miércoles, 8 de junio de 2005

Goodbye Mrs. Robinson


1931-2005
Se despide este día con una triste noticia: ha muerto Anne Bancroft, una de esas actrices imposibles de olvidar, con un desbordante talento, camaleónica y gran dama del cine. De las que ya no existen.
Conocida por dar vida a la Señora Robinson, la preceptora sexual de muchas generaciones desde que esa obra maestra ‘El graduado’, de Mike Nichols, se cruzara en su camino, Bancroft también quedará para el recuerdo, por lo menos a modo personal, como la insustituible Nora Dinsmoor en la versión de Cuarón de ‘Grandes esperanzas’ o la aristócrata Mrs. Kendal en ‘El hombre elefante’. Obtuvo el Oscar en 1962 por su interpretación en 'El milagro de Ana Sullivan'.
Ha fallecido a los 73 años a consecuencia de un cáncer, según ha informado un portavoz de su marido, el productor y actor, Mel Brooks.
D.E.P.

'Rounders': De Tahúres y póquer

Muestra efectiva y neutra sobre el mundo del póquer
Convertida en una extraña cinta de culto, una de las pequeñas joyas debido a sus escasas pretensiones con la que está rodada ‘Rounders’, un drama ambientado en las dispendiosas timbas de un juego tan adictivo y comprometido como el póquer. Trampas, cartas bajo la manga y una dramática amistad es el argumento sobre el que gira esta curiosa obra de un John Dahl que dejó a un lado el tono oscurantista del puro cine ‘noir’ con ese hálito que sólo él sabe otorgar al ambiente escénico (que sobresalía de forma sublime en su mejor película ‘La última seducción’) dotándola con unos tintes dramáticos que incrementan la consecución de los propósitos genéricos del filme.
Un hecho que supone una rotación de perspectiva visual de un Dahl que pasó de ser uno de los cineastas independientes de mayor prestigio en círculos ‘indies’ a desaparecer tras su paso por el cine de terror comercial en ‘Nunca juegues con extraños’. En ‘Rounders’ el director abandonó los personajes oscuros y manipuladores de sus anteriores filmes para centrarse en la historia de Lester 'Worm' Murphy, un joven indócil (Edward Norton) recién salido de la cárcel con un pasado de adicción al conocido juego de naipes a sus espaldas, un hombre que se ve en el trance de retornar al juego cuando su mejor amigo (papel interpretado por Matt Damon) se debate en la decisión de dejar su carrera universitaria por su adquirida y perentoria ansia de jugar. Una película que recuperó para el celuloide un tema fascinante, alusivo a excelentes filmes de la talla de ‘El buscavidas’, de Robert Rossen o ‘The Cincinatti kid’, de Norman Jewison que Dahl muestra de una manera desdramatizada y sin ningún ápice de moralina bajo la manga, sin duda alguna, la gran virtud del filme.
John Dahl formuló con su quinta y depurada incursión en el cine un recorrido frugal y austero sobre el mundo del juego aquí materializado en el siempre tentador universo del póquer. ‘Rounders’ está llena de bondades, tanto formales como argumentales, desde un guión que no pretende en ningún momento ejercer de método moral, con distancia sermoneadora sobre los peligros del juego, donde Dahl se muestra efectivo y neutro con una historia muy dada ello, hasta las solemnes interpretaciones que ofrecen unos actores y actrices con talento más que sobrado (exceptuando al irritante e histriónico John Malkovich). John Dahl insiste en el tono oscuro y puramente ‘negro’ que lleva su peculiar estilo revisionista, tratando el argumento sin caer en el triunfalismo y evitando (acertadamente) el típico ‘happy end’. Incluso, sin pretenderlo, puede verse como un semidocumental que expone lo que muy bien puede ser la vida diaria de cualquier jugador de póquer.
No existe la ética (aunque esté representada en el personaje de Martin Landau), ni un ungüento demagógico sobre la victoria o la derrota. Sólo el mundo del juego, del jugador, de sus pensamientos... Si Robert Rossen mostraba el lado más oscuro del billar en el perdedor Eddie Felson con la soberbia ‘El buscavidas’, John Dahl dista de aquel en que su Mike McDermott no es un profundo análisis de la adicción, en ‘Rounders’ se muestra una historia en la que cada instante se muestra importante para el desarrollo del argumento con un protagonista muy por encima de la dialéctica social, incluso cuando aparece el personaje de Worm, lo que hace de esta película una atractiva e íntegra propuesta, cautivadora y fascinante, con olor a los grandes clásicos del subgénero.

