lunes, 21 de septiembre de 2015

Eurobasket 2015: la gesta de un equipo y la leyenda de Pau Gasol

Cuenta la leyenda que un guerrero inconmensurable trazó un titánico plan para guiar a un ejército mermado por la ausencia de algunos de sus mejores soldados hacia la gloria. También cuenta que el pueblo, suspicaz ante los movimientos en el campo de batalla llegó a cuestionar que esa victoria fuera posible. Pero sólo un héroe sería capaz de alcanzar una gesta inalcanzable que hizo cambiar a toda la población de parecer y se erigió como una figura gigantesca ante el enemigo, haciendo que un país se volcara en el elogio de aquel ídolo de masas y su hueste de campeones.
Cuando el pasado día 5 España jugó su primer partido contra Serbia promovieron una duda. Las evidencias sobre su capacidad de una victoria final hicieron que se presentara como un desafío mayúsculo. En aquel choque fueron Bjelica, Bogdanovic y Erceg, quienes fulminaron a una selección que fue incapaz de reaccionar ante un equipo que se fue creciendo paulatinamente. Un simple toque de atención. Tras el sosiego de una Turquía donde ya empezaron a brillar Pau Gasol y Nico Mirotic, Sergio Scariolo vio cómo un equipo a priori inferior como Italia le hacía nada menos que 105 puntos a un conjunto que dejó ver sus carencias defensivas y con Marco Belinelli que explotó su faceta triplista para apuntillar a un equipo cuestionado. Contra Islandia el trámite fue saldado sin problemas. Por supuesto, no cabía otro resultado que no fuera la victoria. Eso sí, la mirada ya estaba puesta en una Alemania con la que enfrentarse en un último partido de grupos donde España se jugaba el todo o hacer las maletas para volver.
En el Mercedes-Benz Arena de Berlín se jugó probablemente el partido más crucial de este Eurobasket, contra una selección anfitriona que apostó sus bazas forzando un encuentro disputado, donde Schröder lideró a unos bávaros que ya no dan tanto miedo con Nowitzki lastrado por la edad. Sin embargo, cuando España parecía tener el sendero despejado hacia octavos, Alemania metió el miedo en el cuerpo activando las alarmas para propiciar uno de esos finales de infarto. A tres segundos para la conclusión, Schröder tuvo tres tiros libres para empatar y forzar la prórroga, algo que hubiera consumado una remontada trabajada desde el perímetro. El destino quiso que fallara el último, el único de los doce intentados por los alemanes. La suerte, con cierta dosis de justicia, España llegaba a la fase final eliminatoria con más incertidumbre que convicción. Lo que los de Scariolo guardaban como sorpresa era su capacidad de superación. La misma que ha configurado a esta generación en plena renovación que no ha dejado de maravillar con sus valores técnicos y estratégicos en una progresión inesperada que tienen a Scariolo como principal valedor y una cabeza visible que ha obrado el milagro de los dioses: Pau Gasol. El de Son Boi no sólo ha hecho valer su valía en el juego estático y de transición, si no que en este Eurobasket ha vuelto a explotar como un auténtico fenómeno que después de este torneo insiste en su valoración de “leyenda” incalcanzable, dispuesto a demostrar una y otra vez que es el mejor deportista español de todos los tiempos.
Contra Polonia, ni Slaughter, Waczynski, Gortat, Gruszecki supieron frenar a un equipo con más experiencia, imponiendo un juego físico que fraguó la confianza de los hispanos. Pau ofreció una exhibición de oro contra Grecia; 30 puntos, seis triples de siete lanzamientos, un, siete rebotes y cuatro asistencias fulminaron a los y compañía que camuflaron las múltiples pérdidas de balón y cierta inconsistencia indecisa de España. El complejo trazado aguardaba al gran enemigo, a una Francia que había apeado a los ‘Golden Boys’ de las aspiraciones de medallas en los últimos grandes torneos. La revancha, la vendetta y los condicionantes que arrastra ese deseo ciego por saldar deudas no fue un obstáculo para ver no sólo el mejor partido del campeonato, si no ara asistir a uno de los mejores encuentros de baloncesto que se recuerdan en mucho tiempo. Y de nuevo, el héroe legendario, el mejor, el extraterrestre español. Pau Gasol hizo historia al anotar 40 puntos y capturar once rebotes en un choque que acabó con una agónica prórroga y con un equipo luchando contra decisiones arbitrales poco menos que cuestionables. Con Parker anulado, niGobert, Pietrus y Lauvergne fueron capaces de anular el dinamismo y la fe de Rudy , el Chacho, Llull y Felipe Reyes (no vamos a obviar el crecimiento defensivo de un Claver excepcional). La incertidumbre se había desvanecido por enésima vez. Con esa victoria de antología, España se colaba de nuevo en una final, esta vez como favorito. Como ese grupo indestructible que es capaz de promover la confianza contra viento y marea. Iba a disputar su novena final europea. Dos ganadas (2009 y 2011), pero esta vez, como en un guión de superación deportiva, con todo a favor, sin fisuras, con la confianza de todos los amantes de un deporte con un componente heroico que no contienen en su sustancia otros más prosaicos y comerciales.
Daba igual el contrincante. Serbia era un viejo conocido. Desagraviados contra los franceses en su feudo, Serbia hubiera sido el siguiente para resarcirnos de aquel triple de Teodosic en el Sinan Erden de Estambul el último segundo que dejó a España fuera de la semifinal en el Mundobasket de 2010. Sin embargo, fue Lituania, el equipo revelación del torneo, el siguiente escollo para los de Scariolo. De repente, nadie recordó lo sucedido en el Stozice Arena contra Francia. Nadie recordó a Orenga y aquélla selección errática y desorientada obligada a cerrar un ciclo. De nuevo, España era la favorita para subir a lo más alto del podio. Y, por supuesto, el ‘happy end’ encontró su recompensa en un partido casi de transición contra unos lituanos que poco pudieron hacer contra el buque ibérico, otra vez con Pau Gasol echándose el equipo a sus espaldas, con la certeza de que el triunfo era cuestión de paciencia y de generar el juego que, en progresión, había hecho de esta selección el culmen de la superación.
Lo de Gasol ha quedado patente que es de otro mundo, por capacidad física y de superación en un jugador de 35 años. La ambición y humildad de este grupo de amigos se hace extensible a los que no están pero que darán lo mejor de sí mismos en el último baile: los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. España, ya tricampeona, se merece esa guinda del pastel, esa medalla que es la única que falta en su palmarés. Pase lo que pase en Brasil, esta selección es ya histórica. Un equipo que, con el trabajo bien hecho y con el denuedo del esfuerzo común, ha transformado este tipo de difíciles gestas en éxitos asumidos como cotidianos. Ya está bien de tanto énfasis con aquellos que no lo merecen.
En menos de un año veremos hasta qué punto de gloria son capaces de llegar estos chicos que nos han hecho soñar. La edad de todos ellos no será un impedimento. Tampoco lo que hagan, porque ya se han ganado la admiración eterna, porque nuestra esperanza y nuestros sueños nunca han sido traicionados por el ímpetu y la grandeza de este equipo de prestigio y admiración popular. Esta selección merece la inmortalidad y nuestro respeto. Nunca unos campeones han demostrado un mérito tan necesitado de reconocimiento. Los que amamos este deporte sabemos que todo esto será imposible de repetir. No queremos despertarnos de este sueño tan longevo. Ayer su enfundaron sus camisetas con el lema “Héroes de Europa, dueños de nuestro destino”. Todo sea que sustituyan Europa por el Mundo. Sería un sueño hecho realidad.
Muchas gracias por todo, campeones.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Estreno en la red de '3665'

