sábado, 4 de diciembre de 2004

La frialdad tecnológica de Autechre

A raíz de la exposición de Chris Cunningham, descubrí entre sus vídeos, uno llamado ‘Second Bad Vilbel’, del dúo británico Autechre y algo me dijo que ese estilo furioso, en absoluto orgánico pero sí muy robótica era algo potencialmente asombroso para ‘La sombra en el espejo’. Lo épico, en esta ocasión se sustenta en su binaria, que va creciendo hasta saturar todos los sentidos. Un tipo de música que, en un principio, no me gustaba, pero a la que he acabado rendido.
Su frialdad mecánica, desprovista de toda intervención humana, su suntuoso designio ‘glitch’, despega su música de la electrónica tradicional, adoptando una esencia electrónica, atmosférica, experimental y, por su puesto, realmente ‘techno’. Autechre es algo diferente, innovador, provocativo y atrayente. Sean Booth y Rob Brown, sus dos componentes, comenzaron influenciados por grupos como LFO y 808 State y han ido adquiriendo una importancia perentoria dentro de ese tipo de música. 'Incunabula', 'Amber', 'Tri Repetae','Chiastic Slide', 'LP 5', 'Confield' y 'Draft 7.30' son discos llenos de fuerza, manteniendo un nivel muy difícil de conseguir en el panorama musical moderno, explorando cada arista y textura del sonido, en un bucle de perfecta armonía en la cual dinamitar todo lo electrónico y equilibrar la furia hasta una orientación más rítmica y concreta, del enérgico rugido electrónico al mejor y más acabado ‘low fi’.
Autechre me han llamado poderosamente la atención, con ese fondo abstracto e introspectivo, despegado de cualquier redundancia y chirrido disonante al que yo pensaba que se circunscribía el ‘techno’, encontrándome un magistral grupo hacedores de sonidos irrepetibles y creando atmósferas con ciertas resonancias oscuras, paradójicamente artificiales y futuristas a la vez.

La importancia del NO

Pensando y pensando, haciendo que mis malrechas neuronas dejen fluir su dinamismo atascado tras una noche de alcoholismo moderado, he estado haciendo un repaso vital, NO sé a cuento de qué, de algunas cuestiones que me han afectado a lo largo de la vida. Y he llegado a la conclusión de que uno de los aprendizajes vitales más importantes ha sido el del NO.
O si NO, pensad en unos cuantos ejemplos de carácter general, que a buen seguro serán comunes a todo el que lea estas líneas: "NO matarás", "NO mentirás"; "¿Quedamos para salir?: NO", "NO bebas", "¿Bailamos?: NO", "¿Me das tu teléfono: NO", "NO, mejor como amigos", "Esta noche NO, que me duele la cabeza" y un largo y extenso etcétera. Así son las cosas. Pero NO todo en el NO es malo, hay cierto grado de sugerencia en la negación.
Fijaos si NO en cómo se curvan los labios, constituyendo un círculo casi perfecto, al decir ‘NO’; observad en la sonoridad del vocablo, en el eco de la "o", mayor o menor según el énfasis del hablante. Es más, fijémonos en la armonía del dedo índice levantado a la altura de los ojos, moviéndose rítmicamente de izquierda a derecha, como negativa, o en el balanceo elegante de la cabeza de un lado a otro al negar.
¿Acaso NO es este post una chorrada? Puede que sí, o tal vez NO.

