sábado, 23 de marzo de 2013

El adiós de Bebo Valdés, la esencia cubana en el exilio

Uno de los últimos supervivientes de la época dorada de la música cubana de los años 40 y los 50, Bebo Valdés se va como icono insustituible de la música patria e internacional. Pasó por el Conservatorio Municipal, comenzó como pianista de la orquesta de de Julio Cueva, dentro del cabaret más célebre de la isla, el de Armando Romeu en Tropicana, hasta que Norman Granz, fundador de Jazz at the Philarmonic y creador del sello Verve, le alentó para que grabar un disco de jazz afrocubano, creando el inconfundible estilo de la batanga, que hizo competencia al ‘cha-cha-chá’ de Enrique Jorrín, a la acústica bailable y lugareña de Miguel Matamoros o al célebre mambo de Pérez Prado. Tocó junto a Stan Getz y Nat “King” Cole y se exilió de Cuba tras la revolución para emigrar a Suecia, donde vivió desde entonces. Su elegancia ante las teclas, su estilo armonioso, alegre y vertiginoso configuraron un arte pianístico, capaz de transmitir emociones más allá de su genialidad. A mediados de los 90, Paquito D’Rivera le recupera con la producción del disco ‘Bebo Rides Again’ y Fernando Trueba haría lo propio al recobrar de nuevo la carismática figura del talento de Bebo en 2000, cuando le llamó para participar en el documental ‘Calle 54’ y afianzó la grabación de un nuevo disco, ‘El arte del sabor’, junto a Carlos “Patato” Valdés a las congas y percusión e Israel López “Cachao” al contrabajo. Obra que logró un Grammy en 2001.
Desde entonces su presencia musical se hizo más periódica; la mezcla de flamenco y jazz afrocubano de ‘Lágrimas negras’, junto a Diego “el Cigala” en el que también intervinieron Javier Colina, Piraña, D´Rivera o Pancho Terry rescató el sabor clásico del genio. Un lujo para el oído. En el 2008, el último disco de Valdés le reuniría junto a su hijo, Chucho Valdés, otra figura clave de la música cubana en el disco ‘Juntos para siempre’, un emotivo recorrido por el cancionero tradicional cubano. Junto a Trueba se embarcó en ‘El Milagro de Candeal’, donde su fragmento inspirador le llevó a Brasil, a Salvador de Bahía como reencuentro con sus orígenes. Dionisio Ramón Valdés Amaro, nacido el 9 de octubre de 1918 en la localidad cubana de Quivicán, deja tras su muerte la impronta de una carrera incomparable y un estilo único que configura y representa la historia de la música popular cubana desde el siglo XIX hasta la nuestros días.

martes, 19 de marzo de 2013

'Blade Runner' Studio Notes: los convulsos prolegómenos

Hace poco en este blog se dedicó un especial a ‘Blade Runner’, una de esas películas que permanecen incólumes al paso de los años, una obra esencial e imprescindible, axiomática dentro de los clásicos del género de ciencia ficción. Eso, hoy en día nadie lo discute. Sin embargo, hace más de tres décadas, antes de su estreno, la película de Ridley Scott supuso una costosa incógnita que se tradujo en los dubitativos comentarios que se volcaron en el ‘test screening’ (pase previo al estreno) con adjetivos que poco tiene que ver con la veneración global que se tiene por el filme.
A través de la red, ha aparecido un fragmento de esas notas que salieron de aquella proyección en 1982 a cargo de Jerry Perenchio, Bud Yorkin y Robin French, que arrojan opiniones desfavorables que van desde esa “voz en off es seca y monótona que podía hacer dormir al espectador”, el “confuso” interrogatorio a Leon, el interminable momento de Deckard al piano, una cinta que “se apaga en cada visionado”, críticas encendidas al ralentí de la muerte de Zhora o la secuencia “excesivamente larga” del apartamento del ‘blade runner’. Las quejas alcanzan significativos desprecios como calificar la obra como “mortalmente aburrida” hasta las invectivas contra la música de Vangelis.
Algunas opiniones como la referente a la voz en off, que aquí es señalada de “insulto”, fue lo primero que corrigió Scott cuando se le dio la oportunidad de cambiar algunas cosas dentro de sus consiguientes ‘director’s cuts’. De hecho, en el documento figura en su última línea esa confrontación que tuvo que darse entre el cineasta y sus productores “Ridley y su equipo han compuesto tres montajes y todavía no han llegado a nada en concreto”.

