lunes, 9 de mayo de 2005

Kaufman, el genio de moda

Posiblemente, dentro del mortecino y apático panorama de cine norteamericano, tan proclive últimamente al ‘remake’ y la adaptación de cómics como recurso comercial, hay un nombre que con sólo cinco películas estrenadas (‘Cómo ser John Malkovich’, ‘Adaptación’, ‘Human Nature’, ‘Confesiones de una mente peligrosa’ y ‘Eternal sunshine of spotless mind’, Charlie Kaufman es el guionista del momento, el escritor de historias más aclamado en Hollywood. Enigmático y arcano, apenas permite que le fotografíen y casi no concede entrevistas, se ha convertido en lo que él quería: un autentico misterio. Todas sus historias muestran dos dispositivos continuos que las hacen características; preocupación por el tema de la identidad y la fijación de indagar en la línea que delimita la dicotomía de realidad y ficción, los mecanismos de la fantasía.
Desde la época de William Goldman o Waldo Salt hace décadas, el fulgurante estrellato de Joe Eszterhas a principios de los 90, la capacidad creadora de David Mamet o la fascinante trayectoria de David Koepp, ninguna carrera guionística había despertado tanta curiosidad e interés como la de este revolucionario escritor nacido en Massapequa, Nueva York, en 1958. Charlie Kaufman parece haber encontrado así a sus medias naranjas creativas en Spike Jonze y Michel Gondry pasando a ser, junto con otros jóvenes realizadores como Ben Stiller, los Farrelly, Alexander Payne y Wes Anderson una generación de cineastas que reflejan, con su cine cínico y atrevido, la parte más miserable del ser humano y los condicionamientos más estúpidos de la sociedad que nos rodea. Kaufman comenzó a trabajar a principios de los 90 como periodista y más tarde como guionista en ‘Búscate la vida’, una de las ‘sitcoms’ de culto más antológicas de la historia catódica. Junto a Chris Elliott, protagonista, productor y coguionista, desarrolló una línea cómica en la que el despropósito surreal, la escatología, la violencia y el humor negro se unían en una imposible amalgama de historias en la vida de un infantil y lerdo hombre calvo y gordo que vivía con sus padres y trabajaba como repartidor de periódicos.
Charlie Kaufman es la representación perfecta del escritor apocado y tímido, delgado y bajito con el pelo ensortijado que tan bien sabe reflejar en sus personajes; ‘outsiders’ perdedores que confluyen en una histriónica y mordaz disertación sobre las circunstancias que determinan la angustia de los caracteres en medio del convulsionado entorno social. A medio camino entre la genialidad y la autocomplacencia, Kaufman utiliza siempre recursos imposibles en la narrativa cinematográfica surtiendo sus historias con complejos puzzles psicológicos llevados al extremo, excediendo todo tipo de combinaciones narrativas y demostrando así un inaudito signo transgresor donde el metalenguaje alcanza una rara cúspide de innovación y eficiencia.
Tras un periplo televisivo en series fundamentalmente cómicas como ‘Mis problemas con Larry’, ‘Ned & Stacey’ y ‘The Dana Garvey Show’, el guionista encuentra su ampuloso debut en la gran pantalla con ‘Cómo ser John Malkovich’, cinta que pasó a ser para el cine de principios de esta década lo que ‘Pulp Fiction’, de Tarantino fue para los 90: una auténtica revolución prodigiosa que obtenía el ‘más difícil todavía’. Un ejemplo de genialidad del absurdo en el que la exaltación de los poderes imaginativos fue unánime por toda la crítica del mundo. Postmoderna, carente cualquier pretendida originalidad, la ‘opera prima’ de Spike Jonze supuso una nueva revisión del clásico de Lewis Carrol ‘Alicia en el País de las maravillas’, desafiando a su vez cualquier límite impuesto hasta la fecha para llevarlo hasta la frontera del paroxismo.
