sábado, 18 de junio de 2005

'eXistenZ': sobredosis de ficción

La inmortalidad de la 'Nueva Carne'
Como ya hiciera en su día con la magistral ‘Videodrome’, David Cronenberg volvió a jugar con ‘eXistenZ’ con el fondo sujeto que fusiona la obsesión humana sobre las nuevas tecnologías y sus posibles funestos efectos en un hombre cada vez más alejado de la realidad que le rodea. ‘eXistenZ’ sirvió a aquellos seguidores del cineasta canadiense para reencontrarse con aquel cine fantástico, típicamente cronenbergiano que volvía a yuxtaponer, de forma personal y artística, su inquebrantable representación de todo lo orgánico y los avances tecnológicos.
Por ello, y como la casi totalidad de la peculiar obra del director de ‘Crash’, nos dejó una película que o bien se ensalza o por el contrario se detesta. Partiendo de esta idea, cabe atestiguarla abstracción enraizada como punto de partida de ‘eXistenZ’, como una retrogradación a terrenos ya explorados, pero incidiendo en temas ignotos, en nuevos miedos dominadores que golpean la psique humana con preguntas axiomáticas. En este caso, reincidiendo en el desvanecimiento de la realidad, que se evapora para dejar paso a la ficción, disgregación ocasionada por la falaz prosperidad tecnológica.
Los juegos virtuales suponen el punto de referencia para indagar en los temas que han hecho de Cronenberg ésa especie en extinción de cineasta independiente y personal (que hay que proteger a toda costa) ajeno a bogas efímeras: los tejidos orgánicos –representados en esta ocasión por bio-puertos y ‘ambicordones’ (trencillas umbilicales que nos alimentan de entelequias), la alienación de los anti-realistas, la tecnología extrema de las ‘pods’ y el nihilismo que subyace en todo el filme de un modo subversivo.
El enigma a solucionar en ‘eXistenZ’ se mueve entre la paranoia, la violencia y un mensaje claramente proverbial que deviene de la obsesión humana por explorar nuevos mundos, nuevas ficciones, realzando la ‘nueva carne’ promovida por Cronenberg hacia unos límites virtuales desconocidos hasta la fecha, introduciendo al espectador de forma contundente en un próspero juego en metáforas, en apocalípticas imágenes impregnadas de atractivas lecturas heterogéneas. Ese método que utiliza Cronenberg, a medio camino entre la realidad más palmaria y una ficción ilógicamente hedionda y cercana, para componer esta sobredosis de ficción sirve, de forma análoga a la sensación del espectador, para dotar a ‘eXistenZ’ de una inmediación acerada en la máxima de cualquier juego destinado al consumo: la adicción.
Por eso, una de sus películas menos valoradas, que ha ganado con el paso de los años un inconfundible halo de genialidad cronenbergiana no entiende de intelectualismos doctos y complacientes, ya que ‘eXistenZ’ es una contundente y fantástica muestra de cine sin concesiones al sosiego. Un oscuro y trascendental viaje al universo (siempre inquietante y brutal) de la llamada e inmortal ‘nueva carne’.

