jueves, 24 de marzo de 2005

Belleza Tangada

Este atractivo... perdón, esta atractiva señorita de vuestra izquierda es Verónica Hidalgo, Miss España 2005. A la que más de una persona le ha sacado un parecido razonable a Deborah Ombres, a vuestra derecha.
Con esos marcados rasgos varoniles, la joven más ‘guapa’ de este país según la elección de cuatro gatos dadivados y acuciosos (Concha Velasco –la del pis en las bragas a una determinada edad- quiso cobrar un cantidad desproporcionada por hacer de jurado) exuda hircismo de machote de pelo en pecho que muy bien podría encubrir con estrógenos y progesterona. Que parece un travelo, vaya.
¿Alguien le ha tocado la entrepierna para comprobarlo? Porque tengo mis sospechas.
Yo lo siento, pero que me digan que esta nueva Miss España es la más agraciada (porque guapa muy guapa, no había ninguna) de entre las 46 que había, es de echarse a reír y no parar.
Observando la deliberada superchería a la que se vio sometida la desheredada Mireia Verdú (Miss Girona), tal vez la más airosa de la gala, altiva y con cara de arrogante, expresando con su disimulado rictus la insufrible risa de lechuza que grazna de la cada día más execrable, aborrecible y repelente Rocío Madrid, uno se pregunta (ya hace años) cuál es el sentido de esta ridícula farsa de modelos desfilando, exhibiéndose con sus trajes regionales, en sugerentes bikinis y haciendo alarde de su superficialidad mental y pose de maniquíes y/o búcaros.

