Así luce Thomas Haden Church como Flint Marko (más conocido como Sandman) en la nueva entrega de 'Spiderman', que dirige de nuevo Sam Raimi.
lunes, 28 de noviembre de 2005
Entrevista exclusiva: ÁLEX DE LA IGLESIA
“La comedia y el terror comparten los mismos mecanismos”
Entrevista a Álex de la Iglesia en un encuentro que tuvo lugar en el Festival de Sitges, donde el cineasta recibió un homenaje por su excelente carrera.
Álex de la Iglesia ha conseguido colocarse en una esfera equidistante a los autores de su generación, pero alejado de los preceptos que debilitan al actual cine español. Llamado desde su debut a redefinir el futuro de nuestro cine, el cineasta vasco ha hecho de su propia evolución un estilo elaborado con un magistral fárrago de la mejor tradición del cine clásico y moderno, el cómic, la aventura, el humor negro y la inteligente regeneración de materiales culturales en una explotación de géneros populares que ha sabido conectar con un gran número de espectadores que le consideran un rebelde inconformista. Un director que ha sabido convertirse en un analista de la condición humana más rastrera, a medio camino entre la acrimonia y la nostalgia.
Con una filosofía violenta y un talento narrativo diligente que le permite ser el único cineasta español en poder hacer del espectáculo puro arte, Álex de la Iglesia acaba de ser nominado al premio al mejor director europeo por su película ‘Crimen ferpecto’. En febrero estrenará en televisión ‘La habitación del niño’, un telefilme que se incluye en la serie de películas ‘Historias para no dormir’, siguiendo la estela nostálgica que ha recuperado Filmax como homenaje a Chicho Ibáñez Serrador. El humor, el terror y su influencia sobre la narrativa son los elementos que centran esta entrevista mantenida con el director de ‘El día de la Bestia’ durante el pasado Festival Internacional de cine fantástico de Catalunya en Sitges, donde fue premiado con ‘La máquina del tiempo’, galardón que supuso un merecido homenaje al que es el mejor director del cine español en la actualidad. 
- ¿Por qué no has estrenado en el festival ‘La habitación del niño’?
La iba a traer pero me entró el pánico escénico (y nunca mejor dicho). Es una película dirigida para televisión y proyectada en cine hubiera resultado un poco extraña. Tengo la sensación de que se vería mal. Sin embargo, estoy muy contento con el resultado y es curioso porque la gente me dice que si no me gusta cómo me ha quedado. Y no es nada de eso. Es fantástica. Javier Gutiérrez y Leonor Watling están sensacionales y considero que es muy divertida y que gustará mucho a la gente. Pero habrá que esperar a febrero para verla en la tele, que es donde se tiene que ver.
- ¿Cómo surge el proyecto de hacer una película de terror de género convertida en un telefilme?
Pues sencillamente nos llamaron a Jorge Guerricaecheverría y a mí de Filmax para ver si estábamos interesados en escribir algo para el proyecto que tenía en mente Chicho y nos pusimos a ello. Así de fácil.
- ¿Puedes adelantarnos algo?
Es la historia de un joven matrimonio que se traslada junto a su hijo recién nacido a una casa antigua en la que empiezan a pasar cosas extrañas, como voces y presencias y la tensión aumenta, provocando cambios en su vida que impulsan situaciones terroríficas. Es algo que siempre he querido hacer: una historia de terror con mansión siniestra incluida, aunque sin monstruos. 
- Antes has dicho que la película es divertida. Pero 'La habitación del niño’ es género puro ¿no?
Sí, por supuesto. Es terror puro y duro, ‘hard genre’.
- ¿El hecho de que tengas dos hijas pequeñas ha sido un factor fundamental a la hora de escribir esta película?
Totalmente. Cuando tienes un hijo todo cambia, porque existe una responsabilidad brutal. Si eres soltero y oyes un ruido, puedes decir “si pasa algo, puedo salir por la ventana o hacer frente a lo que sea”. Cuando eres padre, todo se complica. Piensas en las niñas, en tu mujer, en qué hacer por salvaguardar tu familia. Por eso, cuando la escribimos no dejamos espacio para el humor. Todo es dramático. Aunque si te das cuenta tener miedo a que te atraquen en casa, por ejemplo, es también algo ridículo. Pero sucede. Un compañero de trabajo del personaje de Javier Gutiérrez que interpreta Manuel Tallafé se ríe de él porque cree que todo se soluciona poniendo una alarma. Y encima le mete miedo asegurando que si alguien quiere hacerte daño en tu casa no hay alarmas que valgan.
