Hace tan sólo dos días podíamos leer…
“El dictador chileno Augusto Pinochet sigue evolucionando favorablemente de su infarto, lo que posibilita un traslado a una unidad de cuidados intermedios, donde permanecerá al menos hasta el próximo martes, día en que salvo imprevistos, podrá salir del hospital”.
Pues va a ser que no, porque los imprevistos han aparecido en forma de una muerte justa y conveniente para uno de los genocidas más despreciables que han poblado la Historia de la Humanidad. Es una lástima que haya muerto de un modo natural y no fusilado, degollado, envenenado, ahogado o torturado como las miles de personas que él mandó asesinar.
Hoy es un día feliz para los que creemos en la Democracia.
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