sábado, 5 de abril de 2014

Veinte años sin Kurt Cobain

Dos décadas se han cumplido de la muerte de Kurt Cobain, icono de una toda generación que hoy sigue recordando aquel día. Como cita memorística que unió en la reflexión a un mundo impactado con aquella noticia. Todos podríamos responder a la pregunta “¿Dónde estabas tú el día que murió Kurt Cobain”, como a cualquier otra vinculada a otro acontecimiento histórico mucho más trascendente. Y lo haríamos sin dudar y con total precisión. Una jornada extraña en que el cantante de Nirvana cayó como víctima sacrificial de sus propios fantasmas y de la estela de éxito de una figura contracorriente que no supo sobrellevar ni su talento ni las continuas depresiones que arrastró a lo largo de su torturada vida. Supuso el final de aquellos terroristas culturales cuya música abanderó, junto a grupos como Alice in Chains, Screaming Trees, Sonic Youth, Soundgarden o Pearl Jam, el movimiento ‘grunge’. Nirvana dejó de ser minoritario muy pronto y se convirtieron en el rostro ‘mainstream’ del movimiento. Uno de los motivos que alcanzaron de forma imprevisible a esa personalidad frágil de Cobain espoleada por tal exposición pública.
El líder del grupo y su actitud subversiva y silenciosa se transformaron en un modelo simbólico trazado a través de una adolescencia y juventud desorientada, que se identificó con la confusión e ira que marcaban unas letras en las que la espiritualidad acentuaba todo tipo de emociones réprobas y de fracaso, encaminadas hacia la incomprensión, la frustración o la soledad, que imponían una perspectiva reflexiva, rebelde e iracunda contra una sociedad incompatible. Fue una época de viajes a lo decadente, a las esperanzas destruidas por la realidad, al regreso y la partida final de Cobain y de Nirvana, pero también de una época. Desde el instante en que el mundo lloró la desaparición de aquel mártir de la música, su figura se convirtió en una efigie espectral eterna y triste, irreemplazable en la canonización de celebridades o iconos de camisetas populares, pasando a formar parte junto a figuras que murieron con esa misma edad cuando disfrutaban del culmen de su éxito; Robert Johnson, Brian Jones, Jimmy Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison.
Todos, a su manera, damnificados y fagocitados por la misma bestia devoradora que habían construido a base de clarividencia y talento. Nirvana supuso un hallazgo representativo de un modelo de juventud en una época concreta, que señalaba las airadas reivindicaciones y confusiones sentimentales específicas de una década de los 80 que murió exactamente en 1994, cuando Kurt Cobain nos dejó para siempre.
A partir de ese momento, esa evolución de la que rehuyó Cobain, empezó a fraguar una sociedad deshumanizada, procesada bajo el yugo de la nueva tiranía, del capitalismo abusivo, de la falta de libertades y de todo aquello que Nirvana aludió como signo de repulsa y advertencia en sus discos. El grito de angustia vital se apagó y ni siquiera la insistencia de los otros dos integrantes de la banda, Chris Novoselic y Dave Grohl, para que intentara salir de la espiral de depresión y drogas, ni Courtney Love o la figura de su hija Frances Bean, pudieron convencer al cantante para que no llevara a cabo su punto y final en este mundo.
Después de aquel 8 de abril de 1994, cuando fue encontrado sin vida en su casa ubicada en un barrio suburbial de Seattle, en el estado de Washington, se especuló con diversas teorías conspiratorias sobre aquel sórdido final, con la imposibilidad de un suicidio con una escopeta en un estado catatónico tras la ingesta de grandes dosis de heroína, involucrando, por su actitud obstruccionista, a su propia esposa en complicidad con su amante, un ‘white trash’ de bajo perfil llamado Eldon “El Duce” Hoke, de la banda The Mentors. Sin embargo, su destino estaba escrito. Kurt Cobain nunca quiso suicidarse, porque ya llevaba mucho tiempo muerto, como dijo William S. Burroughs. Y cumplió con su predestinación dejando al mundo huérfano de aquella voz rota que ha sido, desde entonces, insustituible.

