorbente, poco menos que portentoso.
Un complicado plano de gran angular con ‘steady’, algún que otro lógico enfado, la desorientación del niño vestido de Jedi que (por alguna extraña razón) confundía la marcha nupcial con la sintonía de ‘Star Wars’, el esperpéntico cabreo de algún ofendido vecino bastante ‘freak’ (habrá que reproducirlo en videopost porque es muy mítico), la premura de los horarios y cómo no podía faltar en un rodaje los temidos retrasos (que fueron muy pocos) han sido los únicos y habituales problemas del rodaje de ‘Corriente Circulares’.
Lo más positivo desde el punto de vista personal ha sido conocer a unos formidables seres humanos con la sempiterna ilusión del trabajo como única y meritoria recompensa a la confianza de un Mikel Alvariño que puede estar más que orgulloso con esta fascinante experiencia que está siendo ‘Corrientes Circulares’. Desde el hiperactivo equipo de fotografía (hay que destacar a esa bestia humana que es Álvaro Carla con su 'steady cam') comandado por el deslumbrador Acereto, la gran labor de David Montoya, Mónica Romera, Israel González y la eminente A.D. siempre al lado del director, Jorge Alvariño, con su cámara que reproduce fotos automasturbatorias, el gran Fco. Javier Ortiz Fulton en sonido (trascendentales sus digresiones sobre ‘Episodio III’), las entrañables Helen Vilabrille y Ainize Arrieta y sus chicas de vestuario y maquillaje respectivamente,Javi Alvariño y ese ‘crack’ de la vida y el humor que es Joaquín Pérez hasta llegar Miguel Anaya, Alberto, Néstor y demás equipo de producción. Todo ello puede sonar linsojero y encomiástico (bonita palabra), de amiguismo barato y adulador, pero es que es cierto, han sido dos días para enmarcar.
Yo, por mi parte, he empleado mi tiempo en lo que suelo hacer durante mi vida entera: observar curioso, con cautela para no perderme nada, vigilando de forma enfática todos y cada uno de los movimientos que he recogido con mi Mini-DV; las miradas, los gestos, las conversaciones, escuchando cualquier interlocución, analizando personalidades, inquiriendo en la profundidad del rodaje, con la ventaja de no tener una obligación más que la de grabar todo aquello que sucediera. Y, en el transcurso de ello, poder congeniar con muchos de los miembros del rodaje a los que ahora considero amigos y parte de mi vida.
Dos imperecederos días que acrecentarán su importancia cuando el cortometraje se estrene, cuando todos podáis ver una pieza consignada a alcanzar cotas muy grandes. Os lo aseguro. Sólo espero volver a repetir una experiencia tan gratificante como la que ha sido poder llevar a cabo el ‘making of’ de un trabajo mitológico.
Por último, no quiero olvidarme de saludar a "Los Mindundis" (grandes seguidores del Abismo) y en especial a esa quimera femenina que es Adela Gutiérrez, más conocida por todos como A.D. Y desde este resquicio de locura cinéfila desearle la mejor de las suertes a Juanma Pachón, que empieza mañana su ambicioso y espectacular cortometraje en 35 mm. 'McGuffin', una pieza que dejará con la boca abierta a aquellos que crean que los cortos españoles no pueden ser pirotecnia a lo grande, en estado puro, con dos cojones.

