viernes, 7 de abril de 2006

Medieval Macabre: satanismo, brujería y nigromancia medieval

La preparación, la apertura del acto litúrgico, la invocación, la ritualización del evento de advocación, el sacrificio y la clausura donde se rinde culto demoníaco finalizado en bailes que degeneran en orgía sexual componen actos propios de la brujería, que devienen en ancestral tradición pagana y apóstata que tuvo su auge en la Edad Media, donde se constituyó esta habitual práctica esotérica y ocultista.
La adoración a Satán y la innovación a todo tipo de demonios, trasgos, íncubos y súcubos influyeron durante tiempo en el curso de los acontecimientos con la adquisición de vastos conocimientos por medio de estos hechos sobrenaturales.
La astrología, la demonología o la magia se obstaculizaron de forma radical cuando la Iglesia Católica, por medio de la Inquisición, condenó a muerte a miles de personas (muchas de ellas inocentes) acusadas de practicar la brujería y oscuras taumaturgias, y aprovecharon para ejecutar mediante sanguinarias torturas a judíos, herejes, disidentes u homosexuales mediante el ‘sermo generalis’ o auto de fe.
Todo el arte medieval de ritos, aquelarres, creencias, alquimia y folklore de historias de ideología demoníaca, con la consabida representación tradicional de la hechicería, la brujería y el satanismo son el centro de ‘Medieval Macabre’, página cortesía de la nigromántica Gode Cookery, que recoge un arte único y sobrenatural tan fascinante como desconocido.
Como diría Creepy: “Pasen y disfruten de este horroroso y tremebundo itinerario…”.

jueves, 6 de abril de 2006

Parada ineludible: la nueva weblog de Borja Crespo

Ha nacido una nueva weblog con probados destellos de maestría, la del siempre lúcido, reflexivo y erudito Borja Crespo. Ha nacido ‘Filias y fobias de un fanzineroso’, la página que recogerá desde hoy mismo las inquietudes y reflexiones de un memorable personaje de culto dentro de todos los ámbitos en los que se mueve este inefable creador y autor.
Transformador de lo cotidiano en insólito, Crespo aportará con su estilo literario una excepcional perspectiva con la que mirar el inframundo cultural que nos rodea, de forma cáustica, divertida y original con la que, a buen seguro, analizará los temas más diversos (ya sea cine, cómic, música, cultura bizarra…).
Una visión diferente e inteligente que recupera la tendencia multicopista a la que estábamos acostumbrados los que siempre hemos amado los ‘fanzines’. “Mi idea es que este site no sea un blog al uso, más bien un fanzine virtual, donde hablaré de lo divino y de lo humano sin trascendencia (si ocurre lo contrario échenmelo en cara con insistencia)”, escribe en su primer post. Por eso, el blog del señor Crespo será más que un blog al uso, será un ‘webzine’ de referencia que se encargará no sólo de lanzar luz a la actualidad cinematográfica, sino a ámbitos culturales y subculturales de toda índole.
Habrá que ver si su periodicidad resulta todo lo regular que todos esperamos.
Bienvenido a este incierto infierno que es la ‘Blogésfera’, amigo Borja.

Irrefrenables ganas

“La autoridad permite dos papeles: el torturador y el torturado. Convierte a la gente en tristes maniquíes que temen y odian y la cultura cae en el Abismo”.
El Ordung está a punto de ver la luz.

miércoles, 5 de abril de 2006

Review 'Syriana'

