lunes, 13 de junio de 2011

Dallas Mavericks campeón NBA 2011: La leyenda de Nowitzki

Dirk Nowitzki consolidó su leyenda la pasada madrugada al certificar, pese a que no cuajó un gran sexto partido, su maestría como líder de Los Dallas Mavericks en la consecución del anillo de campeón de la NBA, el primero de la historia de la franquicia. Y lo ha hecho ante los Heat de Miami, el todopoderoso equipo esculpido a base de talonario donde imponen su ley, aunque no tanto (por lo visto), el temido ‘Big Three’ de talentos fuera de serie que son LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. No ha sido suficiente. El marcador final, 95-105, dejaba claro que los Mavericks salieron a llevarse la serie, la final y los elogios. La venganza del alemán a lo largo de la final se ha traducido en unos números de líder absoluto, de jugador total, de adalid capaz de resultar decisivo jugando con 39 grados de fiebre en el cuarto partido y empezando las finales algo tocado por una fisura en el dedo de la mano izquierda. Sin embargo, la certificación de su constancia y su capacidad de reacción han sido decisivas en las cuatro victorias de Dallas, tres de ellas con espectaculares remontadas.
El gran germano ha sido nombrado MVP de las finales, con una aportación de 26 puntos, 9,7 rebotes, un 42% en tiros de campo y con unos ‘playoffs’ marcados por un 51% en tiros de tres y un 49% en tiros de campo. Sus lágrimas de emoción hacían justicia a la humanidad de un jugador que ha marcado con su talento algunas de las más brillantes páginas de esta colosal liga de fantasía y espectáculo. Su leyenda, por fin, está completa con este merecido anillo. Hace cinco años, Dallas se dejó su primer asalto al campeonato en una final contra Miami. Entonces, Wade y Shaquille pudieron con Dallas. Anoche el desagravio se sirvió, una vez más, en plato frío. La profecía de Jason Terry, que se había tatuado en el bícep el Trofeo Larry O’Brien, la Copa de campeones, vaticinó con esta fanfarronada que el equipo texano ganaría el anillo a final de la temporada. Y así ha sido.
Ante la fuerza mediática del equipo dirigido por Erik Spoelstra, Dallas ha conjugado la esencia representativa de un verdadero equipo campeón, sabiendo ofrecer un baloncesto revulsivo, basado en la colectividad y el juego en equipo. Cuando Nowitzki falla, ahí están Chandler, Terry, Marion, el veteranísimo Jason Kidd o el jovencísimo Barea (que ayer fue clave en la final) para enmendar los errores y tomar el mando. LeBron James, jugador de clase incuestionable, pero muy cuestionable a la hora de afianzarse como ese improbable heredero de Michael Jordan, comparación que, hasta el momento, le queda muy grande, por mucho que Scottie Pippen levantara un revuelo con sus declaraciones laudatorias al jugador de los Heat, se queda sin anillo en un sonado fracaso como jugador. En los instantes más decisivos del juego, en el ‘crunch time’ que se llama, James ha estado desastroso, siendo el principal responsable de los errores de su equipo cuando más falta hacía.
Por su parte, el equipo de Rick Carlisle, que ya fulminó a los Lakers de Phil Jackson, sostiene un espíritu de juego clásico, definido por el conjunto, la lógica de la defensa y la efectividad del ataque llevado con inteligencia. Dallas ha jugado una final perfecta, sometiendo a su rival al raciocinio del juego que no ha encontrado argumentos antes similares argumentos llenos de recursos. Dallas se lleva el anillo con todo merecimiento, haciendo justicia a su juego y erigiendo a su jugador franquicia al Olimpo de las leyendas. A Nowitzki lo único que le faltaba era un anillo de campeón de la NBA. Y ya lo tiene.

