miércoles, 18 de enero de 2006

Review 'Jarhead'

Ambigua y trivial visión castrense
Sam Mendes realiza un desequilibrado producto esteticista sobre las consecuencias de la Guerra en una reflexión trivializada e imprecisa en sus propósitos discursivos.
Cuando uno termina de ver ‘Jarhead’ se pregunta dónde han quedado aquéllas imágenes marcadas en la memoria colectiva de la soldado Lynndie England arrastrando a un iraquí desnudo y maniatado en la prisión maldita de Abu Gharib o a aquellos entusiastas marines que confesaban en ‘Fahrenheit 9/11’, de Michael Moore, cómo se inspiraban con la canción ‘Burn, motherfucker, burn’, del grupo Bloodhound Gang, a la hora de salir a matar iraquíes en Afganistán. Por supuesto, no era de recibo crear una película norteamericana que reflejara con todo lujo de detalles cómo muchos de los marines yanquis cometen en las guerras reiterados actos atroces y violaciones del derecho internacional, ya sea hace quince años atrás como en el actual Golfo. Como bien se estipula en el final de la cinta de Sam Mendes "Todas las guerras son diferentes. Todas las guerras son iguales". Pero hay algo dentro de esta nueva muestra de adoctrinamiento mental y físico que pretende, sin conseguirlo, reflejar la deshumanización de los muchachos metidos en el ejército americano que estimula el recuerdo de estos dos ejemplos reales en cuestiones castrenses de un orbe tan manido como la dureza extrema de la formación marcial de los marines.
‘Jarhead’ es la nueva tentativa de un director denominado como controvertido para polemizar sutilmente sobre aspectos de una nación y su ejército bajo una disposición crítica, como ya hiciera en la sobrevalorada ‘American Beauty’, pero sin posicionarse lo suficiente como para resultar sarcástico, situándose en la frontera de la ambigüedad y enturbiando el mensaje que subyace en la historia antibélica que no llega a cuajar en ningún momento, pero que tampoco decepciona. Para ello, Mendes aporta a su nuevo filme un barniz humanista y bastante indulgente con la historia de Anthony Swofford, un soldado que publicó en 2003 un libro de memorias en el que narraba cómo miles de soldados ni siquiera tuvieron que disparar sus rifles en la Primera Guerra del Golfo porque la batalla se libró desde el aire en un conflicto de intereses (fundamentalmente, el oleoducto que atraviesa el mar Caspio) que se inició con la invasión de Kuwait por parte de Sadam Hussein. ‘Jarhead’ es así una tragicomedia subjetiva de un soldado que descubre el infierno de la educación militar, de esa disciplina que obliga a eliminar de forma estricta la individualidad y la inhibición para matar, cristalizado en único deseo y pilar de su personalidad táctica y la propagación de una escrupulosa ética de trabajo en equipo.
Mendes orienta su visión hacia esos muchachos procurando dejar a un lado la devoción del patriotismo, huyendo del campo de batalla para insertarse en las vidas de unos chavales autodenominados ‘cabezabotes’ (los ‘jarheads’ del título original), entre los que se incluyen jóvenes cultos y preparados que “se perdieron de camino a la universidad”. Máquinas de matar creadas al amparo de la humillación y la anarquía mental en pos de una sola idea: la Guerra implora la necesidad de matar, del enfrentamiento humano que encubre la negligencia de aquellos que las provocan. En este contexto, el director británico (y por extensión el guionista William Broyles Jr.) acometen el libro de Swofford como simple coyuntura para llegar a la conclusión básica del género bélico moderno, que renuncia a ideologías y concluye con un axiomático aforismo: la guerra no es más que un enorme desierto, en el que ni si quiera hay sitio para el enemigo. Es ahí, en esa guerra sin batalla, donde ‘Jarhead’ funciona en cuanto a intención narrativa, como revisión del sentido político y moral del antibelicismo actual, de hombres perdidos en espacios recónditos, esperando ejecutar órdenes confusas, allí donde el espectador alcanza un efímero y aceptable vínculo de sinapsis.
