viernes, 4 de noviembre de 2005

Acojona ¿eh?

Es la nueva fisonomía de un jugador destinado a grandes gestas, el nuevo rostro de un deportista en constante progresión, sin límites. De esta guisa un tanto conminatoria, con esa barba poblada y gesto adusto, Pau Gasol debutó en al NBA con unos números que denotan su ascensión imparable. Eso si, los Grizzlies cayeron contra Miami Heat, que se apoyó en los infalibles Antoine Walker, Dwyane Wade y Shaquille O'Neal (que se ha lesionado esta pasada madrugada).
No es más que el comienzo de su estabilidad como estrella consolidada, como elemento clave de un equipo que se está formando a su alrededor. Ahora Gasol, convertido en uno de los referentes mediáticos de la NBA por la prensa y los aficionados, POW ha desarrollado una mentalidad ganadora que, unida a su intelecto, parece no tener fronteras.
De ser un jugador criticado en sus principios por su falta de carácter y escuálido, el nuevo Pau que hemos visto en su debut de esta temporada ha crecido fisícamente, incrementando el desarrollo de su envergadura, acentuadamente prolongada a las exigencias de un pívot nato, que es la posición a la Gasol siempre ha aspirado. Parece que ahora empieza a reunir las características físicas perfectas para llegar a ser uno de los mejores.
Seguiremos su evolución, porque todos apuntan a que este año, Gasol subirá un peldaño más en su meteórica carrera deportiva en una de las ligas deportivas más importantes del mundo.

Miserias abismales por una irrisoria cuestación

Me he vendido, amigos. Como lo oís. Cual vulgar meretriz de baja estofa que ha caído en la venal perogrullada de doblegarse al mercantilismo barato, a la soez actividad de la divulgación publicitaria para terceros, he traficado conmigo mismo. Y me avergüenzo, como se puede ver en la foto.
Lo cierto es que no era mi intención hacerlo, quería seguir el principio deontológico que me llevó a abrir el Abismo: la diversión, la actualización constante, el regocijo de redactar, evolucionando en mi lento aprendizaje de redacción. Pero dado que no tengo recursos monetarios suficientes para rehusar de esta idea tan noble y debido a sempiterno desempleo sin futuro, he tenido que recurrir a este denigrante y nimio cambalache para extraer algo provechoso de todas las horas que me paso delante del ordenador mejorando y creando el contenido del Abismo.
No es una cuestión de lucro, ya que no ganaré mucho. Más bien, todo lo contrario, seguiré mi penosa trayectoria en el beneficio laboral, habituado a estas alturas a la escasez y al ridículo cuando se trata de cobrar honorarios por mi trabajo periodístico. Ni siquiera estoy seguro de si lograré algún beneficio, ya que he optado por la forma más sutil e inapreciable a la hora de introducir algo de publicidad en el weblog. No quería nada escandaloso, ni que perturbara el funcionamiento ni la estética del blog, tampoco quería banners que proporcionaran cuantiosas sumas (alguna oferta simpática he recibido –pero rechazada por el contenido de las mismas-), y mucho menos que agrediera el gusto del lector. Había pocas opciones, por lo que he optado por el pulido ascetismo del Adsense de Google, alterable en su funcionamiento y diseño para adaptarlo al entorno del Abismo sin que llame la atención en ningún momento. Esto no es excusa, por eso no me extraña, por tanto, que uno de los primeros enlaces que ha pasado por mi Adsense haya tenido que ver con la profesión más antigua del mundo.
Por eso, mi actitud de bagasa barriobajera no responde más que a un mínimo acicate más en el maravilloso mundo del Abismo y la satisfacción personal que me produce ir incrementando la historia de esta pequeña página surgida, como he dicho más de una vez, de un impulso. Por mi carestía de peculio, apelo a vuestra buena voluntad y pido que, de vez en cuando, pinchéis en alguno de los anuncios que veréis en la columna de la izquierda (en la parte de abajo, para no importunar) y estaréis colaborando así en la supervivencia de esta web y en su progresiva mejora de contenidos.
Muchas gracias a todos y perdón por las molestias que esta pequeña inclusión pueda ocasionaros.
PD: Pero clickear ¿eh? Que esto es mucho más honesto que hacer publicidad a publicaciones digitales que se sirven nuestras webs como escaparate de lanzamiento organizando concursos de weblogs amañados y con ganadores asignados a dedo (es decir, los de siempre). Además, cuando instalé el Haloscan, ya di mi brazo a torcer a la publicidad gratuita (como muchos de vosotros), por lo que no es nada nuevo.