A principios de este mes se cumplieron nada menos que cuatro años del comienzo el rodaje de nuestro último cortometraje ‘3665’. Dio inicio después de una preproducción enloquecida que se cerró horas antes de que comenzáramos a filmar en un contexto de incertidumbre e ilusión. Por primera vez desde 2002, me ponía al frente de otro aguerrido equipo que dio lo mejor de sí mismo para sacar adelante una pequeña locura postapocalíptica de presupuesto reducido. Fueron cuatro jornadas de intenso trabajo en las que lo exhaustivo de la propuesta encontró la retribución a la indolencia nerviosa en la satisfacción diaria del trabajo bien hecho, quemando adrenalina en medio de una tempestad de situaciones imprevistas, de objetivos de tiempos caóticos, de planos y planos que fraguaron una aventura maravillosa. Cuatro días atrincherados en el antiguo MercaSalamanca, alegoría y secuela viva de la burbuja inmobiliaria que hoy ya no existe y entorno perfecto que en su día representó un símbolo del abandono de un recinto que subsistió durante años en forma de productos de primera necesidad a toda una ciudad.
‘3665’ fue una travesía llena de desencantos y obstáculos, de problemas y de monstruos que hubo que vencer una y otra vez con la ayuda y el trabajo desinteresado de mucha gente que fue sacando el corto adelante. Toda esa lucha y sacrificio del equipo técnico, artístico y aquellos que dieron forma a la postproducción hicieron posible que el largo periplo tuviera su recompensa en un pequeño cortometraje que habla del pasado desde el futuro, de la importancia de los recuerdos y del cambio en unos patrones de conducta sometidos a las nuevas tecnologías. Se estrenó en el circuito de festivales en septiembre de 2013 y desde entonces ha viajado por los mejores y más reconocidos certámenes nacionales e internacionales con más de 60 selecciones se fue haciendo un hueco en las secciones oficiales de festivales de Estados Unidos, México, Italia, Francia, Alemania, Rumania, Inglaterra, Canadá, Brasil, Singapur, Colombia, Perú, Suráfrica, Letonia, Noruega o Hungría. Ha obtenido tres premios; Quercus 2013 y dos premios (dirección y mejor corto de Castilla y León) en el XVII Certamen Cortometrajes de Cine Astorga 2014 (León) y la satisfacción de contar con el apoyo de aquéllos que lo vieron.
Ha llegado el momento de que este trabajo colectivo pase a ser de dominio público, abriendo la posibilidad a ser visto por todo el mundo. A través de los enlaces de VIMEO y Youtube podréis disfrutar de aquélla gran aventura cristalizada en 15 minutos. En ambos enlaces se incluyen subtítulos en inglés, francés, alemán, italiano, portugués e incluso chino, con el fin de que si algún espectador extranjero llega de forma casual a él también pueda echarle un vistazo y valorar sus defectos y virtudes. Además, como guinda al pastel, he montado un minúsculo homenaje al equipo integrante de ‘3665’ con un ‘Making of’ que no llega a los cuatro minutos y que sirve como recordatorio de un rodaje inolvidable y mi reconocimiento a todos aquéllos que, de una u otra manera, estuvieron presente durante el proceso de confección de esta pequeña y humilde pieza. Mi tesón por dibujar historias en formato de corto parece que impone un doloroso paréntesis que va de década a década. Pues bien, asumido esto, esta fábula de corta duración ya está aquí. Disfrutad de ella y difundidla mediante la red de redes. Gracias de antemano y... nos vemos en la próxima coyuntura cinematográfica de esta índole.
CORTOMETRAJE '3665'
También en VIMEO.
MAKING OF
También en Youtube.

