lunes, 4 de junio de 2007

Cuando Fritz desencontró a Marlene

“Esta película fue concebida para Marlene Dietrich. Ella me gustaba realmente. Quería escribir una película de ‘saloon’ con una historia sobre una mujer ya madura pero muy deseable y un viejo pistolero que no es tan rápido a la hora de desenfundar. Así que construí esta historia. Sin embargo, a Marlene le molestó pasar a una categoría de madurez que ella no asimilaba. Se creía la estrella de juventud que ya no era y se alió con actores para ir en contra de otros actores, de mí... hasta que el rodaje se hizo poco menos que insoportable. Estaba todavía bajo la influencia de Sternberg y decía “Oh mira, Josef hubieras hecho esto así” o “Esto Josef lo habría hecho mejor”. “Fantástico”, le decía yo, “pero yo soy Frizt Lang y ésta es mi película”. Quizá fue algo ambicioso al pretender trabajar con ella. Creo que nunca tuvo la suficiente confianza en mí… Y al acabar la película, jamás volvimos a cruzar una palabra”.
(Fritz Lang sobre su filme ‘Rancho Norotious (Encubridora)’, de 1952).

viernes, 1 de junio de 2007

miércoles, 30 de mayo de 2007

Review 'Zodiac'

Quirúrgica y obsesiva demostración de talento
‘Zodiac’ es un riguroso trabajo que aborda con mirada microscópica a unos personajes llevados al extremo. Fincher prefiere acercarse a la obsesiva afectación de todos los implicados en el caso antes que decantarse por el ‘thriller’ de suspense.
Para David Fincher, ‘Se7en’ supuso la consecución de un éxito en varios aspectos; no sólo en la espléndida acogida que tuvo por parte de crítica y público, sino que, además, significó el afianzamiento de un estilo propio, sustentado en su portentosa y muy personal capacidad fílmica a medio camino entre la fascinación visual modernista, la narrativa clásica y el vibrante ejercicio de metodismo que logró modernizar las costumbres del cine negro y reinventar el ‘thriller’ psicológico, máxime cuando Jonathan Demme parecía haber establecido las bases renovadoras del género unos años antes con ‘El silencio de los corderos’.
Fincher concedió con ‘Se7ven’ una película impecable, donde la tensión visual y narrativa, de forma implícita, formulaban una subyacente reflexión de fondo en la que el desasosiego de una sociedad infectada por el miedo, cruel y umbría, tenebrosa y obsesiva, se enfrentada a la amenaza más cruel al que puede enfrentarse la sociedad: el propio ser humano. La personalidad de Fincher, desde entonces, bien sea en la hoy en día debilitada ‘The Game’, en la enardecida y magistral ‘Fight Club’ o en la menos apreciada pero interesante ‘Panic Room’, ha seguido fomentando aquel espíritu analista acerca de los miedos inherentes al hombre. Un director que ha conseguido despojar a su cine de excusas y coartadas propias de los géneros que ha abordado, haciéndose muy difícil cualquier consideración sobre sus oscuros valores sin prescindir de una incuestionable y particular sordidez.
El nuevo filme del cineasta ofrece una visión paralela a ‘Se7en’, sugiriendo de nuevo el mal como atracción por lo desconocido inscrito en la percepción de la cotidianidad y el sosiego pervertido, de nuevo, por el temor y los fantasmas exteriores. Con trazos de docudrama y una sistemática criminalista obsesiva y abrumante, ‘Zodiac’ bordea los límites de lo real para dejar a un lado la observación del asesino y centrarse en otra variedad de trastorno, la que provoca aquellas causas comunes de una asfixiante investigación policial, del metódico análisis de dos agentes y dos periodistas (magníficos Jake Gyllenhaal, Robert Downey Jr., Anthony Edwards y, sobre todo, Mark Ruffalo) inmersos en un caso en el que un sociópata aterrorizó a varios condados de California con una serie de asesinatos (sólo 5 de ellos confirmados, a pesar de que la leyenda hable de 37 homicidios), utilizando para ello peculiares criptogramas dirigidos a la prensa. Un hecho que le convirtió en uno de los asesinos en serie más mediáticos y populares de la historia negra de los Estados Unidos.
