jueves, 14 de noviembre de 2013

55 ZINEBI: Una doble sensación

Hay una doble experiencia que contribuye a una extraña sensación de singularidad dentro de este nuevo viaje a Bilbao, ciudad de la que me siento parte y donde estoy como en casa. Por una parte, ayer volví a presentar ‘El límite’, mi anterior cortometraje cuyo estreno se produjo hace una década. Debo reconocer que pese a lo tortuoso de aquel viaje hasta que vio la luz (muy similar a lo que ha sucedido con ‘3665’) hoy en día parece lejano y se habla con cariño de él, aunque uno no sepa bien que decir respecto a un trabajo que se pierde en la memoria. Anoche, dentro del mítico Evidence Café Teatro, en su habitual Cineclub de los miércoles, el evento llevaba por título ‘Sesión Pre-Zinebi’, con el pase del mencionado cortometraje de antaño y ‘The Baskles’, un divertido y muy vasco mokumentary creado por un grupo de inquietos artistas capitaneados por Adrián Agrelo. Fue una velada distendida y el ambiente familiar, con amigos y conocidos compartiendo un instante de nostalgia y un soplo de aire fresco con las aventuras ficticias de ese grupo euskaldun que aparecieron en Bilbao antes que los ‘Beatles’. Durante la proyección del trabajo propio, pude revivir experiencias a través de los recuerdos y no pude evitar pensar cuánto tiempo había pasado desde entonces hasta hoy. Pero sobre todo en qué poca suerte hemos tenido a la hora de rellenar el vacío con más proyectos.
Por otra parte, ‘3665’ está dentro de la sección dentro de la sección oficial del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI), que se proyectará mañana viernes como integrante de las propuestas de los Cortos Vascos para esta edición 2013, una tradición que inaugura desde hace años un certamen que cumple ya los 55 años. Y eso es un privilegio. Un lujazo. Y, de repente, la nostalgia de ayer, se ha convertido en la ilusión de estos días, en los que experimento, por primera vez, el trato dispensado como si fuera un cineasta, hotel incluido, ruedas de prensa de por medio, fragmentos de un pequeño sueño vivido desde una perspectiva a la que, obviamente, estoy desacostumbrado. Esta tarde-noche, en el eminente Teatro Arriaga, junto a la Ría, se verá por primera vez en Bizkaia este nuevo corto que ha tenido gran parte de su gestación aquí, compartiendo pantalla junto a distinguidos trabajos de reconocidos autores de la tierra; ‘Democracia’, de Borja Cobeaga, ‘Cólera’, de Aritz Moreno, ‘Sonic Trash’, de Jesús Pueyo o ‘Loco con ballesta’, de Kepa Sojo, el corto documental ‘Zela Trovke’, de Asier Altuna y las cintas de animación ‘Hotzanak, for Your Own Safety’, de Izibene Oñederra y ‘Sangre de unicornio’, de Alberto Vázquez.
Disfrutemos de la experiencia y hagamos que la celebración por estar aquí derive en una copiosa arbitrariedad que traiga consigo alguna que otra ronda etílica y tarambanera como consecuencia de la delirante felicidad de haber visto proyectado ‘3665’ en el Arriaga. Todo un sueño cumplido. Es lo que toca.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Eduardo Salles y el cinismo ilustrado