miércoles, 23 de marzo de 2005

Estimado señor crítico... es usted una mala persona

Con motivo del reestreno de 'La pasión', de Mel Gibson, otra vuelta de tuerca de olfato comercial, de mercantilización de una conmemoración sacra como es la Semana Santa, he recuperado de mi bandeja de entrada del Outlook uno de los mails más gloriosamente demenciales que recibí de un ultraconservador católico por mi crítica publicada en ‘La Butaca’ al filme del protagonista de ‘Arma Letal’ . He seleccionado el más elegante (y menos ofensivo) de la treintena que pude leer hace un año, el que me llevó a pensar que la gente; o bien vive en el absoluto hastío o bien se obstina en prescribir cuál debe ser la conducta social y la creencia común, coartando de esta manera cualquier libertad de expresión.
Recibí misivas electrónicas tildándome de apóstata, cismático, blasfemo, mala persona, hereje, sacrílego y algunos injuriosos adjetivos que me dejaron atónito por la ferocidad encarnizada mostrada por muchos benévolos civiles que acuden devotos y píos a la Iglesia cada domingo, que creen y quieren hacer creer en la figura del Señor, pero que son capaces, en el fondo, de disfrutar de un espectáculo tan sanguinolento como los ‘gorehounds’ lo puedan hacer viosinando ‘Sardú’ o ‘Basketcase’.
La acerba visión que este lector subvirtió bajo un halo de bondad y cordialidad ofrecida en esta arenga cogitabunda sobre un determinado credo, me hizo deliberar sobre la intransigencia ferviente a la que lleva tanta devoción.
Decía así...
Estimado señor crítico.
Se preguntará porque le escribo con dicho asunto, pero me parece importante intentar hacerle ver lo que me parece totalmente injusto, no ya como enamorado de la pantalla sino como persona que soy. Disculpe mi intromisión pero es un deber moral que ha surgido al leer su totalmente desacertada crítica de ‘La Pasión’, de Mel Gibson. He encontrado sus comentarios malintencionados, indignantes y desmedidos. Para quienes amamos a Cristo de verdad, no podemos compartir semejantes argumentos.
Con todos mis respetos, pero me parece que cuando usted vio la película se propuso intentar buscar algo con lo que afirmar todas las críticas infundadas que recaían sobre el film de Mel, en especial dos: el antisemitismo y la violencia (que usted tilda de ‘gore’) en esta portentosa pasión. Con respecto al antisemitismo, como puede serlo si el mismo Jesús era judío. Hasta en la película, un legionario le llama despreciativamente “judío”. Y respecto a la violencia, dos cosas, la primera que no hay la suficiente veracidad de las heridas que tiene Cristo en el film, es decir que deberían ser más todavía ya que eso es lo que muestra la sábana santa expuesta en Turín y científicamente probado que es de la época y perteneció a Jesús (y que seguro usted ni siquiera ha visto); y dos, no entiendo cómo le puede parecer violenta una película en la que sólo hay sangre de una persona (y que se ve claramente que es por AMOR) y mil veces menos cantidad de sangre que en películas que usted tilda de excepcionales y de “esplendorosa sinfonía de violencia”.
Con todo el respeto, he visto, por ejemplo, ‘Kill Bill’ por mi, dijéramos, “afecto cinéforo” a Tarantino y me parece una degeneración humana!!! No deberían dejar hacerle este tipo de película que SÍ fomentan la violencia entre los más jóvenes. Suerte que se trata de una película y no un hecho real como la Pasión, porque sino grandes asesinos de la historia se quedan cortos al lado de nuestro apreciado Quentin.
De ‘La pasión’, qué decir. Cabe destacar que es una película dura, muy dura, pero ¿ deja de ser realidad por ello? ¿Deja se ser verdad el desembarco de Normadía por muy terrible que fuere y nos lo cuente en la representación de Tom Hanks y Steven Spielberg? (Eso es violencia y gratuita puesto dudo que a uno se le vean los órganos en la batalla, aunque no dudo de todos los muertos y del hombre que sale, por ejemplo, cogiendo su propio brazo, etc etc). Eso es violencia fácil y no lo que nos muestra Gibson, ya que lo hace como un acto de Fe, para hacernos comprender que Cristo sufrió tanto o más de lo que nos muestra en la película por todos nosotros.
Finalmente, decirle, que yo no esperaba ver una gran película en ‘La pasión de Cristo’, pero sí una muy fiel visión de los hechos y la verdad es que me ha sorprendido demasiado. Sí, demasiado, puesto que tenía a un Caviezel no del todo elocuente en sus papeles como en “La delgada linea roja” o “Frequency” lo encontré (con mi total asombro, todo hay que decirlo) en el papel, es decir, ¡¡vi reflejado a Jesús plenamente!! En ningún momento me encontré al actor…. Cosa q no ocurrió con la tan afamada y admirada en la película Monica Belluci, encantadora actriz que actúa (nunca mejor dicho) pero no al nivel de otras de sus actuaciones, para mi gusto. Y destacar el papel de la Virgen, espléndida desconocida Morgenstein.
Muchas gracias por dedicarme unos instantes de su tiempo, si quiere, recibiré gustosísimo su respuesta.
Pd: Sinceramente, espero que se vuelva a ver la película e intente ver en ella, no a una película sobre Jesús con unos puntos y una crítica predeterminada, sino como una película, como una vida. Y le aseguró que verá lo que fue un hombre (que es Dios) que hace todo eso sólo porque ¡¡le AMA A USTED!! ¡¡Y sólo lo hace POR USTED!!! Verá que se siente mejor, le hará ver las cosas de una forma mucho más optimista y se encontrará consigo mismo. Pero lo más importante, le devolverá las ganas de volver a ser mejor persona. Que falta le hace.
Muchas gracias y espero que la vuelva a ver, como digo, sin complejos.
Espero ansioso su respuesta.
Definitivamente, los muy cristianos se aburren. Si tenéis tiempo, leed mi crítica en el enlace y pensad en las palabras de este descerebrado.