Una característica a la que no es ajena la brillante ‘Adaptation’, la segunda película del támdem ‘Kaufman/Jonze’, que supone una feroz sátira a un Hollywood donde el propio Charlie Kaufman se convierte en dos personajes inventados metamorfoseados en Doctor Jeckyll y Mr. Hyde que transforman en ficción sus propios ideales creativos, aquello que se pretende como autor y en lo factible que da dinero, una realidad que envuelve la falta de ideas originales y en la disposición a la que conlleva la comercialidad en el cine. Todo ello en una enloquecida fórmula de ‘película sobre una película que trata sobre otra película’.
Tal vez ‘Human nature’ sea su historia más irregular, una parodia filosófica que recupera la figura del ‘buen salvaje’, un hombre localizado en la selva sin ningún conocimiento de la sociedad y la civilización que crea situaciones de desconcierto en el en sus propios educadores y en él mismo. Un acercamiento ‘darwinista’ algo que no llega a funcionar y se convierte en una desacertada indagación dentro del fárrago de los instintos que dominan al ser humano. Fue el primer trabajo en que Kaufman y Michel Gondry trabajaran juntos.
El debut como director del actor George Clooney contó con otro brillante guión de Kaufman. ‘Confesiones de una mente maravillosa’ convoca una portentosa equidad entre comedia y drama en una película incómoda sobre el controvertido productor televisivo Chuck Barris, que supuestamente dedicaba su tiempo libre a actuar como agente secreto al servicio de la CIA en la época de la guerra fría que encubre una dura crítica a la televisión, a la inexistencia de valores éticos y morales que predominan en la caja tonta desde hace décadas.
Su segunda película junto a Gondry supone uno de sus mejores guiones (ganador del Oscar 2004), ‘Eternal Sungihne of spotless mind’ es una profundización en la fragmentación y desglose del guión, la gran condición que hace inmensa la perspectiva narrativa de este genio (que recuerda a lo que algunos han venido a llamar ‘maze-cinema’), una experimentación llena de puntos de giros retroactivos (y a su vez progresivos), de acción minada con un ingenio inquieto y amenazante, dejando el carácter y el pensamiento alterados por el tiempo, por la fugacidad de los sentimientos que, con los recuerdos y la añoranza, mutan, acreditando que dentro del amor existe lo ilógico. Pero más allá de jugar con la afasia temporal, con la deconstrucción narrativa, la gran virtud de esta magistral película es que, en su intención no está la originalidad sino el propósito de contar una historia que muestra la verdadera naturaleza del amor, concibiendo su destino e inevitabilidad, su sentido de la injusticia y la predestinación.
Para Charlie Kaufman lo importante de un guión es “establecer a toda costa un diálogo con el espectador y que este siga reflexionando sobre lo que ha visto al terminar la proyección, por eso dejamos abiertos muchos caminos a la interpretación”. Todo un genio de nuestros días.

