viernes, 4 de diciembre de 2009

Review 'Cuento de Navidad (A Christmas Carol)'

Tenebroso cuento navideño
Fiel al espíritu de la obra de Dickens, Robert Zemeckis ofrece otro de sus virtuosos ejercicios visuales a modo de montaña rusa que no encuentra ningún tipo de magia y carece de emoción.
Esta nueva adaptación del atemporal ‘Cuento de Navidad’ sigue manteniendo y desarrollando la imaginería que un día Charles Dickens convirtiera en una de las fábulas más apasionantes de la literatura. Continúa imborrable la figura de ese desagradable anciano avaro e inclemente llamado Ebenezer Scrooge, el viejo que recibe la visita de tres fantasmas que le mostrarán pasado, presente y futuro y le ofrecerán la oportunidad de enmendar los errores de su patética vida. Su réplica enardecida a la voz de “¡paparruchas!” ante cualquier alegato navideño sigue inmune al paso del tiempo. Tampoco faltan su amenazador socio fantasmal Jacob Marley, la radiografía a la pobreza de la familia Cratchit, con el pequeño y enfermo Tiny Tim, así como la ironía del sobrino Fred o la asistenta Mrs. Dilber. Nada ha cambiado y Robert Zemeckis se rige milimétricamente al texto ‘dickensiano’ por excelencia. Pero lo cierto es que el director de ‘Regreso al futuro’ lo exprime para ofrecer otra nueva tentativa, ésta vez mucha más ostentosa, de su perseverancia a la hora de perfeccionar la innovación tecnológica que aporta el ‘performance capture’, con las mimas técnicas que ya desarrollara en ‘Polar Express’ y ‘Beowulf’.
Zemeckis se ha transformado, con su obstinación por renovar la animación tradicional, en un ‘outsider’ dispuesto a no aceptar las normas del cine ‘mainstream’, por mucho que esta nueva película lleve el sello de Disney. Y se sale por una tangente que escapa a los convencionalismos del cine comercial al uso. ‘Cuento de Navidad’ sería la prolongación del virtuosismo de Zemeckis en esta rama de la animación por ordenador. Como cabía esperar, se dan cita todo tipo de ejercicios imposibles en una montaña rusa de sensaciones y planos ilusorios que superan los límites de la expresividad de una cámara convencional, en un modelo de exhibicionismo tecnológico que sirve como lucimiento del cineasta a la hora de explotar con lucimiento y sabiduría las virtudes del 3D.
La fábula navideña y la tortura pesadillesca de Scrooge se ve salpicada de excesos acrobáticos, de largos planos secuencia con inacabables vuelos fantásticos y un tono de barroquismo mágico ensombrecido por la propia esencia de la aventura de este viejo cascarrabias. Por otra parte, a Zemeckis le siguen poniendo (y mucho) los viajes ‘espacio-temporales’. Y eso es algo que se deja ver en esta cinta adherida a dos ideas contrapuestas; la del modelo voluble de narrativa que responde más al capricho de un visionario, así como la que revela un persistente afán por concretar la evolución de las técnicas de 3D anticipadas por su énfasis de revolucionar non sólo el cine de animación, si no con miras más ambiciosas.
Destaca así la abrumante puesta en escena por los rincones de un Londres victoriano enfriado y desabrigado que refleja a la perfección el riguroso retrato de la sociedad británica durante la Revolución Industrial del siglo XIX, en la que se incrementaron las diferencias sociales entre ricos y pobres. Para Dickens la historia de Scrooged siempre tuvo un cariz de pesadilla antes que el de una fábula amable y navideña, de ahí que al Londres de Zemeckis le afecte una contracción que elude la belleza y estética navideña para fraguar su narración dentro de una gama cromática oscura y apagada. La sociedad vive rodeada de miseria y tristeza, sin poder hacer nada para que la esperanza no sea machacada por la avaricia y la crueldad que representa Scrooge.
‘Cuento de Navidad’, en este sentido’, es una película de riesgo. Y lo es porque antepone sus objetivos de fidelidad a la obra de Dickens en el flanco más sórdido de la historia. De este modo, en algunos instantes la fábula de Zemeckis parece desviarse hacia los preceptos de una cinta de terror incómoda y lóbrega, excesivamente adulta para los propósitos de una película familiar de este calado. Cierto es que no se aleja en ningún momento del hálito que posee la perdurable obra literaria de Dickens, pero está llevada tan al extremo que puede llegar a aterrar a los más pequeños, que flipan con los gélidos vaivenes de golpes de efecto, de sustos inesperados con ráfagas morbosas y ásperas, sin mostrar nunca un tono amable o cordial. Tanta es la frialdad con la que es mostrada la evolución personal de Scrogge a través de los viajes en el tiempo, que se echa de menos una pasión que nunca ve la luz, desplegando una magia impávida, muy visual y estética, pero despojada de cualquier tipo de emoción. Y, lo que es peor, sin ningún tipo de espíritu navideño.
‘Cuento de Navidad’ funciona cuando alude a las pequeñas aportaciones de la novela en su vena más macabra, como cuando, en su final, Scrooge, de rodillas ante el fantasma del futuro conoce los monstruos humanos con forma infantil que simbolizan la ignorancia y la necesidad, en la soledad de la infancia del protagonista o en la variedad espectral de inflexión amenazadora cuando el relato necesita ser emotivo y cercano. Por eso, todo lo concerniente a esa vida juvenil de adicción al trabajo en la que Scrooge deja pasar la oportunidad de vivir junto a su amor Bell (que como personaje es ninguneado por Zemeckis) o incluso, y esto es grave, cuando se tiene que enternecer a la platea con la enfermedad del pequeño Tiny Tim y la tragedia de los Cratchit, el filme se resiente con la acentuación de los matices oscuros. Únicamente, la genialidad de Alan Silvestri salpica con algo de sortilegio una sensacional acción que siempre va por delante de la narración. Tampoco hay nada que objetar a la multi-interpretación de Jim Carrey, que sabe extraer a los expresivos matices de sus personajes renderizados una gran labor interpretativa, así como los secundarios, los grandes damnificados de la película, puesto que apenas tienen tiempo en pantalla para hacer más que asomar presencialmente.
Puede que ‘Cuento de Navidad’ sea, posiblemente sea una de las adaptaciones más fieles de la novela de Dickens que se hayan consolidado dentro del séptimo arte. Sin embargo, quiere ser tan explícita y ferviente que se olvida de tributar algo de la emoción final que exige el relato, por mucho que se fortalezca la fuerza moral del legendario cuento navideña.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
PRÓXIMAS REVIEWS:'Paranormal Activity', de Oren Peli.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Tactical Nuclear Penguin: La cerveza más fuerte del mundo

