miércoles, 23 de mayo de 2007

El nuevo reportero de 'CQC'

Un pequeño instante para la amistad abismal.
Se produjo el debut en el televisivo ‘CQC’ del gran Antonio Castelo, el joven cómico valenciano de promisorio futuro que ya en su primera aparición se mostró de un modo radicalmente desenvuelto, con una actitud abrasiva, ejecutando una impecable labor y poniendo en difíciles encrucijadas a todo el sector político con sus inoportunas preguntas y desafíos. Y así será a partir de ahora. Castelo vuela alto, dando al programa el reportero irónico y gamberro que necesitaba el nuevo ‘CQC’. Y en plena campaña electoral. Y en su segundo programa como ‘man in black’… tiene un ‘mano a mano’ con el inefable José María Aznar. El viernes, en Telecinco.
Él mismo se define en su web como humorista (fomentando su ingenio dentro del género ‘stand up’) y guionista que escucha música ‘surf’, cultiva el gusto por el boxeo e intenta aprender a tocar el banjo. Tras sus inicios como presentador de todo tipo de magazines y espacios de humor en Sí Radio y UPV Radio, Castelo se pasó a la televisión curtiéndose como show-man escribiendo, produciendo y dirigiendo ‘Ciudadano Freak’ en la UPV TV., para recalar en la Televisión Autonómica de las Islas Baleares (donde siguió perfeccionando su carrera como guionista y colaborador en el night show ‘Schwartz & Co.’) hasta llegar finalmente a la televisión estatal en ‘Buenafuente’, donde ejercía el papel de becario, un eficaz trabajo que ha servido como escalón evolutivo y le ha brindado la oportunidad para presentarse como el nuevo reportero que el programa de Manel Fuentes necesitaba.
Además, Castelo hizo sus pinitos como cortometrajista con una estupenda ofrenda al cine ‘tarantiniano’ titulada ‘Tribute’.
Un tipo prolífico este Antonio Castelo.

martes, 22 de mayo de 2007

122 millones de dólares…

…es la cifra que ha registrado en el Box Office durante su primer fin de semana ‘Sherk The Third (Shrek Tercero)’, abultando la leyenda taquillera de sus predecesoras, que hizo 108 millones en el mismo periodo de tiempo con su anterior entrega. Se convierte así, en la película de animación con el récord de entradas vendidas en tres días de la Historia.
Sin embargo, la cinta animada producida por DreamWorks Animation y distribuida Paramount y que llegará a las pantallas españolas el próximo 22 de junio no ha superado los 151,1 millones de dólares que obtuvo la deplorable ‘Spider-Man 3’ ni los 135,6 que amasó la segunda parte de ‘Piratas del Caribe’ el verano pasado.
¿Alguien duda que este jueves 24 la tercera parte de las aventuras de Jack Sparrow no dinamitará estas cifras? Veremos.

domingo, 20 de mayo de 2007

SMP (XVI): Old Creepy Ads: Publicidad retorcida

Estos días en Barcelona se ha celebrado Construmat, un descomunal acontecimiento bianual donde 4.500 empresas de todos los sectores de la construcción presentan sus productos y novedades a los profesionales de todo el mundo. Este año, más allá del alcance de cualquier dato técnico del evento, la feria ha saltado a las noticias por la forma en que el departamento de Trabajo de la Generalitat ha querido llamar la atención para concienciar a la población sobre el aumento de fallecidos en accidentes laborales, situando para ello una foto gigante que cubre los 101 metros de largo de la pared del vestíbulo de la estación de tren y metro de Plaza España con una polémica imagen en las que se pueden ver los pies de las víctimas mortales por accidentes laborales con una ficha atada al dedo gordo que les identifica y cita la causa de la muerte.
Una publicidad polémica, sin duda alguna. Pero no es la única. Acostumbrados a las campañas de la Dirección General de Tráfico (aunque José María Aznar cuando se entorza a vino se las pase por el forro de los huevos), a las últimas polémicas de Dolce & Galbana y sus supuestas alusiones alegóricas a la violación, Armani Junior con niños que, según La Asociación de Defensa del Menor, son ultrajantes para la infancia e incitan a la pederastia o la de la MTV España utilizando polémicas fotos de traseros con marcas de rotulador, es curioso cómo a lo largo de la historia, fuera de nuestras fronteras, los anuncios con cierta dosis de provocación, controversia y cinismo también han sensibilizado al espectador con otras campañas para suscitar que el cliente compre todo tipo de productos; desde cuchillas de afeitar para que quede la piel como la de un bebé, cigarrillos con aromática fragancia (no apta ni para Bruce Willis ni para su personaje, John McClane), para probar extrañas máquinas Max factor que evaluaban milimétricamente los rasgos faciales, delicioso chocolate amparado en la imagen de un payaso que bien podría ser un sociópata, productos de higiene femenina con un simpático toque ultramachista, auténtica carne autorebanada por un sonriente cerdo o aquellas míticas operaciones de marketing para el consumo de carne que ponen los pelos de punta.
Todo, en esta impagable galería de la no menos mítica página Weirdomatics que recoger estos ‘advertisement’ bajo el denominador común de ‘Old Creepy Ads’, de la que soy un enloquecido admirador.

