jueves, 22 de junio de 2006

EXTRA VERANO 2006 (I): El centenario de Billy Wilder

Cuatro años después de su muerte, uno de los cineastas más carismáticos e importantes de la historia del cine cumple su centenario. Samuel Wilder, más conocido como Billy Wilder, fue, como bien apuntó Fernando Trueba cuando recogió su Oscar en 1993, un director cercano a Dios en el orbe cinematográfico del cine clásico de Hollywood. Escéptico, irónico e incisivo, el humor de Wilder, blanco y distinguido de sus comienzos, llegó a convertirse en sátiras visiones inelegantes contra la sociedad de la época en que el gran cineasta realizó sus mejores y más portentosos trabajos.
Entre el amor y la frustración, sus obras siempre mostraron, tras sus magistrales guiones, que Wilder era mucho más que un cineasta. Ahora mismo, el pequeño gran hombre, podría considerarse un filósofo del escepticismo que se encargó, mediante sus películas, de hacer ver al ser humano sus carencias, su mediocridad, atenuando con su vena cínica y humorística (no ajeno a un moralismo siempre decaído y triste) nuestra propia estupidez. Wilder, 100 años después, sigue siendo parte de aquellos que aman al cine por encima de todas las cosas.
El cineasta nació el 22 de junio de 1906 en Sucha, hoy Polonia y entonces Imperio Austrohúngaro (en cuya inexistente guerra participaron los mejores personajes de Azcona y Berlanga). Creció en Viena y más adelante ejerció como periodista (ya de estilo inconfundible y caústico) en Berlín, después de haber estudiado varios cursos de Derecho. Empezó en el cine trabajando para la UFA, corrigiendo guiones. Y ahí donde se encuentran una de las claves fundamentales de su importancia: el guión. La palabra que define a Wilder. El sumo cineasta fue tan trancendental porque sus guiones rozaron, muchas veces, la buscada perfección. Policíacos, comedias, dramas, a veces musicales, algunos textos frívolos incluso la adaptación de libros populares en sus inicios, como ‘Emilio y los detectives’, configuraron su progresivo e inacabable bagaje hacia el éxito. Los nazis, esos soldados que fumaban sus pitillos colocándose sus cigarros entre los dedos corazón y anular fueron los responsables de que Wilder tuviera que expatriarse a París. Fue donde conoció a Joe May, que sin dudarlo se lo llevó a USA y poco hizo falta para convertirse en uno de los demiurgos de la meca del cine. Primero como dialoguista de Lubitsch, Leisen, Hawks... luego configurado como uno de los mejores directores y guionistas que ha tenido nunca la historia de Hollywood.
A todos nos hubiera gustado ser como Wilder, que cada vez que abriéramos la boca fuera para decir algo inteligente, que surgiera algo lúcido. Billy Wilder amparó la esencia humana, manifestada deliberadamente en el entorno visual, pero sobre todo en el guión, que supuso el alma de su construcción narrativa, traduciendo un carácter simbolizado, a su vez, en una destreza cínica inconmensurable, en una visión cínica cargada de humor donde nunca faltaba una peculiar y cómica mala hostia.
La sobrecogedora misantropía de ‘El crepúsculo de los dioses’, ‘El gran carnaval’ o ‘Perdición’, extendida su grandeza de dos de mis películas predilectas como son ‘Uno, dos, tres’ y 'Primera Plana'. Escribiendo ya en primera persona, sin poder evitarlo a medio artículo, no puedo dejar de conmoverme al mencionar cintas que me han aportado tanto y que han sido vitales para mi desarrollo como cronista de tercera fila, como vulgar fabulador y guionista, como frustrado aspirante a cineasta: ‘Traidor en el infierno’, ‘El apartamento’, ‘Irma la dulce’, ‘Berlín Occidente’, 'Sabrina', ‘Con faldas y a lo loco’... Wilder debería ser una asignatura obligatoria en la vida de toda persona para aprender que la hipocresia y la crueldad también forman parte importante del mundo que nos rodea.
Un hombre que supo ver más allá de la propia condición y mezquindad humana para crear viajes a los vórtices más desagradables de nuestra racionalidad, de nuestro resentimiento, del desprecio o del despropósito. Un moralista que jamás renunció a inducir o provocar, y que reflejó como nadie la humanidad del sentimiento, siempre circunscrito a lo peor de nosotros mismos, a los errores que se cometen en la vida. Wilder condenó, mediante sus impresionantes historias, el imperativo abstracto de la ley, pero instituyendo una confabulación activa, combinando humor y pasión a partes iguales.
Fue grande, probablemente el mejor, un mago visual y narrativo. Y otra de las claves que hacen que el cine de Wilder apasionara en una proporción tan inmensa fue porque sus historias trataron al espectador como seres inteligentes. No como en la actualidad, donde el ‘mainstream’ parece utilizar al gran público como auténticos gilipollas. Wilder forjó su carrera cinematográfica con trabajosos sobre la ilusión y el fracaso, el prototipo de mujer ‘pin up’ para encubrir ráfagas de misoginia, genial vulgaridad, complejas conductas que giran sobre el dinero y el sexo, metamorfosis sentimentales que descubren la intimidad. Argumentos incontestables que permanecen ahí, en sus películas, en su obra, en toda su creación. Por tanto, Wilder es EL GUIONISTA por excelencia.
Un hombre que, llevado a mi caso particular, me ha ensañado casi todo. Es cuando uno comprende que los cientos de libros de cine que tienen como tema la escritura de guiones no sirven más que para sucumbir ante la norma, sometiendo al que escribe a la ergástula de lo demagógico. Tal vez esté equivocado, que sea pura digresión, pero lo cierto es que Wilder aleccionó con sus guiones a las generaciones venideras descubriendo que la sencillez del primer acto te permite subrayar los aspectos más inextricables de las maquinaciones del posterior desarrollo de la historia. Enseñó que, partiendo de ahí, la puesta en escena puede convertirse en un aliado muy poderoso. Y de ahí, uno sólo puede alabar la grandeza de este pequeño genio irrepetible.
El viejo Wilder no pudo cumplir su deseo de morir a los 104 años, sorprendido por el marido de su joven amante. Un dios con multitud de devotos. Uno de los referentes de cualquiera que se considere un buen cinéfilo. El cineasta que supo ser, con humildad, uno de los mejores directores que tendrá el cine en su evolutiva y vasta historia.
Cien años después, Billy, estés donde estés, te echamos de menos y te seguimos venerando.