Pero hay algo que no funciona, a pesar de ir en contra de la glorificación del heroísmo yanqui o de no posicionarse en un discurso militarista o antimilitarista, tal vez derivado de una examinada frialdad del discurso fílmico o de esa intensa voluntad narrativa. Nada resulta épico. Todo lo contrario, las acciones bélicas son de lo más triste; instrucción extrema, ejercicios de adiestramiento empírico y una constante promesa de operaciones belicosas que nunca llega a conformarse, todo producto de cierta complacencia que transita por lugares comunes visitados cientos de veces, de una reincidencia en el elemental dibujo tipológico del género. A ello se une el esperado exceso esteticista del autor, la reincidente demostración de apabullante estilo y megalomanía academicista, evitando el clasicismo de su empalagoso anterior filme para exponer conscientemente sus aspiraciones visuales, que le sitúan por encima de un guión que, por momentos, se desliza hacia la prédica, alargando la sombra de Mendes (en comunión con el director de fotografía Roger Deakins) y estableciendo su figura por encima de cada plano, produciendo, como es rutina en él, un exceso de pretenciosidad estética debilitada, además, por la redundante partitura de un Thomas Newman que no ha vuelto a innovar desde ‘American Beauty’.
Sam Mendes pretende apuntar a algunos clásicos del género como Sam Fuller, Nicholas Ray, Raoul Walsh o William A. Wellman, e incluso, consciente de su capricho, hacer homenajes de forma explicita (ya sea con fragmentos Coppola y Cimino) o virtuales transcripciones de los grandes filmes bélicos de Kubrick o Stone. A Mendes, por tanto, le hubiera gustado que ‘Jarhead’ describiera en sus parámetros una configuración de representación colectiva de marines muy distintos entre sí que son aleccionados existencialmente en un mundo enloquecedor que contiene sargentos de hierro, vida militar rutinaria, desengaños sentimentales fraguados en la distancia y una locura paulatina a la que es imposible escapar. Soldados, en definitiva, atrapados entre la muerte, el aislamiento y la jerarquía de una guerra, como todas, carente de sentido. Pero esa forzada y aparente mirada neutral y en exceso ridiculizada con un humor que a veces funciona y otra no, se precipita en una inesperada trivialidad convertida con el paso del metraje en ambigüedad.
Entre el humor, la locura bélica y la disciplina del adiestramiento, el resultado de ‘Jarhead’ es una muestra desequilibrada muestra de lo mejor y lo peor de un Sam Mendes que se erige como un efectivo dominador de la puesta en escena y un preceptor de conceptos teóricos de desiguales consecuencias en torno, esta vez, a la figura de unos soldados (entre los que destaca especialmente la interpretación secundaria de Jamie Foxx) inmersos en una guerra real e interna que termina con una implícita deliberación sobre las experiencias de estos marines y la cruda realidad de un presente aturdido por un recuerdo imposible de borrar. La locura, en suma, de ese “semper fidelis” que rige el lema marcial norteamericano reflejado en su epílogo por un desequilibrado veterano que les muestra, en su heroica vuelta a casa, las secuelas de una experiencia imborrable. Como bien dice Swofford al final del filme “seguimos en el desierto”, que patentiza los mismos errores que ellos cometieron hace tres lustros se siguen perpetuando hoy en día en la inconclusa guerra del Golfo.
Miguel Á. Refoyo © 2006