martes, 7 de junio de 2005

Esa inseparable compañera de viaje

Robert Allen Zimermann, el genio de Minneapolis, Bob Dylan, nació del nombre de otro poeta, Dylan Thomas, para abrirse paso como cantante en el Greenwich Village, el barrio artístico de la vanguardia neoyorkina.
Un mito forjado por sus letras inolvidables, por su personal voz nasal que se ha ido deteriorando con el tiempo, por su armónica y su guitarra.
Siempre que escribo o hablo de Dylan me vienen a la cabeza Slim Pickens y Katty Jurado en ese rojo atardecer de ‘Pat Garrett and Billy the Kid’, de Sam Peckinpah, cuando Billy dispara a un viejo y cansado sheriff que se derrumba en los brazos de su mujer antes de poder llegar al río.
He aquí un particular homenaje a las guitarras del maestro.

Hablando de 'Jackass'...


Hablando ayer de Steve-O, cierto es que a veces la barbarie suele ser un evento de lo más divertido. Las envilecidas dosis de imágenes activadas con un factor de descarrío han tenido ese éxito descomunal del que hablé aquí ayer. Pero todo es más divertido cuando se traslada al entorno personal. Lo cerril, en momentos de colectividad amiguetil desprovista de retraimiento llevado (o no) por una reunión de amigos de toda la vida en una cenáculo de dipsomanía pura y dura suele dejarnos momentos irrepetibles, cuando el lado más salvaje de nuestro entorno sale a flote, cuando la civilización se convierte en una neurasténica cámara que define nuestras descerebradas ocurrencias.
Una de estos momentos míticos sucedieron durante la gran fiesta de despedida de soltero de Rafa “Perillas” el 1 de mayo de 2003, cuando surgió la oportunidad de realizar nuestro particular ‘Jackass’, cóctel explosivo y agresivo de desbordante exaltación de la amistad y las irreprimibles ganas de divertirse.
Cual aguerridos Johnnys Knoxvilles o Steves-Os, Rafa “Perillas” y Alvarito "Vodka", dos de mis mejores y más venerados amigos, se erigieron en terroristas audiovisuales de un vídeo tan mítico que no he podido guardar después de saber componer videoposts. Como idólatras de John Waters, estos dos entrañables colegas protagonizaron uno de los momentos más míticos en la retina de un colectivo caracterizado en todo momento por saber reírse de sí mismo y disfrutar cada minuto como si fuera el último. Un absurdo fue un momento imborrable.
Tanto Rafa “Perillas” como Alvarito son, probablemente dos de los tipos más divertidos que uno se pueda encontrar en esta vida. De esa estirpe con un aura especial que convoca espíritus que ni siquiera existen. Individuos con los que la risa está asegurada. Durante unas horas llenamos nuestro cerebro de alcohol, las ideas se pierden en un cúmulo de surreales visiones, de chistes sin sentido, de vida al revés. Junto a estos dos “Movidens” he compartido los más destacados instantes de diversión lúdico-etílica. Un saludo desde aquí.