miércoles, 8 de junio de 2011

Muere Jorge Semprún

1923-2011
Se ha ido el testigo excepcional del Siglo XX. Un hombre que vivió parte de su vida en la clandestinidad de un exilio forzado. Ensayista, escritor, intelectual, guionista cinematográfico, traductor, ex Ministro de Cultura y profesor de literatura, Semprún se caracterizó por confeccionar, a través de sus libros memorialistas y reflexiones sobre nuestra la historia reciente, una obra de consorcio entre memoria y literatura siempre enfrentado y acallando a aquellos que, como Marguerite Duras y su marido Robert Antelme, creyeron que Semprún fue partícipe de una brutal delación contra los miembros de la célula de la rue Saint Benoit y que incomoda a los defensores ideológicos y seguidores hagiográficos del literato. Más allá de la controversia histórica que levantó su vida y su posible condición de kapo estalinista dentro del campo de concentración de Buchenwald en la Alemania de Hitler (como sugiere Stéphane Hessel, tan de moda por su ensayo 'Indignaos', base del texto para la revolución del 15-M, en su autobiografía), su paso por el infierno nazi se refleja en su trilogía sobre esta traumática experiencia en el (‘El largo viaje’, ‘Aquel domingo’ y ‘La escritura o la vida’), que influyó en todos los aspectos literarios posteriores, Semprún fue el autor de obras como ‘Adiós, luz de veranos’, ‘Netchaiev ha vuelto’, ‘El largo viaje’, ‘La segunda muerte de Ramón Mercader’, ‘Autobiografía de Federico Sánchez’ o la primera novela escrita originalmente en castellano y, posiblemente mejor libro del autor, ‘Veinte años y un día’, que suponen un ejemplo en primera persona de construcción de un legado literario sobre los fragmentos de una propia memoria inmersa en el tumulto histórico de acontecimientos relevantes del pasado siglo, donde Semprún describió su vida en el fuego cruzado que lucha para que el recuerdo no caiga en el olvido. Guionista de cineastas influyentes como Costa-Gavras, Joseph Losey y Alain Resnais en títulos imprescindibles como ‘Z’, ‘Las rutas del sur’ y ‘Stavisky’, respectivamente, este hombre de mundo, contestatario y siempre polémico por los claroscuros de su manifiestos ha logrado describir mediante su obra un foco personal para entender, siempre desde un punto de vista subjetivo, parte del pasado.