viernes, 3 de diciembre de 2004

Influencias de lo Oscuro

A lo largo de todos estos años me he sentido atraido, cada vez más, por las obras esotéricas que analizan lo ‘real’, el verdadero vértice oscuro de nuestra propia naturaleza. Autores como Aleister Crowley, por su dinamismo a la hora de componer la angustia en sus páginas, con sus leyendas reales y acontecimientos escalofriantes nos da las pautas para distinguir o no lo que tenemos ante nosotros. Sus exposiciones en la ‘Qabalah mágica’ y, sobre todo, ‘Los Secretos del Universo’ o ‘El libro de la ley’ trataron, bajo esa primera intención que esconde algo de hedonismo y anarquía con su máxima de que uno debe hacer lo que quiera, la intencionalidad de unos libros que han marcado muchos de los matices de mi forma de pensar.
Aleister Crowley fue, después de Austin Osman Spare, una de las personas que más influenció a la Magia del Caos. Tenía una especie de sistema ‘thelemita’, derivado de la más radical tradición caoísta con la consigna “No hay ser, todo es hacer”. Pero en el fondo era un tío más coherente y sincero, mucho más allá de todas las cosas de las que se le ha acusado.
Hay iconoclastas que, con su forma de la vida, nos han abierto la vida a nuevos cnocmientos, a perspectivas sin las cuales todo sería muy aburrido, como la mala hostia de Gurdieff, que manipuló a sus lectores durante toda su vida con historias que ponían los pelos de punta. O la figura de Anton LaVey (del que llevo siempre una chapita en la cazadora), el ya célebre Papa Negro y su iconografía e historia llena de sucesos lóbregos y truculentos, con un sentido literario gnóstico extravagante, tendiendo siempre hacia el satanismo más radical con aquella religión inventada por él y que se adscribía a todo el constructo esotérico de la época.

Voy a rodar un 'video-clip'

El ‘funk metal’ llegó a mi vida de muchas maneras, con los Faith No More, Living Colour, Urban Dance Squad, Primus o Fishbone. Pero todo el mundo, o casi todos los que yo conozco señalan al albúm de Red Hot Chili Peepers 'Blood Sugar Sex Magic' como clave en este movimiento del ‘funk-metal’. El grupo compuesto por Flea, Anthony Kiedis, John Frusciante y Chad Smith supusieron para el mundo del rock un grupo revelación con su fórmula única y personal que acabaron enterrando su vena más agresiva, experimental e impactante, para decantarse por medios tiempos melódicos listos para las ‘radioformulas’.
Pues bien, hay un excelente grupo de funk metal llamado los ‘FistFuck Supershow’ que está ahí, siguiendo sus pasos, forjando su camino, mejorando, haciéndose un nombre dentro del panorama musical. Son cojonudos. Y son de aquí, de Salamanca, de la tierra y han optimizado su estilo hasta alcanzar una cota de calidad muy por encima de lo que estamos acostumbrados a escuchar. Las estructuras de sus potentes canciones, la forma de componer, donde el rock se surte de la base, haciendo especialmente importante el ritmo que la distorsión. Una banda ecléctica y una de las mejores que he escuchado en directo en los últimos años. Antonio, Manu, Álex y Koke son los cuatro componentes de un grupo nacido para la gloria.
Simplemente fascinantes.
La noticia que me va a emparentar a estos chavalotes llenos de ilusión y un futuro prometedor es la licencia y libertad que me han dado para crear una delicia audiovisual para alguno de sus temas, a elegir (exceptuando la obra de precisión montada por Álex Zúñiga en ‘Music of Fistfuck’, proporcionándome uno de mis sueños más terrenales (no, no es poder mantener relaciones sexuales con Leonor Watling): poder dirigir un ‘videoclip’. Mi cabeza ya ha empezado a dar vueltas a lo Regan MacNeil en una posible historia situada, como no podía ser de otra manera, en La Salle, lugar y santuario donde se rodó ‘El límite’.
Otro proyecto que llevaré a cabo con mucho gusto.
Por cierto, y hablando del hombre de confianza del grupo, el meteórico Álex Zúñiga ha creado (en tiempo récord) para el jueves 9, día del estreno del corto, un ‘making of’ que se sale de cualquier expectativa, una obra de orfebrería que no he podido parar de ver. Y ya hemos hablado de DVD. Qué demencialmente agradable es tener amigos artistas que hagan las cosas con pulcritud e imaginación.
Por primera vez en años estoy lleno de ilusionantes proyectos: ‘La sombra en el espejo’, el corto experimental ‘cyberpunk’ de corta duración, ‘El reencuentro’, la odisea de un corto en 35 mm., una obra de teatro de terror, el guión de largo que sigo escribiendo y ahora, un ‘videoclip’.
Todo esto sin cobrar un duro. Por supuesto.
PD: Por cierto, y hablando de amigos musicales, acabo de escuchar el disco 'Having a bath', de Apnea, el grupo de Sil, una de las voces más hermosas que he podido escuchar en mi vida. Hablaré del disco y de ella, por supuesto.