viernes, 18 de mayo de 2007

Promoción sin complejos

¿Hasta dónde puede llegar la promoción de una película?
Jerry Seinfeld parece que lo tiene claro. Se convirtió ayer en la figura del día dentro del 60º Festival de Cannes, promocionando de esta guisa ‘Bee Movie’, nueva cinta de dibujos animados de DreamWorks de la que es guionista, productor y actor de doblaje. El cómico norteamericano fue lanzado desde lo alto del hotel Carlton, volado sobre la Croisette ante los ojos de todos los asistentes al certamen que pasaban por allí. Después, ofreció una rueda de prensa a los periodistas como presentación mundial del filme de animación.

jueves, 17 de mayo de 2007

Review (con retraso): 'Spider-Man 3'

Esto no es ‘Spider-Man’
Sam Raimi enflaquece los logros de las anteriores entregas ofreciendo un filme debilitado por su consecuente insustancialidad propugnada en la constante estulticia de todos sus elementos.
Teniendo en cuenta la expectación que había generado el que es considerado “filme más caro de la historia hasta el momento”, ‘Spider-Man 3’, precedida por dos antecedentes que, a diferencia del ciclón de adaptaciones de Marvel (a excepción de la saga ‘X-Men’), lograron cierta solidaridad de criterios a su favor, lo mínimo que se esperaba de esta tercera aventura del arácnido era la consolidación del mismo nivel y calidad de sus predecesoras. Pero no ha sido así. Ni mucho menos. Una película que comienza proponiendo un poco más de lo mismo: Peter Parker es feliz junto a Mary Jane, comprometido con su trabajo al servicio de la armonía y la paz en Nueva York, siendo el mismo don nadie que esconde bajo su anodina personalidad el héroe que cuenta con una gran aceptación pública. Sin embargo, a M.J. no parece irle tan bien en su sueño de ser actriz y Parker parece más preocupado en sí mismo que en la tristeza de su amor eterno. Es el embrión dramático con el que arrancan las preocupaciones y deseos de sus protagonistas, de sus miedos y angustias.
Pero, por supuesto, en esta tercera entrega, el compromiso con la acción y el espectáculo debían patentizarse en el enfrenamiento con antiguos y nuevos enemigos del superhéroe arácnido, en los que también (faltaría más) existen diatribas existenciales para todos; Sandman es malvado por amor a su pequeña hijita enferma, Harry Osborn no olvida su desagravio fraternal contra Spider-Man y Eddie Brock es humillado por Parker con su consiguiente resentimiento. La confluencia del melodrama, el espectáculo de acción sustentado en los efectos generados por ordenador, cierto toque de comedia humorística y un abrumador convencionalismo eran de esperar en la nueva travesía humana del personaje creado Stan Lee y corporeizado por Steve Ditko. Pero no hasta los extremos de caricatura y ridiculización que exhibe este sonrojante tercer episodio cinematográfico de Spider-Man.
A medio camino entre el serial adolescente, comedia sin gracia, empalagosa moralina de obsceno simplismo y un redundante despliegue de efectos desperdiciados e infructuosos en secuencias de acción reiterativas, ‘Spider-Man 3’ es una desfachatez, una tomadura de pelo en toda regla sustentada en la constante estulticia de sus diálogos, en su desarrollo narrativo, en la afrenta con la que un Sam Raimi, irreconocible, perdido en su propia complacencia, ha tratado al héroe, llenando de opulencia barata su otrora innovador cine. Destaca así, por encima de sus inapreciables virtudes, un desprecio sin parangón hacia personajes como Gwen Stacy o Eddie Brock/Venom, lacerados como personajes en roles gratuitos y descuidados. Es bochornoso, por ejemplo, el ridículo al que llega el triángulo amoroso formado por Peter Parker, Mary Jane y Harry Osborn, la exhibición caricaturesca de Parker cuando descubre el poderoso influjo del traje simbionte o ese improbable final en el que lo único que falta es que Spider-Man se dé un abrazo fraternal con Sandman/Flint Marko en una secuencia que bordea lo lacrimógenamente grotesco.
La sensación en todo momento es la del absurdo, la del incomprensible mejunje que, por si fuera poco, juega a engarzar un discurso moral de lo más melindroso: “Debemos elegir lo que hacemos porque uno es responsable de sus actos”. Con todo esto, a nadie le importa su subvertida y facciosa crítica moral contra el poder y la fama, motivos suficientes para enturbiar una naturaleza heroica que infecta esa simbionte alienígena que la sociedad conoce como la normalizada ambición por el éxito y la celebridad. Tampoco la ambigüedad del héroe, ni sus problemas por contener el entusiasmo social por su figura, desatendiendo la relación que motiva sus actos. Un filme corrompido por la ínfulas de chocarrero espectáculo sin pulso, sin gracia, y lo que es peor, por la inconsecuencia para con sus elementos cardinales y con sus personajes. Da pena apreciar el declive con el que se mueve Peter Parker/Spider-Man, muy depauperado si lo equiparamos a las anteriores cintas, las cuales, sin entrar a valorar sus bondades o defectos, mantenían una coherencia perdida aquí por lo desatinado de una adaptación infame y poco menos que injuriosa.
Se echa de menos, por tanto, la mano de David Koepp, Michael Chabon, Alfred Gough o Alvin Sargent, guionistas de las dos películas precedentes que, en mayor o menor acierto, hicieron lo posible por no perder el sustento del espíritu épico y realista de entretenimiento que destilaban las páginas del cómic marveliano, con la aparente insignificancia de las acciones, el reflejo exacto de la personalidad de Parker o los diálogos ‘teenagers’ que determinaron las aventuras del joven superhéroe, acoplándolo de un modo intertextual a la historia de Spider-Man.
En palabras agrestes y ofensivas, tanto como la actitud de Raimi en esta olvidable tercera parte, ‘Spider-Man 3’ es “una puta mierda”, reproduciendo el comentario de un conocido aficionado a los cómics salmantino que salió, como parte de la platea, decepcionado e indignado con lo visto en la pantalla.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2007