viernes, 4 de abril de 2014

1984: Tres décadas después

Hace 30 años… sucedieron muchas cosas. 1984 está considerado como un año vital dentro de la comedia cinematográfica norteamericana con la eclosión de varios de los ‘blockbusters’ inesperados que se transformaron en clásicos de culto. Aunque haciendo un breve repaso, la cantidad de películas de calidad que impusieron un listón de grandeza fílmica muy reconocida posteriormente produce escalofríos; cintas como ‘Los Cazafantasmas’ (al que le dedicaré un dossier extenso y exhaustivo para celebrar su trigésimo aniversario como se merece), ‘Superdetective en Hollywood’, ‘Indiana Jones y el templo maldito’, ‘Gremlins’ (lo mismo), ‘Karate Kid’, ‘Loca Academia de policía’, ‘Pesadilla en Elm Street’, ‘Un, dos, tres... splash’, ‘Tras el corazón verde’, ‘Footlose’, ‘Terminator’ reventaron el ‘box office’ con una cifras que hicieron de aquel año uno de los más rentables cinematográficamente hablando. No sólo eso, hubo otras tantas otras capaces de generar un círculo de seguidores que las convirtieron en instantáneos ‘cult-movies’; ‘Juego secreto’, ‘Las aventuras de Buckaroo Banzai’ (de estas también habrá que escribir en este 2014 ¿no?), ‘Juegos de Guerra’, ‘Dieciséis velas’, ‘Extraños en el paraíso’, ‘La mujer de rojo’, ‘La historia inolvidable’, ‘Repo Man’, ‘Starman’, ‘En compañía de lobos’, ‘This Is Spinal Tap’, ‘Top Secret!’, ‘Calles de fuego’, ‘Conan, el destructor’ y películas que sobresalieron con unas pautas artísticas que hicieron de ellas clásicos del celuloide, como ‘Érase una vez en América’, ‘Cotton Club’, ‘Amadeus’, ‘Doble cuerpo’, ‘Los gritos del silencio’, ‘París, Texas’, ‘Adiós a la inocencia’, ‘Bajo el volcán’, ‘Cuando el río crece’, ‘Birdy’…
Ese mismo año tendría lugar el debut de los hermanos Coen con ‘Sangre fácil’, se produciría un golpe de efecto por parte de John Milius en Hollywood con ‘Amanecer Rojo’, que sería el filme que le apartaría de la dirección, el lanzamiento al estrellato de Tom Hanks con ‘Despedida de soltero’ o el año en que Corey Haim se trasladaría a Hollywood desde Canadá para que el destino le uniera  a Corey Feldman. Sin olvidar nuestro cine, por supuesto, con un buen puñado de títulos imprescindibles en la gesta de obras magnas patrias; ‘Epílogo’ ‘Feroz’, ‘Fanny pelopaja’, ‘Río abajo’, ‘Sesión continua’, ‘Tasio’, ‘Akelarre’, ‘La muerte de Mikel’, ‘El Pico 2’, ‘El jardín secreto’, ‘Los Santos Inocentes’, que le daría, de forma compartida, el premio al mejor actor del Festival de Cannes a Alfreso Landa y Paco Rabal.
Pero 1984, aquel año que George Orwell en 1949 profetizó dando título a su obra más conocida y trazando una sociedad totalitaria y distópica, no se corresponde con aquellos 365 días bastante profusos en acontecimientos que surtirían la memoria cultural de una generación que creció en constante aprendizaje y privilegio televisivo, musical, audiovisual y deportivo. La sociedad 'orwelliana' se observa con cierto rigor anticipativo hoy en día. El 1984 real parecía ajeno a la crisis y a la desolación que vivimos, tan análoga a las páginas de la novela y que tan bien definen nuestra sociedad actual. Fue cuando pasábamos las tardes en frente de la televisión, sintiéndonos uno más de la familia de los Seaver en ‘Los problemas crecen’ u otro hermano Huxtable en ‘La hora de Bill Cosby’. Deseábamos poder entrar en aquel bar de la calle Beacon Street llamado ‘Cheers’, donde pasar un rato y tomar algo con Sam Malone, Diana Chambers, Ernie Pantuso, Cliff y Norm o acudir a un tribunal junto al honorable juez Harry T. Stone en ‘Juzgado de Guardia’. Por aquel tiempo, ‘Canción triste de Hill Street’, volvía arrasar por cuarto año consecutivo en los premios Emmy y se puso de moda el detective con el rudo rostro de Steacy Keach en ‘Mike Hammer’.
Sin embargo, estaba muy lejos de la sofisticación y el lujo de Richards Tubbs y Sonny Crockett de ‘Corrupción en Miami’. Había mucho más… ‘Hart to Hart’, ‘The master’, ‘Muelle 56’, ‘Autopista hacia el cielo’, la constatación de un extraño fenómeno televisivo como ‘Webster’, haciendo de Emmanuel Lewis una pequeña gran estrella, la adicción a las sobremesas absortos disfrutando como si no hubiera mañana con ‘El Equipo A’, cuando ‘Dinastía’ y ‘Dallas’ se disputaban la atención ‘culebresca’ de la parrilla o el último año de ‘Apartamento para tres’. 1984 es también el año de dos series de misterio que marcaron una impronta personal y copiada hasta la extenuación posteriormente; ‘Alfred Hitchcock… presenta’ y ‘Se ha escrito un crimen’, con Angela Lansbury dando vida a Jessica Fletcher que, allá donde iba tenía resolver un crimen.