viernes, 17 de junio de 2005

La Fura del Baus, otra vez en Salamanca

Antes de ayer tuvo lugar uno de esos eventos tan multitudinarios que se suelen dar en esta ciudad, en el ágora de congregación más aglutinador de Salamanca: su Plaza Mayor. El I Festival Internacional de las Artes de Castilla y León, promovido por la Junta de Castilla y León y que se celebra en Salamanca para conmemora el 250 aniversario de la construcción de su Plaza Mayor tuvo como primer atractivo al grupo teatral La Fura dels Baus, que dispuso con su aparatosidad lo necesario para su nuevo espectáculo ‘N.D.Q. Navega Don Quijote’, su particular homenaje a la figura cervantina caracterizada por su habitual suntuosidad, grandilocuente discurso renovador de los conceptos clásicos y una puesta en escena pretendidamente innovadora y vanguardista. Una obra en la rebosa presuntuosidad, logrando que con sus ínfulas de ampulosidad monumental el espectáculo trascienda los límites de lo tolerable y se convierta en un producto manufacturado buscando más la majestuosidad de la ópera en su habitual mezcla de palabra, la imagen, la música e importancia corporal que una disertación interesante sobre el concepto de modernidad aplicada al Quijote.
Todo muy enfático, muy altisonante en su reflejo de renovación del clásico de Cervantes, ordenando aparatosos números visualmente como esa hilera de trapecistas suspendidos en el aire que representan una especie de molino humano al que se une un zeppelín de dieciocho metros de largo que sobrevoló la plaza o el enorme útero en el que está sumido el hombre moderno, una matriz que simboliza la alienación a la que conlleva la soledad que provocan las nuevas tecnologías.
Para la Fura Don Quijote es un paranoico internauta tan acostumbrado a navegar en internet que acaba perdiendo el juicio. Una actualización del mito de Don Quijote trasladado a la loca realidad del siglo XXI que traslada su condena mental, como en la novela, a los enloquecidos designios de su inventiva imaginación.Tanto intentan transgredir el grupo catalán que acaban por perderse en el más sombrío del ostracismo que suscita tanta aparatosidad, tanta doctrina renovadora del concepto teatral. Un espectáculo que lejos de resultar fascinante llega a aburrir (yo reconozco que no me quedé hasta el final) con la reiteración especulativa de esa atrayente creación de un lenguaje multimedia único y propio que les ha llevado a convertirse en uno de los grupos teatrales más importantes del mundo.
Eso no quiere decir que la Fura del Baus no goce de mi simpatía. Quién no recuerda los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 y sus provocadores ‘Atlántida’, ‘Ombra’ o ‘Numaquia 1-Teatrología anfibia’ y esa ‘XXX’ que supuso la ratificación de estos provocadores natos en el panorama teatral. Hace tres años, con motivo de la capitalidad cultural europea de Salamanca, la Fura vino a presentar la escandalosa obra, posiblemente, sea la obra de teatro más atrevida e inmoral que se ha haya representado jamás. ‘XXX’, el emblema del hardcore, del porno más agresivo e indecente que tanto conocí de cerca en uno de mis antiguos trabajos alimenticios. Fue una vuelta a mi memoria reciente y me gustó, claro que me gustó. Y mucho. Siempre me ha gustado el porno, el cine X, la literatura y revista más que subida de tono. No soy un hipócrita. Me encanta.
La polémica e irreverente función producción de La Fura dels Baus y Schauspiel-Frankfurt en coproducción con Festival GREC de Barcelona y Teatre Lliure se benefició del patrocinio de la publicación pornográfica ‘Private’, hecho que dice todo del riesgo y de la trasgresión que adoptó esta particular adaptación de ‘Filosofía en el tocador’, una de las mejores obras del maestro Donatien Alphonse Francois, el mito literario más controvertido de la historia de la retórica. Me refiero, cómo no, al Marqués de Sade. Allí, sentado con el irreductible Alvarito ‘Vodka’ difrutamos de esta representación entre las molestas columnas de una deplorable deposición arquitectónica, una chapuza en toda regla como lo es el teatro Liceo de Salamanca.
