jueves, 30 de diciembre de 2004

Menuda macarrada, oiga!!

Me gustaría escribir más extensamente sobre el tema pero tengo que hacer cosas en la vida real, así que seré breve y escribiré sin pensar, sobre la marcha, en el plan en que se ha hecho la película de la que voy a hablar. Hoy he visto 'Ocean's Twelve' y, al contrario de los comentarios que he oído (todos negativos), me ha parecido la mayor macarrada vista en años. Ya no sólo porque llega un momento en el que el guión no da más de sí y se observa claramente que han improvisado sobre la marcha, que han realizado un final sin complicarse la vida o del 'buenrollismo' que traspasa la pantalla y se contagia, donde lo efímero de la diversión que desprende es la tónica general que se apodera del filme. Lo que más me ha llamado la atención, sin emabrgo, es la capacidad de ese 'director total' que es Steven Soderbergh para jugar con la cámara, para experimentar con formatos y lentes, para escudriñar nuevas vueltas de tuerca visuales y narrativas. Es genial. Hay un pequeño golpe de foco con un ligero 'zoom' en un plano en el que Matt Damon está hablando por teléfono (que no viene a cuento para nada) que vale toda la película. Soderbergh demuestra así de qué manera se puede uno divertir y formar parte de esta fiesta absurda (y yo diría que etílica y desmelenada) que ha sido una secuela tan innecesaria como solaz.
Una cinta mayoritariamente 'cool'.

miércoles, 29 de diciembre de 2004

El conflicto del Archivo Histórico es bien sencillo

Ante tanto hablar del tema. Ante tanta polémica. Ante tanto desconocimiento de lo que sucede alrededor del usurpo catalán de los Archivos históricos de Salamanca, no me queda más remedio de tocar la cuestión, aunque sea de una forma transversal, sin profundizar demasiado, dando unas pequeñas pautas subjetivas de algo que, si os digo la verdad, es importante, pero no tanto, o sí. No sé.
Todo viene de lejos, y era más que previsible que esto que está pasando sucediera, porque a lo largo de muchos años ha venido siendo una trama habitual entre políticos de cualquier partido y la Historia como tal. La polémica del Archivo General de la Guerra Civil lleva más de quince años dando que hablar. Pongámonos en situación y sepamos qué es lo que pasa: existe una cantidad determinada de papeles históricos, todos relativos a la Guerra Civil, que la Generalidad de Cataluña cree suyos y por contra, con una aplastante lógica cartesiana, los responsables del Archivo de Salamanca no comparten posturas, ya que consideran que forman parte del patrimonio histórico de todos los españoles.
Al Archivo se le dio carácter general hace muy poco tiempo, en 1999. Al contrario de lo que se pueda pensar no está compuesto por legajos de la Guerra Civil, sino la documentación referente a partidos políticos, sindicatos y ayuntamientos. Y no es sólo en Salamanca, hay muchos más repartidos por toda España, como en Ávila, donde hay varios correspondientes al ejército republicano, por lo que empiecen a temblar los abulenses. El Archivo como tal está dispuesto no como posesión de una ciudad, ni como privilegio cultural, sino como un recinto abierto que desempeña pautas funcionales pensadas para el uso de estudiosos e historiadores.
El problema en sí, lo que no es de recibo en un tema como este, es que la disputa no llega por el hecho del Archivo en sí, sino que es producto de una disputa política. Y es que la Generalidad catalana, apoyada en su fervor nacionalista, considera estos archivos como la consecución de un robo, de un expolio, la delirante idea de que la contienda fratricida desvalijó su Nación durante la guerra. Por supuesto, se trata de una interpretación nacionalista y no hay más vuelta de hoja. Considerar los legajos ubicados aquí como un triunfo de guerra es, categóricamente, una gilipollez.
Me hace gracia que el gobierno haya nombrado una comisión de ‘expertos’ vendidos al mejor postor, perteneciendo a la lucha activa de la recuperación injusta del gobierno de Maragall. Ahora, con la decisión de llevárselo, cualquier Comunidad Autónoma podrá llevarse su ración, por lo que el archivo desaparecería. Y eso ya sí que es grave. Una auténtica demencia de estupidez extrema. Decía el otro día uno de los mejores historiadores foráneos que el hecho de que Salamanca pierda el Archivo es impensable en un entorno de historia moderna, ya que para él “es más que extraño que documentos históricos puedan pertenecer a ciertas entidades políticas”. Y ahí está la clave, amigos. Los archivos pertenecen a España como nación, no al gobierno catalán, ni al central, ni a nadie. Son patrimonio de todos y su objeto es permanecer bien atendidos y conservados para que los historiadores puedan estudiarlos.
Salamanca los acogió desde sus inicios, recopilándolos con gran esfuerzo para que se mantuvieran unidos y fomentando su expansión. Treinta personas, profesionales del historicismo (no como los que ha designado Carmen Calvo) lo atienden, manteniéndolo y cuidándolo para la investigación de la Guerra Civil, tiempo pasado al que se le está perdiendo el respeto, cagándose en su existencia con esta actitud de poder, de ‘a ver quién es más fuerte’, de capricho, en definitiva.
Y no es una postura de defensa salmantina. Os aseguro que me da igual, pero entiendo a los historiadores que, como es lógico, no están a favor de esta pantomima. Si se los llevan, estarán desmantelando una realidad histórica, se estará rompiendo un pasado que simboliza la maquinaria represora de aquellos años. Por eso debería mantenerse íntegra, como homenaje a la memoria de las víctimas de la Guerra, que parece no importar a nadie con este traslado absurdo. La Historia se ha escrito por todo ese tipo de expolios, latrocinios y robos, por lo que ponerse a disgregar todos los legajos repartidos por España supondría la puerta abierta a seguir con este despropósito. Vamos a ver: exponiendo las ridículas bases expuestas por los catalanes ¿Por qué no traer a Salamanca las más de 120 obras de arte que se expoliaron y robaron a lo largo de la historia y que permanecen en Cataluña? ¿Por qué no nos las devuelven? Son nuestras también ¿O no? Pues lo mismo. O imaginad que el Islam quisiera recuperar su arte arquitectónica robada durante la Reconquista.
Y lo que más me molesta de todo este entramado: el apoyo del ciudadano que se posiciona sin conocimiento de causa. Si soy catalán, me supedito a la frivolidad políticas de turno, pues reclamo también sólo por inercia. O en el ámbito contrario, en Salamanca, dedicarse a insultar a Cataluña cuando no saben muy bien qué coño conforma los puñeteros archivos, aunque vayan con más razón, a ciegas. Eso demuestra la precaria condición del intelectual español, del ciudadano de a pie, de todos nosotros.