martes, 17 de enero de 2006

Una historia de terror

Fue que le tocaran una teta y mirad cómo se ha puesto.
Parece una hermana de los 'Fat Boys'.

'Brokeback Mountain' triunfadora en la 63ª edición de los Globos de Oro

La semana pasada asistí al pase de prensa de ‘Brokeback mountain’, esa esperada y comentada historia de amor entre dos ‘cowboys’, narrada con contundencia, precisión y realismo por Ang Lee. La de un romance seco, austero, que describe sin complejos y de un modo instintivo, la homosexualidad de dos hombres que no autoasumen su condición, circunscritos en una época que no transigía este tipo de idilios. Una cinta que ofrece con inclemencia masculina un torrente de imágenes y sentimientos, de amor y dolor. Una obra magna que ya verá ampliado su espacio con una crítica que aparecerá en días sucesivos en este Abismo.
‘Brokeback Montain’ es, sin embargo, una película que se antoja demasiado arriesgada como para ser un éxito en Hollywood y, sobre todo, es impensable que pudiera arrasar en los Oscar. Pues tales afirmaciones no son más que pura mendacidad, ya que esta madrugada la hermosa película de Ang Lee se ha hecho con cuatro Globos de Oro de los siete premios a que aspiraba, entre ellos el de mejor película y mejor director (además de mejor guión adaptado y mejor canción –del argentino Gustavo Santaolalla-). Un logro ni sorprendente ni mucho menos inmerecido. ‘Walk the Line’, el biopic de Johnny Cash dirigido por James Mangold ha sido la ganadora a mejor comedia o musical, llevándose también el de mejor actriz secundaria para Reese Whiterspoon y mejor actor de la citada categoría para la composición de Joaquin Phoenix.
En el apartado interpretativo, Philip Seymour Hoffman se alzó, como se esperaba, con el dorado galardón por su recreación de ‘Capote’ y Felicity Huffman se consolidó como una de las actrices norteamericanas del momento con su ‘Transamerica’. También Rachel Weisz se llevó el de mejor secundaria por 'El jardinero fiel'. ‘Good Night, and Good Luck’, la cinta dirigida por George Clooney se fue con las manos vacías. Al igual que ‘Match Point’. Sin embargo, Clooney vio reconocido su trabajo como actor secundario en ‘Syriana’, de Stephen Gaghan. Por último, John Williams volvió a componer la mejor partitura, según el criterio de la prensa extranjera, con su portentoso trabajo para ‘Memorias de una Geisha’ y la mejor película de habla no inglesa fue la palestina ‘Paradise Now’, que le ganó la partida a la francesa ‘Feliz Navidad’ y a la mítica ‘Kung-fu Hustle’, de Stephen Chow.
Los Globos de Oro televisivos estuvieron repartidos, pero no hubo sopresas; ‘Lost’ y ‘Mujeres desesperadas’ se alzaron con los premios a mejor serie dramática y comedia respectivamente.
Habrá que ver si la Academia también reconoce el hallazgo del año, la ruda e inolvidable historia amor y adulterio de Jack Twist y Ennis del Mar que está conquistando a todo aquel que la ve.
De momento, ya es la favorita para los Oscar del día 5 de marzo.

lunes, 16 de enero de 2006

Tales from the tree

Escupitajo, gapo, esputo, gallo, pollo, gargajo, felipete, flema, salivazo…

Fincher llevará al cine 'Torso'

A la espera de ‘Zodiac’ (del que podemos ver un 'teaser-poster'), uno de los títulos más suspirados del año, el ínclito David Fincher tiene un nuevo proyecto en cartera. Uno de los guionistas de moda, Ehren Kruger, está adaptando el ‘cómic-book’ ‘Torso’, de Brian Michael Bendis (también ilustrador) y Marc Andreyko. Y no se trata de un simple rumor, ya que desde el Hollywood Reporter se asegura que Bill Mechanic, Don Murphy, Todd McFarlane y Terry Fitzgerald serán los encargados de producir el film.
El cómic está basado en hechos reales que forman parte de la ‘leyenda negra’ de Cleveland, a mediados de los años 30, donde tras acabar con Al Capone, Elliot Ness, junto a los detectives Myrlo y Simon, deberá resolver una serie de macabros asesinatos llevados a cabo por el que puede considerarse como el primer asesino en serie de los Estados Unidos "El asesino del Torso". La metodología seguida por éste es de lo más sanguinaria y cruel, ya que los cadáveres aparecían con la cabeza seccionada y sin manos ni pies, con lo que su posterior identificación era prácticamente imposible.
Tanto para los seguidores de Fincher como para los aficionados al buen cómic documental, es una gran noticia que promete un gran relato en clave de ‘thriller’ de la crónica negra americana.
Esperemos que se materialice.

