lunes, 21 de diciembre de 2009

Fin de semana de fallecimientos en Hollywood: Dan O'Bannon y Brittany Murphy

1946-2009
Jennifer Jones no ha sido la despedida más sonada de este fin de año en Hollywood. Este fin de semana nos ha dejado otras dos tristes noticias cinematográficas; Dan O’Bannon falleció este pasado sábado a los 63 años. Siempre será recordado por haber escrito uno de los mejores guiones de terror y de ciencia ficción de la historia: ‘Alien’, de Ridley Scott. O’Bannon aportó una innovadora visión al género, conjugado con un terror más psicológico que efectista, basado en una estética gótica, aterradora y oscura. O’Bannon había escrito el libreto de ‘Dark Star’, dirigida por su amigo John Carpenter, su primer trabajo de importancia y todo un clásico de culto de la serie B. En ella, se daban cita la ciencia-ficción y la comedia, otorgando una parodia irónica y cáustica de ‘2001: Una odisea del espacio’, de Kubrick pero jugando, a su manera, con el vestigio de opresión e histerismo que viven unos astronautas y que, según O’Bannon, “suponía una metáfora de la rutinaria y agobiante vida americana”. O’Bannon será recordado por trabajos como ‘Lifeforce’, ‘Muertos y enterrados’, ‘Invasores de Marte’, ‘El trueno azul’, ‘Asesinos cibernéticos’ o ‘Desafío Total’, dirigiendo en alguna ocasión puntual como en ‘El regreso de los muertos vivientes’ o ‘The resurrected’… También formó parte del departamento de efectos especiales de ‘Star Wars’.
1977-2009
Por otra parte, dada su juventud, ha impactado especialmente la muerte prematura de la joven Britany Murphy, de sólo 32 años, debido a un paro cardíaco. A pesar de que en sus inicios fuera señalaba como una joven promesa de gran futuro en el cine, no fue especialmente una estrella de renombre, ni había tenido trabajos de repercusión más allá de alguna película o miniserie de cierta trascendencia. ‘Clueless’, ‘Ni una palabra’, ‘Inocencia Interrumpida’, y sobre todo ‘8 Millas’, de Curtis Hanson, dándole la réplica a Eminen, son algunos de sus trabajos con más repercusión. Comenzó en televisión con ‘Blossom’, ‘Drexell's Class’ y ‘Cosas de hermanas’. Además de los largometrajes mencionados se fue especializando en comedias románticas como ‘Recién casados’, ‘Niñera a la fuerza’, ‘Amor y otros desastres’. ‘Sin City’, adaptación al cine del cómic del mismo nombre y dirigida por Robert Rodriguez y Frank Miller o el doblaje del pingüino Gloria en la película ‘Happy Feet’ también son algunos de sus últimos trabajos. Últimamente se había hablado de su afición al quirófano con retoques faciales y corporales o un rumor sobre su excesiva delgadez que apuntaban a la anorexia. De cualquier modo, Murphy tenía unos ojos poderosos, capaces de expresar mucho talento no desplegado y que nadie fue capaz de potenciar lo suficiente como para sacar a esta actriz del ostracismo y el encasillamiento, a pesar de las blefaroplastias que sufrieran esos ojos tristes que ya no verán nunca otro éxito que la devuelva a las portadas de Hollywood.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Navidad Abismal 2009