domingo, 8 de mayo de 2005

'Mondo Bulldog': La basura que nos rodea

Acostumbrados a aludir la ‘cultura basura’ con tono peyorativo, cuando en realidad somos nosotros quienes la componemos, esta semana volví a revisar ese necesario libro de libro Jordi Costa que es ‘Mondo Bulldog’ y que retrata, de forma axiomática y veraz, toda esa mugre abisal que es glorificada por el ser humano. El concepto de ‘cultura basura’, ése vocablo de difícil catalogación, está empezando a tomar una acepción errónea, ya que todos aquellos que desbaratan cualquier opción cultural con ineptitud lacerante están, en último término, haciendo un mal uso de la verdadera importancia que debería tener una cultura colectiva de la que, incomprensiblemente, ellos forman parte.
El autor catalán reproduce, de un modo meritorio y ágil, un estudio ameno y certero sobre este difícil concepto que convive diariamente con nuestra sociedad. Se manejan términos como ‘trash’, ‘basura’, ‘psicotrónico’... y hasta el momento nadie se había preocupado de hacer una definición más o menos utilitaria, de enfocar todos ésos conceptos hacia un compendio legible, y Costa lo hace magníficamente. Todo ése universo abisal, de texturas polimórficas, de ‘supuesta’ confrontación con las reglas impuestas de la estética y el arte está encaminado a la destrucción de las radiofórmulas, las ideas preconcebidas por el tipo docto, de lo protegido culturalmente. En este libro de culto se ampara a los ‘freaks’, a las rarezas, a la propia mitología personal que cada lector puede encontrar en sus páginas. Cuando el célebre artista Marcel Duchamp acuñó un nuevo sentido del arte recreando de forma artística un urinario, logró cristalizar su propio pensamiento divergente, de forma premeditada, para lograr exponer una obra paradigmática de esta proba cultura.
La heterogeneidad que envuelve a la ‘cultura basura’, ésa libertad sin límites, es la que encomia un universo en el que se acalla al dictador del gusto, al autócrata instaurador de modas efímeras, de una ‘basura’ aceptada. Y son precisamente ellos los que imponen un desprecio hacia lo ‘trash’, evidenciado como el signo de la decadencia intelectual de Occidente. Lo que Costa defiende con su galería de ‘freaks’ y deliciosa mugre es la necesidad del distanciamiento de huir de las lecturas frontales impuestas, de la libertad que supone elegir una dialéctica distinta a la preconcebida por la cultura establecida. Como decía el magistral John Waters “hay que tener buen gusto para apreciar el mal gusto”. Como la idea de perfección está democratizada ‘Mondo Bulldog’ salió a la calle hace ya algunos años como un manifiesto necesario, casi fundamental.
Es la hora de ponderar la ‘caspa’, de conocer nuevas metas artísticas, de dejarse llevar por todo aquello que resulta deliciosamente ‘bizarro’. El célebre Ed Wood, el lóbrego videoadicto Ernesto, la ciencia del ‘chulopiscinismo’, Cañita Brava, La Rata de Antequera, la carpa Juanita, el peligroso mundo de la ‘telebasura’, el Dioni, Chiquito o John Holmes son algunos de los protagonistas de este emocionante viaje por la cloaca de la ‘subcultura’, del universo ‘cochambroso’, de la maravillosa orbe que compone la cultura ‘basura’. Un libro lleno de matices, de encantadoras anécdotas, de asombrosos viajes a los entrañables (y muy humanos) cosmos insondables de esta cultura opcional a la tiránica cultura estética de la perfección impuesta. Fue todo un hallazgo de potencial en un mundo literario obstinado en repetir los mismos temas una y otra vez.

Encinta Diabólica

"Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias tienen la gran alegría de anunciar que esperan el nacimiento de su primer hijo para el próximo mes de noviembre. Sus Majestades los Reyes desean con este motivo sumarse a la gran alegría de este feliz anuncio. Palacio de la Zarzuela, 8 de mayo de 2005".

sábado, 7 de mayo de 2005

Mi primer videopost

Bueno, pues aquí tenemos otra de esas absurdas novedades que ofrece el perfeccionamiento de estos ‘chismes’ llamados weblogs.
Se trata de los ‘videoposts’, pequeñas ventanas en las que en vez de verter introspecciones, pensamientos y demás paranoias en forma de palabras, podemos advertir al fulano de turno directamente en imagen y movimiento (pudiendo extender esto a noticias o vídeos de cualquier índole), en una suerte de posts hablados que, sinceramente, me parecen una supina gilipollez, pero con el aburrimiento de no saber muy bien qué escribir esta tarde, he creado uno en forma de saludo para que comprobéis que existo, tengo rostro y voz, ridiculizándome un poco más y optando por el retraído saludo comunal a los lectores del Abismo.
Como diría el Sabio “no te acostarás sin aprender algo nuevo”.

