lunes, 31 de octubre de 2005

Entrevista al fulano del Abismo

La redacción de Sincolumna ha tenido a bien publicar una entrevista que le han hecho al enloquecido creador de 'Un mundo desde el Abismo' (que resulta que soy yo) detallando algunos aspectos de la ‘blogoesfera’ en general y del Abismo en particular, atestiguando laxas impresiones sobre este creciente cosmos de desvarío, información, entretenimiento y feísmo cultural. Divago torpemente, procurando teorizar, dejando claro que no sé muy bien de qué va el tema este de los blogs. En realidad yo sólo quiero divertirme escribiendo. Y es lo que hago diariamente.
Los ‘weblogs’ han abierto, en gran medida, una nueva etapa en la comunicación con gran variedad de temática adecuada al lector donde todos pueden elegir qué leer y dónde. Y para eso se crean cada día miles de ellos y otros fenecen con la misma rapidez.
Veamos hasta cuándo dura éste.
Ah, sí. La entrevista, aquí.

Habemus Infanta

3,540 kilos y 47 centímetros de Borbón.
Se llama Leonor.
Ha venido al mundo a las 1:46 horas.
Lugar: Clínica Ruber Internacional.
El parto ha sido inducido a través de cesárea (que cualquiera nace el Día de los Difuntos).

domingo, 30 de octubre de 2005

Apatía de un lluvioso domingo

Es un domingo lluvioso, apagado, desabrido, aburrido e insustancial. Ideal para tumbarse a ver la televisión hasta que el sofá mimetice una desvalida forma corpórea.
La posibilidad de escribir uno de estos textos que se dan en llamar post que incluya una sesuda reflexión sobre el ser y la nada es totalmente nula. Y menos hacer alarde de incompetencia pretendiendo deliberar sobre el acto de pensar y el de existir.
Podría escribir una crítica de cine, tantear algún tema de actualidad, redactar algo sobre música o cómics, resucitar alguna vieja sección del Abismo perdida en mi memoria y en el Fondo (a punto de ver su versión 2.0), especular con teorías cinéfilas, artísticas o de cualquier otra índole. También colocar imágenes paradójicas e impactantes, estudiar por qué no he vuelto a editar ningún ‘videopost’, buscar frases más o menos humorísticas o narrar mi vida cotidiana, tan insípida como tantas otras que pueblan la ‘blogoesfera’.
Pero no. No me apetece.
Dejémonos de letárgicos efectos introspectivos y dediquémonos a disfrutar un poco este apático domingo echando un vistazo a algo que merezca la pena, aunque sea con intenciones prosaicas ¿No?

