martes, 7 de junio de 2011

Review 'Sin identidad (Unknown)', de Jaume Collet-Serra

Amnesia en Berlín
El español Collet-Serra reincide en su filmografía con otra obra de espíritu comercial que, pese a lo previsible e inverosímil de su trama y desarrollo, logra dignificar con gran agilidad y oficio, aunque todo acabe siendo bastante decepcionante.
Tras cintas como ‘La casa de cera’, ‘¡Goool 2! Viviendo el sueño’ y ‘La huérfana’, el cineasta español Jaume Collet-Serra se ha consolidado como un cineasta capaz de resolver con crédito cintas comerciales que empiezan a caracterizar un cine más que convencional y previsible, pero no por ello falto de interés y capacidad creativa. La breve filmografía de Collet-Serra va asumiendo ciertos puntos en común que aúnan una nada incómoda sensación de ‘dejá vù’ de sus películas, armonizados en muchos de los prototipos del cine industrializado al combinar elementos y dispositivos más que reiterados dentro del cine actual. Las tramas y los planteamientos siempre vienen de encargo gracias al todopoderoso Jon Silver detrás de la producción. Es un cine directo, sin embelecos decepcionantes. Efectivo. La visión del director catalán tiene un objetivo muy claro: adaptarse a un cine ‘mainstream’, pero sin salirse de los edictos de unas cotas calidad autoimpuestas, que se traduzcan en una habilidosa táctica que se aferre al estilo Hollywood que no pierde de vista cierto tono europeísta y evita caer en sucios trucos de reiteración constante, con brillante agilidad narrativa. Para el realizador lo esencial prevalece sobre lo fútil.
‘Sin límites’ tampoco se anda por las ramas para plantear su periplo argumental que juega al engaño y las apariencias. El Doctor Thomas Harris es un doctor biotécnico que acude a Berlín acompañado de su mujer a dar una conferencia. Una serie de contratiempos provocados por el olvido de su maletín termina en un aparatoso accidente de tráfico que termina con un vehículo en el río Spree del que despierta sin recordar nada. Al llegar al hotel donde se alojaba, su mujer no le conoce y un hombre parece haber adquirido su personalidad. Con la ayuda de Gina, una taxista bosnia y un agente de la Stasi de Alemania Oriental iniciarán las pesquisas del porqué de todo el entramado.
Se trata de cine conspiratorio que toma como premisa la máxima ‘hitchcockiana’ por excelencia; la de un hombre aparentemente normal metido en una situación que no controla y que le supera donde tampoco falta el continuo ‘mcguffin’. Con ello, Collet-Serra no se molesta en encubrir los defectos de ese constante modelo de ‘thriller’ que acusa un progresivo desaliento, puesto que lo importante es que la celeridad, el divertimento y la acción preponderen por encima de lo demás. Inscrita dentro de un modesto seguimiento de las huellas de suspense del Maestro del Suspense, tampoco esconde su deuda con el guión de Roman Polanski y Gérard Brach de ‘Frenético’, de la que absorbe mucho de su base argumental, fundiéndola con el arquetipo, sustituyendo el viaje a los fondos parisinos del polaco por un vistazo al Berlín más turístico y estético.
La cuarta película de Collet-Serra, que fue número 1 en el ‘box-office’ es un ‘thriller’ que se alimenta retroactivamente de sus giros inverosímiles, de su simplicidad a la hora de esbozar las dudas de un personaje desmemoriado y dirimirlas con nuevos artificios que provoquen un nuevo movimiento hacia la obviedad de lo previsible. Aún así esta historia de un hombre que se busca a sí mismo o la verdad de una identidad que parece haber olvidado y por la que quieren eliminarle de una ecuación de la que ni siquiera es consciente podría ser visto incluso con percepción crítica a la hora de hablar de un fulano que termina en una sociedad de inmigrantes ilegales que metaforizan su propia situación en un país desconocido, la de un individuo desubicado y perseguido que sobreviven en una sociedad que les vigila.
Pero no es así. Desde sus primeros compases, cualquier atisbo de sutileza existencial se anula por las brillantes escenas de acción, eso sí, que atesoran una gran fuerza narrativa, con peleas agónicas y brutales como la que tiene lugar en el apartamento de Gina o las imprescindible persecuciones de coches, aflorando esa tensión desbordante cuando un sicario disfrazado de doctor intenta poner fin a la vida de Harris y éste logra zafarse de él mientras ve cómo arrastra a una enfermera alemana que ha intentado ayudarle. ‘Sin identidad’ pervive sin caer en el ostracismo por ser un cine referencial de influencias cinematográficas que insufla con sus códigos visuales y genéricos la reminiscencia del éter policíaco de los años setenta y ochenta que logra simplificar su gradación hacia terrenos más actuales de condición extraídos del personaje de Robert Ludlum Jason Bourne y su traslación a la gran pantalla. Se apunta con ello a un proceso de transformación interior de un amnésico que construye su personalidad desde el existencialismo de alguien sin memoria que pasa a un nivel de heroicidad, a un ‘actioner’ dispuesto a todo por descubrir la verdad y que desenmascara, obviamente, que no era quien él pensaba.
Es lo que articula una película, en el fondo, demasiado axiomática, que prevalece más allá de su indiferencia por la inmensa figura de Liam Neeson. Si hubiera sido otro actor el que diera vida al Dr. Harris se podría enfocar la percepción de ‘Sin identidad’ de otra forma bien diferente, porque el actor irlandés le da un empaque y personalidad elegante inigualable, ya no sólo a su personaje, sino a la credibilidad de esta montaña rusa sin ‘loops’ que va perdiendo adrenalina muy fácilmente.
‘Sin identidad’ cautiva más por su planteamiento que por su desarrollo o esclarecimiento con un doble final que cubre las exigencias de un ‘thriller’ de tensión prescrito con unas dosis determinadas que busca, sin encontrarla, la casualidad de toda la orquestación de fondo en la que falta algo de paráfrasis o acotaciones que definan y constaten todo el cúmulo de improcedencias que se suceden para desgranar una desenlace que, en otras manos, posiblemente habría destruido su espíritu de cine comercial de calidad. Lo bueno es que Collet-Serra es capaz de transformar una obra de segunda fila con una plausible identidad propia.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2011
PRÓXIMA REVIEW: 'X-Men:Primera generación (X-Men: First class)', de Matthew Vaughn.