Desde hace tiempo, este espacio le debe unas líneas a uno de esos hallazgos que transforman esta herramienta demoniaca que es Internet en un emisor capaz de concentrar talento, brillantez y cinismo cáustico. Se trata de Eduardo Salles. Muchos ya le conoceréis, pero otros todavía no habéis descubierto este ciclón de grandes ideas. Salles es un publicista, diseñador, dibujante, redactor y profesor de la Miami Ad School que lanza su mirada a esta sociedad actual, desgranada con mala hostia, desde un acertamiento sintomático del mundo en que vivimos y que vislumbra con humor negro, reconocible y multidisciplinar. El talento de este “procrastinator profesional”, como él mismo se define, contextualiza el absurdo que supone una realidad distorsionada bajo la agudeza de un autor dotado con el ingenio suficiente para que sus ilustraciones satíricas fluyan desde la inteligencia y la mordacidad.
A través de sus dibujos, invita a reflexionar sobre hasta qué punto ha llegado la cultura popular, escarbando con ahínco en los ‘mass media’, en los estereotipos, en la sobrevaloración de las redes sociales, la ausencia de inquietudes didácticas o las miserias que reflejan la vida moderna, incluidas, por supuestas, la religión y la política. Su estilo es más heterogéneo y experimental que reconocible, aunque el espíritu de sus mensajes deposita una metodología propia, de una honestidad palpable y a veces incómoda, como si aquello en lo que se fija con el fin de satirizar aconteciera dentro de un laboratorio social en el que analizar esa pérdida de dignidad a la hora de asumir las verdades del mundo. Es en ése punto, donde Salles encuentra la expresión de la materia en acción gráfica, en la grafía del humor percibido como la esencia de Antístenes en su filosofía moral surgida como protesta contra la democracia que nos ha tocado vivir, a partir de un prisma cabrón y contestatario que empatiza con el lector de forma fulminante.
‘El Espiritú de los Cínicos’ pasará a ser una cita obligada en vuestro tránsito internauta, una deleitable referencia con la que pasar el tiempo reflexionando sobre su productivo contenido humorístico. Su bitácora es una de las manifestaciones más contundentes y comprometidas que se pueden descubrir en la red. En Sudamérica, este tipo de aspecto ‘hipster’ y barba descuidada, ex Director Creativo de Nike, Kit Kat y Cruz Roja México, es un precoz genio consagrado del sarcasmo que demuestra que la creatividad está por encima del formato.
No dejéis de visitar su mítico blog y perdeos por un cúmulo de geniales ideas sin límites a la imaginación.

lunes, 11 de noviembre de 2013

De iPhones y carcasas

Tengo asumido que nunca voy a tener un iPhone. Ya no por falta de presupuesto, que podría ser la cuestión básica de esta decisión, sino porque nunca he comulgado con ese sectarismo que corroe el espíritu de la compañía de la manzana. Por mucho que ésta siga marcando la pautas y las tendencias dentro del vasto mercado de la telefonía móvil.
En el mundo de estos dispositivos es un caos que ha carcomido parte de nuestra vida, alineándonos en esa paradoja comunicativa denominada 2.0, cuánto más interconectados estamos más aislados del mundo pervivimos en esta vorágine digital.
Dentro del ecosistema Apple, se prolonga un submundo de ‘customización’, de personalización de objetos como símbolo de distinción identificativa y personal. Algo que me llama poderosamente la atención. El universo de las carcasas y fundas para móviles es todo un enigma con miles de alternativas. Por eso, si alguna vez tuviera un iPhone, sería con un la única y exclusiva condición de poder tener una carcasa Ear Shaped Case como la de la imagen superior.
Obviamente hallazgos como este son los que dan sentido a la telefonía móvil.

lunes, 4 de noviembre de 2013

El estudio de Hans Zimmer

Al compositor alemán Hans Zimmer se le conoce por varias partituras que son distinguidas y familiares para la audiencia menos versada en el terreno de la banda sonora cinematográfica; ‘Rain Man’, ‘Paseando a Miss Daisy’, ‘Thelma & Louise’, ‘La Roca’, ‘El rey león’, ‘Mejor... imposible’, ‘La delgada línea roja’, ‘Gladiator’, ‘Pearl Harbor’, ‘El último samurai’, varias de ‘Piratas del Caribe’, ‘El caballero oscuro’ y un largo etcétera que se aglutinan dentro de una de las carreras más ingentes y fundamentales del cine moderno por su especialidad en la integración de sintetizadores y música electrónica con arreglos orquestales tradicionales.
A su vez, Zimmer es uno de los más controvertidos creadores musicales del oropel hollywoodiense, entre otras cosas porque, dejando a un lado la efervescencia sonora y el ímpetu innovador de su obra, es centro de reconocidos remedos a modo de ofrendas e inspiraciones demasiado “evidentes”, de no acreditar a muchos colaboradores a los que se le atribuyen bandas sonoras completas o imitaciones propias que recaen con profusión en el auto plagio y cierta “leyenda negra” que rodea a este músico ganador de dos Oscar (‘El Rey León y ‘Gladiator’) y que, sin embargo, no han evitado que su consolidada posición privilegiada dentro del universo de los ‘scores’ de finales del siglo pasado y principios del actual.
Hace un tiempo, el fotógrafo Trey Ratcliff extrajo la esencia del garito con aires ‘Dè Modè’ de nada sutiles, ornamentos ambiente decimonónicos que remiten a una filia por el ‘steam punk’ más descarado, donde Zimmer asume que compone entre boato señorial y camuflados equipos de sonido al servicio de su exclusivo y reconocible arte.
Aquí tenéis el artículo de Ratcliff sobre su visita al estudio del compositor teutón y más fotos del alucinante y recargado entorno que le rodea.