miércoles, 29 de junio de 2005

Encuentran muerta a Domino Harvey en West Hollywood

Leyendo esta mañana las noticias de IMBD Pro me he topado con la noticia de la prematura muerte de Domino Harvey, que ha sido encontrada muerta en extrañas circunstancias este pasado lunes en la bañera de su lujosa residencia del West Hollywood a los 35 años de edad. Según el teniente Don Mauldin, responsable de la investigación, “no ha habido indicios de suicidio por arma (que era el primer rumor) así que habrá que esperar a las pruebas de toxicología para ver si la ingestión de drogas ha sido la causa”.
Harvey se transformó en un insólito icono de la rebeldía cuando hace más de una década pasó de capitalizar su atractivo para la prestigiosa agencia de modelos Ford como espectacular maniquí a convertirse repentinamente en una aguerrida cazarrecompensas, dejando atrás todo el mundo de glamour y la riqueza de su profesión para sostener imponentes armas automáticas y negociar con díscolos maleantes de mala muerte.
Hija del actor Laurence Harvey (que protagonizó ‘El mensajero del miedo’, de John Frankenheimer) y una de las modelos más importantes de su época, Domino Harvey ha estado en boca de todo Hollywood últimamente, ya que esta extravagante historia ha sido el argumento que Tony Scott ha elegido para su próxima película ‘Domino’ (pendiente de estreno este mismo verano), con guión del director de ‘Donnie Darko’ Richard Kelly.
La cinta, englobada en el género de acción gira en torno al secuestro de un anfitrión televisivo de ‘reality shows’, al que la indomable Domino se ofrece a rescatarlo con sus colegas guerrilleros Ed y Choco (Mickey Rourke y Edgar Ramirez), dando pie a introducirnos en su sorprendente historia. Keira Knighley da vida a Domino, acompañada de los citados actores y un reparto que completan Mena Suvari, Christopher Walken, Delroy Lindo, Lucy Liu y el regreso de Jacqueline Bisset a una superproducción interpretando a la madre de la mocosa malcriada.
Domino Harvey hace un pequeño cameo en una película que, tras los últimos trabajos del pequeño de los Scott, es una producción bastante esperada por los aficionados al género. Para ampliar un poco más la trayectoria de la Harvey, ésta fue arrestada el 18 de mayo de este mismo año por posesión de drogas y puesta a disposición de la justicia de Los Angeles. Un triste final que a buen seguro no recoge la película de Scott, pero que le hubiera dado ese insólito halo de romanticismo que proponen estos funestos desenlaces.

David Fincher: Spots Publicitarios (VII)

Con cierto retraso y faltando por motivos de fuerza mayor a la ineludible cita del domingo con los ‘spots’ de David Fincher, aquí tenéis otro espléndido trabajo publicitario que el cineasta creó hace no mucho tiempo para la empresa informática Hewlett-Packard, multinacional con la que Fincher ha desarrollado tal vez sus anuncios más experimentales.
Para la campaña de ‘Change + HP’, un lanzamiento tecnológico destinada a corporaciones mercantiles para ofrecer informática sincronizada, Fincher recrea con un pequeño paseo de un ejecutivo que se dirige al ascensor después de su trabajo con una composición visual de cambio temporal directamente aplicada al personaje y su entorno. Así, en el trayecto se alterna la transformación en el vestuario, la gente que permanece a su alrededor, el día, la noche, los distintos momentos cambiantes incorporados en un solo plano.
El virtuosismo de la innovación en ideas directas, efectivas y sorprendentes siguen siendo las grandes virtudes de un Fincher habituado al medio publicitario.
PD: He llegado agotado hasta la extenuación (física y mental) de un dilatado e inolvidable fin de semana que procuraré plasmar como bien pueda mañana mismo.

viernes, 24 de junio de 2005

Hasta el día 29, amigos.

Bueno, amigos del Abismo, este fin de semana desconectaré mi vida internauta (por fin) para involucrarme de lleno en el rodaje del cortometraje cinematográfico ‘Corrientes circulares’, dirigido por Mikel Alvariño, el co-guionista de ‘The Birthday', película de culto que pronto se estrenará en las pantallas de toda España y que tanto ha dividido a los privilegiados que han tenido la oportunidad de verla.
Se trata de un cortometraje sencillo, costumbrista, pero mágico en su hermosa exploración de la infancia, la adolescencia, la madurez y la vejez, todo unido por momentos perdidos, los que origina el destino, aquéllos en los que se quiere decir todo y no se dice nada. Y allí estaré, en primera línea de fuego, grabando imágenes, sensaciones, entusiasmos, tensiones, puro cine, para el ‘making of’ de esta pieza que, a buen seguro, se convertirá en un corto de referencia en la próxima temporada.
Un fin de semana que deparará otro evento único e ineludible; el pase en el Circulo de BB.AA. de ‘El Pisito’, la rotunda obra maestra de Marco Ferreri con la posterior presencia de uno de los mejores guionistas de todos los tiempos, Rafael Azcona y de su pupilo aventajado en la capacidad de bucear en el humor negro de nuestros errores humanos, el ilustre Álex de la Iglesia.
Un fin de semana de reencuentros y de distensión de esta weblog que me tiene extenuado. Así que el miércoles 29 volveré con más información, historias, chismes del absurdo y mucho más de lo que soléis encontrar aquí, es decir, enajenación mental en pequeñas dosis de neurastenia cultural desordenada.
Saludos y sed felices.