La obra de Sade representa la iniciación sexual de una joven ingenua con ganas de aprender, Eugènie, a manos de los ‘libertinos’ (siempre quise que existieran unos profesores como éstos en este pútrido mundo) Madame de Sant Aige y Dolmancé, a los que se uniría a través de la obra ‘El Caballero’ y ‘La Señora de Mistival’. Mediante su pluma llena de descarrío y de impudicia, Sade ironizaba en siete capítulos, siete diálogos para ser exactos, con la pornografía literaria y la mala hostia, con su suprema violencia oculta contra la burguesía, la nobleza, la medicina y sus métodos y sobre todo levantando las llagas de la religión católica para lograr que su visión de la falsedad púdica, que el conservadurismo, traspasara los siglos y siguiera, hoy en día, siendo un punto de referencia a la hora de analizar muchos de los conceptos falsarios que rigen la moral actual, nuestra sociedad del S. XXI. Como Aretino y Boccaccio, Sade siempre litigó aquello que ocultaba las debilidades y los vicios de la alta sociedad en la que vivieron.
La Fura adaptó estos conceptos a la modernidad en un entorno que muy bien podría haber disfrutado Sade, inundando muchas de las perversiones más oscuras del show business: los castings. Con esa comentada innovadora puesta en escena, llamada ‘teatro digital’, el montaje se iniciaba con la selección de una menor durante un casting para rodar un espectáculo, que en principio nadie asegura que sea erótico. Lo primero que se hizo fue que una de las actrices (la fantástica Teresa Vallejo) escribió sujetando un lápiz óptico con la vagina y sobre un monitor que todo espectador puede contemplar a lo largo de la representación escribe la frase “Un mundo mejor es posible”. Con este inicio comenzaba el particular análisis social de La Fura sobre el sexo, las relaciones humanas, la muerte, el crimen y, finalmente, sobre la existencia del ser humano. Para ello, la trama se transformó necesariamente explícita, pudiéndose ver en pantalla la perversión y depravación que requería la obra, con una valiente actitud impulsada al realismo. Así, los intérpretes se metieron de lleno en escenas de lesbianismo en un bidé, masturbaciones de todo tipo, felaciones, una orgía sexual-gastronómica de estos tres personajes activos y un voyeur y, sobre todo, la guinda de la noche: sobreimpresionadas en esa representación real de una falso príapo con una microcámara penetrando a la que fue la reina de la función, la joven actriz Sonia Segura.
El impacto escenográfico del montaje se estableció sobre todo en esas proyecciones sobre dos pantallas colocadas al fondo del escenario que se nutría de imágenes pregrabadas creando ilusión y engaño, repulsión (la imagen de ese clítoris cosido con hilo y aguja del final) o avidez (muchos de los momentos de sexo) en el espectador. Un universo interactivo que fue, como la videocreación fastuosa de la esencia de la obra, el verdadero objetivo de ‘XXX’. La cámara y la pantalla tenían tanta importancia como la interpretación. La espectacularidad y visualidad de la obra teatral impusieron su presencia tal vez en exceso, pero dando como consecuencia curiosas visiones sexuales como un prepucio parlanchín o el mítico coño globalizado y el mencionado juego entre la verdad filmada y la ficción en vivo, con un falócrata y el número del hombre araña o el tardío génesis de Eugènie convertida en feto, insertada en una enorme cánula llena de agua de donde emerge la renacida virgen convertida en vengadora social.
Tal vez eché de menos algo más de riesgo en cuanto a la temática sociopolítica que contiene la obra maestra de Sade, con aquel libelo titulado 'Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos' con los imponentes pasajes dedicados a ‘Las costumbres’ y a ‘La religión’, hostias llenas de más sangre y barbarie que cualquiera de los números pornográficos del libro. ‘XXX’ pretendió dejar como incógnita una interpelación entre realidad y ficción, entre acto o falsedad. Todo bajo una excelente selección de temas del sello Subterfuge para cada número sexual; la balada para el dúo lésbico, el techno más salvaje para el trío o la canción de Alaska en el desenlace de la obra que instigó al aplauso en un magistral epílogo en el que todos los intérpretes completamente desnudos se van vistiendo con máximas metafísicas en las pantallas que totalizan la filosofía de Sade resumida en el apotegma “frente a la pérfida y falsa educación materna, arrojar a un contenedor de basura el cuerpo torturado de Madame de Mistival, la madre de la boyante, sanguinaria y ferozmente desvirgada Eugènie”.