- En tus películas siempre ha habido un trasfondo de terror que ha jugado con otros géneros como el ‘thriller’ y sobre todo la comedia. Sin embargo ¿cuál es el cambio más importante a la hora de abordar una película de terror serio y sin concesiones al humor?
‘La habitación del niño’ ha supuesto un cambio, por supuesto. Ha sido extraño, porque hay veces que estás escribiendo y te avergüenzas de tomártelo muy en serio y por eso existe una especie de metalenguaje bastante gilipollas. Sin embargo, por otro lado, la historia que se cuenta es muy real, habla del miedo que puede darse en cualquier circunstancia, que aparece en cualquier ámbito, en cualquier momento. Es una historia cotidiana en la que, repentinamente, comienzan unas voces que desbarajustan la paz de cualquiera. A mí me acojonaría, vamos. Y creo que al público también, porque se identificará con los personajes. 
- ¿Qué es lo que tiene que incluir una película para aterrorizar?
Es una pregunta difícil. En realidad no lo sé. Yo siempre he creído que existe un mecanismo y unas proporciones matemáticas que hacen que tanto el chiste como el miedo funcionen y enganchen al espectador o, por el contrario, resulten espantosos, según estén construidos. Todo tiene que ver con una gramática de proporciones. Por ejemplo, un ‘gag’ nunca funciona en primer plano. Si dos personas hablan cerca de cámara y en el fondo de plano otros dos se están dando una paliza, eso funciona. Cuanto más alejado esté el efecto cómico, más funciona. Y no sé porqué razón.
- Es decir, que se requiere al espectador como cómplice.
Absolutamente. La recepción, la forma de recibir el impacto es vital tanto en la comedia como en el terror. Ambos géneros son muy parecidos en ese sentido. Dependen los dos de una respuesta automática. Tú ves un ‘gag’ y te ríes, pero no lo piensas. Es algo que surge y que provoca la carcajada. No es racional, es un acto instintivo. Lo mismo sucede con el terror. Has ido preparando psicológicamente al espectador para ese momento de terror, ya sea con susto o no. Como en el cumpleaños de los niños en Brasil de ‘Señales’, de Shyamalan, que ves cruzar el extraterrestre y ¡Pum! funciona. Sin embargo, en el drama, en ‘Mar adentro’, ‘Los mejores años de nuestra vida’… conlleva un proceso en el que el director te va convenciendo, te lleva por dónde él quiere en la historia. Es más fácil. Pero en el terror no, porque aunque existe un clima para que se active el miedo, también hay un componente de cotidianidad mezclado con algún efecto que, de repente, sorprenda y acojone. Algo bastante surreal. 
- Pero qué es más difícil que tenga éxito ¿Una comedia o una de terror?
Yo, sinceramente, creo que es más difícil hacer una buena comedia. Como espectador hace mucho que no me río con ganas. Así que con que un filme tenga un buen ‘gag’, ya me vale. Por ejemplo, ‘Zoolander’ no es la cumbre de la comedia, pero tiene momentos excelentes. En conjunto no funciona, pero esa mirada de ‘Acero azul’ o el momento en que los gays mueren glorificando el absurdo rociándose con surtidores de gasolina como si fueran mangueras de agua a modo de ‘spot’ comercial es lo mejor del mundo ¿Que luego la película no es buena? Pues qué le vamos a hacer.
- Pero si al menos es divertida, ya vale la pena ¿no?
Exacto. Nosotros no somos Mirito Torreiro, que es un profesional que se dedica a buscar la perfección en las películas. Nosotros no somos críticos, somos espectadores. Vamos a disfrutar de la vida. Es como si dijéramos “no follamos hasta que no encontremos a la mujer perfecta, hasta que no encuentre a una tía con las tetas exactamente como a mí me gustan, con la mirada como a mí me gusta y encima que sea simpática y me hable de cómics de Richard Corben, a la vez me hable del Renacimiento y me cuente un chiste buenísimo mientras cocina una lubina deliciosa”. Pero “¡vete a tomar culo! Así no vas a follar jamás”. Hay que disfrutar de las cosas. Posiblemente pasarán por tu vida mujeres que no son el ideal marcado, pero si no aprovechas las ocasiones de divertirte, te vas a perder grandes momentos. Y eso es importante. Pero, volviendo a los mecanismos del terror y del humor, lo que no entiendo es porque se publican tantos libros sobre la influencia trascendental de Dreyer y no se publica uno sobre por qué son tan graciosos los hermanos Marx. Casi no hay libros del funcionamiento de la comedia, de los entresijos analíticos de por qué se activa el humor.
