martes, 29 de enero de 2008

¿Por qué haces lo que haces?

‘WDYDWYD’ nace como una iniciativa del fotógrafo Tony Deifell, un fotógrafo de San Francisco que comenzó hace años a hacer instantáneas en el desierto de Black Rock City con gente que contestaba siempre a una misma y simple pregunta “Why do you do what you do? (¿Por qué haces lo que haces?”). Una cuestión simple que, más allá de la subjetividad, esconde una de las grandes verdades individuales de este mundo.
Es la particular iniciativa de un artista reconocido por la Casa Blanca por sus trabajos visuales como modelos de educación e integración con ‘vídeo-diarios’ orientados a denunciar problemas raciales. Además, es también una de las cabezas pensantes de KaBOOM!, consejero de proyectos para cine y televisión y profesor de teoría documental para la universidad de Duke.
Por supuesto, cualquiera puede enviar su foto anunciando al mundo porqué hace lo que hace.

sábado, 26 de enero de 2008

Review 'The Oxford Murders'

La realidad contra el pensamiento
De la Iglesia adapta a Guillermo Martínez en un juego de apariencias en el que el discurso literario queda en un segundo término sobre el sentido fílmico de una obra admirablemente dirigida.
Ha necesitado Álex de la Iglesia rodar un filme de conversión (y de transición) como ‘Los Crímenes de Oxford’ para alcanzar la ratificación de un cine que va más allá de los términos causados por las inevitables contingencias comerciales. Su nuevo trabajo evidencia la capacidad de un director que se ha visto forzado, en más de una ocasión, a frecuentar un reconocible sello personal, de estruendoso potencial visual, pero de trasfondo cómico o con rasgos de sarcástico aticismo. A veces, el talento y la genialidad se verifican cuando se sabe reconocer la valía de un cineasta que ha sido capaz de disociarse de su irrevocable estilo personal en una historia alejada, en principio, de lo que se puede llegar a esperar de él. Y eso es lo que supone esta adaptación de la novela de Guillermo Martínez por parte del cineasta español: una película de encargo que proclama a un cineasta con una dilatada y portentosa diversidad fílmica.
‘Los Crímenes de Oxford’ narra la historia de una serie de asesinatos consecutivos que tienen como protagonistas de sus pesquisas a un profesor de la universidad de Oxford y un estudiante americano que le idolatra, aceptando ambos los siniestros acontecimientos como un juego de lances analizables desde la lógica. La trama criminal, acometida como un ‘thriller’ intelectual de génesis ‘hitchkockiano’, es tratada como un misterio, un puzzle, una ecuación matemática. El ‘whodunit’ de la investigación se plantea, por esta causa, aplicando la teoría del crimen como desafío al profesor y al alumno.
Género detectivesco y de suspense, evoca, inevitablemente, al espíritu de grandes nombres de la literatura como John Dickson Carr, Agatha Christie, Ellery Queen, Michael Innes, Anthony Berkeley, Nicholas Blake o Dorothy Sayers. Siguiendo esa corriente literaria y cinematográfica, en un guión que adapta fielmente la obra de Martínez, el grisáceo contexto académico de Oxford sirve como óleo para definir a unos personajes (todos ellos sospechosos en diversos momentos) al indagar, siguiendo una serie lógica, el problema matemático que conduce hasta el asesino.
Entretanto, el argumento matemático va abriendo un camino de posibilidades a la hora de debatir sobre los homicidios y el culpable, entrando a formar parte del texto los teoremas de Fermat o Gödel, la serie de Fibonacci o el principio de indeterminación de Heisenberg. Estas teorías, que marcarán la pauta de los acontecimientos, diseminan de elucubraciones y pistas ambiguas la narración, con infinidad de vocablos y axiomas matemáticos y filosóficos, que confiere variadas y variables soluciones al enigma. Algo que, a simple vista, podría ser un obstáculo para el espectador; el público es sumergido en un ciclón de códigos, series numéricas e incluso geometría fractal. Sin embargo, hay que agradecer a De la Iglesia y a su coguionista Jorge Guerricaechevarría la precisión con la que han atenuado la circunspección matemática de la trama, haciendo posible que, gracias a un ritmo diligente, el resultado sea accesible, sin enfatizar más que lo justo, pecando incluso de cierta inocencia al trasladar la obra de Martínez al cine. En cualquier caso, el discurso literario quedará en un segundo término sobre el sentido fílmico de la obra.
