miércoles, 5 de enero de 2005

Review LEMONY SNICKET'S A SERIES OF UNFORTUNATE EVENTS

Una fábula de niños perdidos
Excelente alternativa a ‘Harry Potter’, estamos ante una extrañeza de creación visual estilizada y su entendimiento del sentido de espectáculo cinematográfico para consumo de todos los públicos.
Es casi inevitable no citar al fenómeno de masas ‘Harry Potter’ al comenzar a hablar de una película tan extraña e insólita, oscura y fascinante, como es ‘Una serie de catastróficas desdichas’. Dos propuestas muy dispares, casi análogas sobre la ficción de aventuras infantiles asentadas en un niño mago de J.K. Rowling y en los tristes y sombríos huérfanos de Daniel Handler (o más conocido por su pseudónimo Lemony Snicket, dos variantes de un didactismo pedagógico afincado en obras literarias que han sido un fenómeno de masas antes de ser llevados a la gran pantalla. Y es que, después de tres entregas con dispar suerte de las aventuras del mago de Hogwarths, ya iba siendo hora de una disyuntiva, un necesario cambio que tuviera la calidad suficiente para arrebatarle la hegemonía al mago Potter. Alternativas para críos con imaginación que, más allá de los píxeles de las consolas y la gilipollez de la televisión actual, encuentran el placer de la lectura como esparcimiento y no como exigencia. Y eso, en los tiempos que corren, es todo un logro.
El filme de Brad Silverling ha condensado los tres primeros libros de la serie (‘Un mal principio’, ‘La habitación de los reptiles’ y ‘El Ventanal’) para narrar la funesta historia de Violet, Klaus y Sunny, los desdichados hermanos Baudelaire. La fábula, con claros indicios artísticos de un mundo de aristas ojivales y oscuridad tenebrosa, comienza con la noticia de la muerte de sus padres, pasando su cautela al malvado Conde Olaf, un excéntrico aficionado a los disfraces que buscará por todos los medios la manera de hacerse con la cuantiosa herencia que les ha quedado a los huérfanos. Silverbing, partiendo de un atenuada adaptación de Robert Gordon, presenta la acción en un ‘Off’ particular, hablando directamente al público, por medio de un narrador de cuentos (en la versión original con la voz Jude Law) que imbuye al público en una umbrosa crónica llena de infortunios, de enfrentamientos con el tenebroso Olaf con un tétrico modo de ver la vida de unos personajes que viven su colosal aventura atribulados ante sus penosas circunstancias.
Así, los dos hermanos mayores, Claus y Violet, destilan con evidente circunspección y melancolía una extraña precocidad, la ruptura de una niñez afligida, aquella que ni el bebé ha encontrado perceptible en su lenguaje intencional, cuando intenta pronunciar ininteligibles palabras. Las situaciones que se plantean no son amables ni edulcoradas, sino realmente terribles, como en los cuentos de corte psíquico de los Hermanos Grimm, las fábulas victorianas de Dickens o las historias de Roald Dahl. Por lo tanto, estamos ante una cinta de propósitos que van más allá de ofrendar un producto diferente, consecuencia del respeto por parte de los autores para con la obra de Snicket.
En su principio se habla de que si se espera un elfo feliz, ya podemos abandonar la sala, pues en vez de esto, comprobamos, de entrada, que la familia queda destruida con la muerte de los padres y el brutal viaje iniciático de los tres Baudelaire en su confrontación con la realidad. Cierto es que no son niños normales, ya que su capacidad intelectual está por encima de lo que un infante suele mostrar, pero el vestigio premeditado que reside en su finalidad fabulesca sigue siendo tan clásica como macabra. Y no es otra que el enfrentamiento a una infancia lacrada por la orfandad en un mundo de adultos, cruel y despiadado, algo que recuerda por momentos a la línea argumental de ‘La Noche del Cazador’, la obra maestra de Charles Laughton en insólita mezcla con una cosmología de magia oscura procedente del mejor Terry Gilliam.
En el terreno de lo sutil y de los dobles sentidos, ‘Una serie…’ podría percibirse como una excelente alegoría de todas aquellas películas infantiles (y de adultos) que se inclinan hacia la excesiva condescendencia respecto al espectador, gravitando su eficacia en un despego deliberado de cualquier atisbo almibarado del cine infantil actual, sustituyéndolo por un humor negro y bilioso que, a veces, no tiene ninguna gracia debido a la excesiva crueldad con que se muestran algunas acciones. Tal vez ahí resida la única barrera que impide que la película de Silverling se pueda convertir en un clásico del cuento gótico, en la excesiva frialdad y atrocidad de muchos de sus pasajes y porque quizás porque no se llega a empalizar lo suficiente con los niños como para meterse de lleno en sus desventuras con el conde Olaf.
