martes, 7 de febrero de 2006

El extraño mundo de "Sivi" Daura

Hacía mucho que quería escribir sobre Xavier Daura y su prolífica e interesante carrera como cortometrajista guerrillero, que practica el cine en vídeo de una forma partisana y combatiente contra el aburrimiento y el estatismo de lo típico, tan fomentado en el corto que se hace últimamente. Un mundo que, salvo excepciones, se ha convertido en un universo pretencioso en cuanto a la apariencia de sus niveles técnicos, aquel que procura que lo barato no se note. A Daura esto parece darle lo mismo. Asume su aparente iliquidez (que no lo es tanto) y se lanza a contar fábulas con las que pocos encontrarían la valentía suficiente para rodarlas como él las ruedas.
Fuera del costumbrismo, Daura (también conocido como “Sivi” por sus más grandes adeptos y amigos) consigue en ‘Es un mundo extraño’, su último cortometraje, hostilizar más que nunca contra los cánones establecidos, saliéndose de la norma con una actitud insurrecta ante las etiquetas genéricas y siguiendo la pauta de la independencia respecto a cualquier formalismo estético. Lo de “Sivi” es un cine gamberro, articulado por las ganas de una diversión sin fin, caotizado por la anarquía de aquel que espera disfrutar rodando. Sin prejuicios, sabedor de que el espectáculo está por encima de la historia. Y así se refleja en su nueva muestra de talento.
Sin llegar a las cotas de maestría de esa pieza de absoluto culto que es ‘Adoro mi mierda’ (anterior trabajo que incluso sirve de profusos análisis en universidades catalanas), ‘Es un mundo extraño’ abriga los cimientos de un estilo en evolución sin carencias, tal vez las lógicas en un chaval que apenas ha estrenado la veintena, pero consciente de su capacidad para narrar con brío y convicción sus historias. De ritmo endiablado (exceptuado en el énfasis temporal con el que se plantea la trama en su inicio –pero donde sin embargo brilla la angustia producida por la tendencia de “Sivi” a la permanencia de personajes en lugares cerrados-) ‘Es un mundo extraño’ aborda la historia de un atracador de bancos que ha descubierto que tras Retevisión se esconde una organización maligna que ha dado como consecuencia que el Ku Klux Klan haya puesto precio a su cabeza. La única opción es escapar, encontrando como salida la venta de órganos como fuente de ingresos y viajar así a Las Vegas en complicidad con Berta, una estudiante que, desde el principio, parece empeñada en seguir los pasos del antihéroe.
Si ‘Adoro mi mierda’ era una pequeña síntesis del cortometraje videográfico magnificado por una precariedad de medios que sucumbía ante la originalidad de historia claustrofóbica de cínismo contra la sociedad en una atípica historia de un tipo abyecto y extraño que, tras ganar un premio millonario en la lotería, decide alinearse en soledad con sus propias y obsesivas tendencias coprofágicas, ‘Es un mundo extraño’ abandona el obsesivo análisis de la disfunción mental provocada por la aversión al mundo para centrar su atención en una cinta de aventuras, con profusión de exteriores y situaciones (Daura rodó parte del corto en Las Vegas, ciudad de neón y juego, de visual celebridad fílmica), continuando con la idea de la diferencia, la constante de la heterogeneidad para ser libre y hacer lo que a uno le salga de los cojones dentro de un mundo agobiante que se está homogeneizando a pasos agigantados. Ya sea en sus historias o en el mundo real, donde el cortometraje comienza a tomarse demasiado en serio asimismo.
El empuje y desparpajo de “Sivi”, en cualquier caso, bien merece un reconocimiento, porque este chaval está destinado a seguir gestando atractivas hazañas con su demencial visión de un cine de entretenimiento que, bajo su aparente intrascendencia, enmascara objetivos que van más allá de la pura aquiescencia con las cosas bien hechas.

lunes, 6 de febrero de 2006

Coleccionismo 'Star Wars': R2-Potatoo

Hace tiempo pudimos descubrir el entusiasmo ‘starwarsiano’ llevado al coleccionismo en forma de malévola y oscura Patata. La mítica Darth Tater.
Ahora, un año después, Mr. Potato ha sido adaptado a ese entrañable autómata robotizado que es RD2-D2.
El resultado es extraño, pero Playskool ha vuelto a acomodar el fervor simbólico de las trilogías de George Lucas al mundo iconográfico del juguete, con Obi Wan Potato-Nobi holografiado para la ocasión.

