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jueves, 19 de mayo de 2005
Ha llegado el momento...
George Lucas y su fascinante universo 'Star Wars'
Ya queda menos, amigos. Muy poco. Tan sólo unas horas para asistir al mayor acontecimiento cinematográfico de los últimos tiempos. Las generaciones que vivieron la revolución del cine de Ciencia-Ficción hace ahora 28 años están a punto de ver recompensada tan larga espera, de volver a sentir la apoteosis de la diversión galáctica más inolvidable que jamás haya ofrecido el cine en toda su Historia. Ha llegado la hora de dejar la doctrina, la estética llana, el dramatismo y una visión existencialista del cine defendido por los aburridos y resignados intelectualoides del ‘arte’ por la concepción última de éste: la creación de sueños y la diversión basada en el grandioso espectáculo sólo al alcance de aquellos que han sabido ver en esta Saga ‘Star Wars’ una forma de cambio radical en las estructuras cinematográficas con la irrupción del ‘Episodio IV: La Guerra de las Galaxias’. Una generación que creció bajo el influjo de un mundo creado por el mito cinematográfico George Lucas, que ofrendaría al Séptimo Arte con un sentido drásticamente diferente, confiriendo a la noción de diversión que todos tenían hasta la fecha un aire distinto, combinando la fábula sociopolítica futurista con unos efectos especiales que se configurarían como el inicio de una conmoción digital que desde entonces (y gracias a la todopoderosa ILM del propio Lucas) no ha parado de evolucionar. Mañana se estrena ‘Episodio III: La venganza de los Sith’, película que a nueve días de su 'premiere' ya había vendido más de 100.000 entradas sólo en España. Nadie quiere perderse la complacencia que supondrá ver la transformación de Anakin Skywalker en Lord Darth Vader.
Desde que Lucas estrenará en 1977 la primera (en realidad cuarta) entrega de esta legendaria saga, no sólo le otorgó una nueva dimensión estética y conceptual al género, sino que irrumpió de tal manera en la iconografía cinematográfica colectiva que se convirtió en una auténtica y genuina seña de identidad generacional pasando a formar parte de la cultura popular internacional, adquiriendo adeptos allá por donde se estrenara la utopía galáctica. Tras las dos entregas ‘Episodio I: La Amenaza Fantasma’ y ‘Episodio II: El ataque de los clones’, nos encontramos en esta finalización de la Saga con una nueva fiebre de proporciones ciclópeas, de características que superan cualquier precedente. La imaginación de éste director perfeccionista y singular que es George Lucas ha servido para que a lo largo de estas dos décadas el fenómeno ‘Star Wars’ se haya extendido a generaciones posteriores a las que soñaron con este universo espacial cuando todavía eran unos adolescentes, acudiendo una y otra vez al cine para disfrutar con una experiencia que desde entonces no se ha repetido en una sala de cine.
Bajo la oscuridad de un sueño planetario, tan sólo acompañado por el reflejo luminoso del proyector, millones de personas alucinaron con las aventuras del ingenuo Luke Skywalker, el mercenario Han Solo, su peludo amigo Chewbacca, la sensual Princesa Leia y los simpáticos ‘droides’ Rd2-D2 y C3-Po. Los ‘fans’ y espectadores recuerdan aquella frase con letras azules sobreimpresionadas sobre fondo negro que servía como prólogo de la trilogía “Hace mucho tiempo. En una galaxia lejana, muy lejana...” (dejando ver la intencionalidad de Lucas por contar su trilogía en forma de cuento) como una de las máximas más representativas de su cultura visual, de una visión colectiva que marcó las vidas de sus espectadores para siempre. La iconografía particular que ha creado George Lucas bajo la vasta sombra de su odisea en forma de trilogías puede analizarse hoy en día como una auténtica gesta histórica.