Es en este personaje donde reside también otro sutil inconveniente debido a la interpretación de un Jim Carrey que, como es habitual en algunas de sus películas, no se adapta al personaje, sino que acaba dándole vida haciendo eso que tanto se le reprocha, es decir, caer en el histrionismo más desacertado con sus habituales aspavientos y contorsiones físicas y faciales. Un error, porque el conde Olaf acaba siendo un referente cómico, nunca terrorífico y amenazante. Lastre que no se percibe en los tres intérpretes infantiles Emily Browning (perturbador nuevo rostro), Liam Aiken y las gemelas Kara y Shelby Hoffman que, ayudados con sus exóticas facciones y pese al distanciamiento de sus personajes, recrean con éxito y ternura la triste historia de los Baudelaire.
‘Una serie de desdichas…’ es un cuento de hadas triste y oscuro, un formato narrativo ideal para explorar una realidad alternativa no necesariamente realista, como en los cuentos de Edward Gorey, donde el espíritu misceláneo está atmosféricamente más cerca del expresionismo lúgubre que de cualquier fábula colorista. Un aspecto cuidado hasta el milímetro, cuajado de opulenta imaginería, de gradación nebulosa, con un impresionante diseño de producción de Rick Heinrichs (los decorados, el vestuario, el atrezzo, esa mezcla entre ambiente victoriano) y de la esplendorosa fotografía de Emmanuel Lubezki (que da una lección abrumadora de una excelente sobriedad en el uso de las ópticas y contraluces), ambos habituales del cine de Tim Burton, con el que tanto tiene que ver un universo de Snicket donde existe un extraño tono lóbrego y onírico, donde la belleza anida en todo aquello que hace volver la mirada del alma a las formas oscuras de la realidad. Donde la muerte, empezando por los padres Baudelerie y tutores posteriores, va dando forma y sentido a la vida de unos niños abocados a sufrir, pero paradójicamente, eso es lo que les mantiene unidos ante cualquier adversidad. Los niños pueden estar esclavizados en una casa sórdida, privados de afecto y bienestar, pero aún así encuentran refugio entre sí mismos.
Resulta curioso, citando a Tim Burton, las coincidencias que tiene ‘Una serie…’ con ‘Bitelchús’, cuyo parecido entre el surreal personaje de Burton y el conde Olaf se extrema no sólo al antedicho excentricismo histriónico, sino al vestuario, la capacidad de caracterización de ambos, una boda con una menor, su humor negro, serpientes gigantes… Y es que, como sucedía en aquella, y en toda la obra del director de ‘Sleepy Hollow’, la mezcla de dosis de aventura, fantasía fabulesca y comedia negra, se mantiene gracias a un perfecto equilibrio de todas sus disposiciones narrativas y estéticas. Por eso, el manejo del ritmo narrativo de Silverling para la creación visual estilizada y su entendimiento del sentido de espectáculo cinematográfico para consumo de todos los públicos le otorgan un territorio propio y de gran brillantez.
Un cuento no moralista de personajes en busca de su destino inmersos en una niñez terrorífica, con paisajes agrios y umbrosos, desde el abismo emocional de la pérdida de los padres hasta la nostalgia de la lejanía perdida del hogar, que convoca lo mejor de la palabra escrita en una entidad cinematográfica de personalidad y factura impresionante, reflejada, ejemplarmente, en unos créditos finales que son una pequeña joya. Una cinta destinada a ávidos lectores, futuros creativos, mentas inquietas e incluso enajenados amantes de las delicias visuales. ‘Una serie de catastróficas desdichas’ es, ante todo, una pequeña gran sorpresa.
Miguel Á. Refoyo © 2004
Tentaciones de un Humbert Humbert de tercera
Un tema aparte que tengo que destacar de esta película, no sé por qué razón, ya que percibo que no es un hecho que pudiéramos considerar habitual, legítimo y mucho menos moral, son las fuertes sensaciones que despertó en mí la jovencísima Emily Browning, la mayor de los Baudelaire, Violet. Me sentí por momentos como un Humbert Humbert de tercera, mirando con ojos lascivos a Dolores Haze, la eterna Lolita, con una irremediable atracción ‘perversa’ por las nínfulas menores de edad. En este caso, embelesado con la belleza de una chavalita como es la Browning. En mi vida cotidiana jamás se me ocurriría mirar a una menor de esta sucia manera, pero es que me dejó encandilado la belleza, la profundidad de sus ojos, de su rostro exótico, esa boca de pulposos labios, de sus inquietantes y enigmáticas facciones. Qué impropia beldad en una cría de 16 años, de verdad.
Y no es la primera vez que me pasa. Sí, amigos, me recuerda a las mismas miradas ignominiosas que lancé hace años cuando Natalie Portman hizo ‘León’, que prolongaron su efecto en películas como ‘Beautiful girls’ o ‘Heat’. Ahora, afortunadamente Portman ha crecido y no hay ningún problema en proclamar mi admiración a su hermosura y candor. Aunque recuerdo un rostro mucho más mítico por lo desconocido de la nínfula: Judith Vittet, la pequeña Miente de ‘La ciudad de los niños perdidos’ de Jeunet & Caro. Lo mismo que con Scarlett Johansson en su época de ‘El hombre que susurraba a los caballos’...
Tal vez en las teorías freudianas esté esta infrecuente afinidad por la juventud, aunque reconozco que es más utópico y platónico que carnal. Tal vez forme parte de alguna de las presunciones de Dan Kiley. No sé. El caso es que es un placer observar el potencial de esta nueva nínfula que dará mucho que hablar: Emily Browning.