Estamos ante una partida de ‘Cluedo’ al que le falta una carta del sobre, trazando un juego de simulación de la realidad a través de los ojos de Martin (loable y versatil composición de Eljiah Wood) que, a su vez, se presenta como los ojos del espectador, en función elíptica dentro de la trama, como contraposición ideológica y existencial del soberbio y escéptico profesor Sheldom (sencillamente prodigioso John Hurt), personaje enemistado con la realidad, siempre desconfiado de aquello que le rodea y que no duda en afirmar que se puede predecir la realidad utilizando los números. Mientras el primero se muestra esperanzado ante la consecución lógica de las interacciones que se unen a la hipótesis de la “causa- efecto” (a posteriori el mecanismo de toda la trama criminal), el otro se mantiene oculto bajo un gambox de secretos y apariencias, negando la demostración lógica de los hechos, afirmando las casualidades como única verdad que determina los hechos. El filme se basa, por tanto, en un apasionante juego de apariencias.
La cuestión no es descubrir la identidad del asesino, sino que lo que verdaderamente importa es la praxis que se va a seguir para descubrir la verdad. El suspense, de este modo, no reside en la sorpresa de los puntos de giro, sino en la finalidad subjetiva de los personajes, de su discurso, de sus sospechas y de las consecuencias de sus decisiones. Todo se sustenta en la ambigüedad, en la astuta impostura y, sobre todo, en la representación. Por eso, Sheldom habla del crimen perfecto atribuyéndolo a un falso culpable cuya identidad no se corresponde al auténtico autor de los crímenes. Y en medio de ellos, una mujer, Lorna (sensual diosa materializada en el cuerpo de Leonor Watling), que podría entenderse como un personaje residual, la carnal atracción de la historia, que simboliza la importancia de la vida real, de vivir el momento ante el pensamiento, el sexo enfrentado a la cavilación, ejemplificado en el instante en que Martin abandona el autobús que se dirige a la conferencia sobre el teorema de Fermat y su demostración por parte de Andrew Wiles en Cambridge. Sin olvidar el otro personaje vital en discordia como es la ciudad de Oxford, concebida como un gran coliseo de simulación donde se mueven las piezas de este juego de manipulación.
Sin embargo, la grandeza del filme va más allá de cualquier delimitación argumental. Álex de la Iglesia afronta esta historia con clasicismo en sus formas de ‘thriller’, pero con una enunciación ciertamente modernista definido en el absoluto dominio de la técnica cinematográfica, perfilada bajo unos conceptos artísticos solemnes, expuestos con determinación en una cuidada estética que procede de las múltiples y novedosas influencias que construyen el universo visual del director. De la Iglesia deja a un lado la semiología y el contexto literario para abogar por una visualidad narrativa visceral, en la que la cámara identifica al espectador con la subjetividad en función de las vivencias del personaje de Martin, logrando desviar la realidad con un tono de confusión respecto a la verdad que se descubrirá en la distancia de la conclusión final.
De paso, y de forma admirable, De la Iglesia logra concertar el desafío matemático con un ritmo al que no le falta el virtuosismo necesario para que los grandilocuentes conceptos trigonométricos sean la excusa del discurso, abordando el filme desde un prisma artístico, en el que la capacidad visual de su creador opera con maestría desde la sombra, disipando su omnipresente figura dentro de una película donde prepondera, en cada plano y encuadre, una asombrosa opulencia de talento e imaginería, en el que destaca, a su vez, el beneficio de esa enérgica partitura de Roque Baños.
‘Los crímenes de Oxford’ es, en el fondo, un entretenimiento de suspense que, bajo su compleja problemática argumental (el citado ‘whodunit’), es un pretexto para desglosar, un majestuoso ejercicio de pericia cinematográfica, ilustrado en ese monumental ‘travelling’ que expone, con gran sabiduría, todas las piezas que componen el catálogo de sospechosos que giran en torno a estos inapreciables crímenes. Álex de la Iglesia da una lección (la enésima) de saber hacer, de perfecta ubicuidad de cámara, de precisa determinación de los espacios, de brillante manipulación de la realidad dependiendo de los ojos con la que se miren. Además, en su último filme, acredita que sabe también esconder las limitaciones de una película en el tópico, rodeando sutilmente sus defectos con un adictivo enigma de ambigüedades y apariencias, acudiendo, si es necesario, a ese elegante desenlace de doble giro, donde se demuestra que la complejidad de las sospechas, a veces, es un mero elemento para ocultar la respuesta más simple y accesible.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2008