martes, 7 de junio de 2011

Review 'Sin identidad (Unknown)', de Jaume Collet-Serra

Amnesia en Berlín
El español Collet-Serra reincide en su filmografía con otra obra de espíritu comercial que, pese a lo previsible e inverosímil de su trama y desarrollo, logra dignificar con gran agilidad y oficio, aunque todo acabe siendo bastante decepcionante.
Tras cintas como ‘La casa de cera’, ‘¡Goool 2! Viviendo el sueño’ y ‘La huérfana’, el cineasta español Jaume Collet-Serra se ha consolidado como un cineasta capaz de resolver con crédito cintas comerciales que empiezan a caracterizar un cine más que convencional y previsible, pero no por ello falto de interés y capacidad creativa. La breve filmografía de Collet-Serra va asumiendo ciertos puntos en común que aúnan una nada incómoda sensación de ‘dejá vù’ de sus películas, armonizados en muchos de los prototipos del cine industrializado al combinar elementos y dispositivos más que reiterados dentro del cine actual. Las tramas y los planteamientos siempre vienen de encargo gracias al todopoderoso Jon Silver detrás de la producción. Es un cine directo, sin embelecos decepcionantes. Efectivo. La visión del director catalán tiene un objetivo muy claro: adaptarse a un cine ‘mainstream’, pero sin salirse de los edictos de unas cotas calidad autoimpuestas, que se traduzcan en una habilidosa táctica que se aferre al estilo Hollywood que no pierde de vista cierto tono europeísta y evita caer en sucios trucos de reiteración constante, con brillante agilidad narrativa. Para el realizador lo esencial prevalece sobre lo fútil.
‘Sin límites’ tampoco se anda por las ramas para plantear su periplo argumental que juega al engaño y las apariencias. El Doctor Thomas Harris es un doctor biotécnico que acude a Berlín acompañado de su mujer a dar una conferencia. Una serie de contratiempos provocados por el olvido de su maletín termina en un aparatoso accidente de tráfico que termina con un vehículo en el río Spree del que despierta sin recordar nada. Al llegar al hotel donde se alojaba, su mujer no le conoce y un hombre parece haber adquirido su personalidad. Con la ayuda de Gina, una taxista bosnia y un agente de la Stasi de Alemania Oriental iniciarán las pesquisas del porqué de todo el entramado.
Se trata de cine conspiratorio que toma como premisa la máxima ‘hitchcockiana’ por excelencia; la de un hombre aparentemente normal metido en una situación que no controla y que le supera donde tampoco falta el continuo ‘mcguffin’. Con ello, Collet-Serra no se molesta en encubrir los defectos de ese constante modelo de ‘thriller’ que acusa un progresivo desaliento, puesto que lo importante es que la celeridad, el divertimento y la acción preponderen por encima de lo demás. Inscrita dentro de un modesto seguimiento de las huellas de suspense del Maestro del Suspense, tampoco esconde su deuda con el guión de Roman Polanski y Gérard Brach de ‘Frenético’, de la que absorbe mucho de su base argumental, fundiéndola con el arquetipo, sustituyendo el viaje a los fondos parisinos del polaco por un vistazo al Berlín más turístico y estético.
La cuarta película de Collet-Serra, que fue número 1 en el ‘box-office’ es un ‘thriller’ que se alimenta retroactivamente de sus giros inverosímiles, de su simplicidad a la hora de esbozar las dudas de un personaje desmemoriado y dirimirlas con nuevos artificios que provoquen un nuevo movimiento hacia la obviedad de lo previsible. Aún así esta historia de un hombre que se busca a sí mismo o la verdad de una identidad que parece haber olvidado y por la que quieren eliminarle de una ecuación de la que ni siquiera es consciente podría ser visto incluso con percepción crítica a la hora de hablar de un fulano que termina en una sociedad de inmigrantes ilegales que metaforizan su propia situación en un país desconocido, la de un individuo desubicado y perseguido que sobreviven en una sociedad que les vigila.
Pero no es así. Desde sus primeros compases, cualquier atisbo de sutileza existencial se anula por las brillantes escenas de acción, eso sí, que atesoran una gran fuerza narrativa, con peleas agónicas y brutales como la que tiene lugar en el apartamento de Gina o las imprescindible persecuciones de coches, aflorando esa tensión desbordante cuando un sicario disfrazado de doctor intenta poner fin a la vida de Harris y éste logra zafarse de él mientras ve cómo arrastra a una enfermera alemana que ha intentado ayudarle. ‘Sin identidad’ pervive sin caer en el ostracismo por ser un cine referencial de influencias cinematográficas que insufla con sus códigos visuales y genéricos la reminiscencia del éter policíaco de los años setenta y ochenta que logra simplificar su gradación hacia terrenos más actuales de condición extraídos del personaje de Robert Ludlum Jason Bourne y su traslación a la gran pantalla. Se apunta con ello a un proceso de transformación interior de un amnésico que construye su personalidad desde el existencialismo de alguien sin memoria que pasa a un nivel de heroicidad, a un ‘actioner’ dispuesto a todo por descubrir la verdad y que desenmascara, obviamente, que no era quien él pensaba.
Es lo que articula una película, en el fondo, demasiado axiomática, que prevalece más allá de su indiferencia por la inmensa figura de Liam Neeson. Si hubiera sido otro actor el que diera vida al Dr. Harris se podría enfocar la percepción de ‘Sin identidad’ de otra forma bien diferente, porque el actor irlandés le da un empaque y personalidad elegante inigualable, ya no sólo a su personaje, sino a la credibilidad de esta montaña rusa sin ‘loops’ que va perdiendo adrenalina muy fácilmente.
‘Sin identidad’ cautiva más por su planteamiento que por su desarrollo o esclarecimiento con un doble final que cubre las exigencias de un ‘thriller’ de tensión prescrito con unas dosis determinadas que busca, sin encontrarla, la casualidad de toda la orquestación de fondo en la que falta algo de paráfrasis o acotaciones que definan y constaten todo el cúmulo de improcedencias que se suceden para desgranar una desenlace que, en otras manos, posiblemente habría destruido su espíritu de cine comercial de calidad. Lo bueno es que Collet-Serra es capaz de transformar una obra de segunda fila con una plausible identidad propia.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2011
PRÓXIMA REVIEW: 'X-Men:Primera generación (X-Men: First class)', de Matthew Vaughn.