Además de acrecentar su mitología sin cesar desde su apertura sin ver erosionada por el tiempo su trascendencia proverbial, la Saga ‘Star Wars’ ha creado auténticas efigies dentro del Séptimo Arte. Por eso no es de extrañar que el siniestro casco negro de Darth Vader (alegoría perfecta del Lado Oscuro de la Fuerza y que veremos nacer en ‘La venganza de los Sith’) posea un poder tan brutal equiparable al símbolo de Coca-Cola, los aros de los Juegos Olímpicos o la Estatua de la Libertad.
La experiencia al borde de la contemplación que vivieron los que ahora tienen entre los treinta y los cuarenta años se recuerda materializada en muñecos, naves, gorras, camisetas, tazas... con motivos ‘starwarsianos’. Y es que, si por algo se caracterizó la millonaria Lucasfilms fue por incluir en el contrato con la Fox la disposición de los beneficios de explotación del ‘merchandaising’, término que cambió su sentido con la saga galáctica gracias a los más de 500.000 millones de las antiguas pesetas que se han logrado con la venta de todos los productos relacionados con ‘La Guerra de las Galaxias’ (beneficios fílmicos aparte). George Lucas ha montado a su alrededor un imperio de fantasía, un mundo de rentabilidad que ha alimentado la nostalgia de los millones de seguidores de la Fuerza y del Reverso Tenebroso, confiriendo a la temática legendaria de Lucas una dimensión equiparable a toda una religión seguida por los más acérrimos defensores de la Saga más seguida del cine contemporáneo.
Desde el mismo instante en que todos los seguidores de la soberbia Trilogía Galáctica supieron que Lucas comenzaba a preparar el prólogo de su fantasía sideral allá por 1997, se disparó la rumorología, la conmoción y sobre todo, un sentimiento de satisfacción y alivio ante lo que iba a ser la puntilla perfecta para el fin del milenio en cuanto al mundo del celuloide se refiere. No sólo por recuperar una historia iconográfica e inmortal, sino por el retorno tras las cámaras de uno de los realizadores más carismáticos del cine moderno. En dos décadas donde los ‘blockbusters’ (ésas películas destinadas a dinamitar las taquillas) han brillado por su total defecto, se echaba de menos el espectáculo del cine comercial al que dieron sentido gente como el propio Lucas o Steven Spielberg (que estrena ‘La Guerra de los Mundos’ este próximo verano). Con esta nueva trilogía Lucas ha reinventado el cine de fantasía, recuperando una forma de ver (y sentir) el cine, como si de contar un cuento se tratara. El tímido visionario progenitor de la entronizada Odisea Espacial sigue reivindicando un sentido escapista en sus películas, dejando para los anales otra Trilogía, con una nueva ofrenda para todos los millones de espectadores que han rendido culto a su Epopeya Fantástica.
Pueden ser ciertas las críticas que ha tachado esta nueva trilogía de excesivamente tecnificada, protagonizada por los efectos especiales antepuestos a los personajes, pero no cabe duda de que la infografía, ‘animatronics’ y secuencias retocadas por ordenador son necesarias para la historia que se ha contado. Toda la técnica ha sido la consecuencia, no la causa. George Lucas ha logrado junto John Knoll y su equipo darle la vuelta al concepto de tecnología conocido hasta el momento. La ILM ha obtenido una meta casi imposible de representar. La imaginación ilimitada de Lucas ha tenido en la informática su mejor y mayor aliado. Esta nueva saga ha dejado una perfección visual capaz de sacudir cualquier principio cinematográfico. Y es que todo es posible en la privilegiada mente del director de ‘THX 1138’.Parece que el nuevo y anhelado episodio del Imperio de George Lucas no ha decepcionado a nadie, ni siquiera a aquellos que un principio parecían predestinados a ultrajarlo. ‘La venganza de los Sith’ aterriza en las carteleras españolas para emprender la última hazaña que acapara todas las miradas. La historia del bautismo de Lord Vader ha sido elogiada incluso por los críticos más exigentes. De la película más esperada de la saga ‘Star Wars: La venganza de los Sith’ se ha dicho que ha cerrado de manera perfecta la trilogía. Y no sólo eso, sino que la señalan como la mejor de las últimas producciones estadounidenses de los últimos años. Hace sombra al primer y segundo episodio, no obstante también existen nostálgicos expertos que aseguran que no está a la altura de la vieja trilogía.