Fue muy difícil digerir que ‘Dabadabadá’ pusiera fin a su emisión y tener que decir adiós a Sonia Martínez y Paco Micro o los dibujos del genial José Ramón Sánchez, aunque la consternación fue fugaz porque aterrizó en la parrilla española ‘Planeta Imaginario’, con Flip y su amigo imaginario Muc ¿Quién no recuerda las tardes de tardes de ‘Barrio Sésamo’ y los fines de semana imposibles de olvidar con ‘Sherlock Holmes’, ‘Luky Luke’, ‘Raimbow Brite’, ‘El inspector Gadget’ o ‘Los diminutos’? Sí, todo ello tuvo emisión en 1984. Pero si por algo fue especial, y a título personal, fue por la serie que cambiaría mi vida por completo: la adaptación de mi libro favorito, ‘Chocky’, de John Wyndham. Sin olvidar otra de las legendarias obras catódicas que supusiera un exitazo en su momento como ‘El Gran Héroe Americano’. Obviamente, en este recorrido nostálgico sería un pecado no recordar el nacimiento de otro programa generacional que ha pasado con letras de oro a los fastos televisivos patrios: ‘La bola de Cristal’, dirigido por Lolo Rico y que desmitificó cualquier tipo de formato e innovó en un espacio kamikaze que optó por la cultura más radical y libre en su empeño didáctico de tratar a los niños como personas inteligentes y con ansias de aprender y leer. Y vaya si lo consiguieron.
Era una televisión mucho más instructiva y familiar, dotada de unas características basadas en la imaginación y el poder de filiación con el televidente, generando una memoria colectiva, entrañable y de alquimia catódica que jamás se volvió a producir de una forma tan palmaria. El emocionante concurso ‘A la caza del tesoro’, con Isabel Tenaille en el estudio y el intrépido Miguel de la Cuadra Salcedo en plena acción dirigiéndose allí donde los concursantes le indicaban propagaba un entusiasmo en el público que se transmitía a ‘Silencio, se juega’, con Paula Gardoqui y que descubrió a un rostro hoy de sobra conocido José Miguel Monzón, más conocido como “El Gran Wyoming”. O ese final de un programa de entrevistas que tenía por nombre ‘Buenas Noches’ y conducido por Mercedes Milá que dejó instantes que han pasado a la mitología cultural española. Había espacio incluso para un programa tan específico como ‘Jazz entre amigos’, dirigido por Javier Díez Moro y presentado por el inigualable Juan Claudio Cifuentes, “Cifu” para los amigos. 1984 propondría en su oferta otro extraño éxito de temática gastronómica y una sintonía cantada por Sabina y Gloria Van Aersse que ha pasado como un himno rememorado por varias generaciones en algún momento sobre la mesa en alguna celebración. En efecto, ‘Con las manos en la masa’ se hizo un hueco como un espacio que ofrecía al espectador compartir recetas en una cocina con invitados famosos siempre de la mano de la carismática Elena Santonja. Además, el deporte encontraba en el recordado ‘Estadio 2’ otra dimensión que abría un espacio a otras competiciones hasta entonces algo inéditas en la televisión pública con Olga Viza, María Escario, Jesús Álvarez, Pedro Barthe, entre otros.
Por qué no recordar el estrellato en el cine sicalíptico de las mujeres que permanecen en nuestra memoria como las grandes divas debutantes en el porno por antonomasia: Traci Lords, Christy Canyon y Ginger Lynn. O cuando Vanessa Williams renunció a su trono de Miss América cuando Penthouse publicó unas fotografías en pelota picada. Un escándalo nacional entonces. Todo eso sucedió en 1984, cuando los videojuegos comenzaban a ser uno de los negocios e intereses más populares y con futuro del audiovisual. Y es importante porque es también el año en que Steve Jobs entra en juego y decide cambiar el mundo informático lanzando la primera computadora Apple. Las salas recreativas eran uno de los puntos de encuentro de diversión más multitudinarios y los videojuegos como ‘Circus Charlie’, ‘1942’, ‘Punch Out’, ‘Excitebike’, ‘Sabre Wulf’,’ Hyper sports’, ‘Elite’, ‘Balloon Fight’, ‘Daley Thompson's Decathlon’, ‘Paperboy’, ‘Karateka’ algunos de los favoritos del público. Y sí, también fue el año en que ‘Tetris’ salió a la luz.
En la radio americana debuta Howard Stern, poniendo patas arriba el medio con su desparpajo y experimentación al micrófono, mientras aquí, la televisión musical descubría su mejor versión con aquel mítico 'Tocata', que este año incorporó a José Antonio Abellán. Bruce Springsteen pondría música a un ideario ideológico no muy de acuerdo con la política de Ronald Reagan con el mítico ‘Born in the U.S.A.’, David Lee Roth y Van Halen abanderaron un verano musical con su pegadizo ‘Jump’ y Madonna se encumbraría a lo más alto con el ‘Like a virgin’. El ‘Time After Time’ dejaba una de las mejores canciones de Cyndi Lauper y Ray Parker Jr. elevó la canción de ‘Los Cazafantasmas’ a los altares de la antología musical. MTV lanzó los Video Music Awards y en las radios de todo el mundo se podía escuchar lo nuevo de Duran Duran, Phil