El pancartismo que tanto se ha dado en esta ciudad y que es totalemente baladí.
Ya os digo que a mí me da igual que se lo lleven, pero me jode. Y mucho, porque no es normal que por ideales actualizadamente totalitaristas, se empiece a destruir la historia por empeñadas bufonadas nacionalistas o de cualquier otro signo político. Hay tantísimas cosas más importantes en Salamanca que por unos míseros papeles de la Guerra Civil que no vale la pena lamentarse. Es un pequeño granito de arena cultural en un vasto imperio. Así que por mí, que se los lleven. Aunque no es lógico ni normal, eso queda fuera de toda duda. Eso sí, si empezamos con esta ridícula postura de niños enfurruñados, que nos empiecen a restituir nuestra cultura charra repartida por toda España para que luzca en los museos e iglesias de aquí, de esta ciudad, capital cultural de Europa.

El cine, por Robert Ebert

Buscando entre mis textos la puñetera crítica que hice de la película de Víctor Salva 'Jeepers Creepers' (por cierto, que no he encontrado en mi desordenada base de críticas), ya que ayer ayer noche la emitieron en Telecinco, sin avisar, estrenándola de soslayo, con nocturnidad y alevosía. Pues bien, cuando estaba al borde del conlapso ocular, he encontrado un texto que tal vez os pueda interesar. Pertenece a ese dómine de la crítica que, como buen humano -y más si se dedica a la escritura cinematográfica- desacierta y atina a partes iguales. Me refiero a Roger Ebert, el crítico de cine del Chicago Suntimes al que casi todos conoceréis (supongo).
21 COSAS QUE DEBERIAS SABER ACERCA DE IR AL CINE por Rogert Ebert
1. Cómo prepararte para una película: La vida es corta. Intenta evitar, siempre que se sea posible, perder dos horas de tu tiempo en una película que no vas a disfrutar. Nunca te fíes de los anuncios por dos razones:
(1) Hasta el estreno, la mayoría de las citas de los críticos vienen de los publicistas que buscan vender a toda costa la película.
(2) Las películas serias vienen frecuentemente con importantes campañas de publicidad que las hacen parecer como si fuera algo divertido y alegre para todos.
2. Cómo leer una crítica: Un buen crítico, debería dar una idea suficiente de la película para así poder decidir si te gusta independientemente de si le ha gustado a él o no.
3. Cómo escoger críticos: Como probablemente no vas a ver 9 de cada 10 películas, intenta encontrar algún crítico cuyas reseñas merezcan la pena (ejem, ejem...). Busca el estilo de escritura y la intuición. Nunca busques un crítico "objetivo". Toda crítica es subjetiva.
4. Si ya has leído la novela: Perfecto. Sólo recuerda que la única responsabilidad del director es hacer una buena película, no ser respetuoso con la novela. Las adaptaciones al cine no son matrimonios y no ser respetuoso con la novela no es un adulterio.
5. Si no has leído la novela: Probablemente no encuentres tiempo para leerla antes de que quiten la película del cine, así que adelante y vete a verla. Recuerda este frecuentemente acertado dicho hollywoodiense: mucho malos libros han hecho grandes películas... pero la mayoría de grandes libros son malas películas.
6. Si te encanta la película: Entérate quién la dirigió y trata de ver otras películas de él. El causante de la calidad en una película es más probable que sea el director que el actor que salga en ella.
7. Si miras las listas de películas más taquilleras: Alto. Las películas no son un deporte y la película más taquillera del fin de semana no ha ganado nada salvo mucho dinero. Desde el momento en que tu gusto probablemente es mejor que el de mucha gente, las películas que te gusten es posible que estén más abajo en la lista o que ni siquiera estén.
8. Si hablas cuando ves la película: Recuerda que todo el mundo en el cine ha pagado sus entradas igual que tú y que esperan oir la película y no a ti. Hablar durante una película es una de las mejores formas de comunicar a los otros tu estatus de ignorante patán. Si la gente habla detrás de ti pídeles que se callen. Si no funciona quéjate al acomodador y cambia de asiento.
9. A qué mirar: Las tomas se hacen hasta que el director está satisfecho con lo que ve. Pocas cosas en la pantalla está ahí de casualidad. Cada movimiento en un fotograma y el encuadre tienen su propósito. Si ves la película por segunda o tercera vez te preguntarás porque cada toma es de la forma que es. ¿Por qué un primer plano aquí, por qué un plano-contraplano? La respuesta habitualmente no es nada raro o especializado, sino que está basado en el sentido común.