miércoles, 14 de junio de 2006

Vacaciones Abismales 2006

‘Time to rest, time to relax’ podría ser el agradable lema de este post que avecina lo que muchos intuíais.
Ha llegado el ineludible momento para el respiro, el necesario lapso para el obligado ‘stop’ que necesito hace meses. Ha llegado el momento de las vacaciones veraniegas abismales. Tiempo para redescubrir las irremediables vías de escape de la cotidianidad y de la exigencia a la que conlleva actualizar cada día un weblog. Ha llegado la necesaria tregua, el apacible aislamiento del mundo, donde los protagonistas de la función privada seremos mi televisión, mi reproductor de DVD-DivX, un sofá, mis amigos y novia, multitud de libros, varios cómics aún por leer y proyectos cinematográficos sobre los que trabajar con dedicación. Así como ofrecerle tiempo al negocio de turismo en el que voy a trabajar a partir de ahora y que hará posible, por fin, la esperada emancipación que está a la vuelta de la esquina.
Es la hora de la despedida transitoria, del cierre de otra maravillosa temporada en la que he contado, escrito, relatado y transferido mis inquietudes de ocio, profesionales y personales al espacio de la blogoesfera. Como señalé el pasado año, la actualización de un blog diario termina por hacer mella en el ánimo. Cuando la diversión de la escritura se convierte en obligación y este entorno abismal te pone a su servidumbre, uno cae en el riesgo de aborrecer la rutina y cansarse de una idea tan privilegiada como es la de tener una bitácora como esta. Ésa coacción espiritual es muy peligrosa. Y como no quiero que el Abismo desaparezca como muchos otros blogs mueren periódicamente, recurro a la provisional ociosidad como forzosa evasión a este trance.
Los ánimos se resquebrajan y es necesario darse un respiro. Desde hoy, un campeonato mundial de fútbol (del cual no me he perdido ni un solo minuto de los 14 partidos disputados) me espera, aborreciendo el calor, desplomado en el sofá, con una cerveza muy fría en mi mano, viendo todas aquellas películas que tengo en reserva, escribiendo guiones, leeyendo los weblogs que tenéis en los enlaces abismales.
Necesito volver a reencontrarme con las pequeñas cosas que te ofrece la vida. En definitiva, necesito divertirme.
Pero no desesperéis, los que seguís diariamente este Abismo, sabéis que en estos casi tres meses este espacio no permanecerá vacío. Dada mi estúpida facundia escrita, no será fácil que me perdáis de vista. Hasta mi regreso a la habitual frenética actividad el 5 de septiembre (fecha cumpleañera del blog), el silencio del Abismo se verá alterado varias veces con algún que otro post en forma de eco estival, los ya célebres Extras de Verano, en los que seguirá habiendo espacio para críticas, reportajes, dossieres (algunos de ellos en el tintero), enlaces, reflexiones sin sentido, historias varias… en último término, frenando un poco el ritmo, que no deteniendo el proceso. La cadencia llegará dada desde la despreocupación, sin agobios ni imposiciones de ningún tipo.
Cierro así una temporada inmejorable, con un incremento de visitas que supera las 1.000 diarias, con más amigos que nunca y con un diseño que, casi un año después, sigue resultando muy atractivo a la vista, por lo que la Versión 4.0 tendrá que esperar. Eso sí, algún cambio habrá el 5 de septiembre. Seguid muy atentos a este ‘Un mundo desde el Abismo’ porque a pesar de las vacaciones, de aquí hasta entonces hay mucho que leer.
Muchas gracias y un saludo enorme a tod@s los que hacéis posible que el Abismo sea como es.