No vamos a negarnos. Ya está aquí la Navidad. Otra vez. De hecho, lleva estando desde principios de noviembre, cada año más anticipada, con diversos tipos de excusas. En esta ocasión ha sido la crisis, que ha adelantado la estela de guirnaldas (de bajo consumo, eso sí) para fomentar el gasto del consumidor, reticente ante la situación económica del mundo y de un bolsillo bastante mermado a lo largo del año. Está visto que estas fechas desprenden una doble variante; la de aquellos que hacen aflorar las emociones negativas y agudizan un sentimiento de tristeza y aversión con connotaciones familiares y la de los que se dejan llevar por el sentido lúdico de la tradición y disfrutan sin complejos de todo tipo de desenfreno dispendioso, de constante convite, de cenas copiosas de empresa, con amigos, de reencuentros que acaban hasta las tantas abrazando negligentemente farolas con una botella o una copa de la mano.
Los tiempos parecen dejan entrever una mirada catastrofista que no deja mucho espacio para el optimismo. Existe un síndrome apocalíptico que empaña este tipo de jolgorios. Parece ser que hay que estar preocupado por la situación de crisis, por la gripe A, por el calentamiento global con el futuro del mundo al cual se le ponen supuestas fechas de caducidad, previsiones planetarias desfavorables, sin precedentes, que planean sobre las mentes más realistas y sobre los cálculos científicos menos confiados ¡Paparruchas! ¡Es Navidad!
Ante aquéllos que proclaman la Navidad como una época especial, existen otros que se empecinan en promulgar que no es más que una campaña de mercadotecnia sin sentido. En cualquier caso, como se viene señalando en este espacio abismal, el concepto de Navidad está más allá de la parafernalia consumista. Y es que la confusión atávica ante el inexorable ciclo vital, del invierno y del verano, ha creado celebraciones de solsticios para todos los gustos. Y hay que asumirlo. Y lo que es más importante, llevarlo al extremo. Lo divertido de todo es ser cínico, socarrón y saber disfrutarlo con divertimento y alegría. La Navidad es la época ideal para reírse con más fuerza de aquellos a los que no les gustan y a los que le quieren cambiar el nombre a la celebración por la absurda denominación de “fiesta de invierno”.
Tampoco es momento de reflexionar sobre su génesis católico, ni de conjeturar sobre lo que en realidad se celebra, ni de aludir a cualquier residuo de antiguas fiestas paganas de los nórdicos o aquella celebración romana en honor a Saturno. Lo importante es celebrarlo y pasarlo bien, de ingerir sin freno opulentas cenas y comidas con compañeros, amigos y familiares. De dejarse de malos rollos y el odio en Nochebuena, de seguir comiendo y bebiendo en Navidad. Cómo no, continuando con más brío en Nochevieja, engarzando la comida de Año Nuevo con cenas de antiguos compañeros y habituales cogorzas semanales....
La Navidad continuará siendo esa extraña pero entrañable fiesta arraigada a las guirnaldas, al muérdago, a las luces de colores, a los villancicos, a las olvidadas panderetas, a la botella de anís y al cuchillo para hacerla sonar, a los petardos de 15, a los belenes de todo tipo, al sorteo de lotería más seguido del año, a un pequeño pino talado violentamente para goce efímero de la vista, a Raphael cantando 'El Tamborilero', al aburrido mensaje del hombre que mandó callar a Hugo Chávez, a los regalos del gordo de rojo y los Reyes Magos, al champán, al marisco, al despilfarro generalizado, a la sonrisa cínica o sincera y a la predisposición de los buenos sentimientos convertidos a la mínima de cambio en encendida mala hostia. Eso es la Navidad.
Y no queda más que celebrarla, con gracia y salud, en la medida de lo posible. Por eso, desde estas líneas os deseo una FELIZ NAVIDAD 2009, año que despide otra década, ya metida de lleno en aquel futuro que imaginábamos cuando éramos pequeños y que no es ni tan avanzada ni tan espectacular como la pintaban. Más bien todo lo contrario. Pero de esto ya habrá tiempo de hablar antes de que acabe el año. Hasta entonces, seguid mi consejo: disfrutar y divertíos hasta que parezca pecado.
Abrazos para todos.
¡Jo, jo, jo!

Adiós, eterna Jennifer

1919-2009
Algunas de las escenas de amor de ‘Duelo al sol’, la cinta que David O. Selznick produjo como capricho para fomentar la carrera de Jennifer Jones, siguen subsistiendo como arquetipos de adventicia intensidad dentro de los fastos cinematográficos. A pesar de tratarse de una película de productor, el gran King Vidor logró implantar su especial sentido del romanticismo, con la aspereza de un odio convertido en pasión y llevado hasta las últimas consecuencias. Por supuesto, se trata de ese final en el que la Jones y Gregory Peck se baten a duelo para morir finalmente besándose bajo el rojizo légamo que provoca una hermosa y lacónica lluvia que cierra la película.
Nacida como Phillys Isley, Jennifer Jones le debe su fama a David O. Selznick, que se fijó en ella y la publicitó hasta lanzarla con ‘La canción de Bernadette’, de Henry King. No se equivocaría, ya que ‘Pigmalión’, le otorgaría un Oscar por su interpretación en este largometraje. Jones supo utilizar ese duro temperamento de una actriz imperfecta que desprendía un cierto halo de arrogancia y misterio, de pasión convulsa bajo una cautivadora mirada de hielo. ‘Cluny Brown’, de Ernst Lubitsch, ‘Corazón Salvaje’, de Michael Powell y Emeric Pressburger o ‘Madame Bovary’, de Vicent Minnelli la hicieron inmortal. ‘El coloso en llamas’, de John Guillermin fue su última película.
Ha sido y será uno de los rostros más enigmáticos y perturbadores que ha dado el cine. Puro morbo delante de una pantalla. Una actriz que jamás podrá olvidarse.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Review 'Spanish Movie'