¿Sí, no, sí, no...?

Cuando todo estaba listo para emprender uno de los rodajes más esperados de los últimos años y después de infinitos rumores sobre la nueva cinta de ‘Indiana Jones’, los responsables del proyecto hablaron sobre ello durante un homenaje de la AFI dispensado a la carrera de George Lucas.
El diario norteamericano USA Today pudo implorar un avance sobre la cuarta entrega de las aventuras del arqueólogo más célebre de la historia del cine. Tanto Georgie, como Steven Spielberg y Harrison Ford (presentes en el evento) coincidieron en la autenticidad de los rumores que apuntan que la película se rodará el año que viene, pero lo extraño fue que Spielberg aseguró que el guionista Jeff Nathanson todavía no había acabado el borrador definitivo que tendrá listo, según la noticia, a finales de verano.
Una auténtica contradicción si tenemos en cuenta que hace poco menos de un mes Lucas se daba por satisfecho con un hipotético guión de Nathanson listo para llevar a cabo el ansiado filme.
¿Volveremos a ver Indy en otra de sus aventuras? Es la eterna pregunta.

jueves, 16 de junio de 2005

Nunca tuve un Tele-Sketch

Durante mi infancia hubo cosas que siempre quise tener en mi posesión pero que me fueron refutadas por mis exigentes progenitores, obstinados en que su hijo tuviera una lapidaria educación de corrección y raciocinio. No hubo suerte, porque les salí insurrecto, devorador de subcultura, reconvertido en infraser de la erudición ‘freakie’ en cualquier ámbito (siempre corrompido por el terreno audiovisual y literario) y, por supuesto, psicológicamente desequilibrado. Si no, este tipo de disfunciones no tienen gracia.
A lo que iba, siempre codicié juguetes que no tuve. Soy así de indigno. Siempre suspiré, por ejemplo, por un monopatín (o también llamado ‘skate’), por un Scalextric, el auto-cross 5 velocidades, por una puta mierda de aquéllas llamada ‘Blandi Blup’, por una reproducción de fogueo de una Parabellum 9 mm., por el libro de ‘Cómo fabricar una bomba en su casa’, pero sobre todo por un ‘Tele-Skecht’, aquel aparato fabricado por la marca Borrás que consistía en una voluminosa pantalla con dos botones que permitía dibujar no sin ciertos impedimentos artísticos sobre una pantalla magnética formas inconexas y sin sentido. Lo divertido y absurdo llegaba cuando querías deshacer las disformes siluetas, teniendo que mover el aparato con pujanza en plan maraca de Machín. A decir verdad, creo que el Telesketch era un juego bastante residual y una pérdida de tiempo. Los folios fueron más provechosos y eficaces en el adiestramiento creador de cualquier infante con ínfulas artísticas.
Eso sí, viendo lo que se puede hacer con destreza, pericia y algo de aptitud, la verdad es que uno se queda sorprendido por la enfermiza degeneración a la que llega la gente por alcanzar la perfección. Lo curioso es que lo consiguen.

miércoles, 15 de junio de 2005

Review '11:14'