Godard y su acercamiento a Dante

Siguiendo las pautas estructurales de Dante, Jean-Luc Godard acometió con ‘Notre musique’ una visión de su cosmos filosofal (síntoma de que se aburre) basado en los apotegmas, aforismos y devaneos con el estoicismo cinematográfico y existencial. En realidad una concentrada tesis de veladas respuestas sobre la vida y la muerte como acercamiento a la intrascendencia del pensamiento actual sobre la sociedad.
Suena duro ¿Eh? Pues lo es.
El resultado de ‘Notre musique’ es un insólito filme que no responde a las bases de un documental, ni tampoco a las de la ficción. Es un ensayo con historia dividida en tres partes como particular y harto pretenciosa ‘Divina comedia’.
1.- El Infierno, representado en la guerra con un montaje de visión impenetrable asentado en películas bélicas que homenajean al cine y a la vida y que parece más un sangriento volumen del ‘snuff’ ‘Faces of Death’ que una pretendida obra ensayística de un hombre acostumbrado a creerse el ombligo de la renovación del cine.
2.- El Purgatorio, centrado en una visita a Sarajevo con motivo de los Encuentros Europeos del Libro y que cuaja en la parte más interesante del filme (excepto la visión de un perdido Juan Goytisolo divagando y poetizando sin saber muy bien su dirección ni sentido).
3.- Y el Paraíso, con un breve paisaje bucólico custodiado por marines norteamericanos en un infumable recorrido con balcanes, palestinos e israelíes en un final que deja la sensación de que Godard tiene en su fondo grandes cuestiones que, pese a profetizar su edad provecta y arcaica para los tiempos que corren, tiene aún algunas cosas que decir.
Eso si, si su creencia de que el pensamiento debería estar basado en la razón y no en afirmaciones irracionales de revelaciones divinas le deja.

domingo, 5 de febrero de 2006

En Hakkerland tenía que ser

Hay cosas en esta vida que nos extenúan, pequeñas actividades que van debilitando con su monotonía parsimoniosa la diligencia de la siempre desaprovechada rutina. A todos nos gustaría evitar todas aquellas acciones cotidianas y caseras que requieren de cierto automatismo. Lavar, cocinar, fregar, barrer, planchar, limpiar el polvo, aguantar a la parienta… Para algunos de ellos, el ser humano, dotado con una clarividencia inventiva infinita, ya ha creado o descubierto sustitutos perfectos para soslayar estos engorrosos eventos.
Dani “DCracker” Caravantes, vía Hakkerland -una de las webs más demenciales y 'freakies' de la red-, nos deja una técnica para doblar camisetas de eficacia probada, como los productos de Bayern.
Fácil metodología para recuperar tiempo y esfuerzo en esta frecuente y ardua práctica.
Os dejo una demostración en versión japonesa y europea (que incluye una máquina de fabricación y engranaje totalmente casero).

viernes, 3 de febrero de 2006

Phil ha hablado: seis semanas más de invierno

Anualmente hay un día que sobresale en el calendario de eventos destacados en este Abismo, un weblog caracterizado por ser contrario y opuesto a la razón.
Me refiero, como cada 2 de febrero, al ‘Día de la marmota’, el célebre ‘Groundhog Day’, jornada festiva en la pequeña localidad de Punxsutawney, en Pennsylvania, donde nuestro querido amigo Phil, la marmota, ha salido de su madriguera, como cada año, para predecir cuánto durará el invierno.
La tradición establece que si Phil ve su sombra al salir, quiere decir que el invierno se alargará durante seis semanas más, por lo que regresará a su guarida para resguardarse de las bajas temperaturas e hibernar un mes y medio más. Si, por el contrario, Phil no ve su sombra y se queda jugueteando junto al presidente William Cooper (el hombre que convoca su presencia), los lugareños dan por comenzada la primavera, sabiendo así cuándo plantar sus cosechas.
A pesar de que las estadísticas refutan la veracidad de este simpático pronóstico (las estadísticas lo dejan en un pobre 28% de acierto), el Día de la Marmota se extiende ya a más de un siglo de celebraciones, ya que es una fiesta ancestral que se remonta a la inmigración alemana en esa zona del país cuando aún era una colonia británica.

