viernes, 18 de noviembre de 2005

Regreso al Abismo

Estoy de vuelta.
Ha sido un anodino e improductivo viaje con desengaños de todo tipo; con praxis usureras por parte de algún amigo, poca diversión, imperturbabilidad ascética, imposibilidad de concretar reuniones importantes para futuros proyectos, dolencias varias producidas por el cansancio generado por las largas caminatas madrileñas...
Mi viaje a la capital ha sido un desabrido itinerario de insipidez e indiferencia, redimida sólo por una magistral comida de amigos varios de aficiones cinéfilas comunes, el más que estupendo cortometraje ‘McGuffin’ (del que escribiré en breve -es sencillamente, una maravilla-), el reencuentro con varios genios de nuestro tiempo y la hospitalidad de Quike Santiago en esta destemplada aventura madrileña.
Creo que nunca me había aburrido tanto en Madrid y había traído tan poco que contar.

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Estreno de la Versión 3.0 de 'El Fondo del Abismo'

Hoy estamos de estreno.
Para que en mi ausencia podáis seguir disfrutando de esta absurda weblog, aquí está la Versión 3.0 de ‘El Fondo del Abismo’, la laboriosa sección que ha intentado recoger desde el nacimiento de ‘Un Mundo desde el Abismo’ absolutamente todo lo que pasa por esta vuestra weblog.
La estructura de este nuevo fondo mejora en su totalidad la anticuada versión anterior, haciendo más fácil encontrar cada uno de los textos que ha pasado por una de las weblog más enloquecidas de la ‘blogoesfera’.
Así, todos los artículos, reportajes, críticas, dossieres, crónicas, opiniones y demás glosas salidas de esta enloquecida y desordenada cabeza que tengo se clasifican en apartados para su mejor localización, evitando que se pierdan en archivos mensuales que casi nadie suele visitar.
En esta Versión 3.0 del Fondo podréis encontrar todo ordenado por categorías y acceder a ellos de una manera fácil y cómoda.
Por supuesto, esta nueva versión no hubiese sido posible sin la inestimable ayuda de Myrian, a la que quiero y admiro cada día más.
Espero que disfrutéis de la pequeña historia reciente del Abismo.
Hasta el viernes.

Me ausento del Abismo

Bueno, amigos del Abismo. Me voy.
Me desplazo a Madrid a presenciar el estreno del gran y esperado cortometraje ‘McGuffin’, del inefablemente entrañable Juanma Pachón, con guión de Mikel Alvariño. Mañana, a las 22:30, en el cine Capitol.
Allí estaré hasta el viernes, donde también asistiré a la fiesta de presentación de la 17ª edición del Festival de cine de Peñiscola, que dirige el gran Borja Crespo.
Como veis, me espera mucho estrés debido a esta ardua y extraña afición al buen vivir, la jarana, la actividad social y dipsomaníaca que se dan cita en este tipo de eventos.
Nos vemos el próximo viernes por aquí.
Recordad, hasta entonces, sed felices.

martes, 15 de noviembre de 2005

Regreso a Palahniuk

Alejado de la lectura y saturado de permanecer sumido en el ostracismo informático que me oprime cada día más debido a tanto ordenador, que estoy empachado, decidí pasarme por la Biblioteca Pública, ese ilustrativo dominio de gnosis educativa inagotable y gratuita (ya que soy un paupérrimo desempleado que no tengo ni para comprarme libros), para volver a sentir un ejemplar literario en mis manos. Que ya iba siendo hora.
No sabía muy bien qué encontrar allí. Iba sin idea preconcebida. Algo clásico, tal vez algo de prosa, igual un poco de filosofía intrascendente, autobiografía, ensayo o libro de carácter cinematográfico… Sin esperarlo, ajeno a mi búsqueda, había un libro que reposaba escondido, disponible, esperándome. En una estantería reposaba recién depositado: ‘Error Humano’, de Chuck Palahniuk. Llegué a casa y lo primero que hice fue empezar a leerlo. Y ha sido introducirme en el destemplado universo de este polémico autor, para captarme como pocos autores lo consiguen actualmente.
Algo tienen los libros de Palahniuk (no hace falta reincidir en que es el autor de ‘El club de la lucha’) que encandilan, tal vez la ácida visceralidad con la que aborda cada tema, la forma en que acomete sus objetivos, con una inclemencia que roza la crueldad, con un verismo descriptivo fuera de lo común, sin espacio para la complacencia del lector, desplegando una ironía cínica y corrosiva. Su propensión al párrafo corto y la proliferación episódica hacia lo conciso aportan a su estilo un dinamismo frenético, donde la intención por simplificar no inhibe sus propósitos narrativos, sino que los potencia con una inmediatez asombrosa.
Indagador del lado más oscuro de la mediocridad con su constante purga ilustrativa del ‘white-trash’ americano, detallando sus derivaciones finiseculares y apoyándose en una característica autodestrucción nihilista, observación minuciosa del materialismo que nos rodea, Palahniuk sigue inmutable en su intención de hacernos sentir la brutalidad y el desahucio emocional que ha traído consigo la asumida pérdida del caduco Sueño Americano. Políticamente incorrecto, somete a examen a diversos estratos de la cada vez más hipócrita sociedad americana influenciado y a la vez distanciado de autores como Thomas Bernhard, Tom Wolfe, Don DeLillo, Gordon Lish, Amy Hempel y en menor medida, Breat Easton Ellis.
Y ahí estoy, inmerso en ‘Error Humano’, un libro de veraz y poderosa impronta que va destacando el iniciático detallismo de testosterona que se ofrece en ese Festival del Testículo de Rock Creek Lodge o la inquisición de la América Profunda procurada en los campos de de maíz de Lind (Washington) con el esperpéntico combate de cosechadoras. Una recopilación de artículos que ya visitó en su momento Guillermo Zapata en 'Casiopea' y que, aunque con retraso (como siempre), también ha tenido su hueco en este espacio desordenado llamado ‘Un Mundo desde el Abismo’, que es, como el mismo Palahniuk señala; comedia, tragedia, luz y oscuridad.