jueves, 24 de enero de 2008

‘Quantum of Solace’

Así se titula el vigésimo segundo filme de la saga James Bond. Este nuevo título proviene de una colección de cuentos del escritor británico Ian Fleming publicados en 1960.
Daniel Craig, tras su renovación e impecable personificación del agente 007 en ‘Casino Royale’, volverá a dar vida a Bond en un filme que dirige Marc Forster y que tiene como acompañantes a la habitual en la saga Judi Dench (como M), Jeffrey Wright y Giancarlo Giannini, que repiten, y como ‘chica Bond’ la ucraniana (y espectacular pibón) Olga Kurylenko.

martes, 22 de enero de 2008

Shock de actualidad: muere Heath Ledger

1979-2008
El mundo del cine se ha quedado de piedra ante una noticia de esas que provocan el ‘shock’ colectivo dentro del Séptimo Arte. Si hace unos días, moría a consecuencia de las drogas el joven actor Brad Renfro, hoy ha sido noticia el fallecimiento del actor australiano de 28 años Heath Ledger, una de las promesas más consolidadas del actual Hollywood.
Con una de las carreras cinematográficas más interesantes y fructíferas dentro del cine actual, Ledger, que ha realizado algunas interpretaciones de talento incontestable (‘Monster's Ball’, ‘Ned Kelly’, ‘The Order’, ‘Los hermanos Grimm’ o su consolidación definitiva con la controvertida ‘Brokeback Mountain’), tenía pendiente uno de los estrenos más esperado del año ‘Batman: The Dark Knight’ y estaba inmerso en el último filme del cineasta Terry Gilliam ‘The Imaginarium of Doctor Parnassus’.
Ledger ha sido encontrado muerto en su apartamento de Nueva York, según fuentes policiales y todo apunta, otra vez, a que su muerte ha sido causa de una sobredosis de narcóticos.

Ya hay candidatos, pero... ¿habrá Gala de los Oscar?

Primero cayeron los Globos de Oro, que este año se perdieron su cita anual con la audiencia. Los Oscars puede seguir el mismo camino. Entre medias, los Grammy tienen todas las papeletas para hundirse sin lucir la esperpéntica la galería de las vanidades del mundo de la música.
Hoy se han conocido los candidatos que optan a los Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias de Hollywood. También, que el Sindicato de Guionistas (WGA) persiste en su rechazo a escribir nada para la gala. De momento, no hay paréntesis, por lo que la incógnita sobre si el 24 de febrero se podrá seguir el evento en las televisiones de más de medio. Es la mayor preocupación de una Industria envuelta en un caos sin precedentes.
Hace un mes, Patric Verrone, presidente de WGA, aseguraba “Los guionistas están enfrascados en una pugna para alcanzar un convenio beneficioso para sus intereses, que resguarde el presente y el futuro de sus derechos a la propiedad intelectual”. Los Oscar no serán un impedimento para que batalla continúe. La gran pregunta es… con todo lo que mueven estos premios ¿alguien se cree que los Oscar no van a emitirse?

sábado, 19 de enero de 2008

Review 'The Darjeeling Limited'