- Bueno, está ‘La Risa’, de Bergson
Pero poco más. Se considera un género menor. Hay un elemento de observación brutal. Como un trasfondo científico de prueba y error. Lo mecánico de la risa. Por ejemplo, Chaplin, Buster Keaton, el Gordo y el Flaco... Todos ellos sabían muy bien cuáles debían ser los movimientos que hacían en cada instante. La impresión de recibir un impacto de una tarta en la cara o también sucede con un diálogo especifico, cuando tú repites una palabra y se convierte en un ‘running gag’. Eso es un elemento apasionante... (Hace una pausa) Creo que me está yendo la olla. 
- No, hombre, pero la gracia de la entrevista estaba en hablar de terror.
Ya, pero date cuenta de que es que el humor es igual. Por ejemplo hay un momento terrible en el cine que es el “Johnny, Johnny ¿dónde estás Johnny?”. Esto es: hay una chica que va por un pasillo que va diciendo “¿Johnny?... Johnny ¿dónde estás Johnny?” entonces, de pronto, descorre una cortina y salta un gato. Hay un susto evidente. En ése instante se gira y, súbitamente, aparece un enorme cuchillo y muere con un grito terrible ¿Cuál es el motivo de que hace más de tres décadas el cine de terror esté invadido por momentos del “Puto Johnny”? ‘Alien’ tiene momento “Johnny”; ‘Halloween’, todas las pelis ‘gore’, ‘El sexto sentido’… Hasta ‘Los Otros’, que para colmo está subrayado con un piano. Es espantoso.
- En varias ocasiones has apuntado a Chicho como uno de tus referentes e ‘Historias para no dormir’ como un clásico insustituible en la historia catódica ¿Qué destacarías de Chicho Ibáñez Serrador? ¿Hay algún episodio de la serie que recuerdes que te impactara especialmente?
Siempre he dicho que Chicho es como Rod Sterling (el creador de ‘Twilight Zone’), pero aún más sádico, mucho más arriesgado y brillante. Es cierto que siempre ha sido una referencia. Recuerdo de ‘Historias para no dormir’ un capítulo titulado ‘La garra’, que daba un miedo de la hostia. Pero en general tenía varios de ellos muy buenos. ‘Historias…’ ha sido una serie imprescindible. Creo que el mismo Chicho es un tipo fundamental en la historia del cine. ‘¿Quién puede matar a un niño?’ es una película que se podría estrenar ahora, sin más. ‘La residencia’ es también una película primordial que está filmada como nadie podría rodarla ahora mismo. 
- ¿Cuál es la diferencia entre rodar en cine y televisión? ¿En qué varia?
No existen muchas diferencias. Pero la metodología es distinta, ya que en vez de rodarla en diez semanas, que es lo que suele durar una producción de cine, se ha hecho en cuatro. La forma es diferente, más rápida, con otro estilo más guerrillero, de un modo inmediato, filmando plano y contraplano al mismo tiempo. A veces en la misma toma hacíamos el general, el ‘over the shoulder’ y demás. Y la verdad es que queda muy bien.
- Es tu primera incursión en la televisión. Estamos en un momento en el parece que todo lo que huele a televisión hecha en España parece que está de moda; ‘sitcoms’, series dramáticas, de misterio, telefilmes… Lo español en la tele está de moda.
(Interrumpiendo) Qué aburrido ¿no?
- Pues sí, pero… ¿Crees que en este momento se hubieran podido sacar adelante ‘Hospital Psiquiátrico’ y 'Proyecto F.R.I.K.’, aquellos proyectos para televisión que intentasteis lanzar hace una década?
