miércoles, 18 de mayo de 2005

Curioso documento 'starwarsiano'.

Esta absurda fiebre 'starwarsiana' afecta incluso a aquellos allegados más íntimos del gran George Lucas que ya han disfrutado de una sesión especial de ése filme tan esperado.
Jeff Kleiser uno de los mejores técnicos de efectos especiales más importantes del universo ILM y John Lasseter, el gurú de la animación digital y fundador de ‘Pixar’, luchan en este vídeo doméstico con dos cucharas a modo de sable láser tras ver ‘Star Wars: Episodio III’ en el rancho de Lucas hace poco menos de un mes.
El mítico duelo tuvo lugar tras la proyección exclusiva de ‘La venganza de los Sith’ a una trientena de privilegiados que la vieron como quien dice "en familia". Seguro que esto estará ampliado en los extras de los dvd’s especiales que preparará el bueno de Georgie próximamente.

martes, 17 de mayo de 2005

Para la espera... John Williams

En esta semana galáctica uno está ávido de emociones, de esa clausura de la nueva trilogía. Para atenuar la espera no hay mejor que escuchar la partitura que ha escrito John Williams para la ocasión, el compositor que ha marcado nuestra generación con una música acomodada más allá de los designios visuales que han enaltecido a gente como George Lucas o Steven Spielberg (por citar a sus dos grandes paladines).
Imaginar por un instante cualquier episodio de ‘Star Wars’ sin la música incidental de Williams es inconcebible, ya que este preceptor de la música como espectáculo dentro de la propia película supuso en los 70 el engarce sinfónico para la reconquista de la solemnidad musical en el entorno cinematográfico entendido como pilar trascendental de la imagen. Maestro de ‘leit-motives’ que perdurarán en nuestra memoria colectiva por siempre jamás, Williams sigue estableciéndose como un renovador e impulsor del cine comercial, desplegando en cada nueva partitura una sorprendente inspiración fuera de toda duda.
En ‘Star Wars. Episodio III’: La venganza de los Sith’ envuelve la historia en la necesaria lobreguez de la conversión de Anakin en Darth Vader, logrando una música sentenciosa, oscura y pesimista, que vigoriza con sus notas el sentido de la épica ‘starwarsiana’ como nunca. Si (como dicen), este último episodio es el mejor desde ‘El Imperio Contraataca’, es equitativo distinguir esta enorme banda sonora como uno de sus mayores aciertos en los últimos años. En especial la remarcada delectación que, a modo personal, producen temas como la poética ‘Anakin’s Betrayal’, la oscura ‘Anakin’s Dark Deeds’ y el imponente ‘Enter Darth Vader’.
El resarcimiento sinfónico de las bandas sonoras del cine americano moderno tienen uno de sus mayores impulsores, el génesis, en este maestro, el único capaz de recrear la banda sonora como un dispositivo plenario, perfectamente ensamblado con las imágenes en movimiento y favoreciendo la profundización dramática en la línea argumental a través de sus partituras. John Williams ha dicho de su último trabajo: “La finalización de la Saga de George tiene el contorno de las grandes historias humanas, en las cuales la gente logra cosas maravillosas en medio de las cosas terribles que les suceden”.
Comparado en varias ocasiones con Wagner por la fuerza de sus notas, el gran John Williams quedará como el compositor de nuestra infancia, compositor de la música que ha sonado tantas veces en nuestros sueños.
Todo este post estaba desplegado en función a que Gran Faro había colgado un link con la viabilidad de obtener la música de ‘La venganza de los Sith’. Pero la fugacidad ha vuelto a destronar a los intereses internautas y creo que no funciona. Lástima.

God Save the Queen

Hasta hace una semana, la imagen de Natalie Portman era un subrepticio secreto ilusorio, casi imposible de ver debido a las exigencias del rodaje de ‘V de Vendetta’, de James McTeigue. Una furtiva imagen dio la vuelta al mundo exhibiendo la dulce belleza de la Portman con su cabeza rapada.
El multitudinario estreno en Cannes ha dejado ver de cerca lo hermosa que está la joven actriz con ese pelo rasurado que ya comenté aquí, resplandeciente y orgullosa de su interpretación como Padmé Amidala en la última cinta de George Lucas, que supone la finalización del segundo ciclo ‘Star Wars’ , saga que le ha perseguido y enriquecido a lo largo de su vida.
Viéndola con el pelo corto sólo puedo ratificar los perturbadores sofocones de alto voltaje que dan al observarla.
Qué exquisitez para la vista, oiga.
Aquí promulgo mi devoción a esta intérprete y os dejo unas instantáneas de la presentación de ‘La venganza de los Sith’ en el incomparable marco de Cannes.
Reconozco que es un post de lo más frívolo. Pero ¡qué demonios!...