martes, 4 de enero de 2005

El mundo del cómic está de luto


Primero Artie Shaw, después Frank Kelly Freas y hoy toca hacer homenaje póstumo en este extraño obituario artístico en que se está convirtiendo 2005 al gran Will Eisner, un maestro de maestros, un clásico reverencial que dominaba el dibujo, la atmósfera del cómic imposible de superar, la narración y el lenguaje narrativo a unos niveles realmente increíbles e inalcanzables. La leyenda viva del cómic mundial murió ayer a los 87 años dejando tras de sí un áurea mitológica a la altura de los grandes creadores del cómic de la historia. Un hombre que, dentro de su trabajo, se ha convertido en un mito, al igual que Winsor McCay, Breccia, Bourgeon, Moebius, Tezuka o el dúo Stan Lee y Jack Kirby.
Comenzó en la DeWitt Clinton High School, donde colaboró con Bob Kane (el padre de ‘Batman’) en la publicación de la escuela, tras lo cual realizaría las series de ‘Captain Scott Dalton’, una de piratas titulada ‘The Flame’ o las hazañas del agente secreto Harry Karry’. Junto a Jerry Iger produjo algunos de los mejores cómics distribuidos en el extranjero, como ‘Hawks of the Seas’. Debutaría con el segundo número de ‘Features Funnies’, a lo que seguiría ‘Sheena’, la aguerrida tarzánida dibujada por Mort Meskin que todos conocemos de la pequeña pantalla gracias a Sam Raimi. Series como ‘K-51’, ‘Muss' Em Up Donovan’, un justiciero, 'The Brothers Three’, el western 'Wild Tex Martin’ serían algunos trabajos destacables.
En los años 40 creó para la prensa el que es su cómic más célebre ‘The Spirit’, un personaje con el que ya empezó a experimentar e introducir innovaciones narrativas y a hacer de su progresión evolutiva un ejemplo paradigmático de maestría absoluta. Con el justiciero enmascarado de índole humana, Eisner incluiría constantes descubrimientos de lenguaje del cómic, con un acertado y sutil retrato crítico de la sociedad de su tiempo y sus bucólicas fantasías. ‘The Spirit’ se convirtió en una de las obras maestras de la historia por narrar, con una disposición novedosa en su narración tradicional, historias cercanas, donde los seres humanos y sus sentimientos trascendían las páginas del cómic y sus propias aventuras, adentrándose en lo más profundo de la esperanza, del prisma positivo con el que mirar la vida.
Tiene razón el gran Paco Cavero cuando afirma que tal vez gente como Alan Moore y Frank Miller estén excesivamente sobrevalorados ante la figura (inexplicablemente desconocida para muchos) de un tótem como Eisner. Y es que este genio lo es en todos los sentidos, empezando por sus composiciones de página rayano en el más puro arte pictórico y inspirándose muchas veces en el cine negro de aquella época. Como gran maestrol, Eisner ha dedicado gran parte de su vida a ejercer como preceptor en las finalidades educativas, campo en el que estaba interesado desarrollar el potencial del cómic y que progresivamente iba siendo evidente en ‘The Spirit Section’.
La revista P.S. Magazine, su paso por la School of Visual Arts de Nueva York (ejerciendo su labor docente) y su apogeo con ‘Contrato con Dios’, una obra ésta que es considerada como la primera en acuñase como lo que hoy conocemos como ‘novel gráfica’, le convirtieron en paladín del cómic ‘de autor’, rebasando el entretenimiento infantil o juvenil de diversión vacua para incluir en las páginas de sus cómics aspectos (del cine y la literatura –a los que influiría con sus cómics-) hasta entonces inexplorados por ningún autor del Noveno Arte. Obras como ‘Crepúsculo en Sunshine City’, la historia de corte autobiográfico ‘El soñador’, ‘El edificio’, la soberbia autobiografía ‘El Corazón de la tormenta’ extendida en un compendio de historias cortas y anécdotas basadas en historias reales vividas por Eisner bajo el título de El último día en Vietnam’ y sus últimos trabajos ‘Pequeños Milagros’ y ‘Las reglas del juego’ que apuntalaron su extraordinaria obra con las recopilaciones 'Will Eisner's Shop Talk’ y ‘El cómic y el arte secuencial’ y su continuación ‘La narración gráfica’, dos libros teóricos imprescindibles para cualquier amante del mundo del cómic.
Eisner, inspiración y maestro de muchos guionistas y dibujantes de cómics ha dejado un hueco muy grande en un universo que hoy llora su muerte.