Los sucios mecanismos del poder petrolífero
Stephen Gaghan ha creado una de las mejores y más complejas películas del año en su análisis sobre la geopolítica mundial, la corrupción y el poder por el dominio de combustibles fósiles.
‘Syriana’, de entrada, no es una película complaciente ni con la actual situación geopolítica del mundo ni con sus aspiraciones de denuncia sobre la corrupción e intrigas de poder que se propugnan en la encarnizada lucha de Estados Unidos por el control de los últimos recursos petrolíferos. Una pugna donde el dominio del oro negro evidencia la realidad que se esconde bajo las incestuosas relaciones entre el Estado, una CIA en decadencia moral sin freno, el sector jurídico y, sobre todo, las multinacionales que adquieren mayor poder fusionándose. Ni siquiera cuando detrás de su producción se encuentra Jeff Skoll (creador de eBay y adalid de varias campañas de acción social) apoyado por asociaciones ecologistas como la National Resources Defense, que aspira a la adopción para una nueva política energética, ni la supuesta tendenciosidad ideológica de George Clooney por dar una imagen que atacara a la administración de George W. Bush con fines electorales que beneficiaran a un supuesto regreso al poder por parte de los demócratas como garantía de lavado del sistema yanqui son óbice para poner en duda lo temerario de la propuesta.
La película de Stephen Gaghan sirve como mimesis de la realidad que nos rodea, arriesgando en su apuesta por destapar conspiraciones e intereses económicos que mueven el mundo petrolífero, antojándose éstos demasiado reales como para resultar una ficción tendenciosa acerca de las monarquías petroleras corruptas, los amorales trabajos de los servicios secretos y la crítica a la implacable perseverancia estadounidense por dominar los yacimientos más importantes del Golfo Pérsico, sea cual sea el precio. Pero lo cierto es que, echándole un vistazo a la actualidad, no se puede deja pasar la ambición por el incremento de la productividad del capitalismo norteamericano y de los flujos financieros mundiales, en los que George Bush tiene, además de un problema con Irak, una grave situación con el unilateralismo de su política exterior. Tampoco en el terreno geopolítico, donde lejos de que los gases de ‘efecto invernadero’ generados por los hidrocarburos dañen a la atmósfera y planteen un grave riesgo climático, la pugna de los yacimientos de petróleo productivo condensados en Oriente Medio constituye una política policéntrica que desatiende la gravedad de la creciente pobreza global.
‘Syriana’, aparte de su genérica definición de ‘suspense geopolítico’, se muestra como manifiesto admonitorio de la avanzada consumición de las reservas petrolíferas mundiales, suceso que pone en peligro el modelo de desarrollo de los países industrializados como Estados Unidos, que posee el 25% de las reservas mundiales en una economía basada fundamentalmente en el petróleo, por lo que deberá modificar la correlación de fuerzas internacionales. Para frenar este problema, el bizantino Bush recicla una ancestral iniciativa del Departamento de Estado que apoya los intereses de los corruptos y farragosos consorcios económicos multinacionales. Los objetivos, desde ese punto de vista, están claros: Turquía, Israel, Arabia Saudita, Palestina, Irán, Siria, Líbano… responden a esos intereses geopolíticos norteamericanos e internacionales, no sin un destacado influjo exógeno y abre una pluralidad de conflictos reales y disuasivos que se presentan en varios escenarios con guerras de diversa índole; comerciales, fiscales, económicas, tecnológicas, de patentes, religiosas...
Por todo ello, no importa si ‘Syriana’ es un término creado por los norteamericanos para designar genérica e interesadamente a todas esas naciones entre Marruecos y Pakistán a las que se ve como pozos de extracción o si en realidad, pertenece al nombre histórico del proyecto para la construcción de la Gran Siria, que reúne alrededor de ese país al Líbano, Palestina y Transjordania. ‘Syriana’ es una película contracorriente y reflexiva que impone la necesidad de posicionamiento intelectual por parte del espectador, ya que Gaghan pone al público frente a un problema real que se constituye en los intereses multinacionales de doble moral, los abusos del capitalismo, la lucha de poderes mediante la absorbente globalización (donde el petróleo se erige como catalizador de toda la codicia), fanatismos religiosos o una denuncia directa a Estados Unidos y su política intervencionista para mantener sus privilegios dentro de la esfera geopolítica actual.
Cine comprometido
Tras el atentado en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos se sumió en un silencio mediático e intelectual sin parangón. El miedo a opinar y el riesgo por la crítica negativa ha sido hasta entonces un elemento que se ha dejado notar en el Hollywood más contestatario y crítico con la actual administración Bush. Por eso, en la esfera cultural estadounidense, se empiezan a dar raras excepciones de levantamiento de voces contrarias al totalitarismo político republicano. ‘Section Eight’, productora fundada por Steven Soderbergh y George Clooney es un ejemplo de este movimiento. Películas como ‘Good night & good luck’, ‘Jarhead’, ‘Lord of War’, ‘El jardinero fiel’ y esta ‘Syriana’ podrían ser paradigmas de filmes que suscitan un debate abierto sin necesidad de convertir su temática en mero espectáculo, pero evitando configurarse, a su vez, en un evento minoritario y exclusivo para salir airosos en su fin de polemizar sobre situaciones que parecían veladas para el público estadounidense, oponiéndose o refutando lo establecido.
