lunes, 24 de enero de 2005

I'm back...

Ya estoy aquí de nuevo, listo para recuperar la frenética actividad del Abismo.
Ahora mismo estoy exhausto, rendido de cansancio. Ha sido un fin de semana totalmente gratificante en muchos aspectos. El viaje a Madrid ha sido uno de los más fructuosos de los últimos años. Por la numerosísima gente maravillosa a la que he conocido -contactos profesionales incluidos-, por esperados reencuentros múltiples, porque al fin he visto ‘The Birthday’ (por cierto, con página web recién estrenada –hablaré largo y tendido de la película del gran Eugenio Mira) y porque nuestro siguiente cortometraje ‘The Encounter’, en 35 mm., ya empieza a dar sus primeras patadas, con una sensación de asistir entusiasmado a una ecografía donde un pequeño microser empieza a tener vida. Hablando de la película de Eugenio, sí, seré uno de los pocos defensores a ultranza de esta extraña y casi suicida producción. Pero daré razones coherentes para declarar mi amor por esta cinta que me ha parecido una de las películas más jodidamente fascinantes que he visto en mucho tiempo.
Mañana me extenderé en todos estos temas y seguiré recuperando la dimensión cinematográfica, de actualidad, cultural y, por supuesto, la esfera personal a la que os estoy malacostumbrando.
Como digo, ahora estoy extenuado, sin energías para seguir tecleando ni una sola línea más.
Me alegro de haber vuelto.
¡Show must go on!

viernes, 21 de enero de 2005

El vicio de la grandeza fílmica

El misterio de los talentos insurrectos
Donatien Alphonso François, el célebre Marqués de Sade ha representado, a lo largo de dos siglos, la personificación del espíritu revolucionario en estado puro, de la grandeza infernal que puede encerrar la mente humana, la filosofía más incorrupta y directa desde Descartes. ‘Quills’, obra depurada y transgresora, delimita y propone un delicioso y amargo viaje a un posible epílogo, posiblemente ficticio, de los últimos días de este controvertido y brutal genio literario del pensamiento humano, a sus últimas lecciones magistrales bajo su reclusión en el asilo Chareston.
De sus postreras doctrinas llenas de ira y maldad sobre los frágiles y pueriles límites que imponen la moral falsamente hipócrita de los conservadores espurios. El filme de Philip Kaufman está destinado pues, a mitigar las falsarias conciencias que inspiran la hipocresía camuflada, muchas veces, en la ética aparente. El cosmos sadiano (que no sádico) impregna la cinta de Kaufman reconstruido a través de la frialdad de unas imágenes coléricas, que solazan mediante las constantes y progresivas situaciones perversas la mente oscura e intencional del genio filosófico, de la rebeldía llevaba al paroxismo de Sade.
Su análisis propone el excelente guión de Doug Wright para desarrollar una pieza cargada de nihilismo, de mala hostia, de violencia oculta, recreando con majestuosidad la figura del intratable Sade, de la época más gloriosa de Francia, crítica manifiesta a la burguesía, a la nobleza, a la medicina y sus métodos pero, sobre todo, levantando las llagas de la religión católica, logrando además que todo ello se extrapole a muchos de los conceptos falsarios que rigen la moral actual. A su vez, 'Quills' exhibe a un escritor humano, capaz de enamorarse y de contener sus instintos destructivos con la fuerza del destino humano. Geoffrey Rush, inmenso y colosal, hace de Sade una extensión de su carácter interpretativo, en estado de gracia, una metamorfosis compleja y titánica del sabio, del monstruo y del hombre que fue este arquetipo del odio benéfico, transformando al prodigio literario en una figura hipnótica. No es ajena a la excepcional calidad actoral del filme la fuerza de una ‘carnal’ Kate Winslet incandescente o las contenidas sobreactuaciones de unos inmejorables Michael Caine y Joaquin Phoenix.
Si ‘Quills’ propone un viaje a los infiernos del mundo sadiano y su contenido filosofal, Kaufman y Wright reinventan la catarsis humana con un fondo consecuentemente distorsionado por una ambigüedad que va más allá de sus intenciones, escondiendo los defectos del relato bajo un guión fascinante que escapa a cualquier tipo de sumisión y énfasis para impregnar, con ironía, dobles sentidos y goticismo, una narración de imponderables dimensiones artísticas. Kaufman aplaca el exceso fácil anteponiendo la sugerencia a la evidencia, haciendo de la perversión sexual y el sadismo una apología conceptual de la personalidad del Marqués de Sade, como ya lo hiciera con polémicos creadores como Henry Miller, Joyce, Kundera o Anaïs Nin.
‘Quills’ es, por tanto, una oda fabulesca que pondera la libertad, la rebeldía y el arte, dilatando su discurso final hasta una actualidad necesitada de personalidades comprometidas con el libertinaje y la sodomía intelectual pervertida por la hipocresía, poniendo de manifiesto estos términos con una elegancia y una puesta en escena encomiables.
Puro vicio de grandeza fílmica.

