martes, 15 de octubre de 2013

Review 'Gravity (Gravity)', de Alfonso Cuarón

De la ingravidez al renacimiento
Con su poderosa sugestión lírica y simbólica, Alfonso Cuarón crea una sorpresiva experiencia sensorial de acción estremecedora, inventiva formal y una descompensada narración intimista sobre la lucha contra la adversidad.
Los trece minutos del plano secuencia que abren ‘Gravity’ transgreden todas las leyes lógicas de la fluidez y el movimiento cinematográfico de una cámara que circula con una perfección geométrica, describiendo un contexto conocido pero ajeno como es el espacio exterior. Alfonso Cuarón emerge como un visionario que capta a un nivel superior esa sensación de levedad, deslizándose por el infinito, siendo capaz de girar 180 grados para introducirse en el punto de vista subjetivo de uno de sus personajes y mirar a través de sus ojos. Con un dominio asombroso del dinamismo y la coreografía, introduce sin respiro al espectador en la desorientación de un ámbito silente, pero a la vez tan inquietante y absoluto que provoca una amenaza de terribles consecuencias. En esta exposición inicial, se va produciendo la progresiva tensión que acumula una sensación de desazón que no se abandonará en todo el metraje.
Conocemos así, en breves pinceladas, cómo un equipo de la NASA del transbordador Explorer ha sido enviado a reparar el telescopio espacial Hubble. Se cataliza la atención en dos de ellos, Matt Kowalski (George Clooney), un veterano cosmonauta en su última misión espacial y la ingeniera médico Ryan Stone (Sandra Bullock), en su primera intervención fuera de los contornos de la atmósfera terrestre. “Houston, tengo un mal presentimiento sobre esta misión”, sugiere el primero en una de sus conversaciones con la base. Y así es. La información acerca de que los residuos metálicos de un satélite espacial que ha sido destruido se dirigen hacia ellos no tarda en anticipar la catástrofe, dejando a ambos al amparo de la supervivencia espacial sucumbida a las continuas reacciones en cadena que proveerán los instantes de acción de la cinta. Hasta ese momento, Cuarón opta por un ejercicio de realismo fantástico antes que por la ciencia ficción como tal, creando una escala de emociones galácticas establecidas en la continuidad visual que provocan la tensión y el miedo a la Nada, descrita con una autenticidad fuera de toda regla. La verosimilitud es tal que llega a ser totalmente incómoda para el espectador, sumergido en la acción y compartiendo en todo momento el reto de sobrevivir en el espacio, voluble ante esos fragmentos meteóricos amenazantes.
En gran parte, ‘Gravity’ fundamente su seña visual en la dirección prodigiosa que cultiva un empleo del 3D modélico, jugando desde la multiperspectiva casi imposible a la hora de diseccionar la naturaleza del movimiento como pocas veces antes un cineasta había mostrado. Esa exactitud, la metodología que hace funcional y tan sugestivo el contraste extremo entre la serenidad del espacio vacío y la violenta llegada de amenazas, refuerza la grandeza con un extraordinario diseño de sonido que matiza el silencio sepulcral y la respiración nerviosa de la doctora Stone con la belleza contemplativa y suspense escalofriante que emana la fotografía de un Emmanuel Lubezki, que llegó a idear un sistema innovador de iluminación LED denominado ‘Sarcophagus’, una caja de luz que simulara a la perfección la iluminación de la ionosfera. Con ciertas resonancias del Gran Maestro Kubrick, procurando evitar el hermetismo de aquél, Cuarón acepta el reto de negarse a la aceptación de límites a la hora de filmar esta aventura llena de sobresaltos.