Para ello, Gaghan, en complicidad con Clooney y Soderbergh, propone con sunueva película una rehabilitación de un período tan ideológicamente sedicioso como lo fuera la década de los 70 y sus ‘thrillers políticos’ y acusatorios de la mano de Alan J. Pakula, John Frankenheimer, Sydney Pollack o en su rama europea Costa-Gavras, en un contexto donde lo importante es advertir sobre los riesgos de la globalización y el pernicioso papel que desempeñan los intereses americanos apoyados en su aparato político, militar y sus servicios especiales. En este orbe de incentivos económicos, ‘Syriana’ aborda el juego de poderes establecido alrededor de la producción de petróleo en Oriente Medio.
La acción arranca en Teherán, con la venta de dos misiles Stinger por parte de Bob Barnes, un agente de la CIA que ejecuta sus misiones en Oriente Medio sin ningún problema de conciencia. A través de un fulgurante montaje, la historia se subtextualiza en varios frentes que tomarán la médula espinal de una cinta coral y compleja en su narrativa poliforme; un joven analista energético, Matt Damon, sufre una terrible pérdida que trastorna su familia y repercute en una ambición profesional sin límites al asesorar a Nasir, príncipe heredero de un emirato, que con su consejo predice la consunción de yacimientos petrolíferos con una democratización ideológica de las instituciones en contra su hermano menor, el príncipe Mesha, que aspira al lujo sin complicaciones de un Emir a punto de fallecer.
Por otra parte, dos abogados con dos conceptos de la corrupción diferenciados; el veterano, que manipula tratos económicos que beneficien a su bolsillo y a su país, y el novato, contratado por el Departamento de Justicia para supervisar la transparencia de la fusión de dos emporios petroleros de Texas de los que uno es acusado de estratagemas ilegales. Y, por último, en el reverso de la moneda, la que corresponde a dos obreros inmigrantes que son despedidos de las instalaciones petroleras del emirato por esta fusión que acarreará la desilusión de ambos jóvenes que acabarán formando parte de un grupo extremista islámico. Siempre volviendo a Barnes y su tortuoso viaje a la verdad de una profesión que niega su trabajo, consistente en asesinar objetivos impuestos por la CIA en su depravada lucha e investigación.
En su valiente composición de simultáneo fraccionamiento narrativo, Gaghan aporta una película difícil, de estructura hipertextual, que establece su narración argumental elíptica y algo confusa como signo de la compleja tensión que se da en la crisis internacional del petróleo y el dominio del mercado por parte del más fuerte, siguiendo un tono armonizador de todos sus hilos argumentales que acaban por converger en una construcción de significación común. Para ello, el guionista de ‘Traffic’ (a la que, por su forma de narración, se ha comparado constantemente), muestra un dominio del ritmo apabullante, apoyado en el frenético y espléndido montaje de Tim Squyres, que potencia su dinamismo con una constante inquietud en la cámara de Gaghan. Cabe subrayar, además, el destacado papel todos y cada uno de los intérpretes que componen el estupendo el elenco del filme (George Clooney, Jeffrey Wright, Matt Damon, Christopher Plummer, Alexander Siddig o Chris Cooper).
Trascendente en su capacidad de denuncia, ‘Syriana’ es una incendiaria y comprometida película que incita a una reflexión social y política participativa a través de su expositiva trama, que transita entre Estados Unidos, el Golfo Pérsico, Dubai, Beirut, Teherán… y donde el realismo impregna cada lugar y situación, multiplicando los idiomas (árabe, farsi o urdu) según imponga el desarrollo de la cinta. Cine conspiratorio y de complot donde palpita la acción, los diálogos políticos, económicos y geopolíticos que no dan tregua a un espectador que no tiene más remedio que introducirse y reflexionar acerca de esta delación sobre la insondable putrefacción moral de la soberanía energética trasnacional.
Basada libremente en la novela ‘See no evil: the true story of a ground soldier in the CIA’s war against terrorism’, de Robert Baer, ex agente de la CIA, ‘Syriana’ pone en la palestra no sólo la carcoma ética de los responsables políticos, abogados, hombres de negocio y agentes de inteligencia en su rastrera guerra por la potestad del petróleo, sino que, en el camino, Gaghgan fusila a la CIA, reflejándola como una organización criminal que manipula y atenta a gran escala y deja entrever que el próximo objetivo de Estados Unidos en esta sucia pugna por dominar el oro negro es una hipotética (y factible) invasión de Irán. Si bien hay ciertas partes imprecisas del relato (como aquéllas que tienen lugar con Barnes en un Beirut bajo control del Hezbollah o el hecho de eludir el conflicto ‘palestino-israelí’ en la trama), ‘Syriana’, con su densidad narrativa como eje funcional, es una cinta valiente que pretende, con contundencia, destapar el hipócrita intervencionismo norteamericano cuestionando la validez de todas sus bases éticas y económicas.
Cuando, a largo plazo, el petróleo desaparezca y el inevitable declive del gas natural o el carbón tampoco sean una opción duradera, Occidente deberá plantearse la imposición de unas exigencias en la que las apariencias solo sirvan para salvaguardar un estilo de vida que se asienta en la globalización. ‘Syriana’ deja claro que la corrupción es el alma de un capitalismo poco menos que asentado en su dependencia de los combustibles fósiles, pero también que existe el riesgo de un radicalismo musulmán que emerge de la miseria, la humillación y la avidez de rebelión ante la displicencia de una sociedad actual acostumbrada a cerrar los ojos ante los problemas internacionales que generan problemas comunes.
Miguel Á. Refoyo "Refo" © 2006