lunes, 6 de junio de 2011

El Reino de Nadal no es de este mundo

En un ambiente contaminado por la fruición que suscita la grandeza ajena (sobre todo si es española) en Francia, Rafael Nadal volvió a escribir otra gesta histórica a su ya dilatada carrera tenística, una de las mejores de la historia del deporte de la raqueta. Su sexto Roland Garros ha sido el más intenso, el más duro, pero a la vez el más dulce. Las dudas generadas en su inicio contra el americano Isner sembraron la duda sobre sus posibilidades, sobre su juego, sobre su continuidad en el cetro de la tierra batida, en parte por la excelente campaña de Novak Djokovic que había ganado las cuatro últimas finales a Nadal. La grandeza del jugador mallorquín está más allá de todo esto. Ha ido de menos a más, desplegando lo mejor de su juego, enarbolando sus partidos con la confianza mental de un campeón de solidez irrefutable.
El primer set del partido de ayer selló de qué forma se iba a rubricar el décimo Grand Slam del de Manacor. Roger Federer, que había dejado a Djokovic en semifinales fuera de juego, salió a arrasar. Y parecía que así iba a ser. Como una apisonadora se colocó con un 5-2 y bola de ‘set’ al resto. Sin embargo, emergió el titán y bestia negra del helvético que no se cree cómo Nadal logra el 7-5 para ganar algo que parecía perdido y que apuntaló cerrando el partido con ese 7-5, 7-6, 5-7 y 6-1 final. Lo sucedido ayer en París define la mejor versión de un ganador inigualable que sigue escribiendo la hazaña que ya le equipara al mítico Björn Borg en su camino hacia el Olimpo de los elegidos con un palmarés abrumante: cuarenta y seis títulos individuales, diez Grand Slam y 515 victorias ATP.

miércoles, 1 de junio de 2011

Comprar por colores

Ese momento de transición entre la clarividencia, el absurdo y el devaneo de lo artístico. Cuando en el supermercado miras botes en conserva, botellas, productos de primera necesidad, bolsas de ‘snacks’, latas de cervezas, frutas que llaman la atención por su gama cromática. Entonces se produce una pregunta: ¿Cómo sería comprar siguiendo un patrón de colores? El ‘Shop by Color’, que por ejemplo permite comprar arte definido por el matiz del color, también recurre a algo bien distinto a lo que sucede en el mundo de la publicidad y el marketing, donde algunas tonalidades puntualizan una provocación de sensaciones en el comprador. Ejemplos de ello, es que el amarillo sinónimo de inteligencia y ahorro, el azul, de confianza y constancia, el naranja se identifica con el ocio o el que el rojo tiende a representar poder y energía. El ‘shoping’ es así, una conjunción de elementos subjetivos reunidos en torno al consumismo, ese monstruo instalado en nuestra sociedad, más allá de cualquier crisis que intente acuciarla.
El artista Marco Ugolini ha llevado esta idea más allá en la serie fotográfica 'Per color'. En colaboración con el fotógrafo Pedro Motta se propuso seguir una metodología de compra basada en el color para componer cestas en las que se agrupan productos determinados a una tonalidad única. Para Ugolini el espacio del supermercado es como un entorno de manipulación. Con este experimento pretende subvertir la estructura de poder a una función estética y libre. El resultado es una composición colorista y original que abre la puerta a una nueva idea la próxima vez que vayamos a un supermercado.

lunes, 30 de mayo de 2011

Mi cabeza, versión Futurama

Fedde Carroza es un ilustrador y diseñador valenciano que padece una especie de prurito con la conversión de fotos de gente conocida y anónima en cabezas parlantes inspiradas en la serie de Matt Gronenig ‘Futurama’. Tanto es así, que ya posee un enorme catálogo de cabezas embebidas en formol a través de su museo en NothiNg caN stop RuNNiNmeN. Son fantásticas todas ellas.
Carroza es el autor, junto a Alfredo Álamo, de las tiras cómicas ‘La Legión del Espacio’, por cuyo trabajo han recibido tres premios Ignotus. Como diseñador gráfico ha ilustrado y colaborado en fanzines, animaciones, libros, cuentos y diseños para publicidad y trabajos institucionales. Es un crack, un fenómeno al que sólo hay que pedirle este autómata animado vía Facebook si queréis vuestra cabeza en formol siguiendo unas mínimas normas al alcance de todo el mundo ¿A qué esperáis para tener la vuestra?
Gracias amigo. Lo dicho; si pasas por Salamanca, las birras corren por de mi cuenta.