¡¡Hasta el lunes, amigos del Abismo!!

Pues sí, 'Un mundo desde el abismo' cierra sus puertas durante este fin de semana debido a que me voy a disfrutar de unos días madrileños y del Festival de Cine Fantástico y Ciencia Ficción de Calle 13.
El domingo por la noche adelantaré algo de todo lo que allí suceda y vea. Entre ayer y hoy he dejado algo de material para que no os aburráis ni me echéis de menos. De todos modos, para eso tenéis El fondo del abismo, ese viaje al pasado de esta joven e ilusionante bitácora.
La weblog recuperará su frenética normalidad el próximo lunes. Intentaré disfrutar todo lo que sea posible.
Hasta entonces, sed felices y muy malos.
Un saludo.
REFO

Stan Lee recupera sus derechos

El gran maestro Stan Lee, co-creador de personajes como 'Spider-Man', 'Los Cuatro Fantásticos', 'Hulk' o los 'X-Men', está muy quemado porque desde que sus adaptaciones se han adaptado en aluvión a la gran pantalla, el genio del cómic moderno no está viendo un dólar de toda la maquinaria que mueven las grandes productoras.
Así, se ha hecho pública una sentencia en la que Lee podría recibir un 10% de los beneficios de las producciones para cine y televisión con personajes de la compañía desde noviembre de 1998, así como de los juguetes fabricados y vendidos por la compañía. El dictamen destaca que un jurado determinará si Lee debe recibir una parte de las muy lucrativas asociaciones con Sony Pictures y Universal Studios para la producción de productos derivados de los films de 'Spider-Man' y de 'Hulk'.
La dimensión económica de esta decisión podría ser colosal, teniendo en cuenta el enorme éxito económico de muchas de las películas basadas en personajes de Marvel y de todos los productos relacionados.
Ya iba siendo hora. Al César lo que es del César.
Fuente: El Mundo.

jueves, 20 de enero de 2005

Fincher tiene nuevo proyecto

David Fincher parece que volverá a ponerse destrás de las cámaras tras ‘Panic Room’, de la que han pasado ya tres años. Mucho se ha hablado del nuevo proyecto del director de ‘Fight club’. Sin ir más lejos en el Abismo se comentó la posibilidad de que el cineasta pudiera llevar a cabo 'Benjamin Button', basado en un relato del genial Scott Fitzgerald. Pero no será así.
Empire ya ha adelantado su nuevo proyecto. Se trata de ‘El asesino del Zodiaco’, un thriller basado en hechos reales sobre un ‘psycho killer’ que mantuvo en jaque durante doce años a la policía de San Francisco y al que se le atribuyeron 37 asesinatos. La producción correrá a cargo de la Warner Bros y Paramount, de nuevo en coproducción.
Jamie Vanderbilt, guionista de la injustamente vilipendiada ‘Basic’ está trabajando sobre dos libros centrados en este peligroso asesino escritos por Robert Graysmith, un experto en el tema y un multiventas con e. Todos temen que Fincher caiga en el facilismo que puede producir rodar una película tan paralela a ‘Seven’. la trama se alejará de la ficticia adpatación que llevó a cabo Don Siegel al tomar un personaje similar como 'Harry, el sucio'.
Es una buena noticia, en cualquier caso, que el gran visionario del cine moderno vuelva a rodar una película.