‘Gravity’ toma como eje central al personaje de Bullock, una heroína abandonada a su suerte desde el primer envite, cuando se rompe el resorte tanto de la estación espacial como de su compañero ante un azar poético donde las casualidades de la mala suerte intimidan con su silenciosa presencia y se corporeizan esa forma de lluvia de restos de satélites que van y vienen en el espacio. Se trata pues de encontrar una forma de volver a casa, enfrentándose a la adversidad en desafíos que podrían representar las etapas de la vida que hay que superar para llegar al reencuentro y al redescubrimiento personal. La evidencia dramática se expone como un trauma insuperable ocasionado por la muerte de la hija pequeña de la astronauta. Ryan permanece muerta en vida antes de que suba al espacio. “Me levanto, voy al trabajo y conduzco”, afirma en un par de instantes. Y en ese terrible marco de soledad, sin subtextos, evidenciando intenciones viscerales sin coartadas, donde Cuarón pretende interpretar la pequeñez del ser humano en el Caos que supone ese indomable vacío del Cosmos. Es entonces cuando el efecto espiritual que tiene la muerte se trasforma en la nada de ese horizonte oscuro que es el espacio. Y la Tierra, en su otro extremo más dominante, simboliza el Todo, la vida. Es la máxima que los Cuarón (padre e hijo, autores del guión) en su objetivo por explorar, desde el plano filosófico, un universo incognoscible a partir de la perspectiva humana. De hecho, todos los mimbres narrativos se fraguan en un fondo de vulnerabilidad de un personaje angustiado por esa herida incurable que no ha logrado superar y que debe luchar por salir adelante, recuperando la voluntad de vivir en una situación límite en la que encuentra los medios para no caer en la derrota.
Hay imágenes de poderosa sugestión lírica y simbólica, como ese intermedio de descanso vital tras superar los primeros desafíos, en el que Ryan gravita en posición fetal, regresando al génesis de la vida, con el efecto de fluidez del útero materno. Todo encauzado hacia un final que revela una intención dramática como un arquetipo metafísico, algo quebradizo y arquetípico, vislumbrado desde sus primeros pasos, en una metáfora de un renacimiento hacia una nueva vida tras la superación de un inexpugnable drama, donde hasta la alegoría amniótica desencadena en un renacimiento de tintes evolucionistas; la vida desde el espacio, readaptando su condición al medio acuático y emergiendo hasta la Madre Tierra para florecer de nuevo como una vida encontrada como ejemplo de superación, de intimidad dolorosa, culminada frente a probabilidades casi insuperables.
No obstante, a pesar de la solidez interpretativa de una Sandra Bullock excepcional y un carismático Clooney que ejerce de reposo cínico y humorístico ante la tensión insostenible, ese juego de profundidad espiritual, toda la miscelánea artística de inventiva formal, acción estremecedora y narración intimista acusa en exceso una cierta descompensación debido a que los Cuarón no logran golpear al público con la exposición de un drama un tanto simplificado, demasiado ostensible y tan poco sutil ante la desgarradora montaña rusa de sensaciones visuales que propone la acción. Lo que hace de ‘Gravity’ una experiencia sensorial a medias, tan hipnotizante como carente del relieve sentimental buscado y que se da con fugacidad en instantes como en la quietud del interior de una estación rusa en la que la desesperación se rompe con una transmisión perdida con un esquimal, al escuchar a un perro o el llanto de un bebé, cuya familiaridad incomprensible estimula a la mujer con un espejismo que invoca la tenaz insistencia de permanecer con vida antes que dejarse vencer por el desértico vacío espacial. Nadie va a negar a esta extraordinaria cinta el cúmulo de virtuosismos técnicos que hace de ella un referente desde el mismo día de su estreno, aunque hablar de obra maestra total o milagro fílmico sea excesivo, incluso para uno de los mejores y más sobresalientes espectáculos del año 2013.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2013