Para esta tercera película que supone la finalización de la segunda (y según cuenta Lucas la última) trilogía galáctica, el joven Jedi Anakin Skywalker tomará una decisión trascendental. Forzado a elegir entre perder a su amada o vender el alma a cambio del poder de salvarla, Anakin sucumbirá a la persuasiva tentación del lado oscuro de la Fuerza. Cuál es exactamente la decisión de Anakin, por qué la toma, y cómo le conduce a vestir la apocalíptica panoplia negra con un casco que incorpora un sistema que le hace respirar artificialmente han sido las incógnitas sobre las que ha gravitado la leyenda de la anterior trilogía y que aquí se desvelan. Después de casi 30 años de espera y especulaciones, los amantes de la saga conocerán la verdad el próximo jueves y descubrirán así cómo el heroico jedi (destinado, según la profecía, a ser “el Elegido”, el único ser capaz de dar equilibrio a la Fuerza y asegurar la paz en toda la Galaxia) se transforma en el aterrador Darth Vader, la mano derecha del Emperador.
Ya ha llegado por tanto el espectáculo con mayúsculas, la diversión, la espectacularidad visual, la infancia perdida, la lucha entre el Imperio del Mal y los Jedis... Con esta tercera parte de la trilogía se acaba el renacimiento de una mitología que durante casi treinta años ha seguido constante en nuestra retina colectiva creciendo constantemente. Es la hora de desempolvar los viejos sueños infantiles, de dejarse llevar por la magia del cine, de asistir a una proyección con el designio de descubrir algo que todavía no se ha visto hasta el momento.
Ha llegado el momento de la conclusión de la Segunda Trilogía.
PD: Me siento como un niño, amigos. Y eso, en esta época, es muy difícil de sentir.
miércoles, 18 de mayo de 2005
Mi última adquisición
Un Woxter DivX-600.
Digamos que, a partir del día de hoy, mis horizontes audiovisuales se han multiplicado hasta unos límites que me estremecen.
Sólo pensar hasta qué punto voy a envilecer mis ojos con cientos de filmes se reaviva aún más mi enfermiza cinefilia. El Divx abre nuevas puertas a mi descolocada erudicción cinematográfica.
Incluso incluye dos entradas de micrófono para karaoke. Una opción que utilizaré, sin duda alguna, para dar rienda suelta a mi naturaleza de rapsoda cantarín.
'Punk rock' teenager, gamberro y salmantino
El otro día asistí a un concierto de los Psycho Loosers, un grupo salmantino de ‘punkrock’ con el que tenía un prolongado débito y había que corresponder dada mi amistad con los tres componentes de esta terna que irradia envidiable frescura en unos temas inmersos en la vena más ‘psychoteenager’ del punk. Su último disco, de autoría muy cuidada y vistosa, ‘Yo fui un perdedor adolescente’, representa su progresiva evolución en la línea musical que han explorado desde que emergieran como grupo hace ya algunos años.
Ajenos a modas obtusas y engomadas a cánones impuestos, los Psycho Loosers (sólo con el nombre se puede hacer uno a la idea de por dónde van los tiros) representan una ventana a la libertad creativa y musical, un grupo de ‘punkrock’ con un estilo desvergonzado y de carácter eufórico, alegre, basado en elementales cadencias musicales y divertidas letras que tienen como inspiración una temática hermanada a los grotescos argumentos de míticas ‘slasher movies’, género ‘gore’, de adolescentes perdedores que explotan contra la sociedad alzando su insurrecto grito en forma de masacre, sin perder de vista referencias a películas de culto, como queda claro en ‘Braindead’ o ‘Ultracuerpos’, títulos de dos canciones con contenido fantaterrorífico.