Collins, Billy Idol, Huey Lewis, Wham!, The Smiths, R.E.M, Depeche Mode, The Pretenders, New Order, Eurythmics, Bronski Beat, Tears for Fears, Cocteau Twins, Echo and The Bunnymen, Prince, David Bowie, ZZ Top, Lionel Ritchie o Bobby Womack. A Michael Jackson se le incendiaría el pelo en un desafortunado accidente mientras grababa un ‘spot’ publicitario de Pepsi al son de la canción ‘Billie Jean’ y daba a conocer su célebre ‘moonwalk’, coincidiendo con la disolución de The Police, a la vez que Metallica publicaba ‘Ride the lightning’. En estos lares, metidos de lleno en la Movida Madrileña. Y mientras se produjo el debate en la Tertulia de Creadores en el Círculo de Bellas Artes de Madrid bajo el concepto 'Narrativa en la Posmodernidad', todos aprendimos la letra de ‘¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?’, de Alaska y Dinarama y sucumbimos a la calidad de los discos de Radio Futura, Los elegantes, Gabinete Caligari, Los Chichos, Golpes bajos, Burning, Siniestro Total, Eskorbuto, Asfalto, La Unión, Objetivo Birmania o los omnipresentes Mecano.
Una vez más, todo esto estaba ocurriendo en el 84, cuando los reyes de España realizan la primera visita oficial a la Comunidad de Castilla y León y Fidel Castro hace lo mismo en un viaje a España. Aquí se popularizó aquella frase: “Doctor, yo quiero hablar con usted. La cornada es fuerte. Tiene al menos dos trayectorias, una para acá y otra para allá. Abra usted todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo, doctor”. Al día siguiente, una tonadillera muy famosa por su vello facial lloraba su muerte junto a la mitad de los españoles. Aunque claro, 1984 dejó un obituario mucho más trascendental con la muerte de Michel Foucault, Andy Kaufman, Jorge Guillén, Marvin Gaye, Truman Capote, François Truffaut, Vicente Aleixandre o Sam Peckinpah. En el aspecto deportivo, era la era en que Anatoli Karpov y Gary Kasparov se enfrentaron en el que ha sido el duelo más famoso y seguido por una colectividad mundial bastante indiferente ante el tablero y los movimientos de las 32 piezas. Ayrton Senna debutaba en el mundial de Fórmula 1 a los mandos de un Toleman, aunque el mundial lo ganaría Niki Lauda imponiéndose a su compañero de equipo, Alain Prost, por tan solo medio punto. John McEnroe rompía raquetas y profería todo tipo de improperios en las pistas de tenis, pero también demostraba que era un fuera de serie en Wimbledon y U.S. Open.
La guerra fría hizo que URSS no participara en unos Juegos Olímpicos de Los Ángeles (junto a otros trece países que compartieron el complot) que tendrían un nombre propio: Carl Lewis, apodado “el hijo del viento”. De repente sabíamos quién era Hulk Hogan y la World Wrestling Federation (WWF) y el espectáculo de lucha libre. El Athletic Club ganó 1-0 al Barcelona en una Final de la copa del Rey muy polémica con altercados al final del partido que desataron una guerra campal en el Santiago Bernabéu enfrentando a los dos equipos más allá de las manos. El Athletic hizo ese año doblete, logrando ganar también la Liga, popularizando la Gabarra de los campeones. Qué tiempos. En la Eurocopa de fútbol en Francia, tampoco podremos olvidar cómo Arkonada no pudo dejar escurrir aquel primer gol de Platini y que hizo que Francia ganara 2-0 a la selección española. Eric Caritoux ganó la vuelta a España con sólo dos segundos respecto al segundo clasificado, Alberto Fernández y el Tour fue a manos de Laurent Fignon, en aquellas pugnas históricas con Bernard Hinault. 1984 también supuso que los Chicago Bulls seleccionaran a Michael Jordan con el número 3 del ‘draft’ de la NBA y diera comienzo una de las páginas más importantes de la historia del baloncesto o en la que los Detroit Tigers irrumpieron en la MLB y Sparky Anderson comenzó a gestar una de las historias más emotivas de la historia del deporte.
1984… Aquel año ¿Lo recordáis? ¿Cómo confluyeron en un sólo año tantas cosas memorables? Tres décadas después, uno echa la vista a atrás con nostalgia y reivindica aquel espíritu de inocencia perdida y apela a la colectividad de una generación que fue la última en vivir la infancia jugando en la calle con los amigos y la primera en dejarse seducir por las nuevas tecnologías. Un vistazo a un año concreto que evoca los recuerdos de necesaria complicidad y que soslaya, aunque sea de forma provisoria, ese enfrentamiento al presente y a un futuro bastante aciago. El mismo que Orwell describió en su novela. España era otra. Nosotros también. Tal vez idealizamos aquel año y aquella década más de la cuenta, pero sigue siendo nuestro vía de escape a instantes de sosiego y recuerdos. Han transcurrido tres décadas que dejan la sensación de que cualquier pasado siempre fue mejor. Y lo cierto, es que bien podría ser así.