domingo, 17 de marzo de 2013

St. Patrick's Day está aquí, a celebrarlo

Hoy, como cada 17 de marzo, se celebra en todo el mundo el día de Lá ’le Pádraig or Lá Fhéile Pádraig. Vamos, el ‘St. Patrick’s Day’ de toda la vida, la festividad de San Patricio. Es la ceremonia donde se rememora la figura del Patrón de Irlanda, del Santo que logró explicar la Santísima Trinidad por medio de un trébol, definiendo la católica hipóstasis como una misma unidad pero con tres elementos distintos. Pero más allá de eso, el núcleo de esta conmemoración es por la algazara y la francachela dipsómana que se riega con considerables cantidades de cerveza ‘stout’ y todo tipo de gaudeamus irlandeses que imponen una vistosidad donde el color verde exhibe su preeminencia junto a emblemas reconocibles como los Leprechauns, figura mágica de la mitológica de la tradición irlandesa o los Shamrocks, los tréboles identificativos de la nación. Las típicas tabernas son el centro de reunión para la población a través de ese espíritu irlandés que se ha extendido más allá de las fronteras celtas, como evidencia el gran despliegue que se dedica a este día, además de en Dublín, en los célebres desfiles y celebraciones de Chicago, Boston o Nueva York, entre otras muchas otras grandes ciudades.
Desde 1995, el 17 de marzo es el día oficial en el que preconizar el sentimiento irlandés por todo el mundo. La zambra, los desfiles, la cerveza, el whisky irlandés y la algarabía se entremezclan con el folklore y las tradiciones ancestrales. En comunión con el Gran Céili, el Skyfest de Docklands sobre el río Liffey, el carnaval callejero en el corazón del Dublín Georgiano y la parranda de la Verde Erin, hoy es un día para dejarse llevar y cantar al unísono el ‘An Irish Lullaby’.
Escribo estas palabras con una Guinness de la mano. Os animo a que os dejéis llevar y hagáis lo mismo.
Feliz día de San Patricio.

sábado, 16 de marzo de 2013

Mazinger Z: ¡Puños Fuera!