La belleza de lo sutil y lo espontáneo
Anderson corrobora su marcada personalidad con otra tragicomedia familiar que reivindica la transformación lógica de su muy personal modo de narración.
Esta película empieza mucho antes de que comience ‘Viaje a Darjeeling’. Y lo hace en una pieza a modo de cortometraje introductorio titulado ‘Hotel Chevalier’, dirigido también por Wes Anderson. Son diez minutos en los que dos personajes a los que dan vida Natalie Portman y Jason Schwartzman se reencuentran en una ‘suite’ parisina intentando arreglar sus discrepancias y solucionar un problema que les ha distanciado como pareja. El protocolo de preparación, una maleta, un palillo en la boca, un perfume, un diálogo de diferencias, amor y desamor en una velada donde el sexo determina el final o la prosecución de una relación tambaleante, determinan los elementos de una historia mínima que servirá como punto de referencia dentro de su posterior narración.
Sustentado en su concisa brevedad de la expresión, en el sarcasmo y con grandes dosis de nostalgia desencantada, Anderson da la pauta de lo que será ‘Viaje a Darjeeling’. En esta nueva aventura cinematográfica, este dinamitador de clichés, vuelve a dar cuenta de una asombrosa demostración de dimensión narrativa e inspiración, de admirable extrañeza estética y belleza poética, imprudente y anárquica. Anderson persiste en la esencia bizarra, pero atendiendo a la cuidada visualidad, aportando aquí una exótica atmósfera en la que se intrinca lo banal y lo trascendente, lo surreal y lo espontáneo.
Para su quinto largometraje, el cineasta de Texas se adentra en un entorno arquetípico como es la India, para narrar, a modo de tragicomedia familiar, la historia de tres hermanos con ciertas diferencias, interpretados con soltura por Owen Wilson, Adrien Brody y el mencionado Schwartzman, los cuales, tras la muerte de su padre, deciden lanzarse a la búsqueda de la espiritualidad para encontrar el vínculo del pasado que les une: su madre (a la que da vida Angelica Huston). Se trata de nuevo de un drama familiar ataviado con significantes toques de comedia, en el que vuelven a congregarse la amargura interna, dulcificada con un perspicaz y sutil sentido del humor, y la reflexión sentimental, que radica, en esta ocasión, en la idea de perder a sus personajes en un mundo ajeno a su hábitat, para, una vez extraviados geográficamente en ese extraño espacio, ir desgranando sus miedos, sus pequeñas miserias, desubicados en diversos contextos como el afectuoso y el familiar.
Los tres hermanos, malheridos de diversos modos, representan el modelo de rol que tanto ha dibujado Anderson; pequeños ‘loosers’ emocionales y contradictorios que caminan a ciegas en un desierto de incertidumbre, llenos de fortuitas vacilaciones y desalentados, pero que no pierden su ánimo por recobrar, aunque sea de forma fingida, un ejemplo de afinidad familiar. Al igual que en sus anteriores filmes, el cineasta se nutre de subyacentes deliberaciones existencialistas sobre el sentido de la vida, los vínculos o las necesidades, inscritas en una ‘road movia’ ferroviaria.
En ‘Viaje a Darjeeling’ no faltan las insólitas situaciones que rodean la tragedia y el ánimo a partes iguales, despertando éstas la búsqueda de respuestas al desaliento de los vulnerables hermanos para, una vez superadas, descubrir una nueva etapa más esperanzadora de la vida, el reencuentro consigo mismos. Como todos y cada de los referenciales protagonistas de sus anteriores cintas, cada uno a su manera, los hermanos Whitman son incapaces de afrontar sus problemas al colisionar con un mundo que no les entiende, pero que en su final asumen su madurez y recelan de lo insustancial, dando prioridad a cosas vitales más significativas. La desunión familiar, la falta de afecto y necesidad de lazos comunes rotos por la distancia y la incomunicación siguen perviviendo en la superficie de esta historia. Anderson incide, por tanto, en esas coordenadas reconocibles de otro peculiar viaje introspectivo, sin ánimo itinerante más que el de escapar a los problemas en un fingido proceso espiritual que obrará sus frutos con una desgracia real que ensamble sus lamentos.
Con ello, Anderson logra asumir que su cine es la aseveración de un excepcional progreso cinematográfico vinculado a una transformación lógica de un modo de narrar muy personal, que no duda en recurrir a la autoafirmación si el resultado es la consecución de un reconocible estilo, de un cine donde identidad y discurso juegan con la disfuncionalidad para hacer de la tragedia una comedia y viceversa, donde no faltan cámaras lenta, canciones ‘pop’ y una estructura episódica que responde a los rasgos de un director que rompe elegantemente la narración convencional. Sin embargo, la cámara mira directamente al rostro de sus personajes, en primeros planos, con los que los roles transmiten su esencia alejándose de filigranas conceptuales, de virguerías de planificación; el cine de Anderson es sencillo y directo. Anderson corrobora con ‘Viaje a Darjeeling’ que es uno de los cineastas con más personalidad del cine actual.
Dentro de paisajes desérticos y calurosos de la India, representado desde la metempsicosis, con sus ritos, sus gentes, sus reacciones e idiosincrasia, siempre desde el respeto y la fascinación, el filme entra directamente en el proceso de imaginería personal de un creador que, mediante la confrontación del espectador ante unos caracteres de ralea inmadura, permite llegar, a través del significado de sus discursos, absurdos tratos de hermanos y palabras perdidas, a las realidades trascendentales o ideas de ese mundo alejado de toda civilización que sirven como superación del trauma de la pérdida paterna, último acontecimiento que les reunió y a la vez les separó.
Un extravagante poema dialéctico sobre el egoísmo inocente de aquellos que emprenden trayectos espirituales para comprender al compañero de viaje y que aprovechan para echarse un vistazo a las entrañas, pese a llevar un pesado lastre como son unas maletas de Louis Vuitton diseñadas por Marc Jacobs, como legado del recuerdo patricarcal, metáfora de ese lastre vital del que han de desprenderse para poder ser felices. Es el cine y la personalidad de Wes Anderson, capaz de hacer perder a un tren en sus propias vías en el perdido paraje de Jodhpur, en el límite del desierto de Thar.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2008