miércoles, 2 de abril de 2014

Ben Sack: precisión rotulada urbanística

Ben Sack es un artista capaz de bibujar a mano una serie de mapas increíblemente detallados de varias grandes ciudades del mundo, sólo utilizando su mano, grandes dosis de paciencia y un rotulador. La gran capacidad de detalles con la que pormenoriza cada una de las parcelas arquitectónicas logra el propósito de precisar con exactitud milimétrica sus impresionantes panorámicas.
La definición está maravillosamente intrincada en cada calle de estas grandes metrópolis con una descripción sorprendente. Recuerdan mucho a la inspiradora obra del artista de inconmensurable talento Stephen Wiltshire, aquejado con el síndrome de savant (también conocido como síndrome del sabio), capaz de recrear hasta el más mínimo fragmento de una ciudad con sólo mirarla durante unos segundos.
Podéis descubrir la obra de Ben Sack en su página web y en su Tumblr.

lunes, 31 de marzo de 2014

Cerro de San Vicente: viaje a los orígenes de Salamanca

Existe una nueva cita cultural en Salamanca que funciona desde este mes y que resulta de lo más didáctica y enriquecedora. Se trata de una visita guiada por el Cerro de San Vicente, que enmarca varios atractivos; el primero y más fundamental, el de conocer de cerca el origen de la ciudad, además de provocar una sensibilización y suscitar el interés por descubrir el cimiento poblacional dentro del patrimonio histórico de la orbe charra. El Cerro de San Vicente ha sido hasta este momento una ubicación bastante desconocida, pero merece esta atención como destacado elemento patrimonial dentro de las propuestas culturales de esta ciudad mágica. Su parque arqueológico se sitúa dentro de este enclave estratégico que sirvió en los albores de la ciudad como un emplazamiento excepcional que permitía la visualización de la zona desde tres de sus flancos en la parte superior del altozano, desde el que se vislumbran unas vistas alternativas de la capital del Tormes.
Con esta propuesta, el visitante conoce de cerca y con todo lujo de detalles el génesis de la aldea que se fue fraguando entre los siglos VII y IV a. de C., dentro de la Primera Edad de Hierro, en la denominada cultura Soto de Medinilla, con la creación de asentamientos castreños que darían como consecuencia algunas de las primeras comunidades que tuvieron lugar en las tierras llanas occidentales de la meseta norte. Se pone a disposición del público la posibilidad de acercarse al pasado más ancestral de una ciudad cuya existencia se aproxima a dos mil setecientos años de antigüedad, mediante la observación de un conjunto de restos protohistóricos basados en cabañas y edificaciones auxiliares, que reflejan el modo de vida de aquellos primeros habitantes. Dentro de esta fantástica visita también se propone un viaje temporal sobre el sector claustral del antiguo Convento de San Vicente de Salamanca, así como del origen del monasterio cluniacense de los monjes Benedictinos de San Vicente, constituido en la zona como una de las más majestuosas edificaciones arquitectónicas de Salamanca, que sería trasnformado por la conquista por el general Wellington y posteriormente destruido en siglo XIX durante la Guerra de la Independencia, tras la llamada Batalla de Salamanca.
Un testimonio histórico que nos retrotae a la Salamanca Primitiva, que suscita el interés por aquel asentamiento original de la ciudad que garantiza su protección y exposición pública a la hora de integrar este tipo de estructuras descubiertas dentro de la oferta turística, cuya descripción aborda interesantes reflexiones y apuntes sobre el origen, configuración y evolución urbana del castro de Salmantica. Un recorrido por este poblado soteño del cerro de San Vicente, núcleo germinal de la ciudad, que supone un atractivo más al espacio patrimonial salmantino y que aviva el propósito de descubrir al ciudadano las claves de una ciudad histórica.
Las visitas interpretativas son gratuitas y tienen lugar desde el pasado 15 de marzo hasta el 29 de junio y del 20 septiembre al 2 de noviembre. Para los que quieran acercarse al parque arqueológico y viajar en el tiempo deberán acudir antes a la Oficina de Turismo de Salamanca (Plaza Mayor 32, 37002) y recoger su entrada, ya que se trata de grupos limitados por visita. Los sábados hay dos pases, a las 12:00 y 17:30 y los domingos a las 12:00h. y tienen una duración unos 90 minutos. Os aseguro que merece la pena y que supone una inversión de tiempo dedicado al conocimiento de la ciudad como nunca antes se había visto. Una cita obligatoria con la cultura de nuestra tierra.

viernes, 28 de marzo de 2014

La inagotable nostalgia de 'Los Goonies'

Si existe una película generacional que marcó de forma especial la forja de toda una infancia y adolescencia durante la década de los 80, ésa es, sin duda alguna, ‘Los Goonies’, de Richard Donner, producida por Steven Spielberg. Por eso, cualquier referencia a la esencia de aquel filme tan importante devuelve el recuerdo y una sensación de nostalgia que nos pone en la piel de un niño en busca del tesoro de Willy “El tuerto”.
A través de arquetipos y clichés, compartimos la aventura junto a Sean Astin, Jeff Cohen, Corey Feldman y Jonathan Ke Quan personificando a aquellos inolvidables personajes que siguen presentes en el imaginario colectivo; Mickey Walsh, Lawrence Cohen “Gordi”, Clark Devereaux “Bocazas” y Data. Un referente de cine familiar que formuló una ecuación perfecta a la hora de vincular afinidades e inquietudes a través de la infalibilidad de sus aventuras, fantasía y diversión en aquel entorno pesquero de Astoria, Oregón, donde se desarrollaban las hazañas de este grupo de chavales que impusieron la máxima del valor de la amistad como elemento de progresión de toda la aventura. Y cómo olvidar a Sloth y a los Fratelli.
‘Los Goonies’ globaliza ese sentimiento de aventura perdida, la esencia del sentido de lo que está por descubrir, la vivicación de un artefacto filmográfico con el que jugar sin cansarte nunca. Un cúmulo de virtudes donde el hipertexto maridaba componentes como el cine de piratas, la comedia, la fantasía ‘teenager’ y toda la raigambre de implicaciones, referencias y significados de un universo soñador como vía existencial del cine comercial que dejó huella en los fastos del ‘box office’ de aquellos añorados y emergentes años. Una montaña rusa de situaciones a modo de ‘truffle shuffle’ que delimitaron el propósito muy concreto de encender el entusiasmo del espíritu infantil creado en la imaginación de Chris Columbus para el deleite por el genuino entretenimiento.
Hoy en día, continúa siendo una película que ateora sus cualidades y una superlativa calidad atemporal, como el viaje a lo analógico que supuso, determinando unos tiempos pasados siempre fueron mejores. Hace pocos días se ha abierto al público, a través de las redes sociales, parte de la magia creada para el DVD extraoficial que recoge un inédito ‘Cómo se hizo’ titulado ‘The Making of a Cult Classic: The Unauthorized Story of The Goonies’, un documental creado por Oxygen Productions, Inc. y que incluye entrevistas con el elenco original, así como un intenso viaje a localizaciones de la película, el proceso de creación de John Matuszak como Sloth, las declaraciones de la dueña de la casa de los Walsh, la vista de Michael Jackson (sic) al rodaje... trufando su metraje de anécdotas hasta ahora nunca reveladas. Son 24 minutos de los 90 que tiene de duración este recorrido por la memoria de sus protagonistas que ha dirigido Ron Fugelseth, conocido por su ‘gooniemanía’ y por haber concebido aquélla memorable pieza ‘The Goonies Vacation’, entrañable y reverencial documento en el que podemos ver lugares emblemáticos como Cannon Beach, desde la que se aprecia Haystack Rock, los verdes parajes de Ecola State Park, la cárcel de Clatsop County de donde se fugan los Fratelli, la casa de los Marsh, ubicada en la 368 -38th Street de Astoria… Lugares que, a pesar de no haber pisado en la vida, son familiares a la vista de los seguidores incondicionales de ‘Los Goonies’, porque forman parte de la infancia y la juventud de una legión de seguidores que evocan superar el desafío que nunca logró Chester Copperpot.
Cuando se está a punto de cumplir los treinta años de su estreno, se esperan en 2015 varias celebraciones de aquel evento cinematográfico y que tendrá en este espacio abismal el extenso dossier reivindicativo que se merece. Hasta entonces, podéis disfrutar de esta golosina.