"Vente a la Costa. Estarás con los niños y lo pasaremos bien"

Parece ser que la nueva entrega ‘La jungla de Cristal’ va por buen camino para pasar a engrosar un nuevo título a la que sería tetralogía de uno de los héroes ‘ochenteros’ por excelencia: John McClane (sí, yo también lo quiero).
Bruce Willis está muy predispuesto gracias a la burrada de dinero que le van a pagar, pero asegura que intervendrá sólo con la condición de que Ben Affleck (muy necesitado de un título taquillero debido a su incapacidad interpretativa y sus invariables fiascos) esté presente en la trama. El motivo de este despropósito es la amistad que une al alopécico astro con el joven actor desde que rodaron ‘Armageddon’. Y es que en el nuevo guión de ‘Die Hard’ presenta como novedad a un crecidito hijo de John y Holly Genaro como pieza fundamental de la acción.
No se trata de especulaciones o rumores, ya que Willis está deseando volverse a meter en la piel del extravagante policía de Nueva York.
También, y atentos todos, se rumorea (ahora sí) que el actor también está en negociaciones para llevar ‘Moonlighting’ a la gran pantalla. Como lo leéis, ‘Luz de luna’ al cine después de casi dos décadas. Cybill Shepherd, como es lógico, también se hace querer. Imaginad a unos decadentes Maddie Hayes y David Addison Jr. metidos en algún nuevo caso. Sería impagable.
Lo que ya no sé es si Allyce Beasley dando vida a Agnes Topisto y Curtis Armstrong (al que hemos visto recientemente en ‘Ray’) como Herbert Quentin Viola también estarán en el filme.

martes, 22 de marzo de 2005

Yo digo salta... salta conmigo...

La gente se aburre.
De eso no hay ninguna duda. No hay más que verme a mí.
Lo que ya no es del todo convencional es la idea de congregar a 600 millones de personas para que a un tiempo definido salten al unísono con la finalidad de ¡¡cambiar la órbita del planeta!!
Se trata del World Jump Day.
No sé si esto es física y científicamente viable. Pero si quieres participar en esta necedad colectiva, el día 20 de julio de 2006, a las 12 horas, 39 minutos y 13 segundos (exactamente, porque si no, no sirve), puedes brincar con todas tus fuerzas en medio de la calle. A ver qué pasa.
Posiblemente observes alguna extraña reacción de los viandantes que te rodean. Posiblemente, te miren como si fueras gilipollas. Posiblemente, estén en lo cierto.

Vuelve la genialidad

A partir de mañana, estas zapatillas se pondrán de moda.
Que ya iba siendo hora ¿no?

