martes, 23 de noviembre de 2004

Historias (televisivas) para no dormir

El gran Chicho Ibáñez Serrador, probablemente el hombre que mejor conoce en este país el anverso y el reverso de la televisión, sus luces y sus sombras, su inmensa cercanía y su poder adictivo, su grandeza y su ilimitada basura, su estético espectáculo y su ineludible cochambre, su turbia verdad y su adicta mentira realizó una de las mayores gestas televisivas al ponderar el género fantástico y de terror con sus imágenes en aquella ya mítica serie ‘Historias para no dormir’, la síntesis creativa de una época irrepetible.
Años después, Chicho, inscrito como el productor y director televisivo más carismático y fructuoso de la televisión española, se retiraría de las cuitas catódicas con el gran concurso de la historia de nuestra caja tonta, el ‘Un, dos, tres...’. Parece ser que hubo un tiempo en el que Chicho se aburría, en el que la experimentación con el terror asistió a su mente y, utilizando su comercial concurso, insertó en él una de las más crueles experiencias de terror que una persona pueda degustar en este mundo. Imaginaos aquellos que tuvieron la desagradable oportunidad de participar en el programa como uno de aquellos ‘sufridores’ que acompañaban a la pareja concursante durante la segunda parte del programa, la lúdica, de tan mítico evento televisivo.
Imaginaos a alguien, un tal Manolo, allí, sentado junto a su hermana Puri, experimentando una de las peores sensaciones que se haya tenido la ocasión de sentir a lo largo de los fastos catódicos. Imaginaos estar más de siete horas metido en una calabozo de metacrilato, con un calor asfixiante, con vuestra hermana Puri a punto del síncope y con la extraña sensación del miedo alojada en la piel, descifrando la crueldad manifiesta y, a su vez, admirable, de Chicho para jugar con las más oscuras emociones de las personas.
Analizando el contexto, uno llega a la conclusión de que aquel hombre era (y sigue siendo, me consta) un genio y decano del horror humano, de las perturbaciones que nos asolan en nuestra vida diaria. Sólo a él se le podía ocurrir meter a una pobre pareja en un perímetro de 1x2 m. durante largas horas haciéndole saber todo lo que ocurría en el programa, detallando cada regalo que se escondía debajo de los cachivaches, siguiendo las estúpidas y erróneas reflexiones de los concursantes y, al final, arañando el cristal porque el apartamento en Torrevieja estaba en el papiro romano y no debajo de la piedra que había llevado "La Bombi". Mayra, mito oculto de la televisión, mirando irónica inquiría a Lidia Bosch “¿cómo lo estarán pasando nuestros sufridores?”, mientras Puri agarraba a Manolo del cuello maldiciendo y satanizando contra todo el mundo, leyendo en sus labios las barrabasadas más desmedidas de la televisión. Fina ironía cabrona la de la presentadora.
Imaginaos a esta pareja de ‘sufridores’ entre sudor y angustia, entre cóleras y anatemas, entre ganas de cagar y de morirse. Chicho lo había conseguido una vez más. Como José Luis López-Vázquez en ‘La cabina’, las parejas sufrieron la claustrofobia más brutal que nunca un concursante volverá a sentir. Imagino que cualquier ‘sufridor’ del ‘Un, dos, tres...’ recordará la experiencia de por vida. De hecho, me gustaría conocer a alguno. Muchos de ellos no lo recordarán como un suplicio porque, tras las horas de amargura y desolación, se llevarían algo más que cien latas vacías, diez váteres y cinco bidés o los 20 sacos de cemento que Manolo y Puri se llevaron a casa y en los que hubiera metido vivos a, por suponer, Alberto y Sara, la pareja concursante que hizo de aquel día perdido en los 80 una temible pesadilla para Manolo y Puri.
Uno de estos días prometo hablar del Chollo y del Antichollo, de la Botilde y su estúpido juego de meter un pie en un aro y que la puta bota diera vueltas, y de hacer un top con las azafatas que más me han puesto en todas las etapas del mejor concurso que Chicho pudo dar a la televisión.