jueves, 3 de noviembre de 2005

Rememorando injusticias

Ayer por la noche, a estas horas más o menos, Eduard Punset, ese cultivado y erudito presentador, antes eurodiputado, se cuestionaba junto a Robert M. Sapolsky, profesor de neurología de la Universidad de Stanford, sobre los agentes causantes del estrés, los mecanismos de placer y de recompensa y las consecuencias que tienen en nuestra vida.
En un brillante ensimismamiento reflexivo, nuestro Punset, con la acentuación catalana tan arreciada que le identifica, le contaba a Sapolsky que el ganador de un Oscar en los Premios de la Academia de Hollywood vive casi cuatro años más que los demás nominados. Ante esto e inmediatamente, me vino a la memoria cómo Sean Penn, muy hipócrita al fingir su postizo semblante de niño arrepentido, le robaba injustamente ese lapso de tiempo indicado a Bill Murray cuando se llevó el asexuado galardón como mejor actor por ‘Mistic River’.
Tras esto, seguí las cavilaciones en forma de complejas preguntas realizadas por Punset para inquirir en las claves de la existencia dentro de un ámbito multidisciplinar y la búsqueda de cuestiones que verifiquen que la genética y el entorno o los individuos modifican la propia biología del ser humano, sin dejar de pensar en la cara de decepción que puso Murray en los Oscar del año pasado.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Contra el VHS

El reproductor de vídeo, nuestro mejor amigo en los años 80, aquél aparato que tanto nos dio y del que fagocitamos mucha de la cultura fílmica que poseemos, ya no es provechoso. Nuestro condiscípulo preceptor en esto del tema audiovisual ha pasado de moda. Es una pena que el soporte electromagnético haya sido eliminado de repente de la memoria colectiva con la abrumante llegada del novedoso y asequible DVD.
Y la verdad es que cuando recapacito y caigo en la cuenta de que tengo más de 500 cintas de VHS con películas que irán perdiendo calidad paulatinamente me siento muy estúpido en mi mostrenca afición coleccionista. Por instantes, el vídeo parece ser un electrodoméstico anacrónico. Pero le tengo aprecio.
Algunos anomales se han levantado en venganza contra esta nostálgica máquina amiga. Y este es un claro ejemplo de una delirante monomanía o un desequilibrio ‘freak’ devenido en salvaje destrucción de un pobre e indefenso vídeo VHS.
Si alguien prueba a destrozar su reproductor de vídeo así, que nos lo cuente.