FINAL UEFA 2007: Que viva el fútbol

La euforia del ganador se contrasta brutalmente con las lágrimas del perdedor. Eso, es algo que jamás podrá eliminarse de las finales de cualquier competición deportiva de máximo nivel. Pero cuando los deportistas, supeditados con el juego y a la colectividad de un único objetivo como es ganar con honor, elaboran los sueños con los que se confeccionan las grandes gestas, consiguen lo que han logrado el Sevilla F.C. y el R.C.D. Espanyol esta noche. Desbordar de sentimientos, de emoción y de irrepetible hazaña un choque futbolístico que ha magnificado su esplendor hasta extremos puramente legendarios.
Bajo la incesante lluvia, la final de la UEFA ha sido otro de esos partidos memorables, de los que se hablará dentro de muchos años como de un partidazo histórico, donde ha habido de todo; espíritu ganador por parte de ambos bandos, inesperados goles que han caldeado hasta el infarto los ánimos de las dos aficiones, un resultado justo y la inefable lotería de los penaltis como trágico desenlace a una prórroga apoteósica. El Sevilla ha conquistado la UEFA por segundo año consecutivo tras una final para enmarcar. De esas de paro cardíaco, de momentos imposibles cada diez minutos; cuando Adriano marca el primero para el Sevilla en el minuto 18, el empate llega en el 28, con un tanto de Riera. Tras el 1-2 de Kanouté en el tiempo de descuento, en el minuto 105, diez minutos después Jonatas hace posible el milagro para el Espanyol empatando cuando todos celebraban ya el éxito del Sevilla. Pero las tres paradas de un formidable Palop en la tanda definitiva del k.o. han convertido al cancerbero sevillista en el héroe de esta magnífica noche de fúbol y ha sumido a su vez al Espanyol en la reincidente amargura, víctima de las mismas lágrimas de aquel recordada y funesta noche de 1988 en Leverkusen.
La dinámica, el juego, el espectáculo y la poderosa energía del fútbol han vuelto a ver la luz en el Hampden Park de Glasgow, dejando claro que el balompié, de vez en cuando, hermana a todos los aficionados, haciendo disfrutar de un deporte de altibajos con gestas como las de hoy. No quiero imaginarme los nervios de los seguidores de uno y otro equipo durante el partido, ni la adversidad de los espanyolistas en su desenlace, ni tampoco la exaltación arrebatada de los campeones. Porque más allá de las sensaciones por parte de los dos equipos, esta noche ha prevalecido, por encima de todo, el buen fútbol.
Mi más sincera enhorabuena a los campeones y mis condolencias a esos dignísimo perjudicados por el caprichoso infortunio. Los devotos de otros equipos dolientes, tenemos bastante con la angustia agónica de nuestros equipos en la liga. Y estos momentos de gloria ajena, hacen eludirnos efímeramente de una dura realidad que convertirá la frustración en felicidad y demencia si logramos salvarnos de la Segunda División o nos hundirá en lágrimas mucho más dolorosas que las derramadas hoy por el Espanyol en Glasgow.

miércoles, 16 de mayo de 2007

lunes, 14 de mayo de 2007

John McClane deja el tabaco

Dentro del mundo de Hollywood existe un infernal organismo de censura llamado la MPAA (Motion Picture Asociation), que se ha dedicado a propagar unas directrices morales y políticamente correctas dentro de las producciones norteamericanas con más presupuesto, prohibiendo los elementos que consideran vedados para que una película sea accesible para todos los públicos o arrastren alguna de las letras que llevan consigo la temible frase ‘para adultos’.
Pues bien, John McClane, uno de los culminantes iconos del cine acción contemporáneo y referencia emblemática para una generación de espectadores que crecieron con sus aventuras bien fuera en el Nakatomi Plaza o en el Aeropuerto y las calles de Nueva York, va a dar una onerosa lección de moral gracias a la recta personalidad del actor que lo interpreta. Bruce Willis está empeñado en que dentro de su cuarta aventura en la piel de McClane, éste no aparezca fumando en ninguna de las secuencias para acatar así las directrices sobre este tema dentro de la MPAA.
“Fumar es un hábito repugante. Y no quiero ser responsable de que cualquier chaval quiera empezar a fumar porque crea que es guay sólo por ver a mi personaje hacerlo”, ha afirmado Willis.
¿Pero qué coño es esto?, pensaréis. Pues además de una noticia aparecida en Starpulse, la verificación de que tanta corrección y buenas maneras lo único que acaba acarreando es una supina imbecilidad sin parangón.
La cuestión es… ¿Seguirá la cuarta parte de ‘Die Hard’ las coordenadas éticas sugeridas por esta temible organización que lucha por unos insostenibles códigos decorosos en lo que respecta a la violencia? La respuesta: el 7 de septiembre.