lunes, 7 de octubre de 2013

Análisis PES 2014: la gran decepción de Konami

Mucho se había hablado del nuevo PES 2014, de ese espectacular motor gráfico basado en el sistema Fox Engine revolucionario tanto a un nivel de movimientos como a la jugabilidad. De entrada, todo parecía un erial de buenas sensaciones lanzadas como un aparente salto de calidad, manifestando la convulsión total dentro de esta generación de juegos futbolísticos abanderados por los dos grandes colosos KONAMI y EA Sports. Este nuevo Pro Evolution Soccer estaba destinado a cambiar el signo tecnológico en este tipo de juegos de ocio; que si trueBall tech, que si una ID realista hasta el paroxismo, que un sistema M.A.S.S. de pugnas desafiantes para exaltar las confrontaciones entre los equipos, una física de un balón nunca vista hasta el momento y varias novedades que el público ansiaba ver. Iba a ser un lujazo.
Pues bien, una vez jugado y analizado, el juego evidencia notables deficiencias. Y vamos a adelantar la sentencia, bastante decepcionante. Gráficamente las mejoras siempre son el incentivo de un clásico que evoluciona de una forma tremendamente irregular. De entrada, la remodelación del interfaz y el menú principal cada año acredita que no tienen muy claro qué es lo que al usuario puede beneficiar o no. Obviamente, KONAMI ha preferido comerciar con la grandeza de ese Fox Engine antes que pulir y renovar errores pasados ¿Qué sentido tiene apostar por un control total de los jugadores si estos no tienen la suficiencia para moverse de un modo satisfactorio? ¿Por qué cambiar el dominio del portero haciendo de él una versión todavía peor que sus antecesores? ¿Dónde está el árbitro para detener el juego después de faltas incuestionables que perjudican tanto al jugador como al juego? ¿Por qué de cada seis disparos a puerta dos van al palo? ¿Por qué antes las faltas eran tan complicadas y ahora son excesivamente fáciles? ¿Es tan difícil evitar que los defensas sigan cometiendo fallos por su nulidad a la hora de responder a los lances del juego? ¿Ahora cuál es la razón de que los laterales lleguen con gran facilidad al delantero que se ha desmarcado? ¿Alguien ha metido un gol de cabeza este año? ¿Por qué la interactividad es tan decididamente nula?
No es todo. La ausencia de algunas licencias de equipos y ligas, de esos estadios que el año pasado eran el referente de sus ventas, su horrorosa selección musical, la eliminación absoluta de la Comunidad Offline (una de las grandes decepciones de 2013), desatendiendo los ruegos de sus ‘gamers’, evidencian una falta total de interés respecto a todo aquello que puedan mejorar en un detritus que provocan el descontento de aquellos ilusos que han comprado su producto, incluso férreos defensores de la saga. Si es que, ni siquiera han sido capaces de que llueva en un estadio. La sensación de prototipo lleno de bugs es la tónica general de este nuevo PES 2014, dejando la evidencia de que han vendido un juego a medio a hacer, inacabado, esperando que en los foros y en páginas especializadas hagan su trabajo. Como esas caras de chiste absurdo homogéneas y sin sentido. Más que un paso atrás, es una incomprensible negligencia por parte de los creadores de este simulador de fútbol.
Al fin y al cabo, detrás de mucha innovación de sistema jugable y la adquisición de licencias de ligas latinoamericanas, PES 2014. Por mucho que KONAMI este año haya intentado modernizar la funcionalidad del ‘next-gen’, dejando algunas sensaciones de mejora que se establecen en una base prometedora (como la pugna corporal), ha subordinado el control y la jugabilidad a la gestión animada y con ello, el temido ‘input lag’, haciendo un juego trabado, con melés cada tres segundos, el peor de los últimos años. Perfecto ejemplo de trabajo sin hacer, de un juego incompleto, con prisas y desdibujado por la frustración de un ‘gameplay’ que no está a la altura.

martes, 1 de octubre de 2013

'La casa de bambú (House of Bamboo)', de Samuel Fuller: Retazos del gran maestro

Este mes de octubre tengo un objetivo claro y que no puedo dilatar más: revisar y redescubrir toda la filmografía de ese director de culto y predilección particular que es el gran tótem Samuel Fuller, el pequeño gran Sam, ese Dios cinematográfico al que tanto admiro e idolatro. Un férreo objetivo que a buen seguro voy a disfrutar como nunca. Todo ello viene provocado por haber rescatado hace pocos días ‘La casa de bambú’, una de sus muchas obras maestras. En un pequeño retazo memorístico pude recopilar mentalmente la historia del sargento Kenner, de cómo en su comienzo intenta amenazar a un pobre japonés para que le pillen y así infiltrarse en la banda de Dawson, un soldado estadounidense desmovilizado en Tokio que dedica a la delincuencia organizada. Es admirable la forma en que Fuller contenía una violencia que parece que está a punto de saltar por todos lados, una violencia seca, sin ningún efectismo. Disfrutar de esa secuencia final en el parque de atracciones (no sólo Hitchcock sabía finalizar sus películas en sitios de altura que pasaran a ser legendarios), en la que Dawson muere de un disparo certero, es volver a sentir el cine en estado puro. Sin embargo, hay que enfatizar la relación que se establece entre Keener y Mariko; ella creyendo que es Eddie Spanier, un amigo de su marido, él sabedor de que sus intenciones van por otro lado. Ese acercamiento entre los dos, esa fidelidad y amor latente es lo mejor de la película. Como la utilización de ese eterno nombre que fluye en toda la filmografía de Fuller: Griff.
Fuller llegó a decir varias veces de la secuencia de máximo apogeo de violencia entre Kenner y Dawson que se trataba de “una secuencia de violencia y erotismo entre dos hombres”. Y así es. Revisar esta cinta ha revitalizado sensaciones apagadas, inspiradoras. Dejarse embaucar por este cineasta que, más allá del célebre autor, es un mito reivindicable tan controvertidamente político como brillante cineasta considerado maestro de maestros sin el que el cine no tendría la grandeza que tiene, es todo un lujo. Sam Fuller consideraba Estados Unidos como un hervidero donde el racismo, el patriotismo, la guerra nuclear, la locura y la perversión sexual se mezclaban en un polémico visionario capaz de retratar parte de la Historia de su país con una feroz vena crítica. Es hora, por tanto, de hacerle la ofrenda que se merece. No sólo volviendo a desempolvar su mítica obra, si no para dedicarle unas cuantas líneas que este blog le debe, porque desde que recuerde, Fuller siempre fue un referente en las conversaciones familiares.
Ya estoy deseando involucrarme bajo la perspectiva de este genio dentro de los márgenes de la II Guerra Mundial, revivir aquellas ínfulas periodísticas de adolescencia que suscitaron, entre otros referentes, Park Row, explorar el western como nadie supo, reflexionar sobre su mirada frontal hacia el racismo soterrado y la violencia, su devenir antiacadémico y libre y regodearme con la locura, con el cine, con la vida y, por supuesto, con Balzac.
Quedaos con esa cita que religiosamente me viene a la cabeza nada más empezar a escribir un guión y que proviene de la sabiduría eterna de Fuller “cuando no notes que con la primera página de tu guión se te pone dura, tíralo inmediatamente a la basura”.
Amén.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Estreno de '3665': Una velada inolvidable

