martes, 5 de julio de 2005

¿Embrujada o Entorzada?

La bebida, los brindis y la devoción por empinar el codo y alzar el brazo en un reiterativo brindis parece que era otro estímulo más en la ya clásica ‘Embrujada’, la serie de los 70 protagonizada por Elizabeth Montgomery dando vida a la inolvidable Samantha Stephens, la bruja más célebre de la historia de la televisión. Serie que tiene su inminente versión actualizada y cinematográfica a punto de estrenarse con los rostros de >Nicole Kidman y Will Ferrell como intérpretes principales.
Tal vez este subrepticio alcoholismo era el causante de que Samantha moviera la nariz de aquélla forma tan graciosa y de que Dick Cork (además de tener nombre de órgano) asumiera su condición de resignado marido con aquel inolvidable rostro de empanado soseras.
Todos los pelotazos de 'Embrujada' están minuciosamente detallados en Cocktail Hour.

'Femme Fatale', puro y genuino De Palma

Apasionante juego de manipulación
‘Femme Fatale’ inicia su preludio con las imágenes de un clásico del cine negro como es ‘Perdición’, de Billy Wilder, con Phyllis Dietrichson (Barbara Stanwyck) intentando matar a Walter Neff (Fred MacMurray) y tras esto, cayendo en sus brazos, un hecho que se puede interpretar como un signo de que la última cinta del maestro Brian de Palma hasta el momento (esperamos ansiosos su ‘Dalia Negra’) no sólo comienza proponiendo la historia de una mujer arpía que hará lo que sea por salirse con la suya y que manipulará a todo aquel que se ponga por delante sino que, además, se intuye que todo el argumento se va a mover en un doble juego.
‘Femme Fatale’ inicia su periplo con Laure Ash (Rebecca Romijn-Stamos), seductora y peligrosa mujer a punto de cometer un robo que utiliza a sus compañeros para quedarse con el botín: un valiosísimo collar de diamantes lucido durante el Festival de Cannes. Tomando una nueva identidad, Laure escapa con la carísima alhaja dejando su pasado en manos del destino. Siete años después, el paparazzo Nicholas Bardo (Antonio Banderas) vuelve a sacar a escena a Laure, que será perseguida por sus ex socios. Todo ello no es más que otro de los magníficos ‘McGuffins’ al más puro estilo Hitchcock que el cineasta utiliza para concertar un epigrama de suspense calculado por completo para obtener como resultado algo tan difícil como lo es el engaño. Para ello, el ojo narrativo de De Palma sigue constantemente a sus personajes de cerca, como condición ‘vouyerística’ propia de su cine, cerrando los movimientos para buscar así la cercanía y adhesión a los roles.
Para ello, el director juega a plantear rasgos equitativos al cine del gran maestro del suspense y de otros muchos ‘auteurs’ europeos, pero tomando a su vez como referencia muchos de los momentos de su propia filmografía: desde ese plano del robo de ‘Misión Imposible’, la duplicidad de aspecto de ‘Doble Cuerpo’ o ‘Vestida para matar’, la intensidad europeísta de ‘Fascinación’ o la utilización de la ‘split-screen’ de ‘Hermanas’. Todos ellos elementos narrativos y visuales que revelan el factor de dualidad tan buscado a lo largo de su obra y que está presente en la intención argumental y posterior desarrollo de una ensoñación un tanto tramposa (pero inocente y traslúcida) y en el ímpetu por centrarse en pequeños detalles, objetos determinados y en situaciones clave que confluirán en un desenlace que desglosa una buscada correspondencia análoga a todo lo que hemos visto. ‘Femme Fatale’ es así un cúmulo de situaciones en el que el desequilibrio argumental tiene su equivalente en un final sorpresa que De Palma ha sabido desplegar en toda su filmografía.
La persistente insistencia de la suplantación de personalidad como medio de escape es explotada aquí para hacer que esta confusión provoque una reflexión sobre el azar y el destino de un personaje que nace y muere, que manipula y controla el destino de todos y cada uno de los personajes que aparecen en el filme. De ahí que muchos de los contextos inverosímiles e imprecisos diálogos estén resueltos con secuencias de sexo, colmadas de un erotismo subconsciente que De Palma resuelve con inspirada perspectiva hacia el deseo, la tentación y el acto. En esa extraña combinación de realidad y ficción, los pequeños elementos que producen los golpes de efecto de la trama, ésos instantes que se repiten y que descolocan al espectador, no son más que un ingenuo juego de despiste que el director esgrime en pos de un epílogo que aún siendo tramposo y manierista da como consecuencia un producto muy personal sin los complejos y prejuicios ‘hitchcockianos’ de su cine, empero la música de Ryuichi Sakamoto conmemore el espíritu de Bernard Herrmann.
A pesar de una subvertida frialdad ambiental adaptada a un Paris en exceso europeo y sofisticado, necesario como precepto característico de la gélida y hermosa Rebecca Romjin-Stamos , De Palma vuelve a recurrir a mecanismos imprescindibles en la obra de este incomprendido genio del cine. Por eso no es casual que tanto el Romjin-Stamos como Banderas (ambos magníficos en sus papeles) adopten el objetivo de una cámara de fotos como instrumento metafórico de su deseo sexual e indiscreta tendencia a mirar. ‘Femme Fatale’ puede verse como una película sobre el ‘vouyerismo’, pero también sobre lo que se ve y parece ser visto, sobre la mirada de los personajes y lo que el espectador parece ver pero no está viendo.
Un juego de ardides en los que no solamente caen los caracteres que rodean a esta peligrosa mujer, sino a los que sucumbe el propio público. Elementos subversivos que dan claves pistas extemporáneas, como la camisa llena de sangre del líder del robo, la detención del tiempo durante gran parte del metraje (percibida en los relojes) o la acción futura de los acontecimientos son parte de la utilización a la que somete la ‘femme fatale’ del título a todos y cada uno de los personajes que le rodean, pero también al propio espectador, ya que toda la película es una gran puesta en escena creada para una de las mejores manipulaciones cinematográficas y argumentales del último cine actual.
‘Femme Fatale’ es por tanto un juego de apariencias, donde el destino confunde ficción y realidad onírica en una cinta que supone un sorprendente ejercicio de estilo y artesanía llevados a cabo por un director que con esta fantástica cinta dejó de ser (aunque nunca lo fuera) el copista de Hitchcock para convertirse en uno de los últimos clásicos del cine contemporáneo.

