viernes, 15 de noviembre de 2013

Especial 'COMMUNITY': Una ‘sitcom’ contracorriente

Cuando uno se enfrenta a una serie como ‘Community’ sin ninguna orientación o admonición previa, accede a ella algo descolocado, sin una disposición muy definida acerca del universo en el que se va a meter. De entrada, parece la enésima recreación cómica de ambientes universitarios con la salvedad de que los estudiantes son ya adultos con problemas que encuentran en este entorno una nueva oportunidad de redención. La trama nos sitúa en la Greendale Community College, bajo un modelo de programa académico americano de un par de años para alumnos de cualquier edad que obedecen a unos requisitos mínimos para poder acceder a la Universidad o como plataforma para obtener un empleo. Pero la Greendale no es un centro de estudios cualquiera. Es un recinto bastante singular que erige una estatua al actor Luis Gúzman como padrino del centro y que adopta una mascota impopular e indefinida que simboliza el caos deforme tan representativo del ambiente que se respira en esta apasionante serie.
Tampoco sus protagonista parecen especialmente atractivos al gran público, presentados en un grupo de estudio de clases de español que forman un variopinto catálogo de roles adecuados a estereotipos asumidos como frecuentes dentro de cualquier otra ‘sitcom’ ; Jeff Winger (Joel McHale), un altivo y narcisista abogado inhabilitado por no tener un título universitario, que en seguida se fija en la explosiva Britta Perry (Gillian Jacobs), una guapa y rubia antigua activista con espíritu de hippie que ha terminado por acomodarse en la sociedad capitalista que antes aborrecía. El detonante parte de ahí, uniendo a la brigada protagónica a Annie Edison (Alison Brie), una judía perfeccionista y neurótica que llega recién salida de un centro de rehabilitación por su adicción a los fármacos, Shirley Bennett (Yvette Nicole Brown), una ama de casa ultracatólica, divorciada y acomplejada y Pierce Hawthorne, un rico y viejo racista heredero de una célebre empresa de toallitas que ejerce de gruñón bastardo cuyo personaje antipatiza voluntariamente con misantropía el siempre controvertido Chevy Chase. El círculo se cierra con el duopolio compuesto por Troy Barnes (Donald Glover), una ex estrella afroamericana del fútbol americano universitario algo inmaduro y que fingió una lesión para no aguantar la presión de este tipo de estrellas deportivas y Abed Nadir (Danny Pudi) obsesivo ‘geek’ absorbido por una filia casi autista por el cine y la televisión que gusta de transgredir habitualmente la “cuarta pared”, convirtiéndose muchas veces en los ojos y la perspectiva del espectador, consciente de que es un personaje de ‘sitcom’ atrapado en una serie.
Con estos mimbres, ‘Community’ no sorprende en su arranque, es cierto, pero capítulo a capítulo, comienza a corregir sus propios defectos ávidamente, haciendo de sus personajes el pilar de su considerable fortaleza y eficacia en una constante conjugación narrativa que apuesta por la confusión y la obsesión, abordando temáticas con heterogeneidad estilística de recurrente sorpresa. Así, desde su primera temporada, la serie proporciona una variación inmejorable, con tramas de sofisticada elaboración, amparadas en unos guiones que transgreden lo temerario, coqueteando siempre con el surrealismo. En suma, avanza oscilando entre extremos intrínsecos a la comedia desconcertante, los convencionalismos de la ‘sitcom’ y referencias varias, aludiendo a la irrealidad, al ‘metagag’ dentro de la propia narración o en innumerables ocasiones citas y guiños a la cultura pop.