La verdad es que cuando se estrena un trabajo cinematográfico, uno no puede por menos que caer en el estereotipo de la autosatisfacción desmedida, rayana en lo absurdo. Sin embargo, los estrenos de Cortópolis bien lo merecen. Ver casi llena una sala de más de 700 espectadores y disfrutar nuestro cortometraje ‘3665’ en una pantalla de 250 metros cuadrados no es para menos. Un día para recordar siempre, en el que tantos amigos y conocidos aunaron su interés y apoyo por calibrar sus agendas y estar presentes en un día tan señalado. Y por si fuera poco, recompensándonos con una recepción maravillosa, una complicidad y aceptación que sólo estaba escrita en nuestros mejores sueños. La pasada noche del jueves fue inolvidable.
Por muchas razones; por la absoluta calidad de proyección y sonido, por el excepcional trato recibido por Raúl Cerezo y todo su equipo de socios y colaboradores, por el cariño mostrado no sólo por amigos, sino por desconocidos que se acercaron a comentar de forma positiva el esfuerzo de haber sacado adelante el corto, por diversos reencuentros, por gente que vino desde muy lejos para estar con nosotros y otros tantos que supusieron desvirtualizaciones alejadas de las redes sociales, por la estupenda fiesta post-estreno, por la gran calidad de los compañeros que también mostraban al mundo sus cortometrajes en una sala tan descomunal…
La próxima parada será en uno de los mejores festivales del país: SEMINCI. Y a finales del mes que viene, el estreno que me hace más ilusión, que es presentar en sociedad ‘3665’ en mi ciudad natal, Salamanca, contradictoria urbe que tanto me ha dado y me arrastra con su influjo mágico. La puerta se ha abierto y comenzamos el camino. ‘3665’ ha arrancado su viaje. Y lo ha hecho de forma inigualable.
Por cierto, si os preguntáis acerca de cuánto se alargó la noche con la celebración de la cohorte dipsomaníaca con ganas de darlo todo en Madrid. Algunos nos retiramos a las 7:00 de la mañana. El resto, imagináoslo.

jueves, 26 de septiembre de 2013

'3665': Ha llegado la hora del estreno...