No. Y creo que hubiera sido un fracaso total, porque la tele tiene unas normas muy rígidas que están sometidas a lo que dicte la parrilla. Era algo parecido a ‘Young Ones’, que el otro día volví a ver en DVD y pensé “joder, estos sí que estaban locos”. Es la tele que a mí me gustaría ver como espectador, pero que en España es imposible porque es un modelo inalcanzable ¿Una serie enloquecida y absurda que dure veinte minutos? No te lo acepta ni Dios. 
- …¿Y hay alguna serie de la tele que te haya enganchado últimamente?
(Pensando largamente) Ummm… ‘24’. Me tuvo en vilo durante varios capítulos, estuve abducido porque la considero fascinante. Pero luego me perdí y la dejé de ver. Tampoco sigo mucho la tele.
- ¿Cuál va a ser tu próximo proyecto?
Se llama ‘Los crímenes de Oxford’, que es una adaptación de la novela del argentino Guillermo Martínez. Gerardo Herrero me lo propuso y le dije que sí. Trata sobre un chaval que viaja a Oxford a estudiar matemáticas y empieza a investigar un asesinato que se ha cometido donde él vive y utiliza la teoría matemática como clave para su investigación. Un ‘thriller’ muy entretenido que supone además de mi segunda adaptación de una novela, una nueva oportunidad de rodar en inglés. Ya veremos.
- ¿Y qué hay del ambicioso proyecto llamado ‘Piensa en Disney’ (que antes se titulaba ‘Veo Demonios’)?
Pues es el proyecto que más ilusión me hace en este momento. Pero Dreamworks lo rechazó después de una reunión muy interesante en la que parecía que iba a salir algo prometedor, porque estaban muy interesados en ella. Lamentablemente se volvieron a reunir y el mismísimo "Boss" (se refiere a Steven Spielberg) lo rechazó. En la Fox también me han dicho que no. Una lástima. Pero bueno, ya he estado llorando un rato y se me ha pasado. Estamos esperando a ver qué dice Paramount y si no, acabaremos haciéndolo en España en plan cutre, como siempre. 
- ¿Es muy costosa?
No te creas. Tampoco es una película muy costosa de cara a un mercado internacional. Cuesta unos 20 millones de dólares. Tampoco estamos hablando de 50. Pero sería más fácil sacarla si costara ésa cifra pero fuera una película familiar. Eso seguro.
- ¿Puedes avanzarnos de qué va?
Pues es la historia de un tío que tiene un accidente de coche y, de pronto, ve la realidad. Una realidad que está llena de demonios. Un mundo donde conviven las almas en pena torturadas por estos demonios, que se dedican a seducir a los humanos para que hagan maldades y encima consiguiendo entrar en sus cuerpos. Y este pobre hombre lo ve todo, como un cuadro de "El Bosco". Entonces todos piensan que está loco y lo recluyen en un psiquiátrico. Pero cuando sale…
Seguidamente, Álex de la Iglesia empieza a contar el guión entero, de cabo a rabo, con un detallismo inaudito, desglosando cada parte de la trama hasta que se detiene cuando se le advierte que está destripando la película entera.
Él contesta con un tranquilizador: “Qué va… todavía falta el tercer acto”.
sábado, 26 de noviembre de 2005
SMP (XI): Colgantes Breil o el canalillo de la Green
La descubrimos en ‘Soñadores (The Dreamers)’, de Bernardo Bertolucci, una fábula ‘pseudointelectual’, muy exégeta y nostálgica que evocaba el turbulento Mayo del 68 en Francia, aquélla revolución burguesa y social con ecos ideológicos de Hobbes o Locke, un ejercicio cinéfilo de contextualización que sirvió de homenaje a la juventud de cuatro décadas, a la libertad de pensamiento y sexual descubiertos en la historia de un extraño triángulo compuesto por dos hermanos y un joven norteamericano que emprenden un viaje iniciático en un París de fondo y sus constantes referencias al Séptimo Arte, rodado con los conceptos de la ‘Nouvelle Vague’.
Eva Green, hija de la actriz francesa Marléne Jobert, dejó a propios y extraños con la boca abierta. Aunque en ‘El Reino de los Cielos’, su participación se ceñía a mirar hacia el horizonte con expresión y postura de cierta trascendencia en un entorno de vacuidad absurda, Green tiene cualidades interpretativas bastantes prometedoras. 