jueves, 17 de septiembre de 2015

El triángulo de Pascal

En matemáticas, el triángulo de Pascal es una representación de coeficientes binomiales ordenados en forma triangular formadas por la adición sucesiva de números de filas anteriores que se corresponden a relaciones matemáticas vinculadas a números triangulares, números tetraédricos, el triángulo de Sierpinski, potencias, sucesión de Fibonacci, simetrías y probabilidades, fractales o expansiones binomiales.
Ideal para los amantes de las matemáticas, que no es mi caso.

martes, 15 de septiembre de 2015

El Toro de la Vega por el Toro de Falaris

Como cada año por estas fechas se levanta una agría polémica en torno a esa infame tradición taurina que viene siendo el Toro de la Vega que se celebra (o más bien se perpetra) en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Un esperpéntico despropósito que desoye e infringe los códigos de la evolución lógica de la sociedad avanzada llevándolos a un estrato retrógrado, renegando del raciocinio con la misma estulticia con la que muchos defienden un acto absurdo e insostenible. Hablan de cultura, cuando cualquier festejo taurino no lo es. Ni lo ha sido, ni lo será jamás. Confunden tradiciones con un patrimonio histórico caduco de humanos convertidos en bestias amparados por la complicidad interesada de la Junta de Castilla y León y los partidos políticos que, lejos de prohibirla, continúan subvencionando todo tipo de irracionales matanzas para el deleite de ese voraz público descerebrado abandonado a su insensible engaño.
Estamos en el siglo XXI y por mucho que los valedores de estas sanguinarias fiestas se amparen en la antigüedad de un injusto torneo entre decenas de jinetes y bárbaros armados con picas rodeando a un toro a campo abierto alanceándole hasta que muere simbolizan el estancamiento moral y humano llevado a unos límites de sadismo que deben ser considerados como repugnantes. Para todos aquéllos que se escuden en los ritos ancestrales y valiéndose de sus mismos argumentos ¿Qué les parecería la hipotética sustitución del Toro de la Vega por el Toro de Falaris? Se trata de una antiquísima tortura que proviene de unos 550 años antes de que naciera Cristo, instituida por un tirano de Akragas que da nombre a tan espeluznante invento y que Aristóteles ya mencionó en alguno de sus escritos.
Se trataba de una efigie con forma bovina obrada con cobre que contaba con una escotilla por donde se introducían a las víctimas destinadas a una tortura que se supone inhumana, ya que debajo de la figura numerosas brasas lograban calentar el artefacto a más de cuatrocientos grados centígrados, haciendo hervir la sangre de los sacrificados. Los gritos desgarrados que provenían del interior emergían por la boca del toro como un mugido ensordecedor. Atendiendo a las tradiciones, esta sería una de las muchas que podrían servir de sucedáneo por su concepto taurino invirtiendo los factores e introduciendo algún vecino ganador de años anteriores del bochornoso acto de violencia. Todos saldrían contentos. Los animalistas y los propios animales, librados de una batalla perdida. Los turresilanos verían así saciada esa justificada barbarie atroz que viene incurriendo como ejercicio de una brutalidad inclemente y sin castigo.
Es una idea absurda y tremenda ¿verdad? Pues como el mismo hecho de la celebración de esta mañana ha acabado con la vida de Rompesuelas, ese animal con un destino dictado por unos cuantos reaccionarios y bárbaros de un pueblo salpicado por la ignominia de una tradición que empaña sus virtudes y bondades.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Los últimos héroes