lunes, 14 de noviembre de 2005

Absurda suma de parecidos (IV)

A la izquierda el logo de la weblog Anedonia.net, a la derecha el ya célebre de CUATROº.
¿Coincidencia, semejanza…? Juzgad vosotros mismos.

Servidor maldito

Durante el día de ayer y parte de hoy, los problemas con mi servidor han sido constantes, una incesante pesadilla que me ha tenido en vilo por sus molestas consecuencias.
A causa de ello, muchas veces el Abismo ha presentado (y seguro que presentará) un aspecto algo lamentable, sin formato, despojado de su habitual semblante gráfico que se sustituye por un arcaico blanco y desestructura debido a que no carga la hoja de estilos definida para esta Versión 3-0, así como algunas de las cajas creadas en flash allí alojadas. Es lo que tiene hacer que tu página ya no dependa casi de Blogger habiéndola emancipado de su poderoso emporio.
Por eso, pido disculpas por las molestias que ello pueda ocasionar. La tecnología e Internet juegan este tipo de malas pasadas.

domingo, 13 de noviembre de 2005

La calle es mía

Carmen Sevilla, Manolo Escobar, Rocío Jurado, Antonio Banderas, Antonio Burgos, Joey Ramone, los AC/DC… Todos tienen una calle con su nombre.
¿Por qué nosotros no?

sábado, 12 de noviembre de 2005

Review 'The Devil's Rejects'