El pequeño gran Fermín Martínez encontró una lúcida definición para describir sus protuberantes atributos mostrados en todo su esplendor en la cinta de Bertolucci, donde ostentó su poderío, despojada de ropa en varias secuencias, con un adjetivo memorable: “Descomunales y preciosas tetas con pezones tipo María Fontaneda”.
Todo esto, sin ninguna trascendencia intelectual (como casi todo lo que aparece aquí), viene a cuento porque últimamente la podemos ver en el ‘spot’ de Breil, que podéis ver en los reencontrados videoposts del Abismo.
Espero que disfrutéis de ése inabordable canalillo de la Green (porque con esa soberanía mamaria cualquiera se fija en el colgante) con la avidez lujuriosa que implora la belleza de esta actriz.
viernes, 25 de noviembre de 2005
"Dar cera, pulir cera"
Hoy nos hemos enterado de la muerte del ‘sensei’ Kesuke Miyagi, el actor Pat Morita, a los 73 años, inscrito en la reciente historia del cine moderno casi exclusivamente como el especulativo profesor de ‘Karate Kid’, un entrañable personaje aficionado a inmovilizar moscas con palillos, los rollitos de primavera, bruñir la cera de los coches e ir por ahí adiestrando a timoratos chavalines y pardillos con problemas de falta de carácter con aquélla patada ‘yop chagi’, la mítica hostia que se gestaba con una inolvidable disposición de garza o de gaviota.
Descanse en paz.
'McGuffin', de Juanma Pachón: Regreso a los 80
“¡Qué horror! ¡Esto parece el puto Spielberg!”, gritó indignado un estólido voceras que estaba sentado detrás de mí. Con tono desagradable y altamente indignado, el lamentable personaje anónimo abandonó los cines Capitol con una inexplicable irritación, debido a que la brillantez de ‘McGuffin’, de Juanma Pachón le había dejado indeferente. Algo inexplicable, porque estaba sentado al lado de Antonio Molero y, por lo que intuí, algo tenía que ver con esa pedrada al intelecto que supone el luctuoso cortometraje titulado ‘Teki’, de Alberto Esteban, un experimento de fondo digital tan vacío y espantoso como nulo en su pretenciosa búsqueda de algo de comedia y que cuenta con un elenco de lo más espectacular. Lo que no sabía el muy estúpido es que había dado con la clave para entender el porqué de este fabuloso cortometraje: ‘McGuffin’ es un homenaje a todo ese tipo de cine que marcó una generación nacida de la influencia y apadrinamiento de George Lucas o Steven Spielberg, en la definición de cine comercial de los 80 que siguieron Richard Donner, John Landis, Joe Dante, Lewis Teague o Robert Zemeckis.
‘McGuffin’ es intrascendente, no pretende contar una gran historia, ni profundizar con ningún tipo de introspección con moraleja, ni siquiera aspira a una notabilidad dignataria de recordarlo como una obra de culto (aunque lo vaya a ser). ‘McGuffin’ es, simplemente, diversión, un sumo ejercicio de espectáculo y visualidad, de taumaturgia y fascinación abrigada en la nostalgia del cine al que homenajea. Pocas veces se ha visto a un director rodar un corto de este calibre, un trabajo saturado de persecuciones, de peleas, de ritmo desenfrenado, sin tener que recurrir a una determinación lógica de los elementos que en él aparecen. Es entretenimiento eficaz que tiene su mejor arma en el guión escrito por Mikel Alvariño, desprovisto de cualquier pretensión. El mejor adjetivo que califica este trabajo de Pachón es “honestidad”. Una honestidad que nunca abandona el sentido genérico al que alude en todo momento el cortometraje. Un corto de aventuras, de romance dulzón y utópico con toques de humor que se fusionan en una extraña amalgama de cine negro fuertemente infantilizado y algo arquetípico, pero sin eludir la violencia. Todo funciona a la perfección. 