lunes, 3 de abril de 2006

Fin de semana, panzada cinematográfica (I)

Tras un emoliente fin de semana de purificación hepática y descanso sosegante, sin más compañía que la televisión y mi pequeño y fiel amigo Woxter X Div 600, aliado visual e incansable, el itinerario cinéfilo semanal se ha incrementado en una exorbitante dosis a modo de maratón fílmico totalmente fructuoso, con espacio para la heterogeneidad de películas que, por alguna u otra razón (ya sea la indecisión indolente de los distribuidores salmantinos, bien su carácter inédito o simplemente el hecho de dejar pasar la ocasión de asistir a la sala cinematográfica), no había tenido el gusto de disfrutar.
El caso es que entre este sábado y domingo he visto los siguientes títulos que paso a comentar sucintamente:
.- ‘Los tres entierros de Melquiades Estrada’ (2005), de Tommy Lee Jones.
Guionizada por Guillermo Arriaga (‘Amores perros’ y ‘21 Gramos’), la segunda película de Lee Jones como realizador se salda como una de las más reconfortantes cintas de lo que va de este año 2006, en un recorrido por áridos parajes y furibunda polvareda amparado en un ‘western’ crepuscular, de tintes agonizantes en su vena genérica, que recuerda al Peckinpah más pesimista y rudo. Con un arranque afásico, donde los tiempos se confunden y el eje narrativo se distorsiona, la cinta dibuja inolvidables personajes que serán adventicias víctimas del asesinato accidental de un mexicano ilegal que consolida una hermosa amistad con un capataz que aún cree en el honor y la palabra.
‘Los tres entierros de Melquiades Estrada’ recorre un feroz itinerario, moral y expiatorio, en busca de justicia, dignidad y redención en un ambiente fronterizo, desértico, donde los sueños se han perdido por la esperanza de un mundo mejor, pero que arraigados al pasado y al origen. Destacan particularmente Tommy Lee Jones en su faceta de actor (al que acompaña un Barry Pepper espléndido) y esa hermosa fotografía fronteriza de Chris Menges. En breve, una ‘review’ de extensión abismal. Porque esta cinta lo merece.
.- ‘Stay’ (2005), de Marc Forster.
Caleidoscópica extrañeza del director de ‘Monster’s ball’ y ‘Descubriendo Nunca Jamás’, ‘Stay’ narra la historia de un profesor de psicología que pretende evitar que un estudiante de especiales dotes paranormales termine suicidándose. Esta película es un tramposo ‘thriller’ laberíntico de enigmática fascinación visual que apoya toda su eficacia en una ficción onírica de pretenciosa ambivalencia, mezclando realidad y ficción en un capricho demasiado previsible, que se embelesa en lograr una lúgubre atmósfera que apenas consigue captar breves momentos de inquietante belleza.
La utilización del sonido suscita el constante éter alucinatorio de una película con signos reiterativos que acaban por convertirse en un ‘deja vù’ cinematográfico dentro de un género, el ‘thriller’ psicológico, que redunda en sus elementos. Forster, reiterativo con sus conseguidos diversos efectos visuales, de composición estroboscópica y ostentosa digitalización, acaba por resultar demasiado ambicioso en su propuesta. Su trío protagonista (Ewan McGregor, Naomi Watts y Ryan Gosling), algunos momentos de fuerza turbadora y el ‘score’ incidental de Asche & Spencer son los únicos elementos que salvan a esta más que aburrida ‘Stay’ .
.- ‘La princesita’ (1995), de Alfonso Cuarón.
Descubierta por el que suscribe más de una década desde su estreno, esta prodigiosa obra de Cuarón es una hermosa fábula a modo de cuento de hadas en la que su engranaje funciona a la perfección. Un filme de extremo virtuosismo, de constante genialidad en el proceder de una narración donde no falta ese poso ‘dickensiano’ que sublimó el director mexicano en ‘Grandes Esperanzas’. La magia, el tono realista del rígido internado femenino de Nueva York contrapuesto a la imaginación de la pequeña Sara, la tragedia dramática enfrentada a la historia de ‘Ramayama’, leyenda épica hinduista, se entretejen con hermosas historias de amistad, amor paternofilial, adversidades y un final feliz como en todo cuento que se precie.
Himno fabulesco a la lectura y al poder protector de la fantasía, ‘La princesita’ es, además, un prodigio cinematográfico en todos sus contextos; en la disposición emocional y formal de su director a la hora de conseguir una dirección admirable, en su majestuoso y humilde diseño de producción, en su soberbia fotografía (impecable Emmanuel Lubezki) o en la música de Patrick Doyle. Pero También en la esplendorosa interpretación de la pequeña Liesel Matthews como la inolvidable Sara y en, su totalidad, en ese subtexto mágico y fascinante al alcance de los grandes clásicos familiares.