lunes, 6 de junio de 2005

Steve-O: El 'Freak Circus Man' del salvajismo

Entre algunas joyas etiquetadas como ‘freaks’ que han pasado estas últimas semanas por mi monopolizado Woxter gracias al empréstito audiovisual de la galería de cd’s de Piper Kiiinan (y lo que me espera), tengo que destacar los vídeos ‘Don’t try this at home’, las salvajadas infrahumanas de ese indestructible refractario que es Stephen Glover, más conocido por sus incondicionales como Steve-O, uno de los componentes más descerebrados del discutido programa de entretenimiento extremo ‘Jackass’.
En estos días, ante mis curtidos ojos han desfilado todo tipo de barrabasadas en forma de arriesgadas perversiones corpóreas, de sanguinarios golpes sin sentido, de etilismo público como espectáculo, de escatología extrema, de puntapiés en los testículos, de gente prendiéndose a sí misma a lo ‘bonzo’, idioteces de imprudente insensatez y hazañas sin sentido de imprevisibles consecuencias, que no por ello dejan de ser divertidas, con un enfermizo punto de atracción sádica. Los vídeos de ‘Don’t try this at home’ son las fechorías que Knoxville, Jonze y Tremaine (la terna creadora del show de la MTV) no se atrevieron a realizar por el impacto visual y el peligro que traían consigo las actividades de uno de sus componentes. La autocensura siempre tuvo un nombre: Steve-O, el ‘kamikaze’ amante del autosalvajismo. A Steve le vimos en la MTV forjándose un ‘piercing’ en el culo que unió sus dos nalgas, se ha partido en directo en infinidad de ocasiones varias costillas y fracturado diversas partes del cuerpo con sus imposibles saltos de precipicios, hemos castañeteado los dientes cuando se depiló todos los pelos de su maltratado cuerpo con cera caliente y multitud de disparates físicos que alzaron a ‘Jackass’ a un éxito sin precedentes.
En el margen más arriesgado y brutal, donde rige la regla del “cuanto más estúpido, original o peligroso, mucho mejor”, se sitúan estos vídeos poco aconsejables para la audiencia impresionable. Vídeos que acomodan su insólito atractivo en la bestialidad humana, en la barbarie física. Steve-O es un semidiós de la autodestrucción que, inexplicablemente, sale victorioso de sus más demenciales pruebas. Comerse las criadillas de dos enormes ratas, tirarse metido en un contenedor en unas escaleras inacabables, romper los cristales de un coche en marcha, estrellar vehículos a lo ‘crash test’, construir una pista de ‘skate’ en un piso recién alquilado, patinar en superficies imposibles, quemar a una ‘groupie’ algo promiscua, darle patadas en los huevos a Wee Man como pasatiempo, dejarse embestir por una sucesión de fuegos artíllales, destrozar varias habitaciones de hotel, introducirse un cohete de considerables dimensiones en el esfínter para éste que sirva de base en su llameante ascensión y una profusión de maniobras que no puedo desvelar aquí son algunas de las beldades que aparecen en las míticas proezas de ‘Don’t try this at home’.
Steve empezó graduándose en la ‘Ringling Brothers & Barnum & Bailey’, una prestigiosa escuela de payasos a finales de los 90. Trabajó en los ‘shows’ de los cruceros Royal Caribean y obtuvo cierto renombre con su participación en la Revista ‘Big Brother’. Fue en ése momento cuando le ofrecieron un trabajo en el circo de la familia Hanneford como ‘clown’. Mientras tanto, la revista seguía publicando sus hazañas y hasta filmándolo como parte del video de ‘Big Brother Boob’. Su afición al ‘skate-board’ en su modalidad más temeraria y la extraña afición por grabar sus tanteos con el fuego y los temibles saltos desde tejados a piscina vecinales sirvieron como espaldarazo a la televisión americana junto a Johnny Knoxville, Bam Margera, Chris Pontius, Ryan Dunn, Jason ‘Wee Man’ Acuña y Preston Lacy. Steve-O, además, se ha convertido en una celebridad con su propio programa de televisión de cable (‘Wildboyz’) y en estrella invitada en los ‘late shows’ del momento: Jay Leno, Jimmy Kimmel, David Letterman, Howard Stern...
Steve-O es un mal ejemplo para la juventud, no vamos a ponerlo en duda. Pero también es un ídolo reivindicable, porqué no. Un icono del circo ‘freak’ mediático. Un hecho que si comparamos a la televisión actual resulta una consecución más que plausible. Desde el Abismo, os recomiendo encarecidamente un desequilibrado y malsano viaje por la irracionalidad oscurantista y física de un demiurgo de la locura como es Steve-O.