El trabajo de Pachón es un engranaje que recoge la máxima del espectáculo, de la coreografía en escenas frenéticas de persecuciones sin un respiro para el espectador que, si sabe entrar en el juego de esta recomendable pieza, disfrutará como nunca y sin prejuicios. A pesar de algún tiempo muerto que desestabiliza el conjunto, alguna reiteración escénica o verbal y de varios planos desenfocados con inoportuna negligencia, toda la odisea se formula con ingenuidad a través de una historia que es presentada como mera excusa (como bien apunta su descriptivo título) para ejercitar un trabajo de dirección abrumante, sostenido por una ilusión que contagia, llena de referencias a películas que marcaron la infancia de esa quinta a la que está dirigida este corto, buscando (y consiguiendo) la identificación entusiasta de todo aquel que cae en las redes de su maravilloso y entrañable concepto y significado.
Pocas veces se podrá ver una pieza corta que evoque tantas emociones empero de sus errores o trabas. No importan sus deslices, descuidos o que algún actor no esté muy inspirado... Importa la magia vibrante y diáfana intención lúdica. Importa su impresionante música incidental, la sublimación de un recuerdo memorable, de un cine que ya no se hace. ‘McGuffin’ es un corto imprescindible, amigos.
jueves, 24 de noviembre de 2005
Review 'The Nun (La Monja)'
Bochornoso delirio terrorífico
‘La monja’ es una de las peores películas españolas de los últimos años que, vista como comedia, incluso puede ser divertida debido a lo vergonzoso del filme.
Luis de la Madrid empezó trabajando para Filmax como editor hace bastantes años. Su reconocimiento llegaría con la película de éxito de Jaume Balagueró ‘Los sin nombre’. Desde entonces ha permanecido vinculado a la productora creada por Julio Fernández y Brian Yuzna, la Fantastic Factory. De la Madrid con ello se ha labrado un sólido nombre dentro del mundo del cine gracias a sus montajes en películas de renombre como ‘El espinazo del diablo’, de Guillermo del Toro, ‘Darkness’ también de Balagueró y más recientemente, la internacional ‘El maquinista’ de Brad Anderson.
Para su debut cinematográfico como cineasta, De la Madrid ha escrito y dirigido ‘La monja’, ambiciosa producción de terror que se engloba dentro de la línea de cine fantástico que propugna la Fantastic Factory. La historia es la siguiente: la noche de su graduación, Eva presencia como su madre muere en extrañas circunstancias. Convencida que ha sido asesinada, decide investigar. Pronto descubrirá que antiguas compañeras del internado de su madre en España están muriendo también de forma misteriosa. Acompañada por sus amiguetes, Eva viaja a Barcelona para averiguar lo que está sucediendo. Allí, además de tontear con un guapo seminarista, Eva descubrirá que es la única que puede acabar con la oscura leyenda que rodea a las antiguas alumnas, pues la razón es una presencia fantasmal que está íntimamente ligada a su propia existencia (vamos, que es ella misma). Este es el argumento de una película que destaca entre las demás producciones españolas. Y no por su calidad, si no todo lo contrario. 
Es paradójico que De la Madrid defina su horrorosa (y no el sentido genérico) primera película diciendo: “Es una de estas historias que reúne todos los ingredientes para los fans del fantástico y del horror, con vocación de entretener al máximo al público. Tiene una trama muy sólida, que no solo cumple los requisitos propios de un relato de estas características, si no que se permite ciertos guiños y sorpresas que la convierten en una historia muy original”. Hay que ser farsante y embaucador para exponer de esta manera ‘La monja’, cuando uno presenta una de las peores películas que se han visto en los últimos años del apático cine español moderno (no se había visto algo tan tremebundo desde ‘Stranded (Naúfragos)’, de María Lidón –curiosamente, montada también por De La Madrid-). Una cinta que no tiene adjetivos críticos, ni calificativos negativos, ya que estamos ante un auténtico ultraje a la inteligencia del espectador. ‘La monja’ es un improperio, una tomadura de pelo en toda regla, apoyada en un guión que no es ni siquiera reiterativo de los tópicos del género, ni siquiera aburrido (ya que visto como comedia, incluso es divertido –algo tiene a su favor-), sino que expele una necedad insultante, con una historia plagada de pertinaces oquedades y paridas varias, saturado de estulticia, con un progreso narrativo inexistente que hacen de este vejatorio filme el mayor despropósito que se haya visto en mucho tiempo. 