Es el tortuoso recorrido que Fincher propone, plasmando en imágenes el riguroso y detallista guión de un James Vanderbilt que basa su libreto en los libros de Robert Graysmith (protagonista real de los sucesos), un vehemente itinerario a la precisa reconstrucción de unos hechos forjados en imágenes con una absoluta y creíble aproximación a lo aconteció, a la épica de la investigación, al sinuoso viaje interior que experimentan los personajes.
Es ahí, en ése punto, en la obsesiva afectación de todos los implicados en el caso, donde inciden Fincher y Vanderbilt, antes que decantarse por el thriller de suspense. Como antítesis de ‘Se7en’, aquí la aureola sobrehumana y espiritual del asesino van mermando su interés, difundiendo su figura y enferma personalidad, en beneficio de la obstinación de aquellos que quieren encontrar la verdadera identidad de Zodiac, en una evolución investigativa que va diluyendo la verdad con la impenetrabilidad de un caso que se corrompe con la aparición de imitadores, de pistas falsas, de varias personas que, debido al alcance del acontecimiento, van asumiendo la misma identidad del célebre asesino. El misterioso Zodiac es llevado a los altares del ‘mainstream’ por culpa de los ‘mass media’, pues estamos ante el primer ‘psychokiller’ generado por la profusión mediática, un cazador humano con debilidad por el estrellato efímero, de contundente afán de reconocimiento y protagonismo. Pero para ello, Fincher, lejos de seguir los preceptos de la mecánica obsesiva que nutre cualquier guía genérica, licua todo protagonismo individual en la indeterminada burguesía de lo institucional.
Fincher compone de esta forma una categórica obra sobre profesionales que desempeñan su cometido hasta el límite, para plantear, más allá de su observación obsesiva de los personajes sobre los acontecimientos, que terminan por propagarse a los diversos registros expresivos del filme, una reflexión sobre la justicia que estipula la insolvencia de un régimen judicial negligente. ‘Zodiac’ es la demostración evolutiva de que Fincher radiografía como pocos, sin moralismos, enmudeciendo cualquier sermón final, una sociedad, bien sea la actual o la pretérita, que camina imparable hacia su autodestrucción. Estamos pues ante un trabajo quirúrgico, que aborda con mirada microscópica a sus personajes, sacando al exterior sus pesadillas interiores, de los que se pueden extraer una analogía establecida entre las coacciones y el miedo del pueblo ante Zodiac con la del paulatino desarrollo social implantado en las vidas de los americanos que vivieron aquellos turbios días.
David Fincher desarrolla una investigación lineal, dentro de una narración fragmentada, con saltos elípticos de fechas que simbolizan a la perfección las secuelas que va dejando en los protagonistas un caso irresoluble, sin requerir en exceso a los códigos habituales del ‘thriller’ actual. Es importante subrayar el cuidado con el que se emplea la materia con la que está confeccionando y asume la larga duración de la película, para evidenciar de este modo el paso de las dos décadas que pasan factura en los personajes y en la veracidad que va