Muere Manolo Codeso, un gran hombre del teatro


Codesito, Zori y Santos
El actor y humorista Manuel Codeso, que formó parte durante muchos años del trío humorístico Zori, Santos y Codeso, falleció en Madrid a los 79 años como consecuencia de un infarto cerebral que sufrió hace un par de meses del que no se repuso, informó hoy su representante.
Zori, Santos y Manolo Codeso formaron el trío de cómicos más populares de la revista en los años cuarenta y cincuenta. En 1947 estrenaron una de las revistas más perdurables de la historia del teatro en España, ‘La blanca doble’ y a raíz de ello el maestro Guerrero formó una nueva compañía para este trío de actores, que en 1952 estableció ya empresa propia y debutó en Valencia con la revista de Carlos Llopis y García Morcillo ‘Oriente y accidente’. Pocos años después presentaron la obra que les dio mayor renombre, ‘Metidos en harina’, de Baz y Morcillo.
Fue en 1962 cuando se produjo la ruptura del trío y, por un lado, Zori y Santos formaron pareja, y, por su parte, Manuel Codeso decidió actuar en solitario. El 20 de diciembre de 1991 reaparecieron en el Teatro Olympia de Valencia después de 30 años de separación, con ‘Metidos en harina’.
Además de su más reciente trabajo en la obra ‘Nadie es perfecto’, que se estrenó a principios de 2005 en el Teatro Lara en versión de Paco Mir sobre una divertida y romántica comedia de Simon Williams, bajo la dirección de Alexander Herold y con Josema Yuste y Lola Baldrich, Codeso trabajó en la zarzuela 'Gran Vía', que se representaba en verano en los jardines Sabattini de Madrid, dentro de los Veranos de la Villa.
En 2000 trabajó en ‘Obra maestra’ a las órdenes de David Trueba, así como en películas como ‘Espérame en el cielo’, de Antonio Mercero, ‘Juana la Loca, de vez en cuando’, de José Ramón Larraz, ‘Cuatro noches de boda’, de Mariano Ozores o ‘Pecados conyugales’, entre muchas otras.
FUENTE: Agencias

Arrancan los Premios 20minutos.es

Aguardando estoicamente el estatismo y dilación al palmarés final de los premios Bitácoras.com que se debía haber fallado el pasado 1 de junio (y en el que el Abismo fue finalista de la sección Arte/Cultura), desde hoy mismo se abre la veda de los de 20minutos.es, un nuevo concurso de la red de redes abierto a todas las weblogs hispanas. Unos premios al que optan más de 2.000 páginas y que incluso están remunerados, por lo que las posibilidades de quedar finalista o hacerse con uno se antojan imposibles.
Este weblog está inscrito en las categorías de Mejor blog de actualidad, Mejor blog sobre cultura y de tendencias, Mejor blog personal y Mejor blog inclasificable.
Podéis votar cada día en el botón que aparece en la parte superior izquierda, debajo de mi espeluznante semblante entre las sombras.
La única salvedad: hay que registrarse.
PD: Este post es meramente informativo y está escrito con un ridículo propósito propagandístico y electivo. Se autodestruirá en cinco segundos. O no.