viernes, 28 de octubre de 2005

Una verídica y fría experiencia

Os voy a contar una historia. Una historia real y escalofriante, como la vida misma. Sucedió en septiembre de 2001, en el transcurso de la 49ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En una sesión matinal, de esas que acumulan bostezos, lágrimas de sueño y legañas. Entre sopor y letargo, se atisbaban divertidos rostros de desaliento en aquellos críticos que no están acostumbrados a estos madrugones de Zabaltegi, poco curtidos en estas proyecciones y sólo habituados a dos películas al día y a copiosas comilonas e ingente ingestión de diversos licores.
Comienza la película. Todos estamos avisados y sabemos, por la anterior filmografía del director, que se trata de un filme escabroso y difícil. Tan gélido en su brutal trama, que muchos de nosotros está incluso a disgusto, sin saber muy bien dónde mirar, ni qué hacer con las manos. Sin encontrar una postura acomodaticia a la situación. Implacable, el director de la cinta lanza complejos cuestionamientos rigurosamente morales, explicitando la clave de la película en una de las más impías elipsis visuales que no dejan, sin embargo, lugar a dudas de lo que está pasando en la escena: la descripción sexual de una enferma mentalidad recluida en la insatisfacción, el sometimiento y la soledad. Desde una perspectiva casi entomológica de una persona escindida a múltiples niveles que cercena su vagina como necesidad lenitiva de sus disfunciones sentimentales y como una muestra de dolor inexpresado. Por supuesto, se trata de ‘La pianista’, de Michael Haneke.
En esa secuencia de cisura vaginal, de espeluznante realismo, de emocional bramido argumental, cuando todos en la sala del Teatro Principal estábamos con la sangre coagulada por la frialdad del momento, las luces se encienden de repente. Algo ha pasado. No sabemos muy bien qué. Cuando una ex-amiga lanza una escalofriante posibilidad de amenaza contra nuestra seguridad, RSP y yo nos acojonamos. Es muy extraño e inusual que en Donosti se detenga una proyección. Cuando nos dirigimos al pasillo para abandonar la sala, observamos la razón de la suspensión del filme. Un hombre entrado en kilos, con espesa barba, yace en el suelo con el rostro pálido, sin poder respirar. Esteve Riambau, que por lo visto tiene conocimientos médicos, intenta reanimar al sujeto. En ése instante, las puertas del cine se abren y entran dos miembros del Samur. El hombre parece reaccionar y se levanta por su propio pie, dejando ver un semblante cadavérico que aterrorizaba por su dificultad para respirar. Insiste en que se encuentra bien. Se ha desmayado. O ése es el diagnóstico que determina uno de los críticos más prolíficos y antipático del orbe cinematográfico-periodístico.
Todos nos miramos estupefactos y volvemos a sentarnos con la sensación de aturdimiento y efímero miedo en el cuerpo. Michael Haneke consiguió que una persona se desmayase. Un crítico de cine, un profesional del medio acostumbrado a ver de todo en una pantalla de cine, cayó fulminado por esta secuencia explícita. ‘La pianista’, a pesar de su imprecisión visual y su gélido contenido argumental, había logrado tumbar a un curtido hombre por la exactitud narrativa y la reflexión implícita que provoca esta enfermiza obra de culto.
La represión, la contención sentimental y la subordinación materna son elementos que Haneke subvierte basándose en la novela de Elfriede Jelineck con una tormentosa y doliente experiencia sensorial con la historia de una madura profesora de piano y sus extrañas relaciones con un joven estudiante de música y su posesiva madre. Una disfunción malsana en la expresión de las emociones de una mujer que se deja llevar en el difícil tránsito hacia la automutilación, el deseo reprimido, la endogamia incestuosa y el sadomasoquismo físico y psíquico. Dura, brusca y cortante, ‘La pianista’ no elude una mirada directa al tema que plantea. Una experiencia perturbadora que impone una de las mejores interpretaciones de los últimos años por parte de la siempre intensa y poderosa Isabelle Huppert en su alegórico personaje de mujer golpeada por la incomprensión y la ignominia de la sumisión. Una película que aquellos que ven no pueden olvidar. Y menos, el hombre de la barba que se desplomó con esa secuencia que permanece indeleble en la retina colectiva.

jueves, 27 de octubre de 2005

Review 'A History of Violence'