apuntando, paulatinamente, a uno u otro sospechoso. ‘Zodiac’ podría dividirse en dos partes; la cinta policial y periodística que persigue al asesino pertinazmente, hasta agotar las posibilidades y el ánimo de muchos involucrados que abandonaron el caso debido a la falta de coordinación de cuatro jurisdicciones policiales distintas supeditadas a la presunción de inocencia y una segunda parte, en la que se disecciona la obstinación enfermiza de un personaje por descifrar el misterio cuando ya carece de cualquier preeminencia mediática y popular. Ejecutando cada segmento con una precisa definición expositiva de detalles sobre los asesinatos, sobre sus derivaciones y sobre una figura a la que nunca vemos el rostro. Un enigma que, pese a tener posibles sospechosos, no encontró rostro para el criminal.
‘Zodiac’ funciona a varios niveles; como ‘thriller’ policiaco, como investigación periodistica con ecos del cine de género de los 70 y como retrato dramático de un hombre abocado a ceder ante la vulnerabilidad humana. Y todo gracias a una prodigiosa labor de dirección de un Fincher en estado de gracia, renunciando a cualquier atisbo de postmodernismo (ése que tanto se le reprochó en ‘Se7en’ o ‘Fight Club’), adaptando las situaciones y diálogos al realismo que evidencia la propensión a los planos estáticos, ajustándose a la contención estética y el vigor del montaje y sin apelar en ningún momento a la profusión de digresiones narrativas. Aquí no hay espacio para esos largos planos-secuencia digitalizados, ni para el ‘photogrammetry’. Fincher es consciente de ello y abandona su acostumbrada devoción por los cánones del ‘videoclip’ para demostrar una sujeción al clasicismo que ensalzan su perfecta definición de un objetivo visual que va en función de la acción argumentada.
Fincher es consecuente con la historia y sabe dotarla de la austeridad y sobriedad que atribuyeron gente como J. Pakula, Siegel, Friedkin o Lumet, entre otros; la narrativa se sustenta en la importancia del contexto social y en la veracidad de los espacios, el estilo visual, el tratamiento del entorno y la acción dentro de él, como un personaje más, que implica consideraciones que importan más que el ‘thriller’. Con esa recuperación de una época definida de forma tan escrupulosa y fiel, lo macabro subyace por debajo de la cotidianidad para descubrir, con perturbadora intensidad, el deterioro urbano, la crisis social, el miedo amenazante que va destruyendo la inocencia de los personajes, meros símbolos del creciente pesimismo cultural de la época de pesimismo tras la guerra de Vietnam, el origen del periodismo de masas, el final del sueño ‘hippie’ y los asesinatos de Charles Manson y, precisamente, la repercusión popular que tuvo Zodiac en la nación.
Un ejemplar trabajo que cuenta, curiosamente, con la excelente partitura de David Shire, compositor, entre otras, de ‘La conversación’, de Coppola, y ‘Todos los hombres del presidente’, de Alan J. Pakula, películas con las que ‘Zodiac’ tiene tanto en común. Fincher ha vuelto a dejar claro su condición de director con cualidades que exceden, con preeminencia aplastante, lo que se viene elogiando en el cine actual (entre los que él mismo podría incluirse), para ofrecer una obra de esas en las que el cine se ratifica en su condición de arte con esta demostración de suficiencia en la brillantez propia de un genio para narrar su historia con la misma precisión que unos archivos policiales. Una película, desde hoy, convertida en un clásico del cine moderno.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2007