Influidos inevitablemente por Los Ramones o The Queers, Psycho Loosers beben de otras fuentes declaradas como NOFX, Green Day, Beatnik Ternmites o Sonic Dolls. Este trío de entusiastas del punk que son Jorge L. Casanueva, Pablo Charro y Patricia López Parada (musa y gran amiga, única presencia femenina de 'El Límite') se basan en una idea muy simple de la música: el puro divertimento edificado sobre dos pilares inexcusables en el género: letras divertidas y guitarra, bajo y batería distorsionados con cierto toque gamberro pero adicionando a su música un sutil barniz melódico. Por cierto, que Patricia (“Paty Critter” para los amigos) es mi musa interpretativa, que aparece como estupenda actriz en ‘El límite’ y que posee los más sugerentes y hermosos ojos de estos confines.
A pesar de su irreverente velocidad primigenia, la potencia y la frescura que derrochan en directo atesora un punto de vandalismo melódico y espoleado por las ganas de tocar en vivo, de un descerebrado entusiasmo ‘teenager’ que desprenden estos ‘punkrockers’ imberbes llenos de ilusión y que suponen un aire de incontinencia musical en el apagado panorama musical de esta ciudad con sus pegadizas melodías pasadas de revoluciones, idóneo para epicúreos seguidores del ‘punk rock’ más efervescente.
Aquí tenéis un videoclip dirigido por mi gran amigo Eli Martín, creador a su vez de genialidades ‘gore’.
A buen seguro que cuando Jorgito Casanueva (mítico creador del ‘fanzine’ de culto ‘Mondo Puto’) lea estas líneas, se encargará de promocionarse en los Ecos del Abismo como es debido.
Curioso documento 'starwarsiano'.
Esta absurda fiebre 'starwarsiana' afecta incluso a aquellos allegados más íntimos del gran George Lucas que ya han disfrutado de una sesión especial de ése filme tan esperado.
Jeff Kleiser uno de los mejores técnicos de efectos especiales más importantes del universo ILM y John Lasseter, el gurú de la animación digital y fundador de ‘Pixar’, luchan en este vídeo doméstico con dos cucharas a modo de sable láser tras ver ‘Star Wars: Episodio III’ en el rancho de Lucas hace poco menos de un mes.
El mítico duelo tuvo lugar tras la proyección exclusiva de ‘La venganza de los Sith’ a una trientena de privilegiados que la vieron como quien dice "en familia". Seguro que esto estará ampliado en los extras de los dvd’s especiales que preparará el bueno de Georgie próximamente.
martes, 17 de mayo de 2005
Para la espera... John Williams
En esta semana galáctica uno está ávido de emociones, de esa clausura de la nueva trilogía. Para atenuar la espera no hay mejor que escuchar la partitura que ha escrito John Williams para la ocasión, el compositor que ha marcado nuestra generación con una música acomodada más allá de los designios visuales que han enaltecido a gente como George Lucas o Steven Spielberg (por citar a sus dos grandes paladines).
Imaginar por un instante cualquier episodio de ‘Star Wars’ sin la música incidental de Williams es inconcebible, ya que este preceptor de la música como espectáculo dentro de la propia película supuso en los 70 el engarce sinfónico para la reconquista de la solemnidad musical en el entorno cinematográfico entendido como pilar trascendental de la imagen. Maestro de ‘leit-motives’ que perdurarán en nuestra memoria colectiva por siempre jamás, Williams sigue estableciéndose como un renovador e impulsor del cine comercial, desplegando en cada nueva partitura una sorprendente inspiración fuera de toda duda.
En ‘Star Wars. Episodio III’: La venganza de los Sith’ envuelve la historia en la necesaria lobreguez de la conversión de Anakin en Darth Vader, logrando una música sentenciosa, oscura y pesimista, que vigoriza con sus notas el sentido de la épica ‘starwarsiana’ como nunca. Si (como dicen), este último episodio es el mejor desde ‘El Imperio Contraataca’, es equitativo distinguir esta enorme banda sonora como uno de sus mayores aciertos en los últimos años. En especial la remarcada delectación que, a modo personal, producen temas como la poética ‘Anakin’s Betrayal’, la oscura ‘Anakin’s Dark Deeds’ y el imponente ‘Enter Darth Vader’.