Sin palabras

Vale, vale...
No voy a decir nada.
Esto...
No, venga. No seáis así.

Olga Viza a La Sexta

Emilio Aragón, El Gran Wyoming, Florentino Fernández, Juan Ramón Lucas... y ahora, Olga Viza son los rostros que empiezan a configurar 'La Sexta', nueva cadena que, el mes que viene, empezará a emitir su nueva programación. Apuntándose así a la televisión generalista.
Tras dos años retirada de la parrilla, Olga Viza presentará el programa 'Habitación 623', un formato de entrevistas con personalidades de la política, el mundo del espectáculo, del deporte y la cultura que se realizará desde la misma habitación del Hotel Palace de Madrid que da nombre al programa. Produce Globomedia (como casi todo lo que pasa por la caja tonta últimamente).
La periodista espera tener más suerte que en su fugaz lapso por Telecinco con el fallidio 'Lo es lo mismo' y recuperarse de una vez de su despido de Antena 3 tras 11 años de acreditada profesionalidad.

jueves, 2 de febrero de 2006

Review 'Brokeback Mountain'

El nostálgico secretismo de un amor incomprendido
Ang Lee compone una bella fábula de amor entre dos ‘cowboys’ como paráfrasis del ‘western’ en una hermosa y atípica revisión del género.
Lo primeo que llama la atención de ‘Brokeback Mountain’ es el grado de valentía de un director como Ang Lee, acostumbrado a dilatar su prolífica filmografía con títulos que se diversifican temáticamente entre sí con una gran actitud de cambio, pero abarcando en su núcleo las raíces comunes de un cine representativo, que incide en su perseverancia analítica de discurso racional y sugerente, donde abunda la ruptura con el realismo trágico que caracteriza a cada género que ha abordado hasta el momento. Retratos sensibles con fondo grisáceo y desencantado, reinventando en cada ocasión las pautas genéricas donde el tema fundamental, núcleo de su obra, puede atribuirse a la grafía familiar, a la necesidad de ubicación de aquellos personajes que no encuentran su lugar en el mundo, acuciados además por una carencia de afecto de indispensable auxilio. Ya sea abordando la comedia costumbrista, la tragicomedia de choques culturales o generacionales, adaptando a Jane Austen, afrontando el ‘wuxia’ épico oriental o adornando de profundidad un cómic de Marvel, Ange Lee ha fraguado una carrera con un armonioso proceder en el que la tradición y la modernidad se ensamblan inalterablemente bajo la diáfana perspectiva de un director con clara predilección por el clasicismo.
En ‘Brokeback Mountain’, paráfrasis del ‘western’, atípica revisión del género cinematográfico yanqui por antonomasia, Lee persiste en esgrimir sus preceptos congénitos, plenos de hermosa y depurada creación de puesta en escena y uso del lenguaje no verbal, para narrar la controvertida crónica de encuentros y desencuentros a lo largo de dos décadas en la vida de Ennis del Mar y Jack Twist, dos ‘cowboys’ que, llevados por la necesidad y la pobreza (económica y espiritual), se ven aislados durante un par de meses en una idílica montaña en la que encuentran el amor debido al ascetismo del entorno y la soledad atenuada con el calor del contacto. Un roce que comienza a medio camino entre el juego, la amistad y el desahogo sexual que cambiará sus vidas para siempre, desembocando en una trágica historia de amor contenido que inducirá al secretismo de un nostálgico regreso, al del libre paraje natural que les unió, para perpetuar un sentimiento incomprendido, pero obligado para subsistir sin asumir una condición sentenciada en una época de hipocresía y sordidez. Dos vidas condenadas al fracaso en su retorno a la civilización, a la realidad que castigará a estos hombres enamorados con la cotidianidad de una fingida familia tradicional, de vida marital e hijos, avivada por la intransigencia de los signos históricos de la América profunda. Un porvenir evaporado que encontrará alivio en los esporádicos encuentros que mantienen en las alejadas montañas donde se conocieron, un erial donde dar rienda suelta a un recuerdo, a un presente incierto que subsiste gracias a la continua necesidad de volver a la melancolía de un periodo pretérito.
‘Brokeback Mountain’ se convierte así en una amarga elegía contracorriente a la rutina ultrajada por las apariencias, que niega la defensa de la identidad en un mundo que obliga a las personas a ocultar, e incluso rechazar, el único sentimiento auténtico e ineludible que, a lo largo de los años, llena de sentido las desérticas y solitarias vidas de estas dos personas. Así, este ‘western’ no deja de ser, más allá de la fisonomía de sus protagonistas, una bella historia de amor imposible. Lo que Lee efectúa sobre los cánones genéricos es una profunda revisión del más acrisolado mito ‘westeriano’, donde se ha perpetuado la imagen del héroe masculinizado y de férrea impronta, para superar la categorización sexual y la etiqueta del género y narrar, sin efectismos y sencillez, una historia universal. Por eso, ‘Brokeback Mountain’, no es un melodrama al uso, otra cinta de amor inalcanzable con trágico final. No sólo desglosa una disección taxidérmica de reconversión sobre el ‘western’ tradicional, sino que va mucho más allá del reciclaje, del encontronazo con los usos habituales del género, con sus protocolos de masculinidad y moral patriarcal de corte linóleo, al plantear una sencilla y triste fábula, dejando a un lado el antiheroismo (circunscrito a la personalidad de ambos vaqueros) y adquirir con su mirada profundamente clásica una visible autoconciencia de acuerdo con los signos temáticos actuales, superando la artificiosidad, de un modo sutil y pausado. El realizador taiwanés compone una oda inteligentemente fundida con varios elementos de la sintaxis clásica, en su itinerario intimista sobre la perennidad del amor, un lacerado canto sobre la necesidad de subrayar la identidad y una virtuosa y milagrosa respuesta de amores disimulados frente a los convencionalismos.