lunes, 16 de mayo de 2005

Provocación futbolera

Después de dejar para los anales de historia una de las frases más inteligentes y brillantes del año (aquélla de “Tengo que correr como un negro para poder vivir como un blanco”), Samuel Eto’o tiene nuevo cántico qua ha crispado los ánimos en la absurda rivalidad que propaga este deporte llamado fútbol.
Durante la apoteosis por la celebración del título del Barça, en la ofrenda y vítores individuales de los jugadores a la afición barcelonista que se había congregado en el Camp Nou, Eto'o agarró el micrófono y en un arrebato de euforia antimadridista sorprendió a todo el mundo al incitar a entonar el salmo culé que horas antes había ensayado en el autobús descapotable que recorrió las calles de la ciudad condal: “Madrid, cabrón, saluda al campeón”.
La exaltación de la solemnidad que viene dada por ganar un título está determinada por varias razones. Ahora sabemos cuál es la mezcla explosiva (fiesta post-título y un micrófono) que hay que alejar de este ejemplar futbolista. Eso sí, dentro del campo, que luego se berrean rimas por las que hay que pedir perdón y justificarlas. Lo habrá aprendido de Luis Aragonés. Disculparse supone para ambos una solución efectiva y autolenitiva al zaherimiento provocativo. Errónea actitud la del camerunés, ya que supone un desafío en el antagónico papel de dos ciudades que llegan a odiarse por el siempre prosaico fútbol. Luego Eto'o se quejará de intransigencia, de racismo, de violencia... En ocasiones hay que saber acallar los instintos y saber disfrutar de las victorias con respeto, obviando rencores pasados. El fútbol desata mucha carroña pedestre, lo peor de las personas. Si encima vamos fomentándolo, vamos mal.

