sábado, 16 de abril de 2005

'La flaqueza del Bolchevique', una gema entre la mugre

Los rayos de una esperanza quebrada
Manuel Martin Cuenca se presentó con una adaptación de Lorenzo Silva en la que destacaron Luis Tosar y el portentoso debut de la joven María Valverde.
Curiosa historia de vidas cotidianas, por la que fluye un sutil arte que expresa conceptos perentorios y simples estructurados sobre una idea naturalista de sólidos pilares, con un argumento identificable y cercano. Algo tan cotidiano como lo pueda ser un silogismo existencial con el que todos y cada uno de los espectadores se pudiera sentir identificado. Franqueza, delicadeza, profundidad e intrepidez son algunos de los adjetivos que podrían concederse a este pequeño filme sin pretensiones más allá que la de contar una hermosa fábula de amor y amistad diseñada en diversas escalas narrativas y sentimentales. La cinta de Manuel Martín Cuenca empieza siguiendo a Pablo, un ejecutivo de banca desilusionado, abatido vitalmente pese a tener un empleo seguro y una vida acomodada. Tras un pequeño accidente de coche en plena Cibeles con Sonsoles, una pija madrileña, la vida del joven cambia cuando comienza a hacerle llamadas anónimas. Un juego que parece divertirle hasta que, de manera casual, conoce a María, la hermana de la mujer, una chica de quince años que hará que su vida empiece a descubrir señales evidentes de necesidad y afecto, de desubicación ante su aburrida vida de ‘yupie’ egoísta que utiliza su conocimiento de las técnicas administrativas solamente para el lucro personal.
'La flaqueza del bolchevique' plantea así una inteligente visualización de la novela homónima de Lorenzo Silva narrando un hermoso poema romántico sobre el amor, la luz afectuosa que experimenta un hombre ante una adolescente que no deja ver tras de sí el prototípico modelo de ‘lolita’ al que ha acostumbrado la literatura y el cine, sino que, según el autor de la novela, es una extraña metáfora de la niña Olga, hija del zar Nicolás II y su relación con el 'Mujik' que la ha de matar durante la revolución rusa. Manejando este tipo de metáfora soviética, el cineasta y el literato hacen que la evolución emocional y argumental que rodea el papel de Pablo solidifiquen el instante de flaqueza del bolchevique en una inmensa glorificación emocional, en el verdadero sentido de la vida, aquél que alienta a la chiquilla a mirar con interés y curiosidad el estado anímico y gris de su nuevo camarada, mucho más mayor, pero análogo en la necesidad de condescendencia y amistad verdadera.
Un relato idealista y grisáceo, nunca dramático, pero sí triste, muy triste, que brinda la belleza de la imperfección de un primer trabajo que se enaltece por la trascendencia de esa pequeña (en realidad grandiosa) tragedia cotidiana fundamentada en la caída de las ambiciones materiales a favor del sentimiento. Una entusiasta historia que habla, en su fondo, del imprevisible azar, de la providencia que extingue el destello de la esperanza y lo devuelve a su original crepúsculo. En definitiva, una amarga y sombría película que desglosa una de las más bellas historias de amor del actual cine español a través de los ojos de víctimas carentes de deseos que encuentran su destino en la persona más inesperada. Historia moral de vidas vendidas, de sueños malogrados y de ilusiones frustradas que son la clave para que el debutante Martin Cuenca despliegue una solvente capacidad para desarrollar un vigoroso ritmo, ágil y cadente, impregnado de pequeños detalles colmados de sencillez, utilizados con perspicacia para moverse con igual destreza en la comedia, la intriga y el melodrama y que convergen en una cinta difícil de olvidar. En este fluido retrato del ‘ganador-perdedor’, antihéroe por excelencia, donde los adinerados ejecutivos han perdido su vida a cambio de una existencia gris y muy bien pagada, sin ilusión y renunciando a todas y cada una de sus convicciones personales, renace la vida con la riqueza expositiva de la historia de un flechazo, primero visual, después emocional, con una joven adolescente que no es otra cosa sino el propio reflejo de la juventud perdida.
Una historia con nínfula, sin concesiones a los más degenerados y malentendedores de Nabokov, alusión a un romanticismo puro desprovisto de un erotismo manifiesto, basado en el afecto y en la lucidez emocional que envuelve todo el periplo argumental no exento de cierto pesimismo. En esta saciedad de calidad y filantropía cinematográfica que dota a la película debut de Martín Cuenca con todos los mejores calificativos que se le puedan otorgar a un primer largometraje, hay una admirable obra encubierta en la sencillez y simplicidad, pero también una maravilla de complejas superficies narrativas que encuentran las piezas básicas para la identificación y la ponderación de ‘La flaqueza del Bolchevique’ en el talento de Luis Tosar y la debutante María Valverde. Tosar, formidable, volvió a demostrar que es uno de los actores más capacitados de la última hornada de intérpretes nacionales sublimando su personaje con su profuso talento, a la altura de cualquier papel de los muchos que han venido a darle la merecida fama (‘Los lunes al sol’ o ‘Te doy mis ojos’). María Valverde, por su parte, se configuró con este portentoso papel de adolescente enamoradiza como el descubrimiento actoral más esperanzador de los últimos años de nuestro cine (Goya incluido). Una actriz quinceañera que, gracias a un prodigioso control interpretativo basado en la efectividad y la naturalidad de réplica imposible, hace inolvidable su presentación en la gran pantalla creando unas expectativas más que alentadoras. Valverde es lo más satisfactorio en esta película imborrable, llena de frescura y dotada de esas pequeñas cualidades con las que las películas pasan a ser, al cabo de los años, pequeñas obras de culto.