lunes, 28 de octubre de 2013

Lou Reed, poeta del rock

1942-2013
A principios de los 70 The Velvet Underground dejó de ser la banda de sustrato revolucionario musical, evento representativo de una época de excesos orgiásticos, sadomasoquistas, alucinógenos e irreverentes que abanderaron el espíritu de la generación ‘beat’. Las letras de un grupo que rompió, de repente, los límites influyentes que tantos grupos marcaron durante aquellos años de desenfreno e indisciplina. Y dejó de serlo no por el agotamiento de sus proclamas irreverentes bajo el mecenazgo de otra figura agitadora como lo fue Andy Warhol, ni porque su futuro no siguiera aquella canonización de sus discos ‘White light/White heat’, ‘The Velvet Underground’ o ‘Loaded’, el fin oficial del grupo. El hecho conmocionó al universo musical, fundamentalmente por la marcha de sus integrantes más carismáticos; Nico quería ser actriz y dedicarse al cosmos cinematográfico y John Cale también abandonó la banda por otros derroteros que derivaron en discos en solitario como 'Vintage Violence' y 'The Academy in Peril'.
Lewis Allan Reed, más conocido como Lou Reed, tendría un camino mucho más abrupto y lleno de complicaciones. Después de una serie de malogrados intentos por sacar adelante su desalentada carrera musical, se fue a México a trabajar de camarero y regresó a trabajar con su padre en una empresa de contabilidad. Reanudó su actividad artística animado por David Bowie, que le ayudaría a redirigir su estilo y letras hacia un ‘glam’ mucho más ambiguo y efectista en un disco que resucitó a un poeta musical que iniciaría en 1972: ‘Transformer’, el comienzo de su propia leyenda. El disco fue aclamado por la crítica musical y acabaría por convertirse en un edicto del movimiento gay que luchaba por sus derechos en un contexto de turbulencias y desasosiego. Aquel ‘Walk on the wild side’ pasó a ser un himno que seguía las pautas de un estilo de vida condicionado por las drogas, el sexo y el ‘carpem diem’ que autografía las vivencias del propio Reed dentro de aquella espiral de vicio crápula que supuso The Factory, en una disoluta Nueva York que extendía su nivel con poderosas canciones como ‘Vicious’, ‘Perfect day’ o Andy’s chest’.
A este disco le seguirían los más sombríos ‘Berlin’ y ‘Sally cant’ dance’, donde Reed convoca lo mejor de sí mismo traduciendo y adaptando un estilo sombrío lleno de letras cargadas de tristeza y poesía. Aunque sería el extravagante y radical chute de sintetizadores y distorsiones ‘Metal Machine Music’ y, sobre todo, el más convencional ‘Rock’ n’ roll heart’, sus máximas representaciones de esa expresión artística que acabaría revelándose como lealtad a su instauración como figura clásica dentro del mundo de la música, alejado ya de cualquier efecto epidérmico. Discos como ‘The bells’, ‘Growing up in public’, ‘The blue mask’ o ‘New York’ implican esa condición moral que exprimían sus pensamientos entre las calles de una gran metrópoli en las que lo sórdido adoptaba una crítica de cinismo y acidez. La plenitud de Reed llegaba a principios de los 90 con ‘Magic and loss’, oscurísimo recital que aúna, precisamente, esa tendencia hacia lo inmundo, pero desde un prisma más conmovedora y sensible sobre la muerte, el vicio, la enfermedad y las grandes preguntas sobre la humanidad y su sentido, con recurrente esencia de clásico inmortal, para recuperar esos submundos de suciedad más desfigurada con sus posteriores ‘Set the twilight reeling’ o la más mística ‘Ecstasy’. Reed terminaría perdiendo sus señas de identidad a favor de la admiración literaria a Poe, esgrimiendo un extraño disco que reinterpretaba su obra ‘The Raven’ para culminar con su última gran obra discográfica ‘Animal serenade’, que devolvía al eterno Reed de siempre. La colaboración junto a Metallica en ‘Lulu’ es ya otra historia.
Lou Reed ha fallecido. Pero como se dice en estos casos, ha dejado su legado en forma de discografía que encumbró su efigie hacia el olimpo de los elegidos.