En ocasiones se evoca una resonancia de imágenes que traen consigo sensaciones, recuerdos de un ayer que se subsana con un ejercicio de memoria, de retrospectiva. Nostalgia la llaman algunos. Necesidad por no perder la raigambre sugestiva del pasado para otros. En ese mísero capítulo abismal y particular podría tener lugar un retroceso a modo de reminiscencia de uno de esos iconos reconocibles por un par de generaciones que aluden a otros tiempos con un pequeño guiño cómplice. Por ejemplo, 'Mazinger Z', basada en el cómic de Gô Nagai, una serie que, de múltiples formas o actitudes, que marcó a quintas enteras, con la entrañabilidad de la inocencia de los primeros mangas catódicos. Lo cierto es que, si hacemos un pequeño análisis retrospectivo extendido hacia períodos pretéritos, veremos que desde hace tres o cuatro décadas la fiebre por el Manga Televisivo (u OVA's en el argot de los otakus -o no, id a saber-) ha ido en constante evolución y desarrollo. Desde 'Marco', 'Heidi', pasando por 'El bosque de Tallack', 'Ulises 31', 'Candy Candy', luego los 'Caballeros del Zodiaco', 'Son Goku' y 'Dragon Ball' han hecho que hayamos aprendido a tner un cariño respetuoso hacia la animación japonesa desde que éramos pequeños.
Emitida por primera y ultima vez desde el verano de 1978 hasta su finalización medio año después. Esta serie de sobremesa (emitida los sábados después del Telediario en la primera cadena –como las grandes gestas de la programación infantil-), sólo se pasaron durante esta etapa -los primeros 13 capítulos-. Sin embargo, debido a su éxito, ulteriormente se emitieron otros 13 episodios más. El hecho de su desaparición no deja de ser inquietante y trágico. Y no deja de ser actual, porque fue debido a la hipocresía que apuntó a la serie como una serie de violencia desmedida en su contenido.
En una época en el que el Cambio estaba a punto de llegar, la dureza de la autocracia nos hizo que una de las series más carismáticas y trascendentes de la historia de la animación fuera censurada en sus últimos capítulos, que lograron emitirse pese a la oposición de los protervos censores. Algo muy triste es que esta actitud perturbadora se mantiene hasta la actualidad en la que la sofisma se ha agrandado hasta límites insospechados. Ese mismo año se emitieron series que han marcado profundamente la televisón nacional en cuanto a contenidos infantiles-juveniles se refiere poniendo el listón de ocio televisivo más alto, que jamás ha sido lo mismo, nunca ninguna serie (por muy tecnológicamente avanzada que sea) ha sido capaz de equiparar su esencia a aquellas. Eran los años de 'Orzowei', 'La abeja Maya', 'Espacio1999', 'El Perro de Flandes'...
¡¡¡¡¡Puños Fueraaaaaa!!!!!
En la serie creada por Tomoharu Katsumata, Bonjin Nagaki, Nobuo Onuki y Yugo Serikawa se contaba la historia de dos arqueólogos que encontraron los restos de una civilización antigua que era capaz de construir robots cíclopes. Durante el viaje, uno de los arqueólogos cree que construyendo robots como aquellos podrían gobernar el mundo, evidenciando una avaricia desatada. El otro, llamado Dr. Kabuto, no está de acuerdo y se convierte en enemigo de su ex-colega, el Dr. Infierno. Éste no no estaba dispuesto a que alguien se le opusiera, por lo que mandó a matar al Dr. Kabuto. Lo que Infierno no sabía es que antes de morir le enseñaría a su nieto Koji Kabuto el robot que construyó en la clandestinidad para enfrentarse a su antagonista.
Koji, sin comerlo ni beberlo, se encuentra defendiendo al mundo detrás de los mandos del robot de su abuelo, Mazinger Z, un monumental y avanzado robot que es el único que puede enfrentarse a los despiadados planes del Dr. Infierno y su ambiguo brazo derecho, el Barón Ashler, enigmático personaje mitad hombre y mitad mujer (no hay que negar que los mensajes subversivos estaban llenos de simbologías). Las clásicas peleas de robots gigantes y la destrucción de ciudades enteras en el transcurso de la larga historia se alternaban también con detalles más realistas y cotidianos sobre los personajes, sus caracteres e intenciones. El joven Koji tuvo que aprender a manejar el robot. Un encargo que hizo posible con la ayuda del asistente de su abuelo, el Dr. Yomi que también había construido otro robot llamado Afrodita, y era pilotado por su hija Sayaka Yomi. Además, los tres científicos que trabajan en el centro Fuji; el Dr. Iz, el Dr. Diz y el Dr. Biz. También el Conde Broken o Máscara de Hierro.
Afrodita y Mazinger destruyeron uno tras otro los robots del Dr. Infierno. Durante la serie se perfeccionó a Mazinger, destruyeron a Afrodita, construyeron a Diana y al Boss Robot y uno tras otro fueron derrotados los secuaces del Dr. Infierno. Hasta el penúltimo capítulo, en que finalmente Koji logró mata al Infierno. Hasta aquí bien. Recuerdo esperar con ansía ver el último episodio. Con tantas ganas, que apenas pude dormir, ni comer, ni hablar con nadie. Estaba incluso nervioso ante tal evento.
En el último capítulo, los secuaces de Infierno envían dos robots muy poderosos para destruir a Mazinger. Lo bueno de todo es que, para sorpresa de los millones de niños que esperaban una nueva victoria de nuestro robot favorito, lo lograron ¡¡Destruyeron a Mazinger!! Algo impensable ¿Por qué hacían aquello? ¿Por qué no había 'happy end'?
Pero nada era lo que parecía. Fue uno de esos episodios que jamás se me olvidará porque, a pesar de que Mazinger muere casi cuando comienza el episodio, aparecía el padre de Koji, al que nos habían enseñado a creer que estaba muerto con un nuevo e indestructible invento. Todo por lo que se había apartado del mundo, el sueño en le que había estado trabajando toda su vida: Gran Mazinger... el mayor y más majestuoso robot creado por el hombre, una máquina invencible.
Mazinger produjo una doble revolución en la infancia de los niños de todo el mundo: por un lado por su extrema violencia, que producía quejas de parte de madres preocupadas por lo que veían sus hijos en la tele y por otro, revolucionó el campo del anime de robots (es decir, el MECHA) ya que los precedentes solo se limitaban a androides con conciencia propia o robots gigantes dirigidos por control remoto.

