domingo, 27 de febrero de 2005

La fiebre de 'Star Wars' en Disneyland

George Lucas se relaja meses antes de cerrar su segunda trilogía galáctica en compañía de Jedi Mickey. La fiebre 'Star Wars' de este año parece que no va tener competencia en un 2005 que tiene a la venganza de los Sith como uno de los únicos exitazos seguros.
Lo que ya no sé es si ese rostro a medio camino entre la preeminencia y el desdén de Lucas hacia el ratón del tío Walt significará algo o no.

Viviendo en directo la 'Deep Spain'

Tampoco quiero explayarme mucho sobre el palmarés, de hecho ni lo voy a reseñar, pero como todos preveíamos, no nos llevamos nada en el II Pata Negra de Guijuelo. Lógico, teniendo en cuenta que en el Jurado había gente que me tiene en desconsideración porque, para ellos, personifico a otro medio periodístico que me empuja a una rivalidad absurda y bastante cateta. U otros que, profesándose en indefinidos facsímiles de una pretendida redacción a lo Carlos Boyero o puretas cinéfilos de enraizados gustos clásicos que se ofuscan en su masturbatoria perspectiva de un tipo de cine arcaico, rancio y, en muchos casos, insoportable, no saben reconocer ni el riesgo, ni la intención y mucho menos la calidad de un producto innovador (y por supuesto, no me refiero a nuestro corto). Eso sí, ecuánimes son un rato. O ellos así se lo autoinculcaron.
Homenajear al gran Antonio Ozores queda fuera de toda duda a la hora de conceder una merecida retribución en forma de deferencia, el reconocimiento de un hombre prolífico y entrañable que ayer dejó el pensamiento de lo olvidado que tenemos a viejas y grandes glorias de nuestro cine. Un ilustre cómico ante el cual nos descubrimos en la gala de entrega de premios. Lo que ya no es tan excepcional es el concepto de artista famoso que deben tener el Guijuelo. Si durante toda la semana se han enorgullecido por traer a medio casting de la serie ‘Cuentame’, lo de ayer no tuvo parangón, amigos. Allí, berreando, gesticulando y dejando tras de sí una estela de patética francachela con pose de diva venida a menos, la mismísima Marujita Díaz (ojo a su página web) impuso los momentos más esperpénticos de la velada. “Viva la madre que te parió”, gritó al gran Ozores en un arranque de falsa espontaneidad, “este pueblo huele a sustancia, la del jamón que viene del cerdo que come bellotas” acertó a definir este icono del freakismo ibérico, símbolo de la impudicia más funesta de la carpetovetónica escena artística de la España cañí. Ridículo y tétrico, ambos conceptos remezcladas con en una batidora minipimer.
En fin. Como crónica improvisada, me gustaría señalar particularmente dos momentos álgidos de una gala demasiado larga, algo aburrida, pero con intenciones de no serlo. Pero sobre todo, opresivamente calurosa. Y no es por la sensación de presión del ambiente, si no por los 25 grados de calefacción que padecimos.
La primera alude al inexperto e improvisado presentador del evento, el director de ‘El chocolate del loro’, Ernesto Martín (gran tipo), que hizo lo que pudo para sacar adelante con dignidad todas las presentaciones, cuando concedió la mención especial a la mejor fotografía a un corto en vídeo (que a posteriori ganó el primer premio de la categoría), frunciendo el ceño en el momento en que el director del corto subió a por el jamón en miniatura diciendo “es una sorpresa porque la fotografía no tiene nada. Bueno, quiero decir, que no utilizamos ni focos ni nada. Bueno, esto… me refiero…”. Os juro que es trascripción pura y dura. Tras este insólito ‘speech’ sonrió y agradeció.
Lo segundo fue hacer subir a los participantes, ganadores y perdedores, al escenario dejando ver las caras de frustración de los que no se habían llevado premio en cabrona analogía con las de los sonrientes premiados. Y yo allí, entre todos, al lado de Ozores, detrás de Marujita Díaz y con la posibilidad de poder darle una patada a Zoe Berriatúa (agachado justo delante de mí) por perpetrar algunas de las peores interpretaciones vistas en este país, mirando a la nada y aprendiendo del enésimo descalabro en el mundo del cine. La conclusión positiva ha sido que hemos sido seleccionados entre más de 400 cortos y, sobre todo, la impresionante acogida del miércoles de ‘El límite’ por parte de los guijuelenses y salmantinos.
Eso, consecuentemente, es lo más importante.
Espero que esta madrugada Nacho Vigalondo tenga mucha más suerte con su '7:35 de la mañana' en la gala de los Oscar que, si todo va bien, podré disfrutar (o padecer) esta noche.