Contra la resaca, un 'Bloody Mary'

Indicaciones:
Es la única bebida de calidad probada que elimina, de forma absoluta y taxativa, una resaca de tres pares de cojones. Quien no haya aprendido a disfrutar de los buenos dolores de cabeza y el regustillo a arcada que deja una buena cogorza y quiera eliminar este mal menor, esta su bebida y solución.
Ingredientes:
Vodka (4 partes).
Zumo de tomate (5 partes).
Limón (depende lo que guste, pero es necesario).
Hielo.
Salsa inglesa (al gusto).
Pimienta blanca (al gusto).
Sal de apio (al gusto).
Salsa Tabasco (al gusto).
Preparación:
Primero se coloca hielo en una jarra de vidrio, luego el vodka, después las especias (si gustan, que es lo mejor, si no queda muy soso y tu resaca se te pasa, pero no con fantasía degustativa).
Se revuelve todo al son de la brutal resaca con una cuchara de metal o palillo mezclador que todos hemos mangado alguna vez. Una vez removido, nos queda la mezcla principal.
Al final agregaremos el zumo de tomate y el limón (una rodaja de limón, como un 'dash' o para que nos entendamos ‘un toque’).
Por último y para que esté de vicio, se puede colar (con un colador, claro).
Se sirve en el vaso y adiós resacón matutino. Para hacer el gilipollas al estilo Arguiñano cabe la posibilidad de decorar con una rama de apio.
Observaciones:
Este es un aperitivo, una solución paranormal al vicio de perder neuronas a lo bobo, de evitar levantarte por la mañana como si te hubieran aplastado la cabeza con un yunque. El 'Bloody Mary' tiene una gran ventaja, y es que, debido a la mezcla del tomate y las especias, genera apetito. Es decir, que se acabaron las caras de asco en la mesa familiar o levantarse y tumbarse todo el día esperando a que se pase el malestar postetílico.
Una cosa, siempre debe ir igual cantidad de hielo hasta donde luego se servirá el cóctel. Es mejor servirlo en un vaso largo y ancho. A mayor cantidad, mayor efecto.
Y no olvides la regla básica: "Dos veces hielo". Es decir, el hielo con el que se bate el sabroso cóctel no es el mismo que va luego en el vaso. Ése hielo es otro y lo colocamos en el vaso segundos antes de servir para que no se forme agua que cambie el sabor o cuerpo del cóctel.