El resarcimiento sinfónico de las bandas sonoras del cine americano moderno tienen uno de sus mayores impulsores, el génesis, en este maestro, el único capaz de recrear la banda sonora como un dispositivo plenario, perfectamente ensamblado con las imágenes en movimiento y favoreciendo la profundización dramática en la línea argumental a través de sus partituras. John Williams ha dicho de su último trabajo: “La finalización de la Saga de George tiene el contorno de las grandes historias humanas, en las cuales la gente logra cosas maravillosas en medio de las cosas terribles que les suceden”.
Comparado en varias ocasiones con Wagner por la fuerza de sus notas, el gran John Williams quedará como el compositor de nuestra infancia, compositor de la música que ha sonado tantas veces en nuestros sueños.
Todo este post estaba desplegado en función a que Gran Faro había colgado un link con la viabilidad de obtener la música de ‘La venganza de los Sith’. Pero la fugacidad ha vuelto a destronar a los intereses internautas y creo que no funciona. Lástima.
God Save the Queen
Hasta hace una semana, la imagen de Natalie Portman era un subrepticio secreto ilusorio, casi imposible de ver debido a las exigencias del rodaje de ‘V de Vendetta’, de James McTeigue. Una furtiva imagen dio la vuelta al mundo exhibiendo la dulce belleza de la Portman con su cabeza rapada.
El multitudinario estreno en Cannes ha dejado ver de cerca lo hermosa que está la joven actriz con ese pelo rasurado que ya comenté aquí, resplandeciente y orgullosa de su interpretación como Padmé Amidala en la última cinta de George Lucas, que supone la finalización del segundo ciclo ‘Star Wars’ , saga que le ha perseguido y enriquecido a lo largo de su vida.
Viéndola con el pelo corto sólo puedo ratificar los perturbadores sofocones de alto voltaje que dan al observarla.
Qué exquisitez para la vista, oiga.
Aquí promulgo mi devoción a esta intérprete y os dejo unas instantáneas de la presentación de ‘La venganza de los Sith’ en el incomparable marco de Cannes.
Reconozco que es un post de lo más frívolo. Pero ¡qué demonios!...
lunes, 16 de mayo de 2005
Provocación futbolera
Después de dejar para los anales de historia una de las frases más inteligentes y brillantes del año (aquélla de “Tengo que correr como un negro para poder vivir como un blanco”), Samuel Eto’o tiene nuevo cántico qua ha crispado los ánimos en la absurda rivalidad que propaga este deporte llamado fútbol.
Durante la apoteosis por la celebración del título del Barça, en la ofrenda y vítores individuales de los jugadores a la afición barcelonista que se había congregado en el Camp Nou, Eto'o agarró el micrófono y en un arrebato de euforia antimadridista sorprendió a todo el mundo al incitar a entonar el salmo culé que horas antes había ensayado en el autobús descapotable que recorrió las calles de la ciudad condal: “Madrid, cabrón, saluda al campeón”.
La exaltación de la solemnidad que viene dada por ganar un título está determinada por varias razones. Ahora sabemos cuál es la mezcla explosiva (fiesta post-título y un micrófono) que hay que alejar de este ejemplar futbolista. Eso sí, dentro del campo, que luego se berrean rimas por las que hay que pedir perdón y justificarlas. Lo habrá aprendido de Luis Aragonés. Disculparse supone para ambos una solución efectiva y autolenitiva al zaherimiento provocativo. Errónea actitud la del camerunés, ya que supone un desafío en el antagónico papel de dos ciudades que llegan a odiarse por el siempre prosaico fútbol. Luego Eto'o se quejará de intransigencia, de racismo, de violencia... En ocasiones hay que saber acallar los instintos y saber disfrutar de las victorias con respeto, obviando rencores pasados. El fútbol desata mucha carroña pedestre, lo peor de las personas. Si encima vamos fomentándolo, vamos mal.