lunes, 6 de junio de 2011

El Reino de Nadal no es de este mundo

En un ambiente contaminado por la fruición que suscita la grandeza ajena (sobre todo si es española) en Francia, Rafael Nadal volvió a escribir otra gesta histórica a su ya dilatada carrera tenística, una de las mejores de la historia del deporte de la raqueta. Su sexto Roland Garros ha sido el más intenso, el más duro, pero a la vez el más dulce. Las dudas generadas en su inicio contra el americano Isner sembraron la duda sobre sus posibilidades, sobre su juego, sobre su continuidad en el cetro de la tierra batida, en parte por la excelente campaña de Novak Djokovic que había ganado las cuatro últimas finales a Nadal. La grandeza del jugador mallorquín está más allá de todo esto. Ha ido de menos a más, desplegando lo mejor de su juego, enarbolando sus partidos con la confianza mental de un campeón de solidez irrefutable.
El primer set del partido de ayer selló de qué forma se iba a rubricar el décimo Grand Slam del de Manacor. Roger Federer, que había dejado a Djokovic en semifinales fuera de juego, salió a arrasar. Y parecía que así iba a ser. Como una apisonadora se colocó con un 5-2 y bola de ‘set’ al resto. Sin embargo, emergió el titán y bestia negra del helvético que no se cree cómo Nadal logra el 7-5 para ganar algo que parecía perdido y que apuntaló cerrando el partido con ese 7-5, 7-6, 5-7 y 6-1 final. Lo sucedido ayer en París define la mejor versión de un ganador inigualable que sigue escribiendo la hazaña que ya le equipara al mítico Björn Borg en su camino hacia el Olimpo de los elegidos con un palmarés abrumante: cuarenta y seis títulos individuales, diez Grand Slam y 515 victorias ATP.