Jenna Bush ¿sierva de Satán?

Me ha llamado la atención ese gesto que ha hecho Jenna, la hija más golfilla de esa dinastía extraña y oscura que siempre han sido los Bush durante la nueva ‘coronación’ de su padre como presidente, la segunda toma de posesión de George W. que consolida a su familia como una de las estirpes políticas más exitosas en la historia de EE.UU. El polémico signo gestual ha sido tomado por muchos como el saludo de todos los satanistas de la Iglesia que un día fundó Antón S. LaVey.
Otras fuentes desdicen esta apasionante y totalmente creíble teoría afirmando que Jenna está haciendo el "Longhorn", uno de los gestos rituales de la Universidad de Texas.
Pero lo cierto es que esta familia es muy satánica.

Abuelito dime tú... por qué en las nubes voy

No sé qué extraña razón me ha movido a escribir esto. Pero hoy, llevado tal vez por la alegría de la vida, el esplendor de los buenos instintos y mi añoranza al campo y las ovejas, me voy a centrar en una de las series de animación japonesas más emblemáticas e inextinguibles del último lustro. Una serie que pasará de generación en generación con una particular y sana afabilidad, con un sentimiento y una bondad casta y pura que, a veces, se hace necesario en un anime lleno de violencia y sadismo.
Como contrapunto de la animación actual, ‘Heidi’ fue una serie que ha marcado a cada generación que la ha podido disfrutar, a cada niño que ha sentido las peripecias de un personaje imprescindible dentro de la iconografía nipona. La historia de la inimitable niña huérfana, triste y lánguida, a la cual envían a vivir con su abuelo, un ermitaño hosco, haragán y con mal humor llamado Alm (sí, tenía nombre) que vive en los Alpes suizos es una de las historias más conmovedoras que han pasado por la televisión española en su ya larga existencia. Aquella fábula, en realidad otro viaje iniciático de niña que aprende a sobrevivir en un mundo que le contraviene, partía en un principio con el abuelo de Heidi (un cabrón asocial, de rostro enjuto de bastante hijo de puta y mal bicho que, aparentemente, iba a hacerle la vida imposible a la candorosa pequeña), que no acepta su residencia en el lugar. A través de los episodios, el anciano, poco hablador y ceñudo va tomando por la niña un cariño muy especial, dada la inocencia y la bondad de Heidi. Hay que recordar, por supuesto, que lo que más le gustaba a Heidi era dormir sobre su colchón de heno, fabricar y comer queso, ordeñar ovejas (éstas dos últimas cosas por imposición del abuelo) y deslizarse en trineo en los duros y aburridos meses de invierno.
En las montañas, encontrará la amistad de Pedro, un chavalote bastante inculto que se dedica a cuidar cabras y a hacer el vago (también), al que le une una relación muy especial de altruismo y cariño. En la mitad de la serie, cuando la cordialidad y la amistad alcanzan un momento en el que ya no es posible aportar más que conocimiento sobre la naturaleza y el amor y la vagancia de las montañas, la niña es reclamada por una tía para que se eduque en Viena. Allí trabaja como asistente de Clara, una chavala paralítica que está más blanca que Copito de nieve, dada su reclusión en una lujosa mansión bajo las estrictas normas de uno de los personajes más morbosos y enigmáticos de la historia de la televisión, la siniestra Señorita Rottenmeyer, una bruja que, a pesar de querer lo mejor para las dos chicas, resulta coñazo para las dos nuevas amigas, ansiosas de jugar y divertirse jugando a los juegos que le enseña Heidi a Clara.