Review 'Batman Begins'

El génesis del superhéroe
Christopher Nolan reformula el mito de Batman relegando cualquier influencia antecedente para indagar desde su inicio en el germen y nacimiento del mito.
Posiblemente sea Batman el superhéroe que más se ha transformado a la lo largo de casi siete décadas en todas y cada una de las versiones que ha visto en las páginas de cómic. Desde que en mayo de 1939 naciera de la pluma de Bob Kane en la revista de historietas Detective Comics, el hombre quiróptero ha pasado por muchas y distintas fases que han ido desde el colorismo ‘kistch’ que se apoderó tras la proclive etapa de Kane en sus primeros números (incluyendo la ridiculización de su reciclaje televisivo) hasta el paso de Denny O’Neil y Neal Adams restableciendo la divinidad del héroe, pasando por una nueva decadencia en la era de Steve Englehart y Marshall Rogers hasta llegar el oscurantismo que vivificó la leyenda con el dúo Frank Miller y David Mazzuchelli e incluso Alan Moore que acentuaron el lado más oscuro del personaje y que fue, sin duda alguna, el germen utilizado por Tim Burton para su dos primeras películas sobre Batman adulterado después por Joel Schumacher y sus melindrosas y acuarelistas versiones de trasfondo ‘filogay’ que pese a su fulgor de colores y espectáculo no llegaron a convencer al devoto seguidor del héroe.
‘Batman Begins’ congrega una parte de esos variaciones acaecidos a lo largo de su ya extensa vida tebeística para empezar de cero, desde el rudimento del personaje y sus planteamientos, trazando un héroe que surge desde con un nuevo prólogo iniciático en un viaje a través de los desequilibrios interiores de un Bruce Wayne que acomete su tormentosa metamorfosis en el superhéroe alado vadeando su sentimiento de culpa, sus pesadillas infantiles y adultas para llegar al conocimiento de sí mismo y poder enfrentarse a todos sus demonios. Por tanto, ‘Batman Begins’ no es otra secuela más o una precuela, sino que, como bien deja claro el título, se alude a un nuevo comienzo del mito. Lo que importa aquí es reedificar la historia, retomando sus peanas narrativas para conseguir mediante su buscado revisionismo de tono reverencial llegar a un nuevo Batman que alcance la personalidad suficiente como para olvidar a sus predecesores. Un propósito que Nolan obtiene a las primeras de cambio.
La historia de ‘Batman Begins’ es una compilación de muchos cómics, acoplando diversas subtramas de sus páginas, pero envolviendo en su espíritu la esencia de ‘Batman: Año Uno’, de Miller y Mazzuchelli. Así encontramos a un joven Wayne en una cárcel perdida tratando de comprender cómo y de qué manera funciona la mente criminal con la utópica idea de impartir justicia entre los delincuentes. La aparición de Ducard y de su prelado Ra’s al Ghul será fundamental para el autoconocimiento de Wayne, que acabará por templar su ira y ansias de venganza obteniendo en el camino un dominio de las disciplinas físicas y mentales que le otorgarán el poder para combatir el mal que ha jurado destruir. En su regreso a Gotham City, Wayne creará el mito, la oscura figura justiciera necesaria para frenar la delincuencia y corrupción envilecida; el nacimiento de Batman. Es la trama utilizada para una efectiva edificación emocional en torno a Batman, a sus motivaciones por medio de secuencias retrospectivas a modo de ‘flash backs’ que determinan esos traumas, su especial relación con los murciélagos y su sentimiento de culpa por la muerte de sus padres.
Una historia consabida por todos, pero que se aleja de la infantilización del personaje para ajustarse, pausadamente, sin prisas, en la fabricación psicológica de un rol cuya concepción especial de la sombría y desconocida naturaleza del ser humano supone en ‘Batman Begins’ el soporte sobre la que narrar la evolución del Señor de la Noche. De ahí que hasta pasada una hora, Batman como héroe físico permanece oculto, moviéndose los condicionamientos del drama en el engaño y la teatralidad, armas muy poderosas (como bien afirma el personaje de Neeson), poco heroicas, pero necesarias para llevar a cabo la historia que Nolan y David S. Goyer quieren contar en un tono discursivo inquisidor de los fantasmas que persiguen a Bruce Wayne para revelar el nacimiento del superhéroe.