El desconcierto de una creación libre y radical
Su creador Dan Harmon ya había experimentado las sensaciones del éxito con este tipo de contingencias humorísticas en creaciones como esa insólita ‘Water and Power’, dentro de ‘Sarah Silverman’ y como co-autor de la cinta de animación ‘Monster House’. ‘Community’ no nace bajo la comodidad de otra ‘sitcom’ cualquiera. Auspiciada por la NBC, que siempre ha estado volcada con ‘The Office’ y ‘30 Rock’, ha pasado por todo tipo y problemas por su vida catódica (cambios de horarios, cancelaciones de temporadas sin terminar, pugnas irreconciliables entre Chevy Chase y Harmon, incertidumbres varias…), incluida esa comprometida pugna de audiencia en horario de máxima audiencia, casi un reto suicida, con una de las comedias más exitosas de los últimos años: ‘The Big Bang Theory’. Y, a pesar de todo, logró salir indemne. En gran parte, porque su progresión responde a la externalización de la “nada” al “todo” producida por esa versatilidad con la que se esgrime la ruptura con cualquier código determinado, a modo de sinécdoque, siguiendo pautas retorcidas y complejas, doblegando sus argumentos a puntos de inflexión inesperados.
¿El resultado? El deslumbramiento que refuerza esta dinámica por la conmoción de un público que asume con dificultad los subtextos transformados en catalizadores de la esencia de toda serie de culto. ‘Community’ está poblada de personajes imperfectos movidos casi siempre por el egoísmo y los intereses, que van aprendiendo a convivir como una nueva familia, aprendiendo a conocerse y a soportarse, equilibrando sus polifórmicas personalidades dentro de los márgenes de la amistad y la cercanía, lo que da origen a una alienación colectiva que acaba dando como derivación una pequeña secta donde se rehúsan nuevos miembros, ya sea el Señor Chang (Ken Jeong), que pasa de ser el peor profesor de español del mundo, a acosador maníaco, guarda de seguridad y pérfido villano hasta incluso el mismísimo Jack Black, uno de los cameos más recordados de la serie.
Esa tipología de divergencia supone, desde sus primeros coletazos de rebeldía contra las normas, una de las señas de identidad en ese carrusel de aventuras y mezcla de géneros que se suceden a lo largo de sus episodios. Por ello, no es extraño que, a lo largo de sus (hasta el momento) cuatro temporadas, la tensión romántica de un triángulo constituido por Jeff, Annie y Britta se diluya en un musical o en un episodio de Halloween de naturaleza zombie o que la amistad sin fin de Troy y Abed traspase el cosmos dimensional. Algunos capítulos se toman la libertad de convertir a los personajes en muñecos de plastilina para narrar una pieza de animación ‘stop motion’ de tintes alcaloides e incluso uno de los mejores (quizás mi favorito), donde los personajes se computerizan en un juego de arcade de 16 bits. La obsesión por el ‘paint ball’, bien sea para homenajear la perspectiva ‘third-person shooter’, como recrear un ‘spaghetti western’ dentro de los contornos de Greendale, es otra de los periódicos reclamos de una serie en la que tampoco faltan bunkers fabricados con sábanas con todos sus protagonistas en pijama, una misteriosa y secreta hueste que representan los reparadores de aire acondicionado comandada por John Goodman, sin olvidar al mono con tendencias cleptómanas que vive en los conductos de ventilación del centro.