Dado mi carácter pasional y entusiasta hacia esa divina ambrosía elaborada a base de cebada, agua y lúpulo como es la cerveza, no podía dejar pasar una noticia que ha dejado anonadados a todos aquéllos que, como yo, buscan siempre nuevos sabores y experiencias con este tipo de bebida, cervezas fuertes que sacudan el paladar con la exquisitez de muchos grados. Hasta el momento, algunas marcas se habían atrevido a subir la graduación de alcohol como en el caso de la Samichlaus Austriaca (14%), la francesa Belzebuth (13%), la Scaldis Belga (12%) o la candiense Fin du monde (9%). Harald Schneider anunció hace un par de años que había conseguido elaborar la cerveza con mayor graduación del mundo: 25,4%. Pues bien, la marca ha sido pulverizada por la marca escocesa BrewDog, que había ido cosechando cierto nombre en este terreno atípico por conseguir la cerveza con mayor número de grados en una botella, alcanzando los 32%.
Se trata de la Tactical Nuclear Penguin y acaba de ser lanzada al mercado. Estamos ante una productora de cerveza fundada en 2006. En sólo tres años ha logrado convertirse en la fábrica de cerveza independiente más grande de Escocia. Para James Watt y Martin Dickie, responsables de la gesta cervecera, era un reto poder desbancar a los alemanes de Schorschbraer, que habían logrado llegar a ser la birra con más potencia mundial con un volumen alcohólico de un 31%. Ya no. La Tactical Nuclear Penguin está macerada en barrilas durante meses en la isla de Arran y el secreto para obtener el máximo grado alcohólico es mantenerla a una temperatura de unos 20º bajo cero. Estamos así ante una cerveza artesanal potentísima que aborda la unión de cerveza y whisky utilizados con una complejidad hasta ahora inauditos.
En España habrá que esperar a catarla y su precio de salida son el de 35 £ cada botella. Es decir, unos 38 euros.