Hubo un tiempo gobernado por dioses inmemoriales. La muerte sembraba los campos con su gélido aliento de hambrunas y pestes, diezmando poblaciones enteras en todos los reinos del mundo conocido. La tierra no daba fruto. Enormes extensiones de yermos parajes se abrían ante los ojos perdiéndose en el horizonte infinito. Los ejércitos de la corrupción y mefíticas criaturas devoraban los cultivos, contagiaban las alhacenas y enfermaban el ganado proliferando por doquier en todas las formas conocidas.
Nadie podía escapar de la devastación. Campesinos, nobles y reyes fenecían por igual. Los difuntos eran incinerados en sus hogares. En ocasiones, también los vivos. Millones de voces se alzaban rogando piedad a los dioses, pero éstos perseveraban en su silencio y desprecio por la tragedia. El hambre era tal en algunas tierras que algunos hombres empezaron a comer carne humana. El Dios loco se regocijaba.
Sin embargo, existía un valle protegido por altas montañas, amparado por las cristalinas aguas de un lago glaciar. Un frondoso bosque de fagáceas cubría las laderas, proporcionando refugio a toda clase de animales. El hombre también encontró salvaguardia en aquéllos parajes. En los llanos, una pequeña comunidad había prosperado gracias a las bondades del entorno. Fue el inicio de la supervivencia y de la lucha contra los elementos.
El comienzo de aquélla leyenda, que se transfirió de forma oral a lo largo de los tiempos, instauró una epopeya sobre los últimos héroes conocidos…
Ilustración: 'Epic Battle', de Gworld.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Steve Cutts y su crítica visión del mundo moderno

El londinense Steve Cutts fue uno de los impulsores conceptuales de la importante agencia de marketing digital Glueisobar, pero decidió seguir camino en solitario para convertirse en el azote espiritual de la sociedad moderno a través de sus cínicas e incómodas ilustraciones, que invitan a reflexionar sobre la decadencia de la sociedad, acerca de cómo el hombre se relaciona con un entorno de hipocresía y desidia que afecta a contextos básicos de la Humanidad como son los factores sociopolíticos, culturales, económicos o medioambientales.
Como crítica al mundo y a la vida moderna, Cutts se las ingenia para mostrar desde una despiadada perspectiva fustigadora la dura realidad compuesta por individuos insignificantes preparados para sobrevivir y tratar de salir del paso como sea, avocados a los dictámenes sociales. Un triste universo que encuentra en la comedia ‘slapstick’ un discurso delineado hacia un ámbito cruel y reduccionista cuyo objetivo es desvirtuar el mundo en el que vivimos, deteriorado y sin esperanza, que se desploma estructuralmente en los márgenes una democracia representativa que ha hecho del crecimiento sostenido una patraña para el usufructo y enriquecimiento de los más poderosos. En palabras del propio artista “la sinrazón, la incomprensión y la ignorancia humana es una piscina infinita de inspiración”.
Sus creaciones, nada complacientes, lanzan con sátira perversos dardos a diversos aspectos del mundo moderno; la masa esclavizada por las nuevas tecnologías o el trabajo de miserables sueldos al que se ven sometidas las personas simbolizadas como ratas o autómatas sin criterio, críticas a la telebasura, al consumismo visto como un gigante tirano que se autoabastece de la estupidez del prosélito, la Navidad gobernada por un Santa Claus esclavista, la pirámide alimenticia que acaba con un gordo grasiento víctima del ‘fast food’ o diversos aspectos que escupen mediante grotescos personajes la frustración frente a la vida contemporánea perfila una obra tan contundente como descriptiva.
Para este hiriente artista, la masa social permanece desposeída de planes o ambiciones, convertidos en piezas y elementos del engranaje de un colectivo impersonal valedor de cierta infrahumanidad y sus ilustraciones advierten de la necesidad de un cambio y de ruptura con los grilletes del conformismo.
En su web personal tenéis un amplio catálogo de su obra.
Y no dejéis de echarle un vistazo a su colección de sorprendentes cortometrajes.