Parece que los límites no existen en esos patrones que codifican el estatuto imaginario de este tipo de comedias para llevarlo un paso allá, jugando con la sátira y el humor inteligente en los que cualquier personaje es capaz de fracturar las decisiones del resto del elenco con frases que se escapan a la lógica, chistes sin sentido o la propia invención de series dentro de la misma serie, de alusiones directas o indirectas a clásicos, parodias a otras conocidas ‘sitcoms’ o películas de culto (desde ‘Friends’ a ‘Cougar Town’, la sempiterna ‘Star Wars’ o ‘Uno de los nuestros’ –inolvidable el episodio ‘Contemporary American Poultry’-).
‘Community’ manifiesta la libre y radical demostración de una creación engrandecida hacia la autoreferencia, implantando saludos propios, señas de identidad particulares y reiteradas (como ese “Troy y Abed en la mañana…”) o series dentro de la propia serie, como ese guiño de ‘Doctor Who’ que es ‘Inspector Espacio-tiempo’, condimentado con elementos absurdos que se apuntalan como inexcusables ‘running gags’ en la figura del decano Pelton (Jim Rash) y su obsesiva filia por el disfraz y por la ensoñación de caer en brazos de Jeff Wiger. Pequeños retazos que dan forma al ritmo y el caos que se va fraguando según avanza una serie, para acabar de transformarse en una experiencia imprevisible, en una locura de originalidad entendida como una ráfaga de talento inacabable.
Sin embargo, no todas las temporadas implican estos epítetos entusiastas, ya que sucedió lo peor que le puede acaecer a una serie tan arriesgada y personal como esta. Sony Pictures TV despidió a Harmon y la cuarta temporada quedó bastante deslucida y decepcionante por la marcha de éste, que es reconocido como el emblema estilístico, dejando un declive a nivel de guión y tramas que concluyó con una paradoja espacio-temporal bastante anodina en la graduación de Winger y la despedida de todos los personajes. El final de la serie no satisfizo ni a Harmon (que lo hizo saber a través de un postcad) a sus millones de fans irredentos.
Una nueva oportunidad para decir adiós
Pero como en toda historia hay un final feliz, en la última ‘Comic-Con’ se anunció una nueva temporada, la quinta, de nuevo con su progenitor original a las riendas. La NBC ha fechado su estreno para el 2 de enero de 2014. “Será algo completamente nuevo. Tenemos que restablecer estos personajes después de la cuarta temporada, volver a lo básico, a lo emocional y, desde ahí, seguir jugando con el riesgo para lograr la más divertida de todas las temporadas”, manifestó Harmon en San Diego el pasado junio. ‘Community’ tiene, por tanto, otro juego que ofrecer, para consolidar esa naturaleza contracorriente y formatear sus líneas argumentales hacia unos guiones profundamente meditados que podrían definirse como verdaderos milagros dentro de la ingeniería argumental de la ‘sitcom’ moderna.
Atrevida, divertida, inteligente y muy consciente de su propia lucidez, los “Siete de Greendale” volverán al campus para seguir descubriendo todo tipo de inseguridades y hacer ver que son personajes que quieren ser otro personaje que no son y no la persona que representan en realidad. Un mundo bizarro arrollador que transforma una sala de estudio oscura, solitaria y aterradora en un páramo de adopción sentimental, estableciendo en la disfuncionalidad una segunda familia recurrente que explora como pocas la aceptación de la imperfección como modo de vida. ‘Community’ es un ‘must-see’ ineludible. Una de las mejores ‘sitcoms’ que han desfilado por la parrilla americana tan volcada en ofrecer productos de primera calidad.