A la hora señalada
Greg Marks es una película de relatos encadenados que combina el ‘thiller’ con el humor macabro y cuyo objetivo final no es más que el puro entretenimiento.
Una de las sorpresas más notables de esta impávida temporada cinematográfica bien podría ser el debut de Greg Marks con la estimable ‘11.14’, una desquiciada película que propone como esencial reclamo un nocturno puzzle de humor negro que presenta varias historias fusionadas en una misma hora, concentradas en diversos accidentes sucedidos en el barrio de Middleton, donde la noche se presenta muy intensa para sus protagonistas, ya que todos ellos serán desdichadas víctimas de un destino que entrelaza sus vidas sin conexión aparente en un momento exacto y concreto. Ésta es la línea argumental de un modesto filme que probablemente no hubiera sido estrenado en España si Hilary Swank (una de sus protagonistas secundarias) no hubiera obtenido su segundo Oscar por ‘Million Dolar Baby’.
Atropellos, muertes, equívocos, imprevistas amputaciones de índole fálico, atracos provocados, embarazos fingidos y una extraña sensación de irrealidad son los elementos que maneja el jovencísimo realizador en una primera película en la que ha demostrado un extraordinario manejo del ámbito formal, ya que si por algo llama la atención de esta obra debut es el buen pulso con que Marks ha construido la conseguida atmósfera situacional erigida sobre su historia coral, sin caer en la dolorosa esencia dramática, que permanece intacta a lo largo de la trama, evitando además que sus giros narrativos y situaciones esperpénticas desluzcan la gran capacidad de acción e interés que abundan en una sorprendente película.
En ‘11:14’, la habilidad formal de un recurso expresivo como es el juego de tiempos que confluyen en un mismo instante, en este caso en una hora y minuto delimitado, es la médula sobre la que se nutre un filme que logra sortear cualquier atisbo de gravedad dramática para beneficiarse de una deliberada intrascendencia que se vislumbra en el total de la cinta. Sin llegar a la complejidad a la que enfrenta al público el ‘maze-cinema’ (narración que emprende el relato en su final para avanzar hacia atrás en busca de su punto de partida) ‘11:14’, no obstante, plantea una particular ruptura de las reglas clásicas de la narración, una estrategia de reconstrucción argumental que más allá de su aparente artificio, sabiendo revestir al guión a un indefinido formato de ‘thriller’ con ciertas dosis de doloroso drama, comedia negra y un punto de absurdo en su planteamiento de coyuntura cronológica del tiempo.
A modo de puzzle temporal narrativo que vertebra este delirante viaje en el destino de unos personajes movidos por el interés y ensamblados trágicamente por circunstancias que sólo puede darse por efecto del destino, el cruel fatum al que se enfrentan todos y cada uno de ellos, Greg Marks expone con mordacidad una sátira costumbrista, enfrentando una serie de conceptos manejados con un excepcional sentido del ritmo, mintiéndolo constante en su proceso evolutivo al relatar los mismos acontecimientos desde varios puntos de vista y diversas consecuencias. Es por ello que la gran virtud del filme sea la de aplicar una correcta medida de los tiempos y los espacios en los que se desarrolla toda la acción cruzada en un mismo minuto, cuya explicación no encuentra lógica a la hilaridad que producen los terribles momentos de violencia de lo que acaece en la fatídica noche.
‘11:14’ no resulta en ninguna de sus áreas un filme pretencioso, sino que prima la inteligencia más que la originalidad de lo formulado antes que cualquier indicio de prosopopeya formal o narrativa. Y pesar del subyacente tono de telefilme a lo largo de la obra debut, el joven cineasta sabe aportar mediante un clima mortecino y noctívago la moderación necesaria para perpetuar la intriga y la acción por medio de secuencias en vehículos, persecuciones exteriores, situaciones imposibles y conversaciones de corte intimista con una certidumbre cinematográfica casi insultante a la hora de manejar la dilación temporal y geográfica, con la intención de propagar con mayor valía unas historias que formuladas de manera lineal no llegarían a los treinta minutos reales. Todo está encubierto por la trivialidad con que se narran los acontecimientos que rodean a unos protagonistas que se definen por el prototipo de la América Profunda, del patetismo provinciano que les obliga a actuar llevados por instintos casi siempre erróneos, derivados de su estulticia, de su egoísmo, de una expiación redentora o por incompetencia, venganza, necesidad o bondad, según sea el caso. Personajes (en un elenco en el que destacan todos y cada uno de sus intérpretes) que, involuntariamente, se dejan llevar por sus miedos aportando con su insólita singularidad cierto anacronismo en el apacible lugar en el que residen.
La obra de presentación de Marks es, por tanto, además de una pieza de recargada minuciosidad en su puesta en escena y narrativa, un macabro divertimento a modo de tratado surrealista, un atroz ‘thriller’ que se concreta en un mosaico de coincidencias para las que, como es lógico, se recurre a algunos excesos para conseguir el efecto final, que no es otro que la puro delectación de lo trivial, de divertimento como eje sobre el virar cada movimiento narrativo.
Miguel Á. Refoyo © 2005