lunes, 21 de marzo de 2005

Destierros televisivos

No me ha dado tiempo comentar nada sobre una de las previsibles evidencias que se dieron la semana pasada en el universo televisivo: la retirada de antena del programa ‘La azotea de Wyoming’. Y es algo que no quería pasar por alto en el Abismo. Supongo que a nadie le ha sorprendido la cesación en antena de este espacio. Estaba tan claro que nadie dudaba de que algo así se produjera, que hasta José Miguel Monzón, “El Gran Wyoming”, Guayo, era sabedor de su condena a la defenestración catódica. Y, vamos a decirlo ya, por propios méritos.
¿La causa? Sus contenidos, la falta de calidad, la carencia de alguna pretensión que despertará un mínimo interés, incentivos humorísticos, el cinismo y causticidad al que nos tiene acostumbrados el carismático presentador. Pero no ha sido así. Ya en su primer programa todo se intuía imperfecto, lleno de óbices para la consecución de un éxito perdurable. No se tenía muy claro cómo encauzar sus contenidos; un noticiario con una tal Notizia Ortiz, una hermosa joven sin muchos dotes para hablar, una rata de trapo con la voz de Moncho Alpuente necesitada de sentido y gracia, surreales monólogos de un descolocado Pedro Reyes, la incomprensible sección de Pepín Tre, los aburridos ‘sketchs’ protagonizados por el gran Tallafé y el hijo de Pepe Sacristán dejaron ver la carencia de gancho. Los ansiados cambios llegaron en seguida, pero no contribuyeron a la mejora, incluso se recurrió a la posterior contratación de Pablo Carbonell y Yup Barrera para dar un nuevo rumbo, un aire nuevo. También entró en juego la inclusión de un desmedido y algo cargante de gracia Flipy. Sin embargo, nada ha funcionado. Analizándolo, no se puede decir que sea inmerecida su supresión.
Guayo y Rafael Galán (el director del programa) quisieron lanzar un ‘late night’ diferente, comprometido, que acudiera a la actualidad con un humor intelectual, astuto, ácido y sarcástico a la vez, con un sedimento social y una buscada fascinación por la contravención substancial de sus contenidos. Pero les ha salido un producto totalmente antitético, en las antípodas de sus pretensiones, como diría mi amigo Pedro Miguel “un verdadero truño”.
El abuso de la libertad, de poder hacer lo que les diera la real gana, les ha llevado a convertir su programa nocturno en una constante tertulia de amigos, de camaradas idealistas, partidistas y politizados a los que se les ha visto el plumero político en unas entrevistas inscritas en la total indiferencia, desprovistas de incentivos de ningún tipo, con el único objetivo de dispensar aburridas arengas subversivamente políticas o reportajes rayanos en el ridículo, en el humor bizarro sin gracia. Como paradigma, ver a Flipy en Hollywood, realizando una crónica sobre los Oscar de una estolidez ofensiva. Wyoming, que aún después de este sonado traspié sigue siendo el mejor comunicador, showman y presentador que tenemos, no ha estado a la altura de sus propias posibilidades, no se le ha visto a gusto con su programa, y lo que es peor, ni brillante ni resolutivo. Se le ha visto en todo momento fuera de lugar.
Tampoco han valido las excusas, como la esgrimida por sus responsables escudando su baja audiencia en su día de emisión, cuya rivalidad les enfrentaba a 'Los Serrano' y ‘Aquí no hay quien viva’, las dos series con más audiencia de la televisión actual. Cuando lo han cambiado ha obtenido incluso una pésima audiencia. Quizá el problema reside en que esperábamos un nuevo ‘El peor programa de la semana’, uno de los mitos catódicos de los últimos años y nos hemos topado con un peor programa de verdad, en el sentido literal de la palabra. Una lástima que no haya aprovechado esta gran oportunidad.
Para finalizar, en otro contexto radicalmente diferente, también han vedado en Antena 3 la vacua propuesta 'La vida es rosa', un pretencioso intento de sofisticar la basura que supone este tipo de ejercicio profesional tan execrable como prescindible que es la prensa rosa, amarillismo depauperado, injurioso y ofensivo a cualquier mínima inteligencia. El tono 'light', amigable, respetuoso, de “mira qué ‘guays’ somos” que han mostrado la veteranísima (por no llamarla vieja) Rosa Villacastín y la petulante Olga Marset (esta chica salió del periodismo salmantino –quién te ha visto y quién te ve, mona-) ha sido sólo un broquel para encubrir los propósitos que encierra esta innoble rama informativa atañida a la mierda de personajillos risibles, de famosos de serie Z, de vulgares asesinos de toros, de copleras de tres al cuarto, subcultura barata y cutre, de la que se nutren estos espacios del corazón que tienen en ‘Aquí hay Tomate’, ‘Salsa Rosa’ y ‘¿Dondé estás corazón?’, el ejemplo de la deyección televisiva de este moderno bodrio periodístico que tanta audiencia recopila en su inagotable montaña de inmundicia visual.
Aún alegrándome por el mal de unas y sintiéndolo mucho por el mal de otro, como está estipulado en el ‘show business’ que es la actual Caja Tonta: “The Show Must go on”.

¿Me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo en un DeLorean?