jueves, 14 de noviembre de 2013

55 ZINEBI: Una doble sensación

Hay una doble experiencia que contribuye a una extraña sensación de singularidad dentro de este nuevo viaje a Bilbao, ciudad de la que me siento parte y donde estoy como en casa. Por una parte, ayer volví a presentar ‘El límite’, mi anterior cortometraje cuyo estreno se produjo hace una década. Debo reconocer que pese a lo tortuoso de aquel viaje hasta que vio la luz (muy similar a lo que ha sucedido con ‘3665’) hoy en día parece lejano y se habla con cariño de él, aunque uno no sepa bien que decir respecto a un trabajo que se pierde en la memoria. Anoche, dentro del mítico Evidence Café Teatro, en su habitual Cineclub de los miércoles, el evento llevaba por título ‘Sesión Pre-Zinebi’, con el pase del mencionado cortometraje de antaño y ‘The Baskles’, un divertido y muy vasco mokumentary creado por un grupo de inquietos artistas capitaneados por Adrián Agrelo. Fue una velada distendida y el ambiente familiar, con amigos y conocidos compartiendo un instante de nostalgia y un soplo de aire fresco con las aventuras ficticias de ese grupo euskaldun que aparecieron en Bilbao antes que los ‘Beatles’. Durante la proyección del trabajo propio, pude revivir experiencias a través de los recuerdos y no pude evitar pensar cuánto tiempo había pasado desde entonces hasta hoy. Pero sobre todo en qué poca suerte hemos tenido a la hora de rellenar el vacío con más proyectos.
Por otra parte, ‘3665’ está dentro de la sección dentro de la sección oficial del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI), que se proyectará mañana viernes como integrante de las propuestas de los Cortos Vascos para esta edición 2013, una tradición que inaugura desde hace años un certamen que cumple ya los 55 años. Y eso es un privilegio. Un lujazo. Y, de repente, la nostalgia de ayer, se ha convertido en la ilusión de estos días, en los que experimento, por primera vez, el trato dispensado como si fuera un cineasta, hotel incluido, ruedas de prensa de por medio, fragmentos de un pequeño sueño vivido desde una perspectiva a la que, obviamente, estoy desacostumbrado. Esta tarde-noche, en el eminente Teatro Arriaga, junto a la Ría, se verá por primera vez en Bizkaia este nuevo corto que ha tenido gran parte de su gestación aquí, compartiendo pantalla junto a distinguidos trabajos de reconocidos autores de la tierra; ‘Democracia’, de Borja Cobeaga, ‘Cólera’, de Aritz Moreno, ‘Sonic Trash’, de Jesús Pueyo o ‘Loco con ballesta’, de Kepa Sojo, el corto documental ‘Zela Trovke’, de Asier Altuna y las cintas de animación ‘Hotzanak, for Your Own Safety’, de Izibene Oñederra y ‘Sangre de unicornio’, de Alberto Vázquez.
Disfrutemos de la experiencia y hagamos que la celebración por estar aquí derive en una copiosa arbitrariedad que traiga consigo alguna que otra ronda etílica y tarambanera como consecuencia de la delirante felicidad de haber visto proyectado ‘3665’ en el Arriaga. Todo un sueño cumplido. Es lo que toca.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Eduardo Salles y el cinismo ilustrado

Desde hace tiempo, este espacio le debe unas líneas a uno de esos hallazgos que transforman esta herramienta demoniaca que es Internet en un emisor capaz de concentrar talento, brillantez y cinismo cáustico. Se trata de Eduardo Salles. Muchos ya le conoceréis, pero otros todavía no habéis descubierto este ciclón de grandes ideas. Salles es un publicista, diseñador, dibujante, redactor y profesor de la Miami Ad School que lanza su mirada a esta sociedad actual, desgranada con mala hostia, desde un acertamiento sintomático del mundo en que vivimos y que vislumbra con humor negro, reconocible y multidisciplinar. El talento de este “procrastinator profesional”, como él mismo se define, contextualiza el absurdo que supone una realidad distorsionada bajo la agudeza de un autor dotado con el ingenio suficiente para que sus ilustraciones satíricas fluyan desde la inteligencia y la mordacidad.
A través de sus dibujos, invita a reflexionar sobre hasta qué punto ha llegado la cultura popular, escarbando con ahínco en los ‘mass media’, en los estereotipos, en la sobrevaloración de las redes sociales, la ausencia de inquietudes didácticas o las miserias que reflejan la vida moderna, incluidas, por supuestas, la religión y la política. Su estilo es más heterogéneo y experimental que reconocible, aunque el espíritu de sus mensajes deposita una metodología propia, de una honestidad palpable y a veces incómoda, como si aquello en lo que se fija con el fin de satirizar aconteciera dentro de un laboratorio social en el que analizar esa pérdida de dignidad a la hora de asumir las verdades del mundo. Es en ése punto, donde Salles encuentra la expresión de la materia en acción gráfica, en la grafía del humor percibido como la esencia de Antístenes en su filosofía moral surgida como protesta contra la democracia que nos ha tocado vivir, a partir de un prisma cabrón y contestatario que empatiza con el lector de forma fulminante.
‘El Espiritú de los Cínicos’ pasará a ser una cita obligada en vuestro tránsito internauta, una deleitable referencia con la que pasar el tiempo reflexionando sobre su productivo contenido humorístico. Su bitácora es una de las manifestaciones más contundentes y comprometidas que se pueden descubrir en la red. En Sudamérica, este tipo de aspecto ‘hipster’ y barba descuidada, ex Director Creativo de Nike, Kit Kat y Cruz Roja México, es un precoz genio consagrado del sarcasmo que demuestra que la creatividad está por encima del formato.
No dejéis de visitar su mítico blog y perdeos por un cúmulo de geniales ideas sin límites a la imaginación.