Una secuencia al azar (VI). 'State of Grace'. Felonías irlandesas

Poco considerada por nadie como una de las mejores películas de la década de los 90, ‘State of Grace (El clan de los irlandeses)’ supuso una readaptación de la etnia de películas de gángsteres con un específico código propio, desertando de los tópicos que han plasmado en sus mejores cintas Scorsese, Coppola o Michael Cimino.
Siguiendo una estructura clásica del cine de género, ‘State of Grace’ va fraguando una tragedia íntimamente irlandesa, sistematizando en su materia argumental todo tipo de identificables situaciones patibularias como vendettas, traiciones, ajustes de cuentas y demás actividades mafiosas en un cosmos que se mueve entre la lealtad de la familia en el barrio de ‘Hell’s Kitchen’ y la felonía respaldada en el arribismo criminal.
‘State of Grace’ es una película que se acerca a los límites de la excelsitud por medio de una prodigiosa dirección por parte de Phil Joanou, donde los tiempos, los silencios, el parsimonioso devenir de los hechos se ajustan a una historia melancólica y triste, otoñal y destructivamente profética que explora los pecados de los suburbios bajo esa historia del hijo pródigo que vuelve a casa de incógnito, convertido en agente de policía, con la misión de involucrarse en un grupo irlandés dirigido por un viejo amigo y delatar al grupo de personas que un día fueron su familia, sin saber que las apostasías germinan en la codicia del adalid de la delincuencia barriobajera.
La secuencia al azar de hoy corresponde a uno de los mejores momentos de funerales de la historia del cine moderno. En este protocolario evento céltico, con el repudio por la confidencia de su posición de policía de la bella Kathleen (brillante Robin Wright), Terry Noonan un increíble Sean Penn) se acerca al ataúd de su mejor amigo Jackie (deliciosamente histriónico Gary Oldman), asesinado la noche anterior, para concederle una botella de whisky irlandés.
Noonan ha visto cómo el capo del grupo, Frankie (Ed Harris, como siempre fantástico) ha matado a su propio hermano, siguiendo su impúdica pleitesía al mafioso Borelli (el fallecido Joe Viterelli) para progresar en su triste ascensión en el imperio del hampa.
- ¿No sabes dónde estuve ayer? Estuve en el muelle 84. Sé lo que pasó. – dice impasible Noonan.
- No sería muy inteligente que tú y yo nos enfrentáramos ahora ¿no crees?– le dice Frankie al descubrir que alguien sabe que ha vendido a su hermano cual Judas con abrazo incluido.
- ¿Inteligente? ¿Quieres ver lo inteligente que eres?-
En ese momento, uno de los más determinantes de la película y uno de los más brillantes del cine de género, Noonan le deja la placa de policía soltando un sepulcral “Fíjate qué inteligente eres” ante la absorta mirada de Frankie.
‘State of Grace’ lo tiene casi todo; unas interpretaciones cargadas de profundidad y talento, una puesta en escena sobria y bien llevada por Joanou, la preciosa y apagada fotografía de Jordan Cronenweth, la frugal partitura de Ennio Morricone y un guión de Dennis McIntyre que recuerda a la poética obra de John Millington Synge.
Una virtuosa y ejemplar pieza que supuso y supone una obra de impecable calidad que poca gente (o nadie, diría yo) se molesta en reivindicar.
Desde el Abismo, dignifico con esta sección una de mis películas favoritas.