lunes, 31 de agosto de 2015

Wes Craven, adiós al maestro del terror

(1939-2015)
Aunque no es una historia oficial, más allá de lo apócrifo de ésta, Wes Craven comentó en múltiples ocasiones que Freddy Krueger, una de sus más célebres criaturas y la que le proporcionó uno de sus éxitos más recordados, fue inspirada por el brasileño Jose Mojica Marins y su oscuro Zé do Caixão, insinuando que aquellas inmensas uñas fueron el origen al diseñar las afiladas garras del asesino de sueños con el rostro quemado. Una anécdota que da cuenta de las influencias del cine de terror más allá de lo habitual en el cine norteamericano, porque si algo caracterizó al realizador de Cleveland fue una inusual pasión por la genealogía del terror en todas sus vertientes y que acabó por transformarle en uno de los más destacados realizadores de una venerada generación de maestros del cine sangriento como George A. Romero, Tobe Hooper, Joe Dante, Sean S. Cunningham, John Carpenter, Larry Cohen, Bob Clark, Don Coscarelli o William Lustig, entre muchos otros.
Craven ha fallecido a los 76 años esta pasada madrugada y deja un legado de películas de terror a las que confirió una personalidad fílmica que comenzó desde su primera película ‘La última casa a la izquierda’, revocando cualquier metodología tradicional para proponer una especie de documental que brutalizaba sus objetivos violentos con tintes realistas al rechazar cualquier complacencia en la ambigüedad moral y salvaje deshumanización que vertebran el filme, dejando un poso metafórico de ironía frente a las preocupaciones de la época, de la contracultura, del ‘hippismo’, de la guerra de Vietnam… que tuvieron su continuación en ‘Las colinas tienen ojos’, el terror psicológico de ‘Las dos caras de Julia’, el fanatismo religioso ‘Bendición Mortal’ o la adaptación del cómic ‘La cosa del pantano’, que precedieron el inicio de la saga ‘blockbuster’ que hizo de Craven el maestro del terror consolidado dentro del cine comercial de los 80. ‘Pesadilla en Elm Street’, subversión del cine juvenil llevado a unas posibilidades oníricas de inventiva perversa para llevar a cabo la venganza de ultratumba, generaron un carismático icono cinematográfico inmortal: el eterno Freddy Krueger.
Con una narrativa que constituye su máxima como cineasta, se convirtió en un referente y relativizó el éxito de la película para seguir indagando en otros aspectos y ámbitos terroríficos como en ‘Shocker, 10.000 voltios de terror’, ‘La serpiente y el arco iris’ o ‘El sótano del miedo’ que supondrían una especie de inmersión en las claves de su propia visión del género con alternativas que no satisficieron las expectativas comerciales (reforzando su polifacética figura con la serie televisiva ‘Más allá de los límites de la realidad’) y provocaron su regreso a la saga pesadillesca cuando Krueger había agotado su presencia cayendo en todo tipo de caricaturas. ‘La nueva pesadilla de Wes Craven’ era un juego que alternó realidad y ficción y que descompuso el mito para erigirlo y dignificar la representación icónica en la memoria del aficionado.
Tras el traspié al incidir en un nuevo rumbo hacia la comedia de tintes terroríficos con la fallida ‘Un vampiro suelto en Brooklyn’ que no logró resucitó el potencial cómico de una estrella en declive como Eddie Murphy, Craven encuentró en Kevin Williamson el aliado perfecto para revolucionar el cine de género de los 90 con las saga ‘Scream’, que fomentó no sólo una reformulación conceptual del cine de terror, sino la satirización de las reglas del ‘slasher’ para parodiar desde la inteligencia una normativa comercial de los éxitos de esta raigambre, desde la fiebre por las secuelas, la vulgarización de los ‘remakes’ y la recaída de calcos cuando un producto se convierte en un taquillazo. Una obra de ingenio y diversión que abogó por los cauces del respeto que sólo podía encontrar en Craven el guía de un cine capaz de retroalimentarse de su propia obra, además de ofrendar un autohomenaje que sirve de base para nuevas generaciones. Algunas de sus últimas obras como ‘Vuelo nocturno’, el drama lacrimógeno ‘Música del corazón’, ‘La maldición (Cursed)’ o ‘Almas condenadas’ no deben empañar ni menoscabar la trayectoria de un director influyente que desde su aporte marginal logró reinventarse a sí mismo una y otra vez mediante el reciclaje de temática muy apegada a un sarcasmo de violenta y desagarrada contundencia que definió su ambición al abrir nuevos caminos dentro del género: “no se trata sólo de que la gente quiere tener miedo. Se trata de que la gente sienta el miedo”.
Se ha ido un maestro de maestros.