miércoles, 1 de junio de 2011

Comprar por colores

Ese momento de transición entre la clarividencia, el absurdo y el devaneo de lo artístico. Cuando en el supermercado miras botes en conserva, botellas, productos de primera necesidad, bolsas de ‘snacks’, latas de cervezas, frutas que llaman la atención por su gama cromática. Entonces se produce una pregunta: ¿Cómo sería comprar siguiendo un patrón de colores? El ‘Shop by Color’, que por ejemplo permite comprar arte definido por el matiz del color, también recurre a algo bien distinto a lo que sucede en el mundo de la publicidad y el marketing, donde algunas tonalidades puntualizan una provocación de sensaciones en el comprador. Ejemplos de ello, es que el amarillo sinónimo de inteligencia y ahorro, el azul, de confianza y constancia, el naranja se identifica con el ocio o el que el rojo tiende a representar poder y energía. El ‘shoping’ es así, una conjunción de elementos subjetivos reunidos en torno al consumismo, ese monstruo instalado en nuestra sociedad, más allá de cualquier crisis que intente acuciarla.
El artista Marco Ugolini ha llevado esta idea más allá en la serie fotográfica 'Per color'. En colaboración con el fotógrafo Pedro Motta se propuso seguir una metodología de compra basada en el color para componer cestas en las que se agrupan productos determinados a una tonalidad única. Para Ugolini el espacio del supermercado es como un entorno de manipulación. Con este experimento pretende subvertir la estructura de poder a una función estética y libre. El resultado es una composición colorista y original que abre la puerta a una nueva idea la próxima vez que vayamos a un supermercado.

lunes, 30 de mayo de 2011

Mi cabeza, versión Futurama

Fedde Carroza es un ilustrador y diseñador valenciano que padece una especie de prurito con la conversión de fotos de gente conocida y anónima en cabezas parlantes inspiradas en la serie de Matt Gronenig ‘Futurama’. Tanto es así, que ya posee un enorme catálogo de cabezas embebidas en formol a través de su museo en NothiNg caN stop RuNNiNmeN. Son fantásticas todas ellas.
Carroza es el autor, junto a Alfredo Álamo, de las tiras cómicas ‘La Legión del Espacio’, por cuyo trabajo han recibido tres premios Ignotus. Como diseñador gráfico ha ilustrado y colaborado en fanzines, animaciones, libros, cuentos y diseños para publicidad y trabajos institucionales. Es un crack, un fenómeno al que sólo hay que pedirle este autómata animado vía Facebook si queréis vuestra cabeza en formol siguiendo unas mínimas normas al alcance de todo el mundo ¿A qué esperáis para tener la vuestra?
Gracias amigo. Lo dicho; si pasas por Salamanca, las birras corren por de mi cuenta.