Monster's Ball: Emotiva oda al dolor

El lóbrego sentimiento del amor que duele
La soledad y el sufrimiento al que conlleva el estado de ánimo afligido e inconsolable son un recurso inevitablemente enraizado a lo largo de la tradición del melodrama. ‘Monster’s ball’ abrazó este estado en un drama racial en el que los protagonistas son presentados como animales heridos, personas que soportan el desconsuelo de un carácter problemático y una vida rodeada de miseria que acaban encontrando el desahogo en el amor instintivo. Marc Forster proviene del ámbito menos ‘glamouroso’ de la industria norteamericana, del espíritu rebelde e independiente que tanto empieza a escasear en Hollywood. Sus anteriores cintas, ‘Loungers’ y ‘Everything put togheter’, tenían en común con esta admirable película el albedrío que muchas veces da el realizar cine con escaso capital. Por ello ‘Monster’s ball’ determina la grandeza casual de las pequeñas producciones que, sin dinero y rodada pocos días, reúnen en su interior un alma fílmica, la legítima grandeza del cine.
Esta pequeña joya, con un paso más discreto por las salas hace ya tres años, cuenta la historia de Leticia, una mujer afroamericana que, después de ver cómo su marido es ejecutado en la silla eléctrica, tiene que enfrentarse a una orden de desahucio y al mantenimiento de su hijo obeso. En su camino se encontrará con Hank , un lánguido funcionario de prisiones amargado por la tradición racista de su familia y el suicidio de su hijo. Con estos ingredientes, los guionistas Millo Addica y Will Rokos hilvanaron una hermosa historia despojada de cualquier fondo moralista o intencionalmente sensiblero para escarbar con crudeza en los sentimientos más profundos de sus desolados personajes. ‘Monster’s ball’ indaga, casi de forma suicida y sin rémoras melodramáticas, en el sentimiento de culpa, en el dolor que no se exterioriza y en la redención vital de unas vidas marcadas por la tragedia y la necesidad.
El aislamiento emocional de la pareja protagonista es la constante de una obra de culto que interpela en las más lóbregas y equívocas emociones que determinan nuestros actos y marcan, sin quererlo, nuestro destino. Mediante un meritorio y rotundo guión en el que cada retazo se muestra directamente, sin recurrir a circunloquios narrativos ni caer en ningún instante en la fatalidad de sus subtramas, Forster sublima con su diáfana mirada el drama humano, siguiendo los patrones de Addica y Rokos a la hora de afrontar la difícil fragmentación descarnada de la evolución argumental, centrándose en la reacción instintiva ante la vida, en la providencia inesperada, en las segundas oportunidades que dejan aflorar la emoción interna, el alma desnuda de seres que padecen las trágicas muertes que les rodean. ‘Monster’s ball’ no es la típica historia de amor de encuentros románticos y afectos sentimentaloides, sino que se embarca en un arduo romance de una pareja angustiada y abatida que intenta olvidar el pesimismo de su existencia dejándose llevar por el momento, por la reacción, conscientes ambos de su enorme vulnerabilidad. Bajo los designios del melodrama sosegado y gradual, la obra de Forster está apuntillada por hermosos momentos de esperanza desalentadora, de una evolución emocional aplastante, sólo moderada por una inhabitual y espinosa distancia.
Otro de los ejes que sustentan el interés de esta nueva ejemplificación de cine ‘indie’ es la dura temática que sobrelleva el racismo generacional, utilizado como punto de apoyo para expresar el odio traumático, aquel que hace débil al personaje de Hank y carcome su propia familia, abanderado por un padre déspota y fanático y un hijo débil y asustadizo. Será el drama el que rompa las barreras raciales entre Hank y Leticia, encontrándose en el momento más amargo de sus vidas, cuando toquen fondo y opten por abordar su existencia de un modo básico, sin ningún tipo de condicionamiento. Siguiendo el drama, con agrura y honestidad, ‘Monster’s ball’ es una película que punza el sentimiento de un espectador entregado a la contundente fábula de pérdida y liberación, de una carestía sentimental en la que sobresale la brutal y comentada secuencia de sexo desalentado y redentor que esconde, bajo su justificación, la verdadera clave de la película. Un desconsolador viaje al corazón de la América Sureña, llena de arcaísmos raciales mostrados en esta estupenda obra mediante un recorrido por la burocracia carcelaria, deteniéndose en la náusea del corredor de la muerte (atroz ese plano en el que el encargado de probar las correas de la silla es también negro).
La grandeza de una película como ‘Monster’s ball’ reside, pues, en su impresionante profundización sentimental, que busca siempre una sinceridad atroz y sin lugar para el idealismo. Porque el film de Forster supone una progresión interior, una resurrección sentimental narrada virtuosamente, en la que cada mirada, cada pequeño gesto, sin caer jamás en el exceso, dejan poder observar como pocas veces en una gran pantalla la amargura y el pesar. Lo más destacado, sin duda alguna, lo que hace que la película conmueva e inquiete, son las asombrosas creaciones interpretativas de todos sus protagonistas. No sólo la soberbia labor llevada a cabo por una Halle Berry que dejó para el recuerdo una de sus más intensas y meritorias interpretaciones, sino por las meticulosas composiciones de los excelentes Billy Bob Thornton, Peter Boyle y Heath Ledger. Sincera, dura y distante, pero a la vez enternecedora, ‘Monster’s ball’ supuso una hermosa oda al amor, encontrando su hondura en una complejidad pocas veces vista en una película que contiene, en su secuencia final, uno de los momentos más emotivos de la historia del cine. Un hermoso final en el que las palabras sobran y el silencio se vuelve tan trascendental como su simple maestría.