La parodia nacional
Grandes dosis de humor, guiños a nuestro cine de éxito más reciente, la cinta de Ruiz Caldera es una idiotez sin prejuicios muy digna, pero echa en falta más ensañamiento y con aquello que caricaturiza.
Confeccionar una buena comedia es una de las labores más difíciles y espinosas de cuantas se puedan acometer en la variedad de los géneros cinematográficos. Cuando ésta se convierte en lo que se conoce como ‘spoof movie’, es decir, una comedia de ‘gags’, una parodia satírica que se nutre de imitación y burlas, la cosa es, cuanto menos, igual de complicada. Cierto es que este tipo de cine no se ajusta a un hilo conductor convencional, si no que más bien se sostiene por la reiteración mecánica del absurdo, del ‘slapstick’ y de la imitación transformada en guiño como mera excusa para la sucesión de paridas. Por eso, todo tiene que ir funcionando con corrección, dentro de un ciclo constante que sorprenda y haga reír al espectador. O al menos, mantener la sonrisa siguiendo un ritmo virtuoso.
Ejemplo de maestría de esta ardua tipografía cinematográfica son películas que hoy son clásicos del humor. La franquicia creada por Jerry Zucker, Jim Abrahams y David Zucker con ‘Aterriza como puedas’, ‘Top secret’ o ‘Agárralo como puedas’ ejemplifican esa tradición de inalcanzable cine de ‘gags’, con cognición de la risa y una capacidad de poner en evidencia la solemnidad del lenguaje cinematográfico a la que no son ajenos los Monty Python, Mel Brooks o esa película de culto que es ‘Amazonas en la luna’.
‘Spanish Movie’ surge a rebufo de otra tradición modernizada de aquélla terna de filmes irrepetibles. Mucho más cercana a la disparidad de mediocres filmes situados en los confines del subgénero; la saga ‘Scary Movie’, ‘Epic movie’, ‘Date movie’, ‘Casi 300…’, sin embargo, la cinta dirigida por Javier Ruiz Caldera, con guión de Paco Cabezas, se impone con asombrosa facilidad a la insuficiencia de los citados títulos, básicamente porque sabe ordenar su rifa de chanzas delimitándolas a una iconografía muy patria, que todos conocemos para salir airosos a la hora de disfrazar su humor con un tono muy terruñero. Aquí, como en este tipo de películas, la trama es lo de menos; Ramira, imitación de Raimunda, el personaje de Penélope Cruz en ‘Volver’, entra a servir en una mansión victoriana a las órdenes de Laura (personaje misceláneo de los de Belén Rueda y Nicole Kidman en ‘El Orfanato’ y ‘Los otros, respectivamente’), una extraña mujer que ha quedado sola después de que su marido se fuera a la guerra. Raimunda ejercerá, con cierta negligencia y mucha gracia, como encargada de un niño fotosensible y de una niña sádica. También encontrará al hermano de Laura, Pedro San Antón, un tetrapléjico con ganas de suicidarse que remite, directamente, al Ramón San Pedro de ‘Mar Adentro’.
Y, a partir de estos cimientos, la locura. ‘Spanish Movie’ se decide a recorrer a su manera el cine español reciente, con alusiones directas o encubiertas a películas españolas de éxito. Así hay referencias a las películas mencionadas junto a otras como ‘[Rec]’, ‘El laberinto del Fauno’, ‘Alatriste’, ‘No es país para viejos’ o ‘Abre los ojos’.
El objetivo primordial es mantener la eficacia y que la juerga no decaiga. Y por esos cerros se encamina, desde su inicio, ‘Spanish Movie’, jugando a robar descaradamente, a mofarse con ingenio de aquello que tratan, concediendo algún que otro chiste fácil, un poquito de escatología moderada, alusiones cómplices a la ‘muchachada’ adicta a lo ‘chanante’, momentos de vacío tanto argumental como narrativo, algún ‘gag’ sin gracia y algunos otros aciertos donde el surrealismo y la referencia armonizan su validez. Lo más positivo que se puede decir de este filme de aspiraciones comerciales es que demuestra una iniciativa intachable al mostrar sin sonrojo su idiotez sin prejuicios, abordando su condición de incolora sucesora de una estirpe de filmes que pasan sin pena ni gloria en el cine actual, pero “a la española”. Y el resultado, contra todo pronóstico y en conjunto, es bastante equilibrado. Por dos motivos; primero, porque todo el entramado del guión está desprovisto de cualquier ambición, con los pies muy firmes en un terreno de comedia hilvanada con incoherencia y sujeta a la chorrada (que unas veces funciona y otras no). Y la segunda, porque sus protagonistas aportan con su talento la dimensión necesaria para que todo funcione.
En este aspecto, Alexandra Jiménez se destapa como lo mejor de la función, junto con ese ‘animal’ de lo cómico que es la gran Silvia Abril, muy orquestadas por gente que vive por y para la comedia como Carlos Areces y Joaquín Reyes. Sin faltar esa dosis de ‘cameos’ entrañables de mano de los aguerridos chavalotes de ‘Muchachada Nui’, el director Álex de la Iglesia, Belén Rueda, Amenábar, Paco Plaza y Jaume Balagueró… hasta llegar a esa eminencia del género, al gran tótem del ‘spoof’ Leslie Nielsen. También hay que destacar su sugestivo diseño de producción, el acabado formal y una puesta en escena que nada tiene que envidiar a cualquier producción de alto nivel que se viene propugnando en nuestro país. ‘Spanish Movie’ es una película muy cuidada en todos los aspectos.
Sin embargo, a la obra debut de Ruiz Caldera le falta algo, ya que no encuentra en ningún momento un ritmo concreto, vacilando en esa tónica de humor tan difícil de conseguir. Es lógico, por otra parte. Nada que reprochar en este aspecto. Lo que sí se echa en falta (y mucho) es más mala hostia en sus ataques y chanzas con respecto a lo que se parodia. ‘Spanish Movie’ es muy condescendiente, incondicional con aquello que caricaturiza, con una concepción demasiado “blanca” en su forma de repartir los golpes y burlas afables, cuidando de no pasarse en su humor descafeinado para que no siente mal a nadie.
En ese sentido, no es nada provocadora. Se asume como un producto oportunista en cuanto a engarzar parodias con la trama, pero no lo suficiente con el cine español reciente y su relación de amor-odio con su público. Tampoco ayudan los ‘set pices’ que, lejos de resultar convincentes o graciosos, restan frescura al asunto; bien sea un chiste sin gracia entre Buenafuente y Berto sobre pitufos y gnomos, ese ‘sketch’ de ‘Los lunes alcohol’, la aparición de “Joselito”, el devenir de Espinete y algunas salidas de tono que rompen el desarrollo y alargan el metraje innecesariamente. Llega un momento, antes de su magnífico final, en el que la película va dando bandazos en la línea de la reiteración sin sorpresas, traicionando el espíritu libérrimo que se exige al género.
Lo más fácil, obviamente, sería juzgar a ‘Spanish Movie’ con saña y crueldad. Y sería lo fácil porque es un filme que se expone a ello. Pero como espectadores y críticos sin prejuicios hay que resaltar los grandes méritos que posee esta encantadora gilipollez. No es ni tan desastrosa como, a priori y con prejuicios, se podría pensar, ni tan ingeniosa y aprovechada como la oportunidad brindaba. Máxime cuando las expectativas se habían situado en un nivel bastante alto. Basta con mencionar el antológico ‘trailer’ con Nielsen y Chiquito de la Calzada –que debería haber tenido papel dentro del filme-. ‘Spanish Movie’ en comparación a toda la retahíla de títulos venidos de fuera y citados al comienzo de esta crítica que se cuelgan con gran facilidad la etiqueta de cinta ‘spoof’ podría considerarse una obra maestra.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
PRÓXIMA REVIEW: 'Avatar', de James Cameron.