lunes, 4 de julio de 2005

Hoy es el día de la independencia yanqui

God bless America!

Palabra de Leonard

Reglas de Elmore Leonard sobre la escritura
Las siguientes reglas las postuló el gran Elmore Leonard en una entrevista concedida al New York Times. De ellas, extraemos algunos de los trucos que utiliza uno de los escritores más prolíficos e interesantes de la literatura moderna.
1. Nunca empieces un libro hablando del clima.
Si sólo te sirve para crear atmósfera y no es una reacción del personaje al clima, no debes usarlo demasiado. El lector buscará las reacciones del personaje. Hay algunas excepciones, claro. Si te llamas Barry Lopez y conoces más maneras de describir el hielo y la nieve que un esquimal, puedes hablar del clima tanto como te de la gana.
2.Evita los prólogos.
Pueden resultar molestos, especialmente un prólogo después de una introducción que viene antes de la dedicatoria. Pero en no ficción son muy habituales. En una novela, el prólogo cuenta los antecedentes de la historia, pero no hace falta contarlos al principio, puedes ponerlos donde quieras.
Siempre hay excepciones, claro. 'Dulce jueves' de John Steinbeck tiene prólogo, pero me parece bien porque es un personaje del libro que deja claras las reglas, que nos explica como le gusta que le cuenten las cosas. Lo que hace Steinbeck en 'Dulce jueves' fue titular los capítulos a modo de indicación, aunque algo oscura, de lo que tratan. Hay dos capítulos que llega a titularlos “hooptedoodle” (palabrería) en los que avisa al lector: “Aquí haré vuelos espectaculares con mi escritura, y no se entremezclará con la historia. Sáltatelos si quieres”.
'Dulce jueves' se publicó en 1954, cuando yo empezaba a publicar, y nunca olvidaré el prólogo. ¿Me leí los capítulos hooptedoodle? Cada palabra.
3. No uses más que “dijo” en el diálogo.
La frase, en el diálogo, pertenece al personaje. El verbo viene a ser el escritor husmeando donde no debería. El verbo “decir” es bastante menos intruso que “gruñir”, “exclamar”, “preguntar”, “interrogar”... Cierta vez leí un “ella aseveró” al final de una frase de un personaje de Mary McCarthy y tuve que parar de leer para buscarlo el diccionario.
4. Nunca uses un adverbio para modificar el verbo “decir”
Usar un adverbio de esta manera (o de casi cualquier manera) es un pecado mortal. El escritor se expone a interrumpir el ritmo de intercambio cuando usa este tipo de palabras. Un personaje cuenta en uno de mis libros cómo solía escribir sus romances históricos “llenos de violaciones y adverbios”.
5. Controla los signos de exclamación.
Se permiten alrededor de dos o tres exclamaciones por cada 100.000 palabras en prosa. Si tienes el don de Tom Wolfe con ellos, puedes usarlos profusamente.
6. Nunca uses palabras como “de repente” o “de pronto”.
Esta regla no requiere ninguna explicación. Me he dado cuenta de que los escritores que usan exclamaciones como “de repente” suelen tener menos control sobre sus signos de exclamación.
7. Usa términos dialectales muy de vez en cuando.
Si empiezas a llenar la página de diálogo ininteligible, no podrás parar. Un buen ejemplo sería Annie Proulx, que es capaz de captar muy bien el sabor del habla de Wyoming.
8. Evita las descripciones demasiado detalladas de los personajes.
Steinbeck lo hacía. Pero en 'Colinas como elefantes blancos' Hemingway por ejemplo, usa una única descripción para el personaje de la mujer que acompaña al americano: “Se quitó el sombrero y lo dejó en la mesa”. Es la única referencia física en la historia, pero aún y así vemos a la pareja y sabemos de ellos por su tono de voz... sin adverbios que los acompañen.
9. No entres en demasiados detalles al describir lugares y cosas.
Si no eres Margaret Atwood, que pinta escenas con el lenguaje o no puedes describir el paisaje como lo hace Jim Harrison, no lo hagas. Incluso si estás dotado para las descripciones, ten en cuenta que el meollo de la historia debe ser la acción, no la descripción.
10. Trata de eliminar todo aquello que el lector tiende a saltarse.
Esta regla se me ocurrió en 1983. Piensa en lo que te saltas cuando lees una novela: largos párrafos de prosa con demasiadas palabras. ¿Qué está haciendo el escritor? Hablar del tiempo, o ha entrado en la mente del personaje y el lector o bien sabe qué es lo que piensa el personaje, o bien no le importa. Me apuesto lo que sea a que no te saltas el diálogo.Mi regla más importante es una que las engloba a las diez. Si suena como lenguaje escrito, lo vuelvo a escribir.Si la gramática se inmiscuye en la historia, la abandono. No puedo permitir que lo que aprendí en clase de redacción altere el sonido y el ritmo de la narración. Es mi intento de permanecer invisible, no distraer al lector de lo que es escritura obvia (Joseph Conrad habló una vez de las palabras que se inmiscuyen en lo que quieres contar). Si escribo una escena, siempre desde el punto de vista de un personaje (el que me da la mejor visión de la vida en esa escena en particular) puedo concentrarme en las voces de los personajes contando quienes son y cómo se sienten, qué ven y qué sucede. Así es como desaparezco de la escena.
Elmore Leonard.

domingo, 3 de julio de 2005

David Fincher: Spots Publicitarios (VIII)

David Fincher realizó en 1993 el spot de la cerveza Budweiser ‘Pool Hall’ con la productora AT&T.
Sacado del hábitat concurrido por muchos Eddie Felson amantes de la diversión solaz que promueve un salón de billar, los amigos, las apuestas y, cómo no, una buena cerveza fría. Son los elementos utilizados como refrendados recursos de este anuncio donde la pregunta final queda clara: ¿Ginger or Marianne?