jueves, 17 de enero de 2008

Divorcio Express

Visto y no visto.
Dos semanas después de casarse en una ceremonia sin validez legal en Bora Bora, siguiendo un rito similar al que llevaron a cabo hace años Lauren Postigo y Yolanda Mora, o… tal vez no, el actor Eddie Murphy, al que le duran los amoríos menos que regüeldo de sobremesa, y su compañera sentimental, el pibón Tracey Edmonds, se han separado, según la edición digital de People.
Esto, que a cualquier hijo de vecino puede parecer una incoherencia nupcial, en Hollywood es algo que está a la orden del día. El récord lo tuvo muchos años la actriz Drew Barrymore con su primer marido, Jeremy Thomas, con el que pasó por la vicaría y 19 días después dejarían de ser marido y mujer. Repetiría experiencia con el cómico Tom Green, casándose con él en julio del 2001 y en separando sus vidas en diciembre del mismo años. Pero sería superada por ese jumento llamado Britney Spears que, 48 horas después de contraer matrimonio bajo los efectos del alcohol, las drogas y la anormal imbecilidad de la ex Reina del pop, abandonó a su marido, Jason Allen Alexander, y se divorció. Y eso que vamos a obviar los tiempos de Liz Taylor y su colección de bodas.
Hollywood y el mundo de la farándula son así.