Una pequeña recomendación cinematográfica

Una breve recomendación para empezar bien el año, amigos de la blogsfera: 'Whisky’, de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella, uno de esos largometrajes destinados a permanecer en la memoria colectiva del público y hacerse un pequeño hueco en la historiografía cinematográfica uruguaya vista en nuestro país (que, no nos engañemos, aquí es difícil ver) con su pequeña historia contenida sobre la incomunicación en la que sus tres personajes viven en sí mismos, cerrados en la cotidianidad aburrida y aplastante que les devora.
Historias íntimas cargadas de pesimismo, que se abren a lo imprevisible con un mínimo viaje a un hotel cerca de la playa. Esta magnífica película mira con angustia y desespero la vida, consecuente con la lentitud con que ésta avanza, aportando sorpresas inesperadas. A través de los ojos de unos personajes lacónicos e hieráticos, Stoll y Rebella indagan en una farsa que se destapa cómicamente brillante, que se encamina, paradójicamente, a detallar la vida de unos caracteres que se consumen complacidos al aburrimiento y a lo ordinario.
‘Whisky’ posee un lustroso sentido cinematográfico, de sosegada e introspectiva narrativa cinematográfica, con una planificación aquietada que profundiza perfectamente en los sentimientos y personalidad del trío protagonista, donde los pequeños detalles, aparentemente insignificantes, se magnifican al excavar con sutileza en la exposición psicológica, aprovechando sus escasos espacios, valiéndose de la iteración expositiva como reflejo de la rutina cotidiana de sus protagonistas, a los que dan vida con inmensa grandeza Andrés Pazos, Jorge Bolani y, sobre todo, la lacónica Mirella Pascual. Todos efectúan unas interpretaciones excelentes.
Se trata de un drama melancólico, humilde y tierno, que contiene en su fondo pequeños trazos de triste humor. Una mezcla genérica que aporta, con una simpleza desarmante, la realidad de una historia honesta, sin mayor complejidad que la que se deriva de una situación tan patética como la vida misma, la que vivimos todos nosotros cada día del año.

¿Adicción a internet o simple gilipollez?

A lo que llega la gente asumiendo que está exprimida por la onda expansiva del furor informático. Acabo de leer que informático chino totalmente viciado a navegar en Internet ha solicitado en el registro civil que su hijo reciba el nombre de “.com”. El padre, programador de oficio y apellidado Zhao, indicó que había decidido que el apelativo completo de su hijo fuera zhao.com (en China, el apellido va delante del nombre), similar al de una página web. Para colmo, no es la primera vez que un chino intenta poner un nombre relacionado con Internet a su vástago, ya que el pasado octubre otro registro civil del país rechazó la solicitud de un padre de llamar a su hijo con el símbolo informático "@" (arroba). El creador del software informático libre Linux, el finlandés Linus Torvalds, puso en el nombre oficial de su hija Patricia el sufijo "v2.0" (segunda versión), como si la chavalita fuera un robot.
En todo este desmadre, cada uno tiene sus razones ¿Por qué un jardinero puede ponerle Rosa a su hija o Jacinto a su hijo? ¿Por qué una depresiva crónica no tiene el derecho de que su hija se llame Angustias? ¿Por qué Fernando Trueba tiene un primogénito llamado Groucho? Yo respeto las decisiones. A mí, cuya mayor afición es comer en ingentes cantidades ¿me dejarían ponerle a mi hija ‘Panceta’ o a mi hijo ‘Pincho Moruno’? El nombre que antecede al patronímico es importante, pero nunca hemos pensado hasta qué punto es importante. Por eso ahora Madonna se llama Esther, Prince ya no tiene ni apelativo, Jennifer López reniega del apellido y se quiere llamar sólo Jennifer, a secas. Nunca me he parado a pensar cuál sería el nombre que elegiría si pudiera cambiarme el que tengo.
En otro orden de cosas, y volviendo a la locura colectiva por la red de redes, a veces me pregunto si tengo verdaderamente una imperiosa necesidad de conectarme a Internet, de compartir la red con otros empanados como yo, delante de la pantalla, leyendo blogs, cliqueando el ratón como una cobaya ansiosa, yendo de página a página, escrutando cada rincón de Internet mientras varios libros reposan iniciados con un separador encima de mi mesilla de noche, tristes, reclamando algo de atención. Kavalier y Clay están definitivamente enfadados conmigo. El problema no creo que sea ningún tipo de adicción (lo curioso del tema es que la adicción a Internet no figura en el DSM, el manual más utilizado para el diagnóstico de desórdenes mentales), sino que la cuestión reside en si no estaré restando tiempo necesario a otros aspectos de su vida que también son importantes. La solución: tengo que aprender a distribuir mejor mi tiempo si no quiero acabar teniendo un hijo que se llame Abismo o cosas peores.