Max Payne al cine

Hace mucho que no me engancho a un videojuego. La razón puede ser que no tengo una Playstation 2, motivo suficiente que demuestra mi desapego por el esparcimiento tecnológico de última generación. La otra viene dada por mi selecta exigencia cuando se trata de perder mi tiempo de ocio.
Uno de los juegos que ha suscitado mi entrega y entusiasmo en los últimos años (además de esa joya llamada ‘Mafia’) ha sido ‘Max Payne’ –y secuela-, un perfecto ejemplo de juego de calidad que reúne como peana una imposible mixtura de divertimento, progresión narrativa en su historia oscura a modo de ‘thriller’, un acabado envidiable lleno de efectos especiales, la noche y su simbología como entorno metafísico y el espíritu de insurrección que lo ha convertido en uno de los mejores juegos de los últimos años.
Con esto, no era difícil vislumbrar que la adaptación cinematográfica de ‘Max Payne’ se convertiría en un hecho en un margen de tiempo limitado. La Fox ya tiene los derechos del juego para llevar a la gran pantalla una de las historias más desasosegantes que uno pueda ver en el cine. Eso sí, si la adaptan bien, claro está. Max Payne es un policía con problemas de amnesia que se ve inmerso en un homicidio del que a priori parece inocente. Un hombre entre la espada y la pared capaz de resolver el problema del tráfico de una droga mortal y descubrir, con estupefacción, una verdad para la que no está preparado.
Habrá que esperar si las ingentes dosis de violencia se mantendrán en su versión cinematográfica y si respetarán el tramo final en el que Payne exhuma el terrible secreto de sus vacíos mentales.