jueves, 27 de agosto de 2015

La barba más allá de espurias modas

"No cortaréis en redondo el borde de vuestras cabezas ni dañaréis la punta de vuestra barba".
(Levítico,19:27-28).
Para muchos, la barba es una cuestión de moda, una corriente estética inventada por las revistas que han creado etiquetas de lo más rimbombante y absurdo y que, curiosamente, mucha gente asume y ostenta bajo estúpidos designios; ‘hipsters’, ‘lumbersexual’, ‘leñasexual’ o la cuestionable nueva acepción ‘merman’, para aquéllos descerebrados que se tiñen de colores llamativos el pelo y sus frondosas barbas. Sin embargo, más allá de una ambición ‘trendsetter’, el hecho de llevar barba como signo de identidad constituye una tradición de siglos en algunos hombres que veneran como parte de su personalidad y abogan por la dejación de la hojilla y el afeitado a favor del crecimiento de los folículos pilosos en el rostro. Lejos del ‘lifestyle’ transitorio, es muy dudoso que gente en la historia como Jesucristo, Santa Claus, El Cid, Grigori Rasputin, Charles Darwin, Charles Dickens, Karl Marx, Fidel Castro, Stanley Kubrick, Steven Spielberg, Alan Moore, Osama Bin Laden, los ZZ Top o James Harden lucieran este distintivo en forma de crin facial como una corriente estética para estar a la moda de su tiempo.
En torno a este vestigio estético se han erigido diversas supersticiones y relatos, como la atribución de sabiduría y respetabilidad, de potencia o impotencia sexual, de estatus social, de falta de higiene, de excentricidad o de compromiso religioso. Por ejemplo, los egipcios eran acérrimos enemigos de la barba, enfrentados a los semitas de Babilonia y Mesopotamia o a los hebreos, que lucían unas barbazas del quince. También se cuenta que es una demostración de fortaleza del sistema inmune que afianza cierta potestad subjetiva que pugna contra esa no demostración aparición de ácaros y parásitos. La historiografía de la barba pasa de la devoción por este uso fisonómico hasta la demonización que apuntaba que este hecho era un signo de decadencia.
Hay quien dice que los hombres con barba tienen menos probabilidad de casarse y que, normalmente, ejercen profesiones en las que no se exige buena presencia. Incluso hay estudios falseados que apuntan a que los barbudos tienen un mayor riesgo de derrames cerebrales o infartos de miocardio producidas por concentraciones de hormonas sexuales circulantes en el cuerpo que podrían influir en el proceso de formación del ateroma, una placa de grasa que se deposita en las arterias. Todos los tópicos que abogan por el progresismo de las barbas, aquellas tendencias que denotan un prototipo de capacidad intelectual o de dejadez siguen siendo pura apología de extraña inventiva acerca de este estilo masculino.
En mi caso tampoco responde a un acto de simbolismo que aluda a un plus de agresividad, aparente madurez, de ningún tipo de estatus social y menos de una moda. Más de dos décadas trasquilando mi barba, unas veces pulcra y otra más abandonada a su suerte, no responde tampoco a ciertos modelos de jerarquía o multitud de categorías que definan ningún estilo dentro de esa tendencia de desambiguación que comenzó en la Francia del reinado de los Valois y que inundan las revistas de moda masculina de peluquería.
Simplemente, ha pasado a formar parte de mi vida y de mi personalidad desde hace tanto, que no recuerdo cuál fue la primera vez que emergió como parte de mi imagen. En mi caso particular, valedor durante de años de esta afinidad capilar, he encontrado un reconfortante y poderoso afianzamiento en mi rutina y doctrina estética de vellosidad fisonómica. Se trata, nada menos, que la indescriptible complacencia descubierta en que tu hijo de casi cuatro meses se interese por ella y te estire entre risas y curiosidad. Sólo por ese hecho, merece la pena el empeño de su incontestable perpetuidad.
¡Larga vida a la barba!