lunes, 3 de enero de 2005

El cine que vendrá en 2005

Cine 2005: Un año muy bélico y galáctico
‘Star War. Episodio III’, de George Lucas y ‘La Guerra de los Mundos’, de Steven Spielberg las propuestas más atractivas de un 2005 que traerá muchos grandes títulos.
Como cada año, además de promover las listas con lo mejor y lo peor del pasado año, suele afrontarse la nueva temporada esperando algún que otro título que marque las expectativas de títulos que, por diversas razones, atraigan la atención de los medios y del público, esperanzado por ver grandes superproducciones apoyadas en impresionantes campañas de publicidad y marketing que empiezan varios meses antes de que el celuloide vea la luz. Películas que esperan su lugar en una nueva temporada que repartirá su posición con ecuanimidad (o no) en lotes de películas llegadas de Hollywood y del resto del mundo en este avance en el que destacamos algunas de estas películas que se aguardan con atención.
Como constatación del último reclamo de Hollywood, este 2005 será un año marcado por dos modas que consolidan la estrepitosa carencia de ideas que existe en un entorno infectado por la falta de originalidad en sus grandes productos. Así, el grado de renovación a golpe de cheque de antiguas cintas, más conocido por todos como ‘remake’, proporcionará un nuevo torrente ‘nuevas versiones’: Comenzando por las dos modernas visiones de los clásicos de John Carpenter ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’ y ‘La Niebla’, ‘Embrujada’, dirigida por Nora Ephron adaptación del éxito de la televisión de los 60 con Nicole Kidman y Will Ferrell, ‘Oliver Twist’, recomposición del clásico literario llevado al cine por, nada más y nada menos, que Roman Polanski, ‘The cincerella man’, de Ron Howard con Russell Crowe o la innecesaria revisitación al icono del Inspector Closseau en ‘The Pink Panter’, de Shawn Levy con Steve Martin haciendo las veces del inigualable Peter Sellers.
Por otra parte y, como viene siendo habitual, la adaptación de todo tipo de cómics se está transformando en un ejercicio de inversión segura por parte de las grandes productoras que, poco a poco, está fagocitando todo el universo del Noveno Arte y destrozando, en casi todos sus casos, las viñetas tan adoradas por los seguidores del cómic de turno. De los muchísimos venideros, algunos de ellos son ‘Los 4 fantásticos’, el legendario cómic de Stan Lee es llevado a personajes de carne y hueso por Tim Store, ‘Constantine’, de Francis Lawrence desmenuzando el gran cómic creado por Garth Ennis y protagonizado por Keanu Reeves, ‘Elektra', recuperando a Jennifer Garner en su papel de ‘Daredevil’ y, sobre todo, el esperadísimo ‘Sin City’, dirigido por Robert Rodríguez y por el genio, padre de la criatura tebeística, Frank Miller, que aportarán una estética innovadora y revolucionaria.
Entre la ceremonia celebrada a finales de febrero en el Kodak Theather, más allá del Oscar que se pueda llevar Amenábar con ‘Mar Adentro’ a la mejor película extranjera, lo interesante suele ser la aportación de un buen puñado de títulos que se destacarán como lo mejor del año. Algunas cintas suenan fuerte apoyadas en la gran acogida de la crítica especializada y los premios orientativos que preceden a las nominaciones. ‘Ray’, de Taylor Hackford tiene casi asegurada varias nominaciones, entre las que es casi segura la de Jaime Foxx como actor principal por su recreación de Ray Charles. Otra, podría ser ‘Closer’, del veterano Mike Nichols que cuenta con cuarteto de lujo como Jude Law, Julia Roberts, Clive Owen y Natalie Portman y, finalmente, ‘Million Dollar Baby’ o la última gran apuesta de Clint Eastwood con Hillary Swank y el reencuentro de Eastwood y Morgan Freeman después de ‘Sin perdón’ hace doce años.
Pero hay otras muchas películas pendientes de estreno que saben que desde su estreno pueden llevarse a sus arcas cifras millonarias. Cintas históricas, como ‘El mercader de Venecia’, de Michael Radford con Al Pacino y Jeremy Irons o ‘Kingdom of Heaven’, filme con Orlando Bloom rodada en España por Ridley Scott. Comedias de todo tipo, desde la gamberrada parida por los creadores de ‘South Park’, Trey Parker y Matt Stone, ‘Team America: World Police’ protagonizada por marionetas, la secuela de ‘Los padres de ella’, ‘Meet the Fockers’, de Jay Roach con Ben Stiller, Robert De Niro y Dustin Hoffmann o la más políticamente correcta y romántica ‘Spanglish’, de James L. Brooks con Paz Vega, Tea Leoni y Adam Sandler. Acción y espectáculo en la adaptación del violento juego ‘Doom’, que propondrá Andrezj Bartkowiak, ‘Mr. and Mrs. Smith’, la imposible reunión por parte de Doug Liman de una comercial pareja compuesta por Brad Pitt y Angelina Jolie y ‘La leyenda del Zorro’, segunda parte de las aventuras de Antonio Banderas y Catherine Zeta Jones dirigidos de nuevo por Martin Campbell o 'The Island', el nuevo mastodonte cinematográfico de Michael Bay. También otras películas que se esperan con bastantes ganas son ‘Alfie’, de Charles Shyer y la ratificación como actor de moda y ‘sex symbol’ de Jude Law o la fastuosa ‘Memorias de una geisha’, de Rob Marshall. ‘El Código Da Vinci’, de Ron Howard con Tom Hanks y la tercera parte de ‘Misión Imposible’ serán proyectos que condensarán las noticias sobre rodajes con vistas a estrenarse a finales de año o en 2006.