sábado, 2 de julio de 2005

Jet Li, indiscutible héroe de las artes marciales

El rey del ‘Wu Shu’, carisma de una inquietante mirada
El pequeño Jet Li se ha convertido en un dinamitador del género de las artes marciales que ha logrado hacerse un hueco en el cine occidental como héroe de acción.
Desde que diera a presentar en Occidente con la cuarta entrega de ‘Arma Letal’ y tuviera su oportunidad como protagonista absoluto, auspiciado por Luc Besson, en ‘El beso del dragón’, de Chris Naoh, autoconsciente de una asumida faceta de ‘nuevo rey de las artes marciales’, Jet Li pasó de ser un desconocido en la pantalla internacional a ser un auténtico fenómeno del cin de género, donde su nombre empieza a ser un reclamo a la hora de acudir en tropel a ver sus filmes heroicos, acrobáticos y castrenses. Jet Li ha pasado a ocupar el trono que comparte desde este momento con el inigualableJackie Chan. Este pequeño malabarista de los golpes y la espectacularidad de la lucha marcial es uno de los artistas de artes marciales más prestigiosos y populares del actual panorama internacional del cine de acción.
El Wu Shu, técnica de la que Li es el legítimo artista y emperador, es el nombre con el que se designa a la descripción del arte interpretativo desarrollado por las autoridades de Mainland a partir de la ópera de Pekín, la gimnasia y las artes bélicas tradicionales chinas. Jet Li lleva años siendo el gran mito de esta técnica como genial malabarista de las patadas y los giros imposibles, siendo el dómine de esta compleja técnica desde que tenía tan sólo 7 años, tras una visita a la Academia de Wu Shu en Pekín, ciudad donde desarrollaría sus impresionantes actitudes dentro de una sistema de entrenamiento tan duro como lo es el chino. Y la historia de su vida dejó para la galería la leyenda de este inquieto luchador. A los once años ya era un prodigio insuperable de esta categoría marcial. Con esta corta edad ya tenía colgadas en su habitación 5 medallas de oro del campeonato nacional de Wu Shu. Cansado de ser el número uno en la disciplina, con 17 años se convirtió en el entrenador nacional más joven de todos los tiempos. El deporte como búsqueda de la verdadera esencia de esta modalidad fue abandonado cuando en 1980 recibe una propuesta de una productora de cine que ve en él al nuevo héroe de las cintas de lucha niponas.
Lanzado como el nuevo Bruce Lee, Jet Li protagonizó ‘Shaolin Temple’. El éxito de esta cinta convirtió a Li en el nuevo requerimiento del público. Su fama se desborda en China con su contratación para la superproducción ‘Erase una vez en China’, la catapulta perfecta internacional ya no sólo de Li a niveles de circuitos de culto, sino para la vigorización de su nombre de manos del que es uno de los mejores cineastas de acción del mundo: el prolífico Tsui Hark. Tras encarnar en tres entregas al mítico personaje del héroe chino de Wong Fei-Hung y protagonizar la fabulosa ‘The Swordman 2’, la nueva estrella china Jet Li funda su propia productora cinematográfica, con la que consigue afianzarse como una superestrella del género y conseguir para sus arcas lucrativos y espectaculares éxitos como la saga de ‘La leyenda de Fong Sai Yuk’, la explosiva y dinámica ‘The Tai Chi Master’ o ‘El guardaespalas de Beijing’, donde Li despliega su portentosa capacidad de hacer posible lo inimaginable.
A partir de este rotundo éxito Li se independizó y comenzó a trabajar en proyectos propios, coproducidos por él mismo, al tiempo que procuraba su proyección internacional. El cine protagonizado por Li cuenta con grandes dosis de acción desenfrenada, donde las imprevisibles y terribles actitudes de este verdadero coreógrafo de los movimientos imposibles y las patadas grandiosas son el gran atractivo de unas películas nada pretenciosas y que ofrecen al espectador lo que se busca. Además, su mirada fría e inquietante le ha convertido en uno de los referentes a la hora de recrear personajes oscuros, enigmáticos, algo asexuados, con muy mala hostia, de los que casi no se sabe nada e intimidan, resultando mortífero para sus enemigos.