viernes, 27 de mayo de 2011

Review 'El último exorcismo (The last exorcism)', de Daniel Stamm

Del ‘mockumentary’ a la imprecisión
El filme de Daniel Stamm toma el espíritu del falso documental para narrar la historia de un exorcista descreído ante un caso real de posesión, pero echa por tierra sus buenos cimientos para acabar por ser demasiado convencional y previsible.
En la década de los años 70, a rebufo del éxito de ‘El exorcista’, de William Friedkin, cintas de directores de todo tipo y condición como Giulio Petroni, Mario Bava, Alberto de Martino, Sidney Furie o españoles como Amando de Ossorio o Augusto Fernando sucumbieron al facsímil del clásico de terror con posesiones demoníacas. En un periodo en el que el género de terror estaba perdiendo su sentido, la cinta basada en la novela de William Peter Blatty proponía una mixtura entre el género clásico y el drama en su ápice más psicológico. Fue la primera vez en que el ‘splatter’ con vómitos, sangre, cabezas viradas se circunscribían a una película comercial como una baza de inquietud constante, arrastrando al espectador a un cúmulo de sensaciones sin perder una invariable estética y una muy inspirada narración que bebía de la fuente del docudrama, contiguo a la realidad más abrumadora, siguiendo todo el proceso de posesión como si de un documento gráfico se tratara. Después de marcar un antes y un después, las cintas de exorcismos siempre han seguido siendo un buen reclamo para la taquilla y un subgénero que continúa su evolución hasta en los últimos años, desde las polémicas precuelas de Paul Schrader y Renny Harlin sobre la cinta de Friedkin o ‘El exorcismo de Emily Rose’ hasta tener una pequeña eclosión este año con varias cintas sobre el tema; ‘La posesión de Emma Evans’, ‘El rito’ o esta ‘El último exorcismo’ amparan esta revitalización argumental.
‘El último exorcismo’ viene producida por el infame Eli Roth, que brinda su mecenazgo a Daniel Stamm con una especie de adulteración de ficción, realidad y gran parte de ‘mockumentary’, género que el cineasta alemán ya había visitado en su anterior película ‘A Necessary Death’, que narraba las vicisitudes y preliminares de un hombre que tiene todo dispuesto para suicidarse. Aquí, la trama gira en torno a Cotton Marcus, un escéptico sacerdote que ha perdido la fe y está cansado de su labor como pastor de una iglesia y de su trabajo como falso exorcista. A ‘El último exorcismo’ le pesa el lastre de recreación realista de un suceso supuestamente auténtico, puesto que este tipo de narración nerviosa y estilo dentro de elocuencia visual ha perdido mucha de su eficacia a través de la sobreexposición con títulos como ‘Cloverfield’, ‘[REC]’ o ‘Paranormal activity’, por poner algún ejemplo. En realidad, a Stamm parece no importarle mucho este escollo, puesto que la narrativa se va invirtiendo voluntariamente en un producto demasiado estético para que el espectador pueda creer que está ante un documental o empatizar demasiado con los personajes. No arranca mal la disposición dramática del filme, tomándose su tiempo en la presentación del sacerdote, de su familia, su día a día y su reto de poner fin a la mentira que supone su labor como exorcista.
En esta esfera, se dibuja metódico retrato de la encrucijada de un religioso que utiliza las cámaras para demostrar de qué forma funciona la falsedad demoníaca en una joven en medio de la nada, en la Louisiana rural, donde un padre ultrarreligioso y su cínico hijo van creyendo las patrañas del clérigo utilizadas contra el supuesto demonio que posee a su hija. Los métodos de engaño, de manipulación con artefactos de todo tipo que impresionen al que asiste aterrorizado al supuesto exorcismo componen el mejor tramo de la película. La construcción argumental parece avanzar hacia las dudas de cierta ambigüedad sobre un personaje principal que abusa de los inocentes con cuentos de terror y efectos de feria. Por supuesto, el éter malsano que desprende el contexto rural devendrá en el cuestionamiento sobre la autenticidad de la posesión de la joven enfrentada a una posible enajenación mental en la que interfiere un posible caso de incesto.
Pero aunque se presente como una análisis inteligente sobre las creencias y la carencia de fe en un entorno donde ésta se sublima, a Stamm le pueden las ganas de transgredir silenciosamente con trucos de teatro que se quedan al descubierto demasiado pronto. Lo que podría haber sido (y en cierto modo es) una mirada casi antropológica a la America profunda y al ‘white trash’ de ‘rednecks’ supersticiosos que se dejan llevar por sus creencias cercanas al fundamentalismo en una cruzada donde la creencia, el folklore y la manifestación de la pubertad femenina obstruida por el conservadurismo exacerbado, decae en detrimento de un apocado oscurantismo que no cimienta con certidumbre su lucha entre misticismo y el realismo. Hay que destacar sobre todo, los dos grandes hallazgos de la cinta, como son Patrick Fabian dando vida al suspicaz clérigo, pero mucho más a Ashley Bell como la agreste e inocente poseída Nell Sweetzer, cuya composición es digna de elogio, ya que de ella parten los mejores instantes de perturbación psicológica de la historia, con inquietantes miradas a cámaras y estertores gimnásticos de innegable fuerza visual y espeluznante.
‘El último exorcismo’ termina por carecer de realismo, traicionando su ideal originario y terrorífico con el continuo recurso de la oscuridad como factor ineludible para generar intriga, donde prevalece un exceso de montaje y planificación estudiada que se postra a la utilización de sonidos incidentales (e incluso música de piano) ajenos a la situación. Es lo que resta veracidad y dignidad al asunto. Termina por ser demasiado convencional y previsible, cayendo en el pozo del efectismo, pero no por la búsqueda del típico susto o golpe de impresión con sangre o efectos de maquillaje diabólicos, si no porque no evita caer en todo tipo de concesiones a los arquetipos del género, cristalizando como colofón un amago de plagio final a medio camino de ‘La semilla del diablo’ y ‘Blair witch project’, cinta de la que abusa en referencias e incluso en ese giro final que propone una sorpresa que no es tal, puesto que la descripción anticipada resta cualquier turbación en el respetable que no puede explicar ni convencer con este ‘lost footage’ tan ilógico como esperpéntico que tira por tierra las posibilidades a esta cinta de terror satánico.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2011