lunes, 24 de agosto de 2015

'Forajidos (The Killers)', de Robert Siodmak

Perdedores entre sombras
Dos matones profesionales emergen de la oscuridad en busca de alguien. Indagan sobre el paradero de Pete Lund, que ahora es Ole Anderson, también conocido como “El Sueco” (Burt Lancaster). Pese a ser avisado por un compañero que trabaja con él en una gasolinera de un pequeño pueblo de Estados Unidos, el hombre, cansado de huir del recuerdo, de la traición provocada por una bella mujer, asume su destino sin esquivar la muerte siendo acribillado por estas amenazadoras y anónimas figuras. Así comienza ‘Forajidos (The Killers)’, una obra cumbre dentro del denominado cine ‘noir’, subgénero que acuñó el crítico italiano Nino Frank. En el recuerdo, un pañuelo verde bordado con unas arpas doradas que iniciará la clave de la investigación llevada a cabo por Edmond O’Brien (James Reardon), un agente de seguros encargado de la resolución de la póliza contratada por este enigmático individuo y que irá desgranando la verdad sobre un oscuro caso de traición y delincuencia.
‘Forajidos’ se inscribe en un incomparable nivel dentro del terreno de la dramaturgia, de la puesta en escena y del sugerente poder de la imagen inspirado por ‘Los asesinos’, un cuento de Ernest Hemingway sobre un hombre decente atrapado en las redes de una mujer fatal por la que arruina su vida. Pese a que Anthony Veiller fue acreditado como guionista, John Huston tejió hábilmente una variedad de pesquisas para desvelar y reconstruir las razones que originaron la causa del asesinato de Pete Lund. Nunca el ‘flashback’ fue tan sutil y estuvo tan bien llevado como en esa concentración de motivaciones dentro subconjunto narrativo que van descubriendo paulatinamente las razones del fatal devenir de un boxeador que termina siendo condenado por una peligrosa red de gánsteres.
El eje del drama encuentra su detonante cuando después de recibir su última paliza sobre ‘ring’ (tiene fraccionada la mano y aún así ha conseguido pelear) asiste con su novia Lily Harmond (después Lubinsky –Virginia Christine-) a la fiesta de Jake, el libertino propietario de un restaurante donde se reúne la peor calaña de la ciudad. Ella parece remisa a disfrutar de la velada, pero “El Sueco”, ajeno a cualquier conversación, fija su mirada en un espacio concreto del salón. Lou Tingle toca el piano apartado en un rincón. Junto a él, una misteriosa dama llamada Kitty Collins (Ava Gardner) canta unas estrofas que rezan “Cuanto más sé del amor, menos lo conozco…”. Cuando “El Sueco” ve por primera vez a Kitty todo se derrumba, las miradas se suspenden como si fueran ‘ralentís’, la tensión se hace insostenible, la conversación es, como no podía ser de otro modo, radical.
“El Sueco” quiere impresionarla afirmando que es boxeador. Tras él, Lily atestigua haber visto todos sus combates y la pragmática respuesta de Kitty es demoledora: “No soportaría que alguien pegara a la persona a la que amo”. Esto deja al boxeador hipnotizado, aceptando su condición de perdedor voluble y sometiéndose sin rémoras a una mujer que se intuye egoísta, frívola, pero irresistiblemente hermosa y atrayente. No es la única vez que admita el aciago destino por culpa de su enamoramiento, ya que por ella ingresa en prisión encubriendo el robo de un broche del que se hace responsable y por ella se ve inmerso en la participación del robo de un millón de dólares procedentes de los salarios del personal de una fábrica de sombreros.
La convergencia de estilos demostrada por Robert Siodmak fluctúa entre el equilibrio visual de un estilo expresionista, dramático y subrayado de forma sutil y una visión holística que a menudo permitió al cineasta manejar varios impulsos estéticos simultáneamente. Fotográficamente influenciada por el célebre ‘Nighthawks’ del artista estadounidense Edward Hopper, que tomó como referencia el cuento de Hemingway en el que se basa la película, ‘Forajidos’ envuelve la incógnita de esa polinización cruzada y circular de un caso como nunca antes, a excepción de ‘Rashomon’, de Kurosawa, se había conseguido en el cine, aportando una disparidad de puntos de vista de un mismo acontecimiento con un efecto atenuante y dialécticamente vistoso y cinematográfico. La arquetípica fatalidad de “El Sueco” se propone, incluso hoy en día, como una lección magistral de cine a muchos niveles; estética, argumental, interpretativa, de dualidades de moral (más propensas al cainitismo), de tipologías antihéroicas y éticas y en último término del cine en su esfera más dilatada. ‘Forajidos’ es una obra maestra, un clásico inextinguible.