Cine asiático fantástico y de terror oriental

La fiebre del ‘terror amarillo’
En los últimos años el cine de género asiático está marcando una ejemplar cinematografía de terror.
El cine fantástico oriental está de moda. O si no es así, por lo menos, va saliendo paulatinamente de los reductos minoritarios a un terreno de la exhibición que cada vez apuesta más por las producciones asiáticas en un género en el que los orientales están demostrando su potestad sobre el terror y fantástico occidental. El terror formulista al que estábamos acostumbrados está mutando a un núcleo de revolución estética y argumental, de cambio, en múltiples aspectos. Ya sea por un concepto del cine para subyugar su lenguaje a una tensión evolutiva de portentosa índole o bien por un arte que indaga en el arcaísmo para mitigar cualquier efecto de las nuevas tendencias audiovisuales.
Sea como fuere no hay duda de que el cine más trasgresor e innovador producido en extremo oriente se ha convertido en una tendencia de culto que actualmente sirve para abastecer de ideas y realizadores a la industria americana. En estos momentos, Asia es para Hollywood, una inagotable fuente de inspiración y renovación de los géneros cinematográficos. Sólo así podemos apreciar que el ‘nuevo cine de terror americano’ venga dado por el ‘remake’, por el calco reinterpretado para el público americano. Esta nueva ola del cine fantástico asiático comenzó a ser conocida como tal a finales de 1990. Y para ello tuvo mucho que ver la creación del Festival fantástico de Puchon en 1997. Uno de los principales causantes de este fenómeno fue el éxito de Koji Suzuki, ‘Ringu’, adaptado del éxito del japonés Hideo Nakata, a la que después se le sumo ‘Kim Dong-bin’, adaptación de la primera versión en donde la transmisión de un virus a través de una cinta de video provocaba siete días después la muerte de todo aquel que lo veía. Una primera cinta en abrir esta nueva puerta a la actualización y occidentalización de un espacio angustioso, lleno de matices y nada acomodaticio. Gore Verbinski fue el encargado de otorgar una excusa para el ‘remake’ de la grandes majors, ávidas de suculentas taquillas. ‘La maldición’, de Takashi Shimizu, otro éxito sin precedentes y causa de secuelas de éxito, ha seguido su camino en esta reformulación yanqui de los conceptos asiáticos. Pero no queda sólo ahí esta tendencia, en escarbar y extraer lo comercial del llamado ‘terror amarillo’, ya que el panorama del cine oriental es tan amplio como complejo. Desde una perspectiva occidental, las cinematografías asiáticas parecen compartir rasgos comunes, aunque en realidad sus diferencias son sustanciales.
La aparición de esta nueva directriz, una moda que apunta a una clara perennidad, tiene sus cimientos en el creciente interés que despiertan en Occidente los rasgos genéricos del cine fantástico oriental. Así, la tradición japonesa se mezcla con la modernidad visual, sin perder nunca los estilemas clásicos, mezclando mitología fantástica (como el ‘kwaidan’, la narrativa fabulesca de fantasmas) y clasicismo, elementos que domina uno de los mejores directores de esta generación: Hideo Nakata, un director sobrio, capaz de conjugar el dramatismo subtextual de sus historias con el más puro efectismo terrorífico dibujado en la sobriedad, haciendo gala de una portentosa capacidad de dirección ejemplificada en la estupenda ‘Dark Water’. Un logro igualmente obtenido por esa desconocida obra maestra que es ‘Kaïro (Pulse)’, de Kiyoshi Hurosawa. El cine de terror asiático, extendido no sólo a China y Japón, si no con joyas venidas de Corea del Sur, Hong-Kong y Tailandia, tiene su acercamiento al mercado europeo en la conocida ‘The Eye’, de los hermanos Pang, un éxito que es la cabeza de títulos que no han tenido la oportunidad de verse en nuestro país; ‘Nang-Nak’, ‘Bangkok Haunted’ o ‘Wishing Stairs’, cintas modélicas de un terror que, traspasando fronteras, hablan de la angustia en sus diversas formas, más allá de la delimitación geográfica. De ahí la cercanía terrorífica que tiene este género de Asia con el resto del mundo.
Como variante al terror en estado puro, a la búsqueda de estilos poliformes y personales en los que la universalización de los temas e intencionalidad se destapan como el gran logro de una cinematografía minoritaria, se encuentra lo que se ha dado en llamar el ‘Extreme’, esa variación que abandera el prolífico Takashi Miike (‘Audition’, ‘Ichi Killer’ y las dos partes de ‘Dead or Alive’) que invocan otro estilo en la proposición del terror, dado en la explicitud de sus imágenes, en el sentido gráfico de lo truculento y desagradable, en la terrible realidad de impensables actos inyectados directamente al ojo del espectador. Películas como ‘Phone’, de Ahn Byeong-Gi, ‘Three’, dirigida por Kim Ji-Wun (Corea), Peter Chan (Hong Kong) y Nonzee Nimibutr (Tailandia), ‘Memento Mori’, de Kim Tae-Yong y Min Gyu-Dong, ‘Sorum’, de Yun Jong-Chan, ‘Bangkok Haunted’, de Oxide Pang y Pisuth Praesaengaim y la terrorífica ‘Tales of the unusual’, son ejemplos de esta nueva (en realidad clásica) moda del cine asiático de terror y fantástico. Esta semana ha llegado a las carteleras de media España ‘Dos hermanas’, producción de Corea del Sur, donde dos hermanas regresan a casa después de haber estado enfermas. Allí son recibidas por su madrastra Eun-joo, una mosntruosa mujer que se encarga de hacer de sus vidas una auténtica pesadilla en la que no pueden faltar los fenómenos extraños. Dirigida por Kim Ji-Wun está interpretada por Im Su-Jeong, Moon Geun-Young y Yeom Jeong-A.
Un cine que si bien abarca obras de una calidad paradigmática en un género tan aparentemente agotado como el terror y que se va dejando ver en pequeñas y esperadas dosis, no es muy accesible a Occidente, debido, sobre todo, a la insuficiente distribución y la mala calidad con que se estrenan este tipo de películas. Un cine que se ha habituado y estandarizado como ‘cine minoritario’, viéndose reducido al mercado del DVD o vídeo doméstico y percibido aún por el gran y odioso ‘mainstream’ como ‘freak’, algo exótico, de cierto carácter elitista y fragmentario. Cuando el cine fantástico asiático es todo lo contrario.
Miguel Á. Refoyo © 2004
PD: Mi amigo Fermín Martínez seguro que lo haría mucho mejor. No como yo, aquí, sabiendo dos cosillas que he visto y escribiendo esto.