Es imposible imaginar a alguien escribiendo un guión de semejante incoherencia, presentándolo a una productora y, no sólo eso, sino siendo producido y distribuido. Es vergonzoso (como ejemplo de muchos), que para De La Madrid sea normal que en una película de terror todo el mundo pueda llevar en su bolso un arpón de pesca o dilucidar en función de los nulos puntos de giro. La teoría del ‘todovalismo’ elevada a la máxima potencia. Pocas veces uno, como público, se puede sentir tan menospreciado por un director. Eso sí, la fotografía de David Carretero aporta al filme una más que digna atmósfera (hay que reconocer que el ambiente visual es inmejorable) que infiere el cuidado necesario para que esta producción esté, sólo visualmente, muy por encima de la media de lo que estamos acostumbrados a ver en nuestro cine. Pero no es suficiente. Para colmo, los intérpretes, en parte considerados prestigiosos (caso de Natalia Dicenta, por poner un caso), están espantosos. Empezando por la guapa de turno que nos somete a su actoral tortura siendo la protagonista total, Anita Briem, una actriz de imborrable gesto hierático que acaba desconcertando y terminando con el descalabro interpretativo de Belén Blanco, Manu Fullola, Tete Delgado u Oriana Bonet que, en su versión original, no hacen más que hacer el ridículo con su impostado y desacertado acento inglés. Tan sólo, curiosamente, Cristina Piaget parece salvarse de tan bochornoso espectáculo. ‘La monja’ es un auténtico y desastroso delirio como pocos.
Miguel Á. Refoyo © 2005
Presencia de lujo en Salamanca
Con motivo del rodaje ‘Los fantasmas de Goya’, de Milos Forman, ayer, hoy y mañana, Natalie Portman rueda en esta ciudad seis escenas de la película que se filman en Salamanca y que hoy acoge a Javier Bardem. Cualquiera aguanta ahora a los salmantinos. Por cierto, no he tenido tiempo de bajar a ver nada. Tampoco quiero encontrarme con algún auxilar del equipo dirección creyéndose alguien por tener un 'walkie' de la mano y la seguridad de formar parte fundamental de una superproducción. Ya veremos el resultado de este tipo de co-producciones que suelen ser un fracaso.
miércoles, 23 de noviembre de 2005
El inquietante arte de Agatha Katzensprung
La ocre oscuridad de un silencio que no necesita de palabras ni descripciones, sumida en una penumbra de tenue irisación que surge de una mirada transversal a una realidad fotografiada y retocada con elegante lirismo.
Un inquietante esteticismo manifestado en la actividad detenida por el objetivo de una cámara.
Este es el extraño y apasionante mundo visual de la alemana Agatha Katzensprung.
Todo un hallazgo.
Próximamente en el Abismo
El próximo lunes, día 28 de noviembre, en este espacio de incoherencia metodológica, aparecerá una extensa y exclusiva entrevista con Álex de la Iglesia, mantenida durante el pasado Festival Internacional de Cinema de Catalalunya (Sitges).
En ella, se profundizará en el terror y el humor como mecanismos narrativos, así como diversas obsesiones genéricas que centrarán esta conversación con una fascinante visión perceptiva, la de un director que ha pasado al cine español con letras de oro y donde no faltará un avance del telefilme ‘La habitación del niño’ y algunos proyectos de este demiúrgico cineasta como ‘Los crímenes de Oxford’ o del guión ‘Piensa en Disney’ (antes titulado ‘Veo Demonios’).
martes, 22 de noviembre de 2005
¡Qué grande es el programa de Garci!
Ayer por la noche, sin ganas de ver ningún ‘late night’, ni programa cultural, ni idiotizante o debates políticos de menos de un minuto, volví a revisar ‘Memento’, de Christopher Nolan, que pudimos ver en un pase que se ofreció en el imprescindible programa de José Luis Garci ‘¡Qué grande es el cine!’, extraña convocatoria de una película bastante reciente en un programa muy dado al debate exegeta y erudito de añejos y trascendentales clásicos.
No voy a inquirir de nuevo en la laberíntica estructura de la obra de Nolan, ni a abordar otra vez esta soberbia muestra del ‘maze-cinema’ de cronología inversa. Eso ya lo hice en la crítica aparecida en el Abismo. Es mejor y más fructífero analizar el divertido ejercicio de análisis y evaluación del filme que se marcaron Garci y sus contertulios. Rápidamente se fraguaron dos imprecisos bandos; los que sabían cómo funciona ‘Memento’ (Oti Rodríguez Merchante–que dio ejemplo de cognición acerca del filme- y un dubitativo Torres Dulce –ambiguo pero resolutivo-) y los que no se habían enterado muy bien de la articulación invertida, del ‘rewind’ argumental del filme (José Luis Garci y ese accidental animador que es Antonio Giménez-Rico).