jueves, 2 de diciembre de 2004

Review HAUTE TENSION, de Alexandre Haute

Je t’aime jusqu'à la mort
El trabajo de Alexandre Aja se ha convertido en un fenómeno del nuevo cine del terror europeo. Es una lástima que su inabordable final de al traste con sus excelentes logros.
El cine ‘gore’ no está en crisis. Al contrario de lo que se pueda pensar, a pesar de su reiteración argumental, sigue siendo, de un modo implícito y preponderante, un referente a la hora de abordar el género de terror. Un cine definido por la imperiosa y morbosa necesidad de mostrar sangre, vísceras y mutilaciones. Tendencia que ha salpicado las pantallas de todo el mundo a lo largo de más tres décadas para deleite de los llamados ‘gorehounds’.
En este corrosivo esquema demasiado irreverente y nada convencional, si se tiene en la desmedida cantidad de hemoglobina que suele particularizar este llamativo género de culto, es donde se incluye el nuevo fenómeno de terror del cine francés ‘Alta tensión’. Si bien el trabajo debut de Alexandre Aja transita entre la delgada línea que ensambla el género de terror psicológico con los momentos de ‘splatter’ mejor logrados por una cinta europea en los últimos años, ‘Alta tensión’ construye sobre sí una sólida muestra de gran cine que tiene como objetivo único sumergir al espectador en una auténtica pesadilla de supervivencia, en una experiencia aberrante y angustiosa que no deja cabida a ningún tipo de guiño ni fina ironía.
Estamos ante una furioso y violento modelo de cine arriesgado, de un auténtico ejemplo de cine de ‘autor’ llevado a un terreno tan desabrido como lo es el terror que, en muchos momentos, se hace sugerentemente incómodo debido a la depurada forma de rodar de Aja, a su puesta en escena, a la utilización de sonidos y música, de suspiros y miradas furtivas que desasosiegan desde su prólogo, un sueño de una de las protagonistas que, como avance, va poniendo al espectador sobre una pista que nunca hay que perder.
La historia de ‘Alta tensión’ no es que sea del todo original. Casi, todo lo contrario. María y Alex son dos jóvenes estudiantes que viajan (con la canción de ‘Sarà perché ti amo’, de Ricchi e Poveri de fondo) a una casa aislada donde vive la familia de esta última con intención de encontrar la soledad necesaria para estudiar los exámenes finales. Rodeados de campos de maíz, la tranquilidad se vuelve frágil cuando cae la noche. Un asesino al que hemos visto de soslayo de forma bastante falsaria a tenor de los acontecimientos que están a punto de suceder, irrumpe en el lugar asesinando salvajemente a cada uno de los miembros de la familia exceptuando a Alex. La supervivencia es la necesidad primordial y Marie, que ha visto todo en una narración subjetiva que lleva al espectador a seguirla donde vaya, se lanza a salvar a su amiga, enfrentándose al asesino, superando sus miedos y comenzando un viaje sin retorno hacia la locura.
Lo realmente fascinante de ‘Alta tensión’ es la capacidad de Aja para la dirección de suspense, logrando con su metodismo clásico y modernista a la vez un extraordinario dominio de los recursos del suspense, capaz de crear secuencias prototípicas del género de manera que resulten tan efectivas y angustiosas llevándolas al máximo nivel de tensión con una conjunción de engranaje maquinal en sus secuencias violentas y utlización de la intriga, acentuada por su pretensión la realista con la que está tratada la mayor parte de una trama que refleja nuestro miedo a todo aquello que provoca miedo; el temor a lo desconocido, el miedo a la oscuridad, la claustrofobia, la importancia de la muerte, incluso el desconocimiento de la propia condición sexual (ingrediente que no falta en la película con una provocativa masturbación femenina).
Todo ello manifestado en un ‘huis clos’ asfixiante, dotado de un cierto halo del cine de los 80 que utilizaron con extrema habilidad fórmulas, efectismos y grandiclouencia sanguinaria mediante una interesante artesanía fílmica (títulos como ‘Maniac’, ‘La matanza de Texas’, ‘La última casa a la izquierda’, ‘Nervios rotos’ o ‘Pánico en el bosque’). Lo curioso de todo esto es qué manera Aja y su coguionista Grégory Levasseur han adaptado a la perfección la concepción del ‘splatter de redneck’ rural, del goticismo americano, trasladando los paisajes de la reaccionaria América profunda por los de la campiña francesa, más apacible y extraña, pero igual de peligrosa. Como en toda buena película de género, el terror es físico, la violencia es extrema y real, sin concesiones al sarcasmo. El macabro juego de Aja, camuflado en un ‘thriller’ de terror nada convencional, busca impresionar al espectador, hacerle partícipe de la oscura perturbación imbuida en el filme, estableciendo una inesperada recopilación de instantes terroríficos como esa secuencia a la luz del día presentando al asesino, que utiliza una cabeza decapitada para una felación necrófila.
Sin abandonar en ningún momento la pauta verista de la propuesta, algo subyuga a la baje en ‘Alta tensión', una película que, hasta que la cámara deja de acompañar a Maríe, ha sido un fantástico patrón sin filtros ni efectismos absurdos, con un amenazador sentido de la tensión, la persecución que lo sucede pero no un desenlace que es una de las peores decepciones vistas en el cine moderno. Y es que, por desgracia, cuando todo parece terminar en otro ‘happy end’ lésbico y morboso, sabiendo que el aseisno muere varias veces antes de dejar este mundo, la película ya está contagiada por ese cáncer del cine fantástico contemporáneo reutilizado hasta el paroxismo. Es, como no podía ser de otro modo, el final sorpresa. Un desenlace inverosímil, embustero y, debido a que los mecanismos de la trama no necesitaban de su aparición, totalmente innecesario. Un hecho que hace que la sensación que deja esta gran película en un frustrado y ejemplar cine de género, paradigmático, en el momento en que Aja y Levasseur se les ocurre, no se sabe muy bien por qué, cerrar su brillante desarrollo con un final de justificación inconcebible.
No obstante, a pesar de un final endeble y prescindible, ‘Alta tensión’ es mucho más que una simple película de serie B ‘gore’ a la francesa, ya que si por algo es del todo loable el producto de Alexandre Aja es por no perder de vista su deliberada recuperación de la radicalidad de las obras que les han servido de referencia. Destaca, además de su espléndida factura técnica, el cuidado trabajo de François Eudes en la banda sonora, los efectos especiales de maquillaje de Giannetto de Rossi y la sorprendente labor en el terreno interpretativo de la sugerente Cécile de France (fantástica en su doble papel de ángel y demonio) y Maïenn Le Besco, dos actrices que hacen alarde de un verdadero trabajo de composición de personajes en un género en el que esta faceta es bastante escasa.
Sin pretensiones estéticas o narrativas más allá que la de provocar inquietud en el espectador, ‘Alta tensión’ es una película tan contundente como renovadora que, alejándose y variando sus propósitos, es tan recomendable como olvidable, si no hubiera sido por la pérdida de la sencillez en su último tramo.
Miguel Á. Refoyo © 2004