viernes, 27 de mayo de 2011

Review 'El último exorcismo (The last exorcism)', de Daniel Stamm

Del ‘mockumentary’ a la imprecisión
El filme de Daniel Stamm toma el espíritu del falso documental para narrar la historia de un exorcista descreído ante un caso real de posesión, pero echa por tierra sus buenos cimientos para acabar por ser demasiado convencional y previsible.
En la década de los años 70, a rebufo del éxito de ‘El exorcista’, de William Friedkin, cintas de directores de todo tipo y condición como Giulio Petroni, Mario Bava, Alberto de Martino, Sidney Furie o españoles como Amando de Ossorio o Augusto Fernando sucumbieron al facsímil del clásico de terror con posesiones demoníacas. En un periodo en el que el género de terror estaba perdiendo su sentido, la cinta basada en la novela de William Peter Blatty proponía una mixtura entre el género clásico y el drama en su ápice más psicológico. Fue la primera vez en que el ‘splatter’ con vómitos, sangre, cabezas viradas se circunscribían a una película comercial como una baza de inquietud constante, arrastrando al espectador a un cúmulo de sensaciones sin perder una invariable estética y una muy inspirada narración que bebía de la fuente del docudrama, contiguo a la realidad más abrumadora, siguiendo todo el proceso de posesión como si de un documento gráfico se tratara. Después de marcar un antes y un después, las cintas de exorcismos siempre han seguido siendo un buen reclamo para la taquilla y un subgénero que continúa su evolución hasta en los últimos años, desde las polémicas precuelas de Paul Schrader y Renny Harlin sobre la cinta de Friedkin o ‘El exorcismo de Emily Rose’ hasta tener una pequeña eclosión este año con varias cintas sobre el tema; ‘La posesión de Emma Evans’, ‘El rito’ o esta ‘El último exorcismo’ amparan esta revitalización argumental.
‘El último exorcismo’ viene producida por el infame Eli Roth, que brinda su mecenazgo a Daniel Stamm con una especie de adulteración de ficción, realidad y gran parte de ‘mockumentary’, género que el cineasta alemán ya había visitado en su anterior película ‘A Necessary Death’, que narraba las vicisitudes y preliminares de un hombre que tiene todo dispuesto para suicidarse. Aquí, la trama gira en torno a Cotton Marcus, un escéptico sacerdote que ha perdido la fe y está cansado de su labor como pastor de una iglesia y de su trabajo como falso exorcista. A ‘El último exorcismo’ le pesa el lastre de recreación realista de un suceso supuestamente auténtico, puesto que este tipo de narración nerviosa y estilo dentro de elocuencia visual ha perdido mucha de su eficacia a través de la sobreexposición con títulos como ‘Cloverfield’, ‘[REC]’ o ‘Paranormal activity’, por poner algún ejemplo. En realidad, a Stamm parece no importarle mucho este escollo, puesto que la narrativa se va invirtiendo voluntariamente en un producto demasiado estético para que el espectador pueda creer que está ante un documental o empatizar demasiado con los personajes. No arranca mal la disposición dramática del filme, tomándose su tiempo en la presentación del sacerdote, de su familia, su día a día y su reto de poner fin a la mentira que supone su labor como exorcista.
En esta esfera, se dibuja metódico retrato de la encrucijada de un religioso que utiliza las cámaras para demostrar de qué forma funciona la falsedad demoníaca en una joven en medio de la nada, en la Louisiana rural, donde un padre ultrarreligioso y su cínico hijo van creyendo las patrañas del clérigo utilizadas contra el supuesto demonio que posee a su hija. Los métodos de engaño, de manipulación con artefactos de todo tipo que impresionen al que asiste aterrorizado al supuesto exorcismo componen el mejor tramo de la película. La construcción argumental parece avanzar hacia las dudas de cierta ambigüedad sobre un personaje principal que abusa de los inocentes con cuentos de terror y efectos de feria. Por supuesto, el éter malsano que desprende el contexto rural devendrá en el cuestionamiento sobre la autenticidad de la posesión de la joven enfrentada a una posible enajenación mental en la que interfiere un posible caso de incesto.
Pero aunque se presente como una análisis inteligente sobre las creencias y la carencia de fe en un entorno donde ésta se sublima, a Stamm le pueden las ganas de transgredir silenciosamente con trucos de teatro que se quedan al descubierto demasiado pronto. Lo que podría haber sido (y en cierto modo es) una mirada casi antropológica a la America profunda y al ‘white trash’ de ‘rednecks’ supersticiosos que se dejan llevar por sus creencias cercanas al fundamentalismo en una cruzada donde la creencia, el folklore y la manifestación de la pubertad femenina obstruida por el conservadurismo exacerbado, decae en detrimento de un apocado oscurantismo que no cimienta con certidumbre su lucha entre misticismo y el realismo. Hay que destacar sobre todo, los dos grandes hallazgos de la cinta, como son Patrick Fabian dando vida al suspicaz clérigo, pero mucho más a Ashley Bell como la agreste e inocente poseída Nell Sweetzer, cuya composición es digna de elogio, ya que de ella parten los mejores instantes de perturbación psicológica de la historia, con inquietantes miradas a cámaras y estertores gimnásticos de innegable fuerza visual y espeluznante.
‘El último exorcismo’ termina por carecer de realismo, traicionando su ideal originario y terrorífico con el continuo recurso de la oscuridad como factor ineludible para generar intriga, donde prevalece un exceso de montaje y planificación estudiada que se postra a la utilización de sonidos incidentales (e incluso música de piano) ajenos a la situación. Es lo que resta veracidad y dignidad al asunto. Termina por ser demasiado convencional y previsible, cayendo en el pozo del efectismo, pero no por la búsqueda del típico susto o golpe de impresión con sangre o efectos de maquillaje diabólicos, si no porque no evita caer en todo tipo de concesiones a los arquetipos del género, cristalizando como colofón un amago de plagio final a medio camino de ‘La semilla del diablo’ y ‘Blair witch project’, cinta de la que abusa en referencias e incluso en ese giro final que propone una sorpresa que no es tal, puesto que la descripción anticipada resta cualquier turbación en el respetable que no puede explicar ni convencer con este ‘lost footage’ tan ilógico como esperpéntico que tira por tierra las posibilidades a esta cinta de terror satánico.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2011