Un filme reflexivo y delicado que recuerda por su sobriedad a los grandes clásicos (Anthony Mann, Nicholas Ray, Boetticher…), con comedimiento y una soberbia hegemonía de las claves de la puesta en escena clásica, deteniéndose cuando es necesario en lo cotidiano y en lo convencional, aplacando el ritmo y la dosificación de los sentimientos o evitando en otras ocasiones caer en el exceso de capacidad expresiva con elipsis que determinan el paso del tiempo de los encuentros perecederos en las montañas de un oeste evanescente. Ang Lee devasta con pálpito afectivo la dimensión legendaria de un Oeste agonizante y encuentra su gran virtud en una profunda solidez narrativa en la incursión de las leyes y mandamientos del ‘western’, donde se significa un universo de mutismo en el que las palabras se entregan al silencio, incapaces de expresar la verdad. Con detalles subrayados por miradas fugaces, de gestos difusos que simbolizan mucho más de lo que aparentan, contenidos con austeridad sin contemplaciones por la cámara de Lee en la excelente fotografía de Rodrigo Prieto.
En este sentido ‘Brokeback Mountain’ es una cinta oscura, ocre en su fondo perceptivo, exponiendo una escenificación tenebrista que resulta sumamente expresiva en los momentos climáticos de la cinta, rompiendo con la dominante codificación escenográfica del género, situando los momentos de mayor elevación emocional en lugares crepusculares, en callejones oscuros (como Ennis dejándose caer con rabia al suelo por no poder expresar sus emociones tras la primera marcha de Jack), lugar que volverá a aparecer cuando éste necesite consuelo en un ‘gigoló’ de México), con lluvias y tormentas o las apagadas noches de confesiones, pero sin abandonar la vía de escape de los dos jóvenes a espacios abiertos, a la montaña, donde sí se consuma, como en la propuestas canónicas, el drama progresivo de la historia de amor. Esa contradicción, evidencia la metafórica pugna interna de los protagonistas, de su mentira, del mundo de sombras en el que viven y del que sólo escapan cuando regresan al lugar que les unió.
También en las personalidades de Jack y Ennis, tan divergentes entre ellos, pero a la vez tan análogos en su soledad y el afecto que les une. Mientras que para Jack, Brokeback y Ennis pasan a ser el objetivo vital para su felicidad sin miedo al “qué dirán”, para Ennis sólo es un recuerdo impreciso, que aviva su amor con breves encuentros, pero con la aprensión social que enclaustra sus más recónditos deseos. Para Ennis su condición sexual no admitida es el factor clave que le separa de su amante a causa de una historia del pasado que convertirá el trágico desenlace en la duda de un pretérito que enterrará para siempre su verdadera condición sexual, en una vida condenada a la infelicidad sosegada en un par de camisas, una postal y un recuerdo, aceptando que su vida sólo tuvo significado cuando la compartió con su añorado ‘cowboy’. El paisaje natural es, por ende, el tercer aliado de la historia, territorio de evasión física y emocional que además del origen del amor que marcará a los protagonistas sirve como llama inextinguible de la memoria a la que volver para intentar recobrar el tiempo perdido.
A la gran calidad de esta pequeña gema cinematográfica contribuyen, además de la excelente adaptación del relato corto de Annie Proulx por parte de Larry McMurtry y Diana Ossana y la música incidental de Gustavo Santaolalla (inalterable y melódica a lo largo de todo el metraje como alegoría de la pasión que sienten los protagonistas en sus vidas), sus dos jóvenes intérpretes, que aceptan con voluntad lo atrevido de la empresa. Mientras Jake Gyllenhaal entrega una delicadeza constructiva impermeable en todo el filme, Heath Ledger regala un personaje lleno de profundidad, de emoción contenida, aprovechando al máximo su rol atormentado por las dudas, expresando a través de sus estallidos de furia la liberación externa e interna. Pero si hay una interpretación que sobresale por encima de las míticas recreaciones de Ledger y Gyllenhaal (que pierden credibilidad por el chapucero departamento de maquillaje que les avejenta), es Michelle Williams, en un papel dramático, lleno de sufrimiento y desengaño. El de la mujer que descubre el romance entre su marido y otro hombre para exteriorizar el daño que puede provocar en terceros encubrir la verdad sobre uno mismo.
‘Brokeback Mountain’ es una de las películas más hermosas vistas en los últimos años, mirada reflexiva sobre el mundo en una conciliadora miscelánea de complejidad y simplismo que ahonda en lo más profundo del corazón para apelar a la condescendencia y entender así el dolor de aquellos que anhelan un deseo imposible y de otros que lloran por un engaño inimaginable. Insólito relato de amor, intolerancia, violencia y nostalgia está narrado por parte de Ang Lee con una precisión y elegancia que hacen honor a los temas de crudeza y resistencia que aborda. Ennis del Mar y Jack Twist quedarán en nuestra memoria colectiva como dos hombres conscientes de su inútil obstinación por alcanzar una inapreciable libertad de amar y ser amado que nunca llegará.
Miguel Á. Refoyo © 2006