La tragedia catódica anual llegó a nuestras vidas

Sé que suena frívolo amplificar un tema tan baladí a una esfera de dramatismo trágico, pero lo cierto es que este pasado lunes sucedió algo que deja un gran vacío en nuestras vidas. Por lo menos, hasta el próximo septiembre de 2005. Ya me extendí en un aplaudido dossier sobre ella, en uno de los temas fundamentales que me llevaron a empezar a escribir este weblog (de hecho en el segundo post ya aparecía mi reivindicación pasional por el tema). ‘24’, la serie de culto más superlativa de la historia moderna de la televisión desde ‘Twin Peaks’ cerró su tercera temporada dejándonos huérfanos de emoción, sin la intriga semanal que, dada su supremacía, ha pasado a ser un alcaloide visual, una droga adictiva sin la que poder pasar.
Ayer asistí con lágrimas en los ojos a un momento que pasará a los anales catódicos. Jack Bauer, el héroe inquebrantable, el miembro destacado de la UAT, finalizaba su tercer día más largo en su trabajo de una forma que me llegó al alma. Un tipo hierático, que jamás sonríe y tan profesional y entregado a su trabajo como antes nadie había demostrado en una serie deja salir la tensión acumulada de la manera más humana posible. Cuando el virus de Sanders es neutralizado y su último contacto es detenido. Tras 24 horas en las que está superando su adicción a la heroína, ha estado a punto de morir varias veces, se ha vengado de la mujer que asesinó a su esposa y ha matado a uno de sus superiores, Jack se retira a su coche y se viene abajo, llorando, destrozado por tanto desasosiego y pérdida de adrenalina. Ese momento de humanidad, de cercanía e identificación con el personaje ha sido una de las instantáneas que permanecerá a fuego en mi memoria a lo largo de mi laberíntica vida de convulso espectador televisivo.
Reconozco que algunas de las subtramas de esta temporada estuvieron a punto de hacerme creer que tanta magnificencia no era posible, pero no ha sido así. Tanto los productores de la Fox, Joel Surnow y Robert Cochran, como John Cassar, director de esta obra de precisión, deben estar satisfechos y orgullosos de haber parido la mejor serie de la década, contribuyendo a instantes de estimulante acción sin freno, de calculados giros inesperados, de acción inusual en la apática parrilla de televisión. Simplemente, ‘24’ es una lección magistral de teleserie. Una obra maestra de nuestros días.
El cierre de la tercera temporada ha sido una de las experiencias más impresionantes y agónicas que he tenido la suerte de vivir, como los últimos capítulos de las dos primeras temporadas, como toda la serie. Lo que ha pasado en esta con Tony Almeida, Michelle Dessler, Ryan Chapelle, Chase Edmunds, los demás componentes de la UAT y, sobre todo, con un ejemplar presidente Palmer retirado con las manos manchadas por la corrupción y las presiones políticas no tiene precio.
Espero con impaciencia a que llegue septiembre de 2005, a que los mandamases de Antena 3 sigan creyendo que hay muchos espectadores que necesitamos nuestra dosis privativa de una potente droga llamada ‘24’.