10. ¿Qué es lo que hace un gran score?: Es una verdad en Hollywood que sólo hay dos tipos de grandes scores musicales: aquellos de los que te das cuenta y aquellos de los que no te das cuenta. Lo que hay en medio es sólo vulgar. Ejemplo de scores de los que te das cuenta: los de Nino Rotta para Fellini, especialmente 'Amarcord'; los de Bernard Herrmann para 'Ciudadano Kane', 'Psicosis' o 'Taxi driver'. Ejemplo de scores de los que no te das cuenta: el de Howard Shore para 'El silencio de los corderos'.
11. ¡Hey! ¡Puedo ver los micrófonos ahí arriba!: Es un fallo del proyeccionista al haber encuadrado incorrectamente la película.
12. Leyendo los créditos: Conviene quedarse a verlos al final de la película pese a su duración porque a veces esconden 'gags' al final o durante los mismos.
13. ¿Esperar al DVD?: Las películas entran en cuatro categorías:
A: Películas que merece la pena ver en un cine.
B: Películas que puedes esperar a que salgan en DVD o vídeo.
C: Películas que quizás veas por la tele un día de estos.
D: Películas que no merece la pena ver.
La mejor regla es: nunca vayas al cine a ver una D y nunca vayas a ver una B o C si hay una A disponible. Se dice a menudo que "se debe" ver películas épicas o a gran escala como 'La lista de Schindler' o 'Star wars' en el cine, mientras que películas más "pequeñas" como 'Cuatro bodas y un funeral' mejor verlas en vídeo. Mi teoría es que es mejor ir por la calidad de la película indendientemente de que se desarrolle en una habitación cerrada, con impresionantes paisajes o salga mucha o poca gente.
14. Cuándo ir: La mayoría de los cines tienen precios rebajados en las sesiones matinales... que son las de menor afluencia de gente. Los fines de semana suelen estar llenos y a ciertas horas hay muchos niños que no hacen más que ruido. Planifícalo racionalmente.
15. Dónde me siento: Yo me siento dos veces más lejos que la anchura de la pantalla en el lado más alejado al de la entrada principal. También me gusta sentarme en el pasillo central si está aislado porque no hay nadie delante y se está más cómodo.
16. me gusta sentarme en la primera fila: Genial. Así dejas más sitio para el resto de nosotros.
17. Buscando simbolismos:A menudo me preguntan que simboliza una determinada imagen en una película. La respuesta es "¿para ti? Nada o sino no me lo estarías preguntando". Un símbolo es una imagen que crea una resonancia en la mente. ¿Qué simboliza" Depende de ti y de tu mente. Un signo del euro puede simbolizar salud para mí, avaricia para ti, seguridad para ella, un símbolo de precios para él. La clave a recordar es que nunca te puedes confundir acerca de un símbolo porque sabes lo que significa para ti.
18. ¿Dolby Digital, DTS o SDDS?: Da igual. Pero si una película ha sido rodada con un sonido de última generación intenta verla en un cine capaz de hacerle justicia. El sonido debería sonar magnífico y entonces deberías olvidarlo y sumergirte en la historia. Si todavía eres claramente consciente del espectacular sonido tras diez minutos de película, eso es una mala señal. Significa que el director no tiene nada que contar e intenta distraerte con el sonido a propósito. Si el viento en los árboles está tapando el diálogo quéjate.
19. Después de la película:Toda buena película inspira conversaciones, comentarios y discusiones. La mayoría de lo que he aprendido acerca del cine ha venido por discusiones con gente sobre películas que hemos visto.
20. Quejándose: Cuéntale al encargado cuál es el problema. Mientras te responde fíjate en la chapa con su nombre para poder citarle en una carta a la gerencia del cine si se considera necesario enviarla.
21. ¿Qué es lo que hace grande a una película?: Se dice que el cerebro humano divide sus funciones. La parte derecha está destinada a las impresiones sensoriales, emociones, colores, música... La parte izquierda al pensamiento abstracto, lógica, filosofía, análisis. Mi definición de una gran película es: mientras la estás mirando le gusta a tu parte derecha del cerebro; cuando se termina a tu izquierda.
PD: Después de leerlo me parece una chorrada como la copa de un pino. Aunque reconozco que hay cosas (pocas) interesantes. Encima el tipo se intenta hacer el gracioso. De verdad...

Recuerdos

"Intenté pensar en algo ingenuo, en algo de mi niñez. En alguien que jamás sería capaz de hacernos daño. Y pensé en el muñequito de los Marshmallows..."