lunes, 14 de diciembre de 2009

John Carpenter: Before the cameras roll

Es un mito del celuloide, de una especie poco común. Por eso cuando siempre que se habla del regreso de este indócil cineasta llamado John Carpenter, se habla también de la vuelta de la integridad al cine, del testimonio de una lealtad a sí mismo y respecto a su obra que se ha perdido en el cine actual, independientemente de las bogas perecederas que surjan. Carpenter simboliza, sobre todo, la figura de uno de los más aventajados y diligentes directores que han poblado la Meca del cine durante toda su Historia.
Hace casi diez años que el veterano cineasta no había vuelto a rodar una película de cine. ‘Fantasmas de Marte’ fue aquella última cita. Tras varios rumores con unas cuantas cintas que no llegaron a ver la luz, el pasado julio se iniciaba ‘The Ward’, con las jóvenes actrices Amber Heard, Danielle Panabaker y Mika Boorem como protagonistas. Carpenter vuelve al cine de terror más puro y genuino, con un ‘thriller’ psicológico centrado en una joven que despierta en un hospital psiquiátrico sin saber cómo ha llegado allí. Tampoco recuerda nada de su pasado y procedencia. El insano lugar tiene atemorizadas a las demás chicas que aseguran ver un fantasma de una antigua paciente con un oscuro y terrorífico secreto. Lentamente, cada una de las chicas comenzará a desaparecer.
‘The Ward’ está en proceso de postproducción y se estrenará a lo largo de 2010. Básicamente, el post no avanza nada que no se haya leído previamente. De hecho, hace cosa de un mes, se filtraba el rodaje de una pequeña escena de la película. Sin embargo, lo que pone los pelos de punta e ilusiona a todo seguidor del director de ‘La Cosa’ o ‘Vampiros’ es ver EL VÍDEO que inicia su página web oficial. ‘The Ward: Before the cameras roll’ es un impagable documento que refleja algunos de los instantes previos al rodaje del filme, donde se puede ver a John Carpenter en su esperado regreso al cine, con la ilusión de un novato y la sabiduría de un maestro. Bajo las notas de ‘1997: Rescate en Nueva York’ vamos viendo una localización, unas notas con dibujos y apuntes sobre el filme, el departamento de arte trabajando, las camas del psiquiátrico y, finalmente, él. Carpenter, en esencia, de vuelta a su hábitat natural. Sin ningún tipo de duda, ésta será una de las películas más esperadas del año. Se mire por donde se mire.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Review 'Paranormal Activity (Paranormal Activity)'