martes, 29 de mayo de 2007

Álex de la Iglesia rodará 'La Marca Amarilla'

No se trata de un rumor, si no de una noticia consolidada de primera mano por el propio implicado.
Si todo sigue su curso y los astros se confabulan en su orden lógico, Álex de la Iglesia llevará a cabo la adaptación cinematográfica de ‘La marca amarilla’, una de las obras maestras del Noveno Arte creadas por el mítico Edgar Pierre Jacobs. El cineasta, que última el montaje de la esperada ‘Los Crímenes de Oxford’, se hará cargo de trasladar las aventuras del maestro belga en el antológico enfrentamiento de Blake y Mortimer contra el infame coronel Olrik y el científico loco, el profesor Septimus. La fabrique du films, productora francesa que estuviero presente ya en ‘800 balas’, ‘Crimen Ferpecto’ y ‘Los crímenes de Oxford’ serán los encargados de producir este clásico de la narrativa dibujada francófona.

viernes, 25 de mayo de 2007

Aniversario 'Star Wars': Tres décadas de magia y sueños

Es uno de los recuerdos más sólidos de mi infancia. No vi en cine el ‘Star Wars’ primigenio porque apenas tenía dos años. Pero llegué a tiempo para ver en cine ‘El Imperio Contraataca’. Año 1980. Cines Bretón. Salamanca. Asistí rodeado de mis primos en una de aquellas tardes especiales de cine familiar. Llegamos tarde, como siempre. Y nos tocó palco. Las sillas estaban avejentadas por el paso del tiempo. Eran incómodas, pero extrañamente cómplices de los sueños de toda una generación que pasó su trasero por su madera, confidente de pecados y delator de obsesiones cinematográficas.
Recuerdo haberme sentado y no poder ver en su amplitud la lona de aquel cine clásico hoy desaparecido. Era demasiado pequeño. Miraba a mis primos disfrutar atónitos de lo que acontecía en pantalla. Así que me levanté y me arrimé al balcón, levantando mi mirada a la amplitud del patio de butacas. Y así vi la película. De pie, aferrado con las manos al balcón, descubriendo un cine imprevisible, un espectáculo de sensaciones, absorto ante aquellos efectos especiales nunca vistos hasta el momento, asimilando todo un género multidisciplinario de tan amplio nivel popular. Absorbido por aquella experiencia dentro de la sociedad galáctica, ‘Star Wars’ irrumpió en mi vida de tal manera como lo hizo en la iconografía cinematográfica colectiva, pasando a ser una auténtica y genuina seña de identidad generacional que formaría parte de la cultura popular.
Más allá del ulterior embeleso, de las figuras y juguetes con los que jugar, de la obsesión, del ‘frikismo’ anticipatorio, hubo una imagen que me impactó como nunca antes algo lo había hecho; se trata del momento en que vi por primera vez a Darth Vader, el Mal absoluto, el icono más emblemático de la Saga… Más allá de mi incapacidad por entender toda esa confluencia de aquellos géneros que estaba empezando a descubrir por entonces; el ‘western’, el cine bélico, los cómics, la ciencia ficción, el cine de aventuras… sobresalió el siniestro casco negro de Lord Vader y su alegoría perfecta del Lado Oscuro de la Fuerza. Tras aquella proyección, nada volvió a ser lo mismo. La diversión, la espectacularidad visual, la infancia posteriormente perdida, la lucha entre el Imperio del Mal y los Jedis habían llegado a mi vida para permanecer por siempre en mi memoria, en mis recuerdos, en mis preferencias, en mis influencias...
Por eso, treinta años después, le doy las gracias a George Lucas por establecer un punto de referencia, por hacer soñar a aquella generación y a todas las venideras. Felicidades por tres décadas de magia y evocaciones.

Estas son las líneas que he escrito exclusivamente para el gran Noelio y su imprescindible blog ‘El Emperador de los Helados’, donde se han incluido los muchos y buenos recuerdos de los lectores habituales de esta página en uno de los más nostálgicos y entrañables homenajes en lengua castellana que se pueden hacer en una fecha tan señalada como la de este 25 de mayo a la Saga Galáctica.
Por eso, hoy más que nunca: "Que la Fuerza os acompañe".

La política debería ser así


Faltan sólo dos días para que materialicen las elecciones autonómicas y municipales. Estamos a punto de ver finiquitar esa ardua y aburrida campaña electoral, donde el ciudadano queda extenuado de tanto cruce de declaraciones y acusaciones por parte de aquellos que intervienen en beneficio propio dentro de las cosas del gobierno y negocios del Estado. Procedan de la orientación ideológica que procedan, esta sistemática farsa de intereses individuales que es la política genera una creciente disyunción del electorado frente a los programas presentados por los partidos y frente a una vulgar clase política y su forma de entender utilitariamente un gobierno que, en general (por no decir en su totalidad), apesta cada día más debido a su incoherencia y a su paulatina conversión en un circo del absurdo.
Por ello, no estaría mal que nuestros concejales, candidatos y aspirantes a chupar del bote social tuvieran a bien espectacularizar un poco las sandeces que enumeran caracterizadas por una total falta de credibilidad con algo de diversión que acompañe a sus palabras. Como ya hacen en los países asiáticos a la hora de elaborar los parlamentos en sus debates televisivos, aunque sea en el terreno de los 'talk shows'. Tal y como desmuestra el vídeo de arriba. La cosa mejoraría. Por lo menos, dándole la seriedad y coherencia que poseen sus soporíferas arengas y soflamas.
Mi voto, por supuesto, sólo ingresará en las urnas cuando, en nuestro país, se lleve a cabo una concienciación de ideas lógicas como ya ha sucedido en Bélgica. Al fin y al cabo, eso debería ser la política.

jueves, 24 de mayo de 2007

Review ‘Curse of the golden flower’