Las películas más esperadas de 2005

Como cada año, además de promover las listas con lo mejor y lo peor del pasado año (caerá mi lista de las 10 mejores del año dentro de poco), suele afrontarse la nueva temporada esperando algún que otro título que marque las expectativas de títulos que, por diversas razones, atraigan la atención de los medios y del público, esperanzado por ver grandes superproducciones apoyadas en impresionantes campañas de publicidad y marketing que empiezan varios meses antes de que el celuloide vea la luz. Películas que esperan su lugar en una nueva temporada que repartirá su posición con ecuanimidad (o no) en lotes de películas llegadas de Hollywood y del resto del mundo.
He aquí las 20 películas que darán mucho que hablar según la gran revista JoBlo.

martes, 28 de diciembre de 2004

¡¡God save The Pistols!!

Hace dos años, cuando todavía existían los Cines Bretón en Salamanca y eran un foro de culturetas y de cinéfilos amantes de la subcultura, el cine en versión original y las películas independientes, tuve la oportunidad de ver el mejor documental de los Sex Pistols gracias esa persona fundamental en esta vida como esa gran mujer llamada Iris ‘Watchwoman’. 'The Filth and the Fury’, de Julien Temple es una arriesgada y sugerente visión de uno de los grupos más míticos e imborrables de la música contemporánea, los polémicos Sex Pistols. Este realizador británico es un veterano detrás de las cámaras y lo del rollo musical no es nuevo para él, ya que su primera cinta, rodada hace más de una década, ‘Principiantes’, estaba ambientada en el ‘Swinging London’ de los años 70.
Con ‘La mugre y la furia’ regresó a ese movimiento convulso que era el Londres de aquellos locos años 70 para reconstruir en clave documental la vida, éxito, ascenso y caída de los legendarios Sex Pistols. El documental empieza como una comedia de los Monthy Phyton para, poco a poco, exprimir todos y cada uno de los acontecimientos que tuvieron lugar en la vida de este polémico y rebelde conjunto musical. Además de dar de lleno en una explicación visual acojonante del ‘punk’, el documental va desgranando un movimiento musical que logró encontrar sus raíces en una Inglaterra en el que el paro era el tema de discusión de los primeros años de gobierno de la Tatcher y de los jóvenes sin futuro que pedían una oportunidad. Aquellos años de radicalismo y protesta tuvieron en los Pistols el eco de sus voces, de sus reivindicaciones y que provocó, con sus incendiarias letras, un estilo de vida. Es impresionante ver imágenes inéditas de esos iconos en que se han convertido Johnn Rotten y Sid Vicious.
Si tenéis la oportunidad de verlo, no lo dudéis, ya que se trata de un acertado intento de analizar un movimiento pocas veces entendido y la vida un grupo irrepetible. El documental tiene momentos míticos del grupo, como la entrevista que le hicieron al grupo en el programa más influyente de la época (imaginaros que un grupo de borrachos logra putear de primera mano a Sardá en su patético programa), la firma del contrato con la EMI o con A&M para ser despedidos al día siguiente o su mítico concierto en el barco el día de la fiesta nacional inglesa (The Jubilee Day) cantando la mítica 'God Save the Queen'. Julien Temple engancha con su forma de narrar, mucho antes de que entrara en escena Michael Moore y su ‘Bowling for Columbine’. 'The Filth and the Fury’ es diferente, ya que está realizado de una manera concisa, muchas veces seca y dilapidaria, en sintonía con las peculiaridades de los propios Pistols y todo lo que les rodeaba. Este es un documental para aquellos a los que la música es una forma de ver la vida. Y con material nuevo. Como entrevistas a Glen Matlock, uno de los primeros componentes y su sucesor, el infausto Sid Vicious, al que Temple hizo una amplia entrevista en 1978, antes de que muriera por una sobredosis de heroína. Lo bueno, además, es que cada uno de ellos habla con voz propia por primera vez. La película es verdadera historia de este importante grupo punk.
Algunas de las canciones que suenan en la peli son, entre otras el ‘God Save The Queen’, ‘Submission’, ‘No Fun’, ‘Bodies’, ‘Holidays In The Sun’, ‘Anarchy In The UK’, Did You No Wrong’, ‘Seventeen’, ‘Don't Give Me No Lip Child’, ‘Road Runner’ todo adjunto a un vídeo-clip especial de dibujos animados hecho para el documental. Pero hay más, y lo bueno es que los meten para hacer ver lo ridículo que era el panorama musical, lo necesarios que eran los Sex Pistols para la época... Horteradas como ‘Chirpy Chirpy Cheap Cheap’, de los Middle Of The Road, el ‘Shang-A-Lang’, de Bay City Rollers, el ‘Hot Legs’, de Rod Stewart o el dinámico y flipante ‘YMCA’, de los Village People. También The Who, Alice Cooper, Roxy Music, David Bowie, Queen, New York Dolls...
Destaco dos gilipolleces que me hicieron mucha gracia. La primera, la película que hizo uno de los componentes gastándose el dinero del grupo y que empieza con un cervatillo muerto y una ridícula niña gritando “¡¡¡Who Killed Bambi!!!” y en seguida suenan los Ten Pole Tudor con una estúpida canción (luego veremos a Sting hacer el ridículo), imágenes de la época de cuando los Pistols fueron a USA (destaco a Robert Aguayo, al que llamaban Mr. Funny, terriblemente divertido con su imagen de gilipollas) y la citada entrevista de Temple a Vicious en la que el pavo, puesto de heroína hasta las cejas, se quedaba dormido cada treinta segundos y Nancy despertándole en medio de la entrevista. O su última frase ante una cámara. Temple le pregunta "¿Dónde te gustaría estar ahora?" y él contesta, casi sin poder articular palabra, "Bajo tierra". Al día siguiente murió.