sábado, 26 de febrero de 2005

Extraño viaje a ninguna parte

Quedan apenas un par de horas para saber si ‘El límite’ ha ganado o no algún premio en el palmarés del II Pata Negra de Guijuelo. Siendo el único trabajo salmantino de la muestra, uno tiene esa estúpida sensación de expectativa, almacenando algo de optimismo ante un posible reconocimiento por parte de los miembros del jurado que, como el calvo de la lotería, repartirán mucho dinero esta noche. A unos, merecidamente (espero que a nosotros, ejem…) a otros, como en el mundo de los concursos del corto, injustificadamente ilícitos, espurios, vamos inmerecidos, para entendernos.
Ahora mismo podría coger el teléfono móvil y hacer una llamada para saber si nuestro trabajo ha sido reconocido en alguna de las categorías del festival. Así me ahorraría el viaje. Intuyo que no. Cuando te lanzas al vacío artístico con un proyecto arriesgado y heterogéneo, un signo contrario a ‘premiable’. Suele suceder que la suerte abraza a otro tipo de grupúsculos reiterativamente letárgicos. Y esta vez no será una excepción.
Aún a sabiendas de un profético “me vengo con las manos vacías”, iré a Guijuelo a participar y compartir aplausos, sin saber nada, como lo que deben sentir los nominados a cualquier premio y fingiré indiferencia. Pero sí, amigos, dentro de mí reconcome el ansía de un jodido premio para nuestro sacrificado esfuerzo. Me hace ilusión. No hicimos un cortometraje para ganar ningún premio. Es más, me atrevería a decir que es una pieza a contracorriente. Y si no nos laurean está vez, la excepcional ocasión en que se ha materializado que somos profetas en nuestra tierra, no lo será nunca. Crucemos los dedos.

Secuencia al azar

Juan suspende indebidamente a una alumna cuando escucha una frase que viene de la lectura del trabajo de la joven: “Muerte de un ciclista”, dice la chica durante su exposición.
Cuando no puede más, él acepta el error y decide dejar de ser profesor, desembocando esta decisión en su decisión de querer entregarse a la policía.
Un largo travelling sigue a Juan, que habla con la alumna, pero ambos separados por una reja. Esta reja está metafóricamente encerrando a Juan en su tortuoso sentimiento de culpabilidad.
Cuando termina de confesarle a su alumna su trauma, la reja se acaba.