lunes, 11 de noviembre de 2013

De iPhones y carcasas

Tengo asumido que nunca voy a tener un iPhone. Ya no por falta de presupuesto, que podría ser la cuestión básica de esta decisión, sino porque nunca he comulgado con ese sectarismo que corroe el espíritu de la compañía de la manzana. Por mucho que ésta siga marcando la pautas y las tendencias dentro del vasto mercado de la telefonía móvil.
En el mundo de estos dispositivos es un caos que ha carcomido parte de nuestra vida, alineándonos en esa paradoja comunicativa denominada 2.0, cuánto más interconectados estamos más aislados del mundo pervivimos en esta vorágine digital.
Dentro del ecosistema Apple, se prolonga un submundo de ‘customización’, de personalización de objetos como símbolo de distinción identificativa y personal. Algo que me llama poderosamente la atención. El universo de las carcasas y fundas para móviles es todo un enigma con miles de alternativas. Por eso, si alguna vez tuviera un iPhone, sería con un la única y exclusiva condición de poder tener una carcasa Ear Shaped Case como la de la imagen superior.
Obviamente hallazgos como este son los que dan sentido a la telefonía móvil.

lunes, 4 de noviembre de 2013

El estudio de Hans Zimmer

Al compositor alemán Hans Zimmer se le conoce por varias partituras que son distinguidas y familiares para la audiencia menos versada en el terreno de la banda sonora cinematográfica; ‘Rain Man’, ‘Paseando a Miss Daisy’, ‘Thelma & Louise’, ‘La Roca’, ‘El rey león’, ‘Mejor... imposible’, ‘La delgada línea roja’, ‘Gladiator’, ‘Pearl Harbor’, ‘El último samurai’, varias de ‘Piratas del Caribe’, ‘El caballero oscuro’ y un largo etcétera que se aglutinan dentro de una de las carreras más ingentes y fundamentales del cine moderno por su especialidad en la integración de sintetizadores y música electrónica con arreglos orquestales tradicionales.
A su vez, Zimmer es uno de los más controvertidos creadores musicales del oropel hollywoodiense, entre otras cosas porque, dejando a un lado la efervescencia sonora y el ímpetu innovador de su obra, es centro de reconocidos remedos a modo de ofrendas e inspiraciones demasiado “evidentes”, de no acreditar a muchos colaboradores a los que se le atribuyen bandas sonoras completas o imitaciones propias que recaen con profusión en el auto plagio y cierta “leyenda negra” que rodea a este músico ganador de dos Oscar (‘El Rey León y ‘Gladiator’) y que, sin embargo, no han evitado que su consolidada posición privilegiada dentro del universo de los ‘scores’ de finales del siglo pasado y principios del actual.
Hace un tiempo, el fotógrafo Trey Ratcliff extrajo la esencia del garito con aires ‘Dè Modè’ de nada sutiles, ornamentos ambiente decimonónicos que remiten a una filia por el ‘steam punk’ más descarado, donde Zimmer asume que compone entre boato señorial y camuflados equipos de sonido al servicio de su exclusivo y reconocible arte.
Aquí tenéis el artículo de Ratcliff sobre su visita al estudio del compositor teutón y más fotos del alucinante y recargado entorno que le rodea.