lunes, 27 de diciembre de 2004

Review 2046

Romántica ficción temporal
Wong Kar-Wai aborda una compleja historia sobre el amor no correspondido, sobre la memoria y el recuerdo, donde su dolor se produce en un futuro que retrocede al pasado.
En el cine moderno, pocos directores como Wong Kar-Wai han sabido imprimir a sus películas un signo estético, poético y narrativo tan personal y reconocible como este genio de nuestro tiempo. Pese a sus reconocidas influencias europeas (encabezadas por Antonioni), el cine de Kar-Wai dota a sus películas de unas características que se reconocen en su exclusividad plástica y en un ritmo pausado que se conjugan a la perfección con una personal apacibilidad encontrada en el Hong Kong de los años 60 y su estética, en los entornos cerrados y en la música latina, inundando con ellos un nostálgico estilo esteticista cuya preponderancia se enfoca hacia una temática de corte similar: el amor imposible, la soledad, la nostalgia y la necesidad vital de amar. Como un territorio inexplorado, un lugar común de recuerdos pasados y añorados, un presente extraño y doloroso y un futuro agónico y afligido que tiene por destino volver al pasado, retrotrayendo los duros recuerdos de un amor imposible de olvidar. Así podría definirse un filme a priori tan complejo como ‘2046’.
El personaje Chow Mo Wan (interpretado por Tony Leung) es el mismo de la hermosa y solemne historia de amor imposible ‘In the mood for love’, recuerda, además del gran amor de su vida (interpretado en pequeños ‘flashbcks’ por Maggie Chueng), un amor pretérito del que sigue enamorado, a una balarina que es uno de los personajes finales de ‘Days of being wild’, cinta que finalizada con el señor Chow, jugando a las cartas cayendo en las redes de la sensual chica y a otra que le recuerda a la primera. En ‘2046’ confluyen demasiadas referencias anteriores que pueden llegar a dificultar el entendimiento del cruce de tiempos y romances que se desarrollan en ella, pero que acaban sucumbiendo a la belleza de la deconstrucción sentimental de un hombre al que, a lo largo de las dos últimas cintas de Kar Wai, hemos ido conociendo y delimitando ante él las desdichas emocionales y existenciales que vive en un periodo cercado por el tiempo (un lapso de seis años entre 1963 y 1969) en esferas geográficamente habituales, en contornos elípticos y direcciones discontinuas en la historia de un hombre solitario y abandonado, carente de motivaciones sentimentales.
El tren del futuro que avanza hacia 2046 no es más que un sortilegio imaginativo de todo lo que sucede en el pasado (en un retroceso temporal), como acepción de la vida que avanza que permite el regreso al pasado para lamentar amores perdidos y nunca consumados. Un espacio temporal imaginativo en el que Chow Mo Wan encuentra en su memoria el vehículo y el trayecto ideal para poder volver a revivir sus amores más distantes, pero a la vez tan cercanos en su memoria. Un espacio donde la realidad se transfiere a la mujeres a las que amó, no ama y desea pero no le corresponden. ‘2046’ es una quimera de un futuro en el que éste recupera lo doloroso de todas ellas en una novela con androides que representan a estas mujeres y un triste viaje hacia su recuerdo utópico.
Al fin y al cabo, Kar Wai vuelve a hablar de una amplia su visión sobre un tema tan clásico como es el amor no correspondido. Las diferentes relaciones de Chow Mo Wan con mujeres son historias en las que una de las dos partes de la relación tiene un interés pasional que el otro no comparte. Así, el protagonista se enamora de una mujer que no le quiere (Faye Gong), se deja querer por una mujer que está enamorada de él pero a la que no quiere (extraordinaria Zhang Ziyi) y evoca el recuerdo de una persona (Gong Li) que a su vez le recuerda a otra con la que vivió una historia apasionada y de la que tuvo que separarse (Maggie Cheung).
En este inagotable laberinto de ficciones, realidades, sueños y espejos sentimentales que se reinventan a sí mismos, el director hongkonés vuelve a mostrar su soberbia capacidad de composición concentrada en su música, la importancia de las miradas y el deseo interior conseguido mediante una hermosa sencillez y calma, ataviada en una ambigua alegoría al infortunio sentimental que alcanza con su belleza un indescriptible éxtasis emocional.
‘2046’ está empapada de pesimismo. El que destilan las paredes de la habitación 2047, lugar donde Chow no deja de revisitar su contigua, la 2046, aquel lugar donde se alojó su amor frustrado y el año en el que transita el tren de su novela futurista, el año al que todos sus pasajeros se encaminan con el anhelo de recuperar su memoria perdida, pues se decía que allí nada cambiaría. Pero nadie sabía si eso era cierto, pues ningún pasajero había sido capaz de volver de allí excepto uno, el propio Chow, que eligió volver. Él quería cambiar, sin saber que es incapaz de amar como las mujeres a las que ha ido dejando en el pasado. Wong Kar-wai, al igual que hizo Alain Resnais en ‘El año pasado en Marienbad’, reconduce la historia hasta su visión subjetiva, en un entorno personal, donde el entendimiento por parte del espectador importa menos que la completa efusión de sensaciones y ritmo visual que ofrece la película en su enredado y nunca comprendido itinerario romántico.
‘2046’ es una película que si bien resulta algo compleja, es debido a que su tema central se centra más en la memoria y el recuerdo que en el momento que se vive en tiempo presente. La multiplicidad de sentimientos, de juego con los tiempos y de pretendida confusión por parte del cineasta hacen de esta película una pieza excepcional, colmada de una especial belleza de indomable y lírica elocuencia, en búsqueda constante de una perfecta puesta en escena, donde los planos ralentizados, la hermosa fotografía y la adecuada utilización dramática de la música juegan un papel fundamental para su discurso reflexivo y substancialmente onírico.
Lírica obra de talla excepcional, prodigio de composición musical de la imagen, su gran capacidad de hipnotismo convierten a esta joya en un filme de sensaciones que se permite utilizar una miscelánea retrofuturista (del cine clásico oriental, pasando por el ‘kistch’ hasta llegar a una perfecta mezcla entre la arquitectura de ‘Metrópolis’ y de los cómics de François Schuiten y Benoit Peeters), combinando una serie de destellos argumentales, estrofas visuales y repeticiones redundantes de situaciones que no hacen sino convocar las sensaciones de melancolía, pasión, soledad, infelicidad y tristeza por la que pasan sus personajes en cada momento. ‘2046’ es, en definitiva, un placer contemplativo, la culminación de un minucioso trabajo que va en progreso, de un estilo y variantes estética y narrativa innovadoras e incomparables.
Miguel Á. Refoyo © 2004