jueves, 14 de marzo de 2013

Paquito I: Habemus Papam

Pasadas las 20:00 horas de ayer, el cardenal Jorge Mario Bergoglio apareció por el balcón central de la basílica de San Pedro convertido en nuevo pontífice y saludando a las enardecidas hordas de fanáticos católicos que le jaleaban con las lágrimas en los ojos y la Fe muy desbordada; “Nuntio vobis gaudium magnum HABEMUS PAPAM Francesco I”. O algo así. En ese instante, al verle, muchos no pudimos evitar el sorprendente parecido que tiene el recién estrenado Papa a Matías (Luis Barbero), el ilustre e inseparable amigo de Manolo, el abuelo de Chechu en la serie televisiva ‘Médico de familia’. Como expresaba el gran Rafa Gil, no es extraño imaginarle diciendo sus primeras palabras como Santo Padre: “Manolooooo… me han hecho Papa”.
Después de que Joseph Ratzinger dimitiera el pasado febrero porque la Fuerza le había abandonado y tras cinco votaciones, este cardenal jesuita argentino dejaba en la cuneta a los favoritos en todas las quinielas de las casas de apuestas (Scola, Odilo Scherer, Dolan, O’Malley y Wuerl). El pontífice número 266 tiene setenta y seis años, un título en química, le falta un pulmón que perdió por una infección en su juventud, es el primer jesuita (como los pasteles) de la historia en ser elegido Papa y el primero no europeo en los últimos mil años. Lo mejor de todo esto es, como siempre, que el cónclave no se eternizó, la fumata blanca emergió de la chimenea sin mucha demora y que el circo mediático de secularización evangelizadora que se ha desplegado en todo el mundo por fin tiene un día más de sobreinformación papal.
El “pontífice del fin del mundo”, como ya se le conoce, se dedicará a esas cosas de papado archiconocidas… Viajar por todo el mundo e intentar blandir la conciencia católica allá por donde vaya. Y lo hará con su carácter fuertemente conservador, radical en su postura en contra de los homosexuales, antiabortista y acusado en su día de confabulación con la dictadura de Videla y de robo de bebés por las Madres de la Plaza de Mayo. Todo un ejemplo que abandera el catolicismo de nuestros días y ejemplo jerárquico de una Iglesia con menos credibilidad que el programa electoral de un político. Veremos si a partir de ahora, Francisco I sigue utilizando el autobús público como medio de transporte y reparte la riqueza ostentosa del Vaticano entre los más desfavorecidos, ya que como ha dicho: “La pobreza es inmoral, injusta e ilegitima”. Tiene una gran oportunidad de enmendarlo. Pero claro...

martes, 12 de marzo de 2013

Review 'El Atlas de las Nubes (Cloud Atlas)', de Andy y Lana Wachowski y Tom Tykwer