El avión de los 'gags', 25 años después

Hace algún tiempo les comentaba a algunos de mis amigos la añoranza que despiertan las olvidadas comedias del trío ZAZ (los hermanos Zucker y Jim Abrahams), lo poco que se ha avejentado su humor, que sigue indeleble en nuestra memoria.
Todo el mundo que se precie de ser un incondicional secuaz de la comedia, más concretamente del ‘gag’ y del cine de los 80, recuerda a la perfección muchos de los mejores agudos lances cómicos de las dos partes de ‘Aterriza como puedas’, ‘Top Secret’, la trilogía de ‘Naked Gun (Agárralo como puedas)' e incluso de las más debilitada saga de ‘Hot Shot’.
Cierto es que la cultura cómica del ‘gag’ es perecedera y en nuestra memoria se encuentra subproductos que insistieron en la fórmula que los ZAZ nunca recuperaron. Ahí quedaron olivdables nimiedades del tipo ‘Reposeída’, ‘Mafía, estafa como puedas’, ‘Vaya un fugitivo’, ‘Acampa como puedas’, ‘2001: despega como puedas’ e incluso ‘Esquía como puedas’. Todas ellas a mayor gloria del entrañable pero infausto Leslie Nielsen y utilizando hasta el agotamiento la muletilla del descerebrado título del origen de la extinguida gallina de los huevos de oro.
Sin embargo, 25 años después Jerry y David Zucker, en complicidad con Jim Abrahams, podrían volver al método fílmico que les acreditó como los precursores de la comedia estúpida (denominada en los USA ‘spoof films’): cerrar con una nueva ‘Airplane’ la trilogía de ‘Aterriza como puedas’. Dos décadas y media después la intención es recuperar al defenestrado elenco protagonista Robert Hays como Ted Striker y Julie Hagerty como la azafata de vuelo Elaine Dickinson y homenajear de forma virtuosa a sus dos antecesoras como se merecen.
Se trata sólo de un rumor que pretende rehabilitar los viejos tiempos ‘ochenteros’. Pero si no se lleva a cabo este proyecto no importa. Es un buen momento para reivindicar a los ZAZ, porque con ellos se instituyó un subgénero que, a pesar de los años, sigue manteniendo su eficacia cómica.
Y es que yo también “Elegí un mal día para dejar de esnifar pegamento…”

De vacaciones a 'Tromaville'