La piel del lobo
Cronenberg recurre a su habitual maestría para fraguar un sólido y abrumante diagnóstico sobre la violencia congénita al ser humano y sus consecuencias
David Cronenberg nos propone con ‘Una historia de violencia’ una nueva experiencia extrema, de esas en las que tanto se prodiga el obsesivo autor de ‘Spider’, discurriendo mediante imágenes en su habitual universo que colecciona morbidez y desasosiego, abordando esta vez un espinoso tema como es la violencia. Cronenberg penetra en la insondable fisiología de la brutalidad inherente al ser humano y sus diferentes representaciones, descritas, como no podía ser de otro modo en este transgresivo realizador, audaz y controvertido, sin rehusar a la náusea implícita que ésta provoca bajo la falsa felicidad, retornando a viejas perturbaciones temáticas como la consaguinidad, el sexo, la ambigüedad o la ambivalencia.
Esta historia de violencia tiene como protagonista a Tom Stall (un destacado Viggo Mortensen), dueño de un restaurante que vive feliz junto a su familia en Millbrook, un pueblecito de clase ‘media baja’ situado en el estado de Indiana. Cuando Tom, en defensa propia, mata a dos criminales que intentan asaltar su bar sufre las consecuencias del examen público mediante de los medios de comunicación que le aclaman como a un héroe. Un hecho que provoca el tremebundo regreso de sus fantasmas del pasado personificado en el mafioso Carl Fogarty (sempiterno ‘robaplanos’ Ed Harris). Lo que parece una película que rompe la continuidad estilística y temática del autor canadiense, no es más que el cambio metalingüístico a la hora de indagar en las oscuras acequias morales que inundan cuestiones acerca de la identidad, la verdadera naturaleza y la obsesiva dualidad encubierta que perduran en el interior humano. Con un poder teologal de inabordable ingenio subversivo, ‘Una historia de violencia’ acomete un bucólico diagnóstico sobre esa furia que nos contamina, donde cualquier imagen idílica puede transformarse en una pesadilla, en una inapelable tragedia de enfermedad infecciosa, la que provoca la violencia de carácter atávico que necesita ser eliminada de raíz con más violencia.
Intensa y perspicaz obra, demuestra que Cronenberg es un director capaz de enfrentarse a su propia idiosincrasia, tomando un material ajeno para transformarlo por completo, sin renunciar por ello a sus obsesiones morbosas o a su brillante y sutil sentido del humor. Poco tiene que el guión de Josh Olson con el ‘cómic-book’ de John Wagner y Vince Locke, ya que Cronenberg destruye los preceptos ‘tebeísticos’ en su disertación sobre la gradual metamorfosis que conlleva a la conducta violenta. Tal vez sea esta la más naturalista de las películas del director, donde la reincidente mutación es más humana y abordable, acercando al público a lo brutal desde la normalidad, para desgranar una visión de la apariencia de lo establecido y revelar la turbación que engendra lo más recóndito del ser humano, con un metodismo tan enérgico como lo haya podido mostrar anteriormente en sus películas más célebres. ‘Una historia de violencia’ comienza desplazándose por un cauce aparentemente lánguido, donde nada es desapacible ni desconcertante, presentando a un Stall modélico, hombre rural que saluda cada mañana a todos sus vecinos y participa en tediosas charlas sobre ex novias, amante de su bella esposa Edie (turbadora y convincente Maria Bello) que concreta ocasionales juegos sexuales y padre ejemplar de dos hijos encantadores. Todo demasiado impávido, si no supiéramos que algo está a punto de pasar, palpitación promovida por un magistral prólogo. Cuando los criminales irrumpen en el restaurante de Stall y éste los elimina de forma implacable y brutal, la narración comienza a implicar un nivel emocional progresivo, que tiene como consecuencia un subyugante ritmo que se fragua en una excepcional intriga clásica y catártica de divergencias entre ambientes y personajes.
Crítica con la sociedad actual, ‘Una historia de violencia’ se centra también en dos conceptos de actualidad como son los ‘mass-media’ y el heroísmo en tiempos de Bush Jr. Por una parte, los medios de comunicación extraen lo peor de la sociedad, la inmundicia que se intenta ocultar y que todos llevamos dentro. Una necesidad social por generar modelos de conducta, sin saber que bajo el paradigmático virtuosismo, bajo la apariencia de la frágil rutina mostrada como una cotidianidad ataviada de felicidad familiar, donde el anonimato, la mezquindad y la impericia sirven como símbolo del buscado bienestar, se esconde un lobo bajo la piel de cordero. Cronenberg deja ver que cualquiera puede ser un asesino encubierto y que el heroísmo actual en Estados Unidos se puede construir perfectamente sobre el asesinato de dos ladrones por parte de un individuo que se protege, llegando a ser magnificado por la prensa, lo que hará que se destape una doble faceta del individuo, su ‘yo’ pasado, un criminal.
Y es que la trasgresión, la perversión, la abyección psicológica y la sexualidad sin tapujos giran en torno a la identidad constituida a partir del ámbito claustrofóbico de ese otro ‘yo’ localizado en la interioridad subjetiva. La metamorfosis es, en definitiva, una mutación de la subjetividad que se fracciona en el exterior. Una duplicidad inseparable que proviene aquí de los más bajos (y naturales) instintos humanos como son el sexo y la violencia, visualizada en la comentada secuencia de sexo entre el matrimonio Stall, con una morbosidad perversa, encerrando una violencia que es amago de violación y atracción a unos niveles psíquicos inexplorados, comenzando con iracundos golpes de odio y desprecio por parte de la pareja y acabando con una colérica cópula marital sobre las escaleras suscitada por un primitivo estímulo.
Concentrada toda la tensión en una impecable puesta en escena, meticulosa y precisa en los momentos de agresividad violenta, la visceralidad se va consolidando por una grafía de concisión ejemplar, permitiéndose aglutinar referencias al cine negro de los años 50, al espíritu del ‘western’, al drama sentimental e incluso a cintas de fondo ‘teenager’, ‘Una historia de violencia’ plantea al espectador que el hombre es violento por naturaleza, exhibiendo la violencia heredada o contagiada genéticamente, desde una visión ‘darwinista’ que es mostrada, con toda la frialdad del mundo, cuando Jack (Ashton Holmes, irrefutable descubrimiento interpretativo), el hijo adolescente de Stall, afectado por la situación de su padre, propina una paliza al matón del instituto, en otra hábil muestra de violencia real, brutal e instantánea, sin una recreación estética definida, impredecible y salvaje, como la vida misma.
Por último (y ¡Atención ‘spoilers’ –avisados quedáis-!), Cronenberg aborda un conflicto existencial a través de un personaje coaccionado por su pasado que ve cómo el espectro de sus actos pretéritos subvierten en sus renovados valores, sin cuestionarse por la moralidad de las cruentas acciones que en ella aparecen, porque llega un momento en que el espectador, consciente de la crudeza de lo que está viendo, respalda la actitud manipuladora e interesada de Stall, ya que, en último término, su objetivo prioritario no es alejarse de su pasado, si no mantener a salvo a su familia, delimitando su territorio y salvaguardando una progenie que ha conseguido postergar al criminal que fue en el pasado. De ahí que Stall se redima consumando el atroz acto que logre eliminar el único escollo que le une a su remota vida, devenido en otro tema recurrente en la carrera del director de ‘Inseparables’: aniquilar la consaguinidad, la muerte del hermano mayor (un histriónico y defectuoso William Hurt) que destruya por completo su vida anterior y acabar la tragedia con el difícil regreso al hogar, donde la familia adopta la consecuente asimilación, tomando conciencia de todos los pecados que se han cometido, de expiación y purgación, aprehendiendo la posibilidad del perdón constituido en un territorio común de justicia y olvido.
Miguel Á. Refoyo © 2005