lunes, 22 de noviembre de 2004

El fondo de escritorio

Ampliar aquí.
Yo no soy de los cambian el fondo de escritorio a menudo. Es más, puedo estar hasta un año con el mismo. También es cierto que hubo una vez (cuando cotizaba en la Seguridad Social) en que cada día tenía que tener una visión nueva en el entorno de trabajo.
Puede parecer algo baladí, pero supongo que el fondo de escritorio define mucho a una persona. No puedo imaginarme con ese campo verde, la llanura que Windows Xp trae por defecto o con una foto de algún bebe, algún familiar, modelos de pasarela o incluso de mí mismo con un momento arquitectónico detrás. El fondo de escritorio es fundamental para el equilibrio de los que trabajamos diariamente con el ordenador.
Actualmente suelo cambiarlo cada cinco o seis meses. El último lo saqué de una página de cómics de ‘Legend’. La figura del Diablo ha sido una constante en mi iconografía y esta silueta en plan dibujo de tebeo me fascina. Antes tuve muchos otros, casi todos relacionados con el mundo del cine y el cómic.
No sé por qué posteo esta gilipollez. Supongo que es porque el otro día, me dijo Fernandito Bernal que escribiera más sobre mí que artículos o reportajes, que es lo que me gusta, pero claro, una weblog nace con la intención de escribir algo sobre el autor ¿O no? Yo qué sé.