To 'Big Brother' and beyond!!!

Cuando me da por pensar si la televisión puede dar más vueltas de sí a la basura humana, a la miseria que reconcome las conciencias televidentes y que aplacan cualquier atisbo de inteligencia idiotizando con sus ‘reality shows’, la historia catódica no deja de sorprenderme. Si hemos pasado del ‘Gran Hermano’ habitual y familiar, casi necesario en cualquier tertulia de café, las selvas de supervivencia, el show llevado al sexo explícito, encontrar a la mujer ideal a base de talonario, el sometimiento a dietas u operaciones de cirugía estética como reclamo para ofrecer carnaza al espectador más voraces de esta nueva (en realidad no tanto) tendencia, ahora llega la última moda, oiga.
Y es que la temática de los ‘reality’ acaba de nacer, como quien dice. Tras una década dotando a la memoria colectiva de ideas totalmente maquiavélicas, la manipulación humana escudada en el ‘proyecto de investigación sociológica’ no ha hecho más que exponer sus primeras y siniestras perspectivas. Si hace unos meses se supo que una cadena alemana buscaba concursantes para entrar en un ‘Gran Hermano’ para el resto de sus vidas (imaginad qué fantástico ver fracasar a una panda de ‘losers’ cada día), haciendo realidad la ficción de la película de Peter Weir, ‘El show de Truman’, la última y criticada propuesta tiene como protagonistas a los hijos adoptados. La cadena norteamericana Fox no deja de recibir quejas mientras prepara el estreno de un programa en el cual una mujer, adoptada cuando era niña, ganará 100.000 dólares, si identifica a su padre biológico entre varios candidatos.
Han grabado seis episodios del programa “¿Quién es tu padre?”, que comenzará a transmitirse el próximo tres de enero. Esperemos que sea un sosías de Darth Vader, pero alcohólico, violento y con tendencias homicidas e incestuosas. Por ponernos en el morbo más desatado que no quede.
¿Qué será lo próximo? ¿La identificación del asesino de un familiar con el premio de verlo en la Silla Eléctrica retransmitido todo por TV.?
Yo, flipo.