jueves, 26 de mayo de 2011

¡VUELVEN!

Después de muchos años alimentando la rumorología con noticias de toda índole y levantar las expectativas de los fans avivando las esperanzas de toda una generación, el rodaje de ‘Cazafantasmas 3 (Ghostbusters 3)’ será un hecho a partir del próximo mes de julio en Chicago con Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Ernie Hudson, Sigourney Weaver y Annie Potts repitiendo los roles de las anteriores partes de la saga. Por supuesto, Ivan Reitman tomará las riendas de la que promete ser la película más apoteósica y esperada de 2012.

miércoles, 25 de mayo de 2011

42: ¡Feliz Día de la Toalla!

Hoy se celebra el décimo aniversario de la creación del Día de la Toalla. O lo que es lo mismo, de la muerte del autor literario Douglas Adams, cuya obra ‘La guía del autoestopista galáctico (The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy)’ sirve de base para esta no tan esperpéntica celebración. Los fans de uno de los mejores y más delirantes libros de ciencia ficción buscaron la forma más idónea de hacer ofrenda al literato adoptando uno de los elementos más identificativos de su gran obra, es decir, la toalla. En el capítulo 3 de la novela, el personaje de Ford Perfect le revela a Arthur Dent la importancia de una toalla a la hora de hacer autostop interestelar para que una nave extraterrestre lo recoja instantes antes de que los Vogons acaben con la tierra. Los fans de Adams se reparten por el mundo con ese número 42 que representa la respuesta del Pensamiento Profundo que llega después de siete millones y medio de años meditando sobre la gran pregunta, haciendo una ofrenda a este libro y a sus personajes. Así que recuerda que hoy debes llevar una toalla a todas partes y colgar ese eslogan originario de la portada del libro de Adams ‘Don’t panic’ si no quieres ser condenado a escuchar los poemas del capitán vogón de una nave espacial enloquecida.
“Dicen que una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.
Y lo que es más importante: una toalla tiene un enorme valor psicológico. Por alguna razón, si un estraj (estraj: no autoestopista) descubre que un autoestopista lleva su toalla consigo, automáticamente supondrá que también está en posesión de cepillo de dientes, toallita para lavarse la cara, jabón, lata de galletas, frasca, brújula, mapa, rollo de cordel, rociador contra los mosquitos, ropa de lluvia, traje espacial, etc. Además, el estraj prestará con mucho gusto al autoestopista cualquiera de dichos artículos o una docena más que el autoestopista haya "perdido" por accidente. Lo que el estraj pensará, es que cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta”.
Fragmento de 'Guía del autoestopista galáctico', de Douglas Adams.
Página 16. Capítulo 3
ISBN 978-84-339-7310-8
Además, hoy se celebra el trigésimo cuarto aniversario del estreno ‘Star Wars - IV A New Hope’, el 25 de mayo de 1977 que supone además la génesis del Día del Orgullo Friki.
No será por celebraciones.