Podría manifestar abiertamente que existen nervios ante un estreno como este. Es especial por muchas razones. No todas buenas. Ha sido un largo periplo de temeridades, retrasos, malentendidos, posiciones encontradas, reencuentros, sorpresas, admiración por el trabajo ajeno, más problemas y todo aquello que rodea a una postproducción ajetreada, exhaustiva y limítrofe en los confines de la locura. Llevar a buen puerto ‘3665’ ha sido una experiencia muy enriquecedora, algo traumática, sí. Sin embargo, nos ha enseñado unas cuantas cosas muy valiosas y ha forjado una experiencia que, pese a que nadie querría volver a repetir, supongo que será necesaria. Sobre todo, en términos de paciencia. Y lo dice alguien que también esperó dos años para estrenar su anterior corto ‘El Límite’, hace ya nueve años. Dos cortos en una década. Un bagaje lento y arduo que ha dejado otros tantos proyectos en el camino, algunos de ellos, a punto de ver la luz. La paciencia es compañera de viaje, aburrida y sabia. Pero al fin y al cabo, valiosa y productiva. O eso dicen.
Por eso, esta premiere por todo lo alto de esta misma noche, supone una festividad en la que debe imperar la ilusión y la espectacularidad de un entorno tan titánico como son esos cines Kinépolis, con una de las pantallas más grandes de Europa y dentro del I Festival Internacional de Cine de Madrid, Cortópolis, todo un lujo y un orgullo. Aunque más allá de cualquier atisbo de frenetismo que ello supondrá, lo que traslucirá esta presentación al mundo de nuestra criatura fílmica es una catarsis, la purificación de todos esos males que se habrán esfumado en el mismo instante en que se empiece a proyectar ‘3665’. Nueve años esperando algo así. Y hay que disfrutarlo. Aunque me temo que lo hará mucho más libre el público que lo vea que yo mismo. Al fin y al cabo, eso es el cine. El duro trance de contar historias. Por eso es un momento para compartir con esas casi 700 personas gracias a una gente que lucha y vive por y para el cortometraje. Y así lo viviré, despojado de prejuicios y con la ilusión de un adolescente.
Cuando se proyecte el cortometraje, habremos dinamitado todos los malos augurios que han rodeado el titánico esfuerzo de seguir insistiendo en llevar a cabo un sueño a buen puerto en tiempos complejos. En tiempos realmente jodidos para los que amamos esta profesión. Habrá sido la culminación de otros tantos años de trabajo, la hora de compartir y dejar que el niño empiece a andar. A partir de ahora, queda disfrutar de lo sucesivo e ir olvidando paulatinamente todo lo malo para quedarse con lo positivo. Y empezar a pensar en otro proyecto, ya fraguado, que esperemos que no tarde otros nueve años en ver la luz. O al menos, eso deseamos.
Os veo en unas horas en Kinépolis. Y a los demás… pronto veréis este cortometraje ubicado en el futuro que habla sobre el pasado. Antes o después. Prometido queda.
Gracias a todos por estar ahí. No necesito suerte, necesito que esto acabe y verlo desde otra perspectiva. Los que me conocen o saben de qué va esto conocen perfectamente a qué me refiero.

martes, 24 de septiembre de 2013

Las entradas para el estreno en Kinépolis de '3665' DISPONIBLES ¡No te quedes sin la tuya!

¡¡Ha llegado el momento!!
Ya ese pueden adquirir las entradas para el estreno oficial de ‘3665’, que podrá verse en la VIII edición de Cortópolis, en el I Festival Internacional de Cortometrajes de Madrid, junto a otros estrenos internacionales.
Tomad nota que es muy sencillo. Entrad en este link de Evenbrite:
Una vez dentro, sólo tenéis que pinchar en REGISTRAR, introducir vuestro nombre, apellidos y la dirección de correo electrónico a la que queréis que se envíe vuestra entrada. Volvéis a pinchar en REGISTRO COMPLETO y… ¡voi là! Ya está. Recibiréis la invitación en vuestra bandeja de entrada que deberá ser presentada impresa o mediante la aplicación móvil que ofrece Eventbrite a sus usuarios para el día de la sesión. Tan fácil como eso. Las butacas no son numeradas, así que cuando vayáis llegando elegís vuestro sitio.
Recordar que desde el mismo ordenador podéis repetir el procedimiento para una persona diferente. Eso sí, es muy importante la confirmación de asistencia para ello. El inscrito recibirá la invitación en su correo del mismo modo. En la pasada edición de Cortópolis las entradas se agotaron en el primer día de lanzamiento, por eso realizad el registro cuanto antes, no sea que os quedéis fuera.
Procurad llegar con antelación. Las personas con entrada tendrán preferencia para acceder a la sala sólo hasta las 20:20. Una vez superado ese límite, la organización procederá a dar acceso a los espectadores que no posean entrada. Por tanto, en el caso de acudir sin entrada sólo podrás tener acceso al evento 10 minutos antes de la hora de inicio, siempre y cuando la organización certifique que el aforo no ha sido completado y haya butacas libres. En ese caso, la preferencia será por estricto orden de llegada.
Ah… una cosita más… ¿Cómo llegar?
En metro: Línea 10 hasta Colonia Jardín y luego coger el Metro Ligero Linea 3 – Parada Ciudad del Cine.
En Bus: Número 572 desde Aluche.
¡Nos vemos el jueves día 26 en el estreno de ‘3665’!
Muchas gracias a todos y abrazos.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Eurobasket Eslovenia 2013: Una decepción de errores y malas decisiones