jueves, 24 de octubre de 2013

Moda 'running': Si se corre, que sea para algo

Correr es una actividad que prolifera cada día en una sociedad desquiciada por la línea y la pérdida de peso. Es barato, bueno para salud y una fuente de vida que provoca cierto credo adictivo que se percibe alrededor de nosotros. Si nos fijamos bien, sea la hora que sea, siempre hay alguien corriendo. Otro día podríamos analizar las formas de correr. Las carreras populares afloran como hongos, hasta el punto de la obsesión. También simbolizan una metáfora de los actuales tiempos ¿correr como una huida hacia ningún sitio? ¿hacia dónde corren tantos pronadores y supinadores?
Una faceta de esta tendencia en boga que ausculta la locura humana es la combinación de las galopadas a dos pies con el ímpetu de trascender en la historia con absurdos retos y marcas inverosímiles. La grandeza del ugandés Stephen Kiprotich (ganador del último maratón olímpico) no tiene cabida en estas líneas. Hay gente que tiene metas mucho más sugestivas que estar en forma, definiendo esta predisposición a correr desde un prisma más rocambolesco y menos ordinario. De ahí que haya gente, como Kumar Phani se hiciera 22.581 km. en un año, Ricardo Abad, capaz de correr 366 maratones consecutivos, Erwin Valdebenito con 248 kilómetros en 24 horas, Leilani Franco, la persona más rápida del mundo corriendo más de 20 metros en poco menos de 10 segundos con la espalda doblada hacia atrás o el neoyorquino Ashrita Furman, un todoterreno con marcas inverosímiles en carreras haciendo malabares con palos de billar, con una persona de su mismo peso a la espalda o botellas de leche sobre su cabeza sin derramar una sola gota.
Si el pasado julio Jonathan Rice corría los 1.500 metros más calurosos de la historia vestido de Darth Vader en el parque nacional del Valle de la Muerte, el último en unirse a este olimpo para los elegidos es David Babcock, un profesor de diseño gráfico de la Universidad de Missouri que ha fundamentado sus capacidades para la habilidad y la resistencia acreditando una experiencia imbatible al tejer mientras corría una bufanda de más de doce metros en la maratón de Kansas City, que logró finalizar en 5 horas, 48 minutos y 27 segundos. Son ejemplos de superación que escapan a esa visión aburrida que algunos tienen de vestir atuendo deportivo, calzarse unas zapatillas y ejercer de lo que hoy se conoce como ‘runners’, cuyos desafíos van más allá del simple hecho de sincronizar sus trayectos en las redes sociales, inhibir el dolor ante la fatiga, acrecentar la producción de dopamina o participar en carretas solidarias.