jueves, 27 de marzo de 2014

Una década junto a Myrian

Hoy es un día muy especial. Uno de esos días marcados en el calendario por la importancia que conlleva personalmente y que establece un orden progresivo de estabilidad vital. Tal día como hoy, hace diez años, conocí a Myrian, la persona con la que comparto mi vida. Recuerdo perfectamente cómo nos conocimos… Su padre me atropelló con el coche y me llevó inconsciente a su casa. Allí la conocí. Después la invité a ir al "Baile del Encantamiento Bajo al Mar", la besé por primera vez en la pista de baile y desde ése instante supimos que pasaríamos nuestra vida juntos ¿Qué? Ah, bueno… Vale, exactamente no fue así. Fue algo más normal, coincidimos en una fiesta en casa de Feli, una amiga común a la que siempre ambos estaremos agradecidos. Sin embargo, no empaña la inmediata conexión que se produjo. Los inicios fueron algo titubeantes, sin prisas ni agobios, dejando que esa capacidad de empatía que cada uno sentíamos por el otro fluyera y otorgara, paulatinamente, una férrea amistad que se tradujo en una hermosa relación que dura desde entonces.
Fue ella quien consiguió que enterrara todos los nombres del pasado por el suyo, sin la necesidad edulcorada o cursi de dejarnos arrastrar hacia un empuje mimético de romanticismo exacerbado. Eso no va mucho con nosotros. Simplemente, entendimos que había que preservar un sentimiento común trabajado en la amistad, el respeto, el afecto mutuo y la cerveza. Como un estado mental inmutable que implica de un cuidado por el bienestar recíproco. Y desde la plácida connivencia, nuestras aficiones comunes y esas necesarias diferencias antagónicas que terminan por ser casi obligatorias en toda relación, fueron definiendo un trayecto común, dentro de un sueño compartido en los pronombres, en el “tú” y el “yo”. Nuestra vida juntos.
Myrian es la luz que ilumina la esperanza y la voz del alma que susurra las palabras apaciguadoras cuando las cosas van mal, trasformando en algo natural el complicado acto de establecer una relación más allá del lenguaje, del mundo y de las circunstancias. Esa empatía es la que nos hace crecer de forma conjunta, sabiendo hacer frente a esta existencia de crisis y lamentos que nos ha tocado vivir. Ésa sinceridad y entendimiento bilateral ha sido la clave para que todos estos años hayan pasado de un modo tan plácido y satisfactorio. Tanto es así que, echando la vista atrás, incluso parece absurdo la cantidad de años que han transcurrido. Un amor esgrimido desde el tiempo compartido, manteniendo nuestras respectivas ilusiones intactas, desde las discusiones sobre lo que nos espera o las decepciones de la vida y los trances adversos que hemos sabido superar. En definitiva, conscientes del afán de vivir de la mejor manera esta vida común.
Ella me ha demostrado hasta dónde se puede querer, dejando claro la grandeza de su espíritu, su carácter divertido y abierto, su inagotable inteligencia y capacidad de esfuerzo, su lealtad con lo que cree y con lo que quiere. Ella es capaz de transmitir esa alegría eterna que posee, haciendo que sus innumerables virtudes encuentren un punto de extensión a todos los que la rodean. Myrian es más grande que esta vida. Y creo que no exagero afirmándolo tan alegremente.
Una década que se ha hecho muy corta y que abre un horizonte inmenso por descubrir, sin alterar la esencia del potencial innato para compartir el caudal de vitalidad que nos une. Hoy, diez años después, he querido expresar de nuevo al mundo y através de este blog (bastante ajeno a lo personal) lo mucho que la quiero y agradecerle cada minuto que ha estado a mi lado, participando en todo lo que ha sucedido a mi alrededor, siendo dos en uno, venga lo que venga. Ella es la mejor amiga que he tenido en mi vida, mi cómplice, mi compañera perfecta... mi amor. Mientras estemos juntos, por muy mal que vayan las cosas, siempre habrá esperanza. Porque estará ahí, apoyándome cada segundo de mi existencia. Y eso ofrece un estado de paz que es imposible de valorar y de descibrir.
Gracias por esta década de felicidad conjunta, pequeña… y por tantas otras cosas. Tenemos una vida por delante para saber qué nos deparará el destino. Gracias por esa emocionante aventura que es compartir cada día contigo.
Te quiero mucho.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Las criaturas de arena de Claire Droppert