domingo, 15 de enero de 2006

Adiós a Shelley Winters

1920-2006
Era una de las más grandes, una de esas actrices sempiternas y auténticas de la Época Dorada de Hollywood que marcó con su presencia cada título en el que estuvo presente. Una de esas escasas intérpretes que, sin poseer el ‘glamour’ de las estrellas, encarnó como nadie a entrañables personajes sumidos en la mediocridad, incapaces de dominar su destino y constantemente empujados al drama y la tragedia. Siempre con credibilidad, con arraigo a la vieja escuela interpretativa, reportando una feroz contundencia a la gran pantalla, perceptible en el sacrificio vital de unos personajes acentuados por su dulce rostro, Winters acabaría encasillándose en papeles de excesivas madres y de plañideras maduras que ella interpretó con un vivaz sentido del patetismo.
‘Doble vida’, de George Cukor, ‘Una vida marcada’, de Robert Siodmak, ‘The Great Gatsby’, de Elliot Nugent, ‘Winchester 73’, de Anthony Mann, ‘Yo amé a un asesino’, de John Berry, ‘Un lugar en el sol’, de George Stevens, ‘La torre de los ambiciosos’, de Robert Wise, ‘Lolita’, de Stanley Kubrick, ‘La noche del cazador’, de Charles Laughton, ‘Confidencias de mujer’, de Cukor, ‘Un retazo de azul’, de Guy Green o ‘El diario de Anna Frank’, de Stevens, ‘Alfie’, de Lewis Gilbert, ‘Harper, investigador privado’, de Jack Smight, ‘Mamá sangrienta’, de Roger Corman y ‘La aventura del Poseidón’, de Ronald Neame fueron sus películas más destacadas.
D.E.P.

sábado, 14 de enero de 2006

Mañana, cita con el cortometraje en Madrid

Daniel Romero, el creador de la blog ‘Un día de furia’ y gran amigo, estrena mañana domingo su último cortometraje ‘Una puerta cerrada’ (del que podemos ver en el videopost el ‘teaser-trailer’ -siento la calidad del vídeo, pero se mejor aquí-), el nuevo ejercicio de suspense de este chavalón determinado, al menos en su anterior y loable corto ‘Inacabado’, a un género tan complejo como es el ‘thriller’ de suspense. A pesar de los pequeños defectos de juventud e ingenuidad y compendiado en intenciones al servicio del siempre limitado formato de vídeo, Romero (también conocido como “Lebo” –por su filiación a la película de los Coen ‘El Gran Lebowski’-) deja claro poco a poco que, más allá de sus temas o sus mensajes, domina una fascinante estructura narrativa donde prepondera su estupenda realización basada en la capacidad de relatar por medio de sus cuidadas imágenes, de su implicación en el impecable ritmo del montaje. No obstante, la carrera de este cortometraje sigue triunfal por el diligente mundo de los festivales cortometrajísticos, obteniendo en el camino el premio a la mejor dirección con en el festival La claqueta de Arroyomolinos.
‘Una puerta cerrada’, es el siguiente escalón en una progresiva evolución que denota que estamos ante un gran autor en ciernes, en un creador con inquietudes fílmicas heterogéneas, puntualizadas en el ansía de cambio de temática a la que estamos acostumbrados a ver. La cita para ver este nuevo trabajo de Romero (codirigido por Raúl “Slater” Garán) tendrá lugar mañana domingo 15 de Enero a las 22:00 horas, en el local El Plaza, situado en la Calle Martín de los Heros, junto a Metro Plaza España, en Madrid. No tenéis excusa para los que viváis en la capital. La entrada es gratuita y estáis todos invitados.
El argumento:
SeCReX es una empresa que se dedica a comerciar con los secretos de las personas. La discreción, la garantía de sus servicios y la rigurosidad de sus métodos les diferencia de la competencia. Cuando Manuel Alterio acude a sus instalaciones con una falsa identidad y un secreto guardado con llave en una habitación de su memoria, conoce el significado de las palabras Factor Cero.
Suena bien ¿eh?
Pues ya sabéis lo que tenéis que hacer para disfrutar de una tarde con uno de los representantes más constantes y prometedores del cortometraje en vídeo del basto panorama ibérico.