viernes, 6 de mayo de 2005

Varias cosas

Parece que es irrevocable: dejo atrás una larga, acerba, febril e inmunda gripe. Me siento refortalecido por mi estado de hombre salubre que emprendo hoy mismo. Un día me he dejado más de un bostezo y varios bufidos viendo ‘El Reino de los Cielos’, filme aglutinador de un público formado por bisoñas jovencitas con vientre descubierto exhibiendo piercing que no han parado de berrear y gemir cada vez que salía en la pantalla un insulso actor de la talla de Orlando Bloom. No os alarméis, os dejaré aquí la crítica semanal de esta ostentosa y excesiva película de Ridley Scott.
Por otro lado, me aterrorizaría vivir en Texas. Ya no sólo porque es el estado de los USA que engendró a un heraldo del Anticristo como es George W. Bush, si no por el escenario de conservadorismo fascista intransigente que se respira en un contexto de interdicción e hipócrita proceder pudibundo. Ahora resulta que las sugerentes ‘cheerleaders’ pueden verse obligadas a la cuadratura del círculo, es decir, que las animadoras deportivas deberán someterse a las estrictas normas éticas y no volverán a ser reclamo ante los aficionados. O si lo son, tapaditas y sin convulsiones que inciten a la concupiscencia. Las complejas coreografías se verán enturbiadas porque un cabrón llamado Rick Parry (gobernador y aval del Senado) ha decidido, con apoyo de Bush, empezar a guillotinar libertades. Justo dos semanas después de que Jeff Bush ratificara una ley en la que todo el mundo en California puede (y debe) llevar un arma para defensa personal. Ranciedad humana y espiritual en forma de totalitarismo.
Además de conocer que los obispos solicitan a los ciudadanos “rectitud moral” ante el matrimonio ‘gay’ (tal vez la misma que consagran algunos de ellos cuando consuman la pederastia) al que señalan como “falso matrimonio”, el otra vez presidente laborista Tony Blair, perteneciente en realidad a la tecnocracia británica más descarada, ha vuelto a obtener la mayoría absoluta, pero ha dejado una frase mucho mejor para los anales asegurando que podía hacer el amor “cinco veces en una noche” (sin sacarla o no, no lo sabemos).
Por último, Robert Wise y Abel Ferrara protagonizarán las retrospectivas del 53er Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que se celebrará del 15 al 24 de septiembre y que contará, si nada lo impide, con mi habitual presencia en un certamen que tendrá a Hitchcock como motivo de su cartel, rindiendo homenaje al gran maestro 25 años después de su muerte.

Review 'La Demoiselle D'Honneur'