Athletic: ¿Herido de muerte?

AYER (22/01/2005)
Athletic 4 – Osasuna 3
"La catedral del fútbol español, demostró una vez más ser una afición incondicional y una de las mejores del mundo. Con el 0-3 en el luminoso a favor del CA Osasuna, gracias a los goles de Pablo García, Webo y Patxi Puñal, la parroquia rojiblanca no dejó de animar a su equipo y resultó fundamental en la remontada. Dos goles de Fran Yeste en el 59 y en el 64, devolvieron la emoción a un partido, que parecía claramente sentenciado. A falta de ocho minutos, Tiko puso las tablas en el marcador tras un preciso disparo. La noche tuvo un broche de oro con Julen Guerrero haciendo definitivo 4-3. El equipo vasco acabó el choque con un hombre menos, tras la expulsión de Yeste por doble amonestación".
HOY (26/10/2005)
Osasuna 3 – Athletic 2
"Osasuna sigue sin ceder un solo punto en El Sadar al ganar 'in extremis' por 3-2 a un Athletic que acumula ya ocho jornadas seguidas sin conocer la victoria y cuatro derrotas consecutivas. Un gol de Webó en el tiempo de prolongación sitúa a los navarros como líderes provisionales, al firmar su mejor arranque liguero, mientras los vascos nunca habían empezado tan mal una Liga y de hecho acabarán colistas esta jornada."
Oremos e invoquemos una pronta e inmediata mejora, queridos y afligidos (como es mi caso) simpatizantes de este club que nunca ha estado en segunda y que teme porque el desastre se consume a final de temporada.
Ahora más que nunca: "¡Aupa Athletic!".

miércoles, 26 de octubre de 2005

Truculencia fotográfica

En junio de 1888, la legislatura de Nueva York aprobó una ley que establecía la electrocución como método del estado para la ejecución de criminales condenados a la pena de muerte. Los muy avispados aprovecharon el invento de Edison (descubierto sólo nueve años antes) para su macabra forma de impartir justicia.
La medida fue saludada en la época como el señuelo de equidad procedente de las nuevas tecnologías.
Esta es la macabra e insólita galería de sillas eléctricas americanas.

martes, 25 de octubre de 2005

...Y otras 100

Otra efímera y temeraria ‘lista-ranking’ que define la inagotable diatriba que supone el ostracismo y que hace reflexionar de inmediato las 100 mejores películas de la historia del cine. Así, sin más. Como quien decide comer un aperitivo a media mañana.
Esta vez, la fuente, menos equitativa que las restantes ocasiones es Total Film, para la cual las mejores 10 cintas dentro de sus 100 son:
1. 'Goodfellas', de Martin Scorsese.
2. 'Vertigo', de Alfred Hitchcock.
3. 'Jaws (Tiburón)', de Steven Spielberg.
4. 'Fight Club', de David Fincher.
5. 'El Padrino: Parte 2', de Francis F. Coppola.
6. 'Citizen Kane', de Orson Welles.
7. 'Tokyo Story', de Yasujiro Ozu.
8. 'Star Wars: El Imperio Contraataca', de Irvin Keshner.
9. 'The Lord of the Rings trilogy', de Peter Jackson.
10. 'His Girl Friday', de Howard Hawks.
Es la lista más descaradamente ecuánime y pretenciosa que se ha publicado últimamente de los cientos de ‘Top 100’ que proliferan en los medios de ocio. El resultado es tan inconexo como grotesco.