miércoles, 16 de enero de 2008

La triste leyenda de Vampira

Hace unos días fallecía uno de los iconos del cine de Serie Z de todos los tiempos, la actriz Maila Nurmi, conocida por todos como Vampira, que pasó ser una de las musas de culto por su intervención en ‘Plan 9 from Outer Space’. La actriz, que obtuvo cierta popularidad en los años 50 al ser descubierta por el director Howard Hawks, quien le hablaría de ella a Michael Todd para incorporarla a su programa televisivo 'Spook Scandals’, un producto catódico de medianoche dedicado al Grand Guignol. Su papel en el que es considerado “peor película de la historia” de Ed Wood ensombreció de tal modo su carrera que la encasillaría definitivamente con aquélla lúgubre imagen que ella misma aseguraba haber sustraído de la esencia malévola y sexy del personaje de Morticia Adams. Sus posteriores trabajos, también de culto (‘The Beat Generation’ o ‘Sex Kittens Go to College’), quedaron relegados a una filmografía de escasa repercusión.
Hay ciertas anécdotas que se han pasado por alto a la hora de recordar su vida y obra tras su muerte, con 86 años, el pasado 10 de enero. Se sabe que trabajó como ‘stripper’ en el célebre club de Lili St. Cyr. o que Mae West la despidió en 1944 de su obra de Broadway ‘Catherine Was Great’. Sin embargo, nadie recuerda esa siniestra fábula con grandes dosis de realidad que recorre la Historia Negra de la ciudad de las estrellas, aquella que tan bien supo vincular al morbo Kenneth Anger en su libro ‘Hollywood Babilonia’. Cuentan que Nurmi conoció a James Dean y se enamoró de él, entre otras cosas por su insubordinación, insolencia y ambigüedad. Por supuesto, Dean no aceptó ninguna de las propuestas de Vampira, pese a salir un par de veces juntos. Como la prensa de la época se hizo eco de aquellas citas, el rebelde sin causa salió al paso negando cualquier tipo de relación, incluso llegó a burlarse públicamente de la obsesión macabra de Nurmi y su inquietante identificación por su personaje televisivo. La actriz, lejos de sentirse molesta, llegó a un extremo de encandilamiento y ridículo, que se cortó su larga y azabache melena por su amado James Dean. Éste se desvincularía en seguida de esta polémica que hoy sería pasto incesante de basuras sensacionalistas como ‘Aquí hay Tomate’, en versión yanqui. Sin saber parar a tiempo, Vampira acrecentó su locura haciendo pública una imagen suya sobre un nicho en el que se podía leer el epitafio “Cariño, ven y únete a mí”, en siniestro mensaje de amor hacia el niño bonito de la Industria.
Lo más oscuro de todo fue que los círculos más cercanos a Vampira, vinculada a ciertos ritos de magia negra y aficiones oscuras, llegaron a asegurar que la actriz hizo vudú con muñecos para obtener aquel amor desdeñado. Poco después, James Dean moriría en un fatídico accidente de coche. Muchas malas lenguas atribuyeron el siniestro a las malas vibraciones vertidas por la actriz que, en vez de alejarse de la controversia, quiso seguir con la triste pantomima, asegurando que cada noche sufría apariciones de Dean en inexistentes contactos ectoplásmicos. Fue el detonante que acabó para siempre con la carrera y reputación de Nurmi, ya que los grandes directivos cinematográficos y televisivos hicieron lo posible por que jamás volviera a resurgir. El tema tabú de la prematura muerte del actor con más futuro de Hollywood y el extenuación del tema por parte de la prensa del corazón dejaron a Maila Nurmi con un personaje perpetuo que sería un clásico de culto algunas décadas después.

Brad Renfro muere con 25 años

Otra víctima de Hollywood.
Así podríamos definir la inesperada muerte del joven actor Brad Renfro, que alcanzó cierta repercusión cuando protagonizó la adaptación cinematográfica de John Grisham ‘El Cliente’, dirigida por Joel Schumacher y protagonizada por Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. Desde aquella notable debut con sólo diez años, la carrera de Renfro pasó desapercibida, aunque en su filmografía destacan títulos de renombre e interpretaciones de solvencia como ‘Sleepers’, de Barry Levinson, ‘Apt Pupil (Verano de corrupción)’, de Bryan Singer, ‘Bully’, de Larry Clark, ‘Ghost World’, de Terry Zwigoff o ‘The Jacket’, de John Maybury. Actualmente estaba inmerso en el rodaje de ‘The Informers’, otra adaptación a la gran pantalla de la novela homónima de Breat Easton Ellis que dirige Gregor Jordan y que protagonizan Winona Ryder, Mickey Rourke, Brandon Routh, Billy Bob Thornton y Kim Bassinger.
Con 25 años ha sido hallado muerto en su casa de Los Ángeles con la incógnita de la causa de su muerte aún sin esclarecer. En 1998, recibió cargos por posesión de cocaína y marihuana y fue encarcelado durante diez días. Tal vez eso pueda dar una pista.