Durante unos instantes Oti fue patentizando las procedencias y consecuencias de la cinta, señalando el porqué de los recuerdos súbitamente borrados, de la realidad transformada, evidenciando una comprensión exacta de la finalidad experimental de los puntos de giros retroactivos que el cineasta impone a la lógica narrativa clásica, dando lapidarias claves para entender el significado de la película. Torres Dulce también esclareció algunas con su habitual elocuencia, pero poniendo siempre en tela de juicio la ambigua regresión de la historia.
Lo más bufenesco, como siempre, llegó con las intervenciones del charlatán Giménez-Rico y sus antológicas frases que vienen siendo habitual en sus autocomplacientes dislates asumidos como erudición de tercera. El hombre que llama “Pepsy” al personaje de Jodie Foster en ‘Taxi Driver’ exhortó varias veces en contra de ‘Memento’, oponiéndose a que Nolan hubiera bordado un puzzle interactivo donde las piezas encajan finalmente en un minucioso rompecabezas, haciendo hincapié en que todo era un sortilegio intrascendente donde sólo prima el impacto visual y no importa el narrativo. “La historia a este tío le importa un pimiento, ya que todo es un pretexto para crear un clima desasosegante”, decía todo convencido el director de ‘Las Ratas’. Una disertación tan baladí como habitual, ya que invoca al recurso atmosférico y ambiental cuando no entiende muy bien una película. Mientras Oti seguía ofreciendo evidentes indicios de discernimiento hacia los postulados intencionales de ‘Memento’ en constante oposición con sus compañeros de debate, la cosa se les empezó a ir de las manos. Torres Dulce aludía a las trampas de guión (que las hay), Giménez-Rico persistía en su nula astucia ambiental y mediocres subterfugios intelectuales y Garci terminó perdiéndose ante tanto dato.
Fue entonces cuando el ex de Cayetana Guillén-Cuervo sentenció con una pregunta que tanto él como su mal informado adlátere necesitaban hacer: “Pero vamos a ver ¿entonces qué pasa en la película?”, inquirió Garci. Y llegó un momento magistral. A medio debate, entre todos fueron poco a poco componiendo la película por los testimonios que iba brindando Oti . “A ver que me entere. Este señor está casado y tiene una mujer que ha sido violada, pero no la matan y él recibe un golpe que le deja amnésico… ¿Y el policía?”, preguntaba curioso Garci. Comenzó así una esperpéntica diatriba sobre el contextos, los tiempos, los efectos, las causas, Sammy Jankis, Natalie, los engaños, la manipulación, los tatuajes recordatorios, la insulina, la preciosa frase de Leonard Shelby (“No me acordaré de olvidarte”) y la persecución del inicio de la película.
Seguidamente, disolutos en su pérdida, todos menos Oti empezaron a desvariar en su propia omnisciencia fílmica, desgranando ‘Marienbad’, de Alain Resnais, filme que no venía mucho a cuento, pero del que Torres Dulce, Rico y sobre todo Garci sabían más que del filme que acabaron de ver. Para apuntillar tan brillante (y porqué no decirlo entretenida) noche, la frase de “Sweet Towers” a Oti dejó claro porqué ‘¡Qué grande es el cine!’ debe seguir en su proyección de imperturbables clásicos y no de filmes actuales (por muy clásicos que sean): “Bueno, Oti, tú que estás más metido en el cine moderno ¿no había una película llamada ‘Pi’ con una estructura similar?”. A lo que el crítico de ABC rebatió con un “Ah, sí, el Aronofsky este”. Tras eso, con el programa ya a al deriva, comenzaron a intentar modernizarse departiendo sin mucho atino sobre ‘Insomnio’ (que ni Garci ni Rico habían visto), ‘Batman Begins’ y el ‘Batman’ de Tim Burton con un Giménez–Rico ensimismado en su naufragio especulativo e ignorancia negligente.
Fue otra de esas inolvidables veladas cinematográficas en un programa decano ya en esto del cine. Una noche fantástica.
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