Multifábula kamikaze
Los hermanos Wachowski, junto al alemán Tom Tykwer, adaptan la compleja novela de David Mitchell con una arriesgada aventura que simboliza y desafía el concepto propio de la narración.
La compleja construcción de la novela superventas de David Mitchell ‘El Atlas de las nubes’ ha supuesto una coyuntura de largo recorrido para que los hermanos Wachowski regresen al cine. Y no podían hacerlo de otro modo que con la incontrolable ambición de dos megalómanos fílmicos que ostentan esa cualidad después de la trilogía ‘Matrix’ y exhibir un costoso capricho transformado en decepcionante fracaso que fue ‘Speed Racer’. Una empresa compleja, que ha tenido que contar con el alemán Tom Tykwer para salir adelante y llevar a cabo esta historia de laberintos temporales que proponía el autor británico y donde el tiempo narrativo se fragmenta en constantes trayectos de ida y vuelta, encadenando un entramado discontinuo, con seis historias y estilos diferentes que transcurren desde 1849 hasta un futuro que corresponde a los últimos días de la Tierra y abarca desde el género de aventuras, pasando por la novela negra o el caleidoscopio de ciencia ficción.
Un tejido histórico a modo de ‘mash-up’ que pretende promover una ilustrativa interconexión de la vida a través de un melodrama de esclavos del siglo XIX en las Islas del Pacífico, una relación epistolar en Cambridge de los años 30, un ‘thriller’ conspiratorio sobre un programa nuclear en San Francisco de 1973, dejando un drama sobre la vejez en nuestros días para acabar sin remisión hacia un futuro ubicado en un superestado coreano poseído por un salvaje capitalismo en una futurista Neo-Seúl en 2144 donde agraviados clones buscan su libertad y acabar en un post-apocalíptico Hawai… Todo ello para exponer las vicisitudes por las que el ser humano está destinado a sobrevivir bajo condiciones adversas. En la película, los tres realizadores utilizan esa conexión transversal de historias combinadas con un efecto de ‘matrioshka’, generando varias elipsis en sus seis tiempos y trenzar así un turbulento tratado en contra de la tiranía polifórmica que agrede a la integridad de los más débiles, el conflicto entre individuo y el poder opresor, en un continuo cruce de destinos consignados a regresar al mismo punto.
‘El atlas de las nubes’ no incide en la multiplicidad estilística literaria de Mitchell y Tykwer y los Wachowski la trasladan a la gran pantalla reescribiendo sus propias reglas y desplegando en su propio histerismo detallista una representación del mundo no tan singular como adaptado a la pluralidad de géneros, asumiendo la devoción kamikaze del asunto para terminar por imponer una actitud innovadora que fusiona forma y contenido. El discurso quiere ser un manifiesto de la vida que existe más allá de las limitaciones del ser humano, interconectado por medio del alma a través de los siglos. A los Wachowski les encanta sublimar lo estrictamente cinematográfico para llegar a un nivel filosófico superior, de ahí que conjuguen estas historias superpuestas con un entramado de personajes a los que dan vida una retahíla de estrellas (Tom Hanks;, Halle Berry, Du-Na Bae, Keith David, Xun Zhou, Jim Broadbent, Jim Sturges, James D´Arcy, Ben Whishaw, David Gyasi, Hugh Grant, Hugo Weaving o Susan Sarandon), evadiendo el contexto y transformándose en múltiples roles mediante maquillajes que resultan en ocasiones irrisorios. Muchas veces cambian de condición, raza o sexo en un periplo donde las fronteras físicas no son obstáculos para ser trascendidas. Una idea que puede ser transferida con el cambio de sexo que ha elegido uno de los hermanos Wachowski, que ha pasado de ser Larry a ser Lana.
Lo que en ‘Matrix’ era la raíz de un gnosticismo simbólico que hacía cuestionar la naturaleza misma de la realidad se reasienta en una transmigración del alma que debe encontrar esa fórmula que conlleve a un albedrío frente a los poderes fácticos, atributo que reintegre un punto de partida con la esperanza de la propia naturaleza y se presente como paliativo a los errores cometidos. La importancia del eterno retorno y del incesante conflicto entre libertad y opresión siguen aquí siendo el núcleo argumental que ya desarrollaron, sobre todo, en su magistral primera entrega de ‘Matrix’.
‘El atlas de las nubes’ es un ensayo cinematográfico que peca de desproporcionado, que tiene desequilibrios muy evidentes y desglosa lo mejor y lo peor de sus creadores (por encima de la aportación de Tykwer), pero que en el fondo no es más que una aventura que simboliza, en sí misma, el concepto propio de la narración, desafiando su lógica como una experiencia modélica a la hora de proponer un puzzle con esencia ‘new age’. Una multifábula acerca de aquellos que intentan alterar el orden establecido contra los que, por beneficio propio, se esfuerzan por mantenerlo. Discurso que se actualiza con los acontecimientos a los que está sometida la sociedad moderna.
Un castillo de naipes postmoderno e vehemente, drásticamente ostentoso en su forma y amplificado en su percepción audiovisual, como un colosal ‘mindbender’ plagado de giros de espectacular arquitectura, parábola de la libertad y el control autoritario, de esa falsa realidad de la que continúan revelando sus nocivos riesgos. Tan desmesurada como incomprendida, el tiempo hará valorar esta nueva película suicida, para bien o para mal.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2013