jueves, 26 de mayo de 2011

¡VUELVEN!

Después de muchos años alimentando la rumorología con noticias de toda índole y levantar las expectativas de los fans avivando las esperanzas de toda una generación, el rodaje de ‘Cazafantasmas 3 (Ghostbusters 3)’ será un hecho a partir del próximo mes de julio en Chicago con Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Ernie Hudson, Sigourney Weaver y Annie Potts repitiendo los roles de las anteriores partes de la saga. Por supuesto, Ivan Reitman tomará las riendas de la que promete ser la película más apoteósica y esperada de 2012.

miércoles, 25 de mayo de 2011

42: ¡Feliz Día de la Toalla!

Hoy se celebra el décimo aniversario de la creación del Día de la Toalla. O lo que es lo mismo, de la muerte del autor literario Douglas Adams, cuya obra ‘La guía del autoestopista galáctico (The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy)’ sirve de base para esta no tan esperpéntica celebración. Los fans de uno de los mejores y más delirantes libros de ciencia ficción buscaron la forma más idónea de hacer ofrenda al literato adoptando uno de los elementos más identificativos de su gran obra, es decir, la toalla. En el capítulo 3 de la novela, el personaje de Ford Perfect le revela a Arthur Dent la importancia de una toalla a la hora de hacer autostop interestelar para que una nave extraterrestre lo recoja instantes antes de que los Vogons acaben con la tierra. Los fans de Adams se reparten por el mundo con ese número 42 que representa la respuesta del Pensamiento Profundo que llega después de siete millones y medio de años meditando sobre la gran pregunta, haciendo una ofrenda a este libro y a sus personajes. Así que recuerda que hoy debes llevar una toalla a todas partes y colgar ese eslogan originario de la portada del libro de Adams ‘Don’t panic’ si no quieres ser condenado a escuchar los poemas del capitán vogón de una nave espacial enloquecida.
“Dicen que una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.
Y lo que es más importante: una toalla tiene un enorme valor psicológico. Por alguna razón, si un estraj (estraj: no autoestopista) descubre que un autoestopista lleva su toalla consigo, automáticamente supondrá que también está en posesión de cepillo de dientes, toallita para lavarse la cara, jabón, lata de galletas, frasca, brújula, mapa, rollo de cordel, rociador contra los mosquitos, ropa de lluvia, traje espacial, etc. Además, el estraj prestará con mucho gusto al autoestopista cualquiera de dichos artículos o una docena más que el autoestopista haya "perdido" por accidente. Lo que el estraj pensará, es que cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta”.
Fragmento de 'Guía del autoestopista galáctico', de Douglas Adams.
Página 16. Capítulo 3
ISBN 978-84-339-7310-8
Además, hoy se celebra el trigésimo cuarto aniversario del estreno ‘Star Wars - IV A New Hope’, el 25 de mayo de 1977 que supone además la génesis del Día del Orgullo Friki.
No será por celebraciones.