La nostalgia de la niña por el abuelito, por Pedro, por volver a hacer el vago y los Alpes hace que Heidi esté a punto de sufrir una terrible enfermedad. Lógico, si tenemos que cuenta que hasta entonces ha vivido la ociosidad inculcada del abuelo y el recreo constante con su mejor amigo cabrero. En su reencuentro con su hábitat en la montaña, le acompañará Clara y su supervisora. Allí, y después de vivir mil y una aventuras, la joven e impedida Clara (con las feromonas despertando su sexualidad y enamorada de Pedro y del ambiente campestre y sano que descubre por primera vez en su vida –tal vez fumen drogas tras las cámaras-) realiza la mayor proeza que jamás un humano vio. Un buen día, y sin proponérselo, Clara mira al horizonte, de un modo existencial y, como Lázaro, se levanta y se anda... hasta llegar a correr con Pedro, Heidi, Niebla, Copito de Nieve (el abuelo no, porque era un poco reumático) y con la sonrisa de la Señorita Rottenmeyer (que no sabemos muy bien qué le dio el abuelo, pero su carácter pasa a ser afable y extrovertido, casi de locaza felonzuela) satisfecha por los logros conseguidos por su pupila. Y como para no estarlo. Una inválida que, de repente, anda.
El anime consta de 52 episodios y fue una de las series de dibujos animados más recordados de la historia. La verdad es que, analizándola bien, ‘Heidi’ es una muestra de la intencionalidad subversiva (esta vez muy positiva) de aleccionamiento vital para las generaciones de niños que se identificaron y se identificarán durante toda la historia con este entrañable pequeña que ha sido uno de los paladines para que el Anime haya sido un éxito en nuestro país. O, tal vez, un panegírico insubordinado y turbulento que aboga por la desocupación, la diversión sin freno y la alergia a trabajar, como fondo de una sociedad en proceso de evolución. Las drogas, el nudismo, el hábitat natural y montañero y las relaciones sexuales entre niños también podrían ser un efecto maliciosamente camuflado en los buenos propósitos del anime. Aunque vamos a pensar que todo era precioso, perfecto y encomiable a favor de la amistad y la naturaleza bien entendida.
Johanna Spyri, la creadora
Todos hemos visto las aventuras de Heidi, pero pocos conocen su procedencia. ‘Heidi’, es una obra escrita e ideada por la escritora Suiza Johanna Spyri que, con su estilo y pericia, cautivó la literatura infantil. Sus obras se caracterizaron por escribir la vida de los niños en las aldeas de los Alpes, destacándose por la sensibilidad y la amenidad de sus relatos. Uno de sus más destacados libros es ‘Heidi’, por la cual miles y millones de niños aprendieron el proceso de la vida desde un vértice sensible y hermoso, para que relevara cuál había sido el destino de la niñita, el abuelo, de Pedro, de Clara, y de todos los personajes de una obra de dimensiones colosales.
La autora (con más de 80 libros a sus espaldas) murió en Zürich en 1901. Como en estas ocasiones, y desgraciadamente, el público internacional comenzó a conocerla varios años después de su fallecimiento. Lo grande de la obra de Spyri es lo accesibles que le resulta a los niños lectores de otros países, alejados de las montañas, los valles, los lagos, donde la autora siempre vivió. Con el tiempo estas historias, surgidas de los inagotables y maravillosos recuerdos de la infancia de la propia Frau Spyri, por una razón u otra fueron de dominio público y el personaje de Heidi, como el de Alicia, D´Artagnan y el de Jim Hawkins, se constituyeron en propiedad de nuevas generaciones de niños en el mundo entero.

miércoles, 19 de enero de 2005

¡New York Herald Tribune! ¡New York Herald Tribune!