viernes, 8 de marzo de 2013

El fascinante mundo de los nudos de corbata

Si soy sincero, nunca me he sentido atraído por el mundo del traje, de lo relativo a la sastrería y confección, la afectación distinguida y refinada que conlleva esa elegancia sobreentendida de vestir con este estilo. Así, cuando echo un vistazo a mi ‘placard’ no tengo mucha duda en elegir vestuario adecuado, ni los tonos idóneos para quedar con tal o cual persona. Ni siquiera tengo traje. A las bodas acudo siempre con el mismo. Uno que ni siquiera es mío. Mi posición laboral y social me excluye de esos términos. Sólo veo camisas de cuadros, camisetas de películas y grupos musicales y pantalones de saldo de bolsillos laterales adquiridos en una gran superficie. El universo de la estricta normativa que promulgaba Barnie Stinson sobre la máxima de utilizar esta apariencia de negocios y circunspecta no va conmigo. Aunque es cierto, que yo también hubiera aceptado este tipo de regalos de Francisco Camps, Álvaro Pérez o El Bigotes. Todo ello porque no es requerimiento de trabajo en mi atuendo. Si no, no tendría ningún problema en acostumbrarme a esta rutina. Igual, incluso llegaría a establecer un vínculo estilístico con esta moda. Lo dudo mucho, pero nunca se sabe.
No obstante, existe una esfera que siempre me ha llamado la atención en este contexto de refinada etiqueta; se trata de aquello que concierne a las corbatas. Ya no sólo las posibilidades dimensionales de géneros, motivos, clases, tejidos y demás características que acompañan a este complemento. Me atrae, fundamentalmente, esa ineludible pericia que concierne al nudo, desde sus infinitas nomenclaturas hasta su complejidad en la laboriosa composición de un nudo bien hecho que casi impone una destreza mágica, como puede ser resolver un puzzle. Esa temática donde el ‘windsor’, ‘half windsor’ o simple… se hiperdimensiona dentro de la red con infinidad de modalidades dignas del mayor y más bregado marinero. Youtube ofrece, en ese sentido, una plétora de nudos apasionantes: ‘four in hand’, ‘grammichele’, ‘cape knot’, ‘trinity’, ‘truelove’, ‘pratt’, ‘eldredge’… Todo un mundo de habilidad y maña. Si no, echad un vistazo a cómo la gente se desenvuelve con diversas modalidades de nudos.