viernes, 15 de abril de 2005

Lo nuevo de Cunningham ya está aquí

Chris Cunningham lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a crear una nueva pieza de culto, amigos.
Todo surgió como una promo para la canción ‘Afx. 237 v.7’ del álbum de Aphex Twin ‘druqks’. 30 segundos que se han convertido en 6 minutos de otro intenso cortometraje para la galería de este genio de nuestro tiempo.
De su quinta colaboración con Richard D James ha salido otro de esos trabajos que están encumbrando al británico a lo más alto del panorama audiovisual. Otra historia oscura, luctuosa, donde lo abominable es estudiado por Cunningham como realidad deforme del mundo en el que vivimos. Se titula ‘Rubber Johnny’, la historia de un solitario personaje deforme y repulsivo encerrado en sótano junto a su perro. Un mutante confinado en su propia soledad, alienado por necesidad, cuya única compañía es él mismo y sus pensamientos. Su única evasión es un perro al que somete a su propia locura. Un ente desagradable, físicamente análogo a John Merrick, que se ve desdeñado por sus padres, unos ‘rednecks’ adictos a la televisión que le alimentan de vez en cuando.
Otra oscura reflexión de este compositor de imágenes, de un ensimismado analista del cuerpo humano, la anatomía imperfecta, del rechazo de la sociedad al cuerpo deforme.
El corto se estrenó ayer mismito en el Garage Stadio de San Siro, dentro TDK Dance Marathon 2005. Saldrá a la venta con un libro de 40 páginas sobre el proceso de creación de la inquietante historia el próximo 23 de mayo publicado por Warp Films.
Os dejo la interesante entrevista al gran Chris.

¿'Watchmen' cancelado?

El rumor se consolida según pasan los días: ‘Watchmen’, la obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons, que estaba en proceso de preproducción con Paul Greengrass al frente, se va a cancelar. Chris Kenny y Nic Korda, los productores británicos de la Paramount ya habían presagiado el infortunio cuando avanzaron hace un par de semanas las dificultades que estaban sufriendo para ajustar el presupuesto al rodaje que se exige en los míticos Pinewood Studios.
Era más que predecible. La razón es bien sencilla: la ineficacia de un director que, aclimatado a la temática irlandesa y del conflicto del IRA y tras su desastroso paso por la secuela del personaje de Robert Lundlum Jason Bourne, no ha estado a la altura de las circunstancias.
La ambición y complejidad de la novela gráfica, plagada de subtextos y líneas narrativas, la ardua grafía simbólica y el procedimiento con que se analiza y critica sin piedad la sociedad occidental contemporánea, e incluso el sistema político-social en el que se circunscribe, han terminado por comerse a un director que se antojaba desde su principio bastante mediocre para tal empresa.
Es sólo un rumor, pero esperemos que se confirme y se deje para otra ocasión esta odisea aún inalcanzable para ser llevada a la gran pantalla.
Los amantes de ‘Watchmen’ respiramos un poco más a gusto.
El comediante, el Dr. Manhattan, Rorscharch, Adrian Veidt, Dan Dreiberg y la bella Laurel Juspeczyk se quedarán donde deben estar, en las pàginas de un cómic que cambió en Noveno Arte cuando más lo necesitaba.