Un par de vídeos

Compilación de algunos de los vídeos aparecidos en los medios regionales sobre las secciones integradas dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) 'Programa QUERCUS', compuesto por los cortometrajes '3665', de Miguel Á. Refoyo, 'The Acrobat', de Gerardo Herrero, 'Ancestral Delicatessen', de Gabriel Folgado, 'Avec le temps', de Iván Díaz Barriuso y 'Rara Avis', de Javier Díez Martín y, a competición en 'Castilla y León en Corto'; 'El lado frío de la almohada', de Herminio Cardiel, 'Lo sé', de Manuela Moreno, 'Los dinosaurios ya no viven aquí', de Miguel Ángel Pérez Blanco, '¿Demasiado corazón?', de Jorge Villa Romero y '3665', de Miguel Á. Refoyo. Ambos eventos tuvieron lugar el 21/10/2013 en el Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de la UVA.
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NPPC Estudios entrevista a un servidor y a uno de mis socios, Asier Guerricaechebarría, en Cortópolis, en la sesión de Septiembre del 2013, en los cines Kinepolis de Madrid. Un vídeo del gran Jesús M. Gómez.

lunes, 21 de octubre de 2013

'3665', por partida doble en SEMINCI

Hoy en un día especial, como lo fue hace nueve años, cuando ‘El Límite’, nuestro anterior trabajo, tuvo un pase especial que tuvo lugar en Festival Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI). Nuestro cortometraje ‘3665’ se proyecta por partida doble dentro de la 58ª edición del certamen vallisoletano. Por una parte, será presentado como uno de los cinco finalistas del primer catálogo Quercus, patrocinado por la Consejería de Cultura y Turismo, que ha nacido como iniciativa de la Coordinadora de Festivales de Castilla y León (Feccyl) para impulsar los mejores trabajos cortometrajísticos de la comunidad. Además de ‘3665’, también otro salmantino y un gran amigo, Javier Díez, estará presente en esta selección de cortos con ‘Rara Avis’ que, junto a ‘Ancestral delicatessen’, de Gabriel Folgado, ‘The Acrobat’, de Gerardo Herrero y ‘Avec le temps’, de Iván Díaz Barriuso conforman este compendio de trabajos del sector audiovisual castellanoleonés cuyo objetivo final es su distribución en más de un centenar de festivales nacionales e internacionales.
El Festival de Cine de Valladolid tiene algo específico, un elemento de apuesta por el cine de autor que caracteriza y define su espíritu y su naturaleza. Hace años, también acudí a varias ediciones en calidad de enviado especial para cubrir toda una semana de películas que difícilmente serán accesibles para el gran público o se estrene en salas comerciales. El certamen de Valladolid es diferente, con una idiosincrasia y honestidad que lleva siendo su seña de identidad desde hace décadas. Y eso hace que el hecho de que ‘3665’ se exhiba en dos secciones diferentes dentro de su marco se convierta en un privilegio. SEMINCI debe ser un punto de encuentro obligado para todo amante del cine y una oportunidad única para los habitantes de la comunidad.
‘3665’ también participará en la sección oficial competitiva ‘Castilla y León en Corto’. Por quinto año consecutivo Seminci exhibirá cinco títulos dirigidos por realizadores nacidos en la comunidad; ‘El lado frío de la almohada’, de Herminio Cardiel, ‘Lo sé’, de Manuela Moreno, ‘Los dinosaurios ya no viven aquí’, de Miguel Ángel Pérez Blanco y ‘Demasiado corazón’, de Jorge Villa Romero optarán junto a nuestro trabajo al premio del mejor cortometraje regional. Ambas secciones tendrán lugar en el Aula Mergelina de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid (Plaza de la Universidad, s/n) en dos pases únicos: a las 17:00 (Quercus) y a las 19:00 (Castilla y León en corto’). Toca vivir una jornada inolvidable en la vida de uno de los festivales más importantes de la cinematografía patria y de trascendencia internacional.
Allí os veo, amig@s del Abismo.