miércoles, 1 de diciembre de 2004

Supercalifragilisticoespialidoso

Cuarenta años ha cumplido esta película. 'Mary Poopins' no sólo ha sido un hito cinematográfico por seguir manteniendo el éxito tras más de cuatro décadas, también fue la primera película en la que los actores compartían plano con dibujos animados.
La pregunta que os haréis que es ¿Por qué a la mínima que se cumplen 20, 25, 36, 42 o 48 años se celebran este tipo de acontecimientos? ¿Que hay del clásico veinticinco aniversario o de las carismáticas bodas de oro?
La respuesta es fácil: la Disney está en horas bajas y necesita revender sus viejas y productivas películas paa mantenerse a flote. De ahí que tengamos cumpleaños de los arcaicos Disneys (y no tan viejos, sino mirad el lanzamientos de DVD's como 'El Rey León' y 'Aladdin') cada dos por tres.
Malos tiempos para la factoría de dibujos animados más famosa de la historia.

106 años de tradición a la basura

El fútbol no es algo que me llame mucho la atención, pero si me tengo que adscribir a algún equipo de fútbol y caer en la incuria nacional por un deporte prosituido desde su base, me quedo con el Athletic de Bilbao, club del que, desde pequeño, soy seguidor. Fundamentalmente porque mi abuelo, tío y primos eran y siguen siendo fervientes hinchas de 'los leones'.
Reconozco que los domingos pongo algo de interés para saber el resultado de este equipo de férreas tradiciones y que nunca ha bajado, junto al R. Madrid y Barcelona, a Segunda División.
Pues bien, hoy es un día triste en el club de mis amores (por decir algo). Y es que, tras 106 años con la elástica incorruptible a la maquinaria publicitaria, el Athletic ha caído en las redes del dinero por anunciar sea cual fuere el motivo en su camiseta. El presidente de la entidad, Fernando Lamikiz ha anunciado el acuerdo y ha dejado muy claro que llevar el nombre de Euskadi en la camiseta no es publicidad. Hay que ser cínico e hipócrita para declarar esto y poner la mano para cobrar 350.000 euros por los dos partidos de UEFA que le restan al equipo en esta segunda fase y seguir cobrando si el club continúa en la competición europea.
En fin. Yo seguiré siendo acérrimo a los colores de este gran equipo de fútbol. Pero estas cosas, me sientan mal. Como aficionado del Athletic que soy. Supongo que muchos bilbáinos y simpatizantes estarán de acuerdo de acuerdo con la medida. Yo no. Y es mi opinión, tan sólo eso.
¡¡Athletic, Athletic, Geuria!!