Más de tres décadas de comedia, sexo y mutantes heroicos
La productora creada por Lloyd Kafman y Michael Herz se ha caracterizado por una peculiar consolidación de la ‘caspa’ fílmica en su vena más sardónica.
Cuando indagamos en el oscuro mundo de la serie Z, del cine realizado con pocos medios, libertino, irreverente y limítrofe en el bizarrismo más deliciosamente inmundo, surge el nombre de la factoría que ha hecho del ‘cine caspa’ una bandera: la Troma de Lloyd Kaufman , un submundo cinematográfico que se ha hecho con un hueco entre los más nostálgicos ‘gorehounds’ y adictos a este tipo de cine minoritario consolidado en una industria que suele repeler estos de productos tan políticamente incorrectos, dinamitando, de paso, los paradigmas básicos del cine en sus estribos primordiales.
A pesar de la poca repercusión e impacto que ha tenido entre el gran público, la producción Troma lleva más de tres décadas dando a su condensado grupo de fervientes incondicionales un estilo propio y diferente, inscrito en los más bajos medios con los que se pueda realizar un filme, transgrediendo en cada visión sangrienta y sardónica del cine fantástico y de terror. Para los no iniciados y aquellos que piensen que el producto Troma es una inmundicia (aunque limítrofemente estén en lo cierto), el designio de tan arcaico filón fílmico proviene de la antigua palabra latina ‘excelencia de la imagen’. Últimamente la Troma Enterteiment se dedica a la producción de telefilmes sin perder el norte de un estilo inconfundible, pero antes 2000, cuando se presentó ‘Citizen Toxie’, la que fue cuarta entrega de ‘El Vengador Tóxico’, la prolífica carrera de esta factoria residual no ha carecido de incondicionales y seguidores de una de las productoras más extravagantes e insólitas que jamás haya existido dentro del universo del celuloide.
Fundada por Lloyd Kaufman y Michael Herz en 1974, esta fábrica de películas ‘gore’ se ha caracterizado por imbuir a todos sus productos de un estilo intransferible, verdaderamente exonerado, basado en la economía de medios, el ritmo y la violencia desenfrenada, el sexo y sus antihéroes bañados por residuos tóxicos que adoptan las más inverosímiles formas y actitudes para luchar contra la hipocresía social. En un momento en el que el cine independiente perdió gran parte de su sentido, los chicos de la productora neoyorquina siguieron por el sendero de la insurrección y el desparpajo, forjando títulos que han pasado a la genealogía del cine de culto como auténticos mitos de la caspa, del florilegio de un cine eficaz con sus propósitos y honesto con su origen en los bajos fondos cinematográficos.
De entre el amplio catálogo (que alcanza los 150 títulos), el público mayoritario conoce (o al menos ha oído hablar) el clásico más reconocido de Kaufman, el filme que define los objetivos y metas del cineasta: ‘El vengador tóxico’, la inolvidable fábula del viaje iniciático de Melvin, un ‘paleto’ hacendoso currante de un gimnasio que vive su día a día escapando de dos siniestros personajes que hacen de él la diana de sus burlas y mofas, ampliándose al desprecio de todos los que le rodean. Hasta que un día cae accidentalmente al un cubo de vertidos tóxicos. Convertido en un antihéroe grotesco y mutante, Melvin luchará contra sus enemigos y logrará vengar su causa a favor de la heterogeneidad y el ‘freakismo’. A éste le seguirían títulos del calibre de ‘Mutantes universitarios’, ‘Sgt. Kabukiman’, ‘Zombies paletos’, ‘Los surfistas nazis deben morir’ o ‘El mostruo del armario’, que componen una inhabitual filmografía en la cual el cachondeo y la mala hostia tienen su lugar entre residuos infectos, sangre, despampanantes chicas en bikini y héroes amorfos.
Las películas Troma han seguido el mismo positivismo industrial que ha distinguido al mismísimo Roger Corman como uno de los productores más rentables de la historia del cine. Kaufman siempre habla del filme ‘Rapaccini's Daughter’, de Nathaniel Hawthorne , como uno de los referentes a la hora de abarcar los primeros proyectos de la productora, encerrados en un estilo parco en medios y desprovistos de cualquier apocamiento a la hora de exhibir ridículas historias rebosantes de ingenio y humor absurdo. ‘The Girl who returned’ y ‘Battle of love’s return’, contenían algunos de los elementos del toque ‘tromático’ que posteriormente se desarrollaría y puliría en trabajos ulteriores. Como toque irónico y curiosidad cinéfila, el mismísimo Oliver Stone estaría presente en la última película citada realizando labores técnicas e interpretando un minúsculo papel que suele ser un trofeo a los analistas más bizarros del cine Troma.
Bajo el propósito de llevar a la gran pantalla la fórmula más demandada por el espectador del momento, es decir, una explosiva mezcla de sexo y comedia (como la desternillante ‘Sugar Cokkies’, inexplicablemente un éxito de crítica), Kaufman y Herz aprovecharon este ‘boom’ del aniquilado género ‘beach sexy comedy’ para implantar el que será primer taquillazo de la humilde firma cinematográfica con ‘Squezze play’, filme en el que ‘el rock n’ roll’, el gore y la comedia refrescante pseudoerótica vino a ser el referente genérico de principios de los 80. La mutación radioactiva, las ‘scream queens’ poco dotadas para la interpretación pero sobradas de tonelaje mamario (bellezas exuberantes conocidas como ‘tromettes’) y la heroicidad ‘casposa’de imbéciles justicieros mutantes empezó a ser la marca de fábrica de la producción Troma. De esta etapa surgen filmes que rebosan originalidad y desvergüenza, osadía y efectividad; ‘Redneck Zombies’, ‘El monstruo de la cloaca’, ‘Troma’s World’, ‘Tromaville café’, ‘Def by Temptation’ y ‘Screamplay’. El terror como punto de vista para la comedia más socarrona y sangrienta se estableció como un efecto innovador, que descolocó a la crítica más anquilosada en el pasado y que nunca se ha molestado en vislumbrar lo que encierra la obra Troma más allá de su ámbito formal.
Cualquier película ‘made in Troma’ es ideal para regocijarse delante de la pantalla (hablamos de vídeo, porque es impensable distribución comercial en una gran pantalla), como todo el cine basura, con unos divertidos amigotes, bebiendo cervezas, comiendo manducatoria rica en grasa o pizza y disfrutando de un cine desproporcionadamente solazado, eje central de la ideología ‘kaufmaniana’ y la totalidad de su obra fílmica. Esta vena pretendidamente burlesca ante la seriedad del ‘arte’, del cine en su concepción más académica, puede ser el factor que haga destacar la asombrosa rentabilidad de la Troma. Un claro ejemplo puede ser la obra ‘Tromeo y Julieta’, una multiplicación de la acción, la comedia, el sexo y el gore más desmadrado que se pueda imaginar, como si el célebre escritor Willie Shakespeare hubiera tomado unos ‘tripis’ al escribir el drama romántico más famoso de la historia.
A pesar del elevado nivel de violencia en algunas de las películas de Troma, Kaufman, Herz y compañía apenas se han visto acosadas por la ‘mayoría moral’ que cercena grandes obras sediciosas a favor de la tramoya socialmente aceptada, teniendo en cuenta (incomprensible, por otra parte) la habitual trascendencia que tiene entre todo tipo de espectadores dispuesto a pasar instantes de cine ‘caspa’, dispuestos a ‘tromatizarse’ con el cine, el vídeo, los cómics y los festivales de cine ‘bizarro’ con aspiraciones a seguir tan dinámica y rentable progreso a lo largo de este nuevo milenio en el que hacen falta más ‘toxies’ por descubrir.