No habrá trilogía

Pues sí, es una mala noticia. Una noticia que nunca me habría gustado leer. O al menos, de la manera en que se ha dado.
Mucho se había hablado hasta el momento de una posible tercera parte de ‘Cazafantasmas’, hasta se dijo que Harold Ramis y Bill Murray estaban en contacto para intentar sacar lo que sería un ansiado cierre de una trilogía más que esperada. Pero no fue así. Las cosas han cambiado mucho en estos meses. Tanto que se ha convertido en toda una utopía sacar el proyecto adelante.
Sólo Dan Aykroyd quiere hacer una nueva entrega. Bill Murray, Harold Ramis, Annie Potts y Ernie Hudson han expresado su deseo de no participar en ningún proyecto que lleve ‘Ghostbusters’ en su título. Taxativamente, Murray se ha negado a escuchar cualquier posible oferta sobre la saga.
Aykroyd, desesperado de la vida, sugirió hace poco que tenía la idea de actualizar el reparto original contratando a Will Smith como primera figura y rodearlo de estrellas emergentes. Algo impensable, porque la Columbia ya dijo hace tiempo que si no se rodaba con el elenco original, no se tocaría ningún proyecto.
¿No digáis que no estaría bien volver a reencontrase con los doctores Peter Venkman, Raymond Stantz y Egon Spengler?

domingo, 21 de noviembre de 2004

Extrañas noches de ideas

Me levanto con una sensación de haber querido ser buzo y cuidar delfines en los más remotos y exóticos paisajes, no sé porqué. Parece una idea estúpida, pero es así. Esta noche he tenido un extraño sueño, de esos que te levantan de la cama como un resorte. Una niña con la cara ensangrentada me susurra “Ha llegado tu fin...” y yo intento sujetarla con el brazo, pero se me cae por un acantilado lleno de escarpas.
Cuando levanto la persiana y con las legañas aún a modo de capullo de gusano de seda llega la frase “Tengo un relato corto”. Así funciona. Así es como creo que se llega a una buena historia. De repente, sin darte cuenta de las cosas. Yo siempre utilizo las noches para pensar, para darle vueltas a la cabeza, para leer, para ver cine, para entorzarme y llegar así a historias que valgan la pena. A veces, a las 6 de la mañana estoy buscando conexiones y subtramas a un posible guión.
Para eso utilizo la cama, así me va en otros aspectos más carnales...

sábado, 20 de noviembre de 2004

Batalla campal en la NBA

Increíble, espantosa, vergonzosa y espectacular ha sido la feria de hostias que han brindado en los jugadores de los Indiana Pacers Ron Artest y Stephen Jackson durante su partido de la NBA contra los Detroit Pistons. Cuando sólo faltaban 45 segundos para que finalizase el partido y los Pistons ganaban 97-82, Ben Wallace arremetió contra Artest por una falta personal.
Cuando los nervios se extendieron a los demás compañeros y los banquillos entraron en la tangana, los jugadores empezaron a soltar derechazos y ganchos a diestro y siniestro. Lo esperpéntico de todo, fue la lluvia de vasos, agua, bebidas refrescantes y botellas de plástico que los aficionados tiraron contra los jugadores de los Pacers, que arremetieron sobre algunos aficionados, dando puñetazos y ofreciendo un lamentable espectáculo con una pelea entre jugadores y público.
Los golpes volaban por todas partes al igual que las botellas y los vasos. Incluso una silla también fue lanzada por un aficionado contra el pívot Jermaine O'Neal, de los Pacers, que al final fue otro de los implicados en una batalla campal que obligó a los árbitros a dar por finalizado el partido cuando aun faltaban 45,9 segundos por jugarse. Jackson, Artest y O'Neal conectaron unas severas hostias que abatieron a varios aficionados. Éstos, lejos de amedrentarse, terminaron lanzando sillas, botellas, palomitas, cojines y cualquier objeto que tuvieran a su alcance.
¡¡I love this Game!!