lunes, 28 de octubre de 2013

Lou Reed, poeta del rock

1942-2013
A principios de los 70 The Velvet Underground dejó de ser la banda de sustrato revolucionario musical, evento representativo de una época de excesos orgiásticos, sadomasoquistas, alucinógenos e irreverentes que abanderaron el espíritu de la generación ‘beat’. Las letras de un grupo que rompió, de repente, los límites influyentes que tantos grupos marcaron durante aquellos años de desenfreno e indisciplina. Y dejó de serlo no por el agotamiento de sus proclamas irreverentes bajo el mecenazgo de otra figura agitadora como lo fue Andy Warhol, ni porque su futuro no siguiera aquella canonización de sus discos ‘White light/White heat’, ‘The Velvet Underground’ o ‘Loaded’, el fin oficial del grupo. El hecho conmocionó al universo musical, fundamentalmente por la marcha de sus integrantes más carismáticos; Nico quería ser actriz y dedicarse al cosmos cinematográfico y John Cale también abandonó la banda por otros derroteros que derivaron en discos en solitario como 'Vintage Violence' y 'The Academy in Peril'.
Lewis Allan Reed, más conocido como Lou Reed, tendría un camino mucho más abrupto y lleno de complicaciones. Después de una serie de malogrados intentos por sacar adelante su desalentada carrera musical, se fue a México a trabajar de camarero y regresó a trabajar con su padre en una empresa de contabilidad. Reanudó su actividad artística animado por David Bowie, que le ayudaría a redirigir su estilo y letras hacia un ‘glam’ mucho más ambiguo y efectista en un disco que resucitó a un poeta musical que iniciaría en 1972: ‘Transformer’, el comienzo de su propia leyenda. El disco fue aclamado por la crítica musical y acabaría por convertirse en un edicto del movimiento gay que luchaba por sus derechos en un contexto de turbulencias y desasosiego. Aquel ‘Walk on the wild side’ pasó a ser un himno que seguía las pautas de un estilo de vida condicionado por las drogas, el sexo y el ‘carpem diem’ que autografía las vivencias del propio Reed dentro de aquella espiral de vicio crápula que supuso The Factory, en una disoluta Nueva York que extendía su nivel con poderosas canciones como ‘Vicious’, ‘Perfect day’ o Andy’s chest’.
A este disco le seguirían los más sombríos ‘Berlin’ y ‘Sally cant’ dance’, donde Reed convoca lo mejor de sí mismo traduciendo y adaptando un estilo sombrío lleno de letras cargadas de tristeza y poesía. Aunque sería el extravagante y radical chute de sintetizadores y distorsiones ‘Metal Machine Music’ y, sobre todo, el más convencional ‘Rock’ n’ roll heart’, sus máximas representaciones de esa expresión artística que acabaría revelándose como lealtad a su instauración como figura clásica dentro del mundo de la música, alejado ya de cualquier efecto epidérmico. Discos como ‘The bells’, ‘Growing up in public’, ‘The blue mask’ o ‘New York’ implican esa condición moral que exprimían sus pensamientos entre las calles de una gran metrópoli en las que lo sórdido adoptaba una crítica de cinismo y acidez. La plenitud de Reed llegaba a principios de los 90 con ‘Magic and loss’, oscurísimo recital que aúna, precisamente, esa tendencia hacia lo inmundo, pero desde un prisma más conmovedora y sensible sobre la muerte, el vicio, la enfermedad y las grandes preguntas sobre la humanidad y su sentido, con recurrente esencia de clásico inmortal, para recuperar esos submundos de suciedad más desfigurada con sus posteriores ‘Set the twilight reeling’ o la más mística ‘Ecstasy’. Reed terminaría perdiendo sus señas de identidad a favor de la admiración literaria a Poe, esgrimiendo un extraño disco que reinterpretaba su obra ‘The Raven’ para culminar con su última gran obra discográfica ‘Animal serenade’, que devolvía al eterno Reed de siempre. La colaboración junto a Metallica en ‘Lulu’ es ya otra historia.
Lou Reed ha fallecido. Pero como se dice en estos casos, ha dejado su legado en forma de discografía que encumbró su efigie hacia el olimpo de los elegidos.