jueves, 10 de mayo de 2007

Review 'La fuente de la vida (The Fountain)', de Darren Aronofsky

La Muerte como principio de la Vida
Después de seis años alejado de las cámaras, Aronofsky regresa al cine con una compleja película que fusiona el género fantástico con una críptica historia de sentimientos y de alegorías sobre la vida y la muerte.
Darren Aronofsky no es, ni de lejos, un cineasta convencional. Su primer largometraje ya iba anunciando la personalidad temeraria de un aspirante a visionario cuyas fábulas no iban a ser precisamente historias al gusto del gran público, pero sí obras donde el potencial innovador estimulara a ese grado tan difícil de encontrar en el cine actual como es la sublevación ante el formulismo. Su debut ‘π (Pi)’, rodado en blanco y negro, narraba una frenética odisea a medio camino entre la conspiración y la paranoia de un matemático que cree descubrir en el álgebra la verdad final sobre el universo, viéndose inmerso en una cruzada entre una compañía de inversores y una heterodoxa secta judía que entiende concibe su hipótesis como un camino a Dios. Ya no sólo el argumento se salía de cualquier expectativa comercial, Aronofsky dejó claro que su narrativa furiosa, llena de alteraciones formales y mixturas de otros artes, habían abierto una espinosa puerta a la transformación fílmica.
Su estilo, muy cercano en analogía musical al ‘tecno jungle’, combinó ‘loops’ de todo tipo, bucles de imágenes y sonidos reiterativos, donde la entidad del ‘videoclip’ o la exacerbación visual proponían una encendida nueva manera de hacer cine. Fue sólo el comienzo. Su siguiente filme, ‘Requiem for a Dream’, iba a romper cualquier prototipo establecido, rebelándose contra las rígidas normas instituidas dentro del cine, dividiendo a público y crítica en esa manifestación paralela a los sentimientos y la psique de los protagonistas de una película convertida en filme de culto, donde cada uno de los cuales sufre algún tipo de adicción. Configurada como una de las experiencias subjetivas más inquietantes vistas en años, esta brutal cinta desgranó con ensañamiento y crudeza, bajo su enardecida y justificada estética, una portentosa introspección acerca de la adhesión adictiva que acaba por devastar los sueños. Un poético título que implica una referencia directa y explícita a la imposibilidad de alcanzar la felicidad, cayendo en los vicios que se alejan de cualquier aspiración de una mejor realidad… La película, basada en la novela de Hubert Selby Jr., narraba así la espiral descendente de autodestrucción politoxicómana de cuatro personajes abocados al fracaso.
Darren Aronofsky ha tardado seis años en volver a dirigir una película. Tras estar involucrado en superproducciones como ‘Batman Begins’ (que finalmente acabó dirigiendo Christopher Nolan) o la esperada ‘Watchmen’ (que realizará el director de ‘300’ Zack Snyder), Aronofsky tampoco lo tuvo fácil cuando supo que su proyecto sería ‘The Fountain’, un guión escrito por él mismo y su mejor amigo, Ari Handel, que supone un complicado ejercicio de simultaneidad temporal. Warner Brothers auspició el proyecto de este ‘enfant terrible’, reuniendo a un elenco encabezado por Brad Pitt y Cate Blanchett y un presupuesto de más de 100 millones de dólares. Pero Pitt abandonó una vez comenzado el rodaje y Blanchett tenía más proyectos en cartera que cumplir. Así, los estudios le retiraron los fondos y todo terminó. Corría el año 2002 y el proyecto parecía derruirse. El director reescribió el guión para abaratar costes y consiguió que los mismos productores que habían dejado de creer en su película, volvieran a apostar por él. Eso sí, esta vez con un presupuesto de 30 millones de dólares y con Hugh Jackman y Rachel Weisz como protagonistas.