La reiteración como símbolo del miedo
A pesar de haberse transformado en el ‘taquillazo’ sorpresa del año, ‘Paranormal activity’ recurre a los convencionalismos del género y somete al público a una redundancia de situaciones que acaba desplegando una sensación de vacío infumable.
Ha sido uno de esos fenómenos de la temporada que, más allá de considerarse como un ‘sleeper’, apunta a esas escasas producciones que suplantan el despliegue de medios con una inventiva fílmica de reducido (por no decir irrisorio) presupuesto, que exhibe sus carencias de producción como un logro. Cristaliza la quimérica idea de lanzar un producto con la posibilidad de refrescar la noción de proyecto independiente que se materializa en un descomunal éxito de taquilla. El resultado: ganancias multillonarias con una inversión mínima. Es el sueño de cualquier productor. La película de Oren Peli fluctúa, según fuentes, entre los 7.000 y 10.000 euros de presupuesto y ha obtenido un innegable interés y repercusión utilizando Internet con un viral impecable para acumular cifras millonarias en las taquillas de todo el mundo. ‘Paranormal activity’ abre el debate en torno a la jerarquía que posee la red en las perspectivas comerciales de las pequeñas producciones. Eso sí, el lanzamiento y posterior distribución ha sido orquestada por una ‘major’ y el efecto “bola de nieve” ha venido dado por una publicidad sin precedentes. Con todo ello, se puede hablar más de una jugada maestra de ‘marketing’ que de un logro cinematográfico como tal, porque, de entrada, el filme de terror de moda tampoco tiene mucho que decir artísticamente.
Por supuesto, la fórmula es bien conocida por todos. Iniciado en los 70 con el ‘mondo cinema’ de Gualtiero Jacopetti, Ruggero Deodato o Paolo Cavara, el género sustentado en la crónica de cámara en mano, desde la total subjetividad de quién mira, extendiendo las posibilidades de ésta hasta la creación de una ‘hiper-realidad’ que pretende hacer ver a personas y no a personajes, nos remite directamente a ‘The Blair Witch Project’, de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, en una curiosa dualidad de astuto lanzamiento comercial y multiplicación de divisas en taquilla. Oren Peli no se aleja de las bases del movimiento que busca en cada minuto identificar al espectador con la cotidianidad, casi minimalista, de Katie y Micah, una pareja de San Diego que sospecha que en su nuevo hogar habita una presencia demoníaca. Deciden grabar lo que sucede en la habitación mientras duermen. A lo largo de tres semanas la cámara será testigo de los sobresaltos y malestar que provoca un espíritu al que la vigilancia ha sentado bastante mal.
Desde una perspectiva ‘amateurista’, con el zarandeo de la cámara y su constante (e imposible) presencia, invoca al ‘voyeurismo’ inherente en todo espectador, jugando al morbo dosificado antes que al apego por sus personajes, que resultan en todo momento bastante antipáticos e inmaduros. ‘Paranormal activity’ se nutre de así de una puesta en escena fortuita, ceñida a un solo espacio, que opera de forma supuestamente natural e inmediata, asumiendo su articulación en la actual democratización del mundo audiovisual. El filme de Peli es hijo de su tiempo, sin despegarse de una noción centrada en las características de inmediatez de Youtube, que explota la sensación de inquietud a través de la imagen nerviosa, de conversaciones que van desde las más intrascendentes hasta la gravedad de una situación que va ‘in crescendo’ con una trama que se va trufando de cierta previsibilidad. Un hecho que se hace patente cuanto más avanza la narración. Sin embargo, va dibujando cierta atmósfera en ese acercamiento a los confines de los miedos aceptables, de ese terror que se puede dar de forma asequible.
La intención es clara; hay que dotar a los diálogos y a la improvisación de una dosis de verosimilitud que se extienda a los momentos de escalofrío, de golpes de efecto donde el terror funciona siguiendo los convencionalismos a la hora de ejercer con los decretos del género. Lo más impactante, o al menos lo que más llama la atención, es lo bien que funciona ese plano fijo del dormitorio principal, donde la pareja duerme y sufre los ‘ataques’ del ente maligno, a oscuras, donde el sobresalto llega por golpes, efectos de sonido, sábanas que se levantan, alguna escena terrible hacia el final de la cinta y vuelta a lo mismo. El miedo, en ‘Paranormal activity’, acepta el concepto más ‘populista’ del término y se somete a la autosugestión de cada espectador. Nada más. Hay que agradecerle a su director multitarea (ha producido, escrito y montado la película) la inteligencia a la hora de plantear sus secuencias de pánico con una posición velada por la sugerencia, que funciona mejor que la exhibición gráfica del terror, renunciando al sadismo visual y los efectos especiales.
Lo peor de este nuevo taquillazo de género no es su ingenuidad o la poca credibilidad de lo planteado, que se define, básicamente, en la obstinación de esta pareja en seguir durmiendo en la misma habitación cuanto más peligroso se vuelve el ente diabólico. Y lo hacen a pierna suelta, a sabiendas de que la cámara está grabando, que es lo único que importa en sus vidas. Lo más negativo es la sensación de vacío que se va dando a lo largo de una película que apenas dura 90 minutos, donde Peli parece no saber muy bien qué contar cuando los fenómenos extraños no son la guinda del pastel. Los personajes se dedican a la especulación constante, muchas veces sin sentido, consumiendo sus cartas en una afasia que impregna su esencia en el alargamiento de tiempos, de situaciones que se dedican a desarrollar un vacío que se compensa cuando la pareja duerme y pasan “cosas”. De hecho, las escenas nocturnas van perdiendo eficacia por esa reiteración que bordea incluso el aburrimiento.
Hay graves carencias de profundización al estructurar el terror dentro la película, puesto que se circunscribe a un simple surtido de golpes de efecto y alguno visual, con un guión que no revoca su condición de anécdota alargada, rellenando descaradamente mucho tiempo de su metraje. En las escenas nocturnas funciona el hecho de que se pase parte de la noche en ‘fast forward’. Algo que se debería ver también en el día a día de estos dos personajes y su actitud ante el problema. Peli desatiende algunos aspectos muy interesantes de la personalidad y controvertible pasado de Katie y potencia la incapacidad para sugerir qué se esconde tras los fenómenos paranormales. El resultado es que, cuando la película empieza a ponerse interesante, se acaba de raíz, con un final precipitado que busca la conmoción del personal y el impacto hacia el público, un objetivo que mueve todo el tinglado.
‘Paranormal activity’, aunque pueda parecer un producto que se desenvuelve con cierta habilidad e inteligencia, es más maquinal de lo que hubiera querido Peli para resultar efectivo. No pasa de ser la enésima historia de fantasmas y presencias paranormales, de poltergeist con ganas de hacer la vida imposible a los inquilinos de la casa amenazando el bienestar de una pareja. Un conato de experimento con estética de documento casero que pretende narrar una terrible fábula sobre el miedo cotidiano. La nueva película hecha con cuatro duros que logra convertirse en un fenómeno de masas corre el riesgo de sus antecesoras. Y es que puede ser tomada desde dos ópticas muy diferentes; servir de estímulo a proyectos de reducido coste que tengan algo que contar y obtengan una similar trascendencia comercial o un seguimiento de la fórmula que suponga una tomadura de pelo formulista, de nulo presupuesto y afán lúdico, que aporte otra de esas obras insustanciales e irrelevantes. ‘Paranormal activity’ pertenece a este segundo grupo. Sólo que ha tenido suerte de tener a Steven Spielberg detrás.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
PRÓXIMAS REVIEWS: 'Spanish Movie', de Javier Ruiz Caldera

lunes, 7 de diciembre de 2009

Publicidad navideña 2009: Crisis en España, superproducciones 'made in USA'