Esta mañana después de comerme unas tostadas, un zumo de naranja y un café (sé que esto huelga en este post, pero es para hacerme el sofisticado), terminando de leer (no sin bastante retraso) el penúltimo número de esa prestigiosa revista de calidad que es 'Dirigido’, cuando un dato me ha saltado a la vista (supongo que como a todos los que le hayan echado un vistazo): la gran película que copa la portada de la publicación, es decir, esa delicia paladín de la ‘nouvelle vague’ que es ‘À bout de souffle’ de Jean Luc Godard, carece de análisis.
Me explico. Todo parece normal, propio de la calidad que atesoran estos ‘dossieres’ de la revista presidida por Ángel Fabregat, con estructura adecuada al texto, fotos de gran calidad, más o menos recreación en las palabras… El artículo debería estar, pero… lo curioso es que ¡no hay estudio de la peli de Godard! En su lugar han repetido la misma disertación del mismo autor sobre ‘La bella y la bestia’, de Jean Cocteau y Renè Clement incluida algunas páginas atrás. Un ‘corta-pega’ en toda regla, con puntos y comas. Igualito. Menos mal que en el número de enero que he adquirido esta misma mañana tras el susto, el reportaje está incluido en el especial dedicado a 100 obras maestras del cine europeo (de un modo subjetivo, claro está). La 'Fe de Erratas' explicaba que el estudio de la película de Godard pertenece a Jordi Bernal y las disculpas pertinentes. Por cierto, que Etore Scola ha quedado excluido y no han colocado ningún filme suyo entre los mejores. No es que no me apasione la obra maestra de Cocteau inspirada en la célebre fábula homónima de Madame de Beaumont que, como todos sabemos, versa acerca de un monstruo que sólo recuperará su primigenia configuración humana al ser amado sinceramente por una muchacha de buen corazón y que sirvió al cineasta francés para magnificar su excelente labor artística irradiando su mágico mundo de exquisito poeta y cineasta. Una película que todos los críticos consideran su filme más inteligible, tal vez el más delicado, que esconde bajo esa su falsa apariencia de cuentos de hadas, una extravagante imaginería que aúna los componentes básicos de la obra de Cocteau, cargados de resonancias freudianas y claves homoeróticas.
A lo que voy.
Leyendo la revista, he sentido unas inmensas e irrefrenables ganas de revisitar ‘Al final de la escapada’, de esas ganas mórbidas, necesarias, adictivas. Y he recurrido a mi videoteca para disfrutar, como hace mucho tiempo, de esta revolucionaria cinta. Una filia de la que siempre he sido consciente ha sido el eterno influjo hechizador que ha tenido sobre mí Jean Seberg. Desde pequeño, procedente del embrujo de esta actriz, me gustan las mujeres con el pelo muy corto y, atribuido a ello, encuentro la parte más erótica femenina en el cuello. La perfección de una fémina, subjetivamente hablando, se encuentra en esa pequeña y sensual hendidura que se forma en la cerviz femenina. Si no tienen un determinado tipo de cuello, ya puede ser una belleza modélica que no colmará mis fantasías. Más allá de esta absurda filia fetichista, ‘Á bout de souffle’ sigue perdurando como una obra de desvergüenza inextinguible e imperecedera.
Observando el nacimiento y la evolución de esa nueva ola que constituyó la Nouvelle Vague, la película de Godard ha perdurado, además de la más accesible del movimiento, la que realmente rompió formalmente con las reglas de la gramática cinematográfica, abogando por una estética libre, saltándose a la torera cualquier pauta del cine convencional. Antinaturalista, con saltos de raccord intencionados, ruptura de montaje funcional, saltos de eje, miradas a cámara para recibir órdenes visuales, improvisación sin tiempos y un grado de afectación disoluta son los elementos que Godard impuso a unos espectadores que asistieron a nuevas formas de lectura fílmica
La relación que se entabla entre Michel Poiccard, también conocido por Laszlo Kovacs, un ladrón de coches que acaba de asesinar a un policía y Patricia Franchini, una joven norteamericana que quiere ser periodista es un bello relato de tono ‘semi-documental’, filmado con la cámara al hombro, con quiebres narrativos y diálogos improvisados que rendía un sentido tributo al cine negro americano. Si bien sus referencia de tono pedante y literario que alude a Faulkner o Dylan Thomas, axiomas existencialistas (ilustradas en Parvulecso, cineasta al que da vida el maestro Jean Pierre Melville) y cierta grandilocuencia, la ‘opera prima’ del director francés es una declaración de principios del movimiento transformado en un sublime canto a la libertad tan espontáneo como necesario. Ese final con los neones avanzando su desenlace, las miradas entre los dos protagonistas, ese proceso de nihilismo en contraposición con la dulzura, el conflicto interna entre el sentimiento y la prudencia, la razón y el corazón… Perfecta. De visión obligada. Uno de los filmes que más influencia ejercieran sobre todo el cine realizado con posterioridad, es hoy un clásico imprescindible en la historia del cine.
La historia de amor entre Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg en pantalla, bajo la pegadiza partitura de Martial Solal, despierta una amoralidad crispada de pudor, de franqueza y de sensibilidad. ‘Á bout de souffle’ es, consecuentemente, una de las mayores obras maestras que se han realizado jamás