En cuanto al cine español, la cuota de pantalla verá su filón en una sola película que competirá sin ningún tipo de problema con cualquier superproducción que se ponga por delante. Esta proeza sólo puede tener un nombre dentro de la apagada y ridícula situación de cine español: Santiago Segura. ‘Torrente 3’, será (tristemente) la opción que juega sobre seguro en la taquilla nacional. Un panorama nefastamente oscuro que, intentará emprender la primera superproducción nacional en años con la esperada ‘El capitán Alatriste’, de Agustín Díaz Yanes en su carísima adaptación de los ‘best sellers’ de Pérez Reverte.
Pero si por algo este 2005 está llamado a dar grandes títulos son, como avance, por estos diez títulos que destacamos a continuación. Todas ellas, películas que están dando que hablar desde hace mucho tiempo y que las he situado al azar, sin ningún orden concreto.
'Alexander', de Oliver Stone.
Primera gran superproducción que se estrena pasado mañana y que tiene como gran atractivo un reparto encabezado por Colin Farrell, Angelina Jolie, Anthony Hopkins y Rosario Dawnson. En Estados Unidos ha sido un fracaso estrepitoso. Oliver Stone sigue apostando por su particular estilo arriesgado y combativo y parece ser que la historia épica que se narra no ha convecido mucho a nadie. Habrá que ver cómo funciona en nuestro país. En cualquier caso, es la primera gran película de 2005.
'The Aviator', de Martin Scorsese.
Uno de los proyectos más esperados que, si hacemos caso a las quinielas, será una de las grandes nominadas a los Oscar. Scorsese, ajeno al oropel, brinda su maestría clásica en una historia sobre la vida de Howard Hughes que tiene como señuelo comercial al siempre carismático Leonardo Di Caprio en la que, como ha dicho el gran maestro Scorsese, será la última gran superproducción de este clásico de la Historia del Cine.
'The Birthday', de Eugenio Mira.
La gran apuesta de nuestro maltrecho cine español. Una producción nacional rodada al más puro estilo norteamericano. Filme arriesgado y oscuro que mezcla géneros en un tributo que el alicantino (acompañado en el guión por Mikel Alvariño) ha otorgado al cine de los 80. A la cabeza del reparto está Corey Feldman, actor de culto protagonista de filmes como ‘Los Goonies’, ‘Cuenta Conmigo’ y ‘Papá Cadillac’.
'Star Wars: Episode III - Revenge of the Sith', de George Lucas.
Sin duda alguna 2005 tiene en la finalización de la segunda saga galáctica de Lucas su filón comercial. La transformación de Anakin en Darth Vader y la curiosidad de todo el público mundial por saber cómo acaba esta fantasía de ciencia ficción le concede el primer puesto en la lista de películas para ver en la nueva temporada. Es posible que sea la película más taquillera de este año que acaba de empezar. Aunque también es posible que no lo sea.
‘La Guerra de los Mundos’, de Steven Spielberg.
Será el único en hacerle sombra a su amigo Lucas. Una superproducción de 200 millones de dólares para adaptar la obra maestra de H.G. Welles y el protagonismo de Tom Cruise parecen ser suficiente para que la nueva odisea de efectos especiales del ‘Rey Midas’ acaparen la atención del público. Otra apuesta segura que cualquier aficionado al cine está esperando ver.
‘Finding Neverland’, de Marc Forster.
A priori es un título que no ha sonado mucho como gran película comercial, pero la pareja formada por Johnny Depp y Kate Winslet en la nueva película del director de ‘Monster’s Ball’ en una película de fantasía que recrea la vida de J.M. Barrie, el creador de ‘Peter Pan’, parece suficientemente atractivo como para apostar por ella.
‘Sideways’, de Alexander Payne.
Paladín de la nueva comedia independiente americana, la nueva cinta de Payne, autor de ‘Election’ y ‘About Scmichtd’, es una de las que más suena para llevarse algún Oscar en la próxima edición. La historia de dos hombres de mediana edad sin trabajo interpretados por Paul Giamatti y Thomas Haden Church en un viaje a lo largo de California puede estar entre o más selecto del año.
‘La vida acuática con Steve Zissou’, de Wes Anderson.
Tras ‘Academia Rushmore’ y ‘Los Tenenbauns’, la última cinta de Wes Anderson tiene cualquier tipo de preferencia ante los restantes títulos. Su humor negro y brillante se une esta vez a unos destacados efectos especiales bajo el agua. El reparto es la gran atracción de uno de los mejores directores del cine contemporáneo: Bill Murray, Owen Wilson, Cate Blanchett, Anjelica Huston y Willem Dafoe.
'King Kong', de Peter Jackson.
Tras la trilogía de ‘El Señor Anillos’, el director neozelandés Peter Jackson acomete un arriesgado ‘remake’ dirigido en los años 30 por Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper en otra superproducción de esas que no necesitan mucha campaña para arrasar en taquilla. Las incógnitas: saber si estará a la altura de las circunstancias y qué aspecto tendrá en enorme simio.
'Batman Begins', de Christopher Nolan.
Mucho se está hablando de esta cuarta entrega de ‘Batman’ en la era moderna. Alejado del ‘kistch’ de Joel Schumacher, el superhéroe alado recupera su decencia y oscuridad encarnado en el rostro de Christian Bale. El director de ‘Memento’ promete una reactualización a mejor con otro plantel envidiable de intrérpretes: Michael Caine, Liam Neeson, Morgan Freeman, Gary Oldman y Katie Holmes.
‘Charlie y la fábrica de chocolate’, de Tim Burton.
Johnny Deep vuelve a trabajar con Burton, esta vez en una adaptación de Roal Dahl. La fantástica historia de Willy Wonka, propietario de una gran fábrica de chocolates que organiza un concurso escondiendo cinco papeles dorados en cinco chocolatinas y los ganadores podrán visitar su fábrica. De todos ellos sólo uno conseguirá un suministro de chocolate para toda su vida. Muy Burton.