No anda muy lejos este Bruce Wayne/Batman del amnésico Leonard Shelby de ‘Memento’ o del desvelado Detective Will Dormer de ‘Insomnio’, personajes a los que al igual que a Batman se les confirió un más que interesante tratamiento psicológico por encima de la acción, en especial en lo que respecta a la ubicación e identidad del protagonista. Nolan logra la imposible consecución de que un drama funcione además como entretenimiento tiznado de ‘mainstream’ con conceptos tan arriesgados en este tipo de filmes como puedan serlos el fatalismo y el sufrimiento, asumiendo el artificio para indagar la parte más oscura de sus personajes.
En ‘Batman begins’, por tanto, prima más la elaboración del mito que la visualización de su combativa actitud contra unos villanos que se presentan como amenazantes, peligrosos, debido al tratamiento realista con que se exponen sus intenciones destructivas. El naturalismo con el que Nolan ha dibujado Gotham City, que olvida el goticismo para enclavar su estética a un entorno más barroco y expresionista, reflejo de la intención de cambio iconográfico hacia algo más gélido y menos esteticista, aporta a la película un firme compromiso con el realismo, con la verosimilitud que relega los efectismos, el ‘Bat-móvil’ y demás artefactos en beneficio de la oscura y turbulenta personalidad de la leyenda. Incluso la 'Bat-Cueva' está definida como una caverna acuosa e indefinida, sin alarde ornamental.
A pesar de su convencionalismo y algún que otro problema en determinadas secuencias de acción (como la que origina la persecución con el ‘Bat-móvil’), destaca la vivacidad en el tratamiento de los personajes secundarios, capaces de ser definidos con apenas un par de diálogos y apariciones, algo equivalente a lo que sucedía en ‘Batman:Año Uno’. Si bien es cierto que los oscuros rasgos del personaje de Ra’s Al Ghul se enfatizaban de forma más compleja en el cómic (dibujado como un ser inmortal de varios siglos de edad), el trabajo de integración de la iconografía de Batman parte de una labor más que plausible. No falta nada; ni el Arkham Asylum, ni psiquiatra psicópata Jonathan Crane “Espantapájaros”, ni la relación que se establece entre el Teniente Gordon y Batman, ni ese trasfondo de corrupción política que impregna la ciudad. Todo inmerso en una trama donde sus historias adventicias terminan por resultar completas e integradas en el total de una función sorprendente y antropológica en la genealogía del quiróptero humano.
Técnicamente, ‘Batman Begins’ es un acopio de virtudes en su búsqueda del necesario éter ambiental y moral de siniestro calado, de confusa austeridad, subrayándose el hegemónico trabajo de diseño de Nathan Crowley sobre todo en su dirección artística, la oscuridad panorámica impuesta por un inspirado Wally Pfister en la fotografía y la prodigiosa partitura al alimón de dos los prestigiosos James Newton Howard y Hans Zimmer. Mención a parte merece un elenco de estrellas encabezadas por un Christian Bale que aporta al personaje la fuerza necesaria para acreditar la tortura interior ensamblada a la capacidad física de un actor camaleónico. El resto del impresionante reparto es un desfile de estrellas de primer orden que responden a lo que se puede esperar de ellos; Michael Caine, Morgan Freeman, Tom Wilkinson, Cillian Murphy, Ken Watanabe, Rutger Hauer, Liam Nelson (encasillado en sabio instructor) e incluso un convincente Gary Oldman (que evita su histrionismo perfectamente) y una Katie Holmes que se deshace de su personaje búcaro para darle una mayor intensidad a su rol en cuanto tiene oportunidad.
Los posibles reproches que se puedan imputar a ‘Batman Begins’ tal vez provengan del exceso de metraje derivado muchas veces de los momentos de alivio de la acción y sus infructuosos toques de humor, alguna que otra secuencia de acción y una indolente relación de amor que formula parte de estructura formal en el duelo que se revela de la identidad secreta y la del superhéroe, en esta parte de relación amorosa que encuentra la imposibilidad de concretarse.
También es reprensible la excesiva frialdad que domina sobre el fondo narrativo, un elemento que viene siendo habitual en el cine de Nolan y que aquí se ajusta bien a determinadas partes de la historia (aquellas en las que se forja el mito), pero que en otras acaba forzando algunos momentos dramáticos. Pero Nolan sabe manejar la función con un dominio total sobre sus actos, envenenando la atmósfera con ese lánguido pulso que hacen de ‘Batman Begins’ una magnífica película. Nolan obtiene con su talento la oscurísima consecución de observar al héroe vencer a los demonios propios y de ser capaz de ponerlos contra los demás. Una gran película que bien podría definirse como la mejor adaptación de Batman. Eso sí, sin desmerecer la gran creación del mito que reflejó en sus dos películas un insuperable Tim Burton.
Miguel Á. Refoyo © 2005