martes, 1 de diciembre de 2009

Muere Paul Naschy, uno de los grandes mitos del cine fantástico español

1934-2009
Waldemar Daninsky ha sido y será siempre uno de los iconos más representativos del cine de terror español. O lo que es lo mismo, el hombre que le puso rostro, Jacinto Molina. O lo que es lo mismo, el gran e imperecedero Paul Naschy. Y siempre lo será porque en la hora de su muerte, a los 75 años, su estela sigue persistiendo con fuerza a lo largo de los años, haciendo acopio de un dulce tacto para con el fantástico. Fue acérrimo defensor del cine de género. Y lo fue con una definición y fuerza admirables, lejos del prejuicio, volcado en cada filme que rodó con la vocación de un hombre comprometido hasta su final con el respeto hacia su trabajo y su obra.
Naschy representó durante años al incansable luchador y amante del terror que, de forma autodidacta, supo enraizar la cultura popular española para llevarla a otros límites, con una capacidad de metamorfosis sumamente destacables, en un amplio catálogo de monstruos, fantasmas, vampiros o asesinos que, lejos de encasillarle, concretaron su protagónica figura en el cine español del momento. Todos ellos tan voraces como inquietantes, a veces delirantes, pero en constante evolución hacia una madurez que iba en equivalencia a la vena artística de un hombre que ejerció con maestría y humildad, ajeno a corrientes y esquivando la censura, consciente de su voz narrativa basada en las referencias de la España Profunda. Pero también en las historias más lóbregas y sangrientas, en su amor por el cine y la literatura de terror que le llevaron, desde la carestía de medios y el ansia narrativa, a la internacionalización de un género común que le valió un reconocimiento unánime de un arte diferente y de difícil comprensión.
Un cine que, pese a sus desvaríos y desequilibrios, procede de un puzzle de amplio horizonte cultural, donde se conjugan mitos y leyendas, con referencias literarias o pictóricas. Paul Naschy se convirtió, a través de su obra, en un subgénero propio. Dos fueron sus filmes más representativos; ‘La marca del Hombre Lobo’, su admirada reinvención patria del mito licántropo que le hizo cálabre, el citado Waldemar Daninski, extendiendo la grandeza en ‘La noche de Walpurgis’, la que sería cuarta entrega de una saga que asciende a once títulos que tienen como protagonista a Daninsky con el rostros de Naschy. Cintas como ‘La marca’, ‘El huerto francés’, ‘El caminante’, ‘Inquisición’, ‘La bestia y la espada mágica’, ‘Dr. Jekyll y el Hombre Lobo’, ‘La venganza de la momia’, ‘El aullido del diablo’… son sólo una pequeña muestra de una filmografía que alcanza el centenar de títulos de un hombre que ejerció de guionista, productor, director y protagonista de muchas de ellas.
Hace unas semanas se lanzó desde las redes sociales, un mensaje de reivindicación para que la Academia española concediera el Goya de Honor de este año a Naschy. Físicamente, ya es imposible. Pero la deuda todavía puede ser saldada a título póstumo.

lunes, 30 de noviembre de 2009

La nueva “ola” de Google

Google sigue empeñado en revolucionar las comunicaciones en Internet. A finales de mayo lanzó, a través de Google I/O, la novedad del año en cuanto a un nuevo modelo para que las personas interactúen on-line. Por el momento, los usuarios son limitados, por lo que hasta que el sistema esté expandido, la nueva moda es sólo eso, una tendencia de actualidad que se plantea por Google como la alternativa al correo electrónico y de la web 2.0, que pretende aunar ciertos procedimientos ya asentados en la vida cotidiana del usuario. Para hacerse una idea, una “wave” es mitad conversación y mitad documento. Vendría a ser un elemento a medio camino entre el ‘chat’ y el ‘wiki’, algo complejo, más deslucido a la vista de lo que puede ser Groove, por ejemplo, pero que a su vez alberga varios protocolos reducidos a una sola ventana (http, xml, xmpp) todo ello con un sistema centralizado. Es una disyuntiva que abre las puertas a un posterior desarrollo, en el que ahora la gente prueba sus ventajas e inconvenientes. Eso sí, la cosa se ha planteado en serio, puesto que la plataforma busca espolear la masificación de HTML 5 como modelo estándar globalizado.
Google Wave ya ha llegado y con esto, un nuevo modelo que revoluciona la comunicación on-line, incorporando paulatinamente todo aquello que consume nuestro tiempo de trabajo y de ocio en una sola ventana, en un nuevo estilo internauta que se irá implementando dado su potencial hasta ahora desconocido.
De momento, funciona mediante invitación, como lo hizo Gmail en sus comienzos. ‘Un Mundo desde el Abismo’ dio la oportunidad entonces de ofrecer invitaciones a sus lectores. Por eso mismo, los cinco primeros que dejen su e-mail en este post, recibirán una invitación para poder echarle un vistazo de primera mano a las bondades de esta nueva “ola”.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Review '2012 (2012)'