Las reliquias del cine negro

La evolución cinematográfica de un género indefinible
Donald E. Westlake, uno de los literatos más importantes de la novela contemporánea pronunció un acertado precepto sobre el género negro bastante acertado: “Tanto el cine como la novela negra llevan muertas más de tres décadas, pero no tiene importancia. La poesía murió hace cientos de años y siempre habrá poetas”. La razón de ello es que ese cine tan difícil de definir que establece su concepto cardinal en torno a la lucha contra universo del crimen poblado de gángsteres donde los contraventores de la sociedad transgreden el orden legal, el detective subordinado a las tensiones de un entorno corrupto y la hermosa ‘femme fatale’, atractiva y seductora que juega peligrosamente en el límite de la turbiedad ha pasado a ser, en la actualidad, el recuerdo nostálgico de un legendario territorio dominado por su propio espíritu.
El cine negro se ha mitificado dando como consecuencia alguna que otra revisitación moderna. Dada su genuina estirpe hoy en día es casi imposible resucitarlo, debido a su ensambladura a una época concreta del cine y a la sociedad yanqui, ya que estamos ante un género inexorable, crítico y enraizado a una realidad concreta ocasionada en un lapso de tiempo delimitado en la cultura norteamericana. Es por ello que a pesar de que algunos títulos modernos (más cercanos al ‘thriller’ que al verdadero cine negro) apuntan a unos propósitos nostálgicos y no tanto a la ideología legítima de sus designios genéricos.
Nadie se pone de acuerdo en el origen de este género, mientras algunos lo sitúan en la literatura desencantada de la postguerra, de un feroz escepticismo expresionista, otros lo se remontan al cine de Von Sternberg. También se ha utilizado hasta la profusión la expresión ‘film noir’ acuñada por el francés Nino Frank a mediados los cuarenta. Mucho se ha debatido acerca de sus límites, o de la importancia que atesoran la noche y la ciudad, de la vulnerabilidad del bien y el mal, reflejados de una manera fortuita, sin una aparente relación al origen social o la riqueza, del uso del claroscuro, de unas características identificables que fomentaron un modelo genérico evolutivo hasta transformarse en un movimiento imprescindible dentro de los géneros cinematográficos. La confusión entre esplendor y decadencia, de apatía y derrota reflejados en modelos de antihéroes de la novelas de Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Cornell Woolrich o James M. Cain responden a una doctrina intencionalmente descriptiva, emocional y de sensaciones. El género de cine negro es un estilo, poesía visual rodeada de ambientes nocturnos, calles húmedas donde circulan coches pregoneros de muerte y entre las sombras se adivinan siluetas con sombrero y gabardina.
Ciudad, noche y opacidad conjugadas en favor de una misteriosa e intrigante trama criminal determinada en un periodo que incorporó una serie de reconocibles imágenes a una realidad social existente en una época específica. Más allá de los múltiples estudios, que disponen el nacimiento del género en el subgénero policiaco de películas como 'El enemigo público', de William Wellman en 1931 a la que siguieron cintas como 'Hampa dorada', de Mervyn LeRoy o 'Scarface', de Howard Hawks, el inicio viene dado, casi por quórum, en uno de los pilares que sustentan la historia del ‘noir’: la obra maestra 'El halcón maltés', de John Huston, en 1941, justo en el momento en que estalla la II Guerra Mundial. Le seguirían películas como 'Historia de un detective', de Edward Dmytryk, 'El sueño eterno', de Howard Hawks, 'Perdición', de Billy Wilder, 'Forajidos', de Robert Siodmak y 'Sed de mal', de Orson Welles. Tras este periodo (en el faltan obras clave obviadas por falta de espacio) transitan filmes situados entre la Gran Depresión y la posguerra, lapso en el que muchos historiadores han delimitado el género como tal.
El cine negro, según estas premisas, equivaldría a lo que realmente simboliza; un estado de ánimo que se vislumbra ante una época de crisis sociopolítica o moral que se va extendiendo a lo largo de los años ulteriores, ofreciendo una libertad genérica más libre a abrir los límites de cualquier categoría, pasando del expresionismo al barroquismo casi minimalista, en el que la dosis de violencia y fascinación erótica se hicieron más evidentes, como queda de manifiesto en filmes como 'Al rojo vivo', de Raoul Walsh, 'La jungla de asfalto', de John Huston o 'La casa de bambú', de Samuel Fuller. Una época en la que hay que destacar directores como Fritz Lang, Otto Preminger, Budd Boetticher, Jacques Tourneur o Alfred Hitchcock, entre muchos otros.
A principios de los 60 el clasicismo puro se va perdiendo, contagiándose hacia una difusión más radical, abandonando el compromiso de sus orígenes para desembocar en los 70, donde impera un regusto melancólico por las bases del género, pero con una circunstancia de imbricación entre el ‘film noir’ y la reflexión metafísica o la fábula moral y renunciando al crepuscular movimiento clásico, pervirtiéndolo, en un sentido etimológico. Desde 'Klute', de Alan J. Pakula, 'Chinatown', de Polanski, 'Fuego en el cuerpo', de Kasdan o 'Blade Runner', de Ridley Scott hasta los nuevos homenajes definidos en 'Muerte entre las flores' y 'El gran Lebowski', ambas de Joel Coen, 'La última seducción', de Peter Berg y el ‘revival’ más logrado 'L.A. Confidential', de Curtis Hanson. Cintas modernas que no son más que un nostálgico retorno al pasado, un mero revisionismo que responde más al homenaje que a la creación de verdadero cine negro.
La evolución del cine policiaco ha sido subordinada por la anexión de elementos de misterio y acción, dando lugar al más actual ‘thriller’, que se identifica por su expresión híbrida, albergando elementos naturales de otros géneros. Sin embargo, para establecer la entidad de este orden conviene atender al momento en que se dio nombre al género. Actualmente, los factores subyacentes al cine negro parecen ser la ausencia de censura en la industria, un desengaño popularizado por la pérdida de valores morales y el estado de la sociedad, la política y el sueño americano.

domingo, 15 de mayo de 2005

David Fincher. SPOTS Publicitarios (I)

La carrera publicitaria de David Fincher marcó también una pauta premonitoria de lo que iba a ser su excelente filmografía. De todos es sabido la evolución de Fincher en el mundo del videoclip con heterogéneos trabajos para Madonna, Sting, Rolling Stones, Michael Jackson, Aerosmith, George Michael, Iggy Pop, The Wallflowers, Billy Idol, Steve Winwood, The Motels y A Perfect Circle, los cuales se pueden ver en la exposición ‘Video Killed the radio-star’, antológica recopilación de más de 200 vídeos clips en el DA2 de Salamanca.
Con este videopost inauguro el repaso a estos anuncios publicitarios de un precursor de realidades imaginadas, de zonas oscuras y sombrías, preceptor del horror cotidiano y los sueños afrentados por una espeluznante realidad. Un director entusiasta y metódico que ha sabido desmarcarse de cualquier etiqueta y desplegando una estética visual que inscribe su pretensión narrativa en un entorno refractario donde la opulencia visual se superpone a cualquier otro ámbito.
Este primer anuncio de Coca-Cola, titulado 'The Arquettes', tal vez sea el más anodino de toda la colección que iréis viendo en el Abismo. Un spot efectivo y lineal, con un juego de equívoco en el que la Mónica de ‘Friends’, Courtney Cox-Arquette, trampea y usurpa la bebida a su marido David Arquette al darse cuenta de que sólo queda una botella de este refresco.
Funcional, pero entretenido. Sin muchos alardes de técnica, planificación o suntuosidad.
Pero es sólo el principio. Tenéis que ver los que este cineasta confeccionó para Nike o Adidas.