Ya durante las dos primeras fases este equipo de Juan Antonio Orenga había proclamado los errores y las dudas que se solidificaron en la semifinal contra Francia, dentro de un partido aparentemente dominado que se fue distorsionando de la esperanza en los aciertos hasta otro bien distinto. España volcó sus inseguridades en un final de encuentro bajo una presión que parece que les supera. Sucedió con Eslovenia, reiteró sus errores ante Grecia y sucumbió de un modo similar contra Italia, jugando una prórroga desastrosa. A priori, los despropósitos deberían haber servido de aprendizaje en un partido tan complejo y de rivalidad de juego como era el de Francia, un rival más equilibrado que ese paseo de autoconfianza que la selección se permitió en cuartos frente a Serbia.
La defensa zonal y la presión comenzaron a imponer ese desafío de pugnar con la explotación que venía caracterizando a Francia a lo largo de todo el campeonato, la de unos recursos físicos punteados con la figura de un colosal Tony Parker. Sin embargo, había una sensible diferencia que viene de la pizarra, los franceses tienen a Vincent Collet que, perdiendo de catorce, empezó a agitar el banquillo y a recuperar fuelle tras el descanso, cuando España parecía tener controlado el choque. Nuestra selección, por su parte, demostró que con Orenga las decisiones tácticas no iban a dilatar la comodidad en el marcador. Por si fuera poco, la falta de acierto en el tiro (sin olvidar esos diez balones perdidos) en los dos últimos cuartos tampoco fue la idónea. La consecuencia fue que España jugó de maravilla en los dos primeros cuartos. Y Francia, de idéntica forma en su primera mitad. Todo terminó en tablas, con un empate en un final dramático igualado a 65 puntos, que pudo ahuyentar los fantasmas y dar un pase a la final después de un tapón a Parker, dejando el destino en manos de Calderón, que erró un triple decisivo y un posterior palmeo de Claver que tampoco encontró cesta. Y así sucedió lo inevitable…
Esta generación de jugadores que tantas satisfacciones ha dado al deporte español, que ha jugado establecido en la profesionalidad, el sacrificio, la generosidad, la confianza y el respeto mutuo parece haber perdido otro de sus distintivos, que es el de sobreponerse a la adversidad y lograr la gesta cuando parece que las cosas están peor. Con Orenga se describe el otro lado de la moneda, pasando de ese juego que anticipa la hazaña factible a otro que vaticina la catástrofe. Faltó sentido común, de lectura para saber abrir la soldadura defensiva gala en esos fatídicos cinco minutos extra. Los de Collet chocaron de bruces con la mala suerte y los destellos defensivos de los españoles. España tampoco aprovechó la inconsistencia del momento, las dudas generadas por la desconfianza mutua. Fue una prórroga fea, sin canastas por parte de los dos bandos, que evidenció las carencias técnicas de un entrenador cuestionado durante todo el campeonato. España se mostró incapaz de sostener un ataque de aclarados y bloqueos para soltar la bola en una jugada que acabara en el interior de la zona antes de los 24 segundos, forzando tiros exteriores poco menos que imposibles. Tampoco supo deliberar sobre lo que supone el diseño de las rotaciones o las soluciones tácticas como ese último triple necesario para el empate que lanzó Marc Gasol cubierto por dos jugadores franceses. Es la situación más simbólica y rocambolesca de un equipo al que la brillantez y la fantasía se le han deslustrado por situaciones como las exhibidas ayer. 72-75 el marcador final. Parker y los suyos habían derrotado a su bestia negra. Los españoles reflejaron ese rostro de fracaso ilustrativo cuando no se pasa a una final. Y lo triste es que tampoco se puede acudir a la mala suerte o una injusta derrota. Ganó el mejor supo gestionar el partido. Así de simple.
En 2010 fue Teodosic, en el Sinan Erden de Estambul, con aquel triple en el último segundo el que dejó a España fuera de la semifinal en el Mundobasket de 2010. Ayer, en el Stozice Arena contra Francia fueron Orenga y una selección errática y desorientada obligada a cerrar un ciclo el año que viene, cuando ponga fin a un inolvidable periplo de alegrías, victorias y medallas que será muy difícil de repetir en el futuro. Y lo hará en el Mundobasket de España de 2014. Bonito marco para observar el nostálgico ocaso de este grupo de brillantes jugadores que ya ha escrito con letras de oro su propia leyenda. Pudo haberlo prolongado en la velada de ayer, pero varias ausencias clave y la inconsistencia de ese planteamiento baloncestístico de bajos vuelos, han hecho que se luche por un bronce que, sin despreciar la importancia del metal, deja una sensación de frustración y la impresión de abandonar el campeonato sin los deberes hechos. Una lástima.