.- ‘Full Frontal’ (2002), de Steven Soderbergh.
Experimento de excéntrico metalenguaje, decididamente ‘underground’ y ciertamente encopetado pese a su escasez de medios, el intento de Soderbergh por volver a sus comienzos más ‘indies’ se le va de las manos con una cinta que habla del cine dentro del cine, de la ficción difusa, de la soledad, de la dignidad de un mundo caótico como es el universo cinematográfico, sin mucho que decir en su extravagante panegírico esteticista de la superficialidad de la industria.
Con imparable dosificación de artificio, realidad e impostura, ‘Full Frontal’ deja ver el ‘buenrollismo’ que existe entre populares miembros del ‘star system’ como Julia Roberts, David Duchovny, Brad Pitt, Terence Stamp, David Fincher e incluso el ‘todopoderoso’ Harvey Wenstein, que aportan un grano de interés anecdótico a una película donde hay que subrayar, tal vez (por destacar algo), las interpretaciones de Mary McCormack y David Hyde Pierce así como la portentosa capacidad de Soderbergh en el manejo de la cámara, en su juego de formatos y su ruptura final de realidad y ficción que deja dudas sobre qué es lo que quiso contar exactamente el director de ‘Traffic’.
.- ‘May’ (2003), de Lucky McKee.
Otra más que grata sorpresa. Emotivo y terrorífico viaje a la vida una inocente chica asocial, marcada desde pequeña por la diferencia, ya que May, en su infancia, era rechazada por llevar un parche a causa de un ojo vago. Un elemento de imprevista importancia; el ojo y la mirada, pilares de simbolismo radical en la abstracta visión del mundo de la joven May, diáfana y pura, que se va estigmatizando a través del rechazo ante su excentricidad inducida por la soledad, acompañada en su aislamiento por una siniestra muñeca que ha sido su mejor amiga a lo largo de su vida.
‘May’ es paradigmática en muchos de sus aparatados; en su aportación de ‘tempo’ narrativo (gracias a la excelente labor de McKee) que va descubriendo el inverso mundo de May a las engañosas concesiones ‘normales’ del mundo que le rodea (la compañera de trabajo lesbiana, su príncipe azul fan de Dario Argento, el jefe de la clínica veterinaria inmigrante e inepto), donde el espectador empatiza y se encariña con un personaje al que, en su segunda parte, comprende a la perfección en su siniestro plan, implicándole en el tránsito limítrofe que separa la orfandad sentimental y ‘freak’ de la locura vengativa que determina ese fetichismo simbiótico con Soozy, esa inquietante muñeca que personifica, a la perfección, el oscuro mundo de May. Una película abrumante y grandiosa en su conjunto.
.- ‘The Weather Man’ (2005), de Gore Verbinski.
Resulta sorprendente hasta qué punto el prolífico Gore Verbinski es capaz de afrontar productos que nada tienen que ver con su conocida labor de creador de cine ‘mainstream’ en plan mastodóntico, alejándose por completo del cine ‘blockbuster’. En las antípodas de las superproducciones, Verbinski indaga en la lacónica vida de un ‘loser’ que lleva una vida gris, distanciado de su familia, sin ningún respeto por parte de los televidentes (que le humillan constantemente tirándole refrescos y ‘fast food’) y que ha perdido la poca atención de un padre a punto de morir.
Tragicomedia irónica y contemplativa (que bordea la crueldad en muchas de sus secuencias), la grisácea estructura de la historia deviene en pesimista fábula que ataca sin piedad a la sociedad consumista de anhelos materiales, a las conformistas aspiraciones familiares de un hombre que no encuentra el camino adecuado en su vida y, en definitiva, a la hipocresía que nos rodea que se ha cristalizado en el vacío existencial que impera en la actualidad social del mundo desarrollado. Lo que acaba por transformarse en una inesperada oda a la infelicidad tan insólita como fascinante.
Fabulosa y sardónica, la visión del fracaso invernal oscurecida por una constante borrasca de ese inolvidable personaje que es David Spritz es una auténtica delicia de manos de un director ‘todoterreno’ como Verbinski. Todo es encomiable; su intencionalidad, la fotografía de Phedon Papamichael, la música de Hans Zimmer y las interpretaciones de Nicholas Cage, Hope Davis y, sobre todo, de un Michael Caine en estado de gracia.
Lo que no se explica es el ninguneo de distribución que ha sufrido esta película en nuestro país.