jueves, 23 de junio de 2005

Gran número de 'Dirigido'

Es una gozada levantarse por la mañana con resaca, totalmente destilado por el sudor que se pierden en estas noches de verano inextinguibles, darse una ducha de agua bien fría, desayunar un zumo de naranja helado, un par de huevos y bacon, bajar a comprar y descubrir que ya está en tu kiosko el último número de ‘Dirigido por…’, incluyendo algunos de los reportajes y críticas más interesantes de los futuros estrenos veraniegos.
La revista de lectura obligatoria presidida por Ángel Fabregat contiene, además de una extensa crítica (minada de ‘spoilers’) de ‘Sin City’ un dossier especial de ‘Superhéroes del cómic al cine’, con la genealogía y desgloses de cintas que han pasado de ser papel de cómic a celuloide, una moda infecciosa vista la poca capacidad de generar nuevos guiones que tiene Hollywood.
A su vez podemos leer las críticas de ‘Sexoadictos’, ‘Kung Fusión’, ‘La dama de honor’, ‘Star Wars. Episodio III’ y ‘Gerry’, entre muchas otras, así como un repaso a esas dos obras maestras de nuestro cine que son ‘El pisito’ y ‘El cochecito’, ambas de Marco Ferreri con guión deRafael Azcona. También se hace un pequeño repaso al ‘Don Quijote’ de Past, pero sin duda alguna destaca en la revista el merecido homenaje que rinden a ese gran señor del terror que es Mario Bava, uno de los cineastas italianos más personales que confinó su perspectiva a un potente barroquismo crepuscular dotado para la narración visual con más capacidades que muchos de sus congéneres más reconocidos.

miércoles, 22 de junio de 2005

¡Qué calor!