martes, 15 de enero de 2008

Premios AVN 2008, cita anual con el cine X

Una de las citas anuales del Abismo, más allá de Globos de Oro, Goyas, Oscars y demás galardones cinematográficos, son los Premios AVN, esos máximos reconocimientos de la industria del cine X que, al contrario que en Hollywood y las contrariedades que están suponiendo la huelga de guionistas para llevar a cabo este tipo de eventos, han celebrado su cuarto de siglo repartiendo sus máximos premios entre los más destacados miembros de un género perjurado por la hipocresía social y cultural, pero que genera, solo en los EEUU, ventas por valor de 10.000 millones de dólares anuales. De ellos, cerca de 6.000 millones corresponden a la venta de películas en DVDs y cintas de video. La solicitación popular por la pornografía no es cosa de unos pocos. Todos lo sabemos. Por ello, las grandes corporaciones como AT&T, General Motors y las cadenas de hoteles Marriot forman parte de las mayores distribuidoras de este tipo de cine sicalíptico.
El cine para adultos celebró el pasado día 12 su multitudinaria gala en el Mandalay Bay Events Center de Las Vegas (Nevada), presentada por la contundente Tera Patrick, donde AVN Media Network eligió a los vencedores de 2008 en un reparto de premios en el que la reincidencia de laureles ha sido la tónica de una industria con dos nombres llamados a ser intocables; Paul Thomas y el sello Vivid han vuelto a convertirse en los ganadores absolutos en la vigésimo quinta edición de estas distinciones. En el apartado interpretativo Tom Byron por el filme ‘Coming Home’ (Wicked Pictures) y Penny Flame (foto) por ‘Layout’ (la triunfal cinta de la noche de Vivid Entertainment Group) fueron galardonados como Mejor Actor y Mejor Actriz, respectivamente. ‘Layout’ además, recibió un total de ocho premios (entre ellos, el de mejor escena de pareja, mejor director para Thomas, mejor escena oral por parte de Kylie Ireland -también premio a la actriz secundaria- o mejor guión).
El apartado vídeo la producción de Sex Z Pictures ‘Upload’ recogió el mismo número de premios (destacando a la mejor actriz de la categoría para Eva Angelina). Además, otro monstruo sagrado en el terreno videográfico como John Stagliano (con premio por al mejor director por ‘Fashionistes Safado, Berlín’) ha conseguido, a través de su empresa Evil Angel, la friolera de dieciocho premios en total. Andrew Blake, logró el de mejor montaje, Alessandro del Mar fue considerado mejor director extranjero por ‘Dangerous Sex’ y Frank Perry y Monica Mattos han sido destacados en los apartados de Mejor Actor y Mejor Actriz extranjeros. Jenna Haze (actriz que, personalmente, me vuelve loco), Belladonna, Gina Lynn, Manuel Ferrara, Brandon Iron, Monique Alexander, Evan Stone subieron al escenario a por algún premio menor así como las actrices que participaron en escenas en grupo premiadas; Sophia Santi, Alektra Blue, Sammie Rhodes, Angie Savage, Lexxi Tyler, Faith Leon, Monique Alexander y Stefani Morgan.
Sí, amigos, Jenna Jameson, estuvo. Y sí, exacto, mucho dista la Jenna que ganó hace sólo dos años de la actual y demacrada sombra de aquella ninfa sexual. Su etapa de clásico indiscutible en el género ha pasado a mejor vida. Las nuevas divas y potronas, las recién estrenadas ‘starlettes’ han empezado su carrera por ser la nueva Reina del Porno.