‘The Fountain’ presenta una odisea sobre la eterna lucha de un hombre por salvar a la mujer que ama. Su peripecia épica arranca en la España del siglo XVI, en las páginas de un libro inconcluso, donde un conquistador comienza su búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud, la legendaria quimera que concede la inmortalidad. En la actualidad, el científico Tommy Creo, lucha desesperadamente por encontrar una cura para el cáncer que está matando a su amada mujer, Izzy (Rachel Weisz). En un etéreo futuro, el mismo Tom, viaja a través del espacio como un astronauta del siglo XXVI, empezando a comprender los misterios que le han atormentado durante un milenio. Las tres historias convergen en una verdad, cuando todos los Thomas de todas las épocas, un mismo hombre, el guerrero, el científico y el explorador, aceptan la vida, el amor, la muerte y el renacimiento. Este vendría ser el argumento de una película compleja, que requiere de la total colaboración del espectador para encontrar su perfecta articulación. Un puzzle de tiempos, en el que unos mismos personajes que son representados con distintos cuerpos cruzan la imposible línea conceptual del tiempo para abrir multitud de razonamientos que plantean la existencia como una acumulación de pequeños fragmentos de la memoria, donde pasado y futuro terminan por confluir en un inexorable presente que devuelve al ser humano, inevitablemente, a la realidad.
‘The Fountain’ está creada milimétricamente como un poema visual que formula una arriesgada invitación al arte cinematográfico que roza poco menos que lo ‘kamikaze’, abandonando los preceptos de la narrativa convencional (y lineal). En consecuencia, se deja llevar por la creencia de un juego de intensa reacción emocional, presentando diversas teorías astronómicas sobre el cosmos, esbozando teodiceas místicas sobre una metafísica puramente panteísta basada en el amor, en el telurismo, en la tanatofobia, en el renacimiento… Por ello, hay quien pueda tachar a Aronofsky de neomodernista, de arrobador visual sin sustancia que ha diseñado su obra más pretenciosa y rimbombante hasta el momento. Nada más lejos de la realidad, ya que el realizador articula lo puramente trascendente y conceptual del abstracto (formal y argumentalmente) sin tener que recurrir a una explicación intuitiva o gráfica, lo que convierte a esta excelente película en una experiencia sensorial y subjetiva. Y lo hace alejándose de los cánones habituales, delimitando su historia a una imaginería propia para narrar una arriesgada trama que gira en torno a razonamientos sobre la naturaleza de la muerte y la admisión del dolor como parte de la vida.
Estamos así ante una película en la que conviven el drama, la ciencia ficción, la metafísica o la religión, elementos yuxtapuestos en una voluntad de juego temporal, donde las percepciones son expuestas de una forma casi hipnótica. De esa forma, instaurado en el cine fantástico, Aronofsky, traslada su historia de amor a tres esferas, representando el pasado, presente y futuro como una especia de muerte, vida y purgatorio. Con viajes por las diversas épocas a través de una nebulosa esférica como transporte cósmico, simbolizando el futuro como un mundo etéreo y espiritual. A pesar de que en estos tiempos muertos, donde la arritmia y la imperfección se hacen más perceptibles, donde se abusa en exceso de esa esfera de meditación, donde el vacío ingrávido supone un éxtasis hipnótico de reflexión vital como artificial recurso visual, esos viajes se subrayan como único elemento de engarce con las historias de este hombre desesperado que no cejará en su imparable búsqueda de evitar la muerte. Es en esos extraños momentos de ‘ralentí’ temporal donde reside parte de la fuerza de la idea de Aronofsky, que no se ciñe a ningún precepto genérico, sino que recurre al poder de la abstracción para evitar la redundante anticipación científica, sugiriendo, de paso, su creencia fílmica en la imaginación, de donde se deriva una representación alegórica de conceptos de innegable emoción críptica.