Pues sí, amigos. La frase del titular os tiene que sonar familiar. No hace falta decir de qué.
John DeLorean, el diseñador del coche de 'Regreso al Futuro', cuyo diseño despertó el sueño automovilístico de una generación familiarizada con ese bólido de singulares puertas y del que todos queríamos que incluyera entre sus prestaciones y condensador de fluzo, ha muerto a los 80 años el pasado 19 de marzo.
Tan sólo 9.000 unidades se fabricaron de este DeLorean DMC-12. No obstante, obtuvieron carácter de culto al ser adoptado como máquina del tiempo en la trilogía 'Regreso al Futuro', firmada por Robert Zemeckis. Como curiosidad, a Johnny Carson le pillaron en un DeLorean cuando conducía bajo los efectos del alcohol. Y es inmensa la lista de famosos y anónimos que tienen esta pieza de colección en su garage.
Según la prensa, DeLorean cayó en desgracia cuando fue arrestado en Los Angeles por intentar vender cocaína por valor de 24 millones de dólares (ahí es nada) para salvar a su empresa de la quiebra. Fue declarado inocente después de demostrar que los agentes le incitaron a cometer el delito.
Desde luego, en esta vida hay una película a lo ‘Confessions of a dangerous mind’.
No digáis que no.

domingo, 20 de marzo de 2005

Acojona, tronco, acojona

Dentro de la vorágine de bagatelas catódicas que se ven en la actual y virulenta televisión existen pequeñas joyas que merece la pena avivar, fomentando nomotéticos mitos que nacen para el regocijo colectivo. Espacios en los que la carcajada más grotesca puede brotar en el momento más inesperado. Desde hace varias semanas, en el canal 53, ese que acostumbra a emitir pornografía mientras cientos de números de teléfono y mensajes tipo chat inundan la pantalla, se produce a largo de las pausas de frenesí sexual, un acontecimiento glorioso: El carismático y divertido Rafa Basa, una de las más veneradas y veteranas bestias del rock radiofónico, anuncia el nuevo disco de los Judas Priest. Y de qué forma, amigos.
Gracias a ese weblog de recursos inacabables que es Viruete, pude llegar hasta el vídeo en cuestión y de disfrutar una y otra vez del ‘spot’ más acojonante que hemos tenido la oportunidad de ver en años. Nunca una promoción fue tan efusiva y rutilante.
No hay palabras para describirlo. Sólo hay que verlo para entender su grandeza.

Terror de clausura

El viernes, acompañado por mis más terroríficos recuerdos infantiles intrincados en mi memoria, tuve la oportunidad de reencontrarme con ‘La Residencia’, del menestral demiurgo, mayoral del cine de género fantástico en España, Chicho Ibañez Serrador. Volví a descubrir un filme impecable, armonioso, de una insultante sutilidad que maneja los hilos del terror con innovación y destreza con vocación de clásico, de cine inalcanzable. Tanto, que hoy resultan inaccesibles para los nuevos realizadores. Ahora somos meros discípulos que alumbramos rudimentarias menudencias al lado de ‘La Residencia’ y ‘¿Quién puede matar a un niño?’, los dos únicos filmes de nuestro propio tótem del escalofrío. Si los americanos tuvieron el placer de favorecer el talento de un gordo inglés pervertidamente oscuro apodado ‘el mago del suspense’ y una referencial serie, tenebrosa y escalofriante, sobre los instintos y miedos básicos con el nombre de ‘Twlight Zone’, en este país de decadencia icónica deberíamos venerar y exaltar la figura del gran Chicho.
En esta sociedad ibérica tan olvidadiza e ingrata en la que vivimos, habituada a encomiar la mugre y lo zafio, castrada de genialidades y necesitada de nuevos designios tanto artísticos como fílmicos, no valoramos en su justa medida estos dos testimonios históricos en nuestro cine, formalizados en dos prototipos de desgarradora fuerza y maestría plena, de un discernimiento de la narrativa enaltecida a un nivel superior. ‘La Residencia’, es una pesadilla gótica que, lejos de parecer una obra primeriza, un arriesgado debut de un genio en ciernes, se revela como una preceptora obra de contención, de una sutileza encontrada en la búsqueda por evitar la truculencia, asentada en su deliberada lejanía conceptual en cuanto a su indefinido origen geográfico que transporta al espectador a estado de tensión constante, acopiando el drama y el terror en un muestrario de depravaciones que van amplificar el estado de ésa angustia, atmosferizando lo insostenible. Todo está ahí; la mórbida perspectiva del lesbianismo, la crueldad sexual del sadomasoquimo, la necreofilia, la turbia e incestuosa tortura, la espeluznante represión moral y espiritual que sale al exterior en forma de iniquidad. Todo ello reflejado con una intencionalidad soterrada asombrosa.
Regresé a ese sueños de infancia, sentí cómo me recluían forzosamente en el Palacio de Comillas con la opresora Señora Fourneau (Lilli Palmer, siempre presente en el subconsciente colectivo), compartiendo espacio y tiempo con Irene, Theresa, Isabel, Pedro Baldie, Brecherd y el pervertido Luis. Volví a observar con afección lasciva a esas pobres chicas ducharse con el camisón puesto, con sus transparencias húmedas que tanto me perturbaron cuando era un crío de 6 años. Recuperé con un nuevo enfoque el asesinato en el invernadero, ese prodigioso ralentí en el corte antes de sesgar un cuello, subrayando el horrible instante o el castigo físico y las miradas cautivas de un cabrón salido. Sin golpes efectistas, sin sustos, haciendo que el clímax se alcance con un contexto enfermizo que va obstruyendo y asfixiando su insoportable atmósfera, sabiendo fusionar su fúnebre éter en contraste con la ingenuidad y candor que expelen sus jóvenes protagonistas.