jueves, 17 de octubre de 2013

'El Resplandor', en 8-bits

La fiebre por ‘El resplandor (The Shining)’, una de las muchas obras maestras de Stanley Kubrick, multiplica la fascinación e hipnotismo que ha despertado desde su rodaje esta película de terror plagada de iconos, simbolismos y percepciones de toda índole. De hecho, en este mismo blog ya se aludió hace un tiempo a esa extensa mitomanía que existe en la red (y en el mundo en general), que culminó con el insólito e irregular documental ‘Room 237’, de Rodney Ascher, de sus elementos sugestivos y de las asfixiantes metáforas y compendios psicológicos que encierra la cinta de Kubkick.
A ello se une esta curiosa versión creada por CineFix que adapta toda la narración de Stephen King a la nostalgia de los 8-bits, donde a través de los personajes de Danny, Wendy y Jack Torrance se recupera todo el universo iconográfico del filme convertido en un juego ochentero que confluye en una extraordinaria amalgama de recuerdos de ocio y cinéfilos dentro de un virtual hotel Overlook.

martes, 15 de octubre de 2013

Review 'Gravity (Gravity)', de Alfonso Cuarón

De la ingravidez al renacimiento
Con su poderosa sugestión lírica y simbólica, Alfonso Cuarón crea una sorpresiva experiencia sensorial de acción estremecedora, inventiva formal y una descompensada narración intimista sobre la lucha contra la adversidad.
Los trece minutos del plano secuencia que abren ‘Gravity’ transgreden todas las leyes lógicas de la fluidez y el movimiento cinematográfico de una cámara que circula con una perfección geométrica, describiendo un contexto conocido pero ajeno como es el espacio exterior. Alfonso Cuarón emerge como un visionario que capta a un nivel superior esa sensación de levedad, deslizándose por el infinito, siendo capaz de girar 180 grados para introducirse en el punto de vista subjetivo de uno de sus personajes y mirar a través de sus ojos. Con un dominio asombroso del dinamismo y la coreografía, introduce sin respiro al espectador en la desorientación de un ámbito silente, pero a la vez tan inquietante y absoluto que provoca una amenaza de terribles consecuencias. En esta exposición inicial, se va produciendo la progresiva tensión que acumula una sensación de desazón que no se abandonará en todo el metraje.
Conocemos así, en breves pinceladas, cómo un equipo de la NASA del transbordador Explorer ha sido enviado a reparar el telescopio espacial Hubble. Se cataliza la atención en dos de ellos, Matt Kowalski (George Clooney), un veterano cosmonauta en su última misión espacial y la ingeniera médico Ryan Stone (Sandra Bullock), en su primera intervención fuera de los contornos de la atmósfera terrestre. “Houston, tengo un mal presentimiento sobre esta misión”, sugiere el primero en una de sus conversaciones con la base. Y así es. La información acerca de que los residuos metálicos de un satélite espacial que ha sido destruido se dirigen hacia ellos no tarda en anticipar la catástrofe, dejando a ambos al amparo de la supervivencia espacial sucumbida a las continuas reacciones en cadena que proveerán los instantes de acción de la cinta. Hasta ese momento, Cuarón opta por un ejercicio de realismo fantástico antes que por la ciencia ficción como tal, creando una escala de emociones galácticas establecidas en la continuidad visual que provocan la tensión y el miedo a la Nada, descrita con una autenticidad fuera de toda regla. La verosimilitud es tal que llega a ser totalmente incómoda para el espectador, sumergido en la acción y compartiendo en todo momento el reto de sobrevivir en el espacio, voluble ante esos fragmentos meteóricos amenazantes.
En gran parte, ‘Gravity’ fundamente su seña visual en la dirección prodigiosa que cultiva un empleo del 3D modélico, jugando desde la multiperspectiva casi imposible a la hora de diseccionar la naturaleza del movimiento como pocas veces antes un cineasta había mostrado. Esa exactitud, la metodología que hace funcional y tan sugestivo el contraste extremo entre la serenidad del espacio vacío y la violenta llegada de amenazas, refuerza la grandeza con un extraordinario diseño de sonido que matiza el silencio sepulcral y la respiración nerviosa de la doctora Stone con la belleza contemplativa y suspense escalofriante que emana la fotografía de un Emmanuel Lubezki, que llegó a idear un sistema innovador de iluminación LED denominado ‘Sarcophagus’, una caja de luz que simulara a la perfección la iluminación de la ionosfera. Con ciertas resonancias del Gran Maestro Kubrick, procurando evitar el hermetismo de aquél, Cuarón acepta el reto de negarse a la aceptación de límites a la hora de filmar esta aventura llena de sobresaltos.