Las peligrosas aristas de la pasión
Chabrol se sumerge de nuevo en una pasional y oscura historia de amor circunscrita a la ironía y cinismo con el que muestra el entorno de la burguesía
En ‘La dama de honor’ encontramos a Philippe (Benoit Magimel) un chico joven que vive con su madre y hermanas una existencia de lo más apacible y con futuro más que prometedor que le permitirán salir de la mediocridad social en la que vive. En la boda de una de ellas, Philippe conoce a Senta (convulsiva, carnal y sensual Laura Smet), una de las damas de honor y amiga de la familia. Ambos inician una relación pasional y sexual que les llevará a plantearse cometer una macabra prueba de amor. Es la premisa de la última cinta del veterano e incombustible Claude Chabrol, donde el director francés desgrana una vez más algunos bajo su cínica perspectiva los más recónditos vicios humanos de una condición social que conoce bien, disociando tras la ordinaria vida burguesa las miserables en la que apenas concurren las virtudes un espacio que define la degradación moral de sus personajes, con ese perverso e ingrávido toque de las últimas películas de este rejuvenecido cineasta.
‘La dama de honor’ adapta la novela de Ruth Rendell ‘Amores que matan’, una historia en la que el amor es llevado al límite y la pasión se subvierte en una arriesgada muestra de excentricismo sexual. Chabrol, reflexivo con lo deteriorado de la trama que representa en el género negro, desatiende el texto principal y deja a un lado la exploración del suspense para centrarse en sus personajes, en su psicología y pensamientos infectados por un amor irracional y enfermizo y, de paso, retratar su acomodaticia vida en el entorno familiar y social. Si bien es cierto que la historia juguetea en todo momento con el ‘thriller’ y el drama romántico sazonado de un humor negro ya habitual en el incombustible Chabrol, también lo es que el realizador galo se inclina hacia el cinismo que provoca la materia moralmente cuestionables, sin juzgar a unos roles dispuestos a cometer cualquier delito sin deliberar las derivaciones inmediatas.
Con un ritmo cadencial, acompasado por su virtuoso manejo de la cámara, Chabrol confiere a su película una insólita lección de ‘tempo narrativo’ desarrollando lentamente su tópica historia de amor a primera vista, ajustada a la más oscura vertiente que enarbola una siniestra y enfermiza fábula de pasión que desea ser el único fin y meta de una vida, la entrega total en cuerpo y alma, sin preguntas, sin reproches ni sospechas, hasta llegar a un sacrificio letal que compromete la integridad física y ética del individuo. La pericia de Chabrol en la instauración del círculo francoburgués viene dado por un catálogo de sucesos, guiños y comentarios inscritos en una insustancial apariencia, necesaria en último término para que germine esa disparatada pasión que conlleva al absurdo de cometer un crimen, precisamente donde reside el mal que todos llevamos dentro, en la aceptación de lo establecida como norma básica, instituyendo una necesidad de romperla con el mínimo cambio que se presente. En este caso, un amor pasional irrefrenable. Especialista en la exploración psicológica de sus personajes, Chabrol no pierde de vista la impagable percepción adquirida de mantener al espectador en tensión sin necesidad de efectismos, cuidando la elegancia de cualquier variación ya sea visual o argumental.
Y aunque se deje en el tintero una profusión menos sutil a la hora de profundizar en los enigmas pasados de Senta y algunas inexplicables reacciones de Philippe, para Chabrol la relación perturbadora y fuera de control es el centro de una película en la que no irradia esa contingencia genérica del ‘thriller’ al uso, sino un acercamiento al drama romántico en su faceta más cruel y desgarradora. Chabrol manifiesta ser un maestro en el descubrimiento de promisorias actrices con la elección de Benoit Magimel como voluble enamorado, pero sobre todo con Laura Smet, una deslumbrante y perturbadora actriz francesa (descubierta por el público en la maldita ‘Le corps impatients’), que le da a su personaje un halo de ensoñación apabullante y que es, a todas luces, lo más sobresaliente de una ya de por sí estupenda película.
Un análisis sobre la debilidad humana que, más allá de la ‘femme fatale’ al uso, formula la inusual figura de un súcubo psíquico y físico convertido aquí, de nuevo, en uno de los elementos naturales del cine de su director: la tentación y el amor representado en un envenenado aguijón que conlleva al sometimiento más perturbador circunscrito, cómo no, en la burguesía representativa de los defectos sociales y humanos dentro del cine del gran Chabrol.
Un grato ejercicio de estilo en la destaca la brillante fotografía fría y adusta del gran Eduardo Serra, que envuelve a la historia en un tono creciente de conminación, ambiente perfecto para que Chabrol articule un metódico filme sobre el fondo humano y ético de sus desencaminados personajes con un pesimista enfoque del amor en entornos reconocibles en su ya extensa filmografía.
Miguel Á. Refoyo © 2005

jueves, 5 de mayo de 2005

Otra de Pin-ups

Una muestra en forma de catálogo de Pin-ups de la ‘Collection KJA’.

Tengo "Fiebre Galáctica"