'Silver City': Estúpido candidato blanco

John Sayles estrenó hace meses ‘Silver City’, de la cual no escribí nada por entonces. Hoy he vuelto a recuperarla, viéndola en condiciones aceptables, sin el cansancio narcótico del trabajo y la presión festivalera allá por Donosti. Volviendo a la sátira política de Sayles, el cineasta independiente compone un curioso panegírico sardónico y crítico con tintes de cine negro que, a su vez, es descubierto como advertencia sobre el estado actual de la democracia americana.
Sayles, consciente de la importancia de su discurso, comienza la película sometiendo a un candidato a senador a una ridiculización homóloga de la visión de George W. Bush en sus patéticas y bufonescas (ya históricas) apariciones televisivas, para pasar a lo que el cineasta plantea en realidad: un ‘thriller’ político en el que el jefe de campaña del gobernante contrata los servicios de un periodista para investigar posibles relaciones de un cadáver anónimo que encuentran mientras el presidente rueda un anuncio para la campaña en un apacible lago y que levanta las sospechas en relación con la posible corrupción de los enemigos de la familia del aspirante.
El arranque cínico y cómico de Sayles sigue mostrando su más heterogénea alianza entre inteligencia para la observación y un agudo sentido del humor hiriente, pero también para enramar una compleja trama de conspiración y manipulación de los entornos políticos y un certero análisis de aquellos que, tras la figura visible del gobernante, constatan la clave evidente de los manejan el mundo, es decir, el equipo de gobierno, los encargados de lavar la imagen de cualquier situación que ponga en peligro la figura del mandatario.
Con ello, Sayles vuelve a demostrar que es, por encima de uno de los directores más independientes del actual panorama cinematográfico, un espléndido guionista. Característica que le confiere el mayor de sus intereses a todas sus creaciones. Pero tal vez es ahí, paradójicamente, donde la película de Sayles le lleva a no conseguir la genialidad que se podía haber esperado de esta tesis de ridiculización de los gobiernos que mueven el mundo, por su insistente apego a la dispersión y a la complejidad de la intriga que entrecruza personajes (todos los actores están fantásticos) en una historia coral excesivamente aviesa. La descripción psicológica y ética de un puñado de personajes que conforman un excelente reparto coral y el modo en que se relacionan en un entorno de corrupción y falsedad, suponen en ‘Silver City’ la piedra angular de un filme que, en su concepto, alcanza el nivel de sus últimos trabajos, buscando renunciar en todo momento a la complacencia del espectador e imputar así su compromiso con la toma de conciencia de la historia.
Mediante su estilo tan personal y distintivo basado en un realismo reposado y un profunda examen del entorno que juzga y recrea, en ‘Silver City’ no hay extremos, aunque las situaciones sean extremas, no hay manipulación gratuita de las acciones o un maniqueísmo evidente, sino una exposición honesta y cercana que adosa a la narración específicos detalles y contradicciones que impulsan a sus personajes a actuar de una u otra manera.

jueves, 14 de abril de 2005

Secuencia 84. GARAGE. Interior – Día.

Jules y Vincent están dentro del coche limpiando todos los rincones manchados con los sesos de Marvin que están esparcidos por el vehículo. Vincent limpia las ventanas y los espejos en el asiento delantero, mientras Jules está atrás, recogiendo los pequeños pedazos de cráneo de los asientos. Los dos están empapados de sangre.
JULES
Aaaaauu-- tío, jamás te perdonaré este puto rollo.
Esta mierda es repugnante.
VINCENT
Jules ¿has oído la filosofía de que cuando un hombre
admite que se ha equivocado, de inmediato se
le perdonan todos sus pecados? ¿habías oído eso?
JULES
¡Vete a tomar por culo con esa mierda!
El cabrón que dijo esa gilipollez nunca
tuvo recoger pedacitos de cráneo por tu puta culpa.
VINCENT
Tengo un límite Jules. Hay un tope en
la cantidad de abusos que puedo aguantar.
Ahora mismo estoy como un coche de carreras
y tú me estás forzando y solamente digo--
sólo digo que es peligroso forzar demasiado
un coche de carreras. Sólo eso. Podría estallar.
JULES
(riendo)
Ohhh-- ¿tú vas a estallar?
VINCENT
Voy a estallar, sí.
JULES
Pues yo me parezco a la puta bomba atómica
cuando estalló, cabronazo, cada vez que mis manos tocan
cerebro soy 'Supermosca TNT', soy los ‘Cañones de Navarone’.
De hecho ¿qué cojones hago yo aquí detrás?
El cabrón que recoge cerebro tendrías que ser tú.
Cambiemos, joder. Yo limpio los cristales y
tú te ocupas de los sesos de ese negro.
Dan ganas de volver a verla ahora mismo ¿eh?
¿Cuántas veces se habrá visto esta película y siempre que se ve parece la primera vez aunque uno se la sepa de memoria?