lunes, 23 de mayo de 2011

Una noche memorable para el reencuentro con la infancia

Este fin de semana ha sido uno de los más emotivos y especiales que he tenido la oportunidad de experimentar en muchos años. Este pasado sábado 21 de mayo tuvo lugar una cena que reunió a algunos de los antiguos compañeros y compañeras con los que compartí los mejores años escolares de mi vida. Fue una década inolvidable desde su inicio, cuando teníamos cuatro años, hasta 1989, año de nuestra separación. Hasta entonces había visto esporádicamente a unos cuantos de un modo efímero y transitorio, a otros tantos los sigo viendo cada semana porque continuamos una relación de amistad que va más allá del espacio y el tiempo. Sin embargo, el hecho de poder volver a reunirnos ha sido un privilegiado viaje a nuestra infancia, ocasión única de recuperar un fragmento importante de la nostalgia y la reminiscencia de nuestras vidas comunes, confluidas en un vendaval de agradables sensaciones y charlas. El reencuentro con los compañeros de aquélla letra “A” del Colegio Montessori se ideó hace muchísimos años, pero ha sido necesaria la comunicación 2.0 y cierto esfuerzo basado en un arduo trabajo de investigación (eso sí, muy agradecido) para llevarlo a cabo.
Y por fin ocurrió. En pleno corazón de Garrido, el barrio que nos vio ir y venir, cerca de donde se ubicaba aquel centro docente, se produjo esta esperada reunión que recobró aquellos días desde una perspectiva totalmente distinta como la que impone la madurez y la distancia. El reto se había hecho posible y, de repente, nos encontramos hablando de nuestras vidas, de nuestra situación actual y de nuestro tránsito vital hasta llegar al día de hoy. Recordamos con melancolía los tiempos en que éramos niños, trufados de múltiples anécdotas, algunas muy rememoradas, otras diluidas en el olvido que salieron de nuevo a la luz, cantando las canciones de Don Luis, recopilando información sobre los demás profesores y compañeros, haciendo memoria de un tiempo pasado que, en una sola una noche, nos devolvió a la niñez, al afecto y amistad pretérita que rescató, entre risas y complicidad, la relación perdida durante tantos y tantos años en una retrospectiva alucinante y entusiasta. No me lo pasaba tan bien desde hacía mucho. La diversión se vinculó a un nudo emocional muy fuerte, a la necesidad de recuperar el tiempo perdido, de compartir tantas décadas de vacío con esas personas tan familiares a pesar del transcurso de los años. Veinticuatro amigos acudieron desde todas las partes, encantados con la idea de reestablecer la huella borrada, de disfrutar de una excursión más todos juntos. Algunos no pudieron asistir, a otros se ha hecho imposible encontrarlos. Eso sí, por el momento, la experiencia ha sido tan positiva y entrañable, que ya hay planes para otra próxima, donde esperamos estar todavía muchos más compañeros de aquella clase.
Desde aquí sólo os doy las gracias por acudir a la llamada y por haber hecho de esta velada uno de los más conmovedores encuentros que he tenido el privilegio de vivir. Os quiero mucho a todos compañeros y espero volver a veros muy pronto; Diego, Raúl, Rafa, Mercedes, Silvia, Emma, Cristina, Marta, Álvaro, Nacho, Carlos, Juanan, José Alberto, José Luis, Roberto, Luis, Alma, Mari Mar, Teresa, Eva, Roberto Carlos, Susana, Mauri… Muchas gracias por el esfuerzo.