Estético espectáculo folletinesco
Zhang Yimou cierra su trilogía ‘Wuxia’ con un empalagoso culebrón de exuberante superficialidad y grandilocuencia en la que destaca su profusa visión de la belleza manierista oriental.
Desde que Zhang Yimou abandonara el cine de autor y se subiera al carro de la exhibición fastuosa del ‘wuxia’ con ‘Hero’ y ‘La casa de las dagas voladoras’, en esta nueva etapa de épico estilo netamente asiático, el director de ‘La semilla del crisantemo’ o ‘Sorgo rojo’, parece haber agotado sus ideas en un género caracterizado por la incursión de artes marciales, luchas con katana y espectáculo coreográfico. Un género que han utilizado mejor por otros cineastas como King Hu, Chang Cheh, Tsui Hark e incluso Ang Lee. En su reincidencia genérica. Yimou cierra así su trilogía ‘wusia’ con otro viaje histórico centrados en los reinados imperiales. Esta vez en la China del Siglo X, donde la dinastía Tang, en vísperas de Festival Chong Yang, se descompone con la llegada del emperador y sus oscuras maquinaciones por mantener su arrogante y dictatorial forma de llevar el Imperio bajo la amenaza de una familia disfuncional que esconde profundos secretos.
Basada en una obra teatral de Cao Yu, todas estas encrucijadas palaciegas y confidencias familiares de aires fatalistas; incestos varios, traiciones patriarcales, intrigas palaciegas, felonías domésticas, ardides y pasiones se configuran como elementos que se corresponden con los de cualquier telenovela barata de sobremesa. Y, básicamente, ‘Curse of the golden flower’ es eso. Un operístico y ostentoso folletín que aspira llegar a los términos de una tragedia shakespeariana, pero sin la lucidez necesaria, debido, en gran parte, a la opacidad de sus personajes y a la retahíla de eventos melodramáticos, expuestos con absoluta superficialidad y grandilocuencia por parte de Yimou. La pretensión del cineasta chino es la de sublimar las emociones de una historia de apuntes épicos y románticos. Lejos de esto, queda una crispante sensación de insípido culebrón de soterrado dramatismo que cae, sin quererlo, en el sainete dinástico, en la incuria argumental, envuelta, eso sí, en un embalaje estético afectado de profuso preciosismo, donde sobresale el majestuoso diseño de producción, el recargadísimo vestuario, la sugestiva fotografía de Xiaoding Zhao o la fervorosa música de Umebayashi.
‘Curse of the golden flower’ es un dispendio de sensaciones visuales que se autorecrea y abusa del boato y el embellecimiento de cada plano, de cada encuadre, con una precisión que a veces bordea lo exorbitante. El resultado es una forzada belleza y milimétrica precisión en sus ínfulas manieristas de fluctuante encanto a la vista. Con estética de discoteca de diseño, de puticlub de ornamento chino, de viaje psicodélico colorista, el filme de Yiomu es un chute de sobreabundancia cromática extraída de un fascinante calidoscopio con colores de piruleta infantil. De ahí que más allá del interés que pueda suscitar el reencuentro del director con su musa y ex mujer Gong Li (que no logra transmitir con vehemencia lo mucho que sufre –tampoco lo hace en su función de pérfido emperador Chow Yun-Fat -) o de esa abrumante orfebrería de colores y escenarios, quede la sensación de frialdad e impersonalidad de un conjunto que malogra la opción de utilizar los elementos identificativos del ‘wusia’. Yimou prefiere la historia trágica que la acción, insertando los momentos de lucha coreográfica con calzador, sin que poco o nada tenga que ver con el peñazo sumamente largo y de acentuado carácter melodramático que al realizador interesa.

miércoles, 23 de mayo de 2007

El nuevo reportero de 'CQC'