martes, 14 de junio de 2005

Nightmare makers

En una mañana de cierto aplomo espiritual, flagelado por insoportables dolencias dorsales (debe ser la edad, que pasa factura) estaba husmeando por la red cuando he localizado una sorprendente página que no he podido por menos que compartir con los amigos del Abismo.
Se trata de Gathering Darkness, una profusa web con abundante cantidad de material gráfico, informativo e ilustrativo que tiene como objetivo el género de terror en sus más mutantes y perturbadas formas.
Atención especial merece su colección de portadas de cómics y revistas genéricas de todos los tiempos y su sección célebres ilustradores de todos los tiempos.

Free Jacko

“Cuando se dice la palabra ‘cama’ enseguida la gente piensa en ‘sexo’, pero no es nada sexual en realidad… Es como ir a dormir. Yo simplemente los tapo, los cuido… Es algo realmente encantador y muy dulce”.
(Michael Jackson )
El más grotesco y extravagante ser humano jamás parido, el ‘freak’ por excelencia del S. XX, el afroamericano que ha terminado siendo incoloro ha sido declarado inocente de abusos sexuales a un menor de 13 años por el tribunal de California. Se acabó el circo mediático que se han montado en USA con la gran atracción del novísimo ‘Freak Circus Show’: Michael Jackson, el hombre que fue negro y ahora es albino, el mito del pop que pasó de ser un ídolo a ser víctima de su propia excentricidad ridícula, carcomido por su ‘peterpanismo’ enfermizo. El nuevo John Merrick capaz de bailar el ‘moonwalk’ mejor que nadie.
Mi posición respecto al tema siempre ha sido (aunque sin mucho énfasis) confín a los dictámenes que apuntan a un protervo montaje para denigrar e infamar a un blanco fácil como Jackson, un tipo medio anormal, infantil e iluso con el que todos han intentado jugar a su antojo. Jackson no es un John Wayne Gacy calculador y sádico. Es el precio de la incongruente e inverosímil excentricidad de uno de los personajes más estrambóticos de la historia de la Humanidad.
La duda ahora es cómo hubiera subsistido la estrella del pop en el centro penitenciario estatal de máxima seguridad de Corcoran, viviendo en una celda de 2 por 3 metros y compartiendo una bonita amistad que podría haber tenido junto al más célebre inquilino de la penitenciaria: el ínclito Charlie Manson.
Eso sí que hubiera sido una extraña pareja. Qué gran dueto artístico nos hemos perdido, amigos.

lunes, 13 de junio de 2005

Tributo a Hunter S. Thompson

Flying Dog Ales, una marca de cervezas de Colorado, ha personalizado los adhesivos de sus botellas de cerveza con un curioso tributo a Hunter S. Thompson en forma de diseños llevados a cabo por Ralph Steadman con dedicatorias al escritor creador del estilo ‘gonzo’ que se suicidó el pasado febrero.
El imborrable recuerdo de un hombre imbuido en un excéntrico talento, sarcasmo y dotes para la observación bajo un prisma de conmociones irreales no se extingue. Su memoria debe permanecer imperecedera. Y qué mejor manera de ingerir una cerveza tras otra recordando la filosofía de adicción de vicios estimulantes del único kamikaze de la literatura contemporánea.