sábado, 19 de marzo de 2005

ADAPTATION: Las contradicciones de un autor

Cómo ser Charlie Kaufman
El dúo Spike Jonze & Charlie Kaufman propusieron con ‘Adaptation’ una genial y transgresiva cinta sobre la dificultad de adaptar una novela imposible de llevar al cine.
El miedo al folio en blanco por parte de un escritor, de un guionista o de un artista, en definitiva, de un creador, es uno de los mayores infortunios que cualquier pluma pueda sufrir alguna vez. El vacio mental al que se somete la creatividad, el fracaso de la responsabilidad que desafía a las limitaciones de un autor junto al miedo inculcado al fracaso y el temor a soñar son los ejes de uno de esos extraños e inusuales trabajos totalmente libres, desconcertantes e inimaginables en un mundo tan exiguo de ideas como lo es Hollywood. En un campo creativo cultivado de remakes, superproducciones y formulismos baratos a favor de la taquilla nació ‘Adaptation’, un revolucionario producto de ese transgresor y preceptor de causas perdidas llamado Spike Jonze. Una incatalogable cinta de ilimitada inspiración donde el metalenguaje cinematográfico alcanza una insólita cima de innovación y eficiencia.
La historia comienza en el plató de la extravagante ‘Cómo ser John Malkovich’, anterior trabajo de Jonze, donde conocemos al guionista Charlie Kaufman, un hombre inseguro, tímido e incapaz de expresar todo su complejo mundo interior que está a punto de sufrir un bloqueo creativo. Este bloqueo se presenta justo en el momento en que su productora le presenta un nuevo libro para ser adaptado al cine, ‘El Ladrón de Orquídeas’, basado en la relación verídica de la escritora Susan Orlean con John Laroche, un entusiasta conocedor de orquídeas que busca la especie conocida como la ‘Orquídea Fantasma’. ‘Adaptation’ desarrolla la vida de un guionista que termina escribiendo su propia experiencia ante la imposibilidad de poder adaptar un libro, que es en realidad la cinta que deberíamos estar viendo.
Con una extraordinaria estructura en la que se aluden aspectos pocas veces tratados en un argumento, guionista y director proponen una historia en principio profusa debido a sus ejes temáticos, los cuales franquean las múltiples tramas que traza el enloquecido juego de realidad/ficción, pero simplificado en la idea de que la adaptación no sólo expone su sentido en la traslación de una novela a un guión de cine, sino que va más allá al tratar la teoría de Darwin sobre la evolución de las especies mediante su adaptación a las condiciones del medio ambiente, del proceso de ajuste a la vida que cada uno le toca vivir. ‘Adaptation’ revela, bajo su insólito y maravilloso núcleo, la necesidad de desenvolverse del ser humano con su propio medio, de ajustar sus deseos a lo que realmente se necesita, de trasformar (como bien dice uno de los gemelos Kaufman) lo que se quiere en lo que se es.