'Macroventajas' de los 'minipisos'

Más o menos este de la foto es el nuevo modelo de casa que nos espera con la propuesta de ‘minipisos’ de Vivienda de Protección Oficial (VPO) avanzada por la ministra <María Antonia Trujillo. Este es su famoso plan de vivienda que prometió cuando llegó al Ministerio. Ahora sí es factible llegar a la absurda promesa de conceder 180.000 viviendas en su falsario y ridículo “Plan de Medidas Urgentes en Materia de Vivienda”. Estamos prosperando, amigos. Por eso ahora contamos con una milagrosa componenda habitacional que equipara nuestro futuro a la forma de vida a las casas flotantes de Hong Kong (donde se duerme en literas en plan comuna), a las corralas, a las chabolas o mejor aún, a los zulos de secuestrados. Todo un lujo. ‘Minipisos’, ‘Minisueldos’, ‘Miniderechos’… Va a llegar un momento en que acabaremos siendo Pitufos y el Estado, que ya lo es, el infable Gargamel.
Pero no hay que ponerse en lo peor. No hay que ser fatalistas ni indignarse ante esta medida. Todos estos ‘miniedificios’ tienen considerables 'macroventajas' además “de seguir el modelo de países avanzados como los nórdicos”, según Trujillo. Ventajas como la de poder enseñar de un vistazo la casa a las amistades, soplar para limpiar todo el polvo de la casa, que la televisión de 14” parezca más grande, se puede orinar desde el salón al baño sin perderse el partido de fútbol, no se tiene que invitar a comer a nadie porque no cabe, ni limpiar después de una fiesta imposible de fraguarse, no hay problemas con la moda porque se carece espacio para los armarios… Todo sinecuras, vaya.
Se quiere fomentar el alquiler, pero sin modificar la Ley de Arrendamientos Urbanos que preserve al arrendador. Eso ni de coña. La Ley (ese concepto tan difuso y sórdido) no está con él. Tampoco se quiere frenar la especulación, porque así no se liberalizan los terrenos, para proseguir con sus inasequibles precios. Aquí los únicos que salen ganando, como siempre, son el Gobierno, los bancos, las constructoras, las inmobiliarias y los ayuntamientos. No han querido darse cuenta de que lo que se necesita realmente es que baje el precio de la vivienda, no los metros habitables. El ciudadano es el último mono de feria de la nación.
Lo paradójico de todo es que esta señora Trujillo vive en un chalet contiguo al Ministerio de la Vivienda de más 500 metros cuadrados que comparte con la ministra de Cultura, la infame Carmen Calvo, que ya está trabajando en su particular y sectaria lucha contra la piratería que nos afectará impidiendo que paguemos más por nuestro trabajo y ocio en la red.
Acaban de socializar la ignorancia, han vendido armas a decadentes países, ahora ridiculizan la vivienda.
¿Qué será lo próximo?
Tanto antes como ahora, España va bien.

miércoles, 13 de abril de 2005

Un día de lo más 'chachi' en Disneylandia

Cuando uno asiste irracionalmente (y a menudo en familia) a un parque temático, se corre el riesgo de que esté masificado. Y uno de los principales inconvenientes de estos escenarios son las kilométricas colas que acaban por suscitar una mala hostia reflejada, por ejemplo, en el careto del pobre hombre de la foto de arriba que por su semblante debe haber estado esperando en la fila varias horas. Lo normal en estas eventualidades. Acudir en familia a un parque de atracciones se ha convertido en uno de los masoquismos modernos más diseminados por todo el mundo.
Aquí tenéis unas impagables instantáneas de cómo se pierden los nervios en los instantes de espera de las largas colas de Disney World, paradójicos intervalos infortunados en un entorno de esparcimiento y exultación de unas ya de por sí exiguas ganas de divertirse.