'Boiling Point': De 'yakuzas' y 'losers'

Es raro que Takeshi Kitano aún no hubiera sido mencionado en el Abismo. No sé por qué, la verdad. Aunque no ha sido algo deliberado. Hace poco revisé ‘Boiling point’ y, aunque muchas de sus películas posteriores (casi todas, diría yo) me gusten más, es la primera ocasión -y no la última- en que voy a hablar de este cineasta que, sin descubrir nada nuevo (es más, existen amigos ‘blogueros’ expertos en el tema), es una de las figuras más fascinantes del cine contemporáneo.
‘Boiling Point’ se centra en dos amigos bastante ‘freakies’ que son reservas en un equipo de baseball. Un día se ven mezclados con la yakuza local tras un incidente en el que su entrenador es herido por miembros de una banda de gángsteres japonenses. Afectados por el crimen, los dos chicos se van a Okinawa con la estúpida idea de conseguir un arma y vengarse. Allí, los dos jóvenes se hacen amigos de un yakuza retirado llamado Uehara, que tiene un demorado débito con la yakuza nipona, por lo que no duda en acompañar a los dos chicos a Tokio para enfrentarse a la mafia japonesa.
Kitano es aquí el secundario, pero punto cardinal en el desarrollo de la trama, ya que es el arquetipo del verdadero protagonista de la película, Masaki (Masahiko Ono), un tipo medio autista, tímido, retraído, símbolo del ‘loser’ oriental que, debido a las circunstancias y casi por impulso, se ve envuelto en una progresiva odisea de violencia junto a su amigo Kazuo (Minoru Iizuka), al que el personaje de Kitano acosa con sus apabullantes gestos de inequívoca peculiaridad. Y es que una de las virtudes de Kitano es un director formado en la comedia, que utiliza el ‘timing’ del humor absurdo (pero lleno de intención narrativa) con una más que cruenta y feroz violencia que no es, ni mucho menos, gratuita.
Esta duplicidad de designios, distintivos en Kitano a lo largo de su impecable filmografía, florece en ‘Boiling Point’ como germen de un estilo, de la desafiante mirada cruel pero irónica ante la violencia, con imprevisiones escénicas en las que, muchas veces, es importante la desarticulación del tiempo, donde tan pronto puede darse una brusca elipsis, como el recurso de un humor inesperado. Es la particular disposición a la hora de asumir sus momentos más violentos por parte de Kitano, que lo hace de una manera arcaica, acercándose al ‘slapstick’ de clásicos como Buster Keaton. Y claro ejemplo de ello es esa prodigiosa secuencia de ‘karaoke’, con Uehara dándole botellazos en la cabeza a los yakuza que aparecen por allí, mientras la cámara gira en torno a los personajes, en extraña prosopopeya de la borrachera del veterano gángster o el choque de Masahiko y la camarera tienen cuando van en moto y acaban estrellados contra un vehículo.
Es la manera con la que provoca al espectador un director tan inclasificable como Kitano, capaz de descontextualizar los elementos de cualquier secuencia con una dialéctica que suele ir a contracorriente, haciendo del uso clásico de los planos una anarquía personal e intransferible, sublimando, de paso, el sentido más personal de lo ‘anti-épico’ y combinarlo así con la extraña cotidianeidad que expone bajo su cínica mirada. ‘Boinling Point’ expresa, en ese sentido y a pesar de ser la más floja de las películas de Kitano, la máxima expresión de un vacío existencial (el de Uehara, pero también el de Masaki) que encuentra una insólita aventura desatando la furia interior en un entorno de violencia como una forma natural de un lenguaje que el gran Kitano domina como nadie.

lunes, 24 de octubre de 2005

984.750 €

Es la estremecedora y agigantada cantidad que cobrará Pepe Navarro por su nuevo programa en el Primera de Televisión Española. Es el presupuesto que el progenitor de los ‘late-shows’ en España se embolsará por medio de tres vías:
.- Como creador (126.750 euros).
.- Como director (390.000 euros).
.- Como presentador (468.000 euros).
Navarro todavía no ha iniciado su nueva andadura por la aciaga franja horaria del ‘prime-time’ y ya está creando polémica. Esto promete.