sábado, 14 de mayo de 2005

50.000

A las 18:19 de hoy, un amigo o amiga de Ecuador se convertía en el visitante número 50.000.
Gracias a todos una vez más por seguir confiando en el Abismo para llenar vuestros momentos de absurdo hastío en disposición de perder el tiempo con este desordenado weblog.
Y ahora me voy a celebrarlo con un exceso impúdico de ingestión alcohólica.

Empezar de cero

Existen trascendentales acontecimientos en la vida que agravian y laceran partes de una pequeña e insignificante existencia. Que te roben una gran suma de dinero, suspender un examen muy importante, tener un gatillazo, que la chica de la que estás enamorado te sugiera que seáis sólo amigos. Resumiento, sentir la derrota en cualquier extensión, índole o condición. Pero existe una putada superlativa, de las que provocan ganas de destrozar lo primero que tengas a mano: perder datos de incontable valor del disco duro de tu ordenado.
Habitualmente nos solemos lamentar postreramente, olvidando que la precaución y el barrunto de posibles problemas son elementales en el universo binario. “Tengo que guardar todos mis textos en un CD cada mes”, recuerdo haber prometido cuando en otra ocasión estuve a punto de ver cómo todos mis años de trabajo estuvieron a punto de extinguirse en una malévola computadora. Pues bien, ha vuelto a suceder, y no por un problema informático esta vez, si no por mi propia condición de patán, de irracional insensato, de gilipollas manazas, en dos palabras. Borré media carpeta de documentos trascendentales escritos durantes media vida al pasar los datos a mi flamate nuevo disco de 80 Gigabytes.
Afortunadamente, no es tan grave como parece. Tengo uno de esos cd’s grabados con todo lo importante, lo malo es que data de hace casi un año, por lo que el protervo dilema consiste en que parte de esos escritos se han perdido para siempre. Gracias a que almaceno cada mail que sale y entra de este ordenador he podido (en un vehemente y agotador proceso) recuperar varios de los datos extraviados; reportajes, críticas, dossieres, columnas… No obstante, lo doloroso y trágico ha sido no poder rescatar los dos guiones de largometraje que tenía en pleno desarrollo de escritura (‘El último reloj’ y ‘La sombra en el espejo’ –este último bastante adelantado-) o el extenso dossier que estaba a punto de acabar para mi próximo corto en 35 mm. ‘El Reencuentro’. Tribulación, catástrofe, aflicción, drama… Llamadlo como queráis, pero es bastante atroz cuando le toca a uno franquear estas penitencias técnicas.
Toca lamentarse y asimilar la lección para evitarla en el futuro. Toca empezar de cero todo el trabajo que llevaba componiendo en estos cinco últimos meses e intentar salvaguardar lo que felizmente no ha sido destruido por el infortunio. Hubiera dado todos los vídeos, la música y fotos que he bajado de la red en los instantes de ostracismo por los siete u ocho documentos malogrados.
En fin.

viernes, 13 de mayo de 2005

John Carpenter vuelve a dirigir

Es la noticia del día: John Carpenter vuelve a la carga.
Ardía en deseos de poder avanzar algún día una buena nueva de este calibre. Huérfanos de la magia del gran Maestro desde que hace cuatro años presentara 'Fantasmas de Marte', Carpenter dirigirá ‘The 13th Apostol’, un ‘thriller’ escrito por Paul Margoli (uno de los guionistas de muchos de los episodios de ‘McGiver’) y que tratará sobre un sardónico detective que, con la ayuda de un ‘broker’ de bolsa que descubre el pastel, intentará resolver un caso de varios y cruentos asesinatos que reúnen como única pista un extraño juego internauta levado a cabo por múltiples sospechosos.
Es una gran noticia, ya que somos muchos los que esperan impacientes la nueva película del gran genio, John Carpenter, un cineasta de integridad intachable, de lealtad a sí mismo, independientemente de las bogas perecederas que surjan.