viernes, 25 de febrero de 2005

'Wild Things', una obra maldita de McNaughton

Mucho mejor de lo que parece
El hecho de que John McNaughton fuera el responsable de títulos tan sugerentes como ‘Henry, retrato de un asesino’ o ‘La chica de gángster’ antes de rodar ‘Wild things’, hacía evidente que su propensión hacia estas extrañas y (en principio) atrayentes películas procedía de un acerbo propósito de renunciar al encasillamiento y plantear desde su perspectiva historias que, en manos de cualquier otro director, hubieran caído en el más profundo de los abandonos.
El problema (o la virtud) que rodea a una película tan infravalorada como ‘Juegos salvajes’ es la complicación simplista incluida en un ‘thriller’ que si bien es cierto que flaquea en muchos de sus momentos claves, McNaughton se encarga de resolver mediante una dirección colmada de soltura y apoyándose en un guión que, exceptuando algún que otro tópico (decididamente preconcebido) resuelve la papeleta con agudos instantes dramáticos basados en un humor inhabitual, corrosivo y destructor de los cánones del ‘thriller’ con sabor a cine negro, en esta ocasión, más agridulce que nunca. Esta malintencionada historia sobre asesinatos, arribistas, policías corruptos, pintorescos picapleitos y ninfas sexuales saca a relucir su máximo esplendor en aquellos fragmentos (primordiales para la función) en los que se burla de ése cine ‘serio’ al que parece encaminado la intrincada y confusa trama policíaca.
Además, (y esta vez sí) uno de sus encantos más notables es el potencial sexual, ése voltaje erótico que recuerda implícitamente al ‘Fuego en el cuerpo’ de Kasdan. Las curvas de Denise Richards (una apabullante hembra siliconada reconvertida a mito sexual de pajeros irredentos), el encanto de un recuperado Matt Dillon y para cerrar el ‘menàge a trois’, la pícara mirada de la otrora musa del ‘softgore’ Neve Campbell, envolvieron a esta obra de McNaughton en un halo de atracción, de cierto aire ‘chic’, reforzado con el lujo que rodea la urbanización en donde se desarrolla el filme componen, en conjunto, una visión pervertida de su idea subliminal: la destrucción del hombre por el propio hombre.
Filme lleno de referencias, de juegos maliciosos (sobre todo los créditos finales) y con el gran y portentoso Bill Murray en un rol que le viene como anillo al dedo y un eficiente Kevin Bacon como inquietante policía, son elementos que conviven en una historia de celos, satírica, brillante y muy divertida (si se toma por esta orientación, claro está). Si bien no fue una película redonda, tampoco lo es que fuera una cinta banal, sin matices y sustentada en las tetas de la Richards o el morbo de la Campbell. Nos encontramos ante una de ésas películas que ha ganado con el paso del tiempo, llegando a ser una obra de culto, que sigue ofreciendo pequeñas sorpresas con cada relectura.
Lo cierto es que entre todas las luchas de clases, de sexos, de odio y traiciones se esconde un nihilismo desesperanzador que no decepciona a aquellos acostumbrados a mirar más allá de lo que han establecido terceros, que evidentemente, repudian esta grata muestra de ‘thriller’ erótico con grandes posibilidades. Además, y qué cojones, hay que destacar a una exuberante Denise casi todo el metraje en sujetador y semidesnuda. ¡Qué más se puede pedir!

La novela rosa así, es otra cosa

‘Un poquito más cerca del borde, mi amor…’, ‘Por el amor del Escocés McMullet’, ‘El desfloramiento de Mary Osmond’, ‘Me casé con un maricón’, ‘Eres más alto que yo ¿eres feliz?’ o ‘El jinete ciego y descamisado’ son algunas de las traducciones que sólo tienen significado con el sentido del humor visual de Mark Longmire, que ha trasladado a las portadas de las novelas rosa creadas una particular transformación a su antojo modificando las ya ridículas y cursis ‘covers’ de este tipo de género literario en ocurrentes y particulares visualizaciones con un título humorísticamente ajustado a tan engomadas tapas.
Si queréis saber de qué va todo esto, entrad en su página web.