martes, 13 de junio de 2006

Bazares

En un bazar chino uno puede encontrar miles de piezas absurdas, destinadas a empaparse de polvo en una estantería repleta de objetos sin utilidad. Figuras de regalo, productos de papelería, menaje de cocina, extravagante ornamento de coloridos chillones, joyeros, ropa barata, velas aromáticas, juguetes, lencería, cristalería, porcelana y enseres decorados e incluso electrónica. Todo un submundo que, para algunas personas, se ha convertido, poco menos, que en una afición. Otra forma de pasar el tiempo invirtiendo su tiempo libre en una creciente rama del consumismo, uno de los padecimientos más extendidos de la era moderna.
Bien, ahora, imaginemos a alguien, un individuo cualquiera, de unos sesenta años, vestido de forma elegante, pulcramente aseado, perfectamente peinado y sumergido en uno de estos extraños pero familiares contextos. El tipo echa un vistazo a un cenicero con motivos marinos en su interior, seguidamente y tras pasar por el pasillo donde se albergan el papel, las toallas higiénicas y los productos de cocina, pasa a ojear sin mucho interés una pequeña colección de juegos de mesa magnéticos a los que le siguen más productos denominados ‘high end’. Poco después, mira la sección de bricolaje, sin encontrar nada acorde a sus gustos. Todo parece barato, pero sabedor del terreno que juzga, aprecia que la calidad no es suficiente para llamar su atención.
Aburrido y receloso del olor que impregna el lugar, el hombre sale a la calle a fumar un cigarro y espera a que su mujer termine con el enésimo repaso de todas las piezas de venta del establecimiento. Incómodo, echa un vistazo al reloj y, tras cruzar un saludo y dos frases con un conocido sobre algún tema intrascendente, el hombre empieza a impacientarse por la demora de su esposa. Con una insólita intranquilidad el hombre vuelve a introducirse en el bazar a buscarla. Entre estanterías, varios asiáticos le miran suspicaces, simulando que trabajan reponiendo en su quehacer diario. Tras escrutar pasillo por pasillo, con una canción en formato midi de fondo, descubre que no hay rastro de su señora. Visiblemente nervioso pregunta a un chino que, desorientado, le replica con alguna estúpida frase aprendida.
- Pasillo dos, fondo delecha- apunta con una forzada sonrisa.
- No, mi mujer ¿dónde está? Estaba aquí hace un momento – repite una y otra vez.
Sin contestación satisfactoria, se acerca a la cajera para preguntar. Ella parece ser la única que habla español. Una vez allí le señala que, en efecto, la mujer ha abandonado el local hace varios minutos. El hombre, haciendo memoria, no recuerda haberla visto mientras hablaba por un instante con el conocido.
- Perdone, pero creo que mi mujer no ha salido de aquí – afirma rotundo el marido.
Así que decide entrar al almacén a ir a su encuentro, ante la oposición de algún que otro asiático que intenta impedir su paso. Cuando accede al interior, lo único que encuentra es a otros dos chinos rebuscando dentro de una caja de material defectuoso aquello que puede volver a venderse. Sin una respuesta fiable, acalorado y al borde del colapso, el hombre decide llamar a la policía.