'Munich': Primeras sensaciones

Desde hace algunos años no me refiero a una película actual, por muchas excelencias que ésta tenga, con el prestigioso término de ‘obra maestra’. Caí varias veces en este juvenil desliz hace años, en mis comienzos como improductivo escritor de críticas. Y me equivoqué en muchas. No en todas, pero reconozco que es un acto harto reprensible. Algo he mejorado, creo yo. Y, desde entonces, evito conferir tanta magnificencia a un filme, aunque sea una muestra de superioridad inabordable.
Hoy he visto 'Munich', de Steven Spielberg.
Y no voy a establecerla como tal. Sería precipitado, aunque no niego la posibilidad de hacerlo. Sólo puedo decir que hacía mucho tiempo que no salía del cine tan impactado, tan roto y tan emocionado como esta tarde me ha hecho sentir este demiurgo del séptimo arte, el "Rey Midas" convertido, por enésima vez, en clásico absoluto de la Historia del Cine.
Necesito algunos días para asimilar esta película. Necesito tiempo para ordenar todo lo que mis ojos han visto y mi corazón ha sufrido para escribir sobre esta cinta como bien merece. La semana que viene tendréis la crítica en este Abismo.
Hasta entonces, sabed que ‘Munich’ me parecido una solemne genialidad al alcance de los elegidos. Una película única en estos tumultuosos y vacuos tiempos del nuevo Hollywood.

miércoles, 1 de febrero de 2006

El blog de Chewbacca

El enorme “felpudo con patas”, como en una ocasión le denominó la princesa Leia Organa, fue interpretado en la pantalla por el actor ingles Peter Mayhew.
Uno de los máximos y carismáticos iconos ‘starwarsiano’ por excelencia, Chewbacca (o “Chewy”) como le llama Han Solo, es un titánico wookiee originario del planeta Kashyyyk.
Hasta ahí nada nuevo que no sepamos.
La novedad: “Chewy” nos cuenta, de primera mano, en su nueva blog, lo necesario para entender el fascinante y arduo mundo de un Wookiee.