La condensación de grumos de arena de playa que forman dibujos polifórmicos en el aire, cuando la fuerza centrífuga parece desequilibrarse con un mínimo e imperceptible instante de ingravidez. Es lo que parece haber querido captar el objetivo de la fotógrafa Claire Droppert en lo que ha venido a llamar ‘Sand Creatures (Criaturas de arena)’. Forma parte de una primera entrega que se titula precisamente ‘Gravity’.
En ella se condensa ese momento imperceptible en que miles de partículas arenosas constituyen una indeterminada condición somática surgida de la nada y que desaparece de forma instantánea para descomponerse tras dibujar una fugaz grafía, desvaneciéndose fulminantemente.

lunes, 24 de marzo de 2014

'Creativity, Inc.' o la importancia del 'braintrust' en Pixar

El 'braintrust' consiste en una dinamización de trabajo basada en la aportación creativa y de negocio de un grupo de comparten ideas, opiniones y críticas respecto a un trabajo. Y se hace con total libertad, encaminando diversas posiciones en función de una idea consensuada de éxito y eficacia. Parece que este mecanismo en forma de reuniones se ha configurado en uno de los factores claves de Pixar. Lo cuenta Ed Catmull, cofundador y presidente de Disney y Pixar, en el libro ‘Creativity, Inc.’, en el que desarrolla esta idea como punto de partida distintivo dentro de la factoría de animación que cumple un cuarto de siglo. En él, cuenta parte de los entresijos de estos ‘braintrust’ en los que John Lasseter, Andrew Stanton, Pete Docter, Lee Unkrich y Joe Ranft evaluaron concienzudamente cada opinión constituyendo una fuente de inspiración para lo que sería ‘Toy Story’, abordando desde diversas técnicas la coalición divulgativa en torno a un grupo compacto de trabajo que sostuviera unas líneas de honestidad y de franqueza a la hora de valorar las ideas de los demás.
La habilidad para contar historias de Pixar se fundamenta, con cierta visión antropológica, en un sentimiento colectivo de mejora. Los ideales y las técnicas del que ha sido modelo referente de la animación digital del cine moderno, tienen en cuenta que todas las primeras versiones que se fraguaron a la hora de llevar a cabo cada proyecto, se determinaban a una serie de errores a corregir. Desde ese punto de partida, se dilucida con historias que devienen algo tan sencillo y tan complejo a la vez como “hablar de juguetes con emociones sin parecer cursis, lo desagradable de una rata que prepara comida o plantear una película con un robot en la que no se existe diálogo en sus primeros 39 minutos”. La creatividad empieza en algún punto y hay que ser consciente de que el poder del refuerzo colectivo y la retroalimentación con el proceso iterativo (trabajar, volver a trabajar y volver a trabajar otra vez) hasta encontrar, desde esos errores, una línea de trabajo es lo fundamental de todo. Y sólo así un personaje hueco encontrará su alma”. Ese propósito de internalizar y convertir un proyecto en parte de la vida diaria del grupo, incluso fuera de las oficinas de Pixar, ha sido la constante de libertad y responsabilidad bajo el yugo del crecimiento de una idea que necesita de la energía colectiva para ir tomando el rumbo adecuado.
Las parcelas inventivas, la autenticidad emocional y la realidad que transmiten las historias de Pixar se derivan de esta técnica de coalición y asesoría compuesta por profesionales estudiosos de la narración que siguen dos reglas básicas dentro del engranaje creativo; el autofiltro y la carencia de la imposición autoritaria dentro de este tipo de reuniones que buscan focalizar la incertidumbre, la inestabilidad o los obstáculos para corregirlos y poder asumir que la historia perfecta es la directriz final sobre la que hay que canalizar todos los esfuerzos. En Pixar uno de los valores más destacados como gran virtud de sus éxitos es que la estructura comunicativa no refleja en absoluto la jerarquía organizativa.
‘Creativity, Inc.’ es un libro que mostrará al lector todo tipo de interesante anécdotas y documentos sobre los diarios que se fueron fraguando en cintas como ‘Toy Story 2’, ‘Monstruos S.A.’, ‘Buscando a Nemo’, ‘Los Increíbles’, ‘Cars’, ‘Ratatouille’, ‘WALL•E’ o ‘Up’, entre otras, pormenorizando los viajes de investigación, la experimentación narrativa y artística que fueron sufriendo como proceso de la visión creativa de Pixar. Pero también, atendiendo a la multiplicidad transformativa de la creatividad, basada en la protección de la obra cuando surgen desacuerdos creativos tratados mediante técnicas de resolución de problemas ejemplares. Por supuesto, avanzan que esquivará la idealización de ese casi utópico entorno de trabajo donde el juego y la diversión forman parte del día a día de los trabajadores, que fomentan esa “cultura de honestidad” y el buen rollo a la hora de exponer lo contributivo a sus producciones por parte de los creativos y la libertad de expresión que promueve la factoría.
En el que puede ser un libro de cabecera para todos los creadores, se hace hincapié en las diferencias que se produjeron cuando se fusionó con Disney y las tácticas de mejora de ambas partes en una demostración de coalición empresarial expuesta en la unidad y debate coloquial sin imponer nunca un dictamen de liderazgo o gestión. Por último, el volumen se cierra con un epílogo sobre la importancia de la figura de Steve Jobs en todo el entramado empresarial. El libro de Catmull propondrá un enriquecedor tratado sobre la creatividad y su complejo funcionamiento, sobre los factores internos y exógenos que rigen una empresa de éxito y sobre todo, sobre las claves que generan la magia de una factoría irrepetible.