Tras varios minutos de angustiosa espera, una patrulla aparece cerca de la calle colindante. Del vehículo policial salen los agentes que hablan con el hombre acerca de lo sucedido. Después de escuchar la historia, los policías entran en la tienda y lanzan las mismas cuestiones a la cajera que el hombre había inquirido hacía poco menos de media hora. La cajera china reitera su aserción repetidamente “la mujer se ha ido hace un rato”. En el bazar, sólo se encuentran algunos clientes que observan soliviantados la situación. El hombre, afectado por la situación, comienza a dar signos de irascibilidad, seguro de que su esposa no ha abandonado el lugar. Un agente entabla conversación con el individuo para calmarle, mientras el otro examina el comercio y le pide a un empleado que abra una puerta. El asiático que antes no hablaba español le rebate en perfecto español “sin una orden, no puedo abrir”, contestación que provoca al oficial.
De repente, el hombre grita. Recuerda que su mujer lleva un ‘chip’ para diabéticos, un CIBB implantado que puede servir de ayuda para localizarla. Los agentes se acercan al coche patrulla con el individuo para recurrir a la búsqueda de este sistema. Uno de ellos se baja del automóvil cuando observa cómo la cajera va a cerrar la tienda, hecho que es impedido por el policía.
Después de unos segundos de espera, la pantalla ofrece información sobre el paradero de la mujer.
- ¡Joder! Su mujer está dentro de esta tienda – confirma el otro agente.
Con cierto, nerviosismo, vuelven a entran, dispuestos esta vez a registrar el recinto. Los chinos intentan oponerse, pero no pueden hacer nada por contener la inspección. Abren puertas y trasteros, pero todo permanece bajo una aparente normalidad. El hombre, crispado tira al suelo varias estanterías gritando que le devuelvan a su esposa.
- Cálmese, señor – le increpan.
Finalmente, gracias a este arrebato, una estantería mal colocada, da la pista definitiva a uno de los policías.
- Ahí – señala sacando su arma.
El agente separa la estantería. Tras una falsa pared descubren una enorme habitación donde la mujer yace en el suelo sedada y amordazada, mientras tres asiáticos, sorprendidos, levantan las manos ante la llegada de las fuerzas de orden público. Los agentes descubren varios utensilios de quirófano, una cama de hospital y cajas-nevera con hielo. El hombre abraza a su mujer blasfemando contra la comunidad asiática afincada en España. Un agente procura sosegarle a la vez que reanima a la señora. El otro, sin dejar de apuntar a los chinos, pide refuerzos.
Una historia impactante, que versa sobre el tráfico de órganos, diréis. En una primera lectura, parece producto de mi enferma imaginación. Pero nada más lejos de la realidad, amigos. Ya que este desagradable hecho ha tenido lugar hace una semana, aquí, en Salamanca, en un bazar chino bastante conocido por estos lares.
Una aterradora fábula que bien podría ser un argumento de algún episodio de la ‘Twilight Zone’ y que pone los pelos de punta al conocerse su veracidad, la realidad de una pesadilla vivida en primera persona por un matrimonio que vio de cerca la muerte y la impiedad de unos asiáticos que cada día, trafican con órganos en un mercado desconocido por la opinión pública, pero que crece paulatinamente en nuestro país, con vísceras humanas mercantilizadas en Internet y vendidas sin conocimiento de nadie.
O tal vez no. Tal vez se trate de una leyenda urbana, o mejor aún, del argumento de un próximo cortometraje. Una historia que mezcla ‘thriller’ e intriga salpicada con un poco de dramatismo real. Una idea interesante.
En cualquier caso, estad atentos a cada movimiento que hagáis, porque la siguiente víctima podéis ser algunos de vosotros…
Miguel Á. Refoyo © 2006