martes, 18 de enero de 2005

Review 'Alexander'

Pésimo circunloquio histórico
Oliver Stone desperdicia su oportunidad de brindar lo mejor del cine épico para formular un file artificioso, exagerado, paupérrimo y rácano.
‘Alejandro Magno’ podría haber supuesto el regreso de un controvertido cineasta como Oliver Stone a los mejores designios de una filmografía en visible decadencia desde hace más de una década. El descomedido presupuesto dispuesto para llevar a cabo la biografía del gran conquistador macedonio era la oportunidad idónea para el reencuentro de Stone con el cine de calidad, épico y comercial que le permitiera salir de su particular crepúsculo creativo. Pero no ha sido así. Oliver Stone lleva mucho tiempo perdido en su ombliguismo, en su megalomanía, en el personaje que ha creado más allá de su condición de director de cine. Su pretensión de reconvertir esta onerosa superproducción en una película histórica, fiel y emocionante le ha salido francamente mal, frustrada por la poca solidez que ha mostrado a la hora de desplegar una producción que le ha venido grande después de haber concedido a Fidel Castro dos documentales sobre la figura demagógica, elocuente y dictatorial del líder comunista.
Alejandro nació en Macedonia en la ciudad de Pella (actual Grecia). Era hijo de Filipo II, rey de Macedonia y de Olimpia, hija del rey de Epiro Neoptolomeo. Educado por Leónidas y Aristóteles, ferviente lector de Homero, desde muy temprana edad mostró gran interés por el Imperio Persa e invadió Macedonia, sumando a ella todo el mundo conocido en aquella época. Magno es considerado la mayor figura política de la Antigüedad, un gran estratega militar y creador del mundo helenístico, donde la cultura clásica se vio enriquecida con las aportaciones orientales. Una carrera frustrada por la prematura muerte del imperialista.
Con estos conceptos históricos, Stone lo tenía todo para hacer la película más personal y trascendente de su vida, pero la colosal maniobra se le ha escapado de las manos a un cineasta que sigue empeñándose en mostrar su signatura y personalidad en cada plano, jugando con gamas cromáticas cuando le viene en gana, disponiendo la narración de forma torpe y desvinculada de cualquier equilibrio y perdido en sus delirios de grandeza. Algo que le equipara a su personaje, pero que sigue dejando claro su absoluta incapacidad. Más si es para retratar con coherencia la excepcionalidad de un personaje como Alejandro Magno.
Presentada como una insulsa soflama heroica, siempre obsesiva, sobre los pilares que sustentan el poder y los riesgos que éste supone, la cinta empieza en un pasado que administra a modo de ‘flashbacks’ la historia del conquistador por medio de Ptolomeo, narrador personificado por Anthony Hopkins, cronista de gran obviedad y mediocre redundancia en lo que se quiere detallar. Es el primero de los errores en los caerá Stone a lo largo de un filme al que le sobra didactismo, excesos de todo tipo, en los cuales la licenciosa grandilocuencia marca el estilo infantil y engorroso de todo el metraje. ‘Alejandro’ se sitúa para ello en un cine rácano en batallas, escaso de inteligencia y espectacularidad, como la que se espera de una historia centrada en el mayor conquistador de la historia.