La interminable historia de una adaptación no deseada

Estoy harto de las especulaciones sobre la no deseada adaptación al cine de 'Watchmen', la obra maestra del cómic creada por Alan Moore. Si hasta hace poco, Darren Aronofsky era el elegido y trabajaba en una adaptación que Terry Gilliam quiso y pudo hacer una vez, la cosa no ha cuajado y el director de ‘Requiem por un sueño’ ha dejado el proyecto por problemas de financiación.
Según Film Guardian, el nuevo realizador que se hará cargo de este arriesgado proyecto es Paul Greengrass, el director de ‘El mito de Bourne’ y guionista de películas tan sobrevaloradas como ‘Bloody Sunday’ y ‘Omagh’, dos muestras de que este escritor está muy identifcado con la historia terrorista irlandesa, pero que, como bien ha demostrado en la secuela del personaje creado por Robert Ludlum, no es que sea un gran director que se diga.
‘Watchmen’, es posiblemente el mejor cómic de todos los tiempos, no hay un ápice de heroísmo en páginas. Como viene siendo habitual en el gran Alan Moore, él se ha desentendido de cualquier relación con el cine.
Si ya es una mala noticia que el empeño por llevar un cómic intocable a la gran pantalla, más lo es que lo vaya a realizar un director que no tiene muy claro qué es el concepto de acción y sus engranajes de puesta en escena y narrativos.
A veces la gran industria hollywoodiense da asco.