lunes, 12 de junio de 2006

'Ratatouille', lo nuevo de Pixar para 2007

Lo último de Brad Bird (en codirección con Jan Pinkava) para Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures es 'Ratatouille' y tiene esta buena pinta.
Estreno: verano de 2007.

'EyE': Antonio Dyaz rodará dentro del FIACYL

Escritor, músico, artista multimedia, crítico de cine, director, pero sobre todo trasgresor. Antonio Dyaz dejó de llamarse "Klaus" y abandonó el universo musical con su grupo El sueño de Hyparco, dejando de paso algún libro publicado (‘Mundo Artificial’, ‘Clepsidra’ o ‘Fabius dormido’), para encarar, de forma atrevida, un acometimiento de las bases cinematográficas de un modo disímil a los demás. Y esto trajo consigo La Trilogía de los Sentidos que se compone, de momento, de ‘Off’ y ‘SeX’, dos arriesgadas piezas, polémicas, que gustan o repelen, pero que pretenden abrir nuevas vías expresivas para el cine y que se cerrará con ‘EyE’. Propuestas que mezclan arte, cine, sexo, tecnología, intención estética y un mismo proceso de imagen denominado ‘el viruscope’.
Salamanca, de nuevo, en el 2 Festival Internacional de las Artes de Castilla y León que se desarrolla hasta final de semana, acoge otro evento cinematográfico (después del éxito de ‘Fictional Lounge’) para el rodaje de ese ‘EyE’, que cerrará la mencionada trilogía. ‘EyE’ (que en lengua púbica se pronuncia “pub” y en castellano “ay”) se une al trabajo del videoartista Ricardo Llavador, que filmará el mediometraje 'Is' para captar la atmósfera mágica e irrepetible en forma de ‘making of’, con los estremecedores testimonios de los protagonistas.
Con 'EyE', Dyaz quiere ofrecer una alternativa a tantas películas frívolas llenas de efectos especiales, reivindicando un cine español en el que la historia es lo verdaderamente importante; así como los aspectos íntimos de los personajes y sus conflictos inconfesables. El cine como lupa del cuerpo en la que podrán participar todas las personas mayores de 18 años que lo deseen y que posean un pubis propio.
La cita de tan osado reto tendrá lugar en el Café Moderno (Gran Vía 73) el miércoles 14 de junio a las 12 p.m. (mediodía), de forma ininterrumpida hasta las 24:00 (medianoche), momento en que se dará por concluido de este enredo fílmico al que también estoy ligado y al que todos estáis invitados a participar.
Más información y bases aquí.

sábado, 10 de junio de 2006

El apagado 'noir' de 'The Ice Harvest'