Displicente ‘cocktel’ sangriento
Rob Zombie reincide en su temática ‘gore’ para volver a narrar las desventuras de la familia Firefly en una suerte de secuela de ‘La casa de los 1.000 cadáveres’.
El rockero de metal industrial Rob Zombie dejó a un lado su faceta más siniestra en el mundo de la música para probar suerte dentro del mundo del cine sin abandonar esa estética lóbrega y terrorífica que ha caracterizado a este músico. Ya como guionista y director consiguió un inesperado taquillazo con su debut en el género del terror con ‘La casa de los 1000 cadáveres’. Este filme, ahora considerado una película de culto, presentaba a una excéntrica familia, los Firefly, un grupo de reaccionarios psicópatas despiadadamente brutales que se pasaban los días disfrutando del asesinato sistemático y del caos. Zombie fue fiel en esa inspiradora codificación radical que supone el beneplácito de los aficionados a este peculiar tipo de cine pringoso y hemoglobínico. Este reverencial homenaje a los pioneros del gore, Hershell Gordon Lewis y David Friedman, en su propagación del ‘softcore’ e ineluctable ridiculización del ‘redneck’ sureño yanqui y su superioridad frente al ‘hippismo’ de una escarnecida época de estupidez sociocultural amparada en el descubrimiento de nuevas sensaciones, el amor libre y la autonomía intelectual se hizo evidente con esta desequilibrada galería de absurdos personajes que poblaron esta enfermiza visión del patetismo de la América Profunda (incluidos padres, policías y ladrones).
Los Firefly retoman sus andanzas en ‘The Devil’s Rejected’ presentada como una especie de secuela de aquélla, una prolongación de las andanzas de la siniestra familia del ‘psycho-clown’ Spaulding, esta vez con algunos de los miembros supervivientes de la sádica prole; Baby y Otis, el hermano subnormal y la madre que los parió a todos. La trama comienza cuando los Firefly se despiertan una mañana a ritmo de los disparos del Sheriff Wydell (William Forsythe) y un equipo de hombres armados que han rodeado su casa, pero sólo Otis (Bill Moseley) y su hermana, Baby (Sheri Moon Zombie), consiguen escapar ilesos del tiroteo. Escondidos en un motel de mala muerte, los dos hermanos esperan a su padre, el ambulante Capitán Spaulding (Sid Haig), acabando con la vida de cualquiera que se interponga en su camino. Según crece el número de víctimas, el Sheriff Wydell decide tomarse la ley por su cuenta encaminándose hacia un depravado duelo final.
Cierto es que la cinta de Zombie es excesiva (que es lo que se espera de la función por parte de los insaciables ‘gorehounds’) y que ofrece momentos de sadismo en una suerte de reconversión maniquea de posturas encontradas en el género (los buenos son aquí los asesinos sin piedad –personificados todos en el sheriff Wydell- y los malos se descubren de la misma manera en que lo hicieran los ‘Bonnie & Clyde’, de Arthur Penn. Lo cierto es que pese a no dejar indiferente a nadie, el discurso de maldad sangrienta de este rockero metido a cineasta se acaba en seguida. Con largas pausas y vacíos en los que todo es previsible y desvarío sin freno (con momentos brillantes pero en su totalidad tediosos y sin gracia), la acción no parece arrancar nunca, Zombie parece más preocupado de enfocar bien el culo de su señora (la incapaz y lamentable actriz Sherri Moon Zombie) y en buscar planos sofisticados de grúa que en contar una historia que se agota a pesar de su más que interesante subtexto.
Lo que podría haber sido una hábil mezcla de terror a la antigua usanza, humor macabro y suspense, se queda en una sensación de “quiero y no puedo”, de ramplonería fílmica y de olvidable producto de rápido consumo. Sin embargo, lo que sí hay que agradecer a Zombie es que, ya alejado del sentimiento ‘camp’ y surrealista desplegado en su primera película como director, propaga aquí su insolente ímpetu degenerado y pérfido con que se recrea en la ferocidad de sus asesinatos, de su bien llevada atmósfera de demencia criminal y de una resolución cismática en la que el género es recompuesto por su director. ‘The Devil’s Reject’ es un espeluznante retrato de la violencia que no conoce ley, creado por uno de los directores de terror más singulares de nuestros tiempos.
Miguel Á. Refoyo © 2005

viernes, 11 de noviembre de 2005

No importa que llegue el invierno

Porque han llegado los calcetines de seis metros con la posibilidad de alargarlos y recogerlos según convenga.
La gran incógnita es porqué la chica que hace las veces de modelo se sube a un árbol para lucir estos peculiares escarpines.

jueves, 10 de noviembre de 2005

Review 'Broken Flowers'