Una de sus mejores obras es ‘Fist of legend’, cinta de culto que tiene un sorprendente guión que aúna, con gran inteligencia y acierto, un inolvidable enfrentamiento que no se queda simplemente en lo físico, sino también en lo político. La acción se sitúa en la época de los avances japoneses sobre China, pero Li se resiste a caracterizar la situación en términos obvios, es decir, japoneses malos y chinos buenos. En ‘Fist of Legend’ Li entronca su técnica con la del legendario Bruce Lee, cuyas técnicas de combate tampoco suscribían a una única escuela o tradición, sino que se basaban en la idea de practicar una estrategia dinámica, flexible, para proporcionar la adaptación al adversario.
Una de las proclamas de los filmes de Li es una abrumante búsqueda de que cada situación sea más compleja que la anterior, cada antagonista es más peligroso, hasta que llega la batalla decisiva y esta se despliega siempre con recursos que superan todo lo que acaba de verse. Otra de las concepciones de sus personajes es una profunda castidad a la hora de perfilar sexualmente sus héroes. Los personajes a los que da vida Li no tienen el más mínimo interés en mantener contactos con mujeres más allá de su rescate o salvaguarda.
Sus roles suelen ser titanes indestructibles, capaces de lo inverosímil, pero a su vez, alejados de cualquier interés por la bella fémina que le acompañe en su arriesgada misión. En sus producciones norteamericanas o con claro destino comercial dentro de Occidente, Jet Li protagonizó ‘Arma letal 4’, en el que interpretaba a Wah Sing Ku, un misterioso e inquietante chino aficionado a sus cuentas de un rosario muy especial, un cabrón vengativo que se consolidó como el más carismático de los villanos de la maravillosa saga de Richard Donner (una de mis absurdas debilidades iconográficas).
‘Romeo debe morir’ fue la consolidación del nombre de Li en la frontera comercial norteamericana. Una cinta junto la actriz afroamericana fallecida en un accidente de avión Alayah, en la que, a pesar de tener varias escenas juntos, sólo se compenetraban en las secuencias que intentó filmar, sin mucha suerte, Andrew Bartkowiak. Aún así, quedó claro que Jet Li podía y debía tener su propio hueco en el cine de acción americano. Y su perseverante carrera comercial ha ido en aumento; ‘El beso del Dragón’, ‘The One’, ‘Cradle 2 the Grave’, ‘Rise to Honor’ y su regreso por la puerta grande al cine oriental con ‘Hero’, de Zhang Yimou han demostrado la capacidad de Li como reclamo, siempre encasillado en su rol de temerario luchador sin límites físico, pero eficaz en su cometido taquillero. Jet Li parece haber asumido su condición de antigalán, de rey de las artes marciales y ha logrado a constatar que esos inexistentes romances en pantalla sean otro acierto respetable, como lo es su obra y carrera como actor.
Desprovisto de cualquier guiño, ironía o comicidad (elemento que representa el cine de Jackie Chan), las películas de Jet Li engloban una seriedad académica que ha ido perdiendo con su salto a la colosal industria hollywoodiense y que queda patente en la muy irregular ‘Danny the Dog’. Quizá por haber nacido en China continental, Jet Li mantiene una cierta distancia con respecto a otros cofrades marciales que han tenido éxito tanto en Oriente como entre nosotros. Mientras Jackie Chan tiene claro que su modelo y su objetivo es el cine norteamericano, las películas de Jet Li tienen una relación con la madre patria mucho más intensa que la que puede verse en la mayor parte de las películas orientales, aunque también estén hechas allí. Quizá sea a causa de cierto perfil obstinadamente nacionalista, como el que supo tener Bruce Lee, o por carecer de los conflictos de pertenencia cultural que evidencian muchos creadores de Hong Kong.
Por la razón que sea, en todo caso, sus películas no sólo constituyen óptimos ejemplos del mejor cine de acción del mundo, sino que además contienen una mirada distinta sobre la fascinante cultura que las produce.