Ha llegado el verano, el sofocante calentamiento de cualquier resquicio físico y mental, sin modo de frenarlo. Ha llegado ese calor resbaladizo que impregna y destruye cualquier iniciativa de acción o dinamismo. Pura divagación. El verano me mata, amigos.
Esta tarde, cuando he ido a buscar un billete de tren para Madrid (este fin de semana saldré del Abismo a reencontrarme con el mundo real, el de un rodaje cinematográfico a cargo de Mikel Alvariño, que se pone tras las cámaras tras muchos años de ausencia) he experimentado una de las situaciones más ridículas que recuerde en mucho tiempo. La estación de Salamanca, edificada en una estructura arquitectónica impresionante, está reconvertida a su vez en un centro comercial. Esta ventaja tiene algunos provechos, el principal, son las siete salas mejor acondicionadas de la ciudad, los cines Premiere Megaplex, donde se ubica la sala de proyección más grande de la provincia (274 localidades).
“¿Y para qué me cuenta este demente todo esto?”, os preguntaréis. También es verdad, pero ya que estoy, prosigo...
Hoy he descubierto una estúpida sensación de fruición ambiental, la que se siente ante las puertas automáticas de un centro comercial en el mismo instante en que se abren. En ese momento en se franquea el umbral y se nota el radical cambio de temperatura que provoca el paso de la canícula al intenso frío procedente del aire acondicionado. Ah… qué efímera felicidad transmite ése golpe de aire frío, qué deleite más pusilánime, qué pequeños momentos de la vida.
Tanto es así que he entrado y salido varias veces para comprobar este zafral efecto adictivo (y no sé yo si nocivo) como una cobaya en busca de su hedonista recompensa. Estaba disfrutando como un crío, regocijándome de modo impulsivo, saliendo y entrando. Hasta que me he dado cuenta de la amenazante presencia de un guarda de seguridad que ha lanzado su animadversión visual hacia mí. Inmediatamente, he disimulado con torpeza, fingiendo haber olvidado algo, rebuscando en mis bolsillos y saliendo del recinto con gesto adusto y amenazador, por si alguien había advertido mi infantil juego.
Por cierto, que he aprovechado mi paso por el centro para comprar la entrada de ‘The War of the Worlds’. Cuando la chica me ha preguntado qué fila quería y he seleccionado mi butaca habitual, me he sentido un ‘freak’ al descubrir que a una semana de su estreno éramos muy pocos los que nos habíamos acercado a la taquilla para obtener nuestro ticket anticipado.
En fin, una historia sin enjundia. Lo sé.
Os contaría algo más interesante. Pero vivo en el ostracismo del día a día, carcomido por la cotidianidad. Qué se le va a hacer. De hecho, hace nada estaba ultimando la crítica de ‘Batman Begins’, pero el aplomo se ha apoderado de mí y he desistido, damnificado por el ahogo encontrado en este maldito bochorno.
Mañana será otro día, que dicen los perezosos.
Me voy a tomar unas cervezas bien frías.

Sube la marea en la programación veraniega 2005

Después de haber estrenado la serie sin previo aviso, cambiándola de semana para emitirla tras la final de Roland Garros conseguida por Rafael Nadal, tras de un vaivén de horas en las que hemos tenido que soportar inacabables resúmenes que han tenido como único propósito inflar el horario de parrilla para favorecer sus intereses televisivos, la Primera de TVE, la televisión de todos pero de unos pocos, traslada ‘Lost’ a la noche de los jueves, en horario de máxima audiencia (‘prime time’ para los entendidos).
Este cambio se producirá a partir del jueves 30, coincidiendo con el estreno de 'Operación triunfo' en Telecinco, para hacer así competencia al cansino programa de futuras y paupérrimas estrellitas de la música pábulo del fracaso a corto plazo.
Por momentos ha habido tensión entre los que (como es mi caso) son adictos a la magnífica ‘24’, la mejor serie que ha pasado en mucho tiempo por la pequeña pantalla, debido a que también comparte día de emisión con ‘Lost’.
Pero lo que parecía una nefasta desventura ha confabulado los elementos sobrenaturales para que las noches del jueves pasen a ser la panacea para los fans de ambas series, un erial de diversión y emoción asegurada en una extraña providencia divina. Eso sí, temporal, porque en breve las dos series coincidirán en horario y número de capítulos.
De momento, si no lo cambian a capricho de mejores intereses (algo bastante factible), los jueves quedarán establecidos con la siguiente carambola:
- A las 22:00 en La Primera, Un nuevo episodio de ‘Lost’ (que sigue en programación con otro de ‘Al filo de la ley’ hasta que termine su temporada, lo que concedería un doble capítulo ‘Lost’).
- A las 23:00 en Antena 3, la cuarta temporada de ‘24’ (precedido de la exitosa ‘Sin rastro’ que cuando termine dejará dos raciones de ‘24’).
Y después, en La 2, ‘Días de cine’.
Eso sí, siempre que respeten los horarios, porque hablando de televisión es un hecho muy improbable.
¿Alguien da más? ¿Quién quiere ver 'Operación Triunfo'?