En España, uno de los elementos que trae, o mejor dicho, que traía, consigo la Navidad era conocer cuáles eran los anuncios o ‘spots’ más esperados de estas fechas. Entre ellos, dos que cada año dejaban claro la dignidad de los publicistas españolas a la hora de concebir este tipo de lanzamientos comerciales como un reclamo tan navideño como el propio Santa Claus; se trataba del anuncio de Freixenet y del que correspondía al de la Lotería de Navidad. En ambos casos, la liturgia se ceñía a sendas superproducciones donde destacaban, respectivamente, algún rostro de lujo o estrella mediática en el caso del cava y en el despliegue de medios en el sorteo de apuestas más célebre del año. Esos tiempos han pasado a mejor vida. La crisis ha dejado huérfana de novedades en forma de anuncio esta Pascua ya en ciernes. Las chicas del equipo español de natación sincronizada son el mismo y reiterativo incentivo, debido a las dificultades económicas de este año de decadencia económica. Aunque siempre es mejor esto que recordar que la marca catalana lanzó alguna campaña navideña hace tiempo con Jacqueline Bisset y Alexander Gudonov o con Norma Duval, sin ir más lejos. Aunque sí, se echa de menos que Scorsese se casque una multimillonaria ofrenda a Hitchcock o ver a Sharon Stone brindando con Banderas.
El de la lotería tiene más euros en su incitación en cuanto a estrategias que lleven al populacho a la compra de billetes, con un empaque visual semejante a lo que se espera de este anual comercial televisivo. Sin embargo, no hay que engañarse. Desde que no está “el calvo de la suerte” soplando polvos mágicos y repartiendo millones, la cosa no es lo mismo. No hay magia. Quizá porque el espectador ya no se cree nada. Y lo que es peor, porque ha perdido la ilusión, ya no sólo por la lotería y sus vacuas esperanzas por brindar con champán sabiéndose ganador en la mañana del 22 de diciembre, sino porque ha dejado creer en la tele.
Algo que no falla es el glamour de los perfumes, esos rostros conocidos, que fulguran bajo un halo retocado en un mundo inalcanzable, sofisticado… Que si Hugo Boss con la naturalidad de Sienna Miller, la imponente Eva Mendes de Calvin Klein, Scarlett Johansson con Cacharel… y marcas típicas como Lancôme, Carolina Herrera, Paco Rabanne, Arman, Dior, Yves Saint Laurent saben extraer la esnobismo visual y prosopopeico de sus productos. Si hasta una avejentada y grotesca Sarah Jessica Parker tiene una fragancia llamada Covet, todo es posible.
Pero lo más importante de estas fechas llega de fuera. Contra la crisis, los yanquis saben venderlo todo. Sin escatimar en gastos. A lo grande. Como debe ser. El mejor anuncio de estas navidades no es otro que el de ‘Victoria Secret’. Para estas Navidades 2009 se han desmarcado con un alucinante ‘spot’ de lencería fina, repleto de sensuales y calenturientas ‘ángeles’ como Miranda Kerr, Alessandra Ambrossio, Lindsay Ellingson, Miranda Kerr, Rosie Huntington-Whiteley o Doutzen Kroes. La maniobra comercial no tiene parangón; explosiones, helicópteros, vehículos, ‘ralentíes’ de lujo, miradas lividinosas, movimientos de cadera a golpe de cámara y un acabado final al más puro estilo Hollywood, con estética de superproducción. Podría decirse que parece rodado por el director más desproporcionado y presuntuoso del mundo del cine actual. Es más, no es que podría, es que está rodado por el director que a todos nos viene a la cabeza con estos adjetivos: el sin par Michael Bay.
Definitivamente, en Estados Unidos saben hacer publicidad: "One gift, a thousand fantasies".

viernes, 4 de diciembre de 2009

Review 'Cuento de Navidad (A Christmas Carol)'