jueves, 19 de septiembre de 2013

El duelo en la cumbre del miedo entre H.P. y Sigmund

Contemos una historia... Empieza con la tortuosa vida de H.P. Lovecraft. Es sabido por los lectores más apegado al género que profesó el autor, que la infancia y juventud del jovial Howard Phillips la pasó rodeado de su viuda madre, sus indulgentes tías y su abuelo, en un ambiente intelectual pero conservador que rigieron un férreo control sobre su vida más precoz. Además de unos primeros años de enfermedades, cuenta la leyenda que Lovecraft no dormía durante la noche y que escribía sin parar hasta el amanecer, que es cuando el buen escritor conciliaba el sueño rendido ante las horas de trabajo. Así, se ahorraba aguantar a su familia más cercana. De esta rutina acontece lo que iba a ser la fuente de inspiración del gran genio. Lovecraft contó siempre que escribía lo que soñaba. El escritor se refería a los sueños (y pesadillas) que experimentaba noche a noche como manifestaciones muy reales en las que vivía, según palabras del propio Lovecraft, "una extraña sensación de expectación y aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en los cielos, donde sólo había monstruos y bestias inmunes". Pues bien, esto que todos conocíamos fue algo que provocó el indirecto enfrentamiento con Sigmund Freud y sus teorías del psicoanálisis.
Lovecraft siempre se negó a creer las teorías y  la corriente esgrimida por Freud. Por su parte, éste siempre negó que los escritos H.P. fueran producto de una influencia de sus pesadillas. El célebre neurólogo austriaco aseguraba que los escritos eran producto de su imaginación, que no los soñaba, cosa que al de Providence nunca le sentó muy bien. Como Freud estaba acostumbrado a reducir sus disquisiciones a un plano sexual, tomó a H.P. como un degenarado por este tipo de lóbregos y angustioso sueños, en cuanto que el autor de ‘En las montañas de la locura’ dejó constancia a lo largo de su obra el desprecio que tenía al psicoanalisis de Freud. Desde sus primeros textos, inspirados en Poe, pasando por las narraciones derivadas de Dunsany, hasta los catorce cortos relatos de ‘Los Mitos Cthulhu’, hizo apreciar un elemento subversivo hacia esta antipatía mutua.
También hubo una disputa teórica en las conjeturas que ambos tenían sobre el miedo; Freud lo achacó a una ruptura del inconsciente, al ‘uncanny’, ligado al efecto de lo ‘unheimlich’, es decir, aquello que no es familiar, que nos resulta extraño. El resultado psicológico puede ser experimentado en mayor o menor grado, según la experiencia individual y única de la lectura fantástica. Por contra, Lovecraft señaló que lo fantástico precisamente, radica en la experiencia del lector, en el elemento psicológico que imparte su carácter fantástico, sosteniendo que el horror absoluto es lo desconocido, mientras Freud nos decía que el horror definitivo es aquel que nos conduce hasta lo más familiar e íntimo. Lovecraft sabía que sus analogías con lo conocido para describir lo desconocido eran el arma natural de su cerebro, algo que no compartía Freud.
Es más, la segunda antología monumental de la obra ‘lovecraftiana’ editada por Arkham House hacía ver que sus sueños chocaban con el conocimiento de los profesores de idiomas y de economía política de la universidad Miskatonic o de los palurdos de Catskill Mountain eran una metáfora de la incredulidad de Freud al extraño gnosticismo de parasomnia de Lovecraft. Todas las tumbas ancestrales, la legendaria y encantada Rrkham envuelta en sudarios de niebla y los monstruos creados por el genio literario fueron tan terribles que Freud no quiso analizarlos. No porque no quisiera o pidiera, sino por el hecho de que escapaban al intelecto y al análisis del mejor psiquiatra de todos los tiempos (con permiso de Jung).

lunes, 16 de septiembre de 2013

Inauguración del nuevo estadio San Mamés: Del “agur” al “ongi etorri”