jueves, 19 de mayo de 2011

15-M: El día en que parte de España despertó del letargo sumiso

“Se reconoce el derecho de reunión pacifica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa”.
(Art. 21.Constitución Española).
Ya iba siendo hora de que en este país adormecido por la inopia y el conformismo sucediera algo. Una iniciativa de protesta que, al menos, invocara al hartazgo que supone el sentirse pisoteado por las fuerzas políticas y poderes fácticos. Por fin ha surgido un acto revolucionario popular en contra de los abusos de poder que sufre España desde hace décadas. Es hora de que el pueblo, siempre silenciado por intereses estamentarios, alce la voz y grite que está hasta los huevos de la crisis en la que nos han metido los mandatarios y banqueros. Estamos hartos del desempleo, del capitalismo autoritario y de la indeterminación de iniciativas derruidas por la imposición de los nuevos tiempos económicos. No se trata de una muestra de indignación, que también, se trata de una salida a la crispación general, a la impotencia, a la indiferencia con la que parece que se mira a la sociedad desde arriba, por el Gobierno y poder financiero.
En la actualidad la democracia ha perdido su sentido. Es un lema gubernamental vacío de contenido. El ciudadano es un producto despreciado y utilizado por aquellos mercaderes que se limitan a pedirle su voto, a malversarle con argucias legalizadas hacia el beneficio de los poderosos, de aquellos a los que la crisis les da igual porque viven con fanfarria a costa de los demás. Son buitres cuya oratoria empieza, por fin, a resultar fatua, engañosa y repugnantemente absurda. Ya nadie se cree las mentiras de los partidos, su juego de estafas y provecho. Por supuesto, como buenas aves carroñeras, dejan ver sus intenciones tratando de sacar provecho de estas protestas pacíficas, haciendo guiños inútiles a una masa que está hastiada con ellos. Vivimos tiempos en los que la acepción original de la palabra político ha quedado muy lejos de personificar un servidor público. Ahora los privilegios de sus cargos son los que ciegan con la codicia de un estatus seguro y sin obstáculos para subsistir con riqueza mientras se fomenta el desempleo y los recortes sociales.
El pasado día 15 de mayo algo cambió. Un grupo de manifestantes bajo el lema ‘Democracia Real Ya’ se plantó en plena campaña electoral, enmudeciendo las falacias y haciendo fuerte esa herramienta potencialmente libre y catalizadora de protestas y opiniones que son las redes sociales 2.0. Sin siglas ni posicionamientos ideológicos de ningún tipo, sólo el de expresar el derecho a quejarse cuando el sistema oprime a una ciudadanía perdida en la desesperación de un futuro incierto y un presente asfixiante. La Puerta del Sol de Madrid se instauró como centro neurálgico de la reprobación colectiva contra el sistema con la intención de despertar la conciencia social para salir del aletargamiento y persuadir a los votantes a unirse a la causa de indignación. El 15-M no fue un domingo como otro cualquiera. La disidencia participativa cuestiona con rabia el régimen político que se nutre del ciudadano para su propio usufructo. Ya está bien de tragar con todo, de callarse, de someterse a los edictos gubernamentales. A los partidos políticos les ha salido un grano en el culo, independientemente de la inclinación partidista que promuevan. Centenares de miles de personas repartidos por más de sesenta ciudades se manifiestan por toda España como símbolo de protesta por la situación que vive el país. Un grupo de jóvenes y no tan jóvenes, gente heterogénea que vive con sufrimiento y expectación una maltrecha situación económica y laboral, decidieron de una vez mostrar su rechazo por la fuerza política y manifestar su sentimiento de desilusión y rechazo.