Stone prefiere centrarse en la visión enfática del personaje, circunscrito a una pátina de declamación, de tesis visual erigida como supuesta historia en manos de un realizador petulante, megalómano, como casi todos los personajes de su filmografía. Al mismo tiempo, el filme se hace eterno, indefinible, sobre todo por su imposibilidad de condensar el metraje. Por ejemplo, en los lapsos de la infancia traumática de Alejandro con sus padres, las ridículas lecciones del gran Aristóteles a sus ya amanerados pupilos, el recorrido histórico a la mitología que hacen Filipo y su hijo, la doma de su fiel caballo Bucéfalo, su ilimitada ambición por conquistar, la muerte de Filipo que viene dada en un regreso atemporal que no viene a cuento. Y así, hasta llegar a la monotonía. Todo está trabado y resulta soporífero, a lo que se adiciona la rimbombante música de Vangelis.
Stone tiene como finalidad mostrar al hombre que había detrás del conquistador, al individuo atormentado desde su infancia, con la importante presión psicológica que ejercieron sus progenitores sobre él, a los que odia y ama a partes iguales, sin prestar mucha atención al ámbito bélico (sólo a las necesarias, obligado por el género en que se inscribe y el dineral que ha costado), cediendo el protagonismo al cosmos filogay que escondía el mundo heleno pretérito, dilatándose en las pasiones exacerbadas, en el débil carácter de un líder fortificado con el tiempo. Es ahí el lugar de mayor desacierto, en la relación entre Alejandro y Hefestión, siempre patente y redundante, pero nunca definida en su totalidad, posicionándose de forma subvertida en la bisexualidad del macedonio, pero sin el valor suficiente para explicitar lo que sugiere. La relación entre ambos podía haber quedado definida por algún retazo explícito, y así poder ajustarse más en la vida y milagros del conquistador, pero termina redundando absurdamente en breves abrazos de colegas y frases ambiguas. Algo lamentable.
‘Troya’, de Wolfgang Petersen hizo bien en dejar a un lado el vínculo sexual entre Aquiles y Pátroclo si tenemos en cuenta el resultado de todo ello en esta patraña de Stone, pertinaz en la predisposición a un cierto exhibicionismo de la doble orientación de Alejandro, que concluye en un tratamiento superficial del asunto. Si tanto le interesaba esta pasión recíproca entre el macedonio y su general, poco se ha notado en el filme a la hora de representar la muerte de Hefestión en Ecbatana, cuando el imperialista, atormentado, derribó el templo de Esculapio, mandó apagar los fuegos sagrados de toda Asia e inmoló sobre su tumba a los coseos, que se habían sublevado por aquellos momentos. A Oliver Stone eso no parece importarle porque lo ha obviado.
De hecho ‘Alejandro’ es un deplorable curso avanzado de historia antigua para niños, ya que se toma licencias de toda índole, escarneciendo las batallas de Gaugamela, donde 50.000 griegos se enfrentaron a los 250.000 persas de Darío y la que acontece contra el rey Poros y sus elefantes, los macedonios tenían mapas en latín y Alejandro escribe las cartas a su madre en inglés. Al director le sobra con mostrar y alargar la muerte de Clito en manos de Alejandro, pero excluye los asesinatos de Parmenio o Calístenes, reincidiendo sin embargo más de una vez en el día en que Filipo fue asesinado por Pausanias, pero hace desaparecer la sublevación de Grecia llevada por Demóstenes. Tampoco hay rastro de los tribalos, getas e ilirios que también quisieron la invasión de Macedonia antes que Alejandro.