Las reliquias del cine negro
La evolución cinematográfica de un género indefinible
Donald E. Westlake, uno de los literatos más importantes de la novela contemporánea pronunció un acertado precepto sobre el género negro bastante acertado: “Tanto el cine como la novela negra llevan muertas más de tres décadas, pero no tiene importancia. La poesía murió hace cientos de años y siempre habrá poetas”. La razón de ello es que ese cine tan difícil de definir que establece su concepto cardinal en torno a la lucha contra universo del crimen poblado de gángsteres donde los contraventores de la sociedad transgreden el orden legal, el detective subordinado a las tensiones de un entorno corrupto y la hermosa ‘femme fatale’, atractiva y seductora que juega peligrosamente en el límite de la turbiedad ha pasado a ser, en la actualidad, el recuerdo nostálgico de un legendario territorio dominado por su propio espíritu.
El cine negro se ha mitificado dando como consecuencia alguna que otra revisitación moderna. Dada su genuina estirpe hoy en día es casi imposible resucitarlo, debido a su ensambladura a una época concreta del cine y a la sociedad yanqui, ya que estamos ante un género inexorable, crítico y enraizado a una realidad concreta ocasionada en un lapso de tiempo delimitado en la cultura norteamericana. Es por ello que a pesar de que algunos títulos modernos (más cercanos al ‘thriller’ que al verdadero cine negro) apuntan a unos propósitos nostálgicos y no tanto a la ideología legítima de sus designios genéricos.
Nadie se pone de acuerdo en el origen de este género, mientras algunos lo sitúan en la literatura desencantada de la postguerra, de un feroz escepticismo expresionista, otros lo se remontan al cine de Von Sternberg. También se ha utilizado hasta la profusión la expresión ‘film noir’ acuñada por el francés Nino Frank a mediados los cuarenta. Mucho se ha debatido acerca de sus límites, o de la importancia que atesoran la noche y la ciudad, de la vulnerabilidad del bien y el mal, reflejados de una manera fortuita, sin una aparente relación al origen social o la riqueza, del uso del claroscuro, de unas características identificables que fomentaron un modelo genérico evolutivo hasta transformarse en un movimiento imprescindible dentro de los géneros cinematográficos. La confusión entre esplendor y decadencia, de apatía y derrota reflejados en modelos de antihéroes de la novelas de Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Cornell Woolrich o James M. Cain responden a una doctrina intencionalmente descriptiva, emocional y de sensaciones. El género de cine negro es un estilo, poesía visual rodeada de ambientes nocturnos, calles húmedas donde circulan coches pregoneros de muerte y entre las sombras se adivinan siluetas con sombrero y gabardina.
Ciudad, noche y opacidad conjugadas en favor de una misteriosa e intrigante trama criminal determinada en un periodo que incorporó una serie de reconocibles imágenes a una realidad social existente en una época específica. Más allá de los múltiples estudios, que disponen el nacimiento del género en el subgénero policiaco de películas como 'El enemigo público', de William Wellman en 1931 a la que siguieron cintas como 'Hampa dorada', de Mervyn LeRoy o 'Scarface', de Howard Hawks, el inicio viene dado, casi por quórum, en uno de los pilares que sustentan la historia del ‘noir’: la obra maestra 'El halcón maltés', de John Huston, en 1941, justo en el momento en que estalla la II Guerra Mundial. Le seguirían películas como 'Historia de un detective', de Edward Dmytryk, 'El sueño eterno', de Howard Hawks, 'Perdición', de Billy Wilder, 'Forajidos', de Robert Siodmak y 'Sed de mal', de Orson Welles. Tras este periodo (en el faltan obras clave obviadas por falta de espacio) transitan filmes situados entre la Gran Depresión y la posguerra, lapso en el que muchos historiadores han delimitado el género como tal.