Tenebroso cuento navideño
Fiel al espíritu de la obra de Dickens, Robert Zemeckis ofrece otro de sus virtuosos ejercicios visuales a modo de montaña rusa que no encuentra ningún tipo de magia y carece de emoción.
Esta nueva adaptación del atemporal ‘Cuento de Navidad’ sigue manteniendo y desarrollando la imaginería que un día Charles Dickens convirtiera en una de las fábulas más apasionantes de la literatura. Continúa imborrable la figura de ese desagradable anciano avaro e inclemente llamado Ebenezer Scrooge, el viejo que recibe la visita de tres fantasmas que le mostrarán pasado, presente y futuro y le ofrecerán la oportunidad de enmendar los errores de su patética vida. Su réplica enardecida a la voz de “¡paparruchas!” ante cualquier alegato navideño sigue inmune al paso del tiempo. Tampoco faltan su amenazador socio fantasmal Jacob Marley, la radiografía a la pobreza de la familia Cratchit, con el pequeño y enfermo Tiny Tim, así como la ironía del sobrino Fred o la asistenta Mrs. Dilber. Nada ha cambiado y Robert Zemeckis se rige milimétricamente al texto ‘dickensiano’ por excelencia. Pero lo cierto es que el director de ‘Regreso al futuro’ lo exprime para ofrecer otra nueva tentativa, ésta vez mucha más ostentosa, de su perseverancia a la hora de perfeccionar la innovación tecnológica que aporta el ‘performance capture’, con las mimas técnicas que ya desarrollara en ‘Polar Express’ y ‘Beowulf’.
Zemeckis se ha transformado, con su obstinación por renovar la animación tradicional, en un ‘outsider’ dispuesto a no aceptar las normas del cine ‘mainstream’, por mucho que esta nueva película lleve el sello de Disney. Y se sale por una tangente que escapa a los convencionalismos del cine comercial al uso. ‘Cuento de Navidad’ sería la prolongación del virtuosismo de Zemeckis en esta rama de la animación por ordenador. Como cabía esperar, se dan cita todo tipo de ejercicios imposibles en una montaña rusa de sensaciones y planos ilusorios que superan los límites de la expresividad de una cámara convencional, en un modelo de exhibicionismo tecnológico que sirve como lucimiento del cineasta a la hora de explotar con lucimiento y sabiduría las virtudes del 3D.
La fábula navideña y la tortura pesadillesca de Scrooge se ve salpicada de excesos acrobáticos, de largos planos secuencia con inacabables vuelos fantásticos y un tono de barroquismo mágico ensombrecido por la propia esencia de la aventura de este viejo cascarrabias. Por otra parte, a Zemeckis le siguen poniendo (y mucho) los viajes ‘espacio-temporales’. Y eso es algo que se deja ver en esta cinta adherida a dos ideas contrapuestas; la del modelo voluble de narrativa que responde más al capricho de un visionario, así como la que revela un persistente afán por concretar la evolución de las técnicas de 3D anticipadas por su énfasis de revolucionar non sólo el cine de animación, si no con miras más ambiciosas.
Destaca así la abrumante puesta en escena por los rincones de un Londres victoriano enfriado y desabrigado que refleja a la perfección el riguroso retrato de la sociedad británica durante la Revolución Industrial del siglo XIX, en la que se incrementaron las diferencias sociales entre ricos y pobres. Para Dickens la historia de Scrooged siempre tuvo un cariz de pesadilla antes que el de una fábula amable y navideña, de ahí que al Londres de Zemeckis le afecte una contracción que elude la belleza y estética navideña para fraguar su narración dentro de una gama cromática oscura y apagada. La sociedad vive rodeada de miseria y tristeza, sin poder hacer nada para que la esperanza no sea machacada por la avaricia y la crueldad que representa Scrooge.
‘Cuento de Navidad’, en este sentido’, es una película de riesgo. Y lo es porque antepone sus objetivos de fidelidad a la obra de Dickens en el flanco más sórdido de la historia. De este modo, en algunos instantes la fábula de Zemeckis parece desviarse hacia los preceptos de una cinta de terror incómoda y lóbrega, excesivamente adulta para los propósitos de una película familiar de este calado. Cierto es que no se aleja en ningún momento del hálito que posee la perdurable obra literaria de Dickens, pero está llevada tan al extremo que puede llegar a aterrar a los más pequeños, que flipan con los gélidos vaivenes de golpes de efecto, de sustos inesperados con ráfagas morbosas y ásperas, sin mostrar nunca un tono amable o cordial. Tanta es la frialdad con la que es mostrada la evolución personal de Scrogge a través de los viajes en el tiempo, que se echa de menos una pasión que nunca ve la luz, desplegando una magia impávida, muy visual y estética, pero despojada de cualquier tipo de emoción. Y, lo que es peor, sin ningún tipo de espíritu navideño.
‘Cuento de Navidad’ funciona cuando alude a las pequeñas aportaciones de la novela en su vena más macabra, como cuando, en su final, Scrooge, de rodillas ante el fantasma del futuro conoce los monstruos humanos con forma infantil que simbolizan la ignorancia y la necesidad, en la soledad de la infancia del protagonista o en la variedad espectral de inflexión amenazadora cuando el relato necesita ser emotivo y cercano. Por eso, todo lo concerniente a esa vida juvenil de adicción al trabajo en la que Scrooge deja pasar la oportunidad de vivir junto a su amor Bell (que como personaje es ninguneado por Zemeckis) o incluso, y esto es grave, cuando se tiene que enternecer a la platea con la enfermedad del pequeño Tiny Tim y la tragedia de los Cratchit, el filme se resiente con la acentuación de los matices oscuros. Únicamente, la genialidad de Alan Silvestri salpica con algo de sortilegio una sensacional acción que siempre va por delante de la narración. Tampoco hay nada que objetar a la multi-interpretación de Jim Carrey, que sabe extraer a los expresivos matices de sus personajes renderizados una gran labor interpretativa, así como los secundarios, los grandes damnificados de la película, puesto que apenas tienen tiempo en pantalla para hacer más que asomar presencialmente.
Puede que ‘Cuento de Navidad’ sea, posiblemente sea una de las adaptaciones más fieles de la novela de Dickens que se hayan consolidado dentro del séptimo arte. Sin embargo, quiere ser tan explícita y ferviente que se olvida de tributar algo de la emoción final que exige el relato, por mucho que se fortalezca la fuerza moral del legendario cuento navideña.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
PRÓXIMAS REVIEWS:'Paranormal Activity', de Oren Peli.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Tactical Nuclear Penguin: La cerveza más fuerte del mundo