El Apocalipsis va a llegar…
Roland Emmerich sigue empeñado en destruir el mundo con una más que entretenida cinta catastrofista que no engaña a nadie y superpone un recital de efectos especiales a granel y acción urgente a un drama que reitera sus habituales argucias moralistas.
No deja de ser curioso que una película como ‘2012’ llegue en un momento tan concreto como es el que se vive dentro de un cómputo de inestabilidad mundial. En estos dos últimos años se han dado cita, por una parte, la crisis económica que ha hecho tambalear la arquitectura internacional y que puede inducir a un “nuevo orden mundial” y, por otra, la vicisitud colectiva impulsada por la amenaza de la gripe H1N1, que ha transformado al mundo globalizado en otro más frágil, albergando todo tipo de alarmismos dentro de una caótica sociedad sensibilizada a la psicosis y al miedo. ‘2012’ es la metáfora de lo que está por venir, llevada a cabo a través de los estudios del Calendario del Largo Conteo Maya, que augura que el 21 de diciembre de 2012 es el fin de la civilización humana. Queda por tanto, muy poco tiempo.
Hasta que esto suceda, esta civilización seguirá inmersa en su propia especulación, acrecentando esos miedos y temores infundados en intereses propios más que ajenos. Como se dice en el filme de Roland Emmerich “el mundo, tal y como lo conocemos, desaparecerá”. La idea de Fernando Arrabal muy ‘tomadito’ en un plató de televisión y que da título a esta crítica, llevada cabo con lujo y superproducción. Es curioso que el género de catástrofes; bien sean bíblicas, bélicas, atómicas, extraterrestres, cósmicas o por invasión de virus vengan precedidas de antecedentes de decrepitud económica y sociopolítica, de ‘vulnerabilidad’ social ante la catástrofe.
Lo cierto, es que, lejos de estas causalidades fortuitas o naturales, a Roland Emmerich siempre le ha gustado jugar a destruir el mundo. Su capacidad y obstinación le han llevado a ser el actual dómine de las ‘disaster movies’. Y a esto es a lo que atiende su última obra, una de ciencia ficción milenarista decorada con un hiperrealismo digital abrumante. A lo largo de todo su desarrollo, el público está enfrentado a un contexto de continua imposibilidad malabarista, donde la extensiva prestidigitación visual deja de tomarse en serio la realidad para promover un espectáculo de épica hipertrofiada y descomedida ¿Qué es lo que se espera de este producto? Sencillamente, eso mismo. ‘2012’ es una película donde los desastres no tienen fin, en un amplio abanico de tsunamis, derrumbamientos, desbordamientos, devastaciones, erupciones volcánicas, olas gigantes, inundaciones, terremotos y toda clase de tragedias naturales que despliegan la desolación del fin de los días como un espectáculo ‘bigger than life’. Es, esencialmente, cine catastrofista.
Poco importa que haya una supuesta base de hipotética credulidad ancestral y científica sobre temática científica autoasumida como “seria”, con esos neutrinos procedentes de los procesos termonucleares del Sol que avanzan un cambio en la morfología de la Tierra afectando con un calentamiento en las capas de magma al núcleo y a su corteza. Utilizar nombres como los de Charles Hapgood, Albert Einstein o Alfred Wegener queda muy bien para darle cierto aire creíble al Apocalipsis montado por Emmerich. Simple subterfugio si con ello podemos ver en pantalla la explosión de la supercaldera de Yellowstone, cómo se hunde California o el océano inundando la meseta tibetana y comiéndose la Casa Blanca. Pero, sobre todo, es deleitable contemplar el realismo de ese desmembramiento de la cúpula de San Pedro del Vaticano, desde la fragmentación ‘La creación de Adán’ de Miguel Ángel hasta ver desplomarse todo el Vaticano con el Papa dentro sumergiendo entre los escombros a miles de fieles rezando ante tamaño infortunio.
Puede parecer exagerado, pero ahí está la gracia de ‘2012’. Emmerich no sabe de comedimientos. Sólo así es aceptable vislumbrar que los nudos narrativos se recompongan una y otra vez sin dar tregua a la coherencia. Precisamente por eso, porque todo es excesivo. Y porque Emmerich, se quiera o no, sabe fragmentar esa reiteración, es decir, que cuenta cada cierto tiempo lo mismo, de una manera diferente. Siempre bajo el yugo de la desproporción. El resultado: la película dura más de dos horas y media para ofrecer, una y otra vez, sus secuencias de acción reincididas en la cabriola inverosímil, con situaciones fuera de toda lógica, donde lo digital es tan denso y ostentoso que se vigoriza con la acción urgente, casi precipitada.
Incluso se permite el lujo de proyectar sobre la trama un fondo de crítica a los valores humanos de los más poderosos, puesto que en ‘2012’ los privilegiados que van a lograr la gesta de la supervivencia lo hacen mediante talones de mil millones de dólares para salvar el pellejo a la catástrofe. La civilización, como tal, no importa. La absurda idea de crear una nueva Arca de Noé con parejas de animales y gente seleccionada genéticamente es tan loca como la de excusarse a tal disparate con una frase como “la selección natural hará el resto”, terminando con un destino terrenal como es África, el continente del que procede el primer ser humano, el regreso a los orígenes y que, actualmente, está olvidado y despreciado por el mundo desarrollado. Todo, ironía y aticismo. Hasta existe cierta intención invectiva dentro de su discurso político no tan desatinado, como es el ocaso de Estados Unidos y el esplendor de China como superpotencia. Pese a ello, ‘2012’ respira auténtico delirio.
Más allá del entramado de pantalla azul con postproducción digital y efectos especiales de inalcanzable excelencia, el ‘dramatis personae’ se sigue circunscribiendo, como en casi toda la obra de Emmerich, a una sola obsesión; la necesidad de un padre por recuperar la unidad familiar a través de su hijo. El tema paternofilial toma las riendas del drama, abundando la idea de separación entre padres e hijos (ojo, sólo de padres, porque las madres están aquí anuladas); John Cusack quiere recuperar a su hijo, que ha encontrado otra figura paternal en el novio de su madre, Tom McCarthy. Chiwetel Ejiofor llama a su anciano padre que está en un bolo dentro de un crucero trasatlántico con su pareja artística de ‘jazz’, otro vejete que, cuando las cosas van a peor, también llama a su hijo, con el que no se habla en años por casarse con una china. Incluso los personajes más antipáticos del filme, como ese magnate ruso de voz desagradable que tiene una amante buscona, únicamente quiere salvaguardar a sus insoportables gemelos gordos de pelo ensortijado. Y claro, no podía faltar el heroico Presidente de los Estados Unidos de América, interpretado por Danny Glover, que se queda con sus conciudadanos para llamar a su hija y decirle que es lo mejor que le ha pasado en la vida, pero a la vez es el patriarca ejemplar de una nación cuando sale al exterior de la Casa Blanca y busca a los padres de una niña que se ha perdido ante la incertidumbre del final de la Humanidad.
Sin embargo, no hay que llevarse a fingimientos ni engaños, porque ‘2012’ no decepciona. Emmerich (y su ademán de guionista, el compositor Harald Kloser), se muestra inocente en intenciones y despliegue dramático, asumiendo en todo momento sus limitaciones, dejándose llevar por todos los ungüentos discursivos que doten a su fábula de un tono moralista, cuya máxima se rige en que prevalezca el heroísmo, la fraternidad y la unión familiar. Aunque es también muy listo y sabe ser cruel y sardónico con la sensación de fatalismo, de oscuridad y miedo que recrea en pantalla. La película es muy divertida. No es más que una descomunal orgía de hecatombe y destrucción, donde un ecocataclismo que ‘supuestamente’ puede llegar a ser real es aquí un parque de atracciones para deleite de un espectador que asiste al Fin del Mundo, con sus consiguientes lecturas, como si lo hiciera a un circo bautizado, irremediablemente, como “el mayor espectáculo del mundo” en el que, como no podía ser de otro modo, no falta hasta un dudoso ‘happy end’.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
PRÓXIMA REVIEW: 'Cuento de Navidad', de Robert Zemeckis