La película podría haber encontrado sus mayores virtudes en la progresiva identificación de Alejandro con los elementos persas que se señalaron no sólo en el origen oriental de las tropas reclutadas y en el nombramiento de sátrapas para el gobierno de las regiones conquistadas, sino también en su propia vida personal, cosa que a Stone interesa, que ambiciona mostrar, pero le vale con meter con calzador el matrimonio con Roxana según el rito iranio y exigir a los macedonios que le saludaran postrándose ante él según el gesto de adoración que los persas realizaban ante sus reyes.
En ese terreno es donde se comprueba el insustancial tratamiento de los personajes, de una futilidad exagerada, que desluce cualquier personaje secundario, todos de ellos mal dibujados, convirtiendo las conquistas del protagonista en banales, muy lejos de los sueños de grandeza que iluminaron los días del héroe macedonio, ilustrados en la pobre imagen de los hoplitas griegos atravesando la selva india, que resulta de lo más ridículo visto en el cine bélico e histórico moderno (y sin entrar en detalles sobre la planificación de la batalla y los elefantes). Ni siquiera una estupenda Angelina Jolie, muy por encima de un histriónico Colin Farrell y del resto de secundarios mal aprovechados (Val Kilmer, Christopher Plummer, Jared Leto, Jonathan Rhys Meyer y Rosario Dawson (¡¡qué tetas, madre mía!!), hace que el espectáculo sea un tanto digno.
Si a eso le añadimos la habitual e insistente capacidad de Stone para promover lo que él cree que son nuevas y lúcidas formas narrativas, ya sean argumentales o visuales, con un abuso de la estética convulsa y policromática, tenemos un filme rácano en interés y épica histórica, pretencioso en su encopetamiento formal con su plétora de lentes y ópticas (el filtro enrojecido y lisérgico de la batalla final es vergonzante), la carencia de ideas a la hora de poner en práctica la dinámica de las escasas y mal llevadas batallas y su exigua coherencia en la digitalización de las masas o la creación pixelada de los fondos de Babilonia perfilan a ‘Alejandro’ como un filme pobre y errático, que adopta un extraño y antitético trasfondo de deslustrado y marchito cine rancio, de serie B. Algo que no entraba en los planes de este arrogante cineasta que ha desperdiciado una millonada para confeccionar una cinta artificiosa y exagerada. Una teatralización hiperbólica de la Historia demasiado cara y aburrida.
Miguel Á. Refoyo © 2005

Virginia y Ruth, dos estrellas ausentes


1920-2005
Se han ido, así de repente, la princesa Margaret, Marie Derry, Rosalind van Hoorn, Colorado Carson, Verna Jarrett, Carla North y, sobre todo, Anne, la musa del pirata Dardo Bartoli y de mi infancia... Todas ellas en el irrepetible y dulce rostro de Virginia Mayo.

1915-2005
También echaremos de menos, aunque no tanto (hay preferencias) a Emily Norton, la esposa de Charles F. Kane en 'Ciudadano Kane'. Es decir, a Ruth Warrick, intérprete que debutara junto Orson Welles en su 'opera prima'. Warrick no fue una estrella de renombre como Mayo, pero sí tuvo su momento de gloria dando vida a Phoebe Tyler Wallingford en la telenovela de éxito en USA 'All My Children' (una serie que hace un mes cumplía 35 años de emisión).
Qué mal hemos empezado este 2005, de verdad.
PD: Tengo que abandonar este tipo de posts, porque esto en vez de un weblog va a parecer un obituario. Pronto, pediré una oración por sus almas o cosas por el estilo.