Dado mi carácter pasional y entusiasta hacia esa divina ambrosía elaborada a base de cebada, agua y lúpulo como es la cerveza, no podía dejar pasar una noticia que ha dejado anonadados a todos aquéllos que, como yo, buscan siempre nuevos sabores y experiencias con este tipo de bebida, cervezas fuertes que sacudan el paladar con la exquisitez de muchos grados. Hasta el momento, algunas marcas se habían atrevido a subir la graduación de alcohol como en el caso de la Samichlaus Austriaca (14%), la francesa Belzebuth (13%), la Scaldis Belga (12%) o la candiense Fin du monde (9%). Harald Schneider anunció hace un par de años que había conseguido elaborar la cerveza con mayor graduación del mundo: 25,4%. Pues bien, la marca ha sido pulverizada por la marca escocesa BrewDog, que había ido cosechando cierto nombre en este terreno atípico por conseguir la cerveza con mayor número de grados en una botella, alcanzando los 32%.
Se trata de la Tactical Nuclear Penguin y acaba de ser lanzada al mercado. Estamos ante una productora de cerveza fundada en 2006. En sólo tres años ha logrado convertirse en la fábrica de cerveza independiente más grande de Escocia. Para James Watt y Martin Dickie, responsables de la gesta cervecera, era un reto poder desbancar a los alemanes de Schorschbraer, que habían logrado llegar a ser la birra con más potencia mundial con un volumen alcohólico de un 31%. Ya no. La Tactical Nuclear Penguin está macerada en barrilas durante meses en la isla de Arran y el secreto para obtener el máximo grado alcohólico es mantenerla a una temperatura de unos 20º bajo cero. Estamos así ante una cerveza artesanal potentísima que aborda la unión de cerveza y whisky utilizados con una complejidad hasta ahora inauditos.
En España habrá que esperar a catarla y su precio de salida son el de 35 £ cada botella. Es decir, unos 38 euros.

martes, 1 de diciembre de 2009

Muere Paul Naschy, uno de los grandes mitos del cine fantástico español

1934-2009
Waldemar Daninsky ha sido y será siempre uno de los iconos más representativos del cine de terror español. O lo que es lo mismo, el hombre que le puso rostro, Jacinto Molina. O lo que es lo mismo, el gran e imperecedero Paul Naschy. Y siempre lo será porque en la hora de su muerte, a los 75 años, su estela sigue persistiendo con fuerza a lo largo de los años, haciendo acopio de un dulce tacto para con el fantástico. Fue acérrimo defensor del cine de género. Y lo fue con una definición y fuerza admirables, lejos del prejuicio, volcado en cada filme que rodó con la vocación de un hombre comprometido hasta su final con el respeto hacia su trabajo y su obra.
Naschy representó durante años al incansable luchador y amante del terror que, de forma autodidacta, supo enraizar la cultura popular española para llevarla a otros límites, con una capacidad de metamorfosis sumamente destacables, en un amplio catálogo de monstruos, fantasmas, vampiros o asesinos que, lejos de encasillarle, concretaron su protagónica figura en el cine español del momento. Todos ellos tan voraces como inquietantes, a veces delirantes, pero en constante evolución hacia una madurez que iba en equivalencia a la vena artística de un hombre que ejerció con maestría y humildad, ajeno a corrientes y esquivando la censura, consciente de su voz narrativa basada en las referencias de la España Profunda. Pero también en las historias más lóbregas y sangrientas, en su amor por el cine y la literatura de terror que le llevaron, desde la carestía de medios y el ansia narrativa, a la internacionalización de un género común que le valió un reconocimiento unánime de un arte diferente y de difícil comprensión.
Un cine que, pese a sus desvaríos y desequilibrios, procede de un puzzle de amplio horizonte cultural, donde se conjugan mitos y leyendas, con referencias literarias o pictóricas. Paul Naschy se convirtió, a través de su obra, en un subgénero propio. Dos fueron sus filmes más representativos; ‘La marca del Hombre Lobo’, su admirada reinvención patria del mito licántropo que le hizo cálabre, el citado Waldemar Daninski, extendiendo la grandeza en ‘La noche de Walpurgis’, la que sería cuarta entrega de una saga que asciende a once títulos que tienen como protagonista a Daninsky con el rostros de Naschy. Cintas como ‘La marca’, ‘El huerto francés’, ‘El caminante’, ‘Inquisición’, ‘La bestia y la espada mágica’, ‘Dr. Jekyll y el Hombre Lobo’, ‘La venganza de la momia’, ‘El aullido del diablo’… son sólo una pequeña muestra de una filmografía que alcanza el centenar de títulos de un hombre que ejerció de guionista, productor, director y protagonista de muchas de ellas.
Hace unas semanas se lanzó desde las redes sociales, un mensaje de reivindicación para que la Academia española concediera el Goya de Honor de este año a Naschy. Físicamente, ya es imposible. Pero la deuda todavía puede ser saldada a título póstumo.