Murió FRANK KELLY FREAS


1922-2005
"Con el más profundo pesar informamos que Kelly dejó este mundo mientras dormía tranquilamente a las 4: 46 a.m. el 2 de enero de 2005. Para aquellos que vivan cerca de Los Angeles y deseen dar su último adiós, el entierro tendrá lugar el lunes, 3 de enero de 2005: A las 14:00 horas en Memorial park de Oakwood (22601 Lassen C/Chatsworth CA818-341-0344)".
Con estas escuetas palabras se despiden en la web oficial de Frank Kelly Freas, uno de los ilustradores de ciencia ficción más importantes de la historia. Comenzó su trabajo en las revistas ‘pulp’ ‘Weird Tales’ y ‘Planet Stories’. Posteriormente Kelly Freas empezó su colaboración con John W. Campbell y las revistas ‘Astounding Science Fiction /Analog’ desde 1953 hasta el 2001. Más de 48 años de trabajo para la misma publicación.
Destacó, además de por un dominio innato para el dibujo y la creatividad sin límite, por un sentido del humor y la habilidad de dotar a los individuos retratados de una personalidad definida, con un estilo inconfundible y exclusivo. Supo dejar una huella definitoria con ilustraciones admirables y refulgentes, protagonizadas por alienígenas casi siempre afables, desolados robots y sensuales mujeres.
Freas es uno de los ilustradores de Ciencia Ficción mas galardonados de todos los tiempos. Ha sido nominado en una veintena de ocasiones al premio Hugo (los Oscar de la Ciencia Ficción Internacional), obteniéndolo en diez ediciones. También ha obtenido numerosos premios de otros géneros como el ‘National Association of Trade and Technical Schools' Hall of Fame’ en 1991.
Ha trabajado para portadas de novelas de Isaac Asimov, Robert Heinlein, Arthur C. Clarke, A. E. Van Vogt, Poul Anderson y Frederik Pohl. También trabajó para la famosa revista MAD que utilizó varias de sus portadas desde 1955 a 1962 y para trabajos corporativos de la NASA.
Algunos de sus trabajos recopilatorios más importantes son ‘Astounding Fifties’ y, sobre todo, su obra maestra ‘Frank Kelly Freas - The Art of Science Fiction’, un libro imprescindible para cualquier amante del género.

SMP (V): Deliciosa Charlize publicitaria

Mucho se ha comentado el anuncio de Chanel Nº 5 dirigido por Baz Luhrmann y protagonizado por la diva Nicole Kidman en el que se dice que ha sido el 'spot' publicitario más caro de la historia. No está mal el glamour, la visualidad, la fotografía y puesta en escena del anuncio de marras. He de reconocer que el australiano ha facturado un más que curioso cuento de hadas moderno. Una microhistoria que se empeñan en vendernos como una pequeña joya cinematográfica, con una historia de amor romántica, profusos vestidos creados especialmente para esta ocasión por Karl Lagerfeld, el 'Claro de luna' de Debussy como música de fondo y con una actriz divina como ninguna.
Pero esta Navidad han emitido uno que, sin tanto boato ni suntuosidad, ha hecho las delicias de estos ojos acostumbrados a ver publicidad en grandes cantidades. Se trata de esa pequeña pieza de 45 segundos de 'J'adore' de Dior, donde esa diosa de la belleza que es Charlize Theron es la protagonista. Tras el embrujo de la inimitable voz de Nina Simone cantando 'Don't Let Me Be Misunderstood', la última ganadora del Oscar se revuelve sensualmente bajo el satén dorado que marca su estilizada figura. Dirigido por Nick Knight y creado por el diseñador gibraltareño John Galliano no es tan pretencioso como el de Luhrmann y es más eficaz. En la sencillez, muchas veces (la mayoría) reside la calidad.
Aunque todo sea cuestión de gustos.

domingo, 2 de enero de 2005

Batacazo de 'Joey'

Pues definitivamente ‘Joey', el ‘spin-off’ de ‘Friends' con Matt Le Blanc repitiendo su personaje como protagonista está empezando a ser un auténtico fracaso para la NBC. La noche de los jueves no está siguiendo las expectativas que se habían creado alrededor del producto. Es una serie que ha quedado por debajo de cualquier perspectiva positiva, con cifras que se sitúan más de la mitad por debajo de la audiencia de la cadena líder, que en este caso es la CBS. Tres veces menos de gente es el porcentaje de los que veían ‘Friends’, que ahora no están por la labor de seguir las aventuras cotidianas del actor Joey Tribianni .
La ‘sitcom’ no llega a las cifras de espectadores de ‘CSI’. Incluso ‘Sin rastro’ y ‘Urgencias’ le arrebatan cualquier posibilidad de alzarse con una pequeña tajada de la audiencia. Su desastrosa experiencia televisiva se está saldando con el ‘share’ más bajo de una telecomedia en horario de ‘prime time’ (y en un día talismán en USA). Los 20 millones de espectadores que siguieron el episodio piloto han perdido el interés de una serie que se esperaba como la gran atracción televisiva de la temporada. Ni que decir tiene que Joey tiene los capítulos contados, aunque la NBC espera recuperar sus buenos resultados para que no se quede en un proyecto maldito. Drea De Matteo, Andrea Anders, Paulo Constanzo y las ocasionales apariciones de Kelly Preston no son suficientes para que el enloquecido Joey sume las cotas catódicas que con sus inolvidables ‘amigos’.
Habrá que ver cuándo la estrenan aquí para dar el veredicto.