domingo, 26 de diciembre de 2004

'800 Balas (800 Balas)', de Álex de la Iglesia

La furibunda y nostálgica subversión del ‘marmitako-western’
Llena de furia y de ritmo, ‘800 balas’ es una tragicomedia sobra la gente anónima que se dedicaba al mundo del cine que desmitifica los conceptos genéricos del ‘western’.
El universo de Álex de la Iglesia, siempre delirante e ineludible, diligente e inconformista se ha perfilado, a lo largo de sus seis películas, bajo unos conceptos artísticos enfáticos, definidos por una calculada estética procedente de las múltiples y novedosas influencias que construyen un mundo propio, una forma de ver cine más personal que transgresora. En su nueva y esperada cinta, el cineasta promueve nuevamente todos estos paradigmas para ofrecer la que es su obra más personal y arriesgada. Posiblemente, su mejor película hasta la fecha. ‘800 Balas’ toma como génesis el ‘spaghetti western’ para narrar la vida de unos especialistas de aquél subgénero que malviven en el desierto de Tabernas, Almería, con un espectáculo del Oeste para turistas. Es la excusa perfecta para que De la Iglesia vuelva a poner de manifiesto su imponderable intencionalidad llena de furia y de ritmo, en la que el resultado final es un producto a medio camino entre el cine de género y cine de autor. En este espacio, el realizador desmitifica los conceptos genéricos del ‘western’ y los subvierte a su antojo para recrear una particular visión del débil fondo que permanece oculto en el ser humano, como la traición, la amistad, el desafío y la muerte de personajes que son fruto de la nostalgia, del triste recuerdo del cine del Oeste que se hizo en nuestro país en los años 60 y 70. Un entorno aplicado nunca como homenaje aquel cine que hizo famoso Sergio Leone, sino para entronizar al antihéroe, al perdedor que determina el protagonista favorito del cineasta.
Como viene siendo habitual en su filmografía, el potencial de la película reside de nuevo en un sólido guión (compartido con su inseparable Jorge Guerricaechevarría) en el que los personajes se anteponen a la acción, formando una nueva y entrañable galería de ‘freaks’ que pasan a engrosar la mítica colección de perdedores de un director que aborda los dramas humanos como comedias del absurdo, con un humor negro descarriado, aprovechado en esta ocasión para nacionalizar y escarnecer el heroísmo y la preeminencia del ‘western’ clásico por un propósito de ruptura, de libertad absoluta. La nueva y apoteósica comedia de Álex de la Iglesia es una falta de respeto a la circunspección, a las formas establecidas, una brutal metáfora sobre la diversión como actitud ante cualquier problema y de supervivencia ante el fracaso ante la máxima de que ‘cualquier norma está para transgredirla’. En esta actitud de rebeldía, De la Iglesia juega a transformar un drama humano lleno de oscuridad y desdicha en una divertidísima comedia dónde lo épico y legendario se anticipa a la terrible realidad que viven unos seres entrañables y llenos de vida.
‘800 Balas’ es, por tanto, el furibundo recorrido a través de las vidas de pequeños tipos, condicionalmente miserables, que se subsisten en una cotidianidad anacrónica, anclados en un pasado que les descubre ridículos, pero que extrapola su condición de mezquinos para divertirse y romper los esquemas, para vivir de la única forma en que fueron felices. El capitán de esta espléndida aventura es Julián Torralba, un antiguo especialista que sustituyó a Clint Eastwood en 'La muerte tenía un precio' o a George C. Scott en 'Patton' y que vive de recuerdos que le sirven para vivir ajeno a la realidad, relegando con ello su trauma por la muerte de su hijo en un rodaje. Para dar vida a este ‘outsider’, Sancho Gracia concierta una de las mejores interpretaciones de su vida, erigiéndose con su portentosa actuación en el gran estandarte de esta maravillosa aventura. En este apartado, el oficio de un grupo de intérpretes como Ángel de Andrés López, Carmen Maura, Terele Pávez, Manuel Tafalle, Yoima Valdés, Eduardo Gómez o el debut del niño Luis Castro componen un catálogo de maestría actoral, llena de viveza.
Sobre este inexorable soporte, ‘800 Balas’ es una insondable síntesis de solemnidad y picaresca, de ritualidad e ignominia, de fatalismo y escepticismo, de exaltación y desengaño, pero sobre todo, de farsa y tragedia. Conceptos antagónicos que otorgan la necesaria maestría de una destacada ofrenda a la gente anónima que se dedica al difícil mundo del celuloide. Un sincero y honesto homenaje a los buenos, feos y malos que un día vivieron la gloria de Almería. Con un inicio un tanto esquemático e irregular, ‘800 Balas’ va elevando su espectáculo a lo largo de un metraje que incrementa su ritmo hasta construirse en una sólida obra llena de un ingenio que Álex de la Iglesia dilata con una desbordante honestidad hasta alcanzar un final lleno de espectacularidad, donde el director puede desplegar sus habituales arsenales de estruendosa potencial visual, allí donde la narrativa fílmica se vuelve prodigiosa. Tal vez se pueda echarle en cara a De la Iglesia su extenso e insubsistente final duelístico, pero es necesario para concluir una historia sobre enfrentamientos, debilidades, envidias. En dos palabras, miseria humana.
Bajo la portentosa partitura del imprescindible Roque Baños y la necesaria mirada de Flavio M. Laviano en un esplendoroso ‘scope’, ‘800 Balas’ es, indudablemente, una película de autor, que divierte porque no busca conceptuar ni esgrimir nuevas formas de estereotipar un género que, por primera vez, se dispone para describir un oscuro viaje la España más profunda. Álex de la Iglesia ofrece así, con esta obra, otra divertida, pero a la vez triste, historia impregnada de un sentimiento que combina, a partes iguales, acrimonia y comedia, acción y drama.
Por cierto, que en '800 balas', hay una frase que considero vital, necesaria, imprescindible en cualquier álbum de frases antológicas.
Me refiero al momento en que Carlitos acaba de sacar a su abuelo de la cárcel y el niño le dice que cómo van a hacer una fiesta sin los indios (que han quedado encerrados por posesión de hachís). Julián dice: "En la vida hay momentos jodidos, pero jodidos de verdad. Muchos más de los que tú te puedes imaginar. Eso no hay Dios que te lo quite. Hay que aprovechar los intervalos entre putada y putada. No divertirse cuando uno puede es el peor pecado que existe en este mundo".