jueves, 7 de marzo de 2013

Tres décadas sin Georges Prosper Remi, el mítico Hergè

Cuando en 1929 Georges Prosper Remi, el gran Hergè, lanzó a Tintín a las páginas del diario ultraconservador ‘Le Petit Vingtième’ no podía imaginar que su vida estaría voluntariamente hipotecada a este personaje. No le importó. Con él desarrolló un mundo de aventuras fascinantes, que fueron y seguirán siendo cumbre del noveno arte y referencia inagotable de importantes autores ulteriores. Su primera aventura fue ‘Tintin en el país de los soviets’, relato antibolchevique que parodiaba a los rusos comunistas de entonces. Tintín es un antihéroe difícil de catalogar, que podía ubicarse con la personalidad multifuncional de un chaval algo infantiloide, de rasgos adolescentes y discernimiento adulto. Esta poligénesis de personalidad matizaría los valores universales de un mito que hoy, con el paso de los años, ha sido injustamente olvidado. Esta semana se cumplen tres décadas de la muerte del padre de la criatura animada. Su fallecimiento fue también el lógico fin de las aventuras de Tintín, puesto que no permitió que nadie siguiese publicando más páginas sobre el intrépido periodista. Tintín forma parte de la memoria colectiva extendida a lo largo de innumerables generaciones que cayeron rendidas al culto de unas aventuras insólitas y originales, trufada de enigmas y secretos, simbolismos y testimonios históricos. El joven periodista no tenía ninguna peculiaridad que le hicieran especial, sólo su sagaz perspicacia, su arrojo y un atuendo abstracto y algo señorial que contrastaba con su rostro de crío sempiterno.
El acercamiento a Tintín llevaba a la incertidumbre de una dudosa empatía, pues en el fondo es un personaje algo antipático y sabiondo, con polémico aire asexuado que hizo que controvertidos argüidores sobre la figura del cómic como Matthew Parris aseveraran su inequívoca condición homosexual e incluso algunos ultracatólicos no dudan en elevarle a ejemplo paradigmático de verdadero héroe cristiano por su conducta y valores intachables. Sin embargo si nos tuviéramos que quedar con una hipótesis surreal sería la de Claude Cyr, profesor de medicina de la Universidad Sherbrooke, de Québec, que atribuía a los innumerables golpes en la cabeza y pérdidas de conocimiento que Tintín sufre a lo largo de sus aventuras el efecto nocivo llamado hipogonadismo hipogonadrotópico, que afectó a su reducción de hormonas del crecimiento y a un retraso de la pubertad. De ahí su aspecto algo infantil. Más allá de patrañas teóricas acerca de su oculta vida privada o sobre su genética, cierto es que Tintín jamás como reportero aparece escribiendo un artículo o ejerciendo la labor periodista que se le supone, lo que le da cierta neutralidad, atribuyéndole un inequívoco aire enigmático y reservado. En el fondo, su esencia se resume en la capacidad de seguir como factor de acompañamiento a los personajes secundarios, como si el lector asumiera la personalidad neutra de Tintín para acomodar los objetivos a la interacción con el grupo de personalidades más extravagantes del universo de Hergè.
Por eso, Tintín, acompañado de su inseparable fox terrier Milú (confidente y conciencia asumida de la realidad), se ve ensombrecido en parte de la obra ‘tintinológica’ por la figura del capitán Haddock, ese ‘bon vivant’ al que le gusta beber y que se perfila como el personaje con más enjundia de cuantos creó Hergé. El viejo lobo marino ostenta una opulencia de rasgos y personalidad que bien podría equipararse a grandes figuras novelescas de la Historia y que tan bien define el volumen ‘La estrella misteriosa’. Tampoco podemos olvidar a icónicos personajes como el científico loco y excéntrico Silvestre Tornasol, ideado gracias a una imagen del profesor Auguste Piccard (un amigo de Hergé) o a los obstinados Hernández y Fernández, esos compañeros mimetizados el uno en el otro pertenecientes a la policía judicial dispuestos a detener a nuestro héroe. El elenco podría completarse con Bianca Castafiore, único personaje femenino todo este entramado aventurero. Todos los que escoltan a Tintín constituyen un simbolismo a lo que fueron Gawain, Perceval, Parsifal o Galahad, entre otros, en su inapelable búsqueda del Santo Grial. Las aventuras de Tintín son, en el fondo, como un juego de tablero en el que ir conociendo más pistas sobre ese secreto a desvelar, siguiendo un intachable código de honor a través de sus viajes dentro de un entorno de deferencia a las culturas milenarias y el aprendizaje de las mismas, donde la arquitectura es tan fundamental en sus peligrosas travesías.
La extensa bibliografía protagonizada por el personaje de Hergè se compone de obras maestras, de volúmenes inspirados en relación a sus diversos puntos de vista que abarcan una temática de riqueza apasionante, cuestionando moral y razón, teorizando sobre el arte y la ciencia, incluso adelantándose proféticamente al Apolo XI catorce años antes con ‘Aterrizaje en la Luna’ en el año 1954. A lo largo y ancho del mundo, Tintín desgranó los más emocionantes misterios, desde América, con una descripción particularmente anacrónica de los Estados Unidos de la época, pasando por el Congo bajo una visión poco secular de África como tierra de misiones, el faraónico Egipto, una China ocupada por el Japón Imperial hasta llegar a un Tibet donde no podía faltar el Yeti. Los volúmenes de Hergè son auténticos tratados de enseñanzas ocultas y enriquecedoras; ‘El Cetro de Ottokar’, ‘El Secreto del Unicornio’, ‘Las Joyas de la Castafiore’, ‘Tintín y los Pícaros’, ‘El Asunto Tornasol’, ‘Vuelo 714 para Sidney’… imponen una percepción de la aventura en estado puro, incomparable y necesaria.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Nos deja José Sancho, una voz visceral inconfundible