jueves, 24 de febrero de 2005

Review CONSTANTINE

Lamentable despropósito
Es curioso y triste, a su vez, pensar que esta horrorosa (con pretensiones de fidelidad a su origen para no levantar demasiadas suspicacias) adaptación del ‘Hellblazer’ creado por Alan Moore y llevado a la imaginativa extrema más reconfortante por autores como Jamie Delano, Garth Ennis, Paul Jenkins, Neil Gaiman o Warren Ellis me haya recordado a una concentrada trinidad de horrorosos filmes apocalípticos, visualmente impecables, pero con problemas de interés que van más allá del puro aburrimiento. ‘Constantine’ se emparenta, en esa reverberación de hastío y gilipolleces teológicas maniqueas encuadradas en el cine de terror moderno, a películas como ‘El fin de los días’, ‘Stigmata’ o ‘Poseídos’, tres cintas que, si bien recogían sugestivos aspectos fotográficos, no dejan de ser meros baturrillos tópicos del peor cine de género con un sedimento de sofisticación y pretenciosidad que las convirtieron, automáticamente, en olvidables productos, malogrados en todos sus designios.
‘Constantine’, de Francis Lawrence al igual que aquéllas, es un despropósito total, tan risible como luctuosa en su visión de uno de los personajes más carismáticos y oscuros de la Vertigo de DC Cómics. El exorcista que ha estado en el Infierno, John Constantine, nos introduce en un mundo de Magia y caos dimensional que rodea a nuestro universo, situando al espectador en un soporífero contexto donde los oscuros escenarios, pretendidamente lúgubres en la faceta emocional del rol torturado que interpreta el siempre hierático Keanu Reeves, transitan entre el estereotipo y el más reiterado ‘deja vù’ del reverso más execrable del terror actual.
Estamos ante una errónea y desangelada adaptación de una serie de ‘Hellblazer’, concretamente la que se extiende del número 41 al 46 en la edición USA, pertenecientes a la saga ‘Dangerous Habits (Hábitos Peligrosos)’, escrita por Garth Ennis, relatando cómo este atípico exorcista se ve obligado a realizar encargos ‘benévolos’ para evitar terminar en el Infierno debido a un cáncer de pulmón y salvar así su alma. Aquí no existe un trasfondo sin iestro en cuanto a imaginería judeocristiana se refiere y abusa en todo momento de una parafernalia satánica no justificada, pasando de puntillas en todo aquello que se insinúa. En una anodina y maniquea batalla entre el Bien y el Mal, entre el Cielo y el Infierno, toda la dimensionalidad del cómic, esa complejidad de los Híbridos (ángeles y demonios que conviven en la Tierra con el ser humano) y de los pactos duales entre ambos bandos, en esta película facturada por un insípido Lawrence se degrada hasta los términos de lo vulgar e irritante, basado en el golpe de efecto sonoro y visual (los jodidos sustitos de turno, harto previsibles, y los monstruos surgidos de los efectos digitales) que termina conformando un dispendioso artefacto tan nulo como forzado.
Se ha perdido cualquier toque de humor y cinismo, todo es neutro e inverosímil, apagado, desprovisto de fascinación que, en más ocasiones de las que uno se imagina, conllevan al bostezo. Ni siquiera la carnal Rachel Weisz, las grotescas e histriónicas interpretaciones (al borde del ridículo) de Tilda Swinton y Peter Stormare, ni el desaprovechado diseño de producción, espectacular y fastuoso, ni la persistente presencia tras la cámara del impersonal Lawrence(presente en cada plano), hacen que ‘Constantine’ evite caer en el más espantoso de los descalabros.
Tal vez lo único reseñable sea la presentación de Constantine y su primer exorcismo, así como esa metáfora de la araña en el vaso, atrapada como él en el humo que está destinado a quitarle la vida poco a poco, pero que, como en cualquier producción estadounidense, prescribe en un mensaje moral antitabaquista tan añejo como reprochable. Al fin y al cabo, ‘Constantine’ nace como un lúdico pasatiempo que aprovecha una mina de ideas para ofrecer una trivial película sobre lo bueno y lo malo, la redención y los pecados. Compostura absurda en estos tiempos de hipocresía que nos corroen.
Un producto del todo lamentable, pero olvidable al fin y al cabo.

Dos breves de poner los pelos de punta

El irreflexivo ‘remake’ de ‘La niebla’, de John Carpenter (así como el de ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’), está llegando a términos concretos para llevarse lamentablemente a la gran pantalla. Cinema Confidential ha revelado que los intérpretes de este paripé fílmico podrían ser Tom Welling (‘Smallville’) y Maggie Grace (‘Lost’). Dirigirá Rupert Wainwright, que es el perpetrador de esa inmundicia estética titulada ‘Stigmata’ y el guión se encargará de joderlo Cooper Layne.
La pregunta es: ¿Tenemos que esperar que, a partir de ahora, empiecen a crear nuevas e innecesarias versiones de los filmes de nuestro sacro tótem Carpenter?
Por otra parte y situados en el síncope de la estupidez, Michael Bay, que este verano nos deja su última y mastodóntica cinta ‘The Island’, con Ewan McGregor y la ummm… exuberante diosa de nuestros sueños más húmedos, Scarlett Johansson, no tiene suficiente con producir con su amiguete de estropicios Jerry Bruckheimer una precuela de ‘La matanza de Texas’ (pretenden desencantarnos con la familia de Leatherface antes de los asesinatos recreados por Tobe Hooper y vueltos a rehacer de mala manera por Alexander Nispel hace un año), si no que el novio de la conejita jamona Lisa Dergan tiene una férrea intención de dirigir un ‘remake’ de la intocable ‘The Hitcher’. Sí, amigos, los dos capullos quieren invertir una millonada para descuartizar nuestro clásico de culto ‘Carretera al infierno’, la única obra maestra de Robert Harmon protagonizada por Rutger Hauer y C. Thomas Howell.
Y luego decimos que el cine español está en crisis y va mal.