viernes, 13 de enero de 2006

jueves, 12 de enero de 2006

Altman recibirá el Oscar Honorífico

Durante la 74ª edición de los Oscar, hace ya cuatro años, tuvo lugar una de las imágenes más destacadas de estos premios ataviados de un fingido alcance y jerarquía dentro del mundo del cine. Se trataba Robert Altman y David Lynch, dos clásicos del celuloide, ambos nominados por ‘Godsford Park’ y ‘Mulholland Drive’, respectivamente, dos películas impecables, dos grandes trabajos que fueron, obviamente, ninguneados en una ceremonia marcada por la deferencia en los premios con la comunidad afroamericana (Halle Berry, por ‘Monster’s Ball’, Denzel Washington, por ‘Trainning Day’ y el honorífico para Sydney Poitier), los homenajes que la Academia dedicó al 11-S y a la ciudad de Nueva York (incluso Woody Allen hizo un señalado y puntual acto de presencia) y por la consecución de la inmerecida gloria de una película tan mediocre como ‘Una mente maravillosa’, de Ron Howard improcedente ganador del Oscar al mejor director.
La imagen no tiene desperdicio, ya que los dos veteranos directores aplauden entre abrazos y risas los premios de Howard, ajenos a la iniquidad del momento, sabedores del funcionamiento de una industria de oropel que conceptúa su cine alejándolo de la calidad, donde procede más vacuidad de este asexuado galardón que la verdadera esencia del cine. Disfrutando con ironía y humor del instante de infamia cinematográfica que se produjo aquella noche. Lynch parecía decirle a Altman “¡Qué te había dicho!”, mientras el por entonces septuagenario director de ‘M.A.S.H.’ y ‘Nashville’ parecía asombrarse con gracia ante el destinatario del Oscar. Una vez más, la postiza hipocresía de estos galardones había sido la gran protagonista de la velada.
Hoy, nos hemos enterado de que Robert Altman, al igual que muchos otros ilustres olvidados, va a ser tardíamente condecorado con un anecdótico Oscar honorífico a este viejo zorro del Séptimo Arte, a un hombre que ha sido nominado cinco veces al Oscar como director y dos más como productor a lo largo de una prolífica carrera que no ha necesitado (como casi ninguno de los grandes) de esta recompensa para consagrarse como uno de los más sobresalientes realizadores del cine contemporáneo.
Altman posee una de las más singulares e interesantes carreras de la cinematografía norteamericana alcanzando tal fluidez en su ejemplar estilo que llegó a olvidar el origen escénico de sus primeras obras. Siempre fiel a su forma de ver el cine y la vida, sin olvidar nunca la sátira, procurando en todo momento no evitar la obviedad de sus preceptos sardónicos y críticos, Altman ha sabido jugar con la tradición cultural de un país para alterar intencionalmente sobre los géneros tradicionales. Así el ‘western’ (‘Los vividores’, ‘Buffalo Billy los indios’), el cine bélico (la magnífica ‘M.A.S.H’), policiaco (‘El largo adiós’), ciencia-ficción (‘Quinteto’), musical (‘Nashville’), el drama coral (‘Short Cuts’) o el género de suspense (‘Godsford Park’) patentizan que estamos ante un cineasta contracorriente. Siempre desde un prisma donde no cabe lugar al romanticismo, pero sí una estela de transitorio lirismo, mordaz sátira y variado realismo. Altman a pesar sus desiguales resultados en algunas películas fallidas ostentan una inventiva, pluralidad y exuberancia de las que pocos directores pueden alardear. 86 películas como director, 39 como productor y 37 guiones son, de momento, el resultado de tan fecunda filmografía.
Y continúa, ya que el veterano cineasta, a sus 80 años, se encuentra actualmente filmando ‘Paint’, en la que vuelve a hacer otra de sus sarcásticas críticas, esta vez retratando un submundo social tan especial como lo es el del comercio del arte. Como ya hizo con la industria hollywoodiense en ‘The Player’ o con el mundo de la moda en ‘Pret-a-porter’. En ‘Paint’ el centro de la pulla es, evidentemente, una galería de arte neoyorquina poblada con sus típicos personajes.