viernes, 1 de julio de 2005

Conclave obscurum: tenebrosa página

Si Edgar Allan Poe hubiera tenido conocimientos de flash aplicados a una página web, probablemente habría creado Conclave Obscurum, una oscura e inquietante url que contiene un extraño espíritu imperecedero y romántico, de tintes tenebrosos, erigida al tenue albor de una noche de tormenta, en un diseño impregnado de un envolvente sentimiento de perversidad.
Esta pequeña obra de arte pertenece a Art Lebeved Studio, empresa de diseño de webs parece entender que la inspiración se da bajo el rigor del análisis visual, entendido como el desarrollo que emerge del desbordamiento de la imaginación artística.
Apasionante link.

Finaliza 'Friends'

Amigos para siempre
Hoy ha sido un día triste.
Canal + ha emitido en abierto el episodio 18 de la décima temporada de ‘Friends’, lo que significa que el show se ha acabado en España para siempre. Ya lo hizo el pasado 5 de marzo para todos los abonados al canal de pago, pero hoy ha consumado su agridulce final.
Echando la vista atrás y sabiendo que desde su estreno hasta el día hoy hay una diferencia de casi diez años parece mentira cómo y de qué manera ha pasado el tiempo. Hay que reconocer la importancia que para alguno de nosotros ha tenido esta estimada serie, con sus altibajos, mejores y peores episodios. Lo valioso es que hemos vivido de cerca los encuentros y desencuentros de Chandler, Rachel, Mónica, Phoebe, Joey y Ross, célebres personajes que han ido adicionando a sus espectadores de forma creciente, compartiendo junto a ellos sus vidas mediante su progresión evolutiva y vital dentro de la serie. Hasta hoy, participando con su masivo público en un innumerable catálogo de experiencias televisivas que serán imposible de superar.
Nadie imaginaba allá por 1994, cuando la NBC encargó a Kevin S. Bright, Marta Kauffman y David Crane que crearan una ‘sitcom’ diferente sobre unos veinteañeros en Nueva York, que el ambicioso proyecto desbordaría cualquiera de sus más optimistas expectativas. ‘Friends Like Us’, ‘Insomnia Cofee’ o ‘Six of One’ fueron algunos de los títulos que se manejaron para la que sería serie de culto en todo el mundo. Su emisión junto a la antológica ‘Seinfield’ y ‘Urgencias’ dejó un dato para la historia: ‘Friends’ se había convertido en menos de un año en la serie más vista por todos los estadounidenses después de la insuperable ‘La hora de Bill Cosby’.
La diversidad de unos caracteres a los que han dado vida un brillante casting compuesto por Courteney Cox, David Schwimmer, Jennifer Aniston, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc y Matthew Perry y esa insólita apuesta por la calidad de unos guiones que son la referencia de estudio para todos los que alguna vez hemos querido ser guionistas han sido la lapidaria aleación de tan colosal éxito. La gran capacidad de sorpresa, el humor siempre inteligente, lograr esquivar la temida depauperación de sus tramas y un inagotable catálogo de giros, personajes y diálogos han hecho que la serie haya estado arropada tanto por crítica como por el público durante tanto tiempo.
Una década de popularidad catódica. Un lapso de tiempo en el hemos disfrutado alrededor de esta pandilla de inolvidables amigos divertida e inclasificable a los que hemos visto madurar, crecer y alcanzar todos los sueños que cualquier hijo de vecino va pretendiendo a medida que pasan los años. ‘Friends’ nos han hecho reír, llorar, entristecernos y atraparnos con sus romances, chistes, fiestas, viajes, bodas, partos, canciones de Phoebe, incoherencia de Joey... Siempre, y ahí la gran virtud de la serie, siendo enemiga de la ranciedad y la corrección política, aunque muchas veces haya zigzagueado en torno a ello. La serie ha recibido 55 nominaciones a los Premios Emmy, incluidas seis para la mejor serie de comedia, premio que ganó en el año 2002 y 13 a los Globos de Oro la encumbran además a una de las más reconocidas de todos los tiempos.
Y hoy todo eso se acabó. Ya no habrá esa espera por que emitan en abierto ningún episodio nuevo. Los seis amigos de Nueva York han dicho adiós en un último capítulo muy emotivo y bastante agridulce, con un final que no supone el típico ‘happy end’, que suscita muchas preguntas alrededor de unos amigos destinados a separarse, a que nada sea lo mismo, incluso cuando la felicidad termina llegando a todos y cada uno de ellos. Hoy en mi casa, en mi soledad frente a la televisión, reconozco que ha habido lágrimas a un lado y al otro de la pequeña pantalla, fundamentalmente porque me he dado cuenta que el inexorable paso del tiempo cercena muchas de las ilusiones que se tenían cuando en noviembre de 1997 Canal + comenzó a emitir la serie, pero también por haber tenido la suerte de haber pertenecido a la generación que vivió ‘in situ’ el fenómeno ‘Friends’.
Es reconfortante, no obstante, evocar la letra de la cabecera de esta ‘sitcom’, tararear el ya clásico tema de The Rembrandts ‘I’ll Be There for You’ para saber precisamente eso: que ‘Friends’ siempre estará ahí para nosotros, en un DVD, en un viejo VHS, en la típica conversación perdida con algún antiguo seguidor de la serie, en alguna reposición que emita alguna cadena a altas horas de la noche.
Siempre habrá nostálgicos momentos para reunirnos con esta parte de nosotros que se queda para siempre en el Central Perk. Entristecido por este final sólo se puede decir “Hasta siempre, amigos”.