jueves, 24 de octubre de 2013

Moda 'running': Si se corre, que sea para algo

Correr es una actividad que prolifera cada día en una sociedad desquiciada por la línea y la pérdida de peso. Es barato, bueno para salud y una fuente de vida que provoca cierto credo adictivo que se percibe alrededor de nosotros. Si nos fijamos bien, sea la hora que sea, siempre hay alguien corriendo. Otro día podríamos analizar las formas de correr. Las carreras populares afloran como hongos, hasta el punto de la obsesión. También simbolizan una metáfora de los actuales tiempos ¿correr como una huida hacia ningún sitio? ¿hacia dónde corren tantos pronadores y supinadores?
Una faceta de esta tendencia en boga que ausculta la locura humana es la combinación de las galopadas a dos pies con el ímpetu de trascender en la historia con absurdos retos y marcas inverosímiles. La grandeza del ugandés Stephen Kiprotich (ganador del último maratón olímpico) no tiene cabida en estas líneas. Hay gente que tiene metas mucho más sugestivas que estar en forma, definiendo esta predisposición a correr desde un prisma más rocambolesco y menos ordinario. De ahí que haya gente, como Kumar Phani se hiciera 22.581 km. en un año, Ricardo Abad, capaz de correr 366 maratones consecutivos, Erwin Valdebenito con 248 kilómetros en 24 horas, Leilani Franco, la persona más rápida del mundo corriendo más de 20 metros en poco menos de 10 segundos con la espalda doblada hacia atrás o el neoyorquino Ashrita Furman, un todoterreno con marcas inverosímiles en carreras haciendo malabares con palos de billar, con una persona de su mismo peso a la espalda o botellas de leche sobre su cabeza sin derramar una sola gota.
Si el pasado julio Jonathan Rice corría los 1.500 metros más calurosos de la historia vestido de Darth Vader en el parque nacional del Valle de la Muerte, el último en unirse a este olimpo para los elegidos es David Babcock, un profesor de diseño gráfico de la Universidad de Missouri que ha fundamentado sus capacidades para la habilidad y la resistencia acreditando una experiencia imbatible al tejer mientras corría una bufanda de más de doce metros en la maratón de Kansas City, que logró finalizar en 5 horas, 48 minutos y 27 segundos. Son ejemplos de superación que escapan a esa visión aburrida que algunos tienen de vestir atuendo deportivo, calzarse unas zapatillas y ejercer de lo que hoy se conoce como ‘runners’, cuyos desafíos van más allá del simple hecho de sincronizar sus trayectos en las redes sociales, inhibir el dolor ante la fatiga, acrecentar la producción de dopamina o participar en carretas solidarias.

Un par de vídeos

Compilación de algunos de los vídeos aparecidos en los medios regionales sobre las secciones integradas dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) 'Programa QUERCUS', compuesto por los cortometrajes '3665', de Miguel Á. Refoyo, 'The Acrobat', de Gerardo Herrero, 'Ancestral Delicatessen', de Gabriel Folgado, 'Avec le temps', de Iván Díaz Barriuso y 'Rara Avis', de Javier Díez Martín y, a competición en 'Castilla y León en Corto'; 'El lado frío de la almohada', de Herminio Cardiel, 'Lo sé', de Manuela Moreno, 'Los dinosaurios ya no viven aquí', de Miguel Ángel Pérez Blanco, '¿Demasiado corazón?', de Jorge Villa Romero y '3665', de Miguel Á. Refoyo. Ambos eventos tuvieron lugar el 21/10/2013 en el Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de la UVA.
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NPPC Estudios entrevista a un servidor y a uno de mis socios, Asier Guerricaechebarría, en Cortópolis, en la sesión de Septiembre del 2013, en los cines Kinepolis de Madrid. Un vídeo del gran Jesús M. Gómez.