The greatest player that ever lived had been ARTIE SHAW

Me he levantado conociendo la primera mala noticia de este 2005 recién comenzado. El gran Artie Shaw, clarinetista y director de banda cuya grabación de ‘Begin the Beguine’ simbolizó la era del ‘swing’, ha muerto a los 94 años. Hace ya muchos años recuerdo haber descubierto a Shaw cuando me volví adicto a este género musical profundamente afroamericano, la era de los primeros compases con pie siguiendo el ritmo de las Big Bands, de Benny Goodman, de Count Basie y Duke Ellington, la enfurecida cadencia rítmica de Glenn Miller, mis primeras experiencias auditivas en un mundo en el que pianistas como Art Tatum y Teddy Wilson y los trompetistas Roy Eldrige y Bunny Berigan me enseñaron que había una nueva forma de exhumar estilos alternativos. Y por aquel entonces (yo tendría unos 12 años) descubrí a Artie Shaw, siempre se definió como un perfeccionista, recordado como ‘el rey del swing’, muy por encima de Goodman.
Ambos fueron las figuras más populares de la música de finales de la década de los 30, cuando el citado tema 'Begin the Beguine' (José Luis Garci seguro que también ha lamentado profundamente su muerte) se convirtió en la marca de identidad de Shaw o, como él llegó a asegurar, en su estorbo. Shaw también fue un innovador, respetado como uno de los primeros directores de grandes orquestas que contrató artistas negros para tocar juntos.
Nació en mayo de 1910 en Nueva York, y aprendió a tocar el saxófono a los 15 años antes de decidirse del todo por el clarinete e iniciar posteriormente una carrera como director de la orquesta de jazz Big Bands. Durante la Segunda Guerra Mundial, con toda su orquesta, se alistó en la Marina estadounidense. La lista de mujeres de este hombre fue envidiable, ya que llegó a casarse con las actrices Ava Gardner, Lana Turner y Evelyn Keyes.
La última vez que le vi en televisión fue este año pasado, cuando recibió Grammy por toda su carrera artística. En su apogeo en las décadas del 30 y el 40, Shaw ganaba sueldos de decenas de miles de dólares a la semana y se encontraba en el pedestal con Benny Goodman, Tommy Dorsey y Glenn Miller como los reyes del swing. Pero en los años 50 abandonó la música y dedicó la segunda mitad de su vida a escribir y otras aficiones.
Otros éxitos, con su banda o con su quinteto The Gramercy Five fueron: ‘Frenesí’, ‘Dancing in the Dark’, ‘Nightmare’, ‘Back Bay Shuffle’, ‘Accent-tchu-ate the Positive’, ‘Traffic Jam’, ‘They Say’, ‘Moonglow’, ‘Polvo de estrellas’, ‘Thanks for Everything’, ‘Summit Ridge Drive’ y ‘My Little Nest of Heavenly Blue’. Trabajó con leyendas del jazz como Buddy Rich, Mel Torme, Gordon Jenkins y, en una época en que la mayoría de los directores de banda blancos se negaban a contratar a negros, la gran cantante, mi diosa musical, la mejor, la incomparable Billie Holiday.
Ha muerto una leyenda paradójicamente inmortal gracias a su música.
D.E.P. maestro.

Empieza un nuevo año

Bueno, pues ya está. Ya ha pasado 2004 y toca acometer como bien se pueda un 2005 cargado de incógnitas ¿Será este nuestro año de la suerte? Evidentemente si llevamos toda la vida esperando que las cosas se encaucen hacia un merecido bienestar donde podamos disfrutar de un trabajo en el que disfrutemos, encontremos el amor de nuestra vida y haya salud, la respuesta es, lógicamente, que no. 2005 será como los demás años; un cúmulo de aciertos y despropósitos en un entorno de claroscuros, en un mundo diseñado de por Mac Reinhardt. La vida misma.
Hay gente que, durante la despedida del año, tiene como ridícula liturgia escribir tres deseos en un papel que posteriormente queman esperando que alguno se cumpla. Y dentro de esta espiral de acuciosa imbecilidad egoísta existen tópicos que aleccionan sobre lo que hay que pedir (1. Ser realista, 2. Si no piensas cumplirlos, no los pidas, 3. Recuerda que los días pueden ser año nuevo… y demás chorradas). Yo, por mi parte, me limito a esperar a ver qué pasa. Así me va.
Tras este inútil silogismo, el abismo vuelve a su cauce tras dos noches de alcohol y diversión, de excesos y resacas. Todos gritamos unánimemente la rima sodomita del año que trajo, procuramos condicionar nuestro hígado a un sometimiento de libertinaje y exceso etílico, comemos más de la cuenta, tenemos una vida social más activa y eso que sólo es el principio. Pues sea dicho ¡¡FELIZ 2005 y...!!! Un apunte: ¿Cómo es que una rima tan ancestral y pasada de moda ha tenido tanta repercusión este año? ¿Alguien recuerda un hecho similar en 1995?
Por cierto, y a propósito de la imagen: ¿Por qué en las tabernas y bares tienen una especie de concurso inconfeso para ver quién crea el calendario del año más hortera y estúpido? La cultura de los bares, sin duda alguna, sigue siendo una fuente inagotable de historias y tradición decididamente ‘freak’.