El Papa mea fuera del tiesto

No puedo pasar un tema que me llamó la atención en el día de ayer. Se dice que el Papa Juan Pablo II ha escrito un libro. Esta es una de las mejores ingeniosidades del último mes. Un consumido octogenario que apenas puede hablar, que da pena o convoca a la hilaridad (según quién lo vea) que ni se puede levantar ni puede hablar de forma descifrable dice haber escrito un libro: 'Memoria e Identidad'.
La farsa que le convierte en una Ana Rosa Quintana clerical, no tendría mayor importancia si no fuera por las equívocas deliberaciones que contiene esta cristiana publicación que llevan a comparar el Holocausto Nazi con el aborto. Una degradante idea que, por supuesto, Paul Spiegel, líder judío, ha revocado razonablemente.
Consecuencia: Dios le ha castigado y le ha metido otra vez en el Hospital.
Y a ver si sale de ésta.

'El límite', en Guijuelo 2005

Ayer no pude asistir a la cita diaria del Abismo por motivos ajenos a mi persona. Aún no tengo muy perfeccionado el don de la ubicuidad, pero dadme un poco de tiempo. Sigo trabajando en ello. Lo cierto es que ayer me acerqué, entre el temporal de nieve, ventisca y frío, a presentar ‘El límite’ en el apacible pueblo de Guijuelo, tierra de buen comer, donde se manufactura el mejor jamón ibérico de bellota del mundo entero. Un placer incomparable y sensorial a todos los niveles y en una dimensión culinaria al alcance de unos cuantos privilegiados.
Ganarse al público de un atestado y enloquecido aforo charro cuando eres el único representante salmantino y tu corto representa a la región hace, desde el principio, que la gente se muestre enfervorecida con tu trabajo. Vimos ocho cortos, de entre los cuales destacó exclusivamente ‘6ª Convocatoria’, de Mikel Alzola, una extraña mezcla a medio camino entre el fantástico (muy logrado en intención y acabado en su condición de vídeo) y la comedia ‘teenager’. Realmente entretenido.
El único inconveniente fue el involuntario desacierto que tuvo el proyeccionista al dejarme, en un principio, sin mi rodillo de créditos finales. Tras mi enérgica protesta, se procedió a la recuperación de todos los nombres de mi venerado equipo técnico entre los aplausos y la comprensión de un público volcado con el corto. Todo un exitazo. Después, una charlita con los espectadores tras la proyección, el inesperado requerimiento de una más que sugestiva y hermosa chavala que me invitó, en nombre de su escuela audiovisual, a dar una charla sobre el proceso de creación del corto la semana que viene (sólo por volver a verla acudiré) y vuelta para casa a altas horas de la noche.
Ahora sólo queda, esperar hasta el sábado para saber si el Jurado de ‘Sabios’, asimilado al de los insignes y entendidos del medio audiovisual, consideran ‘El límite’ como uno de los ganadores de esta II edición del Festival Pata Negra de Guijuelo. Un proyecto que, en sólo dos años, llevado de la mano de unos ceremoniosos hermanos Nieto, se ha convertido en un punto de referencia para los cortometrajistas nacionales. Lógico, si tenemos en cuenta que en cine, el primer premio asciende a 7.500 €. Ahí es nada.