Más allá de su forma sensorial, de su barroquismo fotográfico, de su misticismo, espiritualidad o trascendencia cósmica a lo todos vienen llamando ‘new age’, ‘The Fountain’ plantea una historia de amor y vida llena de sentimientos y de alegorías que va más allá del simple argumento con ínfulas de magnitud trascendente. La de un hombre sumido en la materia y en sus cambios, que aspira a descubrir la esencia de la vida y de la muerte, recurriendo a una cosmología que sirva a la vez de puente y camino hacia el encuentro de sí mismo y la aceptación de la Muerte como principio de la Vida. Tampoco es que Aronosky pretenda seguir los pasos filosofales de Empedocles, Plotino, Aristóteles o discípulos como Avicebrón o Mekor hayim, pensadores adheridos al estudio de la inmortalidad o la fuente de la eterna juventud, sin embargo, en esa idea de la muerte aceptada como un acto de creación, se encuentra la clave de la historia de amor atemporal; como la semilla que germinará el árbol de la vida, la esencia del amor perdido, la Fuente que da título al libro inacabado de Izzi.
Tom ama por encima de todas las cosas a Lizzi. Por eso, es incapaz de admitir que ésta vaya a morir a causa de una enfermedad terminal. Bien sea en el presente, con su exitosa investigación para acabar con el cáncer, en el pasado precolombino, donde un chamán le ensarta con una daga para advertirle que la muerte representa el camino al asombro o inmerso en el futuro místico, imperturbable ante el Árbol de Xibalba, recuerdo inmortal de un alma que pervivirá eternamente como símbolo orgánico y mitológico. El único razonamiento lógico a tanto sufrimiento será, en definitiva, la aceptación de la muerte de un modo natural, como atributo de humanidad. Él, en todas las épocas que aparecen en la cinta, buscará la eternidad, aferrado a lo terrenal y a lo físico frente a ella, que ya no tiene miedo a la muerte porque ha logrado separar el alma del cuerpo. El dolor y el consunción del tiempo terminan por develar la paz y el amor como conformidad del final, de ese “terminar” con el sufrimiento que supone la pérdida, recordando los momentos de felicidad y lamentando aquellos desaprovechados (como un simple paseo para ver la primera nevada), cuya condición de efímero los hacen perdurables en la memoria.
‘The Fountain’, tal vez, envicie su odisea narrativa de cierto exceso de prosopopeya visual en las imágenes cálidas y tonales de Matthew Libatique o su complejidad espiritual llena de misticismo fragmentado entorpezca su entendimiento, pero lo cierto es que Aronofsky ha logrado su mejor cinta hasta el momento, desplegando una incuestionable fuerza narrativa, de poderosa belleza, de innegable arte… donde perdura la catarsis de un autor que ha logrado mostrar esta obra, aparentemente irracional y suicida, surgida de intenso acto de fe en su película, sobreponiéndose a todos aquellos que renunciando a ella. Una experiencia amplificada bajo la partitura del inseparable compositor de Aronofsky Clint Mansell, que ha vuelto a redondear una magnífica partitura capaz de fortificar el onirismo y sublimar la tragedia de un filme en el que sería injusto no destacar la prodigiosa contribución de Hugh Jackman y Rachel Weisz, que logran conmover y llenar de matices todos los roles que interpretan.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2007