jueves, 30 de junio de 2005

El inolvidable rodaje de 'Corrientes Circulares', de Mikel Alvariño

Todos los rodajes son duros. Cualquiera que haya tenido la suerte de participar en un cortometraje o una película sabe que tal aserción es cierta. El pasado fin de semana se rodó, como estaba previsto, ‘Corrientes circulares’, el cortometraje bautismal en formato cinematográfico del entrañable y genial Mikel Alvariño, un joven guionista dotado con el asombroso proceder de reconciliar sus historias fantásticas con la realidad que nos rodea, hábil fabulador de emociones y sorpresas, versado conocedor de los mecanismos narrativos capaz para fusionar sin problema, con efectividad y magia, cualquier género.
David Acereto, gran tipo y uno de los mejores operadores de cámara y fotógrafos de cine de este país, definió este trabajo concluida la inexorable pero satisfactoria filmación como “un pequeño milagro”, primorosa conclusión que determina cómo se ha llevado a cabo este cortometraje. Y lo cierto es que tiene razón, porque aunque todos los rodajes son distintos, en el mundo del cine existen eventualidades y analogías indelebles que los equiparan; tiesuras, contrariedades, buenos momentos, risas, tensión, inclemencias y, si todo va bien (como ha sido el caso) las ganas de todo un equipo volcado en el proyecto para el producto final salga bien. Era complicado que todo saliera como ha salido. Pero se ha logrado. Y de qué manera.
Viendo el combo una y otra vez, la disposición de los personajes en las estéticas escaleras del edificio de la Calle Madrazos, 24 (punto frecuente de rodajes), ‘Corrientes Circulares’ parece una suerte de exvoto visual, exquisitez narrativa, de pequeño y esperanzador prodigio cortometrajístico. La historia de unos personajes accesibles e identificables, unidos por el destino de un momento mágico inaprovechado, lo tiene todo para alcanzar unas cumbres que ni siquiera Mikel Alvariño se ha planteado. No es el típico cortometraje con cierta pretensión camuflada en la calidad de sus propuestas. La gran virtud de esta pieza de admirable espíritu de sencillez inscrito en el costumbrismo accidental, es el mágico viaje de los pequeños instantes en los que no se dice aquello que puede cambiar una vida.
Os aseguro que me he sentido embelesado en muchos momentos del rodaje por un proceso de articulación maestra. Sobre todo en el progreso que se deriva del ensayo con los actores hasta verlos en cámara, rodando y brindando todo su talento a un proyecto considerado muy especial por todos los componentes del equipo. Los intérpretes están fabulosos (Carlos Álvarez -Goya al actor revelación por ‘Solas’-, Ana Gracia, Moncho Sánchez, Mikel Losada,Cristina Pons,Olga Rodríguez, Erik Probanza, Sharay Escobar, Luz Valdenebro, Silvia Casanova y los niños Carmela Quijano (acojonante su capacidad profesional con tan corta edad) y David Orejuela. Una envidia de reparto (gracias a Tonucha Vidal), pero, sobre todo, una envidia de de rodaje.
Sin duda, el resultado de esta expeditiva destreza ha reposado sobre el trabajo de un equipo impresionante, fundamentado en el duro trabajo colectivo, procurando el buen ambiente que ha reinado a lo largo de dos días inolvidables. A excepción de algún que otro imprevisto, lógico si tenemos en cuenta el apremio con que se rueda un corto en cine, el funcionamiento ha sido absorbente, poco menos que portentoso.