Mel Gibson y su nuevo proyecto religioso

Según Ananova, Mel Gibson ha anunciado que su próxima película, prolongando el catolicismo místico y devoto que parece haberle absorbido tras la sanguinaria ‘La pasión’ el actor de ‘Arma letal’ (qué tiempos aquéllos), será un ‘biopic’ sobre la vida de Juan Pablo II (te quiere todo el mundo) que pretende recrear los detalles sobre los supuestos milagros que se le atribuyen al Papa recién fallecido.
El New York Post afirma que no se trata de un rumor, ya que Gibson se desplazó la semana pasada a Roma para filmar el sepelio y la peregrinación de millones de fieles que acudieron en masa al funeral del Santo Padre. Y es que Gibson era un ferviente admirador del Papa, además de un católico defensor de la tradición más conservadora de la Iglesia. De ahí tal identificación.
Nos acecha por tanto una ornamentada y empalagosa biografía llevada a la gran pantalla sobre Karol Wojtila escudada en la de vida de un hombre que fue actor, esquiador, sabio, filósofo, poeta, escritor, víctima de un atentado cometido en 1981 por Alí Agca y émulo en sus últimos días del personaje televisivo Pozí.
Si no hemos tenido suficiente con una semana monográfica dedicado al Pontífice, Gibson se encargará de glorificarlo aún más si cabe.
Dios nos pille confesados.
PD: Por cierto, en la instantánea vemos a un Gibson al que la alopecia galopante ha dejado de esta guisa. Una foto impactante, sin duda alguna.

Una secuencia al azar (III). 'Barton Fink': Una pesadilla críptica

Barton Fink (John Turturro) acepta el reto de pasar de ser un prometedor dramaturgo neoyorquino a verse envuelto en la holgura monetaria que supone escribir para un estudio de Hollywood.
Recluido en la habitación del hotel Earle, Barton se compromete a escribir una película de lucha libre con Wallace Beery de protagonista. Un pasillo empapelado con marchitas formas florales se extiende a lo largo de un corredor maléfico que lleva hacia la habitación 620, el particular tártaro del guionista, angustiosa abnegación del cautivo inerme ante el vacío mental, el símbolo del miedo al folio en blanco. El asfixiante calor provoca que hasta el papel revestido de la habitación, humedecido por las hendeduras que producen las goteras, se despegue.
Charlie Meadows (John Goodman) irrumpirá en la vida de Fink porque éste se ha quejado de que oye ruidos en la habitación anexa. No es más que la excusa del reclamo de alguien en quien confiar, tal vez un espectral ángel demoníaco, tal vez un vendedor de pólizas de seguros o lo que es peor, un asesino sanguinario llamado Madman Mundt.
La secuencia al azar pertenece al momento en que Audrey (Jude Davis), la ayudante de W.P. Mayhew (John McHoney como la reencarnación de William Faulkner) que acude a auxiliar a Fink, le confiesa que ha sido ella la autora de sus dos últimos libros por la impericia fruto del alcohol del célebre literato. Él entra en cólera. Pero lejos de perder los nervios, ella le sosiega y le besa dulcemente, dando su palabra de que al día siguiente él podrá enunciar una gran sinopsis a Jack Lipnick (Michael Lerner), el productor de la película que tiene que escribir.
La cámara se desvía de la acción amatoria entre Audrey y Barton para dirigirse directamente a la tubería del lavabo del cuarto de baño, no como una metáfora sexual, si no perdiéndose en los abismos que harán oír los ruidos que tanto importunan y perturban a Charlie, el motivo por el que éste apareció en la vida de Fink.
Al día siguiente, un mosquito (tal vez la propia conciencia del escritor) aletea para descansar en el torso desnudo de Audrey. Fink golpea sobre la espalda de la mujer, dejando un cerco de sangre en su piel. Pero Audrey ni se ha inmutado. Cuando el guionista destapa a la secretaria, ésta yace muerta. La hemoglobina fluye empapando las níveas sábanas.
Es el principio de una imperecedera pesadilla críptica, la que nos hará sospechar si realmente el Hotel Earle es el Infierno, si Charlie existe o es la excusa mental de Fink para eludir de sus problemas, si Charlie es el Demonio y si todo lo que está padeciendo el guionista ha sucedido por el reemplazo de su verdadera musa (un grueso hombre que apaga alegremente su soledad en el alcohol) por otra, esta vez, una figura femenina que es la clave del éxito del escritor favorito de Fink, un viejo fracasado y alcohólico en quien tal vez él se esté convirtiendo por su carencia de ideas.
“Are you in pictures?”