El actor de una voz de poderoso alcance, el talento de una personalidad visceral y arrolladora, el currante incansable que fue maestro de actores y un referente en la interpretación española se ha ido sin avisar. Sin hacer ruido, sin que nadie supiera de su complicada situación. José Sancho, el gran Pepe, nos ha dejado a los 68 años víctima de un cáncer que pocos conocían, como parte de ese hermetismo personal que confirió a su esfera privada, alérgico constante a los medios de comunicación, mucho más de la rama amarillenta y rastrera del corazón. “El estudiante” de ‘Curro Jiménez’ se hizo catedrático de su profesión, debutó en el cine con ‘El hombre de la diligencia’, de José María Elorrieta y forjó su carrera cinematográfica con pequeños papeles que le curtieron delante de las cámaras mientras se hacía grande en los teatros. Pasó por la televisión de calidad de los años 70, en montajes teatrales como ‘Ficciones’ o la mítica ‘Estudio 1’, pasando por roles olvidables e incluso trabajando de forma puntual junto a Jackie Chan en ‘Los supercamorristas’, dejando su impronta en ‘Turno de oficio’ y dejando lo mejor de sí mismo junto a directores como Ricardo Palacios, Carlos Saura, Vicente Escrivá, Luis García Berlanga, Vicente Aranda o Pedro Almodóvar, entre tantos otros. La televisión le ofreció una vía profesional valedora de una polifacética trayectoria en la que destaca su última gran composición como Rubén Bertomeu en la estupenda ‘Crematorio’. Con la muerte de Pepe Sancho se va otro de esos icónicos e irrepetibles actores que deja en el recuerdo trabajos para la nostalgia.

viernes, 1 de marzo de 2013

Conexión Welles

Peter Bogdanovich: ¿Cuánto costo 'Campanadas a medianoche'?
Orson Welles: Un millón. Uno solo.
Peter Bogdanovich: Barato. ¿Como lo conseguiste?
Orson Welles: Recortando gastos por todas partes.
Peter Bogdanovich: ¿Por ejemplo?
Orson Welles: Por ejemplo, cosas como terminar la actuación de John Gielgud en el importante papel de Enrique IV en solo diez días. Después, cuando se hubo marchado, hicimos las tomas en las que aparecía de espaldas sustituyéndolo por un extra español. Hay una escena en la que deben aparecer los siete actores principales y en la que, literalmente, ninguno de los fotografiados es quien se supone que debe ser...