Parece que los buenos tiempos cinematográficos del bueno de Harold Ramis (qué recuerdos despierta ‘Atrapado en el tiempo’ o los guiones de 'Stripes' o ‘Cazafantasmas’ y qué poco se le reconoce físicamente en la actualidad) se extinguen con el paso del tiempo dejando únicamente el triste sedimento de la decepción como muestra de talento. 'The Ice Harvest' es una historia basada en una novela de Scott Phillips que pretende enlazar sin éxito las claves del cine negro, el ‘thriller’ y la comedia, pero sin éxito. Ramis, en su aspiración de conseguir un ajustado contexto donde el cine ‘noir’ crepuscular de perdedores confluya con una trama reiterada en la que gotea el surrealimo de forzada excentricidad, se pierde en un triste ejercicio sin sentido y sin ninguna gracia.
De tono evocador y apagado, ‘The Ice Harvest’, termina por resultar irrelevante, poco creíble por sus concesiones al extraño humor que recorre la trama, con un infructuoso tono oscuro y gélido que crea un imprevisto desinterés en su permeable sucesión de acontecimientos. Anodina y olvidable, este fallido trabajo ni siquiera encuentra apoyo en unos excelentes intérpretes de amortiguado talento y esforzados en su intento por salvar la empresa. Por eso, John Cusak, Billy Bob Thornton, Oliver Platt, Connie Nielsen y Randy Quaid son lo mejor de esta deslucida muestra de insubstancial cine con grandes ideas malogradas.

Réplica futbolística

En una charla por videoconferencia con los jugadores en Alemania, el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva le preguntó a Carlos Parreira por el metabolismo de Ronaldo.
“Así como dicen que estoy gordo, todo el mundo dice que él bebe mucho”, ha sido la respuesta del delantero.

viernes, 9 de junio de 2006

Ya está aquí...

182 tamborileros folclóricos alemanes han inaugurado, junto al desfile de 158 campeones del mundo a lo largo de la historia, este acto previo al partido entre Alemania y Costa Rica, país anfitrión que disputa un partido inaugural desde 1974, ya que desde entonces era la vigente campeona la encargada de dar comienzo al campeonato.
32 equipos, 64 partidos, 23 árbitros, 52 asistentes, 12 sedes, 30 días de fútbol, 2.000 millones de espectadores en todo el mundo...
Hoy comienza la XVIII Copa Mundial de la FIFA.
Hoy arranca el Mundial de Fútbol 2006 en Alemania y el fútbol será, durante un mes, el constante protagonista de las vidas de aquellos que viven y aman la magia este deporte.

'Junebug', deliciosa independencia

‘Junebug’, de Phil Morrison es una de esas películas que, por activa o por pasiva, cautivan por su falta de ambición, por la carencia de pretensiones que reúne una historia simple (que no simplista) y por su espíritu de obligada independencia. ‘Junebug’ revela, sin embargo, que tras su transparencia se esconden unos preceptos mucho más complejos que los se intuyen bajo la humildad de su historia, la de una exitosa marchante de arte (Embeth Davidtz) recién casada con un hombre pluscuamperfecto que viaja al Sur para conseguir exponer en su galería la obra de un ‘redneck’ con dotes artísticos algo ‘naif’ basados en la Guerra de Secesión. Aprovechando el viaje, la marchante conocerá a la familia de su marido, una representación perfecta y muy humana de la América Profunda.
Choque entre dos universos divergentes y de formas de entender la vida se entremezclan en una extraña y disfuncional comedia agridulce que transita por una rutina de normalidad realista, en la que ‘Junebug’ presenta acciones donde sucede absolutamente nada, pero que incrementan la sensación de realidad y exprime psicológicamene a todos sus personajes con pequeños retazos. Un filme que transmite emociones, reacciones y cotidianidad en la convivencia de unos padres aburridos y amargados, en los enfrentamientos entre dos hermanos que son el reverso de la misma moneda, un ganador de éxito triste y un perdedor de exiguas aspiraciones que no aprecia el gran tesoro que tiene; la joya de la corona, una mujer parlanchina e inocente que es la envidia utópica de todo hombre y que abre los ojos al mundo con una trágica desgracia existencial que salpica a todos.
‘Junebug’ es una historia pequeña que se circunscribe al equilibrio que existe entre el amor y la incomunicación, donde Morrison explora y disecciona todas las aristas de sus criaturas desde diversas perspectivas, enfrentándolas a situaciones reveladoras de su verdadera de condición humana. Una tragicomedia tierna y agridulce en la que destaca su excelente elenco, sobre todo esa actriz de magnetismo especial que es Amy Adams (nominada como secundaria por esta película).