Un complicado plano de gran angular con ‘steady’, algún que otro lógico enfado, la desorientación del niño vestido de Jedi que (por alguna extraña razón) confundía la marcha nupcial con la sintonía de ‘Star Wars’, el esperpéntico cabreo de algún ofendido vecino bastante ‘freak’ (habrá que reproducirlo en videopost porque es muy mítico), la premura de los horarios y cómo no podía faltar en un rodaje los temidos retrasos (que fueron muy pocos) han sido los únicos y habituales problemas del rodaje de ‘Corriente Circulares’.
Lo más positivo desde el punto de vista personal ha sido conocer a unos formidables seres humanos con la sempiterna ilusión del trabajo como única y meritoria recompensa a la confianza de un Mikel Alvariño que puede estar más que orgulloso con esta fascinante experiencia que está siendo ‘Corrientes Circulares’. Desde el hiperactivo equipo de fotografía (hay que destacar a esa bestia humana que es Álvaro Carla con su 'steady cam') comandado por el deslumbrador Acereto, la gran labor de David Montoya, Mónica Romera, Israel González y la eminente A.D. siempre al lado del director, Jorge Alvariño, con su cámara que reproduce fotos automasturbatorias, el gran Fco. Javier Ortiz Fulton en sonido (trascendentales sus digresiones sobre ‘Episodio III’), las entrañables Helen Vilabrille y Ainize Arrieta y sus chicas de vestuario y maquillaje respectivamente,Javi Alvariño y ese ‘crack’ de la vida y el humor que es Joaquín Pérez hasta llegar Miguel Anaya, Alberto, Néstor y demás equipo de producción. Todo ello puede sonar linsojero y encomiástico (bonita palabra), de amiguismo barato y adulador, pero es que es cierto, han sido dos días para enmarcar.
Yo, por mi parte, he empleado mi tiempo en lo que suelo hacer durante mi vida entera: observar curioso, con cautela para no perderme nada, vigilando de forma enfática todos y cada uno de los movimientos que he recogido con mi Mini-DV; las miradas, los gestos, las conversaciones, escuchando cualquier interlocución, analizando personalidades, inquiriendo en la profundidad del rodaje, con la ventaja de no tener una obligación más que la de grabar todo aquello que sucediera. Y, en el transcurso de ello, poder congeniar con muchos de los miembros del rodaje a los que ahora considero amigos y parte de mi vida.
Dos imperecederos días que acrecentarán su importancia cuando el cortometraje se estrene, cuando todos podáis ver una pieza consignada a alcanzar cotas muy grandes. Os lo aseguro. Sólo espero volver a repetir una experiencia tan gratificante como la que ha sido poder llevar a cabo el ‘making of’ de un trabajo mitológico.
Por último, no quiero olvidarme de saludar a "Los Mindundis" (grandes seguidores del Abismo) y en especial a esa quimera femenina que es Adela Gutiérrez, más conocida por todos como A.D. Y desde este resquicio de locura cinéfila desearle la mejor de las suertes a Juanma Pachón, que empieza mañana su ambicioso y espectacular cortometraje en 35 mm. 'McGuffin', una pieza que dejará con la boca abierta a aquellos que crean que los cortos españoles no pueden ser pirotecnia a lo grande, en estado puro, con dos cojones.