En 2007...

El teaser trailer aquí.

domingo, 2 de abril de 2006

La palabra más bonita del castellano

Leo en El País que la Escuela de Escritores de Madrid ha lanzado en su web una convocatoria para elegir la palabra más bonita del castellano.
La palabra, el prodigio de la significación, la virtualidad de atribuir un sentido a lo que se escribe y a lo que se dice. Segmentos de ilimitado poder, las palabras, dotadas de sustancia, son la fuente del entendimiento, de la escritura, del conocimiento. En último término, de la vida. Lectura, redacción, gramática, léxico, etimología, fonología… Un cosmos de inagotable y apasionante aprendizaje existencial.
El 23 de abril, Día del Libro, se elegirá la palabra que mejor suena o más hermosa resulta del idioma castellano.
He aquí cinco palabras al azar que, por alguna razón indeterminada, han venido a mi cabeza como posibles candidatas.
.- Rapsodia. (Del lat. rhapsodĭa, y este del gr. αψδα). 1. f. Pasaje amplio de un poema épico, y, especialmente, de alguno de los de Homero. 2. f. centón ( obra compuesta de sentencias y expresiones ajenas). 3. f. Pieza musical formada con fragmentos de otras obras o con trozos de aires populares.
.- Elogio. (Del lat. elogĭum). 1. m. Alabanza de las cualidades y méritos de alguien o de algo.
.- Abyecto, ta. (Del lat. abiectus, part. pas. de abiicĕre, rebajar, envilecer). 1. adj. Despreciable, vil en extremo. 2. adj. desus. humillado (abatido en el orgullo).
.- Melancolía. (Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολα, bilis negra). 1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada. 2. f. Med. Monomanía en que dominan las afecciones morales tristes. 3. f. ant. Bilis negra o atrabilis.
.- Diversión. (Del lat. diversĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de divertir. 2. f. Recreo, pasatiempo, solaz. 3. f. Mil. Acción de distraer o desviar la atención y fuerzas del enemigo.