Charlie Kaufman juega a convertirse en su propio Doctor Jeckyll y Mr. Hyde (desdoblándose en un hermano gemelo llamado Donald) para transformar en ficción sus propios ideales creativos, aquello que se pretende como autor en lo factible que da dinero, una realidad que envuelve la falta de ideas originales en la disposición a la que conlleva la comercialidad en el cine. Una devastadora crítica inmersa también en el propio esqueleto del guión, con un insólito y grotesco final donde la historia de los gemelos Kaufman, la de Susan Orlean y la de John Laroche se fusionan en un demencial surrealismo en el que hace aparición la droga y el sexo, una persecución, una buena dosis de acción, un cocodrilo asesino y la muerte con lección moralizadora que conforman el prototipo de guión que Charlie Kaufman detesta en la descripción del prólogo y que ha escrito su hermano Donald.
En el fondo, ‘Adaptation’ no es más que una burla ácida e irónica a los finales a los que nos tiene acostumbrados la gran industria norteamericana, que siguen los roídos elementos de prehistóricos maestros del análisis del guión como Syd Field o el aludido en el filme Robert McKee. El guionista aboga con ello por una brutal y honesta autenticidad sobre algunos de los inconvenientes que conllevan la escritura y su esencia: la soledad, el sometimiento al que se doblega el autor al trasladar una obra inclasificable a la gran pantalla, la libertad del creador reducida a los designios del ‘mainstream’ para su comercialidad. Un enfrentamiento entre la inteligente desvergüenza creativa y el objetivo máximo de la industria, descubierto en los dos estrambóticos hermanos Kaufman, contrapuestos y unidos, separados y completados en ese desenlace donde todo toma sentido, donde las tres historias, las dos películas, se funden en una sorprendente y extraña resolución llena de sentido cinematográfico, de pura lucidez artística que resume que la vida no es arte y que los personajes del guión que están describiendo son sólo componentes narrativos.
Si bien es cierto que tanto Jonze como Kaufman recorren peligrosamente la línea que delimita la genialidad con la autocomplacencia exacerbada en su mordaz disertación sobre las circunstancias que determinan su angustia en medio del convulsionado entorno social (reflejado irónicamente en la afición onanística de Charlie, evasión perfecta del perdedor), el resultado es una enloquecida dicotomía de verdad e ilusión con flashbacks imposibles. Una obra de dimensiones trascendentales dentro de la innovación guionística del cine actual. Los personajes descritos por Kaufman y tan bien moldeados por Jonze están meticulosamente descritos en el ajuste a sus propias obsesiones dentro de un puzzle psicológico llevado al extremo, excediendo todo tipo de combinaciones narrativas.
La aportación de todos y cada uno de los intérpretes, desde el efectivo Nicholas Cage pasando por la siempre brillante Meryl Streep y sobre todo el descomunal talento de un ‘oscarizado’ Chris Cooper, reflejaron que el joven cineasta no sólo mueve a la perfección su ambición por narrar algo diferente y ambiguo, sino que demostró su talento por la dirección de actores. A pesar de que el reconfortante segundo trabajo de Jonze reformuló su género en delirantes momentos de comedia, ‘Adaptation’ no lo es.
La (hasta el momento) última genialidad del tándem Kaufman & Jonze fue una espléndida, hilarante, original, confusa, perspicaz e incisiva visión del universo del guionista creada como guiño a un espectador que, desde hace muchos años, fue tratado como público especulativo e inteligente.