miércoles, 19 de agosto de 2015

El Athletic y la Supercopa, un título 31 años después

Siendo coherentes, llevados por la dictadura de la lógica, hasta los athleticzales más puristas y esperanzados sabíamos que esa Supercopa se antojaba, como poco, como una misión poco menos que imposible. Después de perder otra Copa del Rey recientemente contra el mejor Barça de los últimos años, nada hacía prever que el destino tuviera reservada al equipo del Botxo esa sorpresa en forma de regalo y reencuentro con las mieles históricas que suponen la consecución de un título menor, sí, pero también de un título oficial. Tras el primer e inesperado resultado que diluía las opciones reales de un superequipo venido a menos, en Bilbao se despertó el optimismo y se reivindicó la grandeza de ese símbolo que va más allá del fútbol. De repente, toda contención frustrada tras años de dolorosas derrotas, encontraba su culmen de la pasión en un fútbol de choque que hizo que los de Luis Enrique hincaran la rodilla antes de tiempo ante el asombro de propios y extraños. Era la hora de desempolvar lo tangible del sueño zurigorri.
Desde el doblete de Liga y Copa de la temporada 1983-1984, al que se sumó la Supercopa adjudicada entonces al club rojiblanco de manera automática como vencedor de ambas competiciones, se podía sumar otra copa a las vitrinas de San Mamés ¿Cómo aquél entonces era necesario jugar este partido? No hay debate al respecto. Atendiendo a cuestiones publicitarias y advirtiendo que el fútbol actual responde únicamente a un espectro económico, era de recibo pelear por ello. La historia casi dejaba sentenciada la eliminatoria después de ese 4-0 que suponía, no sólo la mayor goleada encajada por este Barça de la última temporada en cualquier competición, sino que igualaba tan abultado marcador en esta competición (igualando el resultado del Real Sociedad-Real Madrid en 1982 y el F.C.Barcelona-Sevilla hace cinco años) y dejaba al club catalán sin la opción de hacer pleno en todas las competiciones y finales disputadas.
Esa ideología que parece desgastada a fuerza de repetirla, de los once aldeanos, la del sentimiento común más allá del deporte, del sentimiento arraigado a un sentido de pertenencia a un gran club que se lleva dentro, estaba a punto de escribir una nueva página para la Historia. Es reiterativo, cierto, pero no por ello de ser una verdad como un templo. Los muchos desengaños de esa gente que sueña con ver a su equipo levantar una copa después de más de tres décadas llegaba a su fin cuando Aritz Aduriz asestó el gol del empate en el minuto 74 de un partido de vuelta que algunos quieren ver como polémico y controvertible, pero que con el reglamento en la mano no excusa a Gerard Piqué para insultar gravemente al juez de línea y querer hacer ver cualquier signo de injusticia valdía.
El 20 rojiblanco es el único delantero desde mayo de 2005 (en aquélla ocasión Diego Forlán en las filas del Villarreal) que logra encajar al todopoderoso titán de la ciudad condal un ‘hat-trick’. En ninguna otra competición, ningún artillero ha sido capaz de conseguir la gesta. Aduriz ha sido el valedor de este torneo a dos partidos, la luz de un equipo que sigue los pasos de un delantero que lucha contra el paso de los años evidenciando una imposible evolución física y mental sin parangón. No hay debate posible. El Athletic fue mejor en los dos partidos y es justo merecedor del trofeo. La deuda futbolística para con el Athletic se había saldado de forma imprevista. Como en un sueño, la evocación de los mejores años se había vuelto a instaurar en un club que no ha dejado de luchar y llegar a finales en los últimos años. Por fin se podía escuchar ese desgarrador grito de “Campeones” que resonó desde el Camp Nou hasta el rincón más recóndito de Bizkaia.
El consuelo de las nuevas generaciones tiene una recompensa en un título que muchos otorgaban al rival, a la omnipotente multinacional del fútbol, antes de tiempo. Se dice que en el mundo del fútbol siempre existe una probabilidad para la sorpresa, por muy incierta que ésta parezca. Y el pasado viernes se produjo. El trasunto futbolístico del club rojiblanco añadía una nueva muesca a su palmarés y, en un instante, ya no hacía falta mirar al pretérito histórico para ver cómo un capitán levantaba un trofeo. Cuando Carlos Gurpegi alzó la Supercopa, todos los fantasmas parecieron disgregar la maldición de las finales. Y lo que es más importante, asumiendo con esperanza el futuro de una generación de jugadores (de los que sólo tres habían nacido antes del doblete del 84) que mira hacia delante con la solvencia férrea y la precisión de un concepto futbolístico con la que los leones han sabido identificarse en la convicción de interiorizar un aspecto ganador que han sabido insuflar, primero Joaquín Caparrós, después Marcelo Bielsa y ahora en el representativo mandato de un Ernesto Valverde, una ilusión que convida a la certidumbre de continuar disfrutando de grandes sorpresas.
Quizá a partir de este nuevo triunfo se llegue a encontrar la seguridad necesaria para ir recuperando la confianza y asumir, como siempre ha sido realidad, que el Athletic es un club más grande, diferente y único que ningún otro, siempre en pugna contra el resto del fútbol. Los miles de chavales seguidores del club (entre los que espero que esté mi hijo) ya tienen una instantánea para el recuerdo sin necesidad de escuchar hazañas de padres y abuelos. La celebración multitudinaria superó las expectativas de una ciudad volcada con su equipo, con su filosofía y sus colores. Ésa es la lectura más importante que hay que consumar después de la efímera gloria del lunes.
La Gabarra tendrá que esperar. No era la hora. Sin embargo, todos los que llevamos al Athletic en el corazón tenemos la certeza de que antes o después, la célebre embarcación icono de las conquistas rojiblancas surcará el Nervión anunciando otros logros mayores. Esta Supercopa es un punto y seguido. Y a buen seguro que las vitrinas de una parroquia que nunca deja de alentar a su equipo, por muy mal que vayan las cosas, sumará más títulos.
Hasta entonces, los valores y la pasión despertada por este equipo seguirán identificando su escudo con la salvaguardia de unas señas de identidad que defienden un estilo ajeno a la marabunta de intereses en la que se ha convertido el fútbol moderno. Y lo haremos esperando con humildad, desde la honestidad de esa idea que cohesiona el compromiso con la tradición, con el rugido del león y las bufandas al viento en la Catedral del fútbol.
GU GARA. Beti Zurekin.
SUPER TXAPELDUNAK!!