'Miss Julie': La última gran cinta de Figgis

Prodigiosa adaptación del espíritu de Strindberg
Mike Figgis recreó con solemnidad una hermosa historia de desamor apoyado en unos Peter Mullan y Saffron Burrows en estado de gracia.
Con el espíritu misógino del famoso epítome ‘Preface to Miss Julie’, de August Strindberg, Mike Figgis realizó en 1999 ‘Miss Julie’ su última gran película antes de un vergonzoso declive alimentado de infaustos productos experimentales (‘Time Code’ y ‘Hotel’) o una descarada especulación comercial con el cine de terror en su calamitosa ‘Cold Creek Manor’. ‘Miss Julie’ fue una arriesgada obra rodada en 16 mm y con escaso presupuesto, pequeña en sus ínfulas, que no impidió que se configurara como una de las obras más sólidas de su excéntrico cineasta.
Esta académica cinta de amplias dimensiones narrativas es una obra difícil, sinuosa, llena de simbolismos con los que se pretende encontrar en las imágenes de la relación tempestuosa y en el desamor la vida profunda del alma. Estos símbolos se imponen entre el yo y el mundo, y su conocimiento permite acceder a una armonía insospechada. Mensaje final de una obra literaria tan poética como hermosa y desgarradora a la vez. Strinberg pretendió hacer en su obra una denuncia sobre los vicios y perversiones de los seres humanos, donde el amor no tiene cabida, donde las relaciones de pareja se consuman hasta las últimas consecuencias. El egoísmo, el temor y el amor, la posesión, acaban por transmutar a dos personajes separados por la clase social a la que pertenecen.
Mike Figgis acometió esta labor con su mejor arma, con su habitual capacidad de captar la morbidez del instante, la belleza y la dureza de una realidad con miradas que prescinden de palabras para monologar secuencias colmadas de brillantez. ‘Miss Julie’ es una obra naturalista y cruel, evocadora de las relaciones que al cineasta le gusta retratar (como referente, su obra más conseguida ‘Leaving Las Vegas’), reflejando en el camino hacia la locura de una joven aristócrata, encerrada en una jaula de oro y perturbada por un odio ciego hacia los hombres. La contradicción entre amor y libertad en una sociedad cuyo equilibrio depende únicamente de la frágil estructura de la jerarquía de clases, destruye poco a poco a la joven e inocente muchacha, liberando así a su arrogante y ambicioso lacayo Jean, que la empuja a un trágico final como recompensa a su soberbia y codicia.
La excelente versión de Mike Figgis añade al original una sensualidad inaudita y llena de un hipnotismo clarividente, mágica. La señorita Julia (una prodigiosa y magistral Saffron Burrows) toma protagonismo en la infame e irresistible pasión por su criado Jean (solemne Peter Mullan). Figgis aprovechó esta enaltecida dualidad para imprimir el dinamismo necesario a esta obra teatral, imbuyendo cada toma con el trasfondo de divergencias: nihilista y bucólico, idílico y malévolo. Es decir, el sexo como huida, como perversión igualadora de clases, como estigma y como cebo, columna vertebral de la obra de Strindberg.
En ‘Miss Julie’, la idea de autodestrucción (en progresión gracias a la hermosa Burrows) se hace incontestable, sensible y hasta violentamente insoportable. La virtuosa batuta de Figgis indaga en la naturaleza de los dos personajes principales, tomándose licencias para reducir protagonismo a Cristina (Maria Doyle Kennedy) y adentrar al espectador en la tormentosa relación de la hija del conde y el sirviente. Mediante una portentosa dirección, utilizando solamente los recursos teatrales, la película adopta la intensidad que le dan los imponderables intérpretes, dejando en sus manos la esplendorosa calidad artística y plástica, incluso haciendo cómplice al espectador con la controvertida secuencia de plano dividido en la ‘split screen’ (sirviendo ésta para situar al público en la dinámica del pensamiento de Strindberg).

domingo, 5 de junio de 2005

¡¡Vini, Vidi, Vinci!!

Acapulco, Costa do Sauipe, Montecarlo, Barcelona, Roma y París...
Este chaval está imparable.
Desde que Mats Wilander lograra ganar su primer Roland Garros en su debut en este prestigioso torneo, nadie había sido capaz de lograr dicha gesta. 6-7, 6-3, 6-1 y 7-5 han sido los números que Rafael Nadal le ha endosado al argentino Mariano Puerta.
Es el séptimo español que gana la Copa de los Mosqueteros.
Poco más que decir ante la potencia de un ganador al que se lo nota disfrutar en cada golpe. Un tenista de 19 años que tiene refulgente futuro por delante.

David Fincher: Spots Publicitarios (IV)

Para la cuarta entrega del repaso de los ‘spots’ televisivos de David Fincher he seleccionado el titulado ‘Speed Chain’, que el cineasta realizó por medio de Wieden & Kennedy para ‘Nike’.
En uno de los mejores anuncios rodados por Fincher cabe destacar la extraordinaria representación de la evolución natural de la velocidad, desde unas medusas abisales hasta llegar un tren de alta velocidad en un final que recuerda (no creo que con la misma pretensión subversivamente sexual) a ‘Con la muerte en los talones’, de Hitchcock.
Fincher juega con el incremento de la velocidad de un modo perceptivo, mostrando los puntos de vista de los sucesivos animales (incluido Tim Montgomery) y máquinas que anticipan con una brillante y paulatina celeridad la progresión visual y sonora.
Hay que subrayar el perfecto engranaje narrativo, visualmente impecable, con una coreografía de plano instalado en complejos tiros de cámara y una angulación característica de un maestro de la imagen en la subyace un entorno digital que palpita en su fondo, sin ningún protagonismo, pero ineludible en el cine de Fincher y utilizado aquí en el perfeccionamiento de los cielos, en la estabilización de plano de una precisión milimétrica.
Una pieza precisa y hermosa. Y uno de los más laureados ‘spots’ de David Fincher.