lunes, 21 de octubre de 2013

'3665', por partida doble en SEMINCI

Hoy en un día especial, como lo fue hace nueve años, cuando ‘El Límite’, nuestro anterior trabajo, tuvo un pase especial que tuvo lugar en Festival Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI). Nuestro cortometraje ‘3665’ se proyecta por partida doble dentro de la 58ª edición del certamen vallisoletano. Por una parte, será presentado como uno de los cinco finalistas del primer catálogo Quercus, patrocinado por la Consejería de Cultura y Turismo, que ha nacido como iniciativa de la Coordinadora de Festivales de Castilla y León (Feccyl) para impulsar los mejores trabajos cortometrajísticos de la comunidad. Además de ‘3665’, también otro salmantino y un gran amigo, Javier Díez, estará presente en esta selección de cortos con ‘Rara Avis’ que, junto a ‘Ancestral delicatessen’, de Gabriel Folgado, ‘The Acrobat’, de Gerardo Herrero y ‘Avec le temps’, de Iván Díaz Barriuso conforman este compendio de trabajos del sector audiovisual castellanoleonés cuyo objetivo final es su distribución en más de un centenar de festivales nacionales e internacionales.
El Festival de Cine de Valladolid tiene algo específico, un elemento de apuesta por el cine de autor que caracteriza y define su espíritu y su naturaleza. Hace años, también acudí a varias ediciones en calidad de enviado especial para cubrir toda una semana de películas que difícilmente serán accesibles para el gran público o se estrene en salas comerciales. El certamen de Valladolid es diferente, con una idiosincrasia y honestidad que lleva siendo su seña de identidad desde hace décadas. Y eso hace que el hecho de que ‘3665’ se exhiba en dos secciones diferentes dentro de su marco se convierta en un privilegio. SEMINCI debe ser un punto de encuentro obligado para todo amante del cine y una oportunidad única para los habitantes de la comunidad.
‘3665’ también participará en la sección oficial competitiva ‘Castilla y León en Corto’. Por quinto año consecutivo Seminci exhibirá cinco títulos dirigidos por realizadores nacidos en la comunidad; ‘El lado frío de la almohada’, de Herminio Cardiel, ‘Lo sé’, de Manuela Moreno, ‘Los dinosaurios ya no viven aquí’, de Miguel Ángel Pérez Blanco y ‘Demasiado corazón’, de Jorge Villa Romero optarán junto a nuestro trabajo al premio del mejor cortometraje regional. Ambas secciones tendrán lugar en el Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid (Plaza de la Universidad, s/n) en dos pases únicos: a las 17:00 (Quercus) y a las 19:00 (Castilla y León en corto’). Toca vivir una jornada inolvidable en la vida de uno de los festivales más importantes de la cinematografía patria y de trascendencia internacional.
Allí os veo, amig@s del Abismo.

jueves, 17 de octubre de 2013

'El Resplandor', en 8-bits

La fiebre por ‘El resplandor (The Shining)’, una de las muchas obras maestras de Stanley Kubrick, multiplica la fascinación e hipnotismo que ha despertado desde su rodaje esta película de terror plagada de iconos, simbolismos y percepciones de toda índole. De hecho, en este mismo blog ya se aludió hace un tiempo a esa extensa mitomanía que existe en la red (y en el mundo en general), que culminó con el insólito e irregular documental ‘Room 237’, de Rodney Ascher, de sus elementos sugestivos y de las asfixiantes metáforas y compendios psicológicos que encierra la cinta de Kubkick.
A ello se une esta curiosa versión creada por CineFix que adapta toda la narración de Stephen King a la nostalgia de los 8-bits, donde a través de los personajes de Danny, Wendy y Jack Torrance se recupera todo el universo iconográfico del filme convertido en un juego ochentero que confluye en una extraordinaria amalgama de recuerdos de ocio y cinéfilos dentro de un virtual hotel Overlook.