El existencial viaje de un Don Juan caduco
Jim Jarmusch ofrece su mejor trabajo en años con una intimista introspección en la verdad de un aburrido y viejo seductor enfrentado a su pasado.
El cine de Jim Jarmusch, desasido pero a su vez dentro de la esencia independiente del cine contemporáneo, ha tenido siempre como finalidad (buscada o no) un discurso autorreflexivo y cogitabundo que se dilata más allá de la historia que esté contando. Jarmusch está acostumbrado a disertaciones aparentemente vaporosas, pero en realidad cargada de profusa mordacidad y austero sentido consecuente con sus historias. En ‘Broken Flowers’, el cineasta norteamericano se sumerge en un terreno que responde a sus expectativas fílmicas, ya que a pesar de tratarse comedia agridulce, es ideal para desplegar su característica estructura narrativa que procede de una elaboración estética reconocible y constante, apoyada en todo momento en un determinismo minimalista que utiliza, a su vez, los espacios, las miradas cruzadas y los largos silencios como contrafuerte medular de un filme que, más allá de su trama argumental, en este caso, se descubre como poético y amargo.
La desconcertante y seductora ‘Broken Flowers’ narra la vida de Don Johnston, un circunspecto mujeriego entrado ya en los cincuenta, propenso a la depresión y al estoicismo ante la vida y sus conflictos (su joven novia acaba de dejarle) que un buen día recibe una misteriosa misiva de color rosa sin remitente notificándole la existencia de un hijo desconocido concebido hace más de dos décadas. Debido a la persistente insistencia de un vecino aficionado a la resolución de casos criminales, Don es obligado a repasar su vida a través de su currículum sentimental, de las mujeres con las que compartió su vida casi veinte años atrás. Un reencuentro con el pasado formulado como sardónica visión de una temática cultural americana tan enraizada a la tradición cinéfila como es el género de ‘road movies’, un viaje de búsqueda (también iniciático, en un plano moral) que tiene como soterrado objetivo el hallazgo de la verdadera identidad existencial del sujeto que lo realiza.
Antes de encaminarse a la gran aventura de conocer la verdad sobre su posible hijo, empujado por su vecino y por las circunstancias, Don es un hombre que pulula por su casa en chándal, que ve películas antiguas hasta altas horas de la mañana y puede estar en silencio escuchando un réquiem de Gabriel Fauré mientras bebe una botella de champán, ensimismado en su propia apatía frente a la soltería y a la aversión que siente hacia el compromiso, percibiendo que su misantropía es lo que conoce como verdadero hogar. La perplejidad de la existencia es la clave que Jarmusch ofrece al espectador como punto de partida de una travesía nostálgica y agraviante por el pasado de un individuo al que le han colgado la etiqueta de Don Juan (muy enfatizada en su inicio) y que ha acabado por creérselo, pero que aún así permanece escéptico ante el devenir de los acontecimientos. Cansado de su vida y atormentado por la inconsistencia de sus amores pretéritos y actuales, aburrido por la rutina que le abate diariamente, decide emprender ese esperpéntico escrutinio a su pasado sentimental, esperando encontrar una respuesta al sentido de su vida. Para ello, Jarmusch no traiciona sus hábitos fílmicos, dotando a la imagen de un mutismo que prepondera por encima de lo que se está contando, conformando la acción de esta deliciosa película en sutiles planos que realzan la contemplación de cada viaje (gravitando sobre las notas de una portentosa selección de canciones), deteniéndose en las seductoras mujeres que quisieron en algún momento de su vida al protagonista, respondiendo o eludiendo la recurrente cuestión capital de la cinta, aceptando un ramo de flores y reviviendo todas ellas, por instantes, el amor transformado en recuerdo, lástima u odio que sintieron o sienten por Don.
La gran baza de ‘Broken Flowers’, en su ilusoria trama detectivesca, es que no se aportan indicios o pistas que lleven una verdad que incluso puede ser incierta, ni subrepticias explicaciones que aporten la certeza al espectador de que lo que contiene esa carta rosa es cierto. Jarmusch prefiere reconstruir el largo trayecto de Don como una silenciosa travesía hacia su devenir, a la aceptación de su fracaso como persona, de la negligencia vital que ha perpetuado a lo largo de veinte de años reflejada, de diversas formas, en esas flores rotas que simbolizan las mujeres que ha ido dejando y a la semilla perdida que supuestamente dejó diseminada en alguna de ellas. Un efecto que derivará en melancolía, devenida en añoranza, cuando Don visite a una amante ya fallecida que, sin ningún tipo de prosopopeya, deja ver que era a la mujer que más amó (justo después de visitar a la única que le guarda rencor) o, tal vez, en el momento en que asume que su vida no ha sido más que un espejismo de lo que el consideró como ideal, elevado a eterno amante, como el Don Juan incapaz de reconocerse en una madurez aburrida y cotidiana. Es entonces cuando Jarmusch identifica a su personaje con el desengaño de reconocer que todas esas mujeres significaron bien poco para su protagonista y que éstas, en cierto modo, también viven engañadas en esa misma espiral de ostracismo.
Para que todo esto resulte eficaz, no sólo basta con el virtuosismo de su director para dotar de credibilidad un guión que, en su estructura, es bastante sucinto y sobrio, sino que Jarmusch halla en sus intérpretes el elucidario para que todo funcione a la perfección en su intimista visión de la madurez, empezando por un Bill Murray (que aunque recuerde a su Bob Harris de ‘Lost in Translation’) esconde bajo ese hieratismo y gravedad de todo, una imperceptible expresividad que palpita vehemencia emocional, con un dominio del gesto adusto, aparentemente perdido, para obtener un hilarante resultado de regusto melancólico, así como el elogio colectivo que merecen las cuatro flores rotas: Sharon Stone, Frances Conroy, Jessica Lange y Tilda Swinton, que hacen de sus breves apariciones excelentes composiciones interpretativas.
‘Broken Flowers’ es, en consecuencia, una hermosa fábula de un antihéroe que recibe el triste encontronazo con el abatimiento que provoca la incertidumbre y la soledad que acarrea la madurez en un final dotado de filosofía existencial nada gratuita y sí muy reflexiva, donde Don se ampara en la posibilidad de una verdad que ya no existe, en un fantasma sin rostro que puede ser cualquier joven que transite por su perdido pueblo, a un muchacho que tal vez busque un padre que podría ser él mismo, que Jarmusch dibuja en un travelling circular de poderoso sentido cinematográfico. Una historia suficientemente escéptica como para aguantar con lucidez y perplejidad ese desarreglo emocional al que somete al espectador el mejor Jarmusch de los últimos años.
Miguel Á. Refoyo © 2005