viernes, 21 de marzo de 2014

Adolfo Suárez, el espejismo político de España

Hoy en día, echando un vistazo a la pestilente horda de políticos que han infectado con su ineptitud España en las últimas décadas, sería imposible escribir de alguno de ellos sin recurrir al agravio, la ofensa y el desprecio justificado. Por eso, es inaudito que la pérdida de una figura como la de un ex presidente del gobierno como es Adolfo Suárez haya suscitado una mirada hacia el pasado con cierta nostalgia. La que despierta un hombre que al menos intentó ser íntegro y honesto con sus objetivos basados en una ideología funcional dentro de una época muy compleja para un país que acababa de salir de un largo periodo de letargo cesáreo y dictatorial. Es un hecho extraordinario que, en esta triste despedida, la opinión general y los analistas señalen a Suárez como a un político que procuró liderar un cambio desde la privilegiada posición de un estadista concienciado con la mejora social.
Además contaba con algo inusual en España; carisma y una locuacidad que llenó de expectativas sus discursos con argumentos que no cayeron en la demagogia barata a la que descendió la cochambrosa política interior que emponzoña cualquier voz que tomara el relevo desde entonces. Un presidente que dimitió porque fue obligado a ello, de una forma táctica y chabacana por parte de aquellos que lograron imponer ese sistema gubernamental que se ha ido erigiendo en el estiércol de poderes fácticos con la promesa de una triste modernidad que fue ubicando los cimientos de esta situación que ahora nos asola desde tan pronto ¿La razón de aquella marcha forzada? Múltiples intereses ocultos que nunca se esclarecerán lo suficiente.
Resulta, cuanto menos paradójico, que uno de los pocos políticos serios y con ganas de trabajar por el pueblo antes que desplumarlo, fuera el único que ha dimitido en esa historia que asumió que el sistema democrático y de convivencia no fuera más que un paréntesis de espejismos dentro de la historia de España. Seguramente, hubiera sombras en la vida política de ese hombre recto del “puedo prometer y prometo”. No será este blog el que abogue por la hagiografía o la loa. Y menos por un político. Sin embargo, es una triste carambola del destino que Suárez perdiera inexorablemente la memoria en un contexto donde los últimos presidentes han luchado por querer eliminar aquellos tiempos de esperanza en favor de diversos elementos como el poder, la corrupción y el sistemático engaño a los ciudadanos. Adolfo Suárez no recuerda lo que fue. La lástima es que desde hace varias décadas a esta parte, los estafadores que maniobran con los hilos de esa marioneta que simboliza un país en declive parece que tampoco. Porque lo único claro que tienen es anteponer su bienestar y riqueza sobre los demás.
Suárez comenzó a trabajar con propósitos muy claros en torno a la inflación y el déficit, encauzando España hacia un sistema de concertación económica, sindical y laboral con decisiones fiscales para proteger a los que más lo necesitaban y con el deseo de reducir el paro sobre todo entre los jóvenes ¿Os suena de algo? En efecto, la España de entonces era como la de ahora. Sólo que entonces había un tipo que creía que el poder era un aparato de coalición para luchar por el pueblo y no contra él o utilizándolo como una vía de lucro. Y precisamente, tal vez (y sólo tal vez) un político con integridad no tuvo cabida en el posterior cambio que él mismo provocó, esa "Democracia" y "Transición" con la que a todos los impostores que han vestido traje y corbata se les ha llenado la boca a la hora de prometer una sociedad mejor desde la mentira. Hoy tenemos esto. Así de simple. Así de triste.
Hoy casi todos los ciudadanos recuerdan el semblante serio de Suárez y su figura dentro de la historia de nuestro país con cierta estima. Obviamente, no todos, pero la pregunta que concierta esta noticia de la inminente muerte del rostro visible de la Transición es si se concebirá esta memoria de apego hacia un líder político cuando muera cualquier ex presidente o personaje relacionado con el senado o el Congreso en el presente o en el futuro. De forma categórica, en absoluto. Me atrevería a pronosticar que todo lo contrario. Sólo hay que echar un vistazo a lo que nos representa, evitar la náusea y seguir con ese tópico tan patrio de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Genuino Wilder

“Ah, sí… ¡El cine negro! Bueno, cuando yo rodaba una película jamás califiqué o dije “esto es una comedia”. Esperaba al estreno y si la gente se reía mucho, yo decía que era una comedia. O que era una película más seria… o cine negro. Nunca escuché esa expresión en aquéllos tiempos. Simplemente hacía películas que a mí me hubiese gustado ver. Y si tenía la suerte de que coincidía con el gusto del público, mejor”.
(Billy Wilder).