Máscaras: los rostros camuflados del cine

Ocultos tras el antifaz
“Es la mirada que no mira y mira” aseguraba Octavio Paz haciendo alusión a las máscaras. La máscara como símbolo cultural, la ocultación de la identidad mediante otra representación del otro ‘yo’ de la misma persona, ha sido usada desde los tiempos más remotos. La máscara permite asumir otra fisonomía, una diferente de la propia, la máscara oculta y devela al mismo tiempo, encadenando pasado y presente, como extraños eslabones dentro de la composición de las culturas y sus mitos.
El antifaz es un eufemismo ambiguo de la dualidad humana que se enlaza con aquellos ritos que permiten ocultar incógnitas personales, atemorizar, impartir justicia, enmascarar venganzas y, metafóricamente, como fondo común, el hecho de manipular mediante la apariencia, que es la máscara más habitual vista en la actualidad: la de los insidiosos políticos que se reparten el poder a lo largo y ancho del planeta. La máscara disfraza la identidad de quien la usa, un fascinante objeto que, ensamblado con el rostro, se adhiere hipnóticamente a los deseos escapistas con cierto halo artístico, el del encantamiento que provoca una libertad impune a las utopías e ilusiones hipodérmicas. Un valor de metamorfosis temporal que a veces es ineludible debido a malformaciones faciales.
Recientemente hemos podido asistir en ‘Star Wars. Episodio III’ a la transformación de un joven ambicioso llamado Anakin Skywalker, convertido en el tenebroso Darth Vader, uno de los iconos cinematográficos más importantes de la Historia del Cine. Como el Mago de Oz, como Orson Welles tras su impostura de voz para amedrentar al mundo con ‘La Guerra de los Mundos’, el primer paso para llegar a lograr una desbordada respetabilidad y el miedo de los semejantes es utilizar un efecto de ópera proveído de críptico esoterismo a medio camino entre un Pantocrátor y el rostro de un ídolo multicultural. El gran villano creado por George Lucas, inmortalizado en señorial efigie, metálica y umbría, escondía tras su maldad imperial un padre de familia deseoso de eximirse de sus pecados. Y es que detrás de toda máscara hay una vida, un ser humano que merece la pena ser descubierto.
Es uno de los numerosos ejemplos que habitan en los fastos cinematográficos en una galería imposible de referir y que evoluciona a través del cine según la cultura, la época, el pueblo, la espiritualidad, el significado y procedencia de su utilización. Cierto es que en el caso de Vader la máscara (un casco oscuro) le escuda de sus terribles heridas, como también la utilizaron por el mismo motivo personajes como Eric en ‘El fantasma de la ópera’, Christiane Genssier en ‘Ojos sin rostro’, el lacónico ‘Darkman’ o recientemente Edward Norton dando vida al Rey Balduíno IV en ‘El Reino de los Cielos’.
Todos ellos víctimas de un vaporoso aislamiento tras una careta que esconde la monstruosidad devenida en desfiguración de sus rostros. Sin embargo, también existe ese gambox terrorífico para esconder los más bajos instintos que suelen incorporar los temibles asesinos de identidad oculta, que utilizan su anonimato para perpetrar los crímenes más sanguinolentos y macabros. ‘Psycho-killers’, en definitiva, como Michael Myers, Jason Vorhees, Leatherface o el más reciente Ghostface, iracundas bestias humanas protegidas por una máscara que les ha otorgado una condición sobrehumana, de atroces monstruos sin entrañas.
En contraposición a esta apariencia prestidigitadora para sembrar el mal con los crímenes como sangriento pasatiempo, existe la fórmula antitética de la máscara, la del superhéroe, tan popularizada en el cine actual debido a la inagotable fuente de las adaptaciones cinematográficas de cómics. Desde el Batman que triunfa ahora mismo en la cartelera (o sus predecesores) hasta Spiderman, como dos de los ejemplos definitorios y verosímiles del ‘dramatis personae’ que denotan con sus trajes o disfraces que ocultan a su vez el cambio de identidad, insoslayable y transmutada, para romper con el estado de insatisfacción interior y propugnar así una lucha contra el mal, pasando por los mitos de una cultura tan nigromántica como la mexicana, donde encontramos a los localistas Santo Enmascarado de Plata y Blue Demon, hasta llegar a ‘La sombra’, ‘La Máscara’, ‘Las tortugas ninja’, ‘Daredevil’, ‘Catwoman’ o la familia de ‘Los Increíbles’, todos han recurrido al antifaz para llevar una doble vida.