Chris Cunningham: Cuerpo y tecnología

Salamanca es conocida en el mundo entero por su entorno arquitectónico y porque se presume de que es una orbe cosmopolita y muy cultural. Pues es mentira, amigos. La cultura llega con cuentagotas. Tras llenarse los bolsillos las instituciones con el publicitado eslogan de ‘Salamanca 2002. Capital Cultural Europea’, la cosa pareció mejorar, pero no. Aquí no llega cultura. No importa. Es ignorada. Aún así, existen pequeñas joyas que caen como gotas de agua en un desierto. Y cuando llega, tengo que reconocer que lo bueno se hace esperar.
El Domus Artium 2002, más conocido como DA2, está desarrollando una gran función en este aspecto. Ayer terminé de ver la fase del ‘Come to Daddy’ de Chris Cunningham, el visionario moderno dómine en el terreno del ‘videoclip’. El título de esta parte de la exposición y de un reconocido DVD pertenece a una canción y un videoclip inolvidable, irrepetible, que Cunningham creo para Aphex Twin. El vídeo de las niñas diabólicas con el inquietante rostro de Richard D. James, que repite en otro vídeo espectacular como ‘Windowlicker’ también para Aphex Twin, es un producto identificativo de este nuevo genio audiovisual. En él podemos ver a estas criaturas salir de un agujero en la pared con ganas de sembrar con violencia en el barrio Thamesmead, en Wollwich, en el Londrés más Oriental. Las criaturas (no sé porqué me viene a la cabeza ‘The Brood’, de Cronenberg) corren llamados por su creador, un monstruo desfigurado y esquelético que sale de un aparato de televisión y encuentra en una viejecita que pasea a su perro a la víctima perfecta. “Quiero tu alma. Me comeré Tu alma”, le grita desde la televisión. Imponente la factura técnica, acojonante esa reunión de los niños y el creador en su infierno particular.
Nacido en Londres en 1971, Cunningham es uno de los directores con más futuro dentro de Hollywood y todavía no ha realizado un solo largometraje. Su propensión hacia la oscuridad con la que plantea sus temas, la visualidad incómoda, gris, mortecina, llena de intersecciones, siempre inclinada a la exploración de los cuerpos, de las formas, reconvertidas en seres infrecuentes, figuras extrañas y espeluznantes monstruos. Niño prodigio del medio (a los 16 años trabajaba en el departamento de efectos especiales de los estudios Pinewood), Cunnigham es experto en dar forma y carácter a monstruos deformes, como demostró en sus reconocidos trabajos cinematógraficos de ‘Razas de Noche’ y ‘Alien 3’, reformulando la célebre criatura de H.R. Giger. Los escenarios futuristas y postindustriales, la atmósfera angustiante y una afección por el organismo y el cuerpo humano son elementos necesarios en una obra tan fascinante como perturbadora.
Cunningham tiene mucho de David Fincher, ya no sólo en su parecida forma de fotografiar sus trabajos (muy evidente en el mejor vídeo, a mi juicio, de este autor; el ‘Afrika Shox’, para Leftfield & Afrika Bambaataa -de hecho está fotografiado por Darius Khondji, que trabajó con Fincher en 'Se7en' y 'Panic Room'-), sino en su concepción narrativa, en su ritmo, en la innovadora y revolucionaria forma de planificar y una capacidad imaginativa unida a un innegable atrevimiento visual de un trabajo que le ha llevado a ser considerado uno de los directores más importantes de su generación. Sus influencias parecen claras; casi todo el mundo coincide en señalar el ‘cyberpunk’ como entorno personal, los cómics y la “sci-fi” como temas recurrentes, la literatura de J.G. Ballard, William Gibson, Paul Di Filipo, Bruce Sterling como temática imperante y la actitud de David Lynch o David Cronenberg son los dispositivos referenciales de un director que muestra sin escrúpulos el impacto provocado por la tecnología en la cultura moderna y, sobre todo, en las relaciones humanas. Las extrañas asociaciones de Cunningham se materializan, para ello, en criaturas dibujadas por él mismo, en conjunto con las imágenes tratadas digitalmente, cuyo objetivo es un realismo extrañamente impactante. Sin embargo, Cunnigham, no parece darle importancia a su propia trascendencia: “Tal vez no debería presumir de esto, pero todos saben que con los videos de música no hay demasiada inteligencia detrás. No estoy tratando de manifestar una realidad social ni tampoco intento comunicarle al público lo que siento. Estos videos son simplemente la manipulación del sonido con la imagen y la mayor parte de las decisiones son actos reflexivos”, ha dicho.
Sin duda alguna, el vídeo estrella de la exposición es 'All is full of love', elaborado para la islandesa Björk. Es aquí donde mejor se aprecia la preocupación por lo tecnológico y lo mecánico, todo ello observado desde una erótica humana que en la que dos robots se abrazan despertando a la sensualidad. Música e imagen, anatomía y robótica, se mezclan en una combinación que indaga en un cosmos morfológico impresionante. Lo aséptico del espacio, la luz y la acción amatoria de los cyborgs contrastan en un fondo humano entre dos máquinas que descubren el amor, en una sinergia perfecta de robótica, industrialización, sexo y oda a la anatomía femenina. Un tema también presente y esencial en ‘Second Bad Villbel’, realizado para Auterche, en el que aparecen los robots que el británico utilizó para su trabajo en ‘Inteligencia Artificial’, durante una breve temporada, en el proyecto de Stanley Kubrick (con el que trabajó durante dos años sometido al maestro) que terminó dirigiendo Steven Spielberg.
La lucha de sexos y el amor más escabroso es el tema del único cortometraje de ficción de Cunnigham, 'Flex', en realidad un oscuro ‘performance’ visual donde los cuerpos vuelven a ser el reclamo para inquirir en una sensualidad agresiva y violenta, de una intensidad lograda a través de la luz y el sonido. En una pelea de violencia extrema, la pareja descubre su necesidad recíproca, sumidos en la confusión del ambiente, ensangrentados, asfixiados, exhaustos por el dolor, mitigada por la crudeza sexual y pornográfica de dos seres que, en ese momento sexual, se unen, fundiéndose el uno en el otro. Ella se arrastra buscando al hombre hasta lograr encontrarlo en la luz de su principio. Fascinante.
También me gustó mucho 'Come On My Selector', para Squarepusher, donde una niña japonesa intenta escapar de un hospital infantil en el que se realizan experimentos tecnológicos. La unión de música, imágenes enloquecidas y un ambiente frío e inquietante, vuelven a ser elementos necesarios en un trabajo sorprendente. ‘Frozen’, para Madonna y ‘Only You’, para Portishead se ven en la misma pantalla dejando una sensación de exquisitez artística encomiable. Su frase: "mucha gente piensa que mis trabajos son terroríficos. Personalmente, yo los encuentro hilarantes. Terroríficos para mí son, por ejemplo, los vídeos de las Spice Girls" dio la vuelta al mundo, dejando ver su vena más cínica y ‘outsider’ en un mundo envenenado por la carencia de originalidad.
Y cuando Cunningham debute en el cine, lo hará por la puerta grande. En una superproducción sin límites, en una aventura más que arriesgada, traducir a imágenes ‘Neuromante’, la novela de William Gibson que dio origen al ‘cyberpunk’ y que definió los conceptos de un género multifuncional y difícil. El británico ha contado con un guión escrito por el propio Gibson (que ha definido en repetidas ocasiones a Cunningham como el hombre "perfecto para ese trabajo") y una banda sonora a cargo de Richard D. James, es decir, de Aphex Twin.
El genio del nuevo siglo espera su turno para dejar su impronta en un cine que necesita de talentos visionarios como el de Chris Cunningham.
La exposición 'Come to Daddy' está compuesta por:
Videos Musicales
'Second Bad Vilbel', para AUTECHRE.
'Come To Daddy', para APHEX TWIN.
'Only You', para PORTISHEAD.
'Frozen', para MADONNA.
'Afrika Shox', para LEFTFIELD. feat. AFRIKA BAMBAATAA.
'Come On My Selector', para SQUAREPUSHER.
'Windowlicker', para APHEX TWIN.
'All Is Full Of Love', para BJORK.
Making of ‘All Is Full Of Love’, con entrevistas a Bjrk y Chris Cunningham.
Otros trabajos
'Monkey Drummer', con música de Aphex Twin
'Flex', con música de Aphex Twin.
'Mental Wealth', aununcio de Sony Playstation.
'Photocopier', anuncio inédito para Levis.
'Engine', anuncio para Nissan con música de Boards of CanadaWindowlicker.
Y esta semana volveré para ver el resto de la fantástica exposición: Lise Sarfati, Rosemary Laing, Edward S. Curtis...

viernes, 19 de noviembre de 2004

Hola, soy Pedro y quiero trabajar.

Ese es el escueto mail que he recibido hace poco de un actor que ha mandado su curriculum y la foto a la dirección de El Pentáculo Producciones & Haussmann Films.
Resulta divertido saber que hay gente que piensa que producimos cortos, películas y que hacemos cine a alto nivel. Me gusta que ahí fuera haya inquietudes e ilusión. Me gustaría ser como Spielberg y contratar a los que me mandan mails. Pues este tal Pedro Morales, además de un jerol que despierta miedo aterrador, de ese que acojona, ha trabajado en la serie 'Memoria de España', emitida en el 2004 por Televisión Española y en la película de Pedro Costa 'Mis estimadas víctimas'.
Hace algunas semanas Alba Fernández, la actriz principal de 'Días de Invierno', dirigida por José Durán, también se dejaba querer por si había algún proyecto a la vista. Me llegan muchas referencias de directores de fotografía, de asistentes de producción, de músicos, de empresas de efectos especiales, de ayudantes de dirección y, por supuesto, de actores y actrices. Hoy, sin ir más lejos, también me ha llegado un CV de una chica con una experiencia que me ha dejado anodado que ha trabajado con el mismísimo Almodóvar.
Que manden su foto y curriculum me hace pensar lo que todos sabemos: que el cine español está tan jodido que ni los buenos profesionales tienen trabajo.
En fin, si yo pudiera dar curro a todos...

jueves, 18 de noviembre de 2004

El último ‘punkie’

Últimamente, casi siempre, echo de menos pequeñas cosas que me hacían feliz hace más de una década, en los 90, en sus principios, cuando los 80 agonizaban dejando atrás una época irrepetible. El otro día, cuando volví a darle un sorbo a un litro de Kalimotxo, mi memoria se fue instantáneamente a una imagen de mí mismo en 1995, delgadito, sin barba, joven, con ganas de todo y, en esta visión en la que vestía igual que ahora, un disco sonando detrás, haciéndome sonreír: ‘Ya hera ora’, del mítico Manolo Kabezabolo, un apasionante y entrañable icono que ha marcado a una generación que se aprendió sus letras anarquistas y punkies, puramente rebeldes y con un humor que dignificaron su torpe manera de tocar la guitarra y su voz agangosada. Qué míticos momentos me ha dado Manolo.
Su leyenda urbana le tacha de exdrogadicto, residente en un psiquiátrico de Zaragoza del que le dejaban salir para tocar en conciertos como terapia a lo que el llamó "encierro voluntario", debido a un ‘yu-yu muy grande’. También de historias, como la que le situaba actuando en el bar ‘La Colmena’, en la Calle Pizarro, aquí, en Salamanca, donde los vecinos, hartos de aguantar sus proclamas punkies, llamaron a la policía y fue detenido. Me pasaron (cómo no, otra vez José "Jimbo") una cinta grabada, de las que se pasan los amigos y que van de mano en mano por toda España, agitadora de diversos botellones de amigos, de la juventud que empezaba a descubrir la expansión de la vida. Contenía absurdas canciones grabadas en directo en un bareto, en un chamizo (que diría mi amigo Rutiger), con unas letras ingeniosas, divertidas, pero con un contenido ‘anarka’, lleno de intención cínica y socarrona. Y entre medias, aquellas frases que jamás podremos olvidar: “voy medio ciego”, “no veo ni el micrófono”, “A ver ¡camarero! ¡Ponme una caña aunque sea!”...
En 1995, Manolo, había hecho llegar a jóvenes de toda España 2.000 copias entre las vendidas y pirateadas. El ‘Ya hera ora’ recogía 30 temas, pero la denuncia de las discográficas, ya que varios temas eran versiones de temas conocidos (varios de ellos de los ‘Sex Pistols’), hizo que se tuvieran que retirar las copias y reeditarlo, desapareciendo 7 de aquellos míticos temas. En 1996 le vi en la sala Potemkin y no fue lo que me esperaba, porque Manolo, como buen bohemio cantautor punkie tenía sus días: dependía de cómo estuviera; o estaba increíblemente gracioso e inspirado, o se iba a los 5 minutos mandando a tomar por culo al público. Aún así, siempre seguí adorando a aquel hombre. Su música era lo de menos. Importaba la figura, el mito, el icono que creamos aquellos que crecimos con un katxi de kalimotxo en una mano y uno de cerveza en la otra, fumando un buen petas, mientras levantábamos las manos al grito de sus canciones: “cada imprendible que llevo en la chupa es el recuerdo de algún follón”, “usted qué opina del aborto de la gallina”, “un papel morao ¡mil duros!”, “Si Sid Vicious hubiera conocido el kamimotxo no habría muerto de sobredosis”… y tantas y tantas otras.
Cuando Manolo volvió con ‘Los ke se van del Bolo’, su proyecto de banda de acompañamiento se sitúo en un proyecto más serio y comercial. Y el Manolo que me encandiló dejó de ser el mismo, aunque sus letras tuvieran la misma intención cabrona. Viendo aquellos grupos que me gustaban entonces, en mi época macarra que se ha extendido hasta la actualidad: El Oso Yonki, La Polla Records, Boikot, M.C.D, Pleasure Fuckers, Los Discípulos de Otilia o Albert Pla, sus siguientes discos: ‘La Nueva Mayoría’, ‘Resina, agua y ajo’ y ‘2001: la odisea va despazio’ son el reflejo de que este sedicioso e insumiso cantautor sigue haciendo discos no por un golpe de suerte o por el seguimiento de unos borrachos ‘freakies’. Nada más lejos de la realidad. Sus rudas canciones, a pesar de parecer las absurdas loas más banales al inconformismo y a la droga y el alcohol, son el fiel reflejo de la realidad de nuestro país. Y eso es todo un logro.
Su letra 'punk' y combativa, llena de filosofía urbana ha ido recogiendo lo mejor de un autor, reconvertido en leyenda a la sombra de un disco que terminó por hacerse tan grande que se tragó su trabajo posterior. Aún así, no importa, porque Manolo Kabezabolo, con sus defectos y sus canciones pachangueras estará en un nivel generacional que nadie de los que hemos disfrutado como locos de una era creada para la diversión podrá olvidar. Ahí quedan sus temas posteriores al ‘Ya hera ora’ como ‘Nino Gramo’, ‘Tengo una muñeca vestida de punk’ o la versión de ‘Clavelitos’ tunera putera rebautizada ‘Karajillos’.
Grande, Manolo, grande.
Esta noche, en la fiesta grande de Ciencias en la universitaria Salamanca, pediré uno de tus temazos para sentirme un poco como los jovenzuelos que dejarán medio mes en una fiesta antológica.