‘Gravity’ toma como eje central al personaje de Bullock, una heroína abandonada a su suerte desde el primer envite, cuando se rompe el resorte tanto de la estación espacial como de su compañero ante un azar poético donde las casualidades de la mala suerte intimidan con su silenciosa presencia y se corporeizan esa forma de lluvia de restos de satélites que van y vienen en el espacio. Se trata pues de encontrar una forma de volver a casa, enfrentándose a la adversidad en desafíos que podrían representar las etapas de la vida que hay que superar para llegar al reencuentro y al redescubrimiento personal. La evidencia dramática se expone como un trauma insuperable ocasionado por la muerte de la hija pequeña de la astronauta. Ryan permanece muerta en vida antes de que suba al espacio. “Me levanto, voy al trabajo y conduzco”, afirma en un par de instantes. Y en ese terrible marco de soledad, sin subtextos, evidenciando intenciones viscerales sin coartadas, donde Cuarón pretende interpretar la pequeñez del ser humano en el Caos que supone ese indomable vacío del Cosmos. Es entonces cuando el efecto espiritual que tiene la muerte se trasforma en la nada de ese horizonte oscuro que es el espacio. Y la Tierra, en su otro extremo más dominante, simboliza el Todo, la vida. Es la máxima que los Cuarón (padre e hijo, autores del guión) en su objetivo por explorar, desde el plano filosófico, un universo incognoscible a partir de la perspectiva humana. De hecho, todos los mimbres narrativos se fraguan en un fondo de vulnerabilidad de un personaje angustiado por esa herida incurable que no ha logrado superar y que debe luchar por salir adelante, recuperando la voluntad de vivir en una situación límite en la que encuentra los medios para no caer en la derrota.
Hay imágenes de poderosa sugestión lírica y simbólica, como ese intermedio de descanso vital tras superar los primeros desafíos, en el que Ryan gravita en posición fetal, regresando al génesis de la vida, con el efecto de fluidez del útero materno. Todo encauzado hacia un final que revela una intención dramática como un arquetipo metafísico, algo quebradizo y arquetípico, vislumbrado desde sus primeros pasos, en una metáfora de un renacimiento hacia una nueva vida tras la superación de un inexpugnable drama, donde hasta la alegoría amniótica desencadena en un renacimiento de tintes evolucionistas; la vida desde el espacio, readaptando su condición al medio acuático y emergiendo hasta la Madre Tierra para florecer de nuevo como una vida encontrada como ejemplo de superación, de intimidad dolorosa, culminada frente a probabilidades casi insuperables.
No obstante, a pesar de la solidez interpretativa de una Sandra Bullock excepcional y un carismático Clooney que ejerce de reposo cínico y humorístico ante la tensión insostenible, ese juego de profundidad espiritual, toda la miscelánea artística de inventiva formal, acción estremecedora y narración intimista acusa en exceso una cierta descompensación debido a que los Cuarón no logran golpear al público con la exposición de un drama un tanto simplificado, demasiado ostensible y tan poco sutil ante la desgarradora montaña rusa de sensaciones visuales que propone la acción. Lo que hace de ‘Gravity’ una experiencia sensorial a medias, tan hipnotizante como carente del relieve sentimental buscado y que se da con fugacidad en instantes como en la quietud del interior de una estación rusa en la que la desesperación se rompe con una transmisión perdida con un esquimal, al escuchar a un perro o el llanto de un bebé, cuya familiaridad incomprensible estimula a la mujer con un espejismo que invoca la tenaz insistencia de permanecer con vida antes que dejarse vencer por el desértico vacío espacial. Nadie va a negar a esta extraordinaria cinta el cúmulo de virtuosismos técnicos que hace de ella un referente desde el mismo día de su estreno, aunque hablar de obra maestra total o milagro fílmico sea excesivo, incluso para uno de los mejores y más sobresalientes espectáculos del año 2013.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2013