Son sólo algunos ejemplos de películas de superhéroes en las que también, por oposición, los villanos aportan con su máscara un toque de confrontación de dualidades, significados en el Joker, ‘El Duende Verde’, Jonathan ‘El Espantapájaros’ Crane o el entrañable Síndrome, perversos antagonistas que bajo su mordaz máscara esconden un perdedor con ganas de revancha social. A este grupo habría que unir al clásico de William Castle ‘Mr. Sardonicus’, interpretado por Guy Rolfe, un hierático sujeto que quedó deforme y forzado a un rictus de sonrisa permanente, sin olvidar, por supuesto, a nuestro nacional Morpho, el comparsa del malvado Dr. Orloff creado por Jess Franco para ‘Gritos en la noche’.
Pero no sólo las máscaras imperan en la insondable y maniquea pugna entre el Bien y el Mal a unos niveles de fabulación heroica y mistificada, delimitada a su vez a los superhéroes y villanos de cómic. En un contexto más tangible y terrenal se emplaza su uso a la figura del ladrón, del delincuente de ganzúa o pistola en mano y megalómano plan bajo el brazo en su perseverante tentativa de sustraer el peculio ajeno de los bancos, como Sterling Hayden dando vida a Johnny Clay en ‘Atraco perfecto’, los esbirros de De Niro en ‘Heat’, los ex presidentes de ‘Le llaman Bodhy’, esa olvidada pero fantástica película de Kathryn Bigelow e incluso los barriobajeros irlandeses de la más actual ‘Intermission’. Películas que tienen como elemento común la máscara de carnaval para cometer los robos.
La rama sicalíptica, en la vertiente más perversa y libidinosa, tampoco podía faltar en una galería de máscaras dentro del cine. Acercándonos a un concepto de contracultura sexual, podríamos decir que se ha realizado una rigurosa genealogía de elementos iconográficos y antifaces surgidos del sadomasoquismo y el esclavismo, definidos para la tortura ya sea propia o de la víctima, como elemento de placer insano. Así, todos recordamos al drugo Alex (Malcolm McDowell) de ‘La naranja mecánica’ vejando a un matrimonio bajo las notas de Beethoven o las patadas a un borracho de tripas blep-blep o plañideras bevoshkas para brutales ‘mete-saca’ y aberraciones no menos dolorosas que las aplicadas a la princesa Asa de ‘La máscara del demonio’, de Mario Bava.
No anda muy lejos ese tipo de insania enfermiza la que llevaban a cabo los inmundos racistas del Klu Klux Klan en ‘El nacimiento de una nación’, de Griffith, en su confortante afición razzia de exterminio segregacionista o el Frank Booth de ‘Terciopelo Azul’, de Lynch, el cual recurría constantemente a una mascarilla con líquido amniótico para evadirse del mundanal ruido y cavilar así sobre su malsana afición al útero materno.
Las máscaras, al fin y al cabo, no dejan de ser otro recurso que expone una variación moderna y analíticamente psicológica para plantear si la identidad humana es unitaria o múltiple en una época posmodernista donde las identidades múltiples ya no están al margen de la anormalidad. La doble cara social refleja en el cine algo indudable; que los héroes viven una ilusión, la de haber encontrado o emprendido la búsqueda de una identidad más conforme a sus deseos, una identidad que permanecía oculta o frenada por un sinfín de adeudos o límites reales y sociales y que acaban dando como fruto una extraña figura quimérica.
La máscara es el recurso que separa lo individual y lo social, simbolizado esto último por un estado, por una familia o simplemente por un antagonista. La máscara es la grafía de la dualidad ambigua que el ser humano lleva consigo.