martes, 8 de mayo de 2007

¡Por el poder de Grayskull!

Cada día que pasa, el engranaje comercial del medio cinematográfico en Hollywood se entiende mucho menos. Un medio contagiado de circunstancias patógenas. Muchos lo llaman modas. Otros, simplemente, falta de ideas. A la desastrosa costumbre de maladaptar una pila ingente de cómics a la gran pantalla se une, por extensión, la de probar suerte con series de animación, así como la explotación indiscriminada de los eternos y corrompidos ‘remakes’, como es el caso. A lo largo del año emergen conatos de noticia en forma de resonancia rumorológica. Habladurías cinematográficas que sacian el ímpetu de portadas y páginas de revistas (bien sea de papel u ‘on-line’) con ganas de avanzar lo que serían nuevas superproducciones.
Hasta ahí bien. Pero es que hay algunas que son para mear y no echar gota.
La última: Legendary Pictures, productora depositaria de los derechos de ‘Masters de Universo’, podría estar preparando un filme sobre la célebre serie de dibujos de los 80. Y ya hay nombres que suenan como posibles partícipes: Bryan Synger como director y como protagonista, nada más y nada menos, que el admirado Brad Pitt. Si esto fuera cierto, el intérprete (ahora inmerso en el rodaje de ‘The Curious Case of Benjamin Button’, de David Fincher), tendría que hacer grandes esfuerzos físicos para conferir a He-Man con cierta semejanza a las expectativas que tendría el público con respecto a este poderoso personaje del reino fantástico de Eternia, que ya interpretó Dolph Lundgren en la espantosa versión dirigida por Gary Goddard en 1987. La noticia la daba The Sun Online, pero esta mañana se puede leer en Slahsfilms la negativa por parte de Legendary Pictures de su participación en dicho proyecto. Lo dicho, todo especulaciones, rumore, rumore…
Veremos si el bueno de Pitt se pone fino a esteroides (como Gerard Buttler y sus acólitos en ‘300’) y acepta luchar contra Skeletor para proteger y salvaguardar los secretos del Castillo de Grayskull o prefiere seguir siendo embajador de buena voluntad de UNICEF, adoptando niños o montándose tríos sexuales con Angelina Jolie y ‘top models’ de escandalosa belleza.
Sí, amigos. Lo que leéis.
ACTUALIZACIÓN: Buá, que nada. Que no. Que finalmente es un rumor. Que Pitt prefiere seguir haciendo tríos que gritar por Grayskull.
Qué se le va a hacer.