Grand Guiñol en 'Lo + Plus'

Cuando lo zafio y lo exquisito se dan la mano, la combinación suele ser de lo más esperpéntica, a veces inquietante e incluso divertida. Hoy en 'Lo + Plus' esta situación se ha dado con creces.
Resulta, cuanto menos, curioso ver juntos a la pareja de gaditanos Andy & Lucas en la misma conversación y mesa que un tótem del cine épico como Jean-Jacques Annaud. Ha sido todo tan extraño e insólito, que las gracias insustanciales de Lucas (Andy está para afirmar todo lo que diga su compañero de voz) han sido compartidas con el cineasta francés, que ha caído en un demencial ridículo al que no han sido ajenos Manu Carreño y la cada vez más ‘superpija’ por autodefinición Ana Gª Siñeríz, entrando todos en una espiral de patetismo creciente, casi insostenible. Un opulento circo de Grand Guiñol que hasta este momento no habíamos tenido la oportunidad de disfrutar en la televisión.
Siempre he creído que cuando un andaluz tiene gracia, es el rey de la fiesta, el que más capacidad tiene para levantar el aburrimiento de funeral, el dómine de los chistes e historias bien contadas. Eso sí, cuando un sureño español nace soso y sin gracia natural, por mucho acento que tenga y, lo que es peor, se crea que sólo por ser andaluz tiene ese ‘aje’ de arrojo humorístico delimitado a unos pocos, resulta un ser completamente grotesco, paupérrimo y definitivamente bastante triste. Pues bien, es lo que le pasa a este tal Lucas, un tipo que va de gracioso, que se lo cree y se engrandece a cada estupidez que dice sin tener ni puta gracia. Eso sí, parecer, parece buen chaval.
Lo fascinante de todo es que el director de ‘El nombre de la Rosa’, ‘El Oso’ o ‘Enemigo a las puertas’ haya llegado con exceso de júbilo al programa (y bastante tarde), visiblemente con tres vinos de más situándose al nivel de incongruencia hilarante a la que ha llegado el programa de hoy. Hasta estos dos colegas de Cádiz se han marcado un ‘rap’ que es al ‘hip hop’ lo que Aznar a la coherencia, han sacado un parecido físico de Annaud con ‘Harry Potter’ (sic) y han contado historias menos interesantes que las conversaciones que tenían los Ropper.
Y en esta batalla de disparate contra la inteligencia de ‘a ver quién dice la parida más grande’, mi gran amigo Eli Wood Jr. (cortometrajista ‘gore’ de culto en Salamanca) de espectador. Ahí, detrás de la Siñeríz, aguantando el tipo y sin mirar a cámara ni una sola vez, que es a lo que se dedican las fans (y casi todos en general) cuando van a hacer bulto al programa más blanco de la tele.
Como diría Papuchi, de lo más "raro, raro, raro…".

Me van a destrozar a Iron Man

Bueno, pues otro cómic de esos que marcan infancias que Hollywood va a fusilar llevándolo a la gran pantalla.
En esta ocasión es ‘Iron Man’, uno de mis cómics predilectos, verá mancillada su imagen con su traslación a imagen real. Esta conjunción de hombre y máquina creada por los siempre geniales Stan Lee y Jack Kirby en marzo de 1963 para ‘Tales of Suspense’ narra la historia de un pobre tipo que, en sus comienzos pasó por un trasplante, una fase de alcoholismo sin remedio para pasar a ser tetraplégico debido la locura de celos de una zorra trastornada que le disparó a bocajarro. Aquel hombre murió de cáncer. Años después, volvió de la hibernación convertido en Tony Stark, un playboy millonario, fabricante de armas, seductor y misógino que una vez se construyó una armadura de acero indestructible con varios componentes de alta tecnología que le hicieron infranqueable.
¿Existe mejor superhéroe?
Desde mi más tierna infancia he pensado que Tony era el mejor, el más caradura, el más macarra y esa la sensación de no saber cómo ni por qué un tipo tan cabrón pudo ser un superhéroe le hacen más admirable si cabe. Nunca conocí tal incorrección política en un héroe de la Marvel.
Por eso me aflige que Hollwood lo adapte, porque le quitará el sedimento canalla del original. Pues bien David Hayter, Alfred Gough y Miles Millar han sido los encargados del guión que se producirá en 2005.
Nick Cassavetes, el hijo del gran John, que ha dirigido ‘Atrapada entre dos hombres’, sí, pero que ha perpretado cintas como ‘John Q’ y ‘El diario de Noa’.
¿Nos jugamos algo a que joden el mito metálico?