BSO 'Ghost in the shell'

Kenji Kawai: el cyberpunk y la ontología futurista de la gran obra maestra de Mamoru Oshii.
'Ghost in the shell II: Innocence', he estado escuchando la banda sonora de su primera parte, de ese obra maestra del anime y me he puesto raudo y veloz a preparar un nuevo análisis de una partitura, incumbiéndome en una composición sonora que ha marcado una época dentro de las bandas sonoras del género en toda su historia. ‘Ghost in the Shell’, de Mamoru Oshii se ha convertido, con el paso de los años, en un clásico intocable, en una obra maestra a la altura del ‘Akira’, de Otomo.
En un futuro cercano Redes Corporativas han llegado más allá de las estrellas, la luz y electrones fluyen a través del Universo. A pesar de ello, el avance en la computerización todavía no ha hecho a un lado a los grupos étnicos y a las naciones...
Con este párrafo impreso y un magistral fundido en verde la bella protagonista de esta joya del anime contemporáneo, Motoko, una joven que se descubrirá como un sofisticado cyborg, observa desde una azotea esperando recibir ordenes para comenzar una misión que se está produciendo desde el operativo policial en Newport City por parte de la Sección 6. Mientras un diplomático de Gavel le esta ofreciendo asilo político a uno de los programadores mas buscados por las autoridades internacionales, algo interrumpe súbitamente el encuentro por la entrada a la sala de agentes de la policía, pero estos no pueden hacer nada contra el funcionario de la embajada debido a su inmunidad diplomática. En ese momento las ventanas del rascacielos vuelan en añicos por unos disparos que provienen de afuera del edificio. Ante el asombro de todos, el diplomático de Gavel es asesinado acribillado a tiros. Cuando uno de los agentes de la Sección 6 se dirige a la ventana lo único que logra ver es cómo el contorno de Motoko se disipa entre los edificios gracias a un camuflaje termo-óptico.
Tras esto comienzan unos créditos que son la fuente de inspiración de la codificación de ‘Matrix’, de los hermanos Wackowski y donde da comienzo el recital de talento de Kenji Kawai con su magnifico ‘leit motive’ que sonará durante los innovadores títulos. La canción que abre ‘Ghost in the shell’ es una de esas piezas destinadas a ser recordadas a lo largo de la historia, no sólo ya de las adaptaciones del noveno arte nipón a la gran pantalla, sino como una entidad propia circunscrita a un distintivo musical sempiterno con matices sobrados para convertirse en un clásico del ‘score’ cinematográficos. Kenji Kawai desarró un estilo particular y en una línea muy similar con cada partitura que ha compuesto, como en los OVA's ‘Patlabor’, ‘Ranma’ o la excelente composición musical para ‘Vampire Princess Miyu’, en creaciones de tonalidad siempre lánguida y postmoderna.
La banda sonora de este clásico de la animación nipona tiene, además de ese ‘leit motive’ de cadencia ‘in crescendo’ hacia una especie de magistral miscelánea entre la tradición de los coros, la cultura musical tradicional, el componente espiritual y los evidentes sonidos mecánicos que contraponen lo anterior con el buscado efecto futurista constituyen un arranque impactante e inolvidable. A lo largo de la banda sonora incidental podemos disfrutar de los pausados bombos que, de repente, se anexionan en una fusión magnífica con el sonido de sintetizador siempre presente en esta sorprendente partitura.
Kawai consiguió que la calma transmitida en muchos de los cortes del ‘soundtrack’ fueran componiendo una extraña inquietud basada en la frialdad y el acercamiento al mundo futurista de ‘Ghost in the Shell’. Una tenebrosidad y lobreguez que devienen del gusto del compositor por unos ecos metálicos que se mueven a medio camino entre la nostalgia o el atavismo y el ímpetu por crear atmósferas del futuro. Destaca, por encima de cualquier corte efectista, el que corresponde al corte 'M07 Nightstalker' que recupera uno de los mejores momentos musicales de la soberbia historia cuando Motoko Kusanagi y con 'M09 Ghostdive' comienzan la búsqueda del Gran Maestro, imponiéndose la partitura sobre el diálogo. Impresionante la manera en que Kenji Kawai crea ambientes sin pretender alejarse de la cultura japonesa.
‘Ghost in the Shell’ juega con esa vertiente ‘cyberpunk’ que se desarrolla en el 2029. La inquietante historia en la que el bloque asiático domina gran parte del mundo, las redes computacionales se extienden por toda la faz de la Tierra y se han convertido en una parte indispensable de la vida diaria, provocando un cambio radical en la sociedad y en los individuos, es aprovechado por Kawai para obtener un objetivo fundamental para la historia que Oshii llevó a los límites de la perfección: la obtención de una orquestación que invoca a los clásicos para anexionarlos a la postmodernidad, a las ráfagas mecánicas netamente cyberpunks. La tecnología cibernética incrustada en cuerpos humanos para que éstos sean sustituidos enteramente por componentes sintéticos para lograr una mayor eficiencia, tanto en el espacio físico, como en la Red hacen que ‘Ghost in the Shell’ planteen interpelaciones y axiomas mucho más trascendentes de lo que uno se espera.
Una pregunta: ¿qué pasaría si los avances de la ciencia hicieran posible programar el alma humana como si fuera una computadora? La historia fue escrita por Shirow Masamune en forma de Manga, y luego adaptada al Anime en forma de una película. Yoshimasa Mizuo y Ken Iyadomi, dos de los productores, también participaron en la producción de 'Akira'. ‘Ghost In The Shell’ es una de las mejores películas de ciencia ficción que se han visto a lo largo de la historia del cine y su banda sonora es una delicia que está a la altura de las circunstancias en forma de disco imprescindible para cualquier amante del arte nipón y de las buenas partituras para filmes. Kenji Kawai, digámoslo para concluir, creó una obra maestra para uno de los filmes más inmortales de los fastos del celuloide.