Hoy es un día extraño para los aficionados del Athletic. Después de seguir con gran pesadumbre la demolición de uno de los iconos del fútbol internacional, San Mamés ha resurgido de sus cenizas en un imponente estadio adecuado a los nuevos tiempos. Sin embargo, todos los adelantos técnicos, toda esa infraestructura monumental que convierten al coloso en un campo de Categoría 4 avalado por la UEFA, tiene un complejo reto: el de hacer olvidar el antiguo hogar, la catedral que ha coleccionado poderosos recuerdos, marcando a varias generaciones que han vivido algunos de los momentos más imborrables dentro de un terreno clásico, insustituible en los corazones de todos aquellos que aman el fútbol. San Mamés poseía un poder sentimental ajeno a los cambios dentro de los cambiantes fundamentos económicos que esgrimen la triste situación de la liga española y el fútbol moderno, porque empapó durante décadas el recuerdo de lo genuino, con aquella impresionante sensación de fortín inconquistable, con un ambiente único que convirtió aquel campo hoy extinto y llorado en el talismán de un equipo diferente.
No era su arquitectura, que se caracterizó con un emblemático arco que ha desaparecido como efigie del club, ni esa visión del escudo en la Tribuna General llamando la atención desde hace más de un cuarto de siglo en la a calle Licenciado Poza, San Mamés era un templo sagrado, un santuario rojiblanco que se hacía inmenso por el griterío de todos esos discípulos que sienten el escudo del Athletic como parte de sí. Su transcendencia se marcó en la historia por un ambiente capaz de recrear emociones indescriptibles y sensaciones únicas, de profusas alegrías y tristezas. Todo el que haya asistido, al menos una vez, a aquel viejo San Mamés, entenderá estas palabras.
Pero los tiempos cambian. Y hay que adaptarse a la antojadiza transformación que impone la modernidad. El mágico estadio bilbaíno ha ido consumiéndose a lo largo del verano, dejando paso al imponente nuevo campo, el mismo que dejará en los fastos de los más veteranos que el primer gol del viejo San Mamés lo marcó Rafael Moreno "Pichichi" contra el Racing de Irún en 1913 y Ramón Belaustegigoitia “Belauste” de forma oficial. Sus nombres serán reemplazados por el del jugador del Athletic o del Celta que marque esta noche (esperemos que sea local) en el sofisticado estadio que inaugura una nueva era. San Mamés cumplió cien años en plena destrucción física y se desplaza, dentro del mismo escenario, algunos metros más cerca de la ría. Es deber la aceptación del cambio, la rápida asimilación de la novedad, la sustitución de un escenario tradicional por un ilusionante nuevo marco inacabado.
Al fin y al cabo, el corazón de un estadio, lo que hace que un sentimiento arraigado a la emoción y al sentido de pertenencia cuyos objetivos son lograr que un equipo desafíe a los elementos es, en último término, la afición. Y en eso, el Athletic no tiene rival. Esta noche se inaugura la nueva casa ideada por el arquitecto César Azcárate, en la que no faltará esa habitual sonoridad de un público entregado siempre a su club, ampliada con un estudiado detalle para que la acústica del campo se catequice a lo acostumbrado para no perder ese signo de identidad rojiblanco. El futuro ya está aquí. Y ello debe servir de incentivo hacia una nueva oportunidad para pasar de vivir de esos recuerdos imborrables de los triunfos históricos del Athletic en el llorado San Mamés a otros nuevos que reaviven la esencia ganadora con grandes gestas dentro de este nuevo y modificado entorno.
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Sea como sea, jamás olvidaremos el viejo estadio, la Historia y la nostálgica memoria estarán ahí para siempre. Hoy estamos de inauguración, así que disfrutemos del momento.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Doce años después del 11-S, Nueva York tiene nuevo símbolo

Ayer fue 11 de septiembre. Y más allá de esa cadena humana que simboliza un sentimiento independentista dentro de nuestro país, hay algo que prevalece por encima de la diada y coincide con esta fecha que alberga ese recuerdo de una herida abierta más recordada por el mundo. Más de una década después, el planeta sigue recordando la de aquel 11-S de 2001, cuando el terror se apoderó del mundo occidental las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York cayeron con aquellos imborrables atentados suicidas que implicaron el secuestro de cuatro aviones de pasajeros para consumar el ataque que encendió la alerta roja del país más poderoso del mundo.
Doce años después ¿qué es lo ha sucedido en la Zona Cero además de la anual ofrenda a los más de 3.000 muertos de un atentado que encogió los corazones de todos los ciudadanos del mundo? En aquella zona, donde se especuló con todo tipo de proyectos arquitectónicos, se ha ido erigiendo la Torre de la Libertad, con unos simbólicos 541 metros que lo convertirán en el edificio más alto del hemisferio occidental. Earthcam ha capturado todo el proceso en con el método ‘Time-Lapse’, registrando la construcción del nuevo coloso neoyorquino a lo largo de de nueve años (de octubre de 2004 a septiembre de 2013). La ciudad que nunca duerme tiene un nuevo símbolo que recordará por siempre jamás aquel fatídico día donde una espectacular masacre narrada en directo hizo que perdiéramos algo de inocencia con una acontecimiento histórico que dejó imágenes que jamás olvidaremos.