Un pequeño instante para la amistad abismal.
Se produjo el debut en el televisivo ‘CQC’ del gran Antonio Castelo, el joven cómico valenciano de promisorio futuro que ya en su primera aparición se mostró de un modo radicalmente desenvuelto, con una actitud abrasiva, ejecutando una impecable labor y poniendo en difíciles encrucijadas a todo el sector político con sus inoportunas preguntas y desafíos. Y así será a partir de ahora. Castelo vuela alto, dando al programa el reportero irónico y gamberro que necesitaba el nuevo ‘CQC’. Y en plena campaña electoral. Y en su segundo programa como ‘man in black’… tiene un ‘mano a mano’ con el inefable José María Aznar. El viernes, en Telecinco.
Él mismo se define en su web como humorista (fomentando su ingenio dentro del género ‘stand up’) y guionista que escucha música ‘surf’, cultiva el gusto por el boxeo e intenta aprender a tocar el banjo. Tras sus inicios como presentador de todo tipo de magazines y espacios de humor en Sí Radio y UPV Radio, Castelo se pasó a la televisión curtiéndose como show-man escribiendo, produciendo y dirigiendo ‘Ciudadano Freak’ en la UPV TV., para recalar en la Televisión Autonómica de las Islas Baleares (donde siguió perfeccionando su carrera como guionista y colaborador en el night show ‘Schwartz & Co.’) hasta llegar finalmente a la televisión estatal en ‘Buenafuente’, donde ejercía el papel de becario, un eficaz trabajo que ha servido como escalón evolutivo y le ha brindado la oportunidad para presentarse como el nuevo reportero que el programa de Manel Fuentes necesitaba.
Además, Castelo hizo sus pinitos como cortometrajista con una estupenda ofrenda al cine ‘tarantiniano’ titulada ‘Tribute’.
Un tipo prolífico este Antonio Castelo.

martes, 22 de mayo de 2007

122 millones de dólares…

…es la cifra que ha registrado en el Box Office durante su primer fin de semana ‘Sherk The Third (Shrek Tercero)’, abultando la leyenda taquillera de sus predecesoras, que hizo 108 millones en el mismo periodo de tiempo con su anterior entrega. Se convierte así, en la película de animación con el récord de entradas vendidas en tres días de la Historia.
Sin embargo, la cinta animada producida por DreamWorks Animation y distribuida Paramount y que llegará a las pantallas españolas el próximo 22 de junio no ha superado los 151,1 millones de dólares que obtuvo la deplorable ‘Spider-Man 3’ ni los 135,6 que amasó la segunda parte de ‘Piratas del Caribe’ el verano pasado.
¿Alguien duda que este jueves 24 la tercera parte de las aventuras de Jack Sparrow no dinamitará estas cifras? Veremos.

domingo, 20 de mayo de 2007

SMP (XVI): Old Creepy Ads: Publicidad retorcida

Estos días en Barcelona se ha celebrado Construmat, un descomunal acontecimiento bianual donde 4.500 empresas de todos los sectores de la construcción presentan sus productos y novedades a los profesionales de todo el mundo. Este año, más allá del alcance de cualquier dato técnico del evento, la feria ha saltado a las noticias por la forma en que el departamento de Trabajo de la Generalitat ha querido llamar la atención para concienciar a la población sobre el aumento de fallecidos en accidentes laborales, situando para ello una foto gigante que cubre los 101 metros de largo de la pared del vestíbulo de la estación de tren y metro de Plaza España con una polémica imagen en las que se pueden ver los pies de las víctimas mortales por accidentes laborales con una ficha atada al dedo gordo que les identifica y cita la causa de la muerte.
Una publicidad polémica, sin duda alguna. Pero no es la única. Acostumbrados a las campañas de la Dirección General de Tráfico (aunque José María Aznar cuando se entorza a vino se las pase por el forro de los huevos), a las últimas polémicas de Dolce & Galbana y sus supuestas alusiones alegóricas a la violación, Armani Junior con niños que, según La Asociación de Defensa del Menor, son ultrajantes para la infancia e incitan a la pederastia o la de la MTV España utilizando polémicas fotos de traseros con marcas de rotulador, es curioso cómo a lo largo de la historia, fuera de nuestras fronteras, los anuncios con cierta dosis de provocación, controversia y cinismo también han sensibilizado al espectador con otras campañas para suscitar que el cliente compre todo tipo de productos; desde cuchillas de afeitar para que quede la piel como la de un bebé, cigarrillos con aromática fragancia (no apta ni para Bruce Willis ni para su personaje, John McClane), para probar extrañas máquinas Max factor que evaluaban milimétricamente los rasgos faciales, delicioso chocolate amparado en la imagen de un payaso que bien podría ser un sociópata, productos de higiene femenina con un simpático toque ultramachista, auténtica carne autorebanada por un sonriente cerdo o aquellas míticas operaciones de marketing para el consumo de carne que ponen los pelos de punta.
Todo, en esta impagable galería de la no menos mítica página Weirdomatics que recoger estos ‘advertisement’ bajo el denominador común de ‘Old Creepy Ads’, de la que soy un enloquecido admirador.