El cine negro, según estas premisas, equivaldría a lo que realmente simboliza; un estado de ánimo que se vislumbra ante una época de crisis sociopolítica o moral que se va extendiendo a lo largo de los años ulteriores, ofreciendo una libertad genérica más libre a abrir los límites de cualquier categoría, pasando del expresionismo al barroquismo casi minimalista, en el que la dosis de violencia y fascinación erótica se hicieron más evidentes, como queda de manifiesto en filmes como 'Al rojo vivo', de Raoul Walsh, 'La jungla de asfalto', de John Huston o 'La casa de bambú', de Samuel Fuller. Una época en la que hay que destacar directores como Fritz Lang, Otto Preminger, Budd Boetticher, Jacques Tourneur o Alfred Hitchcock, entre muchos otros.
A principios de los 60 el clasicismo puro se va perdiendo, contagiándose hacia una difusión más radical, abandonando el compromiso de sus orígenes para desembocar en los 70, donde impera un regusto melancólico por las bases del género, pero con una circunstancia de imbricación entre el ‘film noir’ y la reflexión metafísica o la fábula moral y renunciando al crepuscular movimiento clásico, pervirtiéndolo, en un sentido etimológico. Desde 'Klute', de Alan J. Pakula, 'Chinatown', de Polanski, 'Fuego en el cuerpo', de Kasdan o 'Blade Runner', de Ridley Scott hasta los nuevos homenajes definidos en 'Muerte entre las flores' y 'El gran Lebowski', ambas de Joel Coen, 'La última seducción', de Peter Berg y el ‘revival’ más logrado 'L.A. Confidential', de Curtis Hanson. Cintas modernas que no son más que un nostálgico retorno al pasado, un mero revisionismo que responde más al homenaje que a la creación de verdadero cine negro.
La evolución del cine policiaco ha sido subordinada por la anexión de elementos de misterio y acción, dando lugar al más actual ‘thriller’, que se identifica por su expresión híbrida, albergando elementos naturales de otros géneros. Sin embargo, para establecer la entidad de este orden conviene atender al momento en que se dio nombre al género. Actualmente, los factores subyacentes al cine negro parecen ser la ausencia de censura en la industria, un desengaño popularizado por la pérdida de valores morales y el estado de la sociedad, la política y el sueño americano.
domingo, 15 de mayo de 2005
David Fincher. SPOTS Publicitarios (I)
La carrera publicitaria de David Fincher marcó también una pauta premonitoria de lo que iba a ser su excelente filmografía. De todos es sabido la evolución de Fincher en el mundo del videoclip con heterogéneos trabajos para Madonna, Sting, Rolling Stones, Michael Jackson, Aerosmith, George Michael, Iggy Pop, The Wallflowers, Billy Idol, Steve Winwood, The Motels y A Perfect Circle, los cuales se pueden ver en la exposición ‘Video Killed the radio-star’, antológica recopilación de más de 200 vídeos clips en el DA2 de Salamanca.
Con este videopost inauguro el repaso a estos anuncios publicitarios de un precursor de realidades imaginadas, de zonas oscuras y sombrías, preceptor del horror cotidiano y los sueños afrentados por una espeluznante realidad. Un director entusiasta y metódico que ha sabido desmarcarse de cualquier etiqueta y desplegando una estética visual que inscribe su pretensión narrativa en un entorno refractario donde la opulencia visual se superpone a cualquier otro ámbito.
Este primer anuncio de Coca-Cola, titulado 'The Arquettes', tal vez sea el más anodino de toda la colección que iréis viendo en el Abismo. Un spot efectivo y lineal, con un juego de equívoco en el que la Mónica de ‘Friends’, Courtney Cox-Arquette, trampea y usurpa la bebida a su marido David Arquette al darse cuenta de que sólo queda una botella de este refresco.
Funcional, pero entretenido. Sin muchos alardes de técnica, planificación o suntuosidad.
Pero es sólo el principio. Tenéis que ver los que este cineasta confeccionó para Nike o Adidas.
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