Da igual que los medios de comunicación ninguneen la iniciativa, cuestionando y poniendo en tela de juicio su validez y determinación. En todo caso, la jugada les está saliendo mal. A nadie le importa lo que digan esas noticias cada vez más carentes de deontología y verdad, también movidas por intereses. En este momento y en lo sucesivo, la ‘mass media’ ha dejado de ser necesaria porque la comunicación ha cambiado de tal forma que ahora mismo la información más fidedigna llega de la mano de las personas que están dentro de la actualidad. Ahora los medios son el propio pueblo gracias a Internet y su revolucionaria inmediatez. Por supuesto la policía es también otra herramienta de acallamiento, esta vez contra las voces disconformes. Si algo molesta e inoportuna se ejerce con la fuerza y la violencia, con la pretensión de desalojar los campamentos y silenciar voces. No es suficiente. Ayer se vivió una de las jornadas claves, cuando la Junta Electoral de Madrid consideró “que la petición del voto responsable puede afectar a la campaña electoral”. Puro esperpento que concreta de qué forma se vive en este país, donde desde las altas esferas consideran que el levantamiento de voces expresando su opinión y malestar incurre en un delito electoral. Así estamos. Con prohibiciones señaladas por unos magistrados que han dado entender que lo que el pueblo considere es inadecuado, tratando al ciudadano como escoria, como marionetas sin voz ni voto, paradójicamente días antes de unas elecciones. Entonces… ¿para qué sirven unas elecciones sin votantes?
Muchos consideran que todo esto sólo será un resentimiento transitorio. Sin embargo, el espíritu reformista y esta diatriba contra la mediocridad infame de la clase política y sus partidos debería ser un enfado embrionario que vaya a más, que desemboque en un cambio necesario ante ese bipartidismo funesto e insustancial que vivimos. Un cambio en la manera de hacer política y de tramitar la democracia. Lo que está sucediendo estos días es la ejemplificación y consolidación del descontento. Hoy el gran poder es el económico, el que absorbe y erosiona las bases del mundo. El responsable de que los diferentes órganos sean capaces de abstraerse de su influencia. Los bienes públicos sirven para enmendar los errores privados. A eso hemos llegado. Hay que luchar, por ende, contra la ignorancia, la desidia intelectual, la inconsciencia social, el automatismo o la irreflexión. Hay que eliminar la propaganda política que pretende utilizar al pueblo para oscuros intereses de políticos (corruptos y no corruptos –hoy en día apenas hay diferencias en las formas de robar-) y del poder financiero. Es la necesidad de alcanzar el sueño de construir un presente que quede fuera de las sucias manos de aquellos que, desde su despacho, se llenan los bolsillos con las esperanzas de la gente.
Esta iniciativa de rebeldía e insubordinación no debe caer en saco roto. No debe ser flor de una estación efímera que se recuerde como un “pudo ser”. Este sentimiento de furia no debe ser como un eslogan de camiseta o como una tentativa sin respuesta. No hay que dar nada por perdido, sino que se debe seguir aquellas teorías de Spencer, Tocqueville, Jefferson o Hayek en la búsqueda de una arriesgada propuesta utópica que encuentre en la destrucción de los símbolos políticos y estatales un designio final y válido: el de movilizar a la sociedad y recordar al colectivo, a la gran masa, que los ciudadanos somos los auténticos y únicos preceptores de un destino que nos pertenece y que debe destruir esta actualidad donde el Estado del Bienestar es un espejismo que ampara la corrupción de esos grandes estamentos que siguen riéndose del pueblo y que lucra banqueros, industriales, políticos y multinacionales. Hay que reivindicar nuestros derechos sin idealismos y conscientes de que la multitud bien organizada puede lograr sus objetivos. Al menos, que no sea por intentarlo.