Tengo que asumirlo. No puedo permanecer más con este sosegado tono circunspecto e impasible ante el acontecimiento fílmico del año. Lo reconozco, estoy algo inquieto por el inminente estreno de ‘Episodio III. La venganza de los Sith’. Me descubro como un ‘starwarsiano’ de pro, un ‘freakie’ de las Galaxias, seguidor irredento de la Saga creada por George Lucas. Tal vez no tanto como los Alvariño, ni como los que tunean su CPU con emblemáticas carcasas, pero lo soy.
Estoy tan enardecido que ayer acudí raudo y veloz, como un risueño chiquillo de 30 años, a la taquilla de mi cine más cercano a por mi entrada para el estreno mundial. No había colas, ni ningún émulo del Primer Gran Gilipollas, Jeff Tweiten, nuestro amigo "Superfan 1138", pero sí es cierto que se percibe una sensación de deliciosa expectación, consciente del ‘in crescendo’ de la nueva trilogía, con una disposición hacia la oscuridad macabra de la metamorfosis de Anakin en nuestro amado Lord Darth Vader.
Ya queda menos. Sólo dos semanas. Un breve lapso que servirá para concurrir humanamente a una de las mayores coyunturas 'colectivocinematográficas del año', o de los últimos tiempos si hacemos caso a los comentarios de Kevin Smith. Las sensaciones acumuladas por el cierre de esta nueva trilogía son postivas. Tal vez sea cierto que hasta el momento esté siendo algo irregular, pero somos conscientes de que al menos el gran Lucas ha intentado devolver, en gran parte, un segmento conceptual al propio cine. Desde que las letras azafranadas se pierden al final de la pantalla al compás de los acordes de John Williams, la emoción y la expectación han invadido a un espectador entregado a que su imaginación se desborde en forma de imágenes inexploradas y se ha dejado llevar por la magia, el espectáculo, la fantasía y la ilusión de las grandes producciones que en las últimas décadas han decaído hasta el fango del aburrimiento.
Las generaciones que vivimos la revolución de ‘Star Wars’ podemos ver recompensada tan larga espera, volver a sentir el arrebato de la diversión galáctica más inmemorial que jamás haya ofrecido el cine. Ha llegado la hora de abandonar la doctrina, la estética llana, el dramatismo y una visión existencialista del cine defendido por los aburridos y resignados intelectualoides del ‘arte’ por la concepción última de éste: la creación de sueños y la diversión basada en el grandioso espectáculo (da igual que esté más digitalizado que nunca).
En el fondo, no he podido evitar el estúpido entusiasmo de volver a ver emerger en la gran pantalla el casco negro de Darth Vader (alegoría perfecta del Lado Oscuro de la Fuerza) poseedor de un poder tan brutal equiparable al símbolo de Coca-Cola, los aros de los Juegos Olímpicos o la Estatua de la Libertad.
Ya tengo mi salvoconducto para asistir a un imprescindible evento que este año no tiene parangón en su conquista de las taquillas de todo el mundo. Los nostálgicos esperamos no salir desencantados. Al menos yo sigo siendo imperturbable valedor de las dos primeras precuelas de las Saga, por lo que aguardo con esperanza el día 19.
Vuelve a ser la Era de la nueva ‘Star Wars’, el milenio de la Nueva Trilogía. Darth Vader esta a punto de hacer sonar su asfixiado eco en forma de metálico resuello.
¿No la oís ya?

miércoles, 4 de mayo de 2005

Hollywood profético

Casualidad, sincronización, conspiración…
Hay algún que otro indicio insinúa que la CIA tenía informes confidenciales que vaticinaban un inminente ataque terrorista a la nación más poderosa (y desde entonces segura) antes del 11 de Septiembre de 2001. Ni George W. Bush (que leía ‘Mi mascota la cabra’ cuando le dieron la trágica noticia), ni su administración, ni los poderes judiciales, ni el ejército podían imaginar lo que sucedió aquella fatídica mañana en el World Tarde Center. El ex asesor de seguridad nacional y la Secretaria de Estado de USA Condoleeza Rice afirmaron que era imposible prever la tragedia.
Pero ante las palabras de Bush “Nadie en el gobierno hubiera imaginado tal ataque" (declaraciones recogidas el 17 mayo de 2002 en las noticias de la CBS), queda la sombra de la duda ¿Por qué? Os preguntaréis. Pues porque tal catástrofe se podía haber evitado. Hay una fuente inescrutable e infalible que siempre presagia lo que sobreviene en la historia reciente de la Humanidad. Se trata, nada más y nada menos que de Hollywood y sus proféticas películas.
A lo largo de los últimos años, diversos filmes han divulgado pequeñas señales a modo de admonición que nadie supo ver en su momento. Podría haberse evitado si se hubiera tenido en cuenta el nivel subliminal de algunas de las producciones estadounidenses antes del trági8camente célebre ‘9/11 S’.
En Iluminati, la web de las conspiraciones, publican un sorprendente archivo de imágenes que evidencian estas sospechas.
Sí, yo también lo he pensado. La gente pierde mucho el tiempo, amigos.