martes, 1 de noviembre de 2005

El Regreso

"El Athletic no ganará nada hasta que yo lo entrene. Ahora igual ponen en el banquillo a una vieja gloria sin idea de nada que a un extranjero que viene a llevárselo. Pero yo conozco el Athletic, yo conozco la esencia del jugador de este equipo. Sólo yo puedo volver a hacerle campeón".
Javier Clemente (1995)

lunes, 31 de octubre de 2005

Noche de Halloween

Como el año pasado ya conté en esta misma fosa aséptica cual era el origen de la noche de Halloween y su genealogía pagana enraizada en la creencia nigromántica y significación, acomodada a la actualidad con su conceptual nepotismo hacia la mercantilización, este año pincháis el enlace y os ponéis al corriente sobre la palabra Halloween, que provine del arcaico ‘All-hallow even’ y de toda la raigambre fabulesca de los colonos ingleses e irlandeses al incorporar sus tradiciones con la festividad del día de la brujas y el día de Difuntos.
Halloween es una moda más, como muchas otras, que sirve como inmejorable excusa para salir de fiesta, para lanzarse sin prejuicios al desaforado jolgorio dipsómano.
Y eso es lo que voy a hacer yo hoy. Así que seguid mi ejemplo y, disfrazados o no, salid a gritar aquello de “Truco o trato” ¿O era “Susto o caramelo”? ¿Qué tal si mejor utilizamos “Susto o muerte”?
En fin, voy a divertirme, amigos del Abismo. Pero entretanto no dejéis de visitar esta página dedicada a los mejores diseños de las típicas Calabazas de Halloween. Merece la pena.

Entrevista al fulano del Abismo

La redacción de Sincolumna ha tenido a bien publicar una entrevista que le han hecho al enloquecido creador de 'Un mundo desde el Abismo' (que resulta que soy yo) detallando algunos aspectos de la ‘blogoesfera’ en general y del Abismo en particular, atestiguando laxas impresiones sobre este creciente cosmos de desvarío, información, entretenimiento y feísmo cultural. Divago torpemente, procurando teorizar, dejando claro que no sé muy bien de qué va el tema este de los blogs. En realidad yo sólo quiero divertirme escribiendo. Y es lo que hago diariamente.
Los ‘weblogs’ han abierto, en gran medida, una nueva etapa en la comunicación con gran variedad de temática adecuada al lector donde todos pueden elegir qué leer y dónde. Y para eso se crean cada día miles de ellos y otros fenecen con la misma rapidez.
Veamos hasta cuándo dura éste.
Ah, sí. La entrevista, aquí.

Habemus Infanta

3,540 kilos y 47 centímetros de Borbón.
Se llama Leonor.
Ha venido al mundo a las 1:46 horas.
Lugar: Clínica Ruber Internacional.
El parto ha sido inducido a través de cesárea (que cualquiera nace el Día de los Difuntos).

domingo, 30 de octubre de 2005

Apatía de un lluvioso domingo

Es un domingo lluvioso, apagado, desabrido, aburrido e insustancial. Ideal para tumbarse a ver la televisión hasta que el sofá mimetice una desvalida forma corpórea.
La posibilidad de escribir uno de estos textos que se dan en llamar post que incluya una sesuda reflexión sobre el ser y la nada es totalmente nula. Y menos hacer alarde de incompetencia pretendiendo deliberar sobre el acto de pensar y el de existir.
Podría escribir una crítica de cine, tantear algún tema de actualidad, redactar algo sobre música o cómics, resucitar alguna vieja sección del Abismo perdida en mi memoria y en el Fondo (a punto de ver su versión 2.0), especular con teorías cinéfilas, artísticas o de cualquier otra índole. También colocar imágenes paradójicas e impactantes, estudiar por qué no he vuelto a editar ningún ‘videopost’, buscar frases más o menos humorísticas o narrar mi vida cotidiana, tan insípida como tantas otras que pueblan la ‘blogoesfera’.
Pero no. No me apetece.
Dejémonos de letárgicos efectos introspectivos y dediquémonos a disfrutar un poco este apático domingo echando un vistazo a algo que merezca la pena, aunque sea con intenciones prosaicas ¿No?