martes, 24 de noviembre de 2009

Lecturas sadomasoquistas de 'El club de la lucha'

A propósito de ‘El club de la lucha’, del gran visionario moderno David Fincher, se puede sacar alguna que otra conclusión de todo tipo acerca de esta obra de culto. Más allá de departir sobre el materialismo que nos condena en esta época de consumismo, nos tiraniza y ello sirviera de excusa a Chuck Palahniuk para revelar nuestra personalidad más profunda, para utilizar nuestra libertad personal y colectiva (algo manifiesto en el filme) y para negar una sociedad que nos maneja y nos putea, desglosamos también un filón que yo había pensado sutilmente, pero no había concluido en la manera en que lo hicimos ayer.
Gran parte del misterio de esta obra maestra de nuevo cuño está en una posibilidad abierta de cómo a pesar de ser una historia formalmente y narrativamente heterosexual, la historia de Jack y/o Tyler Durden incorpora a su ambivalente filosofía y a su turbulenta iconografía algunos elementos que algún tipo de subcultura gay. Veamos, el tema está en que los personajes de Edward Norton y su ‘otro yo’, Brad Pitt, luchan junto a otros hombres medios desnudos en sótanos urbanos. También es cierto que el club, a modo de regla social, es “sólo para hombres”, donde sacan al exterior la violencia que les ahoga, que surge de un trabajo sumiso, aburrido, de burócratas frustrados y yuppies sin éxito o, en el reverso, pobres tipos que carecen de personalidad o que no han encontrado solución a sus problemas en los grupos de autoayuda. Todos ellos rezuman masculinidad y frutración, y encuentran la libertad catártica a través de la lucha cuerpo a cuerpo. Para Jack/Durden la violencia y el placer se manifiestan estrechamente unidos incluso entre estos hombres que parecen querer reafirmar su hombría y su atavismo en un perímetro mucho más sucio e inmundo que los más convencionales gimnasios para ejecutivos.
Es entonces cuando surge la figura del necesario filósofo Michel Foucault, del cual se ha comentado en algún artículo que escribió sobre experiencias en clubes de sadomasoquismo de San Francisco. Para Foucault, el descubrimiento del placer a través de las relaciones de poder y dolor físico supuso una importante revelación sobre la que no pudo resistirse a escribir, a pesar de no hablar demasiado sobre su homosexualidad. Con esta línea de pensamiento, vienen a la memoria gente como Gayle Rubin, Jeffrey Weeks o Leo Versan, escritores que teorizaron acerca de los desafíos teóricos planteados por Focault a raíz de sus viajes sexuales a las oscuras subculturas del cuero en garitos de mala muerte. Algo que, a buen seguro, inspiró a Palahniuk para escribir su novela.
La idea del sadomasoquismo como un circo de las relaciones de poder existentes en la sociedad moderna puede resultar algo simple, pero sin duda gran parte de la fascinación, el temor y aversión que produce el sadomasoquismo tiene su origen en esa puesta en evidencia a través de una visión arcana de las relaciones humanas, donde todas ellas encuentran un toque de erotismo presidido por la dominación, el control, el intercambio de roles, el castigo y la humillación.
No hay extraer como conclusión, siguiendo todo esto, que la cinta de Fincher pueda ser subversivamente gay (nada extraña si aludimos a la condición sexual de Palahniuk), si no que hay que hacerse otro tipo de preguntas como: ¿Y si ‘El club de la lucha’ va más allá en su disyuntiva a las muchas preguntas que debería hacerse el ser humano? ¿Y si tampoco es una respuesta a las inmundicias que rodean a nuestra cultura popular? ¿Y si, por alguna casualidad, podría verse como un manifiesto que aboga por el sadomasoquismo como vía de escape, como sometimiento a diversas formas de libertad que alivian el dolor de vivir?

lunes, 23 de noviembre de 2009

Hostias en 'slow motion'

Hostia (Del lat. hostĭa).
3. f. vulg. malson. Golpe, trastazo, bofetada.
Los puñetazos duelen. Esto es algo categórico. Quien haya recibido alguna vez un contundente puño en su cara sabrá a qué me refiero. La acción de golpear, generalmente a otra persona, como método de ataque o defensa, supone una agresión física que no suele hacer mucha gracia al que lo recibe. Sin embargo, cuando la curiosidad por ver cómo y de qué manera reacciona el rostro humano ante estos impactos de un golpe bien dado, utilizando las más modernas técnicas del ‘slow motion’, este acto de violencia y choque se transforma en un momento tremendamente divertido. Los impactos de este vídeo desencadenan efectos imprevistos y reacciones más cercanas al humor que al dolor.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Polémica 'gasoliana': madre no hay más que una

La cosa es así. Hace unos días, María Luisa Sáez, la madrísima del jugador internacional y ganador del último campeonato de la NBA con Los Ángeles Lakers Pau Gasol salía a la palestra del mundo deportivo con unas polémicas declaraciones que afectaban directamente a los representantes de su hijo. Enrique Rodríguez (Meta Image) y Arturo Ortega (Interperfomances) han sido el centro de las críticas de la progenitora de los Gasol, a los que ha acusado directamente de “chuparle la sangre a su hijo”. En su exceso de proteccionismo económico, ha aireado cuestiones de peculio que afectan a su mediático hijo. Sáez, en una entrevista publicada en ‘La Gaceta Intereconomía’, afirmaba que estos dos sujetos se habían “apropiado” de los derechos de Pau y no paran de sacarle las ‘perras’ en un incremento evolutivo. “Empezaron con un 15 %, luego subieron a un 18 y ahora quieren un 20”. Además asegura que a Pau “le tienen comida la cabeza y él no se da cuenta”.
Se podría pensar que es un gesto maternal en beneficio de los intereses de Pau. Sin embargo, al de Son Boi parece no haberle hecho mucha gracia, desdiciendo las declaraciones de su madre. “Me gustaría aclarar que Enrique Rodriguez y Arturo Ortega son mis amigos y mis representantes. Son personas que gozan de toda mi confianza personal y profesional, gracias a ellos he crecido en muchos niveles fuera de la cancha. Son parte muy importante de mi reducido círculo de colaboradores y espero seguir contando con ellos por mucho tiempo”. Estos dos ‘managers’ han conseguido que Gasol haya alcanzado el puesto número 11 en los jugadores que más cobran de una de las ligas más rentables y ricas del deporte mundial. El jugador español se encuentra en este privilegiado ‘ranking’ por encima de figuras como Kevin Garnett o Yao Ming. La cifra, que supera los con creces los 16.000.000 de dólares tiene un incremento en el beneficio debido a las ganancias relativas a su imagen comercial. Se calcula que unos 25 millones anuales. Cifras que hacen palidecer a las estrellitas del deporte rey donde tanto se polemiza en sueldos dentro de este país. La mamá de Gasol puede estar tranquila con lo que gana su vástago, que ha demostrado una vez más que está por encima de estos temas. A él lo que le importaba de verdad era su regreso. Y lo demostró español liderando a los Lakers con 24 puntos y 13 rebotes en su victoria ante Chicago Bulls.
Frases como “…lo peor son los contratos que le ofrecen. Sacan mucho dinero de mi hijo. Le hacen anunciar coches como SsanYong cuando tiene ofertas de otras marcas mejores como Porsche o Mercedes. Hay muchos asuntos negros detrás y le están chupando la sangre” hacen evidente que la amiga María Luisa Saéz estaría mejor callada, sin meter las narices en asuntos ajenos al orgullo por tener un hijo como el que tiene.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Review 'Celda 211'

La visceralidad del submundo carcelario
Daniel Monzón obtiene su mejor película con un ‘thriller’ donde ritmo y suspense no dan tregua al espectador. Una ejemplar obra de gran calidad en la que destaca, sobre sus muchísimos valores, la excepcional interpretación de un inspirado Luis Tosar.
La libertad queda lejos cuando la cámara se inmiscuye en las vidas de los presidiarios que ven pasar la vida entre los barrotes, bajo los fríos muros de la soledad. El género carcelario ha sido testigo de historias donde el ardimiento más oscuro anida en los infiernos de intramuros. El tormento físico y psicológico se une a una angustiosa claustrofobia, donde la irracional violencia del colectivo tiene que explotar por algún lado. ‘Celda 211’ se mete de lleno en ese submundo del caos, entendiendo perfectamente las posibilidades dramáticas de su argumento, recreando el universo de sordidez al que se enfrenta un joven funcionario de prisiones que se ve envuelto, en su primer día de trabajo, en un motín de unos presos hartos del autoritarismo extremo. Por ello se hará pasar por un preso recién llegado.
Daniel Monzón recrea con impulso y vehemencia un ‘thriller’ que se nutre de la acción por todos sus costados, sin renunciar a su compromiso con la historia y el género en ningún momento. Su violencia expositiva se manifiesta desde su primer fotograma, con gran crudeza, despojada de cualquier tipo de efectismo a lo largo de su desarrollo. Una violencia que no es purgada con comedimientos estéticos, que supura un realismo que obliga al espectador a una disposición aceptada ante la crudeza de sus imágenes. Monzón, a través de esa actitud beligerante y valiente, opta por conseguir como propósito que la atmósfera en la que envuelve a su fauna entre a saco con una lograda claustrofobia, que ventea su mugre ambiental en un contexto de encierro que hará evolucionar a sus personajes, endureciéndolos o ablandándolos, en su evolución como grupo y como seres humanos.
‘Celda 211’ narra, de esta manera, el infortunio de un personaje que está en el sitio equivocado en el momento incorrecto, expuesto, por el azar y el destino, a una tesitura en la que debe sobrevivir con instinto de metamorfosis, pasando de ser un cordero asustado a un lobo vengativo llevado por unos dramáticos acontecimientos que le convierten en una bestia a la altura de los peores ‘malnacidos’ que controlan los movimientos del motín. En esta apasionante espiral de violencia y de tiempo se mueve una cinta que desprende un poder de seducción inapelable, en su descripción de un ambiente marginal y opresivo, que podría responder al estereotipo de preso cinematográfico, muy genérico. En cierta medida es así. Sin embargo, la grandeza del filme y su sustancia es la de desafiar la superficialidad, la transcripción de referencias. Monzón elude propagar cualquier tipo de obediencia a lo establecido, utilizando los formulismos del género, sí, pero evitando caer en los estereotipos y superarlos, confrontando intenciones y resultados un trabajo admirable, se mire por donde se mire.
Lo que consigue es responder a los códigos identificativos de su cine y estilo, más libres a la hora de jugar con un ritmo y suspense que no abandonan su trama en ningún momento, dotando a la puesta en escena carcelaria con un agresivo éter de fatalidad. Destaca, por encima de sus otras (y son muchas) virtudes, el brillante sentido del ritmo visual y narrativo. En ‘Celda 211’ la acción se superpone al verbo, los personajes están medidos, perfectamente definidos en intenciones y templanza, equilibrados en su retrato a la hora de llevarlos al límite, con diálogos excepcionales que dejan espacio al humor y al drama, sin perder de vista su continuidad de ‘thriller’ de acción.
El propio cineasta, en comunión con el gran Jorge Guerricaechevarría, lleva a buen puerto una prodigiosa adaptación de la estupenda novela de Francisco Pérez Gandul, dando forma a un valeroso guión donde la política y la reclusión se unen con un factor que propone un realismo atroz cuando se trata de utilizar rehenes terroristas de E.T.A. para negociar otras prioridades por parte de los reclusos que exigen mejoras con su particular rebelión de los FIES, los ocupantes de los módulos de presos más peligrosos. Un factor político y policial que proporciona una coartada de justicia alternativa, que justifica la probabilidad de éxito de los internos de la prisión para magnificar la furia de éstos en sus exigencias de mejora de los reglamentos penales.
No obstante, existe cierto maniqueísmo a la hora de enfrentar a los que protestan con intimidación y fervor y a los que, desde el exterior, pretenden acallar las voces disonantes desde las altas esferas, desde la burocracia que considera a los convictos como basura silenciosa con la que negociar para evitar trascendencias de ningún tipo. No importa. Todo funciona como una maquinaria de relojería en esta introducción y vivencia dentro de un universo reconocible, en el que cada cual busca sus propios intereses.
Sin destripar su contenido o giros, los componentes de dramatismo y tragedia se exacerban con demasiada facilidad. Y es una pena, porque hubieran funcionado igualmente como un poco más de sutileza o ambigüedad. Por un instante, todos los acontecimientos se suceden de forma fulgurante, sin dar tregua. Es lo que se busca, por eso los ‘set pieces’ de la pareja a punto de ser padres, del joven funcionario y sus anhelos, de su felicidad conjunta… se aprecian con algo de permisión y empacho, necesarios para aliviar algo la claustrofobia del relato. Aunque es cuestionable su punto de partida, la improbable amistad de dos personalidades antagónicas que se unen en un impasible lapso de guerra y lucha por sobrevivir y la transformación de uno en el otro y viceversa, a ‘Celda 211’ se le perdonan todos sus defectos, sus artimañas argumentales o sus inapreciables imperfecciones que son producto, casi siempre, del azar y del destino sobre los hechos que se van fraguando, como su precipitado final, que se baña en las aguas de la desproporción y énfasis por el sensacionalismo.
Aquí hay algo que impera sobre las demás. En el instante en que Malamadre se presenta, ése personaje destinado a trascender con su magnitud imponente y su voz ronca, un bárbaro que acojona y seduce a partes iguales, todo lo demás parece dar igual. Luis Tosar compone una interpretación tan colosal que cualquier cosa que salga de su boca, ya sea para sacudir, hacer reír o amenazar con intimidación, patentiza una admirable credibilidad que se va contagiando a sus acompañantes, reales composiciones de ‘chusma’ de cárcel. Como esa sobrecogedora naturalidad con la que Luis Zahera interpreta a “Releches”, con la sutileza de acento de Carlos Bardem a la hora de dar vida a ese sicario mexicano “Apache”, Antonio Resines un poco desubicado y sobreactuado o Manolo Solo, como honesto individuo lleno de mierda como todos sus compañeros. Incluso el joven Alberto Ammann va graduando su interpretación hasta lograr dar una convincente réplica a Tosar. ‘Celda 211’ es, posiblemente, la mejor película española que dará este 2009.
Y lo es porque es honesta con sus intenciones genéricas, porque destila visceralidad, porque es directa y cruda y atiende a unos objetivos alcanzados con gran facilidad. La última propuesta de Daniel Monzón golpea con fuerza en la retina del espectador, sobrecogiendo y conmoviendo sin aparente dificultad. Y lo que es mejor, lo hace solidificando un ‘thriller’ como la copa de un pino. Monzón, que debutara con la fallida ‘El corazón del guerrero’, reivindica con notables argumentos la valía no sólo de un director que ha logrado su mejor y más aplaudida película, sino el testimonio tangible de una nueva vía de escape al ostracismo temático del cine español. ‘Celda 211’ es el mejor ejemplo de disyuntiva versátil y atrevida. Una muestra de ganas de cambio, que se adjudica una variable añorada en los tiempos de cine nacional que corren: la de un cine de género sin excusas para la ramplonería, sin subestimar en ambición.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2009
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miércoles, 18 de noviembre de 2009

La divertida estela de R2-D2 en 'Star Trek'

Uno de los rumores de ‘cameos’ más recurrentes en lo que va de año fue la filtración por parte de los acólitos de J.J. Abrams sobre una breve aparición casi imperceptible del droide R2-D2 de la Saga ‘Star Wars’ dentro del ‘remake’ de su “adversaria” cinematográfica ‘Star Trek’. El creador de ‘Perdidos’ no declaró nada al respecto. Dejó correr el chisme como la pólvora entre los ‘fans’ y sabedores de que este inquieto creador de fantasías modernas es un seguidor declarado de la serie de George Lucas. Pues bien, con la salida del filme de Abrams al mercado de DVD y BlueRay, ahora el rumor se engrandece al certificarse que la propia ILM "confirma" este cameo de D2 y que se puede ver en una escena flotando en el espacio... Siguiendo con la broma, hay quien dice que R2-D2 también tiene una minúscula aparición en la secuela de ‘Transformers’, en este momento puntual…
No perdón, disculpad, en este otro…