…cuando la épica no abandona a los emblemas incansables.
…cuando la necesidad de ser el mejor no es un requisito, si no una dadiva sobrehumana expuesta desde la humildad.
…cuando el talento y la fuerza se unen con un objetivo común.
…cuando todo un país volvió a ver al mejor regresar a su cetro, sin perder la confianza en él.
…cuando un tenista asombroso dejó claro quién es el soberano absoluto de un deporte en el que sigue siendo el mejor.
Cuando una vez